Ravenclaw ╬ » Castillo de la Familia Ravenclaw « ╬ (MM B: 101487)

[Isabella Hawthorne R.]

Percibió la calidez de los labios del Lovegood sobre la tersa piel de su cuello, haciéndola estremecer , dejándola sin aliento por un efímero instante. Se volteó, permaneciendo aún entre sus brazos, sintiendo la calidez de su aliento sobre su rostro. Rozó su nariz con la suya, dándole una tímida caricia al mismo tiempo que levantaba la mirada y lo contemplaba a los ojos.

 

 

Su penetratante mirada color plata se fijo en los azulados ojos del muchacho; por primera vez, después de muchos años, volvía a mirarlo a los ojos. Su dedo índice se deslizó lentamiente por su pecho, y sin apartar la mirada le susurró, apenas moviendo los labios: -- Algunas cosas jamás cambian... ¿verdad, Franky?

 

 

<<Franky >> Como solía llamarlo cuando eran niños, aquella palabra resonó en su cabeza detonando varios recuerdos que vimieron a su mente como fragmentos de una película. Se apartó de una forma tajarnte, apartando la mirada mientras sentía como se le secaba la boca. Tragó saliva.

 

 

Estaba completamente consiente de que aquel jueguito de mier** lo había empezado ella, cuando lo besó por primera vez al lado de la chimenea; desde aquel entonces entre ambos nada había sido igual. Aquella cercanía les tocaba una sensible fibra que era incluso más fuerte que ellos.

 

 

Sumergida en sus recuerdos asintió, sin comprender lo que su hermano le había dicho y, antes de que pudiera preguntar la tomó de la mano y la llevo hasta el vestíbulo. El Lovegood entrelazó sus dedos y ella inevitablemente juntó el entrecejo. Había pasado demasiado tiempo desde la última vez que se vieron, y se había acostumbrado tanto a la frialdad de Liam, que había olvidado lo empalagoso que podía llegar a ser, no había cambiado en ansoluto, al menos no esa parte de él.

 

 

Una descarga eléctrica hizo énfasis en la palma de su mano, la sensación de ardor y aquel molesto cosquilleo se extendió por todo su brazo, obligándola a soltar el agarre. Volvió a mirarlo, preguntándose si él también lo había sentido, pero antes de que pudiera decirle algo él ya había abierto la puerta.

 

 

Carraspeó, sin dar crédito a la particular presentación de su hermano. --¡Malraux! --. Articuló con aquel aceto Francés que la caracterizaba. Avanzó hasta el umbral de la puerta, extendiendo los brazos para abrazarla. Sí, para sorpresa de todos la había estrechado entre sus brazos, cosa que no acostumbraba hacer con mucha frecuencia; pero debía admitir que la había extrañado, después de todo Emilia significaba para ella algo parecido a una hermana.

 

La ventisca le arremolinó los finos cabellos de su cabeza, haciendo que un escalofrío recorriera su cuerpo. --No te quedes ahí parada, está helando-- . La invitó a pasar mientras cruzaba sus brazos delante de su cuerpo y frotaba sus brazos intentado recuperar el calor corporal.

 

 

Hugo (Elfo doméstico de Isabella)

 

 

 

 

La criatura se encontraba observando la situación detrás de la puerta, mientras se estiraba las orejas y apretaba los labios, conteniendo los gruñidos meintras mascullaba por lo bajo -- Sueltala, sueltala sueltalaaa.

 

 

Se llevó ambas manos a la boca ahogando los chillidos y al mismo tiempo que daba brincos, intentando no intervenir, hasta que los vio tomados de la mano. -- No, no no. Hugo no lo va a permitir. No, no, no.

 

 

 

 

Chasqueó sus huesudos dedos, mientras que con la otra mano se tapaba los ojos, intentando no ver el redultado de lo que acababa de hacer. Una chispa de electricidad llegó hasta la mano de su ama, la descarga eléctrica fue lo suficientemente fuerte como para que ambos se soltaran. Hugo sonrió con malicia, lo había logrado.

 

 

--TIA EMILIA, TIA EMILIA --. Se escuchó desde el piso superior, un niño castaño bajó como flecha las escaleras, abrazando a su tía por la cintura con la dulzura que lo caracterizaba. Los ojos azules de Becan brillaron de alegría, hacía tanto tiempo que su madre lo había alejado de su familia, que su corazón desbordaba de felicidad.

 

 

Había crecido tanto, que era el vivido retrato de su padre, alto, cabello castaño, ojos tan azules como el mar, a excepción de su sonrisa, ésta ultima era igual a la Isabella. --¿No ha venido Anna? --. Inquirió, recorriendo con la mirada todo el salón en busca de su prima, pero no la encontró. La sonrisa se le apagó, hasta que se percató de la presencia masculina. --Hola--. Murmuró, dedicándole una sonrisa tímida por no haberlo saludado antes.

 

 

Hugo salió de du escondite, aún con la sonrisa plasmada en el rostro. Hizo una reverencia a todos los presnetes justo antes de decir: --El desayuno está servido, ama.

