Clinica Santos Mangos (MM B: 87868)

[Veronica Prince Rambaldi]

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Volvía en mi nonagésima vuelta cuando una figura femenina me sorprendió escabulléndose, pero ¿de dónde había salido? Comencé a dudar de mi capacidad de espía. Bueno, no, soy periodista, pero debería estar más atenta a esos benditos detalles y ahí tenía a Sagitas, salida de no sabía dónde y con una tijera en la mano. Se veía más desarropada de lo que recordaba, claro que las luces nocturnas no ayudaban.

 

--¿Sagitas? --susurré sorprendida y miré hacia el cuarto en que se suponía ella debía estar --pero ¿cómo? --las preguntas de ella y mía se superpusieron, me encogí de hombros y respondí algo desorientada --no, unos minutos, quizás ciento veinte minutos pero ¿seguro estás bien? Te desmayaste --mi preocupación era genuina y creo que se notaba en el tono de mi voz.

 

Escuché las palabras de Sagitas, abrí una y otra vez mis labios sin saber muy bien que decir. ¿Tenía la clave de la Dirección? Observé sus ropas, no, no, estaba segura que estaban rasgadas cuando llegamos ahí pero no que estuviera tan ehmmm, no sabía cómo definir el extraño estado de sus vestiduras. La seguí murmurando un sí, algo confundida aún, aunque conociendo su fama no sé por qué me sorprendía.

 

--Voy, voy --dije respondiendo a la pregunta y dedicando una sonrisa a la gente de recepción que nos miraba con expresión que no estaba segura de querer traducir, pero estaba segura de que si me mantenía cerca de Sagitas estaría bien, o eso esperaba.

 

La puerta del ascensor se abrió y entramos en él, dirigiéndonos hacia el piso superior donde estaba la Dirección. Aquella era una clínica privada y si no recordaba mal era de la pelivioleta, a la cual miré de reojos, peleaba con una manga muy larga y la otra parecía tener menos tela que antes, ¿cómo se había deformado así? Bajé la mirada y tuve que contener una risita, los pies de Sagitas no lucían mejor que su vestimenta superior.

 

--¿Seguro que estás bien? --pregunté y no sólo pensando en su aspecto sino principalmente en su salud.

[Sagitas E. Potter Blue]

Sé perfectamente cuando estoy haciendo el ridícul0 pero también sé salir airosa de estos momentos. Así, ignoré por completo a la recepcionista, a quien vi por el rabillo del ojo que tomaba un telefonillo, seguro que para llamar a la planta y preguntar si me habían dado el alta, o tal vez para llamar a mi hijo Matt, a saber... Tampoco dije nada a Verónica, quien me miraba perpleja, no sé si a mí o mi vestimenta, pero parecía algo desconcertada. Sonreí ya en el interior del ascensor y le contesté un

 

-- ¡Claro que estoy bien! -- y me puse a tararear la canción que sonaba en el hilo musical mientras el elevador nos acercaba más y más a la última planta, donde estaba la Dirección y la Capilla religiosa. De vez en cuando subía la manga rebelde que seguía cayéndose, como si creciera toda sola. Sí, creo que no se me da bien la costura y la magia juntas.

 

Salimos del ascensor y nos dirigimos a la puerta de mi despacho, que usaba pocas veces ya que casi siempre que estaba en el hospital era en un box de urgencias, a saber cual sería el motivo. El pomo me reconoció, raro, y abrió paso a nuestras dos figuras. Me saqué la desastrada capa verde y me di cuenta que el estado de mi ropa debajo no estaba mucho mejor. Levanté un dedo, el índice, para pedirle un minuto.

 

Me metí en una puertecita y salí casi al instante con una impoluta bata blanca de médico que tenía el logotipo de Santos Mangos en el bolsillo. Las bambas no me las había cambiado. No había encontrado un cordón, así que una de ellas seguía suelta, con la lengüeta hacia fuera.

 

-- Toma asiento, Verónica. A ver... ¿Así que me desmayé? Naaaa, seguro que no. Seguro que sólo languidecí. Las payasas no nos desmayamos, sólo hacemos teatro. Veamos... ¿En que tenía que ayudarte?

 

Con un poco de suerte no recordaba lo de la primicia.

