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Keaton Ravenclaw
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Danny aún seguía escondido tratando de aguantar una risita divertida cuando se da cuenta del extraño cambio de color del cabello del muchacho. No es que se le viera mal, realmente en esa época las personas solían inventar apariencias de lo más extrañas que ya no eran mal vistas como antaño. Sin embargo a pesar de eso, se notaba claramente que la chica se había sorprendido demasiado al notar la evidente falla en la poción que había preparado (la cual, a juzgar por los gestos de Franko, podía darse cuenta de que no tenía buen sabor).

 

Sabía que podía ser descubierto, sabía que todo aquello le costaría bastante caro dado el temperamento de la mujer, sin embargo todo le parecía tan divertido que lo último que se le ocurre es escapar. Por esa razón solamente se esconde y se cubre la boca con ambas manos para no soltar una carcajada. Las expresiones de los dos eran realmente divertidas, sobre todo la de desconcierto de Isabella, nombre que hasta el momento ni siquiera conocía. Lamentablemente su entretenimiento no dura mucho tiempo.

 

—Tengo que salir de aquí.

 

Murmura para sí mismo. Isabella le había visto pero el muchacho no se había dado cuenta, pues le había perdido de vista al momento de esconderse y por ese motivo no pudo leerle los labios. El muchacho no tarda mucho en calmarse y asoma la cabeza justo cuando la chica le hace aquella pregunta con una expresión sumamente enojada. También se da cuenta de que parte de los muros habían estallado al sentir un extraño temblor que le había hecho voltear.

 

Ahora al haber sido descubierto y bajo la maldición imperius que acababa de recibir, el chico solamente la mira sin decir nada. Era tarde para volver atrás. Estaba tan nervioso que no se había dado cuenta de que había alguien más que observaba a lo lejos, alguien a quien no conocía.

 

 

 

 

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@@Lyanna Friedrich

Editado por Danny Lestrange
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La poción había fallado, el resultado de todas formas no era malo, sin embargo para ambos dos fue una sorpresa que no funcionara tal y como se esperaba. El reflejo de la Banshee fue acercándose hasta igualar a su hermano con el propósito de inspeccionar su insólita cabellera. Fue entonces que ella aprovechó la cercanía de sus cuerpos para tomarlo con la guardia baja. El sonido de su dulce y embriagadora voz en forma de susurro penetrando en lo más profundo de su cerebro hasta provocar un cortocircuito, aquellos hermosos ojos color plata de los cuales no despegaba su vista siquiera para parpadear completamente hipnotizado. La calidez de su cuerpo llenando el vacío que solo alguien que lo conociera en su totalidad, lo entendiera a la perfección y lo quiera desde lo más profundo de su corazón podía llenar, y ese alguien definitivamente era ella.


-Yo...- dijo en un susurro acercando sus labios a tan solo escasos milímetros cual imán se tratara -, la verdad es que...


El clima que se había formado y sus palabras fueron cortados de manera tajante en tan solo un instante por la presencia del Lestrange, estaba tan perdido en su gemela que nunca se percató de su llegada. Pestañeó un par de veces para volver en sí, fue entonces que tomó noción de lo que estaba a punto de suceder. Casi comete el error de revelar sus más profundos sentimientos, algo que se había prometido no hacer nunca, al fin y al cabo una relación con su propia gemela era algo prácticamente imposible. Aquellos pensamientos se vieron interrumpidos ante el derrumbe de una de las paredes y el accionar amenazante de la rubia para con el joven intruso.


-Te he dado una mano aquella vez, pero ahora te la has buscado tú solo muchacho- le explicó confiando en que leería sus labios -. He vivido muchos años al lado de esta mujer como para decirte que difícilmente saldrás ileso, créeme ni yo mismo lo he logrado- dichas estas últimas palabras una mirada fulminante de la Ravenclaw menor lo intimidó, por lo que no pudo evitar toser y desviar su vista en otra dirección. Allí fue como de reojo advirtió la presencia de otra persona, una mujer desconocida que se encontraba observando de lejos aquella escena. Sin dudarlo más el Myrddin dio media vuelta y desapareció para posicionarse justo detrás de la joven bruja sin que ella lo notara -Son muy ruidosos ¿No crees?- dijo de manera sorpresiva a la muchacha esperando un sobresalto o un susto de su parte.


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  • 2 semanas más tarde...