 

 

 

 

@ @@Emilia Malraux

[Emilia Malraux]

El frio chocaba contra ella como finas y certeras dagas que amenazaban con congelarla por cada minuto que pasaba afuera de aquella vieja edificación de piedra, si bién muy pocas veces había pisado ese castillo y solo por motivos estrictamente necesarios a sus fines la causa de su visita en ese momento era otra y no por ello menos extraña: ¿Que ca***o hacía Isabella Hawthorne alli? buscarla y encontrarla era tan dificil como predecir cuanto tiempo se quedaría emilia cada vez que reaparecía en aquella vieja y extraña comunidad de magos. Trago un poco de saliva con algo de dificultad buscando en su mente alguna respuesta coherente para no haber ido antes a visitar a la Hawthorne; pocos sabían de su regreso pues desde aquella noche en ese lugubre bar del callejón en donde Ethan y ella volvieron a encontrarse para saldar una deuda que tenía dos siglos y mils de heridas, sus días se habían ido junto a el recorriendo el mundo que los había visto unirse y separarse tantas veces a lo largo del tiempo.

 

ese era un tema delicado que no podía tomar a la ligera y que quizas para que su hermana del alma pudiera entenderlo tendria que contar a fondo los detalles de su historia la cual honestamente no era la mas dulce ni la mas hermosas. Solto de golpe todo el aire de sus pulmones cuando escucho pasos cercanos a la puerta, el cerrojo y luego el pesado sonido que hace una puerta tan grande y antigüa al abrir. Observo al joven que la miraba extrañado pero no tuvo tiempo de pensar una respuesta cuando aquella voz ronca por la sorpresa corto el gelido aire que entraba adueñandose del calor que despedía aquella morada.

 

- ¡Bella! - Exclamó la pelirroja recibiendo de buena gana aquel abrazo tan anhelado, a su vez Emilia rodeo con sus brazos a su compañera de bando y hermana de vida sintiendo que volvia a tener un poco mas de Casa en sus días; no se nego a rechazar la peticion de la Rubia y entrando al castillo agradecio el calor, sus manos estaban heladas debajo de los guantes que portabala y su nariz y mejillas enrojecidas por el frio que seguía cubriendo aquel lugar. Quizas un traslador o una aparición habrían resuelto todo pero Emilia necesitaba pensar mientras iba a ver su amiga, pensar en tantas cosas que no habían podido hablar. Las cosas habían cambiado en su larga ausencia y eso aun la desconcertaba.

 

- Muchas gracias por recibirme- dijo en un tono amable mirando al chico que estaba al lado de su amiga, suprimio una sonrisa por que en dichos labios podía observarse un rastro del delicado labial que solía usar la Bansheen " típico de Bella pensó divertida dejando en el perchero su abrigo, guantes y bufanda. Sabía que debía muchas explicaciones al igual que la rubia se las debía a ella pero no era momento de hablar, un grito infantil calento el corazaon de la malraux, viendo como Becan su pequeño hombrecito corria escaleras abajo para saludarda.

 

- Mon Amour - dijo abrazando de buena gana a su sobrina cubriendo de besos esa cabeza de hermosos cabellos rubios tan similares a los de su amiga, la pregunta de Becan desencajó los rasgos de Emilia pues Annabeth ya no era una niña, presa de la misma maldicion que Emilia su cuerpo había cambiado y ahora tenia el tamaño y la figura de una jovencita de diesiete años, no podía decirle al pequeño eso tenía que hablarlo primero con Bella - No pudo venir mi amor, se quedo en casa haciendo unas cosas con Athos pero me dijo que te diera muchos besos y abrazos- dijo usando un tono de voz mas agudo del normal volviendo a abrazar a su niño amado a quien sin soltar alzo los ojos a su amiga.

 

- Encontrarte a ti es tan dificil como predecir el tiempo que me quedare en Otterys - dijo divertida a su amiga - ¿Cómo has estado Bella?-

 

 

 

 

 

 

@ @

[Franck Lovegood R.]

Un dolor electrizante se manifestó de manera abrupta en la palma de su mano, una descarga que recorrió hasta la punta de sus dedos lo obligó a soltar el agarre que tenía con su hermana, una leve mueca de malestar se le dibujó en el rostro. Sin darle mucha importancia de momento le dio la bienvenida a quien aguardaba tras la puerta principal, era una fresca mañana por lo que no quería hacerla pasar más frio.

 

La efusividad denotada por parte de la Hawthorne para con la visita le dio a entender que estaba en presencia de alguna vieja amiga de su hermana, o por lo menos alguien con quien compartía mucho afecto y hacía tiempo que no veía. Últimamente eran muchos las brujas o magos que retornaban a Ottery.

 

El Lovegood se limitó a asentir con una leve sonrisa ante la cortesía de la pelirroja. El descenso de temperatura por aquellas épocas del año se hizo notar con una brisa pasajera, por lo que se resguardaron dentro el castillo. Acto seguido un niño, que compartía ciertos rasgos símiles a su hermana, se hizo presente en el vestíbulo, descendiendo por las escaleras a paso acelerado para luego recibir con un cálido abrazo a la joven bruja recién llegada. El Ravenclaw automáticamente dirigió su mirada a Isabella sin entender mucho que es lo que ocurría, quienes eran tanto la mujer como el niño, han sido muchos los años sin noticias de su hermana ni de ningún otro familiar.