[Matt Blackner]

De donde salía @ ? No estaba demasiado seguro, pero en cuanto me vio, corrió a cogerme del brazo, ayudándome a apoyarme en ella, seguido de un montón de preguntas sobre que me había pasado y órdenes varias sobre pociones y vendas.

 

- Ya sabes...viejas lesiones qeu nunca curaron bien, trabajo, trastadas con mi hermanito... - enumeré, riendo levemente. - Estás segura de que puedes conmigo? - pregunté, mientras caminábamos en busca de uno de los ascensores.

 

Pero en esas que me fijé en dos figuras que salían del asensor. Una de ellas era @@Veronica Prince Rambaldi , la reportera que había ayudado a traer al "primo Maldonado" y a mi madre a la clínica tras el derrumbe de la Torre Negra. En seguida recordé que le debíamos una noticia con aquel accidente.

 

Lo que me hacía fruncir el ceño era la figura que le acompañaba, mi madre, Sagitas, fuera de la habitación. Las señalé con la cabeza, y me encaminé cojeando hacia alli. Llegué a entrar cuando Sagitas se ponía una bata y e preguntaba que tenían qeu hacer.

- Si, te desmayaste. De hecho, se supone que estabas ingresada hasta que mejorases. - gruñí desde la puerta. - Aunque no puedo tenerte eternamente ingresada. - puse los ojos en blanco. Bastante habíamos lgrado mantenerla en la cama.

 

- Señorita Prince, gracias por ayudar a traerlos hasta aqui - agradecí a la periodista, ya que tampoco había sido demasiado amable con la joven en nuestro encuentro anterior.

[Oriánthi]

Departamento de regulación & control de criaturas mágicas.

Seguía en camino de su trabajo, repartir & hacer propaganda de la campaña que el departamento había largado, la vampira también tenia la ilusión que los magos y brujas registraran a sus animales, le hacia ilusión ver que todos colaborasen entre si, sabiendo que muchos poseían criaturas ilegales escondidas en sus castillos o mansiones.

-Buenas tardes- Dijo a los presentes mientras se adentraba al local. -Quisiera saber si puedo dejar unos panfletos por el lugar- Murmuro con una mueca en su boca. -son de la campaña para las criaturas.- Dijo mirando a la recepcionista. -Espero no sea mucho problema, le dejare uno aquí a usted para que lo revise mientras tanto- Sonrió.

Tomo su bolso & del mismo saco pergaminos hechizados con un mensaje de voz a quien los tomara o detuviera a leerlos.

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-Hola! te invitamos a registrar tus criaturas en nuestro departamento, recuerda que una criatura legal es una criatura feliz! Si tienes dudas o no sabes como debes hacer el tramite, no dudes en consultar que te solucionamos tus dudas.- Concluyo el mensaje.

[Veronica Prince Rambaldi]

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La verdad es que sabía que la pelivioleta tenía una forma muy particular de ser, gustaba de ropas nada convencionales y en su pasado había trabajado no solo como payasa. Ella era algo más que la dueña del circo, de floristerías, de aquel mismo lugar en que estábamos, junto con mi ex compañera Lyra habían llegado a ser reconocidas dentro del ranking de los más adinerados, rango cuarenta le habían llamado entonces y hasta habíamos realizado una publicación al respecto. ¿Quién era yo para cuestionar sus gustos o su actitud? Asentí pero me prometí controlarla, no quería que nada malo le ocurriera.

 

Descendimos del ascensor y caminé por el pasillo a su lado, aún en tensión, aunque creo que sus gestos no eran por el dolor sino por la incomodidad de los ropajes que de alguna manera entendía que era lo que en realidad la incomodaba. Observé con curiosidad la forma tan sencilla en que habría la puerta de la dirección, seguramente tenía algún hechizo de reconocimiento, entré tras ella, recordando de pronto una película muggle para niños que había alcanzado a ver alguna vez, "Edna Moda y otra" decía cuando un montón de artilugios muggles apuntaron a la compañera de la costurera. Aquello me pareció tan similar a la situación actual que temí que cientos de varitas, hechizos y quién sabe qué otra cosa más podría apuntarme en cuanto ingresáramos o yo intentara ingresar, pero mi imaginación había volado sin necesidad, quizás un poco fogoneada por el gesto de Sagitas, que ahora identificaba no como espera porque hay peligro, sino espera que me cambio.