—Por supuesto que has sido tú, quizás no escuchaste los consejos que te daba tu mami — Recorrió la silueta de sus labios con la unta de su lengua, manteniendo aún aquella sonrisa retorcida reflejada en su semblante, indicando que lo que estaba a punto de acontecer no terminaría para nada bien y su hermano estaba consiente de aquello, después de todo conocía a Hawthorne como la palma de su mano.

 

Tan solo una mirada amenazante bastó para que el muchacho volviera a guardar silencio, de otra manera el próximo hechizo que saldría disparado de la punta de su varita de espino impactaría directamente en su pecho y, a decir verdad, a ella no le molestaría tener que curar las cicatrices producidas por un sectumsempra, y de esta manera volver a tener la oportunidad de recorrer con sus dedos aquel torso desnudo que tanto le gustaba.

 

Atrapó su labio inferior con los dientes, mostrando cierta picardía al considerar aquella opción más de una vez en su cabeza, convenciéndose de hacerlo en uno de los tantos arrebatos de impulsividad que solía disfrutar; pero aún no era el momento oportuno, esperaría a que bajara la guardia, lo asecharía como un felino agazapado listo para atacar a su presa.

 

Chasqueó la lengua, volviendo su atención al “Longbottom”, quien seguía sin inmutarse pese a las provocaciones lanzadas por la banshee. —Al parecer tendré que lavarte los oídos, a ver si de esa forma me puedes escuchar —. Expresó con escarnio, al mismo tiempo que blandía su arma mágica en dirección al caldero, haciendo que el mechero se encendiera y que el contenido comenzara a subir su temperatura.

 

La sonrisa maquiavélica que mantuvo plasmada en todo momento se desvaneció prontamente, dejando únicamente aquella mirada cargada de rigor que la caracterizaba. —Mete tu cabeza —. Le ordenó modulando las palabras con lentitud para que el muchacho comprendiera lo que el maleficio imperdonable iba a obligarlo hacer. Lo guió hasta allí con la punta de su maderosa amiga, observando como Daniel luchaba contra su voluntad y se aferraba por el borde de la mesa, negándose a zambullir su cabeza en aquella poción que había llegado a su punto de ebullición.

 

Pero la atención de Isabella fue captada por la mujer que estaba escondida detrás de una de las paredes, dejando así en libertada a Daniel, después de todo lo único que quería darle era una lección. —¿Qué encontraste, Frack? — Movió sus ojos color plata hasta los violáceos de la mujer que estaba parada en el ultimo peldaño, fijando aquella mirada penetrante en ella.

 

—Pensé que había dejado en claro que ¡no me gustan los fisgones! —. Vociferó, sintiendo un ligero cosquilleo en la palma de su mano menos hábil, la derecha, la misma que empuñaba la varita mágica. Su fiel compañera se encontraba incluso más deseosa que ella por disparar otro conjuro, el cual no se hizo esperar. —¡Sectumsempra!

 

El haz de luz blanco viajó desde el extremo de su varita por toda la habitación hasta impactar directamente en su objetivo: el pecho de su hermano, provocándole varias heridas sangrantes, las cuales ella misma se encargaría de curar de inmediato. —¡*****! — Maldijo fingiendo sorpresa, llevándose ambas manos a la boca para mantener la apariencia de desconcierto.

 

Avanzó dando grandes zancadas y se arrodilló junto a él. —Lo siento tanto, no sé…. —. Mintió dejando caer un par de lágrimas sobre sus peladas mejillas. —¡Seguramente fue ella la que me lanzó un confundus! —Señaló con el dedo acusador a la intrusa, al mismo tiempo que empuñaba su varita con la mano izquierda y recitaba melódicamente <<Vulnera Sanentur>> para que las heridas cerraran por completo.

 

 

 

 

@@Danny Lestrange @ @@Lyanna Friedrich

La drama queen regresó (?)

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Lyanna observaba la situación con gran exaltación. *¿Puede alguien ser tan cruel con su familia? ¿Qué tan importante era esa poción? Tal vez se lo merece y tú solo te estás metiendo dónde no te llaman*.

 

La peliblanca se repetía una y otra vez que ser fisgona no estaba bien y que si la atrapaban no la iba a sacar barata. En medio de esos pensamientos, el joven gemelo se apareció detrás suyo haciéndola pegar un ligero saltito sorprendida, y se llevó las manos a la boca para reprimir un grito.

