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•Juan Valdez Café ®• (MM B: 100831)


Tauro M.
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Las jaulas de vidrio templado para su resistencia, estaban acomodadas en hileras una al lado de la otra. Formaban pasillos con divertidos colores, en base al contenido que poseían. En este caso, eran animales mágicos de diferentes especies y en diferentes fases de experimentación. Lo que conllevaba a muchas muertes, y a varias sorpresas en el genoma animal. Las partes únicas de los animales muertos, valían su peso en oro dentro del mercado negro. También había un mercado para las creaciones raras, como la babosa alada, que era la cruza de una babosa carnívora con un Billywig. Aún estaba viendo que podía hacer el animal. Llevaba una semana de vida y parecía estar bien.

 

-Limpia la jaula D01 y recolecta las piezas importante del cadáver -Dijo Jeremy quitándose el guardapolvo blanco y las gafas transparentes que le protegían los ojos, para dejarlos sobre el cesto de desechos químicos - Tengo una reunión importante. Necesito que el espécimen 157 esté en preparado para cuando de la señal.

 

-Lo estará, señor -Respondió el asistente de nombre Brayan, mientras le daba la pequeña ampolla con apenas una gota de líquido - Estaremos esperando la señal.

 

Jeremy ni se molestó en responder, asintió con la cabeza mientras tomaba la ampolleta y salía de las instalaciones experimentales que había creado en las partes profundas del Refugio Askar. La familia paterna aún no había vuelto al ancestral hogar, por lo que al hablar con Nibiru había conseguido el permiso para crear actividad dentro de los muros, haciendo que no todas las rocas cayeran en el olvido por el descuido. Por ahora estaba funcionando.

 

Después de un baño, ya se sintió lo suficientemente preparado para partir al encuentro. Debía manejar las palabras con cuidado si quería conseguir algún beneficio en la cita. Se vistió con unos jeans no apretados de color oscuro, una remera blanca con cuello redondo, y una chaqueta de cuero que combinaba con las botas rockeras. Todo un malandro mágico. Se puso los anillos poderosos y los talismanes, por las dudas que alguna cosa saliera mal. Luego con movimiento de varita, se fue de sus aposentos con rumbo al Callejón.

 

-Maldita sea -Murmuró cuando apareció y un señor lo chocó de frente - ¿No miras por donde vas, idi***? -Le gritó en plena cara, pero el hombre no le hizo caso. Siguió su camino como si no hubiera pasado nada.

 

Después de eso, el vampiro ya estaba molesto. Camino con la ceja fruncida hasta el local. Un café. Se sorprendió de momento, ya que no esperaba algo tan amable para cerrar negocios. Pensó que el alcohol podía ayudarlo a ser más convincente con el interlocutor. Debería arreglárselas como pudiera con algún embrujo. Tomando coraje, abrió la puerta ingresando sin mirar hacia atrás.

 

El camino hasta la barra principal fue corto y lo entretuvo degustando el aroma fuerte a café, vainilla, frutos, y sangre… sangre caliente… justamente muy cerca de él. Estiró la mano para presentarse, pero cambió de idea a medio camino, simplemente inclinó apenas la cabeza hacia la señorita de pelo azulado.

 

-Buenas… -Saludó recorriendo todo la anatomía femenina de arriba hacia abajo - ¿Sirven alcohol en este sitio? Lo necesito para una cita.

 

 

 

@ ¡Al fin!

Editado por Jeremy Askar Triviani

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Sin darse cuenta se adormitaba, su cuerpo ya le estaba pidiendo un merecido descanso que no tomaba hacia semanas y si bien tenía mucha resistencia física y mental, la mala alimentación la reducía a la mitad. Pero nada de lo que veía le provocaba, así que optó por prepararse un batido de banano y chocolate para elevar la energía al menos por un par de horas más, mientras repasaba los últimos detalles de su asunto pendiente. Dieron las doce de la noche y ninguna de las opciones que tenía en mente la satisfacía, por los que las descartaba de inmediato.

La puerta volvió a abrirse, pero ella lucia tan calmada como siempre. No recordaba estar esperando visitas, al menos no el primer día de su regreso. Miró con el rabillo del ojo la figura del hombre que ingresaba y lo siguió hasta que estuvo delante de ella, le parecía vagamente familiar, pero tampoco se esforzó por recordarlo, había visto muchos rostros en su vida y la mayoría de ellos ensangrentados. Lo miró con detenimiento, de la misma manera en que él la inspeccionaba sin disimulo alguno. «¿Qué quería?»