 

El castaño ojiazul se acuclilló para igualar la altura del pequeño y saludarlo revolviéndole el cabello con la palma de su mano, algo que solía replicarle a su hermana reiteradas veces. La simpatía reflejada en su rostro se vio esfumada al instante en que el elfo personal de la joven Ravenclaw apareció frente a ellos para anunciar que el desayuno estaba servido. Se dirigieron al salón para tomar asiento y disfrutar de un agradable desayuno entre todos para ponerse al día. Sin embargo el Lovegood notó una peculiaridad en la mesa servida.

 

-Al parecer cuando dijeron que el desayuno estaba servido se referían al de ustedes, no al mío...- dijo en un tono seco junto a una mirada de igual calibre dirigida al elfo -Si me disculpan un momento voy a prepararme un café y ver como andan los preparativos del banquete. Por cierto, Isy...- el Ravenclaw formuló una pequeña pausa tras esa última palabra, hacía muchos años que no llamaba así a su hermana, no pudo evitar perderse brevemente en los ojos de la Hawthorne mientras su mente era invadida por infinidad de recuerdos compartidos junto a ella -¿No te molesta si me llevo a Hugo para que de una mano un rato en la cocina?- le consultó una vez vuelto en sí -, Goloso y Pastelero están a full preparando toda la comida del banquete y no dan abasto.

 

 

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@@Emilia Malraux

[Isabella Hawthorne R.]

-- No te molestes en preguntarte qué hago aquí, lo mejor será que aproveches el tiempo que me tienes ... Puede que les cumpla un deseo antes de irme -- Se volteó solo para contemplar a Emilia por sobre su hombro por un momento, a pesar de todos los años que habían pasado, la Isabella que ella había conocido seguía allí. Le guiñó un ojo antes de seguir avanzando hasta el comedor.

 

 

Sí, debía aceptar que el perder su propio hogar en manos de los integrantes de la Orden del Fénix le seguía doliendo, las imágenes del Castillo en llamas y gran parte de el derrumbado estaban presentes en sus recurrentes pesadillas. Aquella gente indeseable la habían perseguido por años y, por primera vez se aventuraba a regresar a casa, a traer a Becan otra vez con sus primas, a verlo jugar y divertirse como cualquier niño a su edad... a intentar tener una vida normal, cosa que ni ella estaba segura de poder lograr.

 

 

El olor a café invadió sus narices, mientras que el dulce aroma a pastel hizo que se le hiciera agua la boca. Hugo había preparado la mesa como a ella le gustaba, vajilla y mantendría blanca , las flores adornaban el centro de la mesa en una armónica gama color pastel y pops mas intensos en carmín, y los utensilios de plata estaban recién lustrados, el elfo realmente se había esforzado para que ella se volviera a sentir como en casa. Sus pupilas fueron directo hacia la torre de pastelitos con crema y sin poder resistirse tomó uno y se lo llevó a la boca.

 

 

Sus ojos brillaron al escuchar su apodo, aquel que hacía muchísimo nadie se atrevía pronunciar, como si se tratase de personas diferentes y quizás lo era, ni ella sabía si había aún algo de <<Isy>> en su interior o si <Isabella>> ya la había devorado por completo. Volvió su mirada hasta el Lovegood intentando recordar lo que había dicho, sus labios se curvaron con dulzura, dejando notar aquel par de oyuelos que adornaban su semblante. Se limpió la crema que tenía en la comisura de los labios y habló: -- Todo tuyo, pero te advierto que no es bueno acatando órdenes-- Volvió su mirada al elfo, quien miraba a su ama con una sonrisa forzada, aprentando los dientes. -- Intenta comportarte, Hugo, y obedece al patriarca --. Le advirtió, fijando su mirada en los ojos saltones de la criatura. Lo conocía a la perfección y sabía que era capaz de cualquier cosa con tal de fastidiar al Lovegood, quién no le agradaba.

 

 

Tomó asiento en su lugar favorito mientras le daba el último mordisco al pastel. --Beck, cariño... ¿Por qué no le pides a la abuela Rowena que te designe una habitación? --. El niño miró a su madre desconcertado, tratando de tragar los macarrons que se había metido en la boca. Asintió, tomando el jugo de naranja y, limpiandose con la manga del pijama le respondió -- Está bien ma --. Se puso de pie para plasmarle un sonoroso beso en la mejilla a ambas féminas y luego salir corriendo.

 

 

-- Por fuera podrá parecerse mucho a Drake, pero por dentro, es igual a mí cuando tenía su edad--. Un suspiro se le escapó de entre los labios, al mismo tiempo que regresaba a Emilia, quien había estado mirando la situación un poco aturdida. --Mon chéri... supongo que tu visita se debe a algo más que venir a desayunar conmigo, esa mirada te delata.-- La acusó mientras tomaba un trago de café, manteniendolo en la boca para que sus papilas gustativas se deleiten con el fuerte sabor.

