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• Familia Potter •


Juliens
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El Valle de Godric es un pueblo ubicado al oeste de Inglaterra. En esta pequeña comunidad, desde la creación del Estatuto Internacional del Secreto, han convivido magos ocultos junto a los muggles. Aunque se trata de un lugar sencillo y humilde, esta comunidad semimágica ha tenido a varios residentes famosos con el pasar del tiempo. Este fue el lugar de nacimiento de Godric Gryffindor, uno de los fundadores de Hogwarts; Bowman Wright, quien forjó la primera snitch durante la Edad Media. Fue el lugar de residencia de Albus Dumbledore, Ignotus Peverell y Bathilda Bagshot. Tristemente, también ha sido el escenario de sucesos terribles.

La violencia causada por las artes oscuras y los que las practican, ha terminado con dos miembros de una familia.


La inscripción, realizada sobre una lámina de mármol encontrada entre las ruinas de la casa, sirve como un recordatorio para la comunidad mágica de ello. Para la mayoría de los magos y brujas la casa permanece en ruinas luego del asesinato a sangre fría de James y Lily Potter. Pero si eres uno de los pocos a los que se les ha revelado el secreto de aquel lugar, puedes ver lo en verdad hay tras las tristes palabras y los escombros.

Con el beneplácito del propio Harry Potter, la casa fue restaurada por la Orden del Fénix y legada al bando, bajo la promesa de que mantendrían su lucha contra los mortífagos —que resurgieron aún después de la muerte de Tom Riddle— y protegerían a la comunidad mágica de la amenaza que todavía representaban. Esta organización clandestina tiene una amplia red de cuarteles a lo largo de Inglaterra, incluso cuentan con lugares seguros en países aliados. La casa de la familia Potter, sin embargo, no es un cuartel para ellos, sino algo más.

La casa tiene la apariencia de una típica casa inglesa, un poco anticuada. Está conformada por dos plantas y un ático; además, cuenta con un cobertizo y un amplio patio trasero, bordeado por una cerca blanca y altos setos. En la planta baja están el salón de estar, la cocina y un estudio-biblioteca, mientras que en el piso superior están las habitaciones. Evidentemente, éste está encantado para que hayan suficientes habitaciones para todos, de modo que mientras más personas se unen a la Orden, nuevas puertas aparecen en el inmenso pasillo. El ático está lleno de todo tipo de cachivaches y habitualmente es visitado por quién sólo quiere deshacerse de una caja llena de cosas viejas.

Los miembros de la Orden, a pesar de sus diferentes personalidades y orígenes, consideran este lugar una especie de hogar. La propiedad sirve como una vivienda para muchos miembros del bando, lugar de descanso y centro de reuniones. El ambiente es cálido y cordial, ayuda a muchos miembros de la organización a relajarse, aunque siempre sin olvidar su propósito.

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SERVICIOS MINISTERIALES

ϟ La casa de la familia Potter se encuentra protegida por el encantamiento fidelius.
ϟ Encantamiento Anti-Aparición activado:


△ Sólo el Líder, los Lugartenientes y los magos con el rango de Demon Hunter podrán aparecerse en el interior de la casa.

△ El resto de los miembros de la Orden del Fénix podrán aparecerse en los jardines.

TOPIC DE ORGANIZACIÓN

Familia Potter

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Todos los miembros de la Orden del Fénix son parte de la familia Potter.

Por lo tanto, si deseas formar parte debes unirte a este bando.

¡Usa este traslador y sigue las indicaciones!

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Editado por Ellie Moody

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  • 4 semanas más tarde...

El mensaje fue repartido entre los miembros de la Orden del Fénix,

con una tinta que sólo se muestra a los que conocen el secreto del bando.

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Para: Integrantes de la Orden del Fénix

De: Líder y Lugartenientes de la Orden del Fénix

Asunto: Recolección de Reliquias

 

Saludos, compañeros.

 

Mediante la presente, les informamos que con la renovación e inauguración del nuevo lugar seguro comenzará el proceso que hemos decidido llamar Recolección de Reliquias. Si bien la participación no es obligatoria, nos encantaría contar la participación de cada uno de ustedes. Esta actividad será esencialmente una recolección de "reliquias personales", objetos mágicos de su pertenencia que crean que consideren útiles para la casa, ya sea por su particular funcionamiento o por razones emocionales o estéticas. Nuestra motivación es hacer de éste un lugar más cálido y familiar, donde haya un poco de todos.

