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¤ Ladurée ¤ (MM B: 102947)


Helike R V PB
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Abrió sus puertas como panadería de la mano de Louis Ernest Ladurée; posteriormente se transformó en pastelería y más adelante, Jeanne Soucherd, esposa de Ladurée tuvo la idea de convertirlo en uno de los primeros salones de té de la ciudad, logrando con acierto mezclar la idea de café parisino y pastelería.

Cuando entras, el tiempo parece haberse detenido; conserva todo el encanto de un antiguo salón de té, lámparas de araña, servicio exquisito, minúsculas mesas de madera, frascas de cristal antiguo, suelos de marquetería Las mesas son muy pequeñas y pegadas unas a otras, de forma que el camarero literalmente ha de encajonarte para que quedes acomodado junto a otros comensales, cuyas conversaciones escuchas sin querer. Para degustar los dulces, Ladurée posee tres salones refinados de estilo Napoleón III donde el mármol antiguo y los frisos de época recuerdan el arte de vivir a la francesa: Le Salon Castiglione, le Salon Paéva y la Bibliotèque.







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Dispone además de una tienda exterior a modo de escaparate con grandes vidrieras que muestran la distinta gama de dulces de la casa para llamar la atención de los transeúntes y atender al publico que decida comprar artículos para llevar, entre los que también se encuentran velas y perfumes.

Pequeños, redondos y para comérselos. Así son los macarons Ladurée, que son hoy en día el producto estrella. De coco o granadina para el verano, de castaña o praliné para el invierno, la imaginación no se limita al paso de las estaciones. La creación es permanente, entre sus últimas obras podemos destacar: albaricoque-jengibre, algodón de azúcar, champaña y muguete. La pastelería inventa un nuevo sabor de macaron cada temporada.

El lugar es también ideal para desayunar un pain chocolat y pistacho, un croissant relleno de almendras o escoger entre el amplio surtido de crépes; además ofrece a sus clientes un amplio surtido de todos los chocolates posibles. Los productos estrella son: el Croissant tradicional (a 1,55 galeones); Bostock: una tartaleta como tarta de Santiago (en cajita rosa, a 2,80 galeones). Kouglopf: magdalenas con azúcar (a 2,20 galeones); Cannelé: bollito esponjoso pequeño (a 1,90 galeones). El café cuesta 3,50 galeones. Todo, delicioso.





 

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DELICIOUS
1, 2, 3, 4, 5, 6, 7

EDICIÓN ESPECIAL
1, 2, 3, 4, 5, 6

BELLEZA
1, 2, 3

 

 

¤ Empleados ¤
¤ Louis Ernest Ladurée, propietario
¤ Jeanne Soucherd, propietaria
¤ Rocco Rogiasso, cheff
¤ Vivian Gandillon, recepcionista
¤ Vianne Rocher, recepcionista
¤ Axel Dubois, mesero de Le Salon Castiglione.
¤ Summer Mosh, mesera de Le Salon Paéva
¤ Nöel Deroux, mesero de La Bibliotèque.



¤ Afiliados ¤
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y entérate de cómo hacerlo.



(¤) Personajes inventados para rolear por los dueños y los afiliados del local.

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Editado por Sagitas E. Potter Blue
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Hacía muchísimo tiempo que no pasaba por el local que regentaba con mi padre, bueno, mejor dicho éramos los accionistas pero siempre había que llevar la contabilidad ya que era lo primordial. Era bien sabido que yo odiaba los números pero si queríamos saber las ganancias que producía había que llevarlo todo bien controlado.

 

Después de estar cerrado durante una semana por vacaciones y cambios en la directiva, el Ladurée se encontraba abierto en su horario normal y después de las vacaciones navideñas y de mucho ajetreo el local se encontraba tan silencioso como de costumbre.

 

Mi vestimenta en ese día era de lo más sencilla, un traje pantalón chaqueta de color azul oscuro, y una camisa blanca, botines de aguja y el pelo recogido en una coleta alta. Llevaba por debajo de la camisa el medallón de avisar el peligro y un monedero de piel de moke con unos cuántos galeones y a pesar de que tenía bebidas gratis, los llevaba por si acaso.

 

Me desaparecí de la mansión Rambaldi con el rumbo puesto en el negocio. Con un sonoro chasquido rebelé mi presencia ante los demás empleados, que estaban limpiando la barra y atendiendo las mesas, me dirigí a uno de los taburetes y me senté cómodamente, sacando del monedero una pitillera de plata, saqué un cigarrillo y lo encendí con la varita que tenía guardada en el bolsillo, mientras esperé a que me atendieran.

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¤ Summer Mosh, mesera de Le Salon Paéva ¤

 

Abrió la puerta con delicadeza mientras dejaba que el olor a pan recien hecho y la atmosfera de chocolate embriagara sus sentidos. Cerró los ojos y casi se siente flotar. Dejó su bolso inclinando el hombro a un lado para que éste cayera y miró a Heliké.