 

-Si, lo son. Pero si hablas tan fuerte te escuchará y no creo que lo saquemos barato si eso ocurre- Observo al mago y le dedicó una ligera sonrisa.

- je m'appelle Lyanna, je suis nouvelle ici.- cuando la semiveelas se dió cuenta de que había pronunciado su presentación en susurros y lo peor en francés, quiso arreglarlo.

 

Todavia tenia una confusión grande con tantos idiomas distintos en la cabeza. Pero antes de que pudiera repetir lo dicho en inglés, la peliblanca apareció enojada y gritando que no le gustaban los fisgones.

 

-protego- logro decir la Friedrich cuando el Sectumsempra salió disparado de la varita de la bruja. Aunque muy para su sorpresa no iba dirigido a ella sino al mago que estaba detrás. Lyanna rodo los ojos cuando la acuso a ella de confundirla y tuvo que reprimir una risa, se notaba que el maleficio había sido direccionado al mago con intención.

 

-habe nichts getan. Kürzlich angekommen.- Las palabras salieron de su boca en alemán sin que lo pensara. Maldijo para sus adentros y tuvo que reformular lo dicho en inglés. Una parte de ella agradecía que nadie entendiera alemán.

 

-Lo siento, recién llego y un elfo me dijo que os busque. No hice nada, solo bajé porqué escuché ruido y creí que era una bruja peleando con una rata, evidentemente nunca me imaginé que era una bruja intentando freír a un mago. - La rubia curaba una y otra vez las heridas que ella misma había causado. Lyanna ofreció su ayuda, aunque estaba bien claro que no la necesitaban. Asique se dirigió sin que la detengan a dónde se encontraba el muchacho que había irrumpido los planes de la rubia.

 

-¿estas bien?- pregunto con una leve sonrisa en sus labios carmines. Los ojos de la semiveela ahora se encontraban de un color amarillo intenso, estaba confundida y sorprendida. No era para nada una bienvenida de las que estaba acostumbrada, tal vez debería empezar a entender que la escuela para señoritas había terminado y que su vida sería así de ahora en más.

 

No habría tranquilidad. Le tendió la mano al joven para ayudarlo a levantarse y por fin las palabras salieron en inglés sin que lo pensara tanto

-Lyanna, un gusto. ¿Te duele algo?- La rubia intentaba ser amable por naturaleza, aunque sabía que no estaba segura de que respuesta obtendría.

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  • 2 semanas más tarde...

Danny observa a ambos chicos sin saber qué responder, no podía pronunciar palabra y menos después de saber que se encontraba bajo el influjo de una maldición tan peligrosa. Después de todo aquello que había hecho no estaba nada bien, pero de ahí a merecer lo que le tenían preparado sí que lo sorprende mucho.

 

—O-Oye yo...

 

Comienza, pero aquella mujer no le da tiempo y pronto el joven mago no podía retroceder cuando aquella le había ordenado meter la cabeza en el caldero con la poción hirviendo. No podía ser posible, su cuerpo estaba actuando en contra de su voluntad y a pesar de que él se resistía, pronto su cabeza estaba tan cerca de la poción que podía sentir el calor que emitía.

 

El muchacho se sentía perdido de imaginar lo que le pasaría, además de las quemaduras graves que desfigurarían su rostro, seguramente también estaba en riesgo su vida y todo por una broma que no imaginaba que llegaría tan lejos. No entendía como era que se habían dado cuenta, era como si tuviesen ojos en la espalda. Y el colmo de todo es que esta vez el chico rubio no estaba dispuesto a ayudar como la vez anterior.

 

Danny estaba por meter la cabeza cuando de pronto algo, un impulso extraño que él no supo de donde había salido, la maldición se rompe y él sale disparado hacia atrás cayendo de espaldas, pero rápidamente se levanta hasta quedar sentado en el suelo. Al ser sordo no se había dado cuenta del griterío ni de la maldición que ahora acababa de recibir el hermano gemelo de esa chica.

 

—¡Estás loca!

 

Grita mientras se soba la cabeza con la mano, pero no levanta el rostro al darse cuenta que alguien se acababa de acercar. Al parecer había estado otra chica escondida por ahí, quien se había percatado de todo lo que estaba pasando en el interior de esas paredes de piedra. Esa familia era espeluznante, pero por fortuna aquella joven se comportaba de una forma muy diferente, lo había confirmado cuando levanta un poco su rostro para mirarla y leerle los labios.

 

—Sí, estoy bien...