Por motivos de seguridad, imploramos que que no traigan objetos que puedan ser rastreables, es decir, aquellos que tienen relación con el Ministerio de Magia y/o el Concilio de Mercaderes.

 

Atentamente

H., E., K.

Editado por Ellie Moody

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sins don't end with tears, you have to carry the pain forever

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En realidad, Mel no había tenido mucha idea de si acudir o no.

 

No era falta de interés, ni tampoco intento de escapar de sus responsabilidades, solo plena ignorancia respecto al nivel de importancia que la actividad podía significar. Eso y el hecho de que había vuelto a encontrar el rastro de los lobos de Catherine en el bosque y había querido echar una ojeada, para ver si conseguía ganarse su confianza.

 

Richard, por otro lado, había terminado enterándose sobre la nota porque había visto por encima de su hombro y había notado que no era capaz de leerla por su cuenta. Así que le había pedido que la leyese en voz alta y Mel lo había hecho de mala gana. Sus sospechas de que no debía hacerlo se vieron fundadas, cuando los ojos de Richard brillaron con codicia, al oír la palabra reliquia. La sola mención fue suficiente y Mel supo apenas verlo que no iba a librarse de esa.

 

Debía acudir, so pena de ser echada de la casa o algo peor; como quedarse sin porciones de pizza del repartidor ilegal.

 

De todas formas, Mel sospechaba que Richard sabía que no se trataba de una posibilidad de robar algo pero quizá sí de averiguar la mecánica de funcionamiento de esos objetos que llevarían y quizá encontrar similares entre objetos usados o descubrir nuevas formas en objetos nuevos. Sea como fuere, Mel llegó a la casa de los Potter por primera vez y se sorprendió al sentirse cómoda allí.

 

La muchacha no se detuvo en el umbral, si no que fui directo a la cocina a comer un poco de jamón y pan con té, mientras esperaba instrucciones o la llegada de los otros (o tal vez que bajaran de sus habitaciones) porque allí no parecía haber nadie todavía.

Editado por Melrose Moody

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Demisit lacrimas dulcique adfatus amore est 

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Era tarde y Mackenzie estaba un poco.... ¿huraña? No, no realmente. ¿Nerviosa? Si, nerviosa sí, por supuesto. ¡Cómo demonios no iba a estar nerviosa, si nada parecía estar en su sitio! Pero el estar nerviosa era lo de menos. Ella era temperamental, un poco de nervios en la intimidad de su casa, donde no tenía que guardar las apariencias, no era tan raro en la bruja. Realmente, lo que estaba era quejica. Pero tenía motivos. ¡Vaya que sí!

Aquel día había sido bastante impertinente, llevándole la contraria desde el punto de la mañana. ¿Cómo no iba a estar quejica cuando te despierta un elfo que no conoces, te sirve café, en lugar de té -algo que aborreces profundamente por las mañanas- se olvida la mantequilla y la pieza de fruta y el diario que te deja encima de la mesilla sólo trae malas noticias y pésimos cotilleos? ¿Cómo no iba a estar quejica cuando todo tu personal decide irse a hacer recados y te toca dictar y escribir tus propias cartas? ¿Cómo no iba a estar quejica cuando recibes una notificación de Gringotts diciéndote que pases a comprobar tu bóveda de seguridad porque saltó la alarma y, cuando llegas, encuentras que una rata se coló por donde no debía? ¿Cómo no iba a estar quejica cuando recibes una notificación para recolectar reliquias y no tienes la más pálida intención de donar nada de tu propiedad? ¡El colmo! ¡Ni la libertad privada se respetaba ya! ¿Sería alguna nueva moda impuesta por ese nuevo ministrucho de tres al cuarto?

Mientras Mackenzie terminaba de decidir lo que se iba a poner para visitar la Mansión Potter, revolviendo cada caja de su amplio vestidor, decidió que estaba siendo un poco irracional. Aún así, le gustaba ser irracional cuando estaba de malhumor. No, de mal humor no, quejica. Lo cierto es que era bastante improbable que la Orden del Fénix se dejara influir por aquel nuevo ministro, muy guapo él, pero bastante mortífago, por más que tratara de esconder su afiliación. No, aquello de las reliquias seguramente sería una idea genuina para hacer más personal la nueva mansión. Si Mackenzie tuviera ganas de ser racional, era consciente de que se daría cuenta al instante. Pero aquel día estaba quejica. Y lo mejor de todo, cuando está quejica, es porque quiere estar quejica. La bruja era tan consciente de ello que lo llevaba a rajatabla y hasta lograba encontrarle una cierta gracia.