 

Buenos días, señorita Rambaldila saludó.

 

Se dispuso a encender una vela en cada habitación, oro, rojo, blanco y naranja. Le gustaba prepararse ella misma el incienso, pero en momentos de crisis los palitos adquiridos en una tienda solucionan la papeleta: espliego, cedro y limoncillo. A continuación preparó una bandeja para servir como tentempié a los que llegaran —varias cajitas blanca, cintas doradas, cornets de papel, rosas y lazos rosados.

 

Finalmente metió la mano debajo del mostrador y sacó un paquetito envuelto en papel de plata atado con una cinta blanca que lleva cosidas unas minúsculas florecillas amarillas.

 

Estos son nuevos, el ultimo experimento de Roccocomentó refiriendose al cheff chocolatero. No los he probado aún, cómase uno, a ver si le gusta... Por cierto... ¿qué tal su fin de semana?

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"Tra i tanti pensieri che ho avuto su di te, e sono stati milioni,
quello che non mi è mai venuto in mente è che la mia mente non stesse esagerando"

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Estaba detenida en la puerta sin atreverme a dar un paso más, solamente había ido a aquel lugar una única vez y a recibir una noticia impactante, que cambió las cosas desde que regresé a Londres. Bueno, si estaba decidida a dar un cambio a todo necesitaba ir a ese lugar, se veía diferente lo cual me animó aún más y por fin, al cabo de un momento más entré, el olor a pastelería recién horneada me invadió por completo y me animó mucho más.

 

Me dediqué a observar las diferentes delicias que se mostraban en el lugar sin decidirme por una, me senté en una mesa cercana a la entrada y esperar a que alguien me atendiera intentando no pensar en ningún recuerdo sobre ese lugar y solamente mirando las deliciosas cosas que vendían allí.

 

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Fumaba tranquilamente sentada en el taburete mientras miraba el periódico matutino atrasado, que estaba colocado al lado de la zona de muestrario de los dulces hasta que una voz conocida hizo que me girase completamente. Era una de las camareras del salón de los muchos que tenía el ladurée. La reconocí enseguida, y la saludé alegremente:


-Hola Summer ¿Qué tal las vacaciones? –pregunté cortésmente.


Vi que ésta estaba preparando las mesas con delicadeza observé que fue detrás de la barra en dónde yo estaba y sacó una especie de paquetito, lo desenvolvió y descubrió unas delicias de chocolate, se me hizo la boca agua.


-¿Así que nuevos experimentos eh? Espero que tengan éxito –lo tomé con la mano y lo probé, estaba delicioso:


-Exquisito, exquisito –me relamía de gusto con lo bien que sabía ese postre. El sonido de la puerta que se abría mostró que alguien había entrado al negocio.


-Mira tienes nuevos clientes, mientras los atiendes espero a que me sirvas un té de frambuesa y el fin de semana bien, sin mucho movimiento –y sonreí tranquilamente a la joven.

Editado por Heliké Rambaldi Vladimir
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¤ Summer Mosh, mesera de Le Salon Paéva ¤

No le hizo mucha gracia que Heliké fumara en el recinto pero si era la propietaria no iba a ser ella quien le comentara que dejara de hacerlo. No obstante, por su mirada cabizbaja, la Rambaldi pronto lo notaría... esperaba que al menos fueran mentolados.

Bueno, pues fui a esquiar con mi novio, es la primera vez que me escapo de las cenas familiares de Navidad... son demasiado monótonas y prefiero aprovechar mi tiempo con quien me aguanta día tras día, no con parientes que el resto del año ni saben que existoexplicó, muy segura de sus palabras.

Dejó que la jefa tomara el nuevo experimento del cheff chocolatero y por la cara que puso, estaba más que claro que le encantaba. Nadie en su sano juicio dudaría de la profesionalidad de Rocco. Se giró al escuchar la campanilla mientras la Rambaldi le recordaba el por qué de la apertura de la puerta.

¡Buenos días!saludó a Helen Reyes, adentrándose en la barra de recepción al observarla deambular por ahí sin explicar el motivo de su irrupción en el local. ¿En qué puedo ayudarla? ¿Va a realizar una compra o su intención es tomar alguno de nuestros productos en los salones del piso de arriba?

Estaba más que claro que todos los que pasaban al Ladurée, o bien compraban dulces o artículos de belleza en el acto para desaparecerse del local o por el contrario subían, aprovechando las instalaciones del café francés para distraerse y degustar sus productos.

