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Calles del Callejón Knockturn


Cornelius Wind Haugthon
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El pulso le temblaba mientras escribía aquella carta, justo cuando colocaba el nombre del destinatario. Esta era la cuarta o quinta vez que la escribía, las otras habían terminado en la basura junto con sus breves periodos de arrepentimientos, pero esta vez estaba segura, no se le ocurría otra persona que la pudiera ayudar a conseguir lo que quería. No eran íntimas, apenas y se habían cruzado en distintas ocasiones bastante aisladas, pero por algún motivo sentía que podía confiar en ella, ahora solo faltaba que se presentara.

 

En la carta, sin embargo, no incluyó muchos detalles, más se aseguró de dejarle pistas que pudieran revelar su identidad sin exponerla por si la carta llegaba a caer en manos equivocadas.

 

No se le ocurrió mejor lugar que el Callejón Knockturn, decían que ese lugar se prestaba para esconderse o pasar desapercibido y la verdad es que cumplía con su propósito. Ella la estaría esperando al lado de una tienda que vendía objetos tenebrosos malditos, era una tienda que normalmente estaba vacía porque bueno, no tenía demasiados clientes ya que corrían rumores de que siempre que alguien intentaba comprar terminaba maldito. Así que sí, ese lugar era perfecto para llevar a cabo aquella reunión.

 

La relación que guardaban estas dos mujeres de mundos tan distintos se remontaba a muchos años atrás, cuando por error Tauro irrumpió en la propiedad de esta y la pilló infraganti haciendo algo de lo cual prometió no hablar jamás. En ese momento Tauro no portaba su máscara, pero estaba claro que era una Mortifaga. En silencio hicieron un pacto y la bruja terminó ayudando a la otra a esconder un cuerpo, sin preguntas, sin la típica plática en medio. Se despidieron y nunca más volvieron a hablar del tema. En una ocasión también, la mujer ayudó a la peli-azul cuando coincidieron en una clase y la profesora buscaba incriminarla relacionandola con el grupo de la Marca Tenebrosa.

 

Tauro estaba nerviosa, había llegado mucho antes de la hora acordada y la espera le generaba ansiedad. ¿Llegaría? Esperaba que sí, así fuese por curiosidad o porque creyera que después de tanto tiempo la quería extorsionar, aunque ambas tenían mucho que perder.

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  • 2 semanas más tarde...

Mi risa permaneció como eco en la cocina de la "Ojo Loco" aún cuando mi rostro mudó de color y mis manos apretaron con fuerza aquella nota que me había llevado Harpo. El Elfo me miró con ojos saltones, preguntándome con la mirada qué era lo que sucedía y yo, asustada, sólo pude mirarle un instante y bajar la mirada de nuevo hacia aquellas escuetas palabras. El niño también pareció interesado en el mensaje que me había hecho perder la sonrisa pero el elfo, muy rápido en entendederas (mucho más que algunos humanos) atrajo su atención sobre el Kneazzle y el crup que le había comprado su hermano. Ithilion desapareció entre carreras para jugar con las mascotas mientras yo cerraba los ojos y dudaba en si era mejor destruir aquella carta o acudir a la cita.

 

No me lo esperaba. Después de tanto tiempo... Ella... Yo... ¿Cómo es que recordaba lo sucedido como si fuera ayer? No. Aquello fue en el pasado, aquello era un... Fue... No, no voy a decir que fue un error. Matar a aquel hombre no fue un accidente, no fue una equivocación, no fue un lapsus. La Muerte de aquella persona fue buscada y merecida aunque eso me convirtiera en una asesina. ¿Qué más daba? No era el primer humano que mataba. Ni me arrepentía.

