Ravenclaw ╬ » Castillo de la Familia Ravenclaw « ╬ (MM B: 101487)

[Dylan Dogg]

Porque... porque tenia ese gran peso?... sentia su corazon pesado... unas gotas de sudor se escurrian por su frente, mientras empezaba a sentir que su respiracion sonaba agitada y suspirando siguió su camino, de todas las pruebas que habia vivido exceptuando la muerte de su madre, esta sin duda alguna era la mas dificil... y si lo rechazaba... si solo era victima de burlas o una perdida de tiempo?... tal vez la señorita saori en realidad nunca sintio nada y todas las señales recibidas eran pura confusión suya...

 

--Dylan... con un demonio vamos!!! tu nunca has huido!!.--

 

Se decia a si mismo en voz alta mientras comenzaba a adentrarse en los terrenos del castillo de la familia Ravenclaw... tal vez el hecho de que en sus tiempos de estudiante el pertenecio a esa familia, tal vez le ayudara en algo... cosa que suspirando y sin decir nada mas acomodo sus gafas mientras agarraba su racimo de rosas, acercandose a la entrada del castillo hacia años que no hacia eso... pero tal vez solo tal vez... ella lo valia.

 

--SI BUENOS DIAS!!! DISCULPEN SE ENCUENTRA LA SEÑORITA SAORI?.--

 

Decia en voz alta en las afueras de la puerta principal esperando ser escuchado.

 

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[Saori Rambaldi Ragnarok]

Tocando la entrada de la cocina esperando la respuesta de su padre unos gritos a fuera de la puerta hace que saori se quede inmovil y abre sus ojos tal vez no se acordaba de que iba a venir, toma con sus manos su suerte y aprieta un poco tal vez en ese instante la asiática no miro su atuendo ni en la manera que estaba vestida pero una sonrisa se asomó en su rostro.

 

Giro para ir abrir antes que su padre fuera aunque él no iría ya que sus prendas están mojadas, saori camino suave y dijo.

 

-Yo abro padre - con nervios agacha la cabeza ante su padre.

 

La joven tenía nervios y miedo por ante todo respeta a su padre y su crítica era importante pero hasta ella sabía que su padre era muy estricto también seco, o sin alma pero era su padre .

 

Saori acude a la puerta y abre con total disimulo ve el rostro de Dylan una enorme sonrisa se asomó, vio las rosas tal vez estos gestos eran los que faltaban a la joven. Rápida mente lo abraza con cariño aplastando un poco las rosas.

-Gracias, por venir- dice mientras vuleve a su pocision-jeje mi padre es rudo pero para que no tengas ese rostro, pasa.- dice pero antes de que pasara a la cada le dio un beso corto en los labios -vamos...!-concluye entrando con su ramo.

 

@@Dylan Dogg @@Keaton Ravenclaw

[Dylan Dogg]

Tan solo el verla sus dudas se disiparon... tan solo el sentir su abrazo su corazon volvio a latir... tan solo ese roce con sus labios su espiritu recibio una inyeccion de adrenalina que hizo que en cuanto la bruja se diera media vuelta, el mago sencillamente la abrazo girandola para que pudiera mirarla a los ojos sencillamente sonrio... sabia que ella seria la unica a la cual escucharia en sus momentos mas frustrantes... sabia que ella seria la luz que guiaría su mundo para convertirse en una mejor persona y sin dudarlo dos veces la beso...

 

pasando unos 4 seg que parecian 4 horas el mago le volvio a sonreir acomodandole su cabello... ahora si, si habia que morir el mago estaba mas que listo para eso y mas, cosa que se comenzo a adentrar a la mansion ravenclaw...

 

--entonces... como morire?.--

[Saori Rambaldi Ragnarok]

De nuevo era relajante sentarse en el balcón de alguna torre del castillo a disfrutar un poco de té con postre de chocolate, era agradable sentir un poco la brisa y el sol no era muy común que la joven asiática saliera de la biblioteca después de ciertos altercados con su susodicho prefiero tomar algunas actitudes aprendidas de su misma familia, "que no importe, solo triunfar es lo que importa" saori estaba un poco mas decidida a seguir adelante.

