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~ Mansión de la Familia Malfoy ~ (MM B: 100774)


Crazy Malfoy
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Aquel beso despertó en ella un torbellino de recuerdos y vivencias, no daba crédito a las imágenes que se proyectaban en su cabeza. Era como si jamas se hubiera separado de su lado, como si nunca hubiera existido nadie más que ella para él y viceversa -Lo se, yo siento lo mismo- confesó dando paso a una oleada de sentimientos que afloraron quemando su piel como acero ardiente. ¿Qué era capaz de provocar en ella?, ¿Añoranza?, ¿Deseo?, ¿Amor?. O solo era un acto reflejo de lo vivido hace diez años, quizás era su necesidad por develar ese misterio, la que le mantenía atada a su recuerdo y le impedía razonar del todo.

Ahí estaba de nueva cuenta, aquella herida que le escocia el pecho noche y día, quemando su nívea piel. El haber matado parte de su pasado dentro del Inframundo, no le había cobrado una afrenta de bajo costo, lamentaría el resto de su vida haber lanzado al fuego infernal años de amor y comprensión. Pero estaba delante de ella su vida, su único consorte en los peores momentos-¿Qué es esto que aún nos mantiene unidos?-la pregunta se desprendió mecánicamente de sus labios. El rostro del joven que no podía ver con claridad sobre la cama de piedra era el de Neos, no dejaba de perseguirle a donde iba, ya fuera vivo o muerto. ¿Por qué el destino le imponía esa clase de condena?. Y ella como en el pasado, volvía salvarlo de las garras de la muerte y traerlo de vuelta a su lado, tal y como tenía que ser.

Sus orbes lapislázulis recorrieron el gallardo rostro del castaño, analizando con sumo cuidado cada una de sus facciones. Intentaba reconocer a su amante del pasado, aunque ahora los años, le habían dotado de una madurez que la dejaba sin palabras. Encontrarla de nueva cuenta al mismo hombre, seria lo que esperaba iniciar un futuro a su lado con su hijo como un lazo irrompible, miles de preguntas se agolpaban en su cabeza. Un beso marcaba la diferencia entre un antes y un después, pero lo que más le calaba era que el pasado volvía para destrozar por completo su presente y darle un futuro que era un incierto desenlace para Malfoy.

El saberlo perdido hace diez años, no hizo más que acrecentar su irá contra el castaño. Maldecirlo noche y día, arrancarse de la piel cada una de las promesas que este le profeso en la intimidad y quedaron plasmadas con besos que difícilmente el odio podría sacarle, igual que como se intenta succionar el veneno de una herida que poco a poco pudre la zona afectada. Ahora estaba ahí con ella, besándola, mirándola, sintiéndola como nunca antes y eso era lo que ensalzaba de nueva cuenta su temor al perderlo una vez más. Confiar en Neos, implicaba lanzarse a un abismo en caída libre, desprovista de cualquier protección y en peligro de volver a quebrarse en mil pedazos.

Deseaba creer en el ciegamente, pero algo le invitaba a reservarse el beneficio de la duda. El verse casada con el, siempre le fue el mayor de sus anhelos, perderse en sus ojos cada día, beberse su aliento para saciar la sed que provocaba en ella su ausencia prolongada. Aferrarse a su cuerpo por las noches, acurrucarse en su pecho para sentir la calidez de los latidos de su corazón y la paz que eso despertaba en ella-De verdad, ¿Esto es para siempre?- volvía a ser arrastrada por la duda. Era necesario que confiará en su futuro esposo o al menos así lo sentía ella, suyo por completo de pies a cabeza, apropiándose de cada partícula de su cuerpo, adueñándose de su respiración y los latidos de su corazón.

Sus labios respondieron aquel beso, saboreando la calidez de los de Neos, volviéndose un mismo ente por un breve instante. Esa quizás seria la ultima noche que pasaría lejos de el en apariencia, presentía que el ya no volvería a salir por la puerta de la mansión Malfoy jamás. Y si lo hacia, esta vez no seria para abandonar a la rubia y al hijo que ambos tenían en común-Ni un segundo más estaremos lejos el uno del otro. Eso es una promesa que nuestra sangre nos ha hecho jurarnos y cumpliremos aunque se nos vaya la vida en ello-sentenció acunando con ambas manos el rostro de su hombre, juntando su frente con la de este le miraba fijamente. Era capaz de demostrarle con esa sola acción todo lo que sentía por él y que nadie le haría cambiar, el destino de ambos era permanecer unidos le pesará a quien le pesará.

