Desempolvando habilidades inexistentes (?

[Helene Eloise Bellerose]

La noche caía con parsimonia, en una mezcla de colores violetas, naranjas y azules vibrantes que provocaban que más de uno frenase en seco para observarlo mejor.

 

La castaña caminaba sin prisas por las calles de Ottery. Tenía un objetivo en mente y hacia allá se dirigía como si nada más fuera importante. Le habían comentado de una mansión abandonada a las afueras, y quería curiosear como buena Weasley, porque simplemente le gustaban los lugares así. No hacía frío, motivo por el cual caminaba apenas en una blusa sin mangas, unos jeans deslavados y un par de botas de tacón alto. Con varita en mano, recorría fijándose en todos los detalles que le rodeaban.

 

Divisó la casa tal y como había esperado, al final de la calle. Era imponente, aunque ya estaba bastante destartalada. Cristales rotos, muchísima maleza, conservaba todavía vestigios de su viejo esplendor. Atravesó las verjas con paso seguro, encontrando con sorpresa que la puerta de la entrada se encontraba entreabierta. No desperdició su oportunidad y se coló dentro, encontrándose en un viejo salón, tapizado en color borgoña y oro. Mucho lujo pero ya sin brillo. Un par de sofás de estilo victoriano ya bastante apolillados, se ubicaban rodeando la estancia. También había un aparador lleno de vajilla rota, un par de tazas quebradas, entre otras. Sus ojos recorrieron con avidez, velas consumidas y a medio consumir se encontraban en varios candelabros distribuidos en todo el espacio.

 

Sobre su cabeza una lámpara de araña de un considerable tamaño colgaba ya entre rota y polvorosa, como amenazando a caerle sobre la cabeza. Debajo de sus pies, una alfombra de considerable longitud decoraba en lo que algún momento fue aquel salón, sin embargo ahora ya estaba bastante apolillada.

 

Un sonoro "gong" le asustó más de lo que debía. Con la varita en alto apuntó hacia la fuente de sonido, sorprendida de encontrar un reloj de pie que apenas se sostenía pero que aún parecía funcionar. El número de campanadas indicó —si no se equivocaba al contar— que se trataba de las 7 de la noche.

 

Con una floritura de la varita encendió un par de velas, alumbrando la estancia a media luz. Entre pedazos de vajilla rota, trozos pequeños de madera roída, Kassandra se descolocó por un momento observando la imponente escalera de caracol que conectaba el salón con los pisos superiores. Sin embargo no iría muy lejos. Una suave brisa le detuvo lo suficiente para que pensara encender también la chimenea que se encontraba al fondo de donde se encontraba ¿funcionaría todavía?

 

Aguardó antes de tomar cualquier decisión, parecía haber escuchado un ruido en las afueras.

 

—¿Quien anda ahí?— Preguntó sintiéndose asustada. No pensaba que la mansión tuviera moradores. Con sorpesa comprobó que no se trataba de ningún morador, sino más bien encontró a alguien que no se esperaba. Divertida pensó que sería interesante (y un poco suicida) atacar a Arya, motivo por el que sonreía con amplitud cuando apuntó la varita hacia la Demon Hunter.

 

"Zancadilla" pensó antes de ver con diversión como la pelirroja caía de bruces al suelo con ambos pies atados fuertemente con un lazo mágico.

 

—Me asustaste. —Se quejó luego, para proceder a reír por lo cómico de la situación.

Editado 25 de Noviembre del 2015 por Kassandra Weasley

[Arya Macnair]

―Morphos

 

¿Lo pensó o lo dijo?. Aquel hechizo era un acto reflejo por su parte, justo cuando caía de rodillas al suelo la blusa de Kassandra se transformó en una conocida avispa marina. La criatura inyectó su veneno al mero roce con la piel de la muchacha y cayó sin vida por la falta de agua volviendo a ser lo que en un principio había sido, una simple prenda de vestir pero dejando a su antigua portadora con una peligrosa ponzoña corriendo por su torrente sanguíneo. La media tarde había caído y le había tomado por sorpresa patrullando la zona, aquel sitio era tildado por su falta de habitantes así que le pareció extraño ver una sombra colándose en la enorme casona antigua de la esquina, más jamás sospechó que sería su protegida quién se las diera de curiosa.