 

Tomo de la cocina una bandeja hecha por sus elfos de confianza, con mucho cuidado sube hacia una de las torres y con un saco mas grande que ella, acomoda todo con suma cautela para no hacer mucho ruido no ha estado muy pendiente de quien esta en la casa. La joven se siente en una silla amplia blanca con un espaldar como y grande con adornos florares, se acomoda poniendo encima de la silla los pies como si se fuera acurrucar. Procede a probar un poco de postre y servir una taza de té.

 

Solo le faltaba compañía aunque después de haber peleado con su pareja y dejar su trabajo tal vez saori no estaba lista para recibir visita, pero cualquier sorpresa era bien recidiva.

 

@@Keaton Ravenclaw Revanclaw @

[Isabella Hawthorne R.]

Isabella Hawthorne.


El viento helado ondeaba los mechones platinados de cabello que escapaban de a capucha de su túnica negra. A pesar de estar a mediados de marzo, el frío no había abandonado las calles de Ottery. Su piel estaba más paliada que de costumbre, había divagado mucho tiempo hasta que, sin siquiera haberse dado cuenta, se topó con la entrada del Castillo Ravenclaw… el que en algún momento había sido su hogar.



Su corazón latía con fuerza, no había tenido el valor de haber pisado aquel lugar si no le hubiese hecho caso a su subconsciente. Los recuerdos le oprimían el pecho y al mismo tiempo hacían que una lágrima rodara por su mejilla. Tenía la vista en blanco, estaba completamente cegada.



Había evadido el recibimiento de los elfos, también de alguna u otra presencia que se encontraban rondando por aquí y allá en las habitaciones. Se detuvo en seco, justo en el marco de una la puerta de roble. La observó con deteniendo, rozando con la yema de sus dedos el relieve de la madera hasta sentir el helado metal del picaporte.

¿Cuántos años habían pasado? Demasiados, pero siempre regresaba al lugar en donde había crecido desde los diez años de edad, cuando supo que su verdadero padre era Keaton, cuando conoció a su hermano gemelo y al resto de sus hermanas. Sintió un nudo en la boca del estomago, que la obligó a aferrarse a la manija y a darle la vuelta.

Empujó levemente la pesada puerta, mientras escuchaba el chillido que indicaba que aquel cuarto no había sido irrumpido por mucho tiempo. Podía verse a sí misma tumbada en la cama, arropada en la cama, tan pequeña y frágil.



Sentía el cuerpo estático, giró lentamente la cabeza hasta un rincón y se topó con la Isabella adolescente, bebiendo una taza de chocolate caliente mientras se asomaba por la ventana. Aún podía escuchar a sus hermanos jugar en el jardín mientras se tiraban bolas de nieve, las risas retumbaban en el interior de su cabeza; se llevó las manos hasta los oídos mientras se encogía cada vez más.



Gritó.

Gritó con tanta fuerza que los pájaros que se posaban en los fresnos salieron volando, alertando a cualquiera que anduviera por el ala este.

@@Keaton Ravenclaw

[Martin N Roses]

En los últimos años Black había emprendido un viaje sin fin, recorriendo todo el mundo en la búsqueda de la magia antigua. Desde las selvas de Sudamérica hasta el sitio más frío del norte europeo y Rusia, las tierras inhóspitas por su calor y resequedad en África o las milenarias culturas asiáticas. Incluso había hecho un breve paréntesis para recorrer Australia con un par de amigos, y estudiar los magos y brujas de aquellas tierras lejanas, junto a los aborígenes. Poco camino parecía quedarle, aunque, se repetía, aquello era una mentira: jamás cubriría todo el conocimiento del mundo. La magia crecía minuto a minuto, segundo a segundo. Ni aunque tuviera dos o tres vidas, podría conocerlo todo.