 

Pronuncia bajando de nuevo su rostro para que no notara las lágrimas que apenas asomaban a sus ojos y que denotaban la inmensa rabia que experimentaba después de aquella humillación tan peligrosa. No dice nada más a la joven, aunque agradece interiormente que no fuese alguien que le quisiera hacer otra cosa, se limpia los ojos y vuelve a levantar la mirada mostrando una expresión de tranquilidad aparente. Luego se sorprende al ver al gemelo en el suelo cubierto de sangre y a la chica curándole con magia. No necesitaba que nadie le dijera lo que acababa de pasar ahí.

 

 

 

 

 

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@Danny Lestrange

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La rabia era algo horrible e inexplicable, pero existente y latente. El joven que ahora estaba de pie estaba inmerso en ella, se le notaba que le expandía por los poros. Quería mostrar tranquilidad pero Lyanna sabía que no la tenía y era totalmente entendible, lo que había pasado no se lo merecía nadie, por mayor que sea el error que haya cometido.


No entendía las razones de Isabella pero evidentemente no era una bruja que se hiciera muy cargo de las consecuencias de sus actos. Ella continuaba en el piso curando las heridas que su propia magia había causado.


La rubia de cabellos platinados suspiro y volvió a dirigirse al joven

- ¿Ella es así todos los días?- le preocupaba un poco que el castaño haya sufrido alguna lesión producto del vapor o la caída. Pero estaba visto que si era así, no se lo iba a admitir a Lyanna quien ya le había preguntado si le dolía algo.


La semiveela acomodó su vestido y le sacudió un poco el polvo, se le dificultaba respirar en las mazmorras, no le gustaban los lugares oscuros y cerrados.




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Editado por Lyanna Friedrich

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Efectivamente el chico estaba experimentando mucha rabia e impotencia gracias a lo sucedido, pero le costaba mucho admitirlo y más frente a aquella mujer a la que comenzaba a aborrecer a cada minuto. Es por eso que al leer los labios de la joven prefiere no decir nada

Sí, es así todo el tiempo.

Le responde tratando de calmar los deseos que sentía por enviarle algún encantamiento que, aunque sabía que ella podría evitar con facilidad, al menos le daría la oportunidad de desahogar toda su furia contenida. Sin embargo no lo hace, solo permanece en el suelo sin hablar mientras dirige la mirada a Lyanna para entender lo que le decía.

¿Te sientes bien?

Pregunta fingiendo tranquilidad mientras se pone de pie con cuidado, luego se saca los anteojos y se frota un poco sus ojos. Realmente le ardía un poco la cara por el vapor caliente de ese caldero y sus mejillas y frente se hallaban enrojecidas por la leve quemadura que le había provocado el mismo vapor.


Tenemos que salir de aquí.


OFF:
Perdón si el rol luce raro, estoy practicando desde mi celular

@@Lyanna Friedrich
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@ Editado por Danny Lestrange
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El pequeño sobresalto de la joven bruja hizo que una ligera y divertida sonrisa se le dibujara en el rostro. Una grata sorpresa se llevó al escuchar aquella voz pronunciar su idioma natal, tenía una ligera sospecha que ese dialecto provenía del norte de Francia. A partir de sus palabras pudo deducir que estaba frente a una nueva integrante de la familia, una hermana o una prima quizás, o incluso podría tratarse de una sobrina, quien sabe; de lo que si estaba seguro es que se llevarían bien, lamentablemente no se puede decir lo mismo de la Hawthorne que siempre le disgustaban las noticias acerca de nuevos integrantes.

 

-Así que también hablas fran...- no llegó a terminar la frase que un rayo ya le estaba impactando en medio del pecho, sin darle tiempo a reaccionar siquiera. La helada superficie de las mazmorras en contacto con su cuerpo hasta le resultaba familiar, un vago y fugaz recuerdo de su último cruce con su padre, el cual había desaparecido hacía poco del castillo, pasó por su mente. Varias heridas sangrantes llenaron su torso producto del hechizo, bastante fue el dolor infundido en el Lovegood al momento del impacto no iba a negarlo, y la rápida pérdida de sangre ya estaba haciendo efecto, su presión bajó drásticamente y su cabeza comenzó a darle vueltas.