Editado por Deiwan Rambaldi

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Blondie - Elfina de Sherlyn Gryffindor

Un salón de té era un lugar espectacular para pasar la mañana. Blondie sabía que aquel no era un sitio común ya que se lucía como un negocio anticuado a pesar de la modernidad del momento. Le encantaba observar la arquitectura de los edificios por eso también paseaba por el Callejón Diagón estudiando todos los lugares en los que se encontraba. La caminata de la elfina era lenta, por eso siempre le gustaba ir sin ningún mago acompañándole, aunque su ama era una excepción.

Caminó hacia la puerta de entrada del elegante local. Al principio dudaba en entrar puesto que había conocido negocios donde no permitían entrar a elfos domésticos pero, al menos lo intentaría. Le costó mucho abrir la puerta hasta que, luego de varios saltitos pudo apretar la manija y empujar la puerta. Una vez adentro podía notar la belleza del sitio. Los muebles eran muy hermosos y elegantes. Se quedó embobada mirando la decoración.

Blondie quisiera saber si en este lugar permiten elfos

Preguntaba a cada persona que cruzaba por su camino. Sus orejitas las tenía gachas. Así siempre las ponía cuando hacía algo fuera de lugar y estaba avergonzada.

http://i.imgur.com/zindcUh.png

 

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¤ Vivian Gandillon, recepcionista ¤


Vivian fue la primera recepcionista en llegar, iba acompañada de Rocco Rogiasso, el excéntrico e imprevisible cheff, el cual iba más bronceado de lo normal. Como todo genio que se precie, pese a su carácter, todos le apreciaban y admiraban ya que creaba auténticas obras de arte de la pastelería y confitería, ahí radicaba el éxito del negocio. Empujó la puerta con delicadeza mientras dejaba que el olor a pan recién hecho y la atmósfera de chocolate embriagara sus sentidos. Cerró los ojos y casi sintió que flotaba.


¡Buenos días!saludó, dejó su bolso inclinando el hombro a un lado para que éste cayera y entró tras la barra junto a Summer.

Se había percatado de que Rocco había desaparecido, seguro que en un abrir y cerrar de ojos habría subido las escaleras rumbo a las cocinas y que allí, aparte de la Mosh, estaba Heliké y dos clientes, Helen y una elfina. Ya que su compañera atendía a la primera, se dispuso a hacer lo mismo con Blondie.


Hola, ¿puedo ayudarte?preguntó, era gracioso como andaba embobada con el mobiliario y preguntaba como avergonzada. Por supuesto que permitimos elfos, no serás ni la primera ni la última que viene en calidad de cliente...

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Blondie - Elfina de Sherlyn Gryffindor

No se había percatado antes pero justo había entrado después de que una muchacha pusiera pie en la entrada del lugar. Conocía aquella chica, quizás era amiga de Sherlyn ya que ella tenía muchas amistades debido a su trabajo o del bando en el que estaba. No le agradaba para que nada que su ama tuviese tiempo para ellos dejándole aparte. Prefirió ignorar a la muchacha mientras seguía observando
Se sobresaltó al escuchar la voz de la recepcionista que respondía a su respuesta. Al parecer sí admitían elfos, por lo que fue un alivio para la elfina enterarse de aquello. Lo miró una vez más de arriba abajo pensando que qué podía pedir. No había examinado lo que vendían en el local, pero podía pensar que se trataba de un centro de comida o algo por el estilo. Blondie sonrió por dentro.
Blondie quiere una mesa, frente a la ventana
Pidió al recepcionista mientras miraba que de a poco el local se iba llenando de gente. No era nuevo, pero tenía una nueva persona a cargo, de tal manera que su renovación podría causar mucho éxito en la sociedad mágica, creía la elfina según lo que se había enterado.

http://i.imgur.com/zindcUh.png

 

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Hace tiempo que no daba una de mis paseos por el Callejón Diagón, aquellas veces solía entrar a un negocio que no conocía y pedía lo primero que me ofrecían sin siquiera saber si era bueno o malo. Claro que los negocios a los que entraba siempre tenían algo de peculiares, ya sea su estructura o la gente que estaba dentro pero recordaba más las veces que me había peleado con los propietarios por llevar a killu y pedir un asiento para él.

 

Después de caminar por 10 minutos, me detuve frente a un negocio que poseía una estructura moderna, aunque lo que más me llamo la atención de aquel local fue ver dentro de él a una pequeña elfina. Adoraba a los elfos, y siempre se me hacia curioso ver a uno en un local.

 

Sin pensarlo más, entré al local. Habían dos clientes más a parte de la elfina, no estaba lleno al menos no a simple vista, pero uno nunca sabía si es que era porque todas las mesas estaban ya reservadas o algo parecido, por lo que para sacarme de toda duda me acerque a la recepción.

 

-Disculpe ¿hay mesas disponibles?- no quería sonar tonta ni nada parecido, pero siempre era mejor preguntar.

 

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Editado por Leya Malfoy Rambaldi

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