 

Un sonido de pasos acercándose llegaron a mí mientras la pelivioleta buscaba una bata, estaba por tomar asiento como ella me había invitado y dude un segundo de si el desmayo la habría afectado, pero no tuve tiempo de responder cuando la puerta que yo no había alcanzado a cerrar se vió abierta y el hijo de la bruja entró reprochando a su madre. Sonreí y asentí, sin darse cuenta el mago me había dado pie para intentar seguir una buena estrategia.

 

--No ha sido nada Señor Blackner, aprecio a su madre, he tenido el placer hace unos años de hacerle un muy interesante reportaje donde aprendí mucho de su persona, además del gusto de haberle dado clases de Idioma bajo el mar --sonreí recordando aquellas épocas --creo que es la idea de escuchar la fantástica historia de la Torre Negra y el Primo Maldonado lo que me hace sentir que valdrá la pena cada segundo dedicado a su cuidado, conociendo la grácil verborragia que la Señora Potter Blue tiene. ¿No es así Sagitas? --dije observando con expresión de niña ante su ídola mientras tomaba al fin el asiento que ella me había ofrecido, esperando la que se vendría.

[Sagitas E. Potter Blue]

-- ¡Demonios desdentados! ¿Es que no puedes dejarme en paz? -- contesté a mi hijo Matt con malos modales. -- Estaba ingresada, tú misma lo has dicho. Ya no lo estoy.

 

Me afiancé la bata blanca como si fuera un refugio ante mi hijo; le conocía y era capaz de mandarles que me ataran a una camilla. Así que aproveché la charla de Verónica para cambiar drásticamente de tema.

 

-- ¡Fue una clase maravillosa! ¿Sabes que tengo una migración anual de Sirenas en el lago y nos transmitimos noticias gracias a sus enseñanzas. Te debo tanto... Es maravilloso poder hablar con los grindilow y los habitantes marinos. Hay una cueva dentro y... Ejem.... ¿Por dónde íbamos?

 

Sí, ya había dicho la palabra clave: El Primo Maldonado. Soplé un poco y le indiqué a mi hijo que cerrara la puerta y se uniera a nosotros. Un momento... ¿Grácil verborragia? ¿Era un insulto o un halago? Enarqué una ceja y la observé un segundo, después subí una pierna (la de la banda sin cordón) encima de la otra, en una postura nada social, de eso estoy segura, y empecé a hablar, mientras jugueteaba con la lengüeta.

 

-- La pasada noche hubo una explosión en un local del Sr. Primer Ministro. No puedo decirle el motivo de la deflagración porque no lo sé. Soy Acciden... Quiero decir que fui Accidentosa y reconozco una explosión por el tipo de expansión de la roca y por el fuego que se creo. Me inclinaría a pensar en una poción explosiva o, incluso en algún fluido extraído de cuerno de Erumpent. Aunque... -- sonrisa disuasoria -- eso no son más que especulaciones. Puedo afirmar que quedamos atrapados tres personas, el Sr. Ministro, una servidora y un centauro. Porque son personas, espero que no se te ocurra llamarle animal porque yo me enfadaré mucho pero ellos son capaces de cocearte por tal insulto a su inteligencia. Son seres muy inteligentes y... Hem...

 

Ya me iba otra vez por las ramas.

 

-- Cuando salimos de las ruinas, que yo sepa, aún no se había encontrado al pobre Centauro. Espero que haya sobrevivido. -- Mirada larga a mi hijo por si él sabía alguna noticia del caball... digo de aquel ser sepultado. -- Estuvimos unas horas dentro y conseguimos salir por allá gracias a... Hum...

 

¿Magia avanzada? ¿Hasta qué extremo podía decir eso? Bueno, se enseñaba en la Universidad, no es que fuera magia oculta y oscura.

 

-- ... Gracias a cierto nivel mágico que aprendí en libros. Aunque agradezco la disposición del Departamento de Accidentes quienes sustentaron y afianzaron las ruinas de manera que pude sacar al Sr. Malfoy antes de los desprendimientos finales. Sobre qué provocó el suceso, supongo que tendrá que preguntarle al equipo de investigaciones de la primera planta. Mandé a Accidentes que no repararan nada hasta que llegaran los equipos de Seguridad y los Inquisidores, ¿verdad? -- ¿O lo habría soñado? Fruncí el ceño y lancé un suspiro. -- Trasladamos al Sr. Ministro a esta clínica privada para favorecer su intimidad y, de momento, sólo podemos decir que sigue estable dentro de su gravedad con pronóstico reservado.