Finalmente, se decidió por una túnica gris perla de raso y un sobretodo azul oscuro de gasa con bordados plateados en los puños. Era elegante, pero cómodo. De cualquier manera, metió en la mochila ropa más informal, por si era necesario cambiarse y no se olvidó de guardar en ella también algunos objetos y cachivaches que había encontrado durante la visita matutina a su cámara de seguridad en Gringotts y pensó que podrían serle útiles para todo eso de las Reliquias.

Un elfo desconocido le abrió al llegar a la Mansión Potter. Estaba todo muy funcional y acogedor, pero no parecía haber mucha gente todavía. Recorrió los pasillos y sólo al llegar a la altura de la cocina oyó a alguien trajinar en el interior. Asomó la cabeza y vio a una joven que conocía de la última clase con los Uzza.


—Hola Mel —saludó. —¿Somos las primeras?

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firma
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Come, my friends,
Tis not too late to seek a newer world.
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Ellie se sorprendió a sí misma quitándole la pluma a Kaori y a Hobb, para añadir la anotación acerca de los objetos relacionados al Ministerio de Magia y —o— al Concilio de Mercaderes. La mano le tembló ligeramente, por el miedo, pero la emoción que sentía por la ocasión la empujó a escribir con rapidez, casi con urgencia. Aunque ella es una estudiosa que se ha interesado por varias ramas mágicas, desde las Teoría de la Magia hasta las Runas Antiguas, y ha practicado varias profesiones —siendo su puesto de Jefa de la Oficina de Experimentación Mágica del Departamento de Misterios, ea más reconocida de todas—, hoy sabe muy bien cual es su verdadera vocación: la creación de artefactos mágicos. Se llama así misma una inventora, lo cual siente que suena épico aunque su trabajo se desarrolle en un muy humilde establecimiento del Callejón Knockturn. Es por tal motivo que le emociona aquella actividad, que Hobbamock sugirió para hacer de la antigua casa de Harry Potter un lugar más familiar para la Orden del Fénix y, especialmente, para devolverle la vida, la felicidad, la esperanza.

 

A decir verdad, Ellie no estaba segura de si lo entendía. Si bien la mayoría de sus conocidos y amigos son miembros de la Orden del Fénix, ella intenta mantener una distancia más que prudente entre lo que es su vida personal y lo que es el bando. «Aunque creo que no lo he hecho muy bien, a decir verdad...». Normalmente no asiste a las reuniones extraoficiales, es decir, a las noches de cerveza en el número doce del Grimmauld Place, a las tardes de té y galletas en La Madriguera, a los paseos por la playa del Refugio. Pero en esa ocasión, es ella la más animada; es decir, eso asume porque al llegar a la casa Potter, todavía no han llegado Hobb ni Kaori.

 

Le interesa mucho ver con qué saldrán los otros miembros de la Orden del Fénix. ¿Acaso son dueños de un objeto mágico que no es regulado de ninguna forma? ¿Acaso también son inventores?

 

Ella lleva una caja de madera bajo el brazo. Como de costumbre, viste con una sencilla túnica negra y botas de charol. Su cabello platinado esta recogido en poco trabajada trenza, que cae sobre uno de sus hombros. Escucha voces provenir de la cocina. ¿Por qué parece ser que los miembros de la Orden del Fénix siempre se reúnen en la cocina? Las voces le parecen familiares, pero sólo las reconoce cuando se asoma a mirar. Son Melrose y Mackenzie, quiénes no parecen estar hablando demasiado.

 

Hiya —saluda Ellie—. Ah, todo ésto salió de la nada, ¿verdad? Sólo tuve tiempo de pasar por El Trastero a recoger unas piezas, pero no sé si lo traje todo —comenta, cuando está nerviosa suele hablar de más—. Y aquí no creo que haya mucho...

 

@@Mackenzie Malfoy @

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sins don't end with tears, you have to carry the pain forever

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—Llegó un mensaje en una hoja en blanco —dijo sorprendido su novio mientras se lo mostraba, tras que este entrara volando por la ventana del dormitorio. Darla lo tomó en sus manos, desplegándolo.