 

De todos modos allí estaba, frente a un castillo con mucha historia del poblado mágico más famoso de Inglaterra. La morada de la familia Ravenclaw. Tal vez debió ser uno de los primeros lugares que debió visitar, pero lo había pospuesto una y otra vez. El día elegido, era aquel, y allí se encontraba, contemplando con su mirada perla cada detalle de los jardines delanteros. Un minuto atrás lo había atendido un elfo doméstico, que amablemente le hizo pasar al reconocer en él la franqueza de sus palabras y el apellido que ostentaba.

 

—El castillo a veces parece vacío —le confesó el elfo—, pero ha tenido suerte, señor Black. Hoy hay varias personas de la familia.

 

Black asintió y un viento arremolinado despeinó un poco su azabache cabellera, que solía tener un tanto desordenada. Una capa de viaje negra lo cubría de aquellas condiciones climáticas que por más atrás hubiese quedado el invierno, resultaban duras.

 

El interior del castillo era amplio, sobre todo la primera sala a la que accedió el mago de cabellos negros. Revolvió en sus bolsillos y encontró una de sus últimas adquisiciones, una diadema australiana de muchos siglos de creación. Conjeturaba Black que aquello se trataba de la forja de los duendes, pero necesitaba quitarse la duda. Sabía, además, dos cosas de la familia Ravenclaw. La primera era que tenían una diadema, aunque desconocía si actualmente estaba en su poder y no perdida por algún lugar. Y la segunda cosa era que conocía la presencia de una bruja de la familia que tenía un amplio conocimiento sobre maldiciones, como él también. Pensaba consultarlo con ella.

[Keaton Ravenclaw]

—Oh, vamos, Didi, que no tengo todo el día —Le dijo Keaton a su Cancerbero mientras éste se negaba a lavarse los colmillos. Y es que hacía una semanas aquel perro de tres cabezas había tenido una infección en sus tres hocicos debido a que se habían peleado sus tres cabezas entre sí por un venado muerto que había quedado abandonado en los Bosques de los Ravenclaw —Créeme que a mi tampoco me gusta, pero no quiero usar magia para hacerte dormir, cede, por favor —Le rogó y, tras varias pataletas, el perro abrió sus tres fauces y tres cepillos les tallaron cada recoveco.

 

Era lo pesado de tener tantas criaturas, el italiano había perdido ya la cuenta de cuántos animales tenía, entre muggles y mágicos, era sorprendente que no hubiera abierto ya un zoológico. Pero es que poco o nada podía hacer, le encantaban los bichos y, entre más grandes y peligrosos, mejor, porque no entendía bien el porqué, pero se le daba bastante bien. Justo pensaba en que por eso se había quedado con el puesto de profesor de Cuidado de Criaturas Mágicas en el Ateneo de Conocimientos, cuando un grito de alguna parte del Castillos resonó en cada rincón de los terrenos de los azules.

 

—¿Y eso? —Dijo a la nada y, dejando ya a su Cancerbero completamente aseado, desapareció en pos del Castillo, dejando atrás los lindes del bosque —¡Lancy! —Llamó entonces a su elfo doméstico, el cual apareció frente de él haciendo una reverencia —¿Qué ha sido eso? ¿quien está en el Castillo? —Preguntó con rapidez.

 

—La... la ama Saori y la... la ama Isabella, señor —Dijo con voz temblorina —Y en el vestíbulo está un desconocido —Añadió con su chillona voz.

 

—¿Isabella? ¿Isy? —Se quedó un poco extrañado. Esa malagradecida tenía años de no pasarse por su hogar, y ahora, resultaba que estaba allí y no era para ir a saludar a su padre. Ahora entendía lo del grito. De momento, dejó pasar a Saori, a ella le tenía ya tanto rencor por las últimas discusiones, que la verdad prefería verla después, aunque supuso que con semejante grito, seguro bajaría al Salón a ver qué pasaba. El Triviani estaría allí después de ir a ver a Isabella —Ve y dile al invitado que pase a donde desee —Dijo mientras observaba uno de sus espejos comunicadores, cuya pareja estaba en el vestíbulo y sabía ya quién era —Dile que lo que sea que busque aquí le será dado siempre que sepa pedirlo —Añadió sonriente.