 

¿Y yo qué sabía si no me había pasado por la planta por si me metían en una celda acolchada? Pero siempre había deseado decir algo tan chulo en voz alta.

 

-- ¿Alguna pregunta más, señorita @@Veronica Prince Rambaldi?

[Veronica Prince Rambaldi]

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La pelivioleta saltó como resorte de cajita de sorpresas ante la presencia de su hijo, me acomodé mejor en una de las sillas que había en la estancia, esperando que no fuera a presenciar un drama familiar. No era que me molestase, podía soportarlo, pero ello me obligaría a mantener mis dedos quietos y obviamente, no podía fallarle a Sagitas ventilando sus problemas filiales si se daban. Pero por fortuna ya se había desviado el tema para otro lado, aunque la Potter Blue se iba a enroscar en su bata de la forma en que se abrazaba con ella. Sonreí, sonrojada y murmuré unas palabras de agradecimiento por sus comentarios.

 

--De verdad me alegro mucho te agradase y te fuera tan útil. No sabía lo de la migración de las sirenas, sería una interesante nota si deseas contar tu experiencia con ellas, con gusto lo publicaremos en El Profeta --agregué pensando que sería interesante una colaboración con noticias sobre la vida social de la comunidad mágica y los seres que conviven con ella.

 

Dude, unos segundos, tantos como los había dudado ella, pensé que elogiar su facilidad para hablar y narrar los hechos no era mala idea ¿o sí? Como fuere, comenzaba la historia y no dudé en sacar mi libreta y vuelaplumas, aunque lo pensé mejor y tomé una pluma normal, quizás había cosas de las que no debía dejar constancia y con una pluma normal es más sencillo. Deslicé con gracia la misma sobre las hojas de pergamino tomando nota de lo principal.

 

Explosión noctura en La Torre Negra, dudé unos segundos, escuchando atenta la explicación y asentí, origen desconocido aún, tres víctimas, P.M.CM., Sagitas Potter Blue, Centauro de nombre desconocido. Más vale ponía de esa manera, sonreí y volví asentir, susurrando.

 

--Tranquila, seres --afirmé que utilizaría esa palabra, era intermedia y creía era tan aceptable para los pro humanos y los contra humanos de los centauros, aunque tenía la sospecha, por lo poco que conocía que a ellos no les simpatizaría que se les dijese exactamente humanos, ya que aunque no eran bestias, creía que tampoco que consideraban humanos como nosotros, al contrario.

 

Centauro aún desaparecido, se le busca; horas bajo los escombros, rescate gracias a la magia de alto nivel, era una buena manera de decirlo, después de todo para los lectores quedaría claro pero no sería ninguna revelación particular. Departamento de Accidentes afianzó las ruinas de la T.N. así Sagitas rescató a P.M.C.M., Equipo de Seguridad e Inquisidores investigarán los hechos antes de las reparaciones. P.M.C.M. en una Clínica privada para su seguridad e intimidad, con pronóstico reservado.

Levanté la vista tras revisar una vez más mis rápidas anotaciones, el resto sería cuestión de mi memoria y un buen armado. Sonreí una vez más en señal de agradecimiento. Matt se había mantenido callado, pero en verdad Sagitas me había dado pie para seguir y no lo pensaba desaprovechar.

 

--Muchas gracias y ehmm, pues sí, ¿qué hacían el Centauro y tú en La Torre Negra? ¿Conoces el nombre del Centauro y su relación con la explosión? --dudé, sería mucho aprovechar --¿Creen que fue un atentado o un accidente? --miré también a Matt, esperando si decía algo al respecto y agregué para él --¿El Cuartel de Inquisidores y el Equipo de Seguridad ya se han presentado?

 

Me detuve y esperé, la siguiente pregunta que tenía en mente necesitaba tantear más antes de lanzarla o quizás no tuviera respuesta favorable, quizás si era un doble pedido tuviera suerte al menos con uno de ellos, esperaría a ver cómo seguía el ambiente.