 

—Oohh —dijo con sorpresa haciendo que Seba se volteara a verla, un gesto entre ambos bastó y él asintió, acercándose a la bandeja del desayuno y llevándolo hasta la cama, le pasó su taza de té, mientras ella leía.

 

Darla levantó una ceja y luego la bajó, frunciendo el ceño. —¿Malas noticias? —preguntó Seba y ella negó. —No, pero no termino de encontrarle el sentido, supongo que tendré que salir más luego a buscar algunas cosas amor —dijo mientras dejaba el mensaje sobre su mesa de noche y se volvía hacia él para darle un tierno beso y seguir compartiendo el desayuno, para el resto habría bastante tiempo, en la noche.

 

Al final había decidido ir temprano, odiaba aquello, no tenía idea de por qué estaba teniendo esa misma sensación que había tenido meses atrás. ¿Habían sido meses o años? Suspiró, mirándose al espejo, llevaba el cabello suelto, estaba más largo, hacía tiempo ya no se lo cortaba salvo cuando usaba metamorfomagia para parecer distinta. La remera negra mangas cortas la llevaba por fuera del pantalón cargo azul marino y, a pesar de parecer muy muggle, llevaba zapatillas al tono, ese día no era su mejor día desde que tenía que “cumplir” con aquella misión.

 

Se despidió de Seba con un beso y encargó a sus elfos el manejo de la tienda, no quería sobrecargar a su novio, además de que el banco últimamente estaba algo líado también. Los primeros días cálidos empezaban a hacer que las plantas mostraran sus primeros brotes, lo observó mientras se decidía qué capa utilizar, al final tomó una chaqueta deportiva muggle, poniendo en sus bolsillos internos la varita y el bolso de piel de moke con sus objetos diarios.

 

Se había aparecido en los jardines, era la primera vez que llegaba a aquella casa antigua. Meses antes la había visto derruída y con una placa recordatoria de lo que allí había acontecido, ahora, siendo miembro de la Orden del Fénix una vez más la veía tal cual estaba, reconstruída. Miró por sobre su hombro, segura de que nadie la seguía. Igual. ¿A quién le importaría ella?

 

Pensó que tendría que abrir ella misma la puerta, pero antes que pudiera hacerlo un elfo lo hizo, indicándole hacía donde se habían dirigido los que habían llegado antes que ella. ¿Serían muchos? Le sorprendió se reunieran en la cocina y no en un despacho u oficina, pero recordó los buenos momentos que habían pasado en la cocina de Grimmauld Place #12 con Sagitas y los demás. Lanzó una maldición en voz baja, no quería recordar el pasado, se negaba a ser quien había sido, ahora era otra, o eso deseaba, solo era ella misma con su Seba.

 

—Buenas, parece que después de todo no llego tan tarde —murmuró viendo a las tres mujeres que charlaban o almorzaban/merendaban en la cocina.

Editado por Darla Potter Black
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El día comenzaba a salir... Esa doble vida le estaba comenzando a afectar pero tenía que cumplir, es por eso que se encontraba sobrevolando el área encima de su hipogrifo, la perdida de su motocicleta había Sido terrible, pero ya llegaría el momento de comprar otra, por lo mientras tampoco se podía quejar... El estar sobre Ginny era muy cómodo y fue pasado un tiempo que a lo lejos dislumbro su destino... El nuevo cartel de la orden del fénix...

 

--Eso tan obvio que nadie se molestaría en indagar de quién es esta mansion...--

 

Fue entonces que bostezando un poco miro a Ginny y con una suave caricia sobre su hipogrifo, está comenzó a descender lentamente sobre los terrenos de la.mansion... y aterrizando en la parte trasera el mago se bajó sobre su hipogrifo...

 

--Sabes ve a cazar un rato, no hagas tonterías ok?--

 

Y estirando los músculos sencillamente uso sus dones de Avalon para formar una poca de agua en su mano y así poder lavarse la cara y manos de la sangre seca... Había Sido una larga noche... Por lo que entrando por la puerta trasera hacia el comedor miro como un grupo de mujeres ya estaban ahí... Por lo que guardando silencio sencillamente se sentó algo alejado de ellas y sin más se dispuso a desayunar...

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Habían varios lugares seguros para los miembros de la Orden del Fénix por toda Inglaterra y también estaba el hogar de los Potter, allá en el calmado y casi escondido Valle de Godric, un lugar que Ela Karoline no había tenido la oportunidad de visitar aún. Pero aquella nota lo cambiaba todo.