@@Neos Triviani Malfoy

Editado por Juv Malfoy Croft

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  • 1 mes más tarde...

En medio de la oscuridad de la noche, una figura apareció frente a la entrada de la Mansión de la Familia Malfoy, casi como si el gélido viento la hubiera formado en un abrir y cerrar de ojos. No era necesario que apareciera en los límites de los terrenos, pues después de todo pertenecía a esa familia, era su hogar, pero había pasado tanto tiempo que todo se le antojaba particularmente ageno.

 

- No recuerdo siquiera si eso estuvo ahí todo este tiempo - se dijo a sí misma mirando un árbol cercano, y en sus celestes ojos iluminados por la luna se veía el asombro, todo era nuevo, el tiempo había vuelto a aquella primera vez que su madre la había llevado a la mansión.

 

Suspiró profundamente como tomando valor y dio un paso al frente, para darse cuenta que las rejas se abrieron por sí solas, como si la propiedad si la reconociera, y sino a ella, por lo menos sí reconocía la sangre que aun corría por sus venas. Sus pasos eran lentos, como tanteando el terreno, sintiendo de nuevo la experiencia de conocer el hogar de su madre, de sus primos, su tío... sus hijas, y sin darse plena cuenta estaba de pie frente a la puerta de entrada.

 

- Hasta que alguien se digna a venir - una voz áspera hizo saltar a Gyvraine por la sorpresa, no esperaba que un elfo estuviera ya con la puerta abierta y mirándola con sus enormes ojos como pelotas de tenis - Ningún amo ha venido en semanas, parece una casa fantasma - se siguió quejando Hamiltón, haciendo una reverencia al momento en que la Malfoy atravesaba el umbral de la puerta, sus riñas con el elfo vaya que las recordaba y la hacían sentir cada vez más en casa.

 

- Deja de quejarte, por eso nadie viene - reprochó la bruja quitándose de encima su túnica de viaje y dejando al descubierto su esbelta figura envuelta en un largo vestido gris perla. Sus zafiros recorrieron el lugar y se mordió la lengua, pues vio que no podía reprochar la pulcritud de la mansión, pues estaba en perfectas condiciones, incluso se podían ver los elegantes ornamentas navideñas, guirnaldas en candelabros y barandales de escaleras e, incluso, muérdago sobre los marcos de las puertas - ¿En serio nadie vino? - preguntó en voz baja, lamentando que aquello se desperdiciara.

 

- No, ama, nadie vino a la Mansión, al parecer sus primos y sobrinos están muy ocupados para pasar a casa -respondió, al tiempo que Gyvraine recorría el Hall e iba al salón de juegos, para pasar al comedor, preparado para que en cualquier momento se sirviera una ostentosa cena.

 

- No importa, no te pongas sentimental, sabes que a veces eso pasa, todos están muy ocupados y no recuerdan siquiera las fiestas - sin más y al cerciorarse de que no había nadie por lo menos en la planta baja, se sentó a sus anchas en el sofá de la sala -, anda, tráeme algo caliente, que está helando allá a fuera - y apuntando con su varita hizo que una llama naciera en la chimenea, pues la falta de habitantes había hecho que los muros de piedra congelaran el lugar.

 

Ella misma sabía que no iba a quedarse tampoco a vivir ahí, pero por lo menos darle algo de vida a su hogar tenía que hacer, no podía dejar que pareciera abandonada, como si ningún Malfoy o cualquier otro mago se acordara de la grandeza de la familia. Ya después vería qué hacer, pero por lo menos esa noche estaría en casa, el mundo podía esperar.

We're always one...

.::Familia Malfoy::. ||Vacaciones Administrativas (?)||.:Familia Triviani:.

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  • 2 meses más tarde...

Era tiempo de volversiseaba cerca de la mejilla de la rubia. Ella se mantenla absorta en sus pensamientos, aquel sitio era su hogar y jamás terminaría de abandonarlo del todo. La sangre pura de los Malfoy corría por sus venas, quemando sus músculos, recordándole de donde venia y a donde siempre podía volver sin esperar una reprimenda como bienvenida. Era curiosa la forma como el destino, le colocaba frente a una buena senda que andar, rodeada de personas diversas y proyectos que marcarían su vida de forma definitiva.