 

@ @@Matt Blackner

[Matt Blackner]

Tuve que hacer verdaderos esfuerzos para no echarme a reir con los gritos y la cara que puse Sagitas. Si, permanecer ingresada le gustaba tan poco como a mi, pero esta vez había sido yo quien la había internado, y no le gustaba que insinuara que debía volver a esa situación.

 

Cerré la puerta y me apoyé contra la pared, mirando a mi madre y a @@Veronica Prince Rambaldi , de forma qeu pudiera descansar un poco el tobillo dolorido del peso qeu soportaba.

 

Escuché el relato de Sagitas, como había quedado atrapada por la explosión con el Primer Ministro y el Centauro, y como habían logrado salir Sabía qeu la periodista tomaba nota de lo que decía para redactar su artículo.

 

Ahora, me tocaba responder a mi.

- Yo descartaría el atentado. Como he reflejado en mi informe, lo más probable es que se deba a cuerno de erumpment, o en su defecto el fluido que se extra de ellos, en mal estado. Encontramos restos de cuerno, y si no se conserva debidamente se convierte en un elemento mucho más peligroso de lo qeu ya es. Tardamos más o menos una hora más en sacar al centauro, excepto una pata rota y alguna magulladura, se encontraba bien. No se su nmbre, pero creo recordar qeu trabajaba alli.

 

Me froté la barbilla, pensativo. Habíamos dado aviso a los demás departamentos, pero me había marchado hacia la clínica en cuanto el trabajo estuvo listo.

- Lamento decirle que no se si se han presentado ya en la zona. Cuando yo me marché no estaban al menos. Pero accidentes ha asegurado la zona. En mis recomendaciones afirmo qeu nuestro departamento no puede hacer más alli. Accidentes puede reparar grandes destrozos, claro, pero tenemos un límite. Si queda una estructura en pie, podemos trabajar a partir de ahi, de una base. El problema alli es que ha quedado totalmente en ruinas, no hay nada con lo que trbajar. Sería una reconstrucción total, de cero, asi qeu lo mejor es qeu construyan un nuevo edificio.

[Veronica Prince Rambaldi]

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Matt tomó la palabra y le atendí continuando con las notas, atentado no, accidente, restos de cuerno de erumpent en mal estado, una hora rescate del centauro -conseguir nombre- pata rota, magulladuras, empleado de L.T.N.

 

Asentí ante sus palabras, era un hecho interesante, no sabía de centauros que laborasen para magos, por más que éstos fueran el primer ministro. Me asombré a mi misma, era la primera vez que pensaba en él de esa manera y no como el primo Maldonado. Tenía que averiguar cómo había logrado que además un Centauro trabajara para él en un local del Diagon, pero eso sería más adelante. Matt parecía cansado, su postura demostraba que intentaba no sobrecargar una de sus piernas y comprendí qué quizás necesitara él también acomodarse y descansar.

 

Tomé un par de notas más, Accidentes aseguro la zona, daños totales, Accidentes sugiere reconstrucción. Miré a Matt sonriendo, agradecida por sus palabras.

 

--Gracias Matt, se que necesitas descansar, unas preguntas más para tí ¿dónde atienden al Centauro? ¿Avisaron al Departamento de Criaturas? ¿Crees que hable conmigo?

 

Con los datos de Sagitas y él podría hacer una nota interesante.

 

 

@ @@Matt Blackner

[Matt Blackner]

Me encogí ligeramente de hombros al oir el agradecimiento de @@Veronica Prince Rambaldi , notando qeu me sonrojaba ligeramente. La miré mientras preguntaba si alguien había acudido para atender al Centauro, pero negué con la cabeza.

- Al llegar a la zona dimos aviso al departamento de Criaturas, en cuanto supimos que había un Centauro atrapado entre los escombros. No aparecieron, asi que...

 

Metí las manos en los bolsillos y apoyé momentáneamente el peso sobre el tobillo izquierdo, antes de volver a apoyarme contra la pared, tamborileando con los dedos en la pared.

 

- Asi que cuando lo sacamos de ahí debajo, bueno...no sabía si lo atenderían en San Mungo o aqui, asi que... - levanté la vista hacia mi madre, algo nervioso.

 

En este momento, o me mataba o aplaudía mi idea.

- Dije a los chicos que lo llevaran al Circo para que el Enano Gruñón los atendiera. No iba a dejarlo sin que alguien lo revisara al menos.