 

Sin embargo su hermana ya se encontraba arrodillada junto a él, poco antes que perdiera la conciencia. Mientras derramaba algunas lágrimas trataba sus heridas con una rapidez que pocas veces se podía observar. Lentamente su condición fue mejorando, la presión volvió a estabilizarse y sus heridas comenzaron a cerrar. El Myrddin atinó a acariciar la suave mejilla de la Banshee con su mano, dedicándole una dulce sonrisa; en ese mismo instante su rostro se tornó serio e indiferente y pasó a pellizcar fuerte esa misma mejilla.

 

-Deja de inculpar a los demás y ten más cuidado la próxima vez hermanita- le comentó sin dejar de pellizcarle. Seguía habiendo veces en que se olvidaban de todo y actuaban como aquellos hermanos de toda la vida, molestándose mutuamente, haciendo travesuras juntos, e incluso peleando por cualquier cosa sin sentido. El rubio no pudo evitar soltar una pequeña risa al ver lo colorada que le quedó la mejilla a su gemela, aún en el suelo tratando de recuperarse.

 

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@@Lyanna Friedrich

@@Danny Lestrange

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  • 4 semanas más tarde...

Hacia un tiempo que no veía a mi lobo favorito, pero hoy simplemente no pude rechazar la invitación que un día se habían hecho. Era Luna llena y esperaba que se pudieran transformar y pasear por ella bosque toda la noche, no era divertido ser licantropo y no disfrutar la Luna llena en todo su explendor.

 

Camine por las baldosas de la entrada, sentía como sus botas resonaban por el donde ella pisaba. Hoy se había vestido de una manera informal, un pantalón estilo militar negro con una blusa de tirantes del mismo color y sus botas de montaña. Era un look bastante acorde a que estarían en el bosque toda la noche, si se rasgada no quería traer ropa tan apretada y parecer hulk mal vestido.

 

Pasaron unos segundos hasta que por fin llegó hasta la puerta del castillo y tocó la puerta, al instante abrió un elfo doméstico nada contento porque alguien estuviera en la ppuerta a esas horas de la tarde. Aunque no entendía porque, si ni siquiera se había ocultado el sol, aún les quedaban un par de horas para que se alzará la Luna llena.

 

—¿Podría decirle a Danny Lestrange que lo busco?—

 

—¿Y usted es?—

 

—Ariadna Macnair—

 

—Claro que si con gustó señora, pase y enseguida regresó con el— ella tomó la palabra del elfo e ingresó en la propiedad con una pequeña sonrisa, admiraba la decoración que estaba en los alrededores y simplemente paseaba la vista a las obras de arte que ahí se encontraban.

 

@@Danny Lestrange

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Para mi seguía siendo algo extraño caminar por aquellas calles rodeadas de mansiones y castillos, era un tanto diferente en Italia, más tranquilo pero, tenía que admitirlo, un poco más feo. Solo con algunas señas de una elfina domestica de Ariadna me dirigía al castillo de la familia Ravenclaw, el cuál no fue muy difícil de identificar.

 

Había podido escuchar a Ariadna hablando acerca de la luna llena, de su transformación y algo relacionado con alguien de los Lestrange, una familia de magos y brujas muy antigua. Decidí investigar un poco y, tal vez obrando mal, seguir a mi nueva hermana hasta el castillo. Supuse que al llegar tendría que soportar mi presencia, o hacerme pedazos y desatar toda su furia sobre mi por seguirla.

 

No importaba mucho, ya había tenido una buena vida, así que decidí caminar el sendero que llevaba hasta las grandes puertas de aquella edificación tan magnifica. Podía escuchar cómo mis tacones se clavaban en los adoquines provocando un pequeño estruendo cada que daba un paso.

-Te vas a meter en muchos problemas por esto, ¿lo sabes?- Rita siempre se encargaba de recordarme cuándo mis planes estaban en contra de la razón o cuándo traería consecuencias físicas. Siempre me pregunté que pasaría con ella si yo moría... ¿Estaría en la mente de otra persona o sólo se desvanecería? Mientras me dedicaba a pensar en esas vanalidades llegué a las altas puertas del castillo y acomodé mis ropas lo mejor que pude, mi cabello se encontraba suelto y decidí dejarlo así.

 

Cuándo toqué la puerta, casi al instante se abrió por dentro y pude ver a un elfo domestico con el ceño fruncido. -Buenas noches, soy Albus Renaldi Argenti Macnair, hermano de la señorita Ariadna, por favor hágale saber que estoy aquí.- Me quité uno de mis guantes y decidí sacar discretamente mi varita por si Ariadna decidía atacarme en cuanto me viera.

 

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