 

En vez de ir a descansar al castillo Lockhart decidió aventurarse a conocer la vieja casona inglesa, para llegar allá escogió la aparición, pese a que deseaba sentir el viento en su cara mientras volaba, pero sería en otro momento aunque llevo consigo la escoba por aquello de salir a explorar los alrededores, aunque no debía olvidar que los muggles no estaban lejos.

 

Cuando los pies de la chica tocaron el césped del jardín no era ni muy temprano ni tampoco la media noche, por lo que todo rastro de calor, si es que lo hubo, ya había desaparecido, solo quedaba un fresco agradable, más tirando a frío junto con las luces que comenzaban a titilar en el porche y hacían notorias algunas ventanas.

 

Desde donde estaba parada podía apreciar la sencillez de la estructura, de dos plantas, pero como en el mundo de la magia nada era lo que parecía, estaba casi segura que contaba con cuanto espacio y equipamiento pudiera necesitar la familia de la Orden que eran quienes la ocupaban en la actualidad.

 

Con paso sereno recorrió la distancia que la separaba de la puerta principal, y antes de poner la mano en la puerta checo que su vestido de seda irlandesa en tono degradado ocre y blanco lucieron perfectos, momento en que la puerta se abrió y un elfo la dejó pasar, los tonos en las paredes o tal vez el mobiliario, las cortinas o quién sabe qué, le daba calor de hogar y se sentía acogedor.

 

Pronto escucho voces y se las ubicó, resulta que provenían de la cocina, allá estaban cuatro brujas y un mago, una caja de madera, morrales y restos de pan jamón y olor a té. --¡Hola! ¿Cómo están? -- saludo y pregunto al tiempo que sacaba de su bolsito, pequeño solo en apariencia externa (gracias a un hechizo expansor) una cajita alargada con tres compartimentos, cada uno contentivo de café molido ya fuese: puro, con cacao o con vainilla, producido y de venta en su negocio. --Un poco de buen café para quien guste preparar-- ofreció colocando la caja sobre la mesa y centrándose en preguntar --¿Trajeron reliquias? porque a mi no se me ocurre que pueda yo...-- dejo la frase en el aire porque le pareció inútil terminarla, a esas alturas ya todos seguramente entendían lo que iba a decir.

 

--Por cierto, soy Ela Karoline Lockhart, prima de Cye-- se encogió de hombros sintiéndose pequeña por creer que era la más nueva en la Orden.

Editado por Ela Karoline
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El Valle de Godric se abría ante mis ojos. Se iba acercando cada vez desde aquel puntito que había visualizado en el aire. Batía las alas directamente contra el pueblo, ya que tenía dos objetivos en aquel viaje: el primero hacer un reconocimiento. Me había ido un tiempo y algunas cosas habían cambiado. Y segundo, habíamos sido llamados. De primera mano, años atrás, hubiera sido el primero en entrar y en presentarme, pero ahora estaba resignado a observar y analizar si todo estaba a viento a favor como para presentarme.

 

Los años y la experiencia se habían acumulado en mi cuerpo. Pero también las heridas se agravaban y parecía un viejo león cansado. Parecía. Porque mis movimientos estaba segurísimo que no se habían oxidado. Di algunos aletazos más hasta llegar a mi destino. Empecé a bajar y descendí luego de dar algunas vueltas a la Casa de los Potter, la cual ahora, pertenecía a la Orden del Fénix.

 

Agradecía a Merlín el poder haberme convertido en un búho gracias a las magias arcanas. Siempre me ayudaba a pasar desapercibido y a poder observar cada detalle de mí alrededor. Y nadie sabía que era yo. Y siempre lo había deseado así. Ni hablar de las demás habilidades que portaba y que me ayudaban a hacer básicamente lo que quería. Aterricé justo encima de aquellos altos setos, pegados a la verja blanca que bordeaban aquella casa. Había atravesado claramente los sortilegios y encantamientos protectores porque había pasado de ser una casa en ruinas a una completamente nueva.

 

La casa de los Potter” pensé. Lo había escuchado tan solo en relatos. Y no sabía cómo el bando se había hecho de ella. Pero así era la Orden, formada por cada miembro. ¿Quién había llegado?

 

Ululé un par de veces, debía actuar como búho. Me mantuve erguido, con los ojos bien abiertos. A través de los cristales se veía movimiento.

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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