 

Teníamos que volver y lo sabes.Saboreaba el aroma que emanaba su acompañante, viejo amigo o como a ella le gustaba llamarle, cómplice del crimen. Curiosa la unión que ese par compartía, ya que Malfoy estaba felizmente casada con Stephen y el verle con otro caballero, no era algo que causará revuelo entre los familiares de la joven. No si eso conllevaba, dar explicaciones a diestra y siniestra, simplemente se limitaba a gozar los placeres de la vida y darle rienda suelta. Quizás en otro momento lo vería mal, pero ahora le daba prácticamente lo mismo.

 

Su cuerpo se dejó caer sobre la mullida cama, observando cada uno de los movimientos del ojiverde. Captando uno a uno los gestos lascivos que le obsequiaba, colándose en la mente perversa de la Nigromante, jugar con fuego era su especialidad y quemarse con ella, jamás le había desagradado en lo más mínimo. Le encantaba ese juego del gato y el ratón, donde ella casi siempre le clavaba las garras dejándole un grato recuerdo en la piel.

 

La noche seria su intima amiga, aquella que le guardará el secreto a piedra y loco. No estaba pecando o cometiendo alguna falta, solo deseaba enseñarle el mundo de las tinieblas a tan peculiar joven y si este sentía agrado por el mismo, le permitiría sin lugar a dudas formar parte del mismo y ser en toda la extensión de la palabra su más cercano consejero y confidente.

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  • 2 meses más tarde...

La copa de whisky fue dejada sobre la barra de la taberna, totalmente intacta, con respecto al líquido en su interior, pero tenía una pequeña marca de su labial. Ya que minutos antes lo tenía muy cerca de su boca para degustarlo cuando escucho las palabras de la Líder Mortifago. La forma en como la peliazul se dirigía a ella, le hacía ver que aun a pesar de los años en los que no se vieron en ambas aún existía un gran cariño.

 

Era un sentimiento que tiempo atrás había nacido en ellas y que aún prevalecía. Primero amor, porque Elizabeth se había enamorado de la forma de ser de Tauro, ahora la más bella y honesta amistad, porque ambas así lo habían deseado. Le miro a los ojos y sus dedos tomaron con delicadeza la mano de aquella mujer que años atrás aquella invitación le hubiese puesto nerviosa.

En ese momento decidió acompañar a Taurogirl a su hogar, pero antes de responderle aquella invitación respondió a las preguntas que esta le había hecho de forma coqueta. Su mano derecha le jugaba con un mechón azul, mientras sus ojos miel miraban los otros.

He estado viajando de un lado a otro, siendo feliz —se quedó callada unos minutos y dejando su mechón de cabello le dedicó una sonrisa. —Vamos a tu casa, estoy muy interesada por saber cómo estás… ¿Sigues viviendo en la Malfoy? —preguntó mientras desaparecían.

Aparecieron en los jardines de la Malfoy, todo parecía igual a como la había dejado la última vez que estuvo en aquellos terrenos. Lo único que no estaba igual era el pasto en el jardín, al parecer el jardinero les había renunciado o era que ya muy poca gente se encontraba en aquel sitio.

Hace unos minutos me has dicho que no permaneces mucho tiempo en un lugar, ¿es que has hecho algo malo Malfoy? ¿O nos estamos escondiendo de la mujer? —pregunto mientras miraba a Chavez que le miraba con un poco de asco. Cosa que al demonio le tenía sin preocupación alguna. El elfo de los Malfoy tenía en muy mal estima a la más pequeña de los Malfoy, Se había ido como una ratera sin despedirse de nadie y en la mitad de una crisis y aquello no era correcto.

¿Me invitas una copa?

 

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  • 2 semanas más tarde...

Tauro no iba a contestar ninguna de las preguntas de Elizabeth hasta que ambas estuviesen dentro de la Mansión Malfoy. Una vez allí, Tauro se sentó cómodamente en uno de los sillones situados frente a la chimenea. Si bien pertenecía a esa familia, cada rincón de su ''hogar'' le resultaba desconocido, ajeno, hasta el punto de no saber siquiera dónde se encontraba su habitación «Si es que tengo». De todos modos y como la anfitriona que era, invitó a su acompañante a sentarse en el sillón continuo al suyo.