 

Sólo era un secreto que debía permanecer en la oscuridad de la memoria, olvidado entre pliegues de mi mente. Tampoco me arrepentía de la ayuda que me brindó aquella mujer. De todas las personas que conocía en el pueblo, ella apareció aquel día, en pleno acto de venganza y no sólo lo calló sino que también me ayudó a ocultar el cuerpo. Sí. Aquel fue un acto impuro que me alejaba de la naturaleza de Sacerdotisa que poseía, que me cerraba caminos a la pureza de un alma que hacía tiempo que luchaba por mantener limpia. No, no me sentía orgullosa de lo sucedido, de ceder al acto de venganza y sentirme bien mientras su vida escapaba entre mis dedos. Pero, aunque mi alma se sentía apesadumbra por el peso de sentirme impía, tampoco me afligía porque un ser como aquel no estuviera entre nosotros. Sólo lo lamentaba porque mis juramentos de sacerdotisa me impedían matar a seres vivos.

 

Parpadeé al fin y, con ello, volví a la realidad de la cocina de la mansión. Me levanté muy lentamente. Desde los jardines llegaban los ladridos del crup y los gritos de alegría de Ithilion. Permanecí así, de pie, tocando la madera con la punta de los dedos, durante un tiempo. No sé si fue mucho o poco pero duró hasta que decidí que iba a la cita.

 

No sé qué quería aquella muchacha. Sabía quién era. La conocía de antes y la había visto muchas veces después del Hecho. Pero nunca, hasta hoy, había insinuado que recordaba lo sucedido. Mis aletas nasales se inflaron un poco cuando aspiré con fuerza, decidida a conocer las intenciones de ella.

 

Tauro me había citado en el Callejón Knocturn e iría. Estrujé la carta y, echa una bola, la tiré al fuego de la cocina. Observé como se destruía y, sin mediar palabra, salí de allá, salí de la mansión, salí de los terrenos conocidos y protectores de mi mansión y me adentré en callejuelas y caminos hasta llegar a mi destino.

 

Abrí la puerta de la tienda con mi mano derecha, abrigada con un guante corto de escamas de dragón, que me servía para protegerme del frío como para proteger mi piel de cualquier peligro. No me fiaba del lugar, no me fiaba del callejón y no me fiaba de Tauro. Pero acudía a su llamada.

 

Era lo menos que podía hacer por aquella que me ayudó en un mal momento. Aunque sólo escucharía lo que tuviera que decirme. No me sentía obligada a más.

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La puerta del local se abrió y Tauro se tensó. Permaneció oculta en la sombra que le ofrecía un estante alto, se bajó la capucha y salió al encuentro de la bruja. Pensaba que había sido demasiado valiente al acudir a su cita, o quizás simplemente le daba curiosidad, también podría ser que no había considerado todos los peligros a los que se exponía, de cualquier manera allí estaba y al menos eso era una ganancia para la bruja. Reveló su identidad, más no dijo una sola palabra, sino que le hizo señas hasta conducirla a un cuarto secreto donde solo habían muebles viejos y rotos.

 

-- Bueno, al menos aquí no podrá husmear nadie --dijo por fin, rompiendo el silencio. Ellas no eran amigas, por lo que la típica charla cotidiana para llenar el silencio no tenía lugar, por lo que fue directo al grano --Agradezco que hayas venido, tuve mis dudas al respecto --empezó diciendo --Quizás esto te parezca extraño, que después de tanto tiempo te haya contactado y no es para lo que tu piensas, ese evento quedó en el pasado y allí morirá. Lo que te quiero comentar es algo mucho más serio y eres la única que me puede ayudar, así como yo lo hice en su momento --No se sentía cómoda sacando la carta de echarle en cara algo, pero quería que comprendiera la importancia de la situación, que si se había tomado tantas molestias no era por cualquier tontería.

 

-- Quiero entrar al bando de la Orden del Fénix --soltó de repente, interrumpiendo cualquier hilo de pensamiento que al bruja pudiera estar teniendo en esos momentos --Mis ideales son diferentes, ahora son más personales que otra cosa, pero sigo sintiendo afinidad por los Mortifagos --, con Sagitas podía ser simplemente ella, no le importaba --Pero necesito infiltrarme en tu bando y siento que eres la única que me puedes ayudar, pero tranquila, no pretendo desarmar el grupo desde adentro, aunque no espero que me creas.