 

Subió entonces a los pisos superiores, dando grandes zancadas, ya que estaba casi seguro de que esa pequeña malagradecida estaría en su habitación como si nada, aunque tal vez el grito era porque Keaton había dado la orden a los elfos domésticos del Castillo que no limpiaran las habitaciones de sus hijos, porque claro, no iba a mantenerles limpios sus cuartos a los flojos esos. Así, tras unos minutos de caminata por los pasillos (pudo aparecerse pero le quiso dar tiempo a la Hawthorne de prepararse), llegó ante la alcoba de Isy. La puerta estaba entreabierta.

 

—¡Isabella Hawthorne Ravenclaw! ¿Quién demonios te has creído? ¡Te apareces después de años, así, como si nada! ¿¿¡¡Y NO ERES PARA IRME A SALUDAR, MALDITA DESAGRADECIDA!!?? —Si, el drama. El drama era lo que corría por las venas de cada miembro de la Familia Ravenclaw y, como era obvio, eso era lo que pasaría a continuación dentro de esa habitación.

 

@@Martin N Roses @ @

[Saori Rambaldi Ragnarok]

Se disfruta sorbo a sorbo, la taza que ella misma preparo mientras mira al horizonte desde aquella torre, hasta que su tranquilidad fue interrumpida por algunos gritos provenientes de su padre y hermana aunque la otra voz no era muy conocida pero como ella esperaba su padre siempre dejaba merodear a los extraños por el castillo como si fuera esto un museo. La joven Ravenclaw se paro un poco molesta y disgustada por aquella entremiso pero quería ver quien era el joven que llego, no mostró una mínima importancia hacia su padre e hermana saori era un cero a la izquierda tal vez por esa crueldad que su padre le ha brindado es que ha llegado a ser un tanto egoísta .

 

asomándose a la sala principal se ve aun elfo de la casa, ayudando al joven saori pronuncia un poco seco.- vete de aquí, mejor ve hacer algo productivo.-- dice echando al elfo hacia otro lado. -Tu quien diablos eres, quien te dejo entrar?- continua con voz algo enojada.-

 

-Oh¡ si padre te dejo entrar entonces eres uno de sus amigos mortios, que solo viene a ver cosas de la casa y hablar de estupideces, haciéndose notar su ego.- dice con sarcasmo y moviendo sus manos al ritmo de voz.

 

-Oh¡ no tal vez solo vengas a ver a mi hermana, ella acabo de llegar puedes buscarla en su cuarto.- dice en preciso momento donde el grito y drama de su padre apareció. -Ah mira vos ahí esta, sigue si o quieres con permiso seguiré disfrutando mis descanso.- añade- y ... por favor si vienes a decirle algo a mi padre sobre mi, ni te molestes a él no le molesta lo que haga o deje de hacer.- se retira hacia la cocina.

 

Se quedo pensando en aquel joven nunca lo ha visto y tampoco en algún lugar, pero tal ves no era muy importante asimilando que puede ser un amigo de su padreo un cónyuge de su hermana.

 

@@Martin N Roses

[Isabella Hawthorne R.]

~Isabella Hawthorne.


Un suspiro pesado se escapó por sus labios, pretendiendo recuperar la compostura mientras tomaba pequeñas bocanadas de aire, llenando sus pulmones. Se sentía totalmente aliviada de haberse sacado aquellos sentimientos de encima, aunque estaba preparada para lo que estaba a punto de ocurrir. Siempre que regresaba a su antiguo hogar había discusiones bastante acaloradas, acompañada del típico drama familiar…. Pero debía admitirlo, a veces, en muy pocas ocasiones las extrañaba.