 

—Verás, hace mucho que no sé lo que es vivir en otro lugar distinto a ya sabes, la Fortaleza —se limitó a decir. La única vez que vivió en un lugar que consideraba como propio fue en su infancia, al lado de un mago que prefería obviar, luego de eso buscó refugio en la Fortaleza Oscura, desde donde manejaba todos los asuntos que tuvieran que ver con el grupo al cual lideraba —y hoy se me antojó cambiar un poco de paisaje y qué mejor que aquí, donde parece que abunda la riqueza, pero nadie sabe de donde proviene —bromeó. Para ese momento Chávez, el elfo doméstico de la familia, no dejaba de observarlas y a Tauro que no le gustaban mucho ese tipo de criaturas, ya la estaba empezando a incomodar.

 

— No sé dónde se encontrará tu vieja ama —. El elfo solo respondía 'obedientemente' a una bruja, antigua Matriarca Malfoy, pero nadie sabía en realidad cual era su paradero. Quizás él si lo sabía y fingir que no era parte de su rutina —Pero mientras tanto, tráele a Elizabeth lo que quiera y lo mismo para mí. Y no me mires así, me da igual qué elfo nos vaya a servir esta noche, sólo encárgate de buscarlo y déjanos a solas —. Tauro no pretendía ser grosera, ni mucho menos mandona, ella no odiaba a los elfos domésticos, pero tampoco le gustaban como miembro de la servidumbre, razón por la cual no poseía uno propio como la mayoría de los magos y brujas de Ottery.

 

— Terminando de responder a tu pregunta —empezó a decir, retomando la conversación — No me estoy escondiendo de mi esposa, me temo que no podría —sonrió y luego añadió: —Alyssa se encargó de darnos un regalo de boda que siempre nos mantendrá conectadas de alguna manera, sin importar en donde me encuentre. Lo que me recuerda que nunca apareciste en la ceremonia, así que te preguntaré, ¿qué es eso que te mantuvo tan ocupada? ¿Es lo mismo que te tiene siendo feliz?

@Aries.

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Elizabeth miraba a la mujer que tenía frente a ella y le dedicó una sonrisa, mientras la escuchaba hablar y responder a sus cuestionamientos. Sus finos dedos acariciaban la tela del sofá en el que se había sentado para continuar con la charla que se había pausado en la taberna. Elizabeth era consciente de que Tauro ya no era la jovencita que había conocido años atrás, al menos no de manera intelectual, ahora era una mujer madura y respetada por los fieles seguidores de la Marca Tenebrosa. La morena siempre la había hecho ajena a la Malfoy, pero en eso recordó quien era su “padre”, si es que a aquella persona se le podía llamar de esa manera, entonces entendió un poco del por qué ahora era parte de su familia.

Por unos minutos había olvidado a Chávez. La verdad era que cualquier persona era capaz de perderse en los ojos y la sonrisa de la líder mortifaga. Pero fueron sus palabras que le hizo prestar atención a lo que decía. ¿Acaso había escuchado que Mistify Malfoy tenía tiempo que no pisaba los terrenos de aquel lugar? El elfo miro a la peliazul y con una pronunciada reverencia esperó a que la demonio le dijera lo que iba a beber.

Trae tu bebida más fuerte. —pidió.

Y enseguida Chávez comenzó a balbucear maldiciones hacia ella, en las que la mayoría tenían que ver con él hecho de que no había preguntado por su madre, aun cuando había escuchado que llevaba tiempo sin aparecer. Pero después de aquella letanía se había retirado lo que las hizo regresar al tema central del porque estaban en aquel lugar. Elizabeth había mantenido una sonrisa en su rostro, mientras escuchaba del fabuloso regalo que le había dado una de las garrapatas. Todo parecía que iba a ser tranquilo y sin que ella tuviera que responder algún cuestionamiento, hasta que al final de la respuesta sobre la esposa de Taurogirl, escucho las preguntas que esta le realizaba. El silenció abordó la habitación. Oportunamente Chávez apareció con un par de copas de Whisky de fuego.

Chávez ha traído las bebidas que las Malfoy han ordenado. —dijo dejando las bebidas en la mesa de centro, para después seguir con la letanía de que aquellas dos mujeres no deberían ser consideradas Malfoy por su procedencia tan dudosa, situación que le causo risa, pero antes de que ella pudiera sacar su varita y reprenderlo, él había desaparecido del lugar.