 

Hasta el momento había sido completamente sincera con lo que decía, pero tampoco quería brindarle más detalles sobre qué era aquel interés personal de entrar a su bando. Guardó silencio por un momento para escuchar lo que tenía por decir, luego prosiguió.

 

--Te preguntarás qué sacas de todo esto y lo cierto es que nada. Dudo que te interesen los galeones, pero entonces yo te deberé un favor, el que sea, sabes que estoy dispuesta a muchas cosas --eso no quería decir que cuando llegara el momento no se lo pensaría, porque sin importar las circunstancias velaría por sí misma --Es todo lo que tengo que ofrecer. Solo que hay un pequeño detalle y es la razón por la cual te llamé --Tauro tomó asiento en uno de los sillones destrozado por algún felino.

 

--No puedo entrar como yo, llamaría demasiado la atención teniendo en cuenta mi pasado, que fui líder del grupo enemigo --dijo sonriendo, recordar aquellos días le causaba gracia ahora --Por lo que pretendo ingresar con otro identidad, un nuevo rostro de ser necesario, un nuevo género --hizo una pausa, acercándose más a ella --Aun tengo mis dudas, quizás use una poción multijugos o juegue un poco con la Metamorfomagia. Pero bueno, tú eres la experta, ellos no se comerán tan fácil que un desconocido quiera entrar a sus filas, necesito ser recomendaba por ti --Ahora sí que le había contado todo, o bueno, aun le seguía debiendo el verdadero motivo de su cambio.

 

--De otro modo no creo que lo consiga, no tardarían en descubrirme --se humedeció los labios --No te traje aquí bajo amenaza, así que te puedes marchar cuando gustes, aun si decides no ayudarme, esta reunión quedará como si nunca hubiese pasado. Creo que nos podríamos ayudar mutuamente, Sagitas, no eres una bruja tan inocente como ellos probablemente creen.

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  • 2 semanas más tarde...

El lugar era... poco acogedor, siendo amable. O tal vez fuera mi paranoia ante la muchacha y ante lo que me recordaba. Al principio no la vi; después ella se acercó y me envaré un poco ante su presencia. Me sentía alerta, tal vez por el lugar, tal vez por las circunstancias. No dijo nada y me señaló un lugar donde sentarnos, más un trastero de muebles inservibles que un punto de reunión. Pero serviría.

 

Ella fue directa. Ya la conocía así por lo que sólo supuso un breve movimiento de ceja ante sus palabras. Por un lado, mencionó el hecho que nos unía y aseguró que quedaba en el pasado y, por el otro, me insinuó que necesitaba de mi ayuda como yo la necesité aquel día. Permanecí callada, dejándola hablar, valorando sus palabras pero también sus gestos. A veces, la gente no se da cuenta que lo que no dice con la boca, lo dice con su cuerpo.

 

Fue directa, sí, y su propuesta provocó que mi mano se moviera en un gesto rápido, invocando mi varita, alertándome enseguida del peligro que corría allá dentro. Era una trampa, seguro. Mis dedos, sin embargo, no tocaron el suave tacto de la madera amable que siempre me acompañaba. Quedé un instante quieta, aún muda, valorando lo que acababa de decir, antes de bajar la vista hacia el lápiz de cera azul que mi hijo Ithilion había dejado en la funda donde debiera estar "Nera Pinnea". Sonreí levemente. Aquel niño me iba a matar un día. Levanté un poco la cera y la hice bailar entre mis dedos como un prestidigitador audaz.

 

-- ¿Por qué? -- dije, al fin.

 

Ella había sido franca y, a su vez, se merecía franqueza. No iba a entrar en conversaciones huidizas sobre mi pertenencia o no en el Bando de la Orden y sobre cómo se creía que yo iba a estar dentro de ese grupo perseguido por el Ministerio. No se lo merecía ni yo misma me merecía huir de mis ideales.