 

 

 

 

 

~HUGO~

 

 

 

 

--Hugo hace esto solo por su ama --. Mascullaba mientras arrastraba los pies, casi pisandole los talones al joven mago. -- Hugo hará que el joven Franck se arrepineta --. Continuaba diciendo por lo bajo, procurando que nadie lo escuchara, mientras frotaba su afilada barbilla.-- ¡Se arrepentirá!--. Soltó un poco más fuerte, inmediatamente se llevó la mano a la boca. --Na- Nadie puede saberlo, no no no, calla, calla, calla...--.Se tapó la boca para evitar revelar en vos alta su terrible plan.

 

 

 

Frotó sus pequeñas manos mientras fruncía el ceño y aquella particular sonrisa torcida aparecía de nuevo en su semblante. Hugo apatentaba ser adorable, con esos enormes ojos azules, la nariz respingada y su pequeña estatura, era considerablemente más bajo que el resto de los elfos; pero no, era muy astuto y malvado de lo que cualquiera se podía imaginar. Si algo le encantaba hacer era molestar a los magos que se atrevían a coquetear con su ama.

 

 

Todo iba a salir conforme al plan. Se le escapó una risilla mientras se interponía en el andar del Lovegood. --Señor, la cocina marcha a la perfección -- aseguró mientras juntaba ambas manos y jugueteaba con sus huesudos dedos-- la ama Isabella me pidió remodelar su habitación, y nadie conoce sus gustos mejor que usted ¿podría ayudarme? --. Y, antes de que el mago pusiera alguna resistencia y que no aceptara la propuesta, lo tomó del brazo y tras un liguero <<crack>> desaparecieron.

 

 

 

El elfo percibió el aroma inconfundible a la Banshee, dulce y embriagador, no tenía que abrir los ojos para saber donde se encontraba. La habitación de la menor de las Ravenclaw's estaba tal cual como lo había dejado cuando tenía tan solo dieciséis años. La misma decoración en tonos pasteles, el mismo cubrecamas, el mismo florero con sus flores favoritas. Los retratos familiares colgados en la pared, incluso el libro de pociones estaba abierto sobre la mesa de noche, como si el tiempo se hubiese detenido el mismo día en el que ella se había marchado.

 

 

 

--Hora de empezar, tenemos mucho por hacer--Chasqueó los dedos, y por consecuencia de eso, las gabetas de los escritorios se abrieron sacando todo su contenido y esparciendolo por todas partes. Las fotos y las cartas volaron por el aire, seguido de los zapatos y de varias prendas viejas que estaban dentro del armario.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

@@Emilia Malraux @

[Emilia Malraux]

Era raro, a decir verdad era muy raro todo lo que sus ojos observaban y todo lo que podía notar diferente en su amiga. Si bien Isabella Hawthorne siempre había sido una mujer fria y seca para muchos que no la conocieran para aquellas personas como la Malraux siempre tenía un dejo de cariño muy peculiar que hoy se veía mas apagado; Debía suponer que miles de cosas no tan buenas habían ocurrido en su ausencia y como era menester necesitaban hablarlo como las viejas amigas que eran.

 

Siguió en silencio al Patriarca de la Ravenclaw y a la bansheen rumbo al comedor donde el Elfo de Bella servía el desayuno, Hugo siempre había sido un elfo necio y tosco con aquellos a quienes creía una amenaza con su ama pero en el caso de la Malraux sostenían un relación diplomática. Como era su costumbre lo saludó con una leve movimiento de cabeza mientras observaba como Isabella atacaba sin compación la pila de macarrons y ponquesitos que el elfo había dispuesto para ellos; Becan yacía de su mano pero al ver la mesa y tal cual su madre corrió a su puesto para llenar su estomago de todas las delicias que habían sobre la mesa, ella por su parte no se sentó dejo que Bella y el patriarca hablaran para luego verlo partir con hugo y minutos despues ver a Becan hacer lo mismo.

 

Escuchó a su amiga y suprimió una sonrisa travieza al escucharla y sin darle muchas explicaciones movio su varita trayendo una botella de Ron, si, Ron por que necesitaria un trago fuerte y una copa de shots. Las colocó sobre la mesa y sirvio un trago completo que puso frente a su amiga.

 

- Primero sientate y me gustaría que tomaras un trago por que lo que sabras a continuación quizas te haga subrir un colpaso y necesito el calor del licor evite eso- Isabella confiaba en ella, sabía que Emilia primero atentaria consigo misma antes de dañar a las personas que Adoraba. Por eso vió como la rubia hacía lo que le pedía arrugando la cara, escuchó el golpe sordo del vaso en la mesa y fue solo cuando sus zafiros buscaron la mirada de la Hawthorne y sus labios soltaron sin compación una bomba de la cual luego tendría que dar muchas explicaciones y quizas contar toda su vida, vida que su amiga no conocía pues la pelirroja era reservada con su pasado.

 

- Ahora vivo en el castillo de Ethan, Estamos juntos, al regresar me entere que el y kutsy habían dejado lo suyo, el estaba saliendo de una relación extraña con una individuo que no deseo mencionar y ahora despues de dos siglos porfin pudimos estar juntos como siempre debió ser - miró a su amiga, en ese momento la idea de Beber le parecía una de las mejores, se permitió tomar asiento frente a ella y jugar con un macarrons que pronto mordió esperando el shock de la Bansheen pasara.

 

 

 

 

 

 

 

 

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[Isabella Hawthorne R.]