Entre más viejos, más insolentes, no crees. —soltó. Quería evitar responder el motivo que le había hecho no estar en la boda de aquella mujer, no era capaz de decirle que los celos de verla feliz con alguien que no era ella le habían hecho perderse aquella bella unión, por lo que empezó a responder primero la parte de la razón que la estaba haciendo feliz.

Dexter ha crecido, es un niño muy inteligente, dedicarme a mi hijo es lo que me mantiene muy feliz donde estoy. —hizo una mueca muy parecido a una sonrisa y de nuevo se hizo un silencio algo incómodo para ella hasta que volvió a hablar. —Lamento el perderme tu unión con tu esposa, me imagino que fue una ceremonia muy hermosa y que seguramente parecías un ángel con tu vestido de novia. Debe haber alguna foto de tu enlace matrimonial, por él lugar ¿no es así?

 

Había evadido la primer pregunta mostrando interés en algo que no estaba muy segura en cómo iba a reaccionar cuando al ver la foto de la boda deseara romperla. Pero debía calmarse, no podía hacerle una escena de celos, aun menos cuando Taurogirl no le había dado pie a que en algún momento iba a ocurrir algo entre ellas.

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  • 2 semanas más tarde...

Tauro tomó la bebida que el elfo les había traído para darle un sorbo y esa sería probablemente la única vez que la oji-azul le prestara atención.

Escuchar el nombre de Dexter le trajo grandes memorias y entre esas recuerdos de un niño que era apegado a ella, aunque no lo viera muy a menudo, lo que le resultaba curioso, pues nunca se había considerado especialmente maternal, a pesar de tener a Rachel y a Aries. Pero ahora que lo mencionaba, ¿dónde se encontraba? ¿Cuántos años tendría ya? ¿Seguiría el mismo camino de su madre? Sólo el tiempo lo diría.

— La próxima vez que vengas deberías traerlo, así conoce a mi hijo, Aries, que creo que no lo conoces.

 

Sin meditarlo, volvió a tomar otro sorbo de la bebida, esta vez sin regresarla a su sitio.

— ¿Fotos? —inquirió pensativa -¡Oh, sí! Tengo una que adorna la mesita de noche en mi habitación, pero se encuentra en el Castillo Ivashkov y Leah seguramente debe tener algunas más por ahí –aclaró. –Casarse es algo de una vez en la vida, independientemente de si funciona o no, si me lo preguntas. ¿Alguna vez has pensando en hacerlo? –sabía que su pregunta era muy directa y hasta podría considerarse personal, pero creía que tenía la confianza suficiente con Elizabeth para hablar de cosas más profundas.

 

Tauro volvió a llamar al elfo, esta vez para que les trajera bocadillos que consistían en sandwiches, pequeños postres, panecillos en general con relleno de chocolate, mermelada o arequipe.

 

— Lo siento, como muy poco en un buen día —se excusó, dejando ver un leve rubor. Si bien los demonios no tenían que alimentarse tanto como un humano, tampoco podían descuidar el cuerpo que habitaban, lo cual incluía también dormir varias horas y ella no era muy buena haciendo ninguna de las dos.



@Aries.

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  • 2 semanas más tarde...

La figura entrecortada por las últimas luces del día se dirigía a la entrada de servicio que daba a las cocinas y bodegas. Venía de las caballerizas, con las botas llenas de barro y pantalones de montar, con el cabello blanco atado en una coleta alta, seguida por un hombre regordete que avanzaba con cierta dificultad. Durante la tarde se había levantado un viento cálido que anunciaba tormenta eléctrica. Para su sorpresa, vio luz en diferentes estancias de la planta baja, algo muy extraño teniendo en cuenta que casi siempre que iba de visita se encontraba la casa abandonada a la penumbra.

 

Entró por un largo pasillo que se abría a las cocinas, inundado por el aroma de la carne de caza y verduras asadas, y el dulce sonido del fuego en el hogar. Beltis parecía abrumada con el poco común movimiento que presentaba esa ala de la mansión. Y mucho más con lo contentos que parecían los elfos por tener algo más que hacer que dedicarse a sacar polvo.

 

- ¿Tenemos algún evento importante que haya olvidado? ¿Nos visita el Ministro de Magia? - evitó decir "apareció el patriarca".

 

- ¡Oh no! Nos han avisado que vendría a cenar -hizo una seña al hombre encorvado que seguía a Beltis - y además su hija está atendiendo a una visita en la sala, así que hemos pensado hacer una cena más elaborada.