— Sí. Hay alcohol, en una calle o dos. Si te apresuras puede que encuentres algún bar abierto —espetó. Lo que veía era lo único que había. Decidió suavizarse un poco al hablar, después de todo era un cliente, o eso pensaba —Hay café con sabor al licor que desees, eso sí, pero por la hora me temo que tendré que cobrarte los precios especiales de la noche. ¿Aceptas?


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-Acepto. ¿Cuál es el precio especial? -Preguntó sin muchas vueltas, frunciendo la ceja con molestia. Como si eso fuera asustarlo. Siempre pagaba lo que mereciera la pena, ni un knut más ni un knut menos. Si quería estafarlo, menuda sorpresa se llevaría - ¿Vale la pena? ¿Es el Whisky tan bueno como el que cultivan con Dragones en Rusia?

 

Sacó del bolsillo de la chaqueta una bolsita con galeones que apoyó sobre el mostrador. Mientras esperaba la respuesta de la mujer, desató el cordel sin dejar a la vista el oro, para tener a mano el cambio a la hora de abonar el importe que le dijeran. Mientras, se quitó la chaqueta para ponerse más cómodo, sin quitar los ojos de la mujer. Le llamaba la atención el color del pelo y… bueno, solo el pelo, por ahora, claro.

 

-¿Eres de por aquí? -Continuó indagando-Nunca vine a este café, pensé que estaba cerrado. No parece muy concurrido a esta hora -Continuó echándole una vista al lugar vacío con mucha intención.

 

La gente de Londres parecía ser que solo tomaban ese tipo de bebidas calientes durante la luz diurna, relegando a la noche las bebidas alcohólicas. Muy pacatos para el estilo de Jeremy, que se había criado viendo a su tutor beber a prácticamente cualquier hora de cualquier día de la semana. Harto de recuerdos sin sentido, volvió a enfocar su mirada en el rostro de la mujer.

 

-¿Cómo te llamas? -Preguntó al fin.

 

 

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-No lo sé, tú me dirás -no pensaba revelarle el contenido del licor con café, no porque fuese una receta secreta, simplemente no le apetecía discutir con él detalles de su producto. Le había ofrecido la posibilidad de ir a un lugar más acorde a él, pero desaprovechó la oportunidad, ahora debía atenerse a las consecuencias de una posible intoxicación.

Miró despreocupada la bolsita de galeones, su interés no era el dinero de aquel forastero, sino que se fuera lo más pronto posible para poder cerrar y dedicarse a lo suyo. Lo vio ponerse cómodo y suspiró, al parecer iba tomar más tiempo.

-Se puede decir que sí, llevo viviendo aquí la mayor parte de mi vida -mintió, lo cierto es que era más bien una nómada, que hacía pocos años había decidido quedarse en Londres por intereses personales, además de amores pasajeros -Estaba cerrado, pero olvidé apagar el letrero -dijo antes de dar media vuelta en ir a la bodega donde guardaba el café. Allí buscó uno de los barriles más pequeños, que rezaba en la etiqueta «se recomienda tomar con precaución». Colocó un vaso de vidrio debajo de la boquilla y lo llenó hasta la mitad. El líquido era marrón, parecía de dudosa procedencia. Olía a café, aunque el olor podía variar dependiendo del mago o bruja, lo mismo sucedía con el sabor. Ese era uno de sus mejores experimentos con pociones. Sonrió y volvió con el intruso.

-Espero que lo disfrutes.

Se sentó en la misma mesa que el hombre, esperando su reacción a la bebida. Lo siguió analizando para descubrir de dónde lo conocía, pero sin éxito alguno. Resignada accedió a hacer algo de conversación.

-Me llamo... -se detuvo. ¿Estaba bien decir su nombre? No porque estuviera huyendo de alguien en especial, pero quería pasar lo más inadvertida posible. No tenía tiempo para visitas familiares y si su madre se enteraba seguro se lo recriminaría. -Me puedes decir "L", de momento. ¿Y tú? ¿Qué te ha traído por aquí? No tienes la pinta de alguien que no tenga nada mejor que hacer que pasar por aquí.

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Así que no quería decir su nombre. Eso no le preocupó al vampiro, estaba acostumbrado a los círculos donde era mejor no saber nada de ningún asunto y conocer a nadie de ningún lado. La vida era realmente muy frágil. Como la mujer no pareció interesarle venderle nada, sacó un puñado de galeones y los dejó sobre el mostrador demostrando que si estaba interesado en probar alguna cosa de allí. Estaba esperando a su cita.

 

La dama pareció evaluar la situación antes de darse vuelta para ir hacia la parte trasera de la tienda a buscar algo. Eso supuso Jeremy. No creía que se fuera a dormir o intentara alguna cosa rara. Por si acaso, sacó la varita mágica y la sostuvo de forma oculta por debajo del mostrador. Pero fue una falsa alarma. Ella volvió con una bebida de aspecto marrón y olor a vegetación húmeda.

 

L parecía querer acompañarlo. Aunque el café parecía estar cerrando, ella no tuvo problema en sentarse delante de él para conversar. Jeremy estaba pecando de inocente, pero le agradaba la mujercita. Parecía ser agradable. ¡Si hasta respondía sus preguntas! Acercó el vaso a su nariz para oler más de cerca el líquido. Sí. Confirmó que parecía oler a un bosque luego de la lluvia.

 

-¿Estuviste aquí el día que en el Ministerio hubo un ataque donde robaron una profecía? -Preguntó interesado abriendo una nueva conversación. Ella había estado toda su vida en Londres. Tenía que saberlo. Él había llegado tarde al asunto aquel día, pero se imaginó que las personas habrían estado de cotilla tomando su té de las cinco, tal vez hubieran hablado de más.

 

Tomó un sorbo para degustar la bebida. Al principio no pasó nada. No parecía fuerte para ser alcohol. Estaba por preguntar con qué lo había hecho, cuando empezó a sentir que su cuerpo se quemaba por dentro. Se golpeó el pecho buscando vomitar el contenido sobre la mesa, pero fue imposible. Por segunda vez en su vida el vampiro parecía estar envenenado.

 

No se murió. Se hizo más grande. Su ropa empezó a romperse al ampliarse los músculos. Creció el doble de su tamaño. La cabeza terminó rompiendo el techo del café, dejando entrar la luz de la noche.

-¡Maldita bruja! -Rugió el vampiro buscándola con la mirada. Estaba furioso.

 

 

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Tauro negó con la cabeza. Si pretendía esclarecer rumores ella no era la persona indicada. Después de tantos años, casi diez, volvía a dar la cara frente al mundo mágico. Lo mejor es que habían tantos rostros nuevos que ninguno la reconocería, por fin estaba donde tanto había deseado volver, al punto en el que no era considerada como alguien importante y no tenía que cargar con ninguna responsabilidad.

 

Faltaba poco para que la poción empezara a hacer efecto. Con disimulo, la peli-azul alejó su silla de la mesa, los efectos secundarios podían variar entre algo inofensivo como mortal, en ese caso esperaba que fuera lo primero, así tendría menos que limpiar. Y tal como un reloj, el espectáculo inició. Se alejó de un salto de la mesa, lo suficiente para que el techo no le cayera encima. Recordaba perfectamente aquel episodio, las personas que bebían la poción podían llegar a experimentar la sensación de que se quemaban por dentro, así como el crecimiento acelerado de todo su cuerpo. Lo bueno es que el efecto duraba muy poco. Miró con diversión al vampiro que la maldecía desde lo alto, quién fácilmente podría aplastarla de un pisotón, si fuese una indefensa criatura.

 

—¡Eh, tú! ¡Gigantón! ¿Y si dejas de destrozarlo todo? ¡La bolsa de galeones no te alcanzará para reparar el techo! —gritó enseñando la pequeña bolsita para llamar su atención. Quedan apenas unos pocos minutos para que el intruso regresara a la normalidad, al menos así aprendería a respetar los horarios de los demás —¿Ahora sí me dirás qué viniste a buscar? ¿O prefieres quedarte así para siempre? —Por supuesto que estaba mintiendo, pero necesitaba conocer sus verdaderas intenciones y qué mejor manera que a través de aquel engaño. Mientras la seguía tratando de ubicar fue hasta la barra de donde tomó su varita, llenó un vaso que llevaba días sin lavar con agua y lo hizo elevarse hasta la altura de la boca del gigante.
— Si la bebes el efecto se termina. Te lo garantizo —no pudo ocultar una pequeña sonrisa de satisfacción, total no la veía. Lo que esperaba que ocurriera a continuación es que se fuera y la volviera a dejar sola. Había alguien con quién tenía que verse dentro de un rato, alguien que podía darle una pista valiosa acerca de su investigación. Sabía que se enfrentaba al peor tipo de comerciantes dentro de la comunidad mágica, gente que no se andaba con rodeos, crueles y despiadados, pero eso no le preocupaba, estaba acostumbrada a lidiar con personas así. Lo único que buscaba era venganza y frenar el comercio de criaturas en peligros de extinción.
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Jeremy sintió lo que era ser un gigante. No solo le dolía la cabeza por el golpe al romper el techo, sino que también le dolía el orgullo al estar en esa posición tan horrible. Intentó agacharse para ver a la mujer que se burlaba de él, pero le fue imposible al principio, luego a fuerza de voluntad, logró mover la mano y romper un poco más el techo para tener visibilidad hacia abajo. Se quedó furioso viendo la bolsita de galeones en la pequeña mano femenina. Hasta su varita lo había abandonado, quedándose en los restos de la ropa, en algún lugar del suelo.

 

-¡Deja mi dinero! -Le gritó antes de responderle - Vengo a encontrarme con un hombre que quiere comprar algunas piezas únicas. ¿Acaso piensas que vine a revolcarme contigo, niña?

 

El mago esperaba que con eso lo dejara de molestar, pero la bruja desapareció de su campo de visión. ¿Dónde co.ño se iba? Intentó agacharse pero ver pero un vasito con agua voló hasta detenerse cerca de su boca. Era muy bueno para ser real. Las palabras de la mujer le dieron más desconfianza, pero evaluando su situación, no tenía las de ganar. Esperaba que su familia vengara su deceso. Bebió ese poquito de agua, y quedó sorprendido cuando empezó a reducirse. Su cuerpo volvió a su tamaño normal es cuestión de segundos.

 

Ya en el piso, buscó su varita y con ella arregló la vestimenta para cubrir su desnudez. Ahora tenía visión completa hacia la dama. ¿Estaba sonriendo? ¿Se estaba burlando de él? “Maldición” pensó sabiendo que la próxima acción de la mujer saldría mal. Cualquiera fuera su plan. La mano del vampiro temblaba con las ganas de lanzar otra cosa, mucho más fuerte. No le importaba que fuera una chica con nombre de letra y que tuviera cara de inocente. Se sentía humillado.

 

-No me iré. Mi cita viene para aquí, y si no quieres problemas, L… te recomiendo que dejes de fastidiarme. No sabes con quien te estas metiendo, letrita -Amenazó.

 

 

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  • 2 semanas más tarde...

Tauro estuvo a punto de soltar una carcajada con ganas, le hacía demasiada gracia que la amenazara sabiendo que podía ocasionarle gran daño con solo pensarlo. Intentó ir hacia él para sacarlo a la fuerza, ya le estaba colmando la paciencia, pero al dar dos pasos sus pies se convirtieron en dos izquierdos y el peso de su cuerpo terminó yéndose hacia adelante donde su boca se encontró con la superficie de una silla que resultó en sangre saliendo de su labio, pero antes de caer por completo, lo tomó del brazo haciendo que el también perdiera el equilibrio y terminaran en una posición que hubiese sido incómodamente graciosa si se conocieran de toda la vida.

 

— Eres una escoria —le escupió en la cara, salpicándolo de sangre. Acto seguido, le dio un rodillazo en la entrepierna que lo hizo perder el aliento.

 

— No te devolveré tu dinero. Tienes mucho que pagar y lo harás aunque no quieras —. Ya no se trataba de solo palabras, si Tauro quería que el sujeto la tomara en serio, tendría que tomar medidas y ejecutar acciones, motivo por el cual pensó «Arena del Hechicero». Aquel hechizo no lo vería venir y el mago no tardaría en quedar ciego, producto de los huesos cristalizados de algún mago fallecido a causa de alguna insensatez, tal como la del hombre que estaba viendo.

 

— Supongo que ambos demostramos nuestro punto, no nos andamos con rodeos y tú no te irás de aquí a menos que tu cita venga. Así que arreglemos un poco —. Lo cierto es que lo había alcanzado a escuchar antes, había mencionado algo sobre piezas únicas, ¿a qué se refería? Aquello tenía toda la pinta de ilegal y si bien no sospechaba de qué se podía tratar, entre comerciantes del mercado negro se conocían y quizás aquella persona misteriosa podía brindarle las respuestas que tanto buscaba.

 

Era un tipo supremamente desagradable y el pensar que podía llegar a necesitarlo, así fuera para un favor, no le hacía gracia. Le lanzó una mirada de odio acompañada de un trapo sucio que fue a dar justo en su cara. Aun le quedaba tiempo para recuperar la vista.

 

— Entonces muchacho rudo, ¿te vas a quedar ahí retorciéndote como un crío?

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  • 2 semanas más tarde...

Jeremy estaba preparado, sabía que la mujer se enfadaría por su tono de voz. Ella, por supuesto, no lo defraudó. Quiso venir hacia él a enfrentarse directamente, pero terminó golpeándose y en el suelo. Las cosas nunca salían como uno las planeaba, porque L antes de terminar en el suelo como era su destino, agarró del brazo al rubio y lo hizo perder el equilibrio también.

 

Cayó sobre la mujer en una pose bastante incómoda ( ͡° ͜ʖ ͡°), ahora notaba sus ojos azules mucho más de cerca. No tardó en ser escupido y golpeado en la hombría. “Maldita letra” pensó liberándola de su peso sin casi poder respirar. Se las pagaría, los gritos de la mujer le llegaban mientras se ponía de pie y aguantaba el dolor. Su instinto primitivo le pedía desayunarse a peliazul, pero su mente le pedía distancia.

 

Quedó ciego. El dolor de sus ojos lo hizo olvidar el dolor en las partes bajas. Alzó su varita dispuesto a darle un millón de hechizos a la desconocida, pero no lo hizo. ¿Porque? Simple. Estaba prestando atención a sus palabras. Le estaba proponiendo acaso… ¿Un trato? Daba igual, la bruja tenía mucho poder.

 

-Vale, te contaré la verdad si nos prometemos no hacernos daño -Invocó la daga del sacrificio en su mano izquierda para mostrársela. Él no podía verla, pero ella si. El olor a sangre lo estaba enloqueciendo - ¿Aceptas? No hace falta presentarnos ni nada. Tu seras la letra y yo seguiré siendo... gigantón o como te valga llamarme - siguió ofreciendo.

 

 

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No necesitaba ponerle un nombre, después de eso esperaba no volver a encontrárselo jamás. Su trato tampoco le parecía mal. aunque involucrara unirse de alguna manera a un desconocido. No le tenía miedo a la muerte ni al daño que le pudiera causar, estaba acostumbrada al dolor y eso de alguna manera causaba en ella sensaciones que era mejor no explicar. Soltó un largo suspiro, como si su propuesta fuese aburrida, tomó la daga que el vampiro le enseñaba e hizo un corte largo en su muñeca, sabiendo el efecto que causaría en él. Los de su clase eran fáciles de reconocer cuando olían sangre.

 

— Esto no durará por siempre —dijo dejando caer un buen chorro de su sangre en el suelo, donde se encontraba la del otro —, pero si lo suficiente. Es más, pruebala—estaba jugando con fuego y no le importaba, casi parecía ser un intento desesperado por traer un poco de emoción a su vida. Apretó su mano para que drenara más la sangre y la pasó descaradamente por su boca ¿a qué le sabría la sangre de demonio? —Ponte cómodo.

 

Lo dejó ahí esperando a que pudiera recuperarse mientras reparaba de a poco lo que se había roto. Por fortuna a las vitrinas con comida no les había pasado nada, pero no podía decir lo mismo del techo. Lo miró resignada, al menos eso le daba la excusa perfecta para la remodelación que tanto había pospuesto. Cuando medio pudo arreglarlo todo o por lo menos dejarlo más decente, volvió a mesa donde todo había iniciado.

 

—Y bien, ¿qué tienes para contar?

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