La idea de que Hugo se encontrara a solas con su hermano le preocupaba, aquel elfo lo único que hacía era meterse en problemas si ella no lo mantenía ocupado. Pero confiaba en que quizás Frack podía mantenerlo bajo control y no dejarse manipular por aquella mirada que aparentaba inocencia. El elfo sin lugar a duda era muy parecido a su dueña, malicioso, manipulador y sobretodo dramático. Si Franck había podido lidiar con la <<Issy>> berrinchuda y malcriada de años atrás, confiaba en que aquel elfo no sería un problema.

 

 

Se relajó en el asiento, mientras observaba con detenimiento a su compañera, la conocía tanto como para percatar que la mujer que había conocido hace años atrás, había madurado, tanto que se había tragado algún comentario sobre el rastro de labial rojo que había sobre los labios del Lovegood, que seguramente no había pasado de ser percivido. Le agradeció al Señor Tenebroso por eso. Lanzó un suspiro de alivio que estaba conteniendo, pero no iba a bajar la guardia, en su cabeza había empezado a fabricar algunas posibles respuestas.

 

 

Una expresión de confusión apareció en aquel semblante inexpresivo que la caracterizaba. Se enderezó, y sus finos dedos juguetearon con el filo del borde del vaso que la Malraux le había servido. Sabía que si necesitaba alcohol de por medio aquello no pintaba nada bueno.-- Cheers -- Murmuró levantando la copa en dirección a la pelirroja y, de un solo sorbo lo terminó. El sabor amielado recorrió su garganta mientras disfrutaba del sabor mientras fijaba sus obres plateados sobre los de Emilia.

 

 

Un golpe seco, mucho más fuerte que el esperado azotó la mesa, haciendo que el cristal se partiera en mil pedazos. --*****, Emilia -- Maldijo en lo alto al mismo tiempo que se ponía de pie y empezaba a abanzar dando vueltad por todo el salón.--¿Tanto te costaba haberme mandado una lechuza? --. Le soltó con más veneno del que esperaba. Llevó una de sus manos a las sienes mientras intentaba recuperar la compostura. Sabía que la pelirroja no tenía la culpa, si ella no se hubiese ido, quizás se hubiese enterado de esa situación mucho antes; pero ella jamás reconocería aquello.

 

 

Volvió en sí deteniendose en seco mientras observaba a Emilia por las espaldas, relajando sus facciones mientras le soltaba con frialdad.--He invitado a Kust al banquete --. El silencio incómodo invadió el ambiente, el aire estaba tan denso que le costaba respirar. Masajeo su cuello con su mano hábil, la izquierda, mientras cerraba los ojos intentando volver a relajarse. -- Si lo hubiese sabido lo hubiese podido evitar... Pero necesito hablar con ella sobre... un asunto importante. Con un poco de suerte, no vendrá, no me ha respondido --.

 

 

 

 

@@Emilia Malraux

 

@ Dale que quiero drama *lo pateo*

[Emilia Malraux]

- ¿Y que pretendes que haga? Yo no estaba aquí cuando Ethan y Kutsy se separaron, y tampoco estaba aqui cuando Ethan empezo una relación con otro bruja cuyo nombre me es odioso nombrar ¿Te vas a enojar conmigo? cuando mi historia con Ethan tiene mas de docientos años andando por que si, no creas que a el lo conocí aqui. Ethan forma de mi pasado como humana y ocurrieron muchas cosas en dos siglos-

Emilia no tuvo otro modo de responder ante las acusaciones y reacciones de la Hawthorne ¿Ademas isabella podía juzgarla? ella misma había estado segundos antes de que la malraux llegara haciendo sabra dios que con el patriarca de aquella mansión y por ella el rastro de labial en la cara del mismo ¿Realmente se atrevería a juzgarla? no, no lo creia pero si sabía el por que de su enojo.

- Yo a Kutsy Stroud no le debo ninguna explicación y mucho menos merezco su odio cuando yo no estuve presente y mucho menos tuve que ver algo en lo que ocurrio entre ellos, y bien inmaduro sería de su parte si me odia cuando yo misma se que ninguno de los dos se puede ver frente a frente sin terminar insultandose y no Bella, yo no tomo partido por que esos problemas sobre sus hijos a mi no me incumben y es algo que ellos dos tienen que resolver-

Le dice aun sentada en aquella silla, su tono de voz era duro pero no hacia la Bansheen pues no estaba enojada con ella, pero si decía las cosas como eran y parte de su cambió radicaba en ello, es por ello que sabía tarde o temprano tendría que contarle su historia a Isabella, reparó el vaso roto con magia y volvio sus azules a la mujer que caminaba enloquecida al rededor de la mesa.