 

Su elfo parecía el más entusiasmado de todos, mientras los más viejos se limitaron a seguir con sus labores sin prestar mucha atención a la conversación.

 

- Es un buen cambio, no me apetece cenar sola ¿El vino se está decantando?

 

- Sí, señora.

 

- Bien, me iré a dar un baño y bajaré a cenar a la hora de siempre.

 

Ante el cambio, olvidó preguntar cuál de sus hijas estaba en la mansión. Subió hasta su pequeña y desordenada habitación, donde la cama se perdía entre torres de libros que nunca habían regresado a la biblioteca, artefactos de diversa índole y frascos con líquidos de colores regados sobre el escritorio, mesillas y estanterías.

 

- Vaya, vas a tener que organizar esto pronto antes de que sea imposible entrar. - Se desató el cabello y se dirigió a un baúl - Y lleva a mi hija un mensaje de mi parte.

 

Le pasó al mudo squib jorobado una pequeña caja de madera que sacó de un baúl con una nota que rezaba: "Cuídate. Con cariño, Beltis." Dentro, cualquiera que fuese la hija la que estaba atendiendo a una visita, encontraría una poción bastante efectiva para esas circunstancias. Esperaba que la otra de sus hijas apareciera esa noche, para completar la escena familiar.

 

Se metió en la bañera mientras afuera se desataba la tormenta.

 

- ¿Debería invitar a Pik? Seguro agradece un poco de vino para celebrar su nuevo trabajo.

 

 

@ Lavinge

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Editado por Beltis

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"Otra vez en estas cosas" Pensaba Matthew para sus adentros mientras caminaba por las calles de lo que parecía ser un baldío medio abandonado de Ottery, sus pasos resonaban por todo el lugar que se encontraba naturalmente iluminado por los rayos de aquella tormenta que asomaba por el horizonte, proporcionándole un aspecto un tanto soñador.

 

Triviani estaba en busca de la lujosa y tan codiciada Mansión Malfoy. Toco su rostro quitando una de las gotas que habían caído sobre el, sonrió mirando las nubles grises mezcladas con el negro de que cubría parcialmente todo Ottery. Un vago recuerdo; cuando simplemente desearon tirar excremento a las rejas de la Malfoy, para molestar al mismo Ministro y desatar el caos dentro del mismo Cuartel. Eran malvados por excelencia y perfectos para sembrar el caos algo muy peculiar de los Black.

 

Encogió sus hombros, un pequeño gesto, levantando ambas cejas y siguió su camino hasta aquella colina en donde se encontraba su destino... En busca de una esbelta mujer de cabellos rubios, entraba en una especie de trance con el solo pensar en sus profundos ojos azules en el cual Matthew se perdía. Levanto su mano derecha y apoyo la yema de sus dedos sobre las paredes de ladrillo, para caminar cuan infante jugando con ellas, mientras recitaba una canción en Rumani; una antigua maldición para los magos y brujas que se encontraran serca de él.

 

¿Que se supone que debo decir al llegar? Se detuvo un momento a pensar. ¡Hola! ¿chico brillantina llego? No, eso es espantoso Matthew. Musito.

 

Una brisa cálida bajaba con la compañía de deslumbrantes rayos de la colina, Triviani desapareció al son de ellas, dejando solo unas cuantas hojas de colores otoñales alborotadas en forma de un pequeño remolino; para aparecerse frente a las verjas de hierro forjado de la buscada Malfoy. Un matorral salvaje de hierbas se encontraba adornando por fuera, quizás una simple fachada para los curiosos, él también lo era, o al menos eso pensaba. Pero se animo y las empujo para ingresar. Un pequeño gesto de fuerza y sus ojos se iluminaron como platos al ver tan bello paisaje; un lugar soñado,

 

¿El infierno sera asi de hermoso?... Naaa, no lo creo. Sonrió y recorrió los extensos caminos grava blanca. ¡NO! grito dentro de él, elfos...

 

Estaba claro, el refinado olfato del Licántropo le facilitaba el presenciar diferentes especies a muchos metros de distancia, y para su infortunio, Matthew los odiaba... Prefería mas tener esclavos a un elfo en su hogar.