 

-- ¿Por qué quieres infiltrarte? -- Quería dejar patente que sus intenciones no eran claras para mí. No había dicho que quisiera entrar ni había halagado el bando, sus ideas, ni había menospreciado a los mortífagos para convencerme de que ella debía pertenecer a la Orden. Había dicho "infiltrarse". -- ¿A quién quieres espiar?

 

Porque tenía claro que sus motivos no eran sinceros. Algo escondía, algo tramaba en aquel movimiento. Tal vez mi reacción debiera ser retenerla, denunciarla al líder y/o a sus lugartenientes, atraparla allá mismo, negarle sus deseos, alejarme de ella o cualquier otra acción que implicara una negativa. Sin embargo, sonreí.

 

-- Claro que no me interesan los galeones y tal vez tampoco que me debas un favor.

 

Volví a juguetear con el lápiz de cera, moviéndolo de un dedo a otro, casi sin darme cuenta, mientras mis pensamientos giraban en torno a que yo era una mujer complicada y, huyendo de toda lógica, parecía que ya había decidido ayudarla.

 

-- No... No soy inocente ni soy buena. Ni mala. Soy... yo. Soy curiosa y realmente me mata la curiosidad por saber qué motivo oculto te hace arriesgarte de esa manera ante una desconocida para infiltrarte en un bando que ha sido tu enemigo hasta... aún, supongo... Espero que eso no sea literalmente, eso de que me mate...

 

Sonreí un poco más relajada, no mucho, por supuesto, ante la ausencia de mi varita. ¿Dónde la habría puesto? Ah, ya... En el pelo, donde siempre... Dejé el lápiz sobre la mesa y contemplé como rodaba un poco hacia ella hasta quedarse quieto. Después la miré a la cara.

 

-- Hay que tener a los amigos cerca. Pero más cerca a los enemigos. -- Mantuve el silencio unos segundos y después me retiré un poco hacia atrás, dejando más espacio entre las dos. -- Bien. Dime quién quieres ser y por qué crees que ser mi amiga te abrirá puertas... Dime cómo puedo ayudarte y... sobre cómo me lo cobraré, lo dejamos para el futuro.

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  • 2 semanas más tarde...
Sali del monasterio rumbo a Paris. Para que no se fijaran en mi me hice pasar por un peregrino que volvia de Santiago de Compostela. Asi atravese el norte de Castilla y llegue a Navarra, cruce los Pirineos y entre en el Mediodia frances. Las etapas fueron sencillas y mi credencial de peregrino me abrio muchas puertas, conte narraciones de mi viaje y, a cambio, obtenia cama y comida. El mundo medieval era asi, no os sorprendais.


Por supuesto no llamaba la atencion como mago, no sabia lo que me podia encontrar. Mi viaje concluyo en Paris y, con mi carta de presentacion, fui recibido por Jacques Martin que me introdujo en los circulos magicos de Paris.


Paris no era entonces la gran ciudad que era ahora, teniamos que andar con cuidado para no llamar la atencion. Jacques me abrio muchas puertas pero tambien me dio un consejo, si queria profundizar en la magia debia ir a Bretaña, al bosque de Broceliande.


Quizas muchos de vosotros no lo sepais pero el bosque de Broceliande era un lugar legendario de la Bretaña francesa. Alli funcionaba una escuela magica porque alli es donde vivio, en el pasado, el mago mas grande que ha visto nuestra comunidad, Merlin.

http://i.imgur.com/kNMDvWi.png


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  • 4 meses más tarde...

El apresurado repiqueto del tacón de sus botas contra los adoquines húmedos de aquel callejón resonaban produciendo un inquietante eco, corría con prisa, pasando sobre los charcos de agua haciendo que sus pies se sintieran húmedos, pero aquello no le importaba. Sentía el bombeo de su corazón a toda velocidad mientras aquellas mariposas negras, con pequeños destellos violáceos y azulados, resplandecían en la inmensa oscuridad y se arremolinaban al rededor de su cabello.