- ¿Sabes? cuando yo llegué aquí y lo volvi a encontrar muchas cosas estaban pasando entre nosotros, cosas que habían quedado dormidas y guardadas en un cajón alla en los años donde las calles aun eran de piedra y los carruajes el unico modo de transporte, nuestra historia comenzo cuando yo aun era una humana y luego de mi cambio y al saber que jamas podría morir me lamente amargamente por que lo creí muerto, pero siempre el destino fue cruel con nosotros y no me digas que no lo notabas. existen amores que por mas que se maquillen con "hermandad" siguen alli flotando -

si, en definitiva sabía la rubia terminaria exigiendo conocer la verdad y ya se estaba preparando mentalmente para contarle todo - Jamás pudimos ser por que siempre habían terceros que nos separaban y en este caso fue Kytta, a mi me impidio llegar a aquella fiesta donde ethan y yo iriamos juntos como siempre hacíamos despues de tantos bailes de sociedad a los que asistimos en antaño y fue allí en ese mismo baile donde pensaba confesarme pero fue tarde por que ya había conocido a Kut y ¿Sabes? yo no iba a impedir su felicidad o la de ella ¿Por que crees que siempre terminaba en el basilisco bebiendo o metiendome entre las sabanas de Crouch? o de cualquier hombre que se cruzara en mi camino ¿Por que crees que la noche de su boda yo desaparecí luego de darle su obsequio, por que crees que termine durmiendo en la mansión de Spectum con un monton de tragos en la cabeza y el sabor amargo de tener sexo con alguien que solo llenaría mi dolor por unas horas-

sabía que la Hawthorne entendería lo que Emilia había sufrido, sabía que no podría criticarla por que durante todos aquellos años la Malraux no se había metido en la relación de ellos dos, y siendo sinceros cuando ella regresó a otterys ya aquella relación estaba rota ¿Por que la juzgaría?

- Kut sigue siendo mi amiga, y si es lo suficientemente madura sabrá que es estupido enojarse por algo cuando yo no estuve cerca luego de que eso paso, han pasado meses incluso creo que un año y yo apenas tengo dos semanas aqui ¿Me va a culpar? cuando otra mujer estuvo antes que yo y creo que por mas tiempo que el que yo tengo aqui... no lo creo Bella. dijo mirandola

- creo que necesitas ahora conocer mi historia para entenderlo todo - comentó

 

 

 

 

 

 

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[Isabella Hawthorne R.]

Había estado apretando tan fuerte los dientres que le había dado una punzada en la cabeza. ¡Qué tonta e inocente había sido! Había pensado todo este tiempo que al regresar a Londres todo sería como antes. Se había imaginado las inumerables tardes que podía estar con ellas, sus mejores amigas, sentadas en el jardín tomando el té y hablando por primera vez en sus vidas de lo aburrido y pacífico que había estado todo. Apretó los puños con fuerza hasta que sus nudillos se pusieron blancos.

 

 

--Vaya, cariño, qué tonta haz sido todo este tiempo. Fingiendo que todo estaba bien mientras te estabas mueriendo por dentro, soportando que alguien más sea feliz a costa de tu miseria. ¿Cómo pudiste tolerar aquello? ¿Tan mediocre te creías ? No me molesta el echo de que ahora estén juntos, me molesta que te hayas amado tan poco. --Dijo por fin, luego de haber permanecido en silencio, por más tiempo de lo que hubiese deseado.

 

 

--No, no tuviste que ver con su separación, pero si así hubiede sido; yo hubiese sido la primera en aplaudirte , por tener la valentía de hacer lo que te hacía feliz por sobretodas las cosas. Me parece ridículo lo que hiciste, Emilia, aguantar todo aquello ¿para qué? ¿Qué ganaste tú? Además de una hija con alguien que ni querías --. Sus palabras destilaban veneno. Estaba furiosa, era inaceptable para ella reprimir lo que llevaba por dentro. Gruñó por lo bajo mientras se acercaba hasta donde estaba su amiga.

 

 

Su narcisismo muchas veces le impedía tener empatía hacia los demás, ponerse en su lugar y comprender aquellas desisiones que ella no estaba ni cerca de considerar. La Hawthorne siempre se había priorisado ella, a sus intereses, a los beneficios que podría llegar a obtener y sobretodo su felicidad. Ese era el motivo de su enojo, que su amiga no se quisiera lo suficiente como para ser feliz con la persona que amaba.

 

 

 

Se sentó en el borde de la mesa, mientras tomaba otra vez el shot que le había servido. ¿No pudo haber esperado hasta que el alcohol le hiciera efecto antes de lanzarle esa bomba? Al parecer no. Tomó la botella y la empinó, necesitaba más que un shot para atreverse a confesar lo que estaba apunto de soltar.

 

 

--El amor nos hace est****os y vulnerables, por eso mi historia con...--Un nudo se le formó en la garganta, era incapaz de pronunciar siquiera su nombre, pero a esas alturas no hacía falta, su amiga sabía de quién se trataba-- acabó así. --Desvío la mirada, sintiendo aun un profundo dolor en su pecho. Detrás de esa enorme coraza no sabía qué había, si un corazón de hielo o una enorme herida.

 

 

Pestañeó varias veces, intentando borrar aquellos pensamientos que se habían apoderado de su mente, recordarlo siempre le dejaba un mal sabor de boca, después de todo él había sido el único hombre capaz de desnudar su interior y descubrir quien era Isabella Hawthorne realmente. Cerró los ojos un momento buscando paz.-- Habla.-- Sentenció.