 

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―Con un...―se comío aquella palabrota que deseaba desprenderse de sus labios, estaba aprendiendo a moderarse un poco, no podía dejar una mala imagen tras estar a poco o nada de emprender un largo viaje. Haise estaba a nada de entrar por la puerta de la mansión, aunque prefería verle en su sitio más neutral y menos familiar―Uno llega y la otra se va―ya se estaba imaginando las quejas de su madre Beltis, no pasaría inadvertida ante ello. Jamás supo como escaparse sin llamar la atención o generar algún malestar en los que le rodeaban o apreciaban, a pesar de los años todo seguía siendo el mismo problema con la rubia. Terca y obstinada hasta decir basta, pocas veces cedía y gracias a ello aprendió a deshacerse de los viejos sentimientos o cosas de antaño que le atarán alguna persona o situación en particular.


―Navian, espero que todo este listo―soltó acomodando las pocas cosas que quedaban en su mesita de noche. La foto de su hijos y ex-esposo, quizás en otro tiempo y espacio, Stephen y ella se reencontrarían. Le había amado como a nadie, le amaría del mismo modo al tener un lazo tan estrecho con el, aquellos hijos que no acababan de entender el accionar de sus padres. Ambos diferentes en muchos aspectos, pero similares en la forma de amarse y entregarse el uno al otro, no por nada 10 años de matrimonio habían válido la pena en toda la extensión de la palabra. Recordando vagamente su sonrisa cargada de vida y carisma, gesto que logró cautivar el corazón de la Nigromante.


―Estamos unidos, no sólo por nuestros hijos―saboreando el néctar que sus labios guardaban de aquel último beso. Su aroma le acompañaba entre sueños, envolviéndole como un manto protector, no le culpaba por haberse ido y en cambio, no le quedaba nada más que vivirle agradecida en cada instante. El Malfoy dejó una huella imborrable en el alma y cuerpo de la vampiro, similar a las que provocan las quemaduras, llegando a lo más profundo de la piel, impregnándose de una forma que pocas veces se veía entre seres como ellos. Aunado a ello el vinculo señorial que les encadenaba por el resto de su eternidad, porque al darle la misma raza que ella, le permitió transformarse en el más grande amor de su vida. El sentimiento era correspondido en demasía por ambos, justamente ahí radicaba lo misterioso y poderoso de su unión. Abrazando con las yemas de sus dedos la alianza que aún tenía en su dedo corazón, no pudo desprenderse de ella y la usaría acompañada por las de la Habilidad de Nigromancia, Videncia y Animagia. Así se iría el recuerdo con ella, posiblemente al volver tuviera un nuevo camino que andar.


Escuchando un chillido brotar detrás de su puerta, invitaba de mala gana al elfo que deseaba mostrarse ante ella―¿Qué pasa?―dedicándole un gesto seco y desentendido, no le miró en lo absoluto. El sirviente se revolvía inquieto, reconociendo el miedo que le inspiraba la hija del Ministro. Aquella mujer de cabellera rubia y ojos lapislázulis, cargados de una frialdad que era capaz de transformar a cualquier ser viviente en un tempano de hielo con solo mirarle brevemente. Esperaba impaciente que ese ser abriera la boca o le terminaría lanzando por la ventana, no entendía el porque le daban tantas vueltas a las cosas, si al final dirían todo de una sola.


―Su madre está en casa, ha pedido que le avise y parece que se cenarán en familia―tartamudeó al darle el mensaje. Mirándole con cierto temor, el solo estaba ahí para servir y no para verse sometido por la maldad de la vampiro. Era una pena que ella no pensará lo mismo respecto al tema, dejándose de lado la falsa modestia o piedad que desde hacía varios años, ya no experimentaba, ni volvería a experimentar. Elevando su mano le hizo una seña para que se marchará de su presencia―¿Algo más?―inquirió poniendo sus ojos en blanco.


―Hay un joven que le busca, pero no viene muy presentable que digamos―explicó desapareciendo en el acto. La sonrisa que se plasmaba en los labios de Malfoy, alcanzó sus orbes azul oscuro iluminándole de una forma extraña y particular―¡¡¡ Ha venido !!!―saltando de la cama salió a recibir a Matthew y tal y como dijo el elfo, no estaba del todo correcto su atuendo, pero eso poco le importo a la joven. Tendría tiempo de ir en busca de su madre, porque le tenía mil y un vivencias que contar, pero por ahora le daría la atención al Triviani―Aquí estás―saltándole encime le daba un beso en cada mejilla, extrañamente se comportaba demasiado cariñosa con el y esperaba que no le incomodara su accionar.



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