Caminé de un lado a otro de la biblioteca sosteniendo un enorme tomo entre mis manos, lo llevaba abierto de par en par en la página 305. En la página del lado derecho había una fotografía en sepia acompañado por un texto caligrafiado en tinta café. "Verano de 2006, Castillo Black. Cumpleaños de Mike."
En la imagen una pequeña de cabello cobrizo corría detrás de mi versión en pequeño, desafortunadamente con vestido. Odiaba llevarlos, pero Luna siempre me insistía en que al menos en los eventos sociales no hiciera renegar a mi padre. Y yo le hacía caso. No a mi padre, sino a Luna. En el fondo de la imagen estaba el agasajado, como siempre de traje y con una copa en mano lista para el brindis. A su lado ella, toda esbelta, con la vista clavada en los terremotos de la casa. Llevaban todos una sonrisa radiante, si me esforzaba podría escuchar alguna carcajada.
- Si pudiera volver el tiempo atrás, para revivir esos momentos de felicidad, pagaría lo que fuera. - Susurré, como si quien fuera autor de la fotografía me escuchara y pudiera cumplir aquel deseo.
Cerré el libro, me acerqué a una de las estanterías y lo dejé en el único hueco disponible. Las manos se me habían impregnado de polvo, por lo que las sacudí en mi regazo antes de avanzar hacia la salida.
Si había alguien que sabía vivir en las sombras, era yo en mi propio hogar. Antes de llegar al pasillo di un giro de 45 grados hacia mi derecha. Saqué la varita del bolsillo de mi pantalón y con la punta toqué entre dos aristas de la madera que cubría la pared. Automáticamente sonó un chirrido, como suena la madera vieja cuando le dan un pisotón.
La pared se corrió a un lado como si fuese un portal hasta dejar el espacio suficiente para que mi cuerpo entrara sin hacer mucho esfuerzo. Di un primer paso hacia el interior de la rendija, luego el otro, y cuando me pude encontrar de lleno dentro de la pared la madera cerró detrás mío sin dejar rastro.