 

―Silencius

 

Musitó a continuación poniéndose de pie y sobando su pierna izquierda, tantas batallas tenían su lado malo. De forma casi inmediata la garganta de Kassandra se cerraría a su siguiente acción y no podría realizar la desesperada jugada que necesitaba para no morir víctima del veneno. ―Y tú a mi, ¿será que llevan en la sangre la curiosidad?― le preguntó con una media sonrisa manteniendo una distancia de ocho metros para con la muchacha. Una vez erguida sus ojos azules brillaron de forma peligrosa y en su mente apareció una idea un tanto descabellada pero sumamente atrayente, ―Iba a invitarte un helado, pero dado que esgrimiste...― se aferró a sombra con ahínco y dejó de hablar.

 

―¡En guardia!

 

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[Helene Eloise Bellerose]

Recuperándose del susto creyó que lo más inteligente era atacar a la pelirroja, pero no contó con que la propia reacción de susto de ella iba a costarle tanto. Con destreza Arya invocó una blusa marina en su blusa, que desapareció dando paso al animalejo que luchaba en busca de su ambiente acuático. Kassandra hizo una mueca. El veneno de avispa marina, algo que ya había experimentado tantas otras veces volvió a quemarle y a invadir su torrente sanguíneo provocándole el mismo exacto dolor que la primera vez.

 

Pero lo peor era la blusa.

 

—¡Macnair! ¡Esa blusa era mi favorita! —Se quejó, tratando de ignorar los dolores producidos por el dichoso veneno de avispa, pero sabía que de nada serviría quejarse. Tenía que estar a la altura. Iba a decir algo más, pero notó que estaba sin habla porque le había lanzado un acertado silencius. Afortunadamente el Episkey podía hacerse sin necesidad de hablarlo.

 

Apuntando. la varita hacia sí misma, hacia su pecho, pensó silenciosa un Episkey que lograra al menos controlar la expansión del veneno en lo que intentaba realizar un ataque hacia la pelirroja. Sintiendo que el efecto del Silencius se había desvanecido, observó a la bruja con indignación.

 

—Un helado habría sido espléndido... —Musitó adolorida, pero más tranquila. Luego, dirigió la varita nuevamente hacia ella, su objetivo y dijo con determinación.

 

—Sectusempra.

 

De impactar el rayo, el cuerpo de Arya se llenaría de incontables cortaduras sangrantes, y ella tendría que realizar una acción de emergencia para no morir desangrada. No es que le agradara infligirle dolor, pero debía estar a la altura de las circunstancias y aquel, era un duelo.

 

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[Arya Macnair]

Sorprendida y un tanto decepcionada Arya torció los labios en una mueca de desaprobación, —¡No!— exclamó enojada al ver como su ahijada se dejaba impactar por ambos hechizos sin defenderse, ni siquiera había intentado realizar un morphos para invocar un bezoar, el veneno corría por sus venas y entumecía sus músculos, no quería que muriera. Un sudor frío le corrió por la espalda y perló su frente de forma repentina, ella no solía ser dulce e indulgente cuando entrenaba pero desde el nombramiento se había vuelto una persona dura. Al Kassandra no haber intercalado ninguno de sus hechizos para al menos finiquitar el silencius que le quitaría una acción automáticamente le entregó a la pelirroja la ventaja.

 

—¡Silencius!

 

Justo cuando la bruja se realizaba un episkey innecesario y antes de que separara sus labios para atacar Arya exclamó con fuerza aquel hechizo que finalizó con el sectusempra mucho antes de que éste siquiera viera la luz de la media noche. Varias velas se encendieron alrededor de ambas féminas, tanto en candelabros contra las paredes como en la enorme araña que pendía del techo sucia y enmarañada, —Estaba encantada después de todo— dijo sorprendida, estaba molesta porque un simple error acabaría con el entrenamiento demasiado rápido y no había sido su intención, quería que Kassandra fuese un miembro ejemplar del Bando.

 

Y lo lograría, se lo había propuesto.

 

—Silencius

 

Un segundo hechizo, igual al primero, exactamente igual al anterior pero más peligroso. El turno que seguía era la última oportunidad que la muchacha tenía para curarse y era mejor que tuviera una estrategia o su corazón se detendría de un momento a otro. El actuar de Arya afectaría su primera acción, y al haber perdido las intercalaciones, el reloj corría para ella.

 

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