 

 

Increíble, había salido por una copa y así había terminado, en problemas como para no perder la costumbre. Pero no se arrepentía. Sus labios carmesí se curvaron, revelando una pequeña y fugaz sonrisa al mismo tiempo que bajaba la velocidad para poder escuchar si aún estaban tras ella. Un suspiro agitado se le escapó de entre los labios, haciendo que el vapor caliente se condensara en ambiente. La llovizna había cesado, dejando finas gotas de agua sobre su gabardina.

 

 

El silencio le pareció aterrador, sujetó con mayor firmeza la varita que empuñaba en su mano izquierda, provocando que sus nudillos se tornaran aún más pálidos que el resto de su piel. Miró por sobre su hombro, para encontrarse con tétrica fachada del callejón comoletamente vacío. Los charcos que había pisado con anterioridad estaban estáticos mientras que el único sonido que alcanzaba a percibir era el de sus jadeos.

 

 

Estampó su cuerpo sobre la fría superficie de ladrillos, y comenzó a dar unos pasos, tan suaves que nisiquiera ella era capaz de percibirlos. Giró con lentitud hacia la derecha, aún manteniendo los ojos fijos a sus espaldas. Volteó hacia enfrente y ahogó un grito que logró contener apenas. La figura masculina la había tomado por sorpresa, la cual se vio reflejada en su semblante.

 

 

El corazón casi se le salió por la boca producto del susto que se había llevado. Tomó una bocanada de aire intentando recuperar la compostura. Cerró los ojos y apoyó la cabeza contra la pared. --*****, Black-- maldijo por lo bajo cuando por fin se le destrabó la mandíbula- casi me matas del susto--. Su pecho subía y bajaba, la impresión la había dejado incluso más agitada que la corrida. Sus encuentros jamás habían sido convencionales, al parecer a ambos siempre los arrastraba la misma corriente de conflicto y descontrol.

 

 

 

 

 

 

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En Broceliande estuve 2 años, asimile conocimientos en Pociones, Herbologia y Encantamientos. Alli tambien me llego un rumor increible. 4 amigos habian creado en Escocia la primera gran escuela permanente de Magia. Los 4 amigos eran, como ya habras imaginado, Godric Gryffindor, Helga Hufflepuff, Rowena Ravenclaw y Salazar Slytherin y la escuela era Hogwarts.
Asi que embarque rumbo a Inglaterra, pero mi primer objetivo no fue Escocia sino una pequeña localidad donde podria encontrar informacion y apoyo, Godrics Hollow.
Originalmente el pueblo estaba en un valle, de ahi su nombre, si fui a el es porque habia alli suficientes familias magicas para que me sintiera protegido. Naturalmente no conoci alli a los Peverell porque eran descendientes de Slytherin y Slyterin aun vivia. Tampoco imaginaba que el mago mas grande de los tiempos futuros iba a nacer en ese mismo lugar, Harry Potter.
Asi que parti de alli y, tras muchos dias de viaje llegue a lo que ahora es Hogsmeade pero que entonces solo ocupaba "Las 3 escobas", de alli fui al castillo cercano, presente mis credenciales y fui aceptado.

El sombrero seleccionador me puso en Hufflepuff.

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Era raro ver al vampiro p0or allí, pero ¿Qué podía hacer?, le había llegado información de que alguien estaba contrabandeando con ingredientes de pociones y deseaba ver si era cierto. Aunque quizás no era raro verlo por aquel callejón ya que, quienes lo conocían sabían perfectamente que no temía a nada y que si estaba en algún lugar en específico era por “cuestiones de trabajo” o al menos esa era su tapadera.

 

-<<Es lo bueno de trabajar para el ministerio>> -dibujo una mueca divertida -<<lo único bueno, si no fiera por todo lo que puedo conseguir de seguro ya hubiera quitado de encima a Aarón y a los demás que están con él>> -pensó en cainita mientras caminaba lentamente por las callejuelas divisando a los compradores o a alguna que otra tienda que pareciera interesante.

