Varios días atrás
Triviani arribaba a Londres luego de largos meses alejada de gran parte de la comunidad mágica. Sus asuntos en Italia habían tomado más de lo previsto y ahora regresaba tras finiquitar aquello que boicoteaba sus negocios, o más bien sería aquellos quienes derrumbaban sus pequeños negocios en su país natal. Donde lamentablemente (o para su suerte) sus testaferros pagaron las consecuencias de los actos de la bruja. Zoella volvía y parecía aquella joven mujer que fue al llegar a Londres años atrás, con su cabellera negra y lisa que volvió a crecer luego de tanto tiempo, cabellera que llevaba por los hombros y decoraba aquella calva que llevaba y la había caracterizado dentro de la marca por hacerse tributo (según ella) a Lord Voldemort.
Maquillaba sus peladas cejas en el espejo del baño del avión, que anunciaba la llegada al aeropuerto del lugar. La bruja había perdido las costumbres mágicas y se había mezclado entre los muggles para evitar llamar la atención. Se colocó sus lentes de sol una vez verificó que su maquillaje estuviera perfecto y salió a su asiento donde observó parte de la ciudad inglesa a la que aterrizaba. Sopesó el llamar a uno de sus hermanos, pero descartó la idea en cuanto el avión se detuvo frente a la puerta de embarque. Tomó su equipaje de manos y bajó tras los pasajeros, acomodó el cubrebocas de su rostro, prenda que ahora la mayoría de los muggles llevaban tras la pandemia por la que el mundo había pasado pero de la que el mundo mágico seguro se había librado.
Observó su reloj, que marcaba recién las 7 am de aquel día, muy temprano para muchos pero perfecto para ella. Tomó su equipaje y salió a tomar un taxi que la dejaría cerca de Ottery St. Catchpole, cuyas calles siempre le gustó recorrer a pie, admirando las diferentes arquitecturas que poseían las familias magicas que habitaban el lugar. Quitó sus lentes y cubrebocas y caminó con aquellas ropas que acostumbraba, sus jenas negros ajustados junto a una blusa oliva suelta y sus típicos tacones de aguja que resonaban en el asfalto. Observó varias caras que para ella eran desconocidas y arrastró su maleta junto al bolso de mano sobre ella, olfateando el lugar en busca del aroma que ansiaba volver a oler.
Esperaba que Jeremy estuviera en el castillo, sabía que al verlo las peleas que solían tener los últimos meses que estuvo volverías, y aunque lo negaba eso era algo que siempre le había gustado, observar el rostro enfurecido del rubio le provocaba cosas que en este lugar son ilegales leer pero que ya sabrás que son *guiño guiño*. Pensó en Matthew y quiso volver a reunirse con él, quien sabe y quizás podrían tener aquel trio sepsual que siempre soñaron tener como vivencia entre hermanos.
Se rió por lo bajo de sus pensamientos y comenzó a silvar mientras se movía entre las calles del lugar.
@ Jeremy Triviani