 

 

 

 

@@Emilia Malraux

[Emilia Malraux]

Escuchó cada una de laspalabras de la Hawthorne Isabella drenaba su rabía y frustración en todo lo que decía pero eso no le quitaba lo cierto, "El amor nos hace idi***s realmente idi***s", No podía decir que el padre de su hija no hubiera significado algo, por que ciertamente aquel Myrddin de alguna manera había sabido llenar sus vacios y en medida de su tristeza había podido ser medianamente feliz. Pero aquella relación fué tan efímera que podía contar los minutos en un minutero y sobrarían; llevó su copa a los labios mientras terminaba de escuchar lo que la rubía le decía

- ¿Cómo decirte que no si realmente tienes la razon? el amor nos hace idi***s y mas triste fué el poner la felicidad ajena sobre la mía propia y si bien puedo ser muy mala en muchas cosas en otras lamentablemente soy demasiado estupida- cayó un segundo - Oh bueno lo era, Regrese a Ottery's consciente que ya no me dejaría pisar y que intentaría seguir mi vida o lograr lo que quería, no tengo intenciones de callarme mi sufrimiento, ni mucho menos tragarme mis sentimientos y mi pensar. Al que no le guste puede irse y dejarme de hablar si eso le trae paz a su alma. Pero tarde entendí que debo ser yo la prioridad-

y si, a veces Emilia podía pasarse de buena aunque no con todos, la única persona con la que había sido asi era aquel demonio de ojos rasgados y tristemente durante todos esos años ella había lastimado a muchas personas que la querían y ella misma se había dañado, Pero habían cosas que aunque sonaran mal tenían una buena explicación. Dejo a su amiga sentarse en el borde de la mesa y la miró.

- Sabes bién que nací en Lyon, Francia gracias a una de las aventuras de mi querida madre- sarcasmo puro, si quería a Leah pero realmente su vida había sido un infierno - Desde pequeña puedo contar con los dedos las veces que la ví en la mansión Malraux siempre me dejaba al cuido de una odiosa nana y dejame decirte que nuestro desagrado era mutuo. Al ser una joven de la alta clase social tanto magica como Muggle fuí educada de la mejor manera y con los mejores tutores de la época pero nada era mejor que ir en las tardes al parque que estaba al frente de mi cuadra; Eran otros tiempos y teníamos horarios para pasear en el -

suprimió una sonrisa recordando aquello.

- Los hombres podían recorrer aquelparte despues de las cinco de la tarde y mujeres y niños podían estar en el mismo desde la hora de la merienda hasta las cinco, luego todos volviamos a casa, yo solía sentarme en el parque debajo de un viejo Olmo, mis amigos de infancia solían jugar y a veces yo también pero me encontraba mas a gusto leyendo bajo su sombra. Una tarde me olvide de los horarios y me quedé sentada mas tiempo del que debía alli fué cuando lo conocí. No usaba su nombre, Usaba su segundo nombre Amilcar Lenteric, heredero del imperio Otomano quien solía ir a Francia de vacaciones, en aquel momento Tenía 18 años o eso aparentaba y yo, solo tenia 12, aun era una niña en periodo de desarrollo. No me Juzgo, por el contrario se sento a mi lado y empezo a hablarme sobre el libro que leia, asi empezo todo Hawthorne -

Miraba a la ventana con ese brillo de nostalgía en sus azules, fueron dias felices dentro del caos que era su propia vida, una historia de años.

- Se convirtió con el paso de los años mi único amigo, mi mentor y de alguna manera esa imagen de protección. Solía pasar horas con el sentada en aquel parque y algunas veces fuí a tomar el té con el y obviamente Agatta aunque ella se quedaba junto a los criados. El tiempo corrió y la joven Malraux dejo de ser una niña y se convirtio en una mujer a la que presentaron en sociedad. Fué una mascarada y Amilcar tenía un tiempo de haber regresado a su país para resolver algunas cosas, recuerdo que elsalón estaba hermosamente decorado y mi antifaz lograba cubrir mis ojos, Estaba parada junto a uno de los Ventanales cuando se acerco a mi. Bailamos toda la noche y en los bailes siguientes solo bailaba conmigo, la gente empezaba a murmurar pero eramos ajenos a sus cuentos, lo nuestro era algo que incluso cuando no se había hablado ambos estabamos el uno para el otro y si, allí me enamore de el-

Llena de nuevo el vaso y da un trago vaciandolo, los recuerdos solían venir a ella como rafagas que normalmente dolían pero esa vez era diferente solo sentía la tristeza de los días pasados.

- Leah a los meses envió una carta, habían arreglado un matrimonio para mi, llore amargamente sobre aquel viejo papel y deseando evitarlo pero allí el destino empezo a jugarnos mal, Amilcar tuvo que regresar a su tierra y ya jamas volví a saber de el, hablabamos por correspondencia pero un día la comunicación se corto. pensé había muerto en una guerra. Los años pasaron y yo asesine a mi prometido el día de nuestra boda, pues exploté y me convertí en lo que soy tube que huir, incluso si la caza de brujas había concluido en aquella fiesta habían tanto seres mágicos como muggles y sabes que moriria en la guillotina por asesina, y bruja. -

Era larga su historia y ella lo sabía a la perfección, esperaba su amiga no se aburriera.