Su tan agudizado oído le permitió prevenir la llegada de nada más ni nada menos que su progenitor, jamás lo había invocado tan rápido como en ese momento, ni siquiera en los peores acontecimientos de su adolescencia. Una sonrisa se formo en sus labios rojos carmín mientras se giraba lentamente para toparse con aquel hombre baste jovial, a pesar de su edad. — Veo que estas contento, papi—. <<Papi>> ¿Hacia cuantos años no llamaba así a Keaton? Tantos que ni siquiera recordaba cuando fue la última vez.

 

— ¿Desagradecida? Tal vez… pero no tanto como tus otros hijos, después de todo y de tantos años, aquí me tienes...— Sus hermanos, sin duda los extrañaba, no sabía a ciencia cierta qué era lo que había sucedido con ellos, pero tenía en claro de que algún día regresarían. — Y me tendrás por un tiempo indeterminado.

 

Besó su mejilla, una de las pocas muestras de afecto que la Hawthorne le daba a su padre, sabía que aquello era algo que al Ravenclaw lo derretía por completo, desde que era una niña usaba aquella estrategia para obtener todo lo que quería. Después de todo, siempre fue su favorita. —Pero, como ya sabrás, el motivo de mi visita no solo ese—. Su semblante se puso inexpresivo, lo que no significaba nada bueno y daba pie posibles reproches.

 

—Como verás, te he dicho que me quedaré aquí por un tiempo —Hizo una pausa para comenzar a caminar lentamente por la habitación. Soltó una risa distendida que llenó el silencio, negó levemente y continuó: — ¿No te preguntas por qué? Déjame explicarte un pequeño e “insignificante” detalle —. Se detuvo justo en frente del vampiro y se cruzó de brazos.

 

—Destruyeron el Castillo, MI Castillo —Levantó la voz, mucho más de lo que hubiese querido, pero no le importó. —Y TÚ, no hiciste absolutamente NADA para impedirlo—. Sus ojos estaban cristalizados, mientras lo apuntaba con el dedo acusador. ¿Cómo lo había permitido? ¿Cómo había sido capaz de dejar morir entre los escombros a su propio nieto? Le debía algo más que una explicación.

@@Keaton Ravenclaw

[Martin N Roses]

Black contaba en su haber con la poderosa habilidad de no revelar en su rostro lo que estaba pensando en ese momento. El semblante pálido, donde surcaba una única cicatriz cercana a su ojo izquierdo, se mostraba impasible. La mirada perla se clavó en la bruja que acababa de aparecer y la cual le habló sin filtro. ¿Se mostró sorprendido? En absoluto. Pero llegó a una rápida conclusión, aquella debía ser Saori, a quien estaba buscando.

 

«Un golpe de suerte», pensó para sus adentros.

 

—Lamento confesar que no he venido buscando a tu hermana, y tampoco he hablado con tu padre, aunque lo conozca —respondió con la voz grave y pausada, dejando escapar un leve acento galés—. Es contigo con quien necesitaba hablar sobre unos asuntos de magia.

 

Los rasgos asiáticos de la bruja le resultaron armoniosos, y avanzando un par de pasos hacia ella, le clavó los ojos en la mirada azulada.

 

—También lamento afectar tu período de descanso, pero me resulta urgente tratar este asunto. —Revolvió en sus bolsillos y volvió a sentir el metal con detalles delicados combinados a alguno punzante—. Eres Saori. —No fue una pregunta, sino una afirmación—. Mi nombre es Black. Martin Black. Tengo entendido que posees conocimientos sobre maldiciones, y también que el linaje Ravenclaw posee, o poseía, un objeto añejo y poderoso.

 

No le resultó necesario especificar que hablaba sobre la diadema perdida, ¿continuaría perdida? Black esperaba que no.

 

—He encontrado algo muy parecido, y me gustaría compararlo —le explicó, por lo bajo. Desconocía si además de la bruja que había gritado, habría más personas en aquel lugar. Pero procuraba hablar sólo con Saori.

 

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