 

La verdad es que el Ragnarok siempre había odiado al ministerio, sus tramites burocráticos y todo lo que representaba, eso era un hecho, pero aun así, como se solía decir… “ten a tus amigos cerca y a sus enemigos más cerca aun”, por lo que si iba a hacer aquello, iba a sacar todo el provecho que pudiera. Con suerte alli, en aquella "busqueda" o caceria, capaz encontyraria algo interesante que piudiera uutilizar despues, total, era el callejon especializado en magia oscura.

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El sombrero seleccionador me puso en Hufflepuff y comence mi educacion en la escuela. Los conocimientos que ya tenia me abrieron paso, rapidamente, entre todos los alumnos. Conoci a los 4 Fundadores, a 3 le cai muy bien pero al cuarto....bueno...jamas le fui simpatico.


Imagino que estareis pensando en Salazar pero os equivocais, en realidad era Rowena.


Salazar y yo nos hicimos muy amigos. Apreciaba mucho mi habilidad en Herbologia y Pociones y pronto fui uno de sus favoritos. Aprendi mucho con el. Me enseño el encantamiento Patronus, y su gran secretito, el Parsel. Era muy diestro en Oclumancia y Legeremancia, facultades que yo tambien domino. Nos pasabamos las noches riendo y cantando mientras practicabamos Pociones. Tambien nos acompañaba, a veces, su intima amiga Helga.

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  • 3 semanas más tarde...

Emiliano Black

 

La noche albergaba un nuevo orden mundial; las calles y pasajes eran custodiados por los cuerpos de seguridad ministerial, quienes y a veces, tomaban nota de las identificaciones que controlaban a altas horas de la madrugada. El comercio no cerraba del todo, pues la bohemia era parte del nuevo régimen, sobre todo cuando para los más jóvenes era todo un éxtasis enfiestarse con las brujas y magos, y viceversa. Sin embargo, el Knockturn no perdía el mito, y pocos eran los que se atrevían a transitar por el.

 

Emiliano Black, el vampiro, había estado deambulando en búsqueda de algún cuerpo frágil del que alimentarse. Con todo ésto de la caída del estatuto, le era más fácil tomar a su eventual presa y mantenerse con vida sin mayores complicaciones, pero cuando estaba de caza, sintió un dulce y áspero aroma que embaucó sus más profundos deseos. Elevó el mentón e inspiró lentamente un par de veces para seguir el rastro de lo que parecía ser un bruja solitaria. Le siguió, elaborando su camino con ligeros toques de su varita para producir una que otra brisa ligera, sombras o uno que otro ruido.

 

Saltó desde un pequeño balcón en el cuál se había aparecido para caer frente a frente a la bruja. Con una mano le impidió el paso hacia uno de sus costados y con la otra contorneó su rostro con la punta de su varita. Apegó su frente a la de ella cuando le reconoció y volvió a tomar su aroma al tiempo que se alejaba medio metro. El mago vestía unos jeans oscuros con un rudo calzado y una chaqueta de cuero sobre una blanca ramera.

 

-Isabella Hawthorne...- le llamó con una perfecta modulación-... te creía muerta, aunque si me dejaras podría ser yo quien acabe dulce y placenteramente contigo- prosiguió el vampiro al cabo que dibujaba una perfecta sonrisa con sus finos labios- ¿qué te trae por el callejón Knockturn? , ¿no sabes que éste se ha vuelto aún más peligroso desde la caída del estatuto del secreto?...-se movió con velocidad para acercarse a su oído por detrás al mismo tiempo que daba un ligero masaje a sus hombros-... hay criaturas que darían lo que fuese por probar algo de carne...fresca...-mordió suavemente el lóbulo de su oreja y volvió a envolverle con velocidad hasta quedar frente a ella, apoyado de costado a la pared de un local cerrado- ¿cómo éstas bruja?...

 

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OFF: Sorry la demora bombón :*

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