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Aethonan’s House (MM B: 103478)


Sherlyn Stark
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Wilmor Stiler

 

- Bien, bien - respondí a aquel joven mientras me indicaba todos los datos de Summer.

 

El caballo parecía comenzar a desesperarse ante el espacio reducido, así que apunté en un pergamino una nota para que nos encontraran en la primera habitación del segundo nivel, dónde claramente el animal estaría mucho más a gusto y además podrían revisarlo. Dio un toque al pergamino con su varita y este salió volando en dirección a la cafetería, justo en el momento en que Summer comenzaba a resoplar.

 

- Bueno, creo que no estará muy cómodo esperando mucho tiempo por aquí, así que si me permite.

 

Me dirigí en dirección a las angostas escaleras. Di un toque con mi varita al segundo escalón en la esquina superior derecha y de pronto estas se ensancharon, lo necesario para que más de un solo caballo ingresaran por ellas. Dudé un minuto, no había escuchado que las reglas hubieran cambiado ... pero Helen subió hace un momento con aquella muchacha... al fin me decidí:

 

- Adelante - le dije al joven mago y encaminé la marcha.

 

Al llegar a la planta superior me dirigí a la primera puerta de la derecha, la abrí y Summer se precipitó al interior. Era la planta de animales terrestres, simulaba diversos hábitats en un sólo espacio; allí Summer podría esperar más pacientemente a ser atendida.

 

- Ya viene la veterinaria, en unos minutos estará aquí - le indiqué al joven mago.

 

@@Syrius McGonagall

 

 

Helen Evans
- ¿Y dónde te quedas? - pregunté a la bruja ante la mención de que no conocía a su familia.
Aquello era más común en el mundo mágico de lo que uno suponía. Yo suponía que le hecho de tener que ocultarse de la comunidad muggle ocasionaba aquello, aunque no así en todos los casos... habían otros que tenían otro tipo de trasfondo.
- Y ¿Tienes alguna pista de si tu familia vive aquí, en Londres?
Por algún motivo me interesaba saber más de la joven y tratar de ayudarla, tal vez porque me recordaba un poco a mí cuando me enteré que Karen no era mi madre, o tal vez, porque simplemente necesitaba llenar ese vacío que sentía desde hace un tiