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╚ Parque Acuático Witch ╝ (MM B: 102556)


Sunar PBT
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La lechuza llegó, al fin, a aquella ventana y se posó en el alféizar. No daba más aleteos, estaba muerta prácticamente cuando sus pies toparon con aquella masa que le sostuvo. Su cabeza topó contra el cristal y se quedó ahí, perdiendo la cristalinidad en los ojos. Para cuando el niño que estaba en la habitación la descubrió, ya se habían velado.

 

-- Mami... El Avis se ha muerto.

 

Sagitas soltó un "ajá, cariño" y siguió leyendo el libro que tenía entre las manos. Era un avance del libro de las Auras en el que se mencionaban ciertos movimientos de varitas que quería perfeccionar, muy difíciles de memorizar. Suspiró y cerró el libro en cuanto Ithilion volvió a interrumpirla. La culpa era de @@Matt Blackner. Llegaba tarde; le había dicho que se haría cargo del niño para que ella tuviera la tarde libre y pudiera estudiar algo. Por eso estaban en el piso más alto del Hotel del Parque, para que ellos disfrutaran del agua y del sol mientras ella disfrutaba de la tranquilidad más amplia allá arriba.

 

Volvió a suspirar y siguió el dedo de su hijo. Tenía razón, un pájaro muerto estaba en la ventana.

 

-- No es un Avis, cariño. -- Ithilion era muy joven aún para entender la diferencia entre un Avis de una varita y un pájaro real. -- Es un pájaro muerto.

 

Me acerqué a la ventana y resistí el impulso de tirarla al suelo. No quedaría bien que se estampara contra alguno de los turistas que llenaba el parque. Además, seguro que Ithilion lloraría, últimamente estaba muy sensible con los animales. Así que abrí el cristal y el ruido me aturdió enormemente. La recogí y cerré corriendo la ventana. El silencio volvió a la habitación.

 

-- ¿Habrá que enterrarla, mami?

 

Enarqué una ceja. ¿Enterrar a un animal muerto que no era mío? Iba a contestar cuando vi el mensaje atado de forma deprisa en su pata. Mi curiosidad se despertó al instante. Dejé con cuidado el cuerpo sobre la mesa, encima de un pergamino, y desaté el nudo que sujetaba la misiva.

 

Huye. Te han descubierto.

Van a por ti.

Te quiero mucho,

Phineas

 

Quedé mirando el papelito de forma distraída. Parpadeé al fin cuando Ithilion tironeó de mi manga. Era un niño inquieto y no soportaba mis largos silencios. Contemplé la paloma. Sangre en las alas, ojos ennegrecidos, una pata quebrada... Había sido atacada y no por un animal sino por la magia de una varita...

 

-- Mami, ¿qué es? ¿qué pone? ¿Podemos salvarla?

 

Sonreí a mi hijo y tomé con cuidado su mano para colocarla sobre el animal muerto.

 

-- ¿Quieres que mami haga magia de la buena y la haga levantarse, cariño?

 

Tenía que hacerlo, había alguien en peligro y el aviso no le llegaría. Era muy curiosa (chafardera, lo reconozco). ¿Qué historia escondía esas cuatro sencillas líneas?

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Galicia. Sierra dos Ancares, con @@Matt Blackner Aguas Termales. En la entrada de la cueva.

 

Habíamos dejado atrás la tienda de campaña, pero como nos habíamos empeñado en ir a averigüar ese lugar ahí estábamos. Al menos la daga kasho la tenía en el bolsillo por si pasaba cualquier cosa y bueno, me sentía más segura, aunque tuviésemos un par de varitas. A pesar de todo, indicamos a los elfos que dejaran algunas cosas calientes en su interior, como un brasero (aparte de la pequeña fogata) y comida caliente. Esperaba que no tardásemos mucho tiempo en salir. A pesar de las averigüaciones sentía cierto nerviosismo.

 

Me agarré a la mano de Matt en cuánto la noté en mi mano. Caminamos despacio, el lugar aún tenía la última helada de la noche anterior y era bastante peligrosa. Llevaba mi morral de cuero, al final, decidí ponerme un chandal al estilo muggle, por si me llenaba de barro hasta las orejas. Lo último que necesitaba era tener que estropear los delicados trajes que tenía, porque me costaban una buena fortuna.

 

Asentí con la cabeza en cuánto escuché a mi marido y lo guié al interior. Con la varita en la mano izquierda susurré un 'lumus' la punta de la varita se encendió con una luz blanquecina que iluminaba lo más cercano a nosotros. Dentro de esa cavidad, la humedad se hacía notar a pesar de que mantuviese la temperatura todo el año, lo sabía, porque a pesar de no entrar más allá, conocía ese tipo de geología. Había cogido algunos libros muggles sobre el tema y los había estudiado. Y aún así, a pesar de estar más o menos en el interior de ese lugar, llegaba el olor a huevos podridos de esas aguas termales.

 

- buf, si no vine aquí muchas veces, es por ese olor horroroso a sulfúreo -le indiqué a mi marido. Seguimos caminando unos pocos metros más allá y enseguida encontramos las Runas- mira -le indiqué con la varita iluminando la zona - es lo que te decía, ¿ves? Es curioso que alguien llegara hasta aquí para dejar ésto... tuvo que ser un mago y quizás sea algo antigüo pero no tanto cómo las cuevas francesas en dónde están las pinturas rupestres... o como las de aquí de España, Altamira - le indiqué con una sonrisa - te llevaré un día y podremos con la magia adentrarnos a la zona más protegida... si te apetece, claro - sonreí con alegría...

 

Pero en ésta ocasión volví a mirar las inscripciones en la roca. Me acordaba bien de las clases que había recibido y aunque no era muy buena desencriptando ese tipo de escritura, sentí que palidecía, el texto decía "el que profane éste lugar sagrado, caerá una terrible maldición, la tierra caerá sobre el mancillador, y volverá a ser las cenizas, éste lugar sagrado deberá ser protegido hasta el fin de los siglos" así rezaba el texto... No sabía si decírselo a mi marido...

 

- ¿Crees en las superticiones? - le susurré y aún así, se había producido algo de eco - es la típica maldición de las construcciones egipcias -le comenté- habla de una maldición y que éste lugar no debe ser profanado... Pero si hay algo de magia en éste sitio, lo sabremos -le dije en voz baja.

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  • 4 semanas más tarde...

Ithilion era muy bueno. Tenía rasgos de su padre y de su madre y crecer con un hermano guerrero le había ayudado a combinar lo bueno y lo malo de la familia. Ithilion era bueno, sin dudarlo. Sólo la profecía, la visión y nuestra experiencia del futuro decía lo contrario. Pero no les iba a dejar ganar. Él era bueno y seguiría siendo bueno. Yo le enseñaría lo positivo de seguir por la senda correcta, la más difícil de mantener pero también la que más le llenaría el día de mañana.

 

Por eso, accedí a volver a la vida a la paloma.

 

-- Tú me ayudas, ¿ok, cariño?

 

Ithilion, por supuesto, dijo que sí. Hay gente que piensa que no debemos enseñar magia antes de que los niños acudan al colegio de Hogwarts, o el de su localidad; también sé que el Ministerio persigue a los menores de edad que usan la magia de forma expresa. No era el caso. La magia la iba a hacer yo y el niño sólo iba a mirar, ayudaría a sujetar al ave y, además, vería un acto bueno. ¿Qué podía pasar?

 

-- No digas nada -- le dije a Jack. Mi marido estaba cerca. Lo notaba aunque no se hubiera hecho presente. No quería que me riñera por arriesgarme a traer a la vida a un animal sabiendo que la magia de la Nigromancia se paga caro. -- Sé lo que hago.

 

Puse una toalla encima de la mesa y dejé la varita al lado de ella.

 

-- Lo primero es currar las heridas, antes de revivirla, porque si despierta herida, se puede morir de nuevo. ¿Lo entiendes? -- Ithilion dijo que sí. -- Estira esta ala, con cuidado. No le harás daño. Está muerta. Es mejor curarla ahora que...

 

-- ... Ahora no tiene dolor, lo veo.

 

Enarqué una ceja. Siempre había dicho que Ithilion era algo sacerdote. ¿Lo habría heredado de mí? Con la varita peiné sus plumas y fui enderezando las que estaban partidas hasta dejar el hueso recto. Después invoqué una Ferula y la inmovilicé.

 

-- Si no la dejas muy quieta, se puede romper con facilidad al recuperar la vida. A veces duele volver a vivir.

 

-- Entiendo.

 

En serio que mi hijo me sorprendía. Después reparé sus heridas desgarradas y las cosí con cuidado, con puntos mágicos que desaparecerían en cuanto las heridas estuvieran cicatrizadas.

 

-- Ya podemos hacer que renazca. En cuanto lo haga, podrán curarse todas sus heridas. Necesita que la sangre circule para poder cicatrizar. ¿Lo entiendes?

 

-- Sí.

 

¿En serio? Yo había tardado muchos años en entender todo el circuito de la sangre por las venas. Carraspeé y moví la varita. Al principio no pasó nada. Después, el ave aleteó en las manos de Ithilion. Lancé varios Episkeys y un Evanesco a la Férula para que no se hiciera más daño al intentar volar.

 

El niño acariciaba a la pobre paloma.

 

-- Está agitada. Te tiene miedo.

 

-- Está bien, tú la calmas y la sueltas pero que no se golpee contra las ventanas. Déjala encima de un cojín.

 

Estaba segura que Jack me miraba y suspiré.

 

-- Este niño es bueno, lo sabes, ¿verdad?

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Jack

 

Sonreí levemente al oir el susurro de Sagitas. Estaba alli, observándoles, pero no era visible. La ventaja de ser un fantasma es que no todos te ven, pero mi mujer siempre era capaz de saber qeu estaba alli. Para ella nunca sería invisible. La paloma mensajera había llegado muerta al lugar antes de poder entregar su mensaje, pero ante la preocupación del chiquitín, había decidido usar la nigromancia.

 

Decía saber lo que hacía, y obviamente, estaba seguro de que era una excelente nigromante, lo había comprobado por mi mismo. Pero aun asi, se pagaba un alto precio. Cierto era que no supondría el mismo esfuerzo, pero aun asi...siempre suponía perder algo a cambio. Incluso Matt lo había comprobado al pasar él mismo las pruebas del arcano.

 

Asi qeu observe, con una mezcla de preocupación y calma al ver como Sagitas devolvía la vida a aquel pequeño animalito, y orgullo al ver como Ithilion la ayudaba, como si eso fuera lo más natural del mundo. No solo colaboraba con una diligencia precisa para su edad, sino qeu además, razonaba y reaccionaba como un pequeño hombrecito.

 

Dejó que el niño se alejara hasta uno de los cojines con su nuevo amigo recién recuperado, viendo como le acariciaba la cabecita y le decía ve a saber que. Me situé junto a Sagitas, y ahora si, me dejé ver. La miré y mi sonrisa se amplió para tranquilizarla.

- Lo se. Creo qeu es el que mejor nos ha salido de los dos. - le dije. Sabía lo que le preocupaba...nos preocupaba a todos. Habíamos cometido un acto que podría ser contra natura, pero para nosotros había sido lo más bonito del mundo, y el niño no tenía culpa de nada. - Tiene una predisposición excelente para la magia. A su edad Matt ya tenía varita, pero...ni de lejos respondía tan bien como él. - me crucé de brazos, observando a Ithilion. Si qeu había cierto tono orgulloso en mi voz, porque los había observado juntos, como practicaban. Aunque tal vez que Matt no respondiera igual que su hermanito era más bien culpa mia... - Estás haciendo un trabajo excelente con él.

Editado por Matt Blackner

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  • 2 semanas más tarde...

Sentir la voz de mi marido me hizo estremecerme. Salió media sonrisa de mis labios al sentir su voz susurrante y elevé la mano, sin dejar de mirar a Ihilion y a la paloma renacida. Fue un momento enternecedor, ven al niño hablar con la paloma, razonar con ella a saber de qué tema mientras yo sentía el contacto frío de mi mano con la cara de Jack y notar cómo su piel iba adquiriendo consistencia. Me invadió un sentimiento amoroso y hasta deseé algo que, en aquel momento, no era lo más prudente.

 

- Es lo mejor sí. Aunque que no te oiga Matt. Es un buen hijo. Demasiado responsable, no sé a quien sale, yo soy una pura olvidadiza y me tomo la vida más ligera.

 

No era cierto; siempre me estaba preocupando pero no quería mostrarlo a menudo.

 

-- Hemos hecho buenos hijos, ¿verdad, Jack? -- Mi mirada se ensombreció un poco al recordar el futuro. Sí, suena extraño hablar de recordar el futuro pero era así. --Sí, apenas le enseño nada pero parece tener un conocimiento innato de la maga que... me sorprende y preocupa un poco.

 

¿Qué le iba a decir? Él sabía qué era lo que realmente temía y por ello procuraba no dejarle varita cerca ni que hiciera más magia que la justa para el día a día. No quería enseñarle nada con la excusa que ya tendría tiempo de aprender en Hogwarts. Aún así, se notaba que Ithilion era brillante. Y eso me asustaba.

 

Afirmé con él cuando dijo que estaba haciendo un gran trabajo pero el miedo seguía ahí. Seguiría siempre.

 

-- ¿Crees que debiéramos hacer algo con el mensaje de la paloma?

 

El bichito se había puesto de pie y picoteaba semillas de la mano del niño, quien se reía a carcajadas.

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Jack

 

Me eché a reir al escuchar como se quejaba del sentido de la responsabilidad de Matt. Era cierto qeu a veces el chico pecaba de ser demasiado responsable, y eso me hizo agachar la cabeza. Tal vez si hubiera sido un poco menos estricto con él...o si no me lo hubiera llevado...o si...

- Crees qeu fui demasiado duro con el chico? - pregunté, viendo como el pequeñajo reía a carcajadas con su nueva amiguita, aquella paloma que ahora picoteaba maíz de su mano.

 

Alargué la mano y la dejé en su cintura, notando como, al igual que mi cara, la mano iba ganando consistencia hasta el punto de que podía hacerle cosquillas con los dedos si quería.

- Hemos hecho los mejores hijos. Tal vez no sean tan guapos pero... - reí de nuevo. - No debes tenerle miedo. No podemos negarle lo que es....tenemos qeu ayudarle. Matt le enseña, pero también necesita saber qeu le apoyemos.

 

Me encogí de hombros al pensar en el mensaje.

- Podríamos ir a los registros de recepción e investigar quien hay alojado. Tal vez eso nos de una pista.

 

 

SIERRA DOS ANCARES. CON @

 

Nos adentramos en la cueva, usando el lumos para alumbrar a nuestro alrededor. Sujetaba la mano de Helike, mientras caminábamos con cuidado por el suelo, lleno de barro. Además, había algunos rastros de hielo. El olor era muy intenso, un tanto férreo que dejaba una sensación metálica en la boca. Pero la visión de aquellas runas fascinantes me hizo olvidar aquello.

- Crees qeu tengo cara de creer en las supersticiones? - pregunté, divertido.

 

Tiré de su mano con suavidad y avancé unos pasos.

- Si esta cueva guarda secretos para nosotros, quiero verlos. Acaso nunca llegaste más lejos de esa advertencia? - pregunté, alzando una ceja. - Yo estoy contigo. Si esas maldiciones intentan hacerte daño, yo las detendré - le dije, mientras le guiñaba un ojo.

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Galicia. Serra dos Ancares, con @@Matt Blackner Aguas Termales y después de vuelta al Parque Acuático.

 

Al final después de mil vueltas y de reír al comentario de Matt sobre el tema de las supersticiones, fuimos hasta el interior de la cueva. Habíamos caminado cerca de un kilómetro de distancia o eso nos pareció, pero no encontramos ningún vestigio ni de que fuese habitada ni por humanos ni animales. Estaba completamente vacía y eso me desconcertó.

 

¿Entonces, tanto misterio para ésto? -protesté y mi voz resonó dentro de la cueva húmeda- venga, volvamos, menuda pérdida de tiempo - bufé. Guardé el arma (kasho) que había invocado y ésta vez, volvimos nuevamente al exterior por el mismo camino. A pesar de algún tropiezo por el suelo resbalizo, llegamos hasta la tienda de campaña que estaba en la entrada.

 

Dentro de la tienda de campaña, al abrigo del frío exterior de la noche, empezamos a cenar lo que nos habían traído y preparado los elfos. El lugar estaba tan calentito y agusto, que me daría mucha pereza el despertarme por la mañana para regresar a casa. Entre el fuego y el brasero había una buena temperatura y después de comentar los pormenores del día, nos echamos.

 

Al día siguiente, deshicimos la tienda y regresamos hasta la vieja casa de los Black. Nos dimos un buen baño y tras dejarlo todo preparado para otra ocasión y reforzar todavía más, la seguridad de la mansión. Había sido un sitio tranquilo y en dónde esperaba yo, que no fuese tanto... Por la mañana temprano, nos cambiamos de ropa, en mi caso, me puse un chandal con zapatillas de deporte y recogimos todas nuestras pertenencias. Suspiré, me hubiese gustado pasar más tiempo en aquella casa. Pero esperaba poder volver nuevamente. Al menos, para descansar del ajetreo diario de Londres.

 

Ordené a los elfos que ordenaran y colocaran todo para una posible vuelta y les indiqué que se pasaran a la mansión Potter Black para que siguieran haciendo las tareas habituales. Yo agarré la mano de Matt y nos desaparecimos del lugar. Había disfrutado una luna de miel tranquila. Y yo lo agradecía. Nos aparecimos delante del parque acuático.

 

- ¿Habrá alguien a éstas horas? -pregunté a Matt - yo tengo hambre, podríamos pedir un desayuno y comer tranquilos - le dije, dándole un beso en la mejilla.

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No me esperaba que Jack se autoculpara por el carácter protector de nuestro hijo. Apreté los labios en un gesto habitual en mí cuando pensaba. Aquella fase en la que Jack había criado a Matt era un puro misterio para mí. ¡Cuánto hubiera dado por estar con ellos todos esos años, conviviendo en familia, no viviendo la vida que nos había tocado vivir! Suspiré antes de contestar a mi marido.

 

-- Matt es fruto hoy de todos los sucesos de su pasado. Si fuiste estricto, ahora él ha absorbido todo aquellos hechos y actúa como hace porque todo enseña en la vida. Lo bueno y lo malo.

 

Volví a poner los labios juntos, sin hablar, pensativo. Lo poco que me había dicho Matt de aquella época, antes de la muerte de su padre, había sido negativo. Pero yo no era quien para juzgar a mi marido. Como acababa de decir, la vida siempre da muchas vueltas y te deja aprender de todo, reaccionar y arrepentirte de lo malo, rehacerlo, aprender a ser mejor. Yo misma pasaba una y otra vez por esa fase. Después sonreí. Su mano fría en mi cintura me producía cosquillas y sugería algo más pecaminoso que no podía satisfacer en aquellos momentos.

 

-- No seas bobo. Tus hijos son tan guapos como yo, menos mal que no se parecen a ti. -- ¿Qué no? Matt y él eran clavaditos si no fuera por la edad y por la transparencia. -- Lo de los registros de la recepción es una gran idea, no lo había pensado. Pues entonces nos movemos y lo preguntamos. Bueno, sí, son confidenciales pero vamos, les lanzo una tarantallegra como no me dejen verlos. ¿Qué hacemos con Ithilion? No sé si llevarlo abajo o... o sí, no sé... ¿Dónde estará Matt cuando se le necesita para hacer de canguro?

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  • 1 mes más tarde...

Lo bueno de ser el dueño del parque es que no tienes que hacer cola. Ni hay horarios. Solo teníamos que llegar, y pasar al interior del parque. Era temprano, pero no faltaba demasiado para que el parque estuviera abierto al público.

 

Asi qeu Helike y yo caminábamos por las calles del parque hacia el hotel. A pesar de las quejas de mi mujer, la había convencido para que viniera. Nadar era bueno para la espalda, y para las embarazadas, era un buen ejercicio. Le vendría bien un poco de natación, a pesar de las quejas últimamente, entre ropa que no le quedaba bien, tobillos hinchados o dolores de espalda, intercalados con antojos la mar de raros.

 

- Eh! Esa camiseta es mia? - pregunté, fijándome en lo qeu ella llevaba puesto. Yo había elegido un bañador surfero de color azul claro y una camiseta blanca a la que había cortado las mangas. - Ahora también vas a robarme la ropa @ ? - la acusé, riéndome.

 

Rondaba ya los 7 meses de embarazo, y...bueno, supongo que era normal. Además, la niña era bastante inquieta, y el mejor método para calmarla habíamos descubierto que era hablarle, porque parecía....parecía reconocernos. Solía reaccionar a los estados de humor de Helike, cosa que a veces me inquietaba un poco.

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- ¡oye! que lo de las protestas soy yo - le dije entre risas. Era cierto que había cogido una camiseta suya. Pero es que la ropa que tenía ya casi ni me servía. Las pasaba negras por las mañanas a la hora de escoger la ropa. Y al final, había optado por ir con un pantalón corto y una camiseta de tirantes vieja que tenía por ahí...

 

- Es más, ésta camiseta hace siglos que no la pones... así que, deja de remolonear - le dije con una sonrisa y para acallarlo le di un beso - aunque... a mí eso de ir a nadar... qué quieres que te diga, no me parece muy buena idea. Parezco una ballena, un tonel... y, prefiero que me den masajes en las piernas... que no... -protesté otra vez- no me convencerás de meterme ahí dentro - negaba con la cabeza, divertida - es más, prefiero un bol de chocolate con nata y fresas -me relamí del gusto, tan sólo de pensarlo - es mucho más apetecible eso, que meterme en esa agua...

 

- Parece que, de momento no hay nadie, ¿no? -le pregunté al pelirrojo viendo el lugar que estaba semi-vacío. Además que sólo estaban los elfos haciendo las tareas diarias del parque y del hotel- bien podríamos tostarnos un poco al sol antes de meternos en una piscina... aunque, si tuvieses alguna termal, no te diría yo que no -le dije, guiñándole un ojo...

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