- Huí de Francía y vague dos siglos hasta encontrarme en este lugar, Conoces de plano la mitad de mi historía obviando lo que lo incluye a el, Lo encontré de nuevo en una reunión en el ministerio en ese momento Kyttara era mi superior y obviamente Ethan y yo no trabajabamos en el mismo departamento, Volverlo a ver fue revivir mi pasado, fue volver a escuchar mi corazon latir con aquella ilusión. Entre ambos todo volvía a floreces Bella, poco a poco, noches junto a el, cenas, horas hablando en la cafetería, lechuzas.... Pero mi jefa se enteró y ¿Sabes? antes de que Kytta odiara a Kutsy ella era su preferida, y jugo todo para que Ethan y yo no estuvieramos juntos ¿Sabes por que? ya yo tenía mi marca y el por mucho tiempo fue de la ODF y se que no por su deseo, en ese baile Ethan y yo iriamos juntos pero no llegue, Kytta me llenó de trabajo y se encargo de hacer llegar a sus oidos cosas que no eran ciertas, colocó en su panorama a Kutsy y en ese momento ella y yo eramos compañeras y buenas amigas de departamento-

- Paso mucho tiempo varios dias hasta que pude ver a Ethan, las lechuzas que le envie no llegaban aparecían rotas en mi papelera tarde me enteré de quien fué la causante, y cuando todo pasó y lovolví a ver el ya estaba con ella.... el resto de la historia la conoces por que como mi amiga y compañera de bando sabes mis pasos y creo que ahora puedes entender mis idas y venídas. FUI UNA ESTUPIDA, si, lo fui pero necesitaba cerrar ese capitulo. La Emilia de ese entonces no es la misma Emilia que hoy esta aqui, El tiempo te hace crecer y Bella, ahora que tengo lo que quiero, lo que siempre fue mio, ahora que porfin el destino se canso de jugar voy a ser feliz, y no me importa quien este de por medio-

Le dijo, Su amiga podría saber a lo que ella se refería y no no era facil asimilar todo aquello, pero Emilia había cambiado, mas fria, mas decidida, menos pe****a y si. Merecía su felicidad y no iba a dejar que nadie mas se interpusiera en eso.

 

 

 

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Editado 27 de Abril del 2020 por Emilia Malraux

[Isabella Hawthorne R.]

El relato de su amiga le ablandó aquel corazón de piedra, aquella historia le resultaba un tanto familiar, como siempre un amor imposible que tenía más idas que venidas, pero que se mantenía intacto a pasar los años. Estar en Londres otra vez, el regresar a aquel castillo que le traía tantos recuerdos la había puesto sentimental, más de lo que le hubiese gustado admitir. Tenía la sensación de una mano fría se cerraba en su garganta, impidiendo que respirara con normalidad. Tragó en seco y, aún con esa mirada dura, observó a Emilia.

 

 

--Te equivocas, sigues siendo la misma niña inocente que cree en los cuentos de hadas--. Despiadada y cruel, así había soltado aquella oración de su boca, a juzgar por su tono y su semblante cualquier podría decir que no apreciaba a su amiga, pero era todo lo contrario. La quería tanto que esa era su forma de advertirle, de avisarle que no bajara la guardia como ella misma lo había hecho.

 

 

Le dolía en el ego que Emilia no le contase sobre su amor imposible, había imaginado que la pelirroja le había confiado todos sus secretos... pero después de todo ¿quién era ella para juzgarla? Si ella misma era experta en guardarse sus problemas detrás de esa coraza dura y fría que utilizaba para protegerse.-- No cantes victoria todavía, cariño, a veces el destino es tan cruel que te eleva hasta el cielo y luego te deja caer para que te azotes en el suelo --. Aquello había sido una cachetada que seguramente traería a Emilia de vuelta a la realidad o simplemente el impulso que haría que aquel desayuno acabara en uncabatalla campal.

 

 

Nadie mejor que ella sabía lo que representaba estar enamorada y creer que por fin los planetas se habían alineado a su favor, que podría ser feliz con la persona que amaba formando una familia tan bonita que sólo podía vivir en los cuentos, a esas alturas dudaba que la felicidad realmente existiera o si era el invento perfecto de alguien para hacerte sentir miserable. La vida se había encargado de volver romper en mil pedazos aquel hogar que tanto trabajo le había costado recuperar,destruyendolo todo por una eternidad más.

 

 

Había avanzado hasta el gran ventanal que daba hacia los jardines, con la mirada perdida mientras un nudo en la garganta le impedía tragar con facilidad.

 

 

--¿Sabes lo que me tiene de regreso? -- Inquirió luego de un extenso silencio. Todavía no volvía su vista hacia ella, porque sabía que si miraba fijamente a Emilia, no iba a poder contener las lagrimas. Tomó el último sorbo de ron que le quedaba en la copa, intentanto tomar el valor suficiente como para enfrentar aquella situación. -- ¿Tendremos alguna alternativa para impedir esa boda? --No hacía falta profundizar sobre el tema, después de todo, sabía que la Malraux había recibido la misma carta que ella días antes. -- No quiero que ellos corran con nuestra misma desgracia --. Concluyó, mirando a su conpañera de bando por encima de su hombro.

 

 

 

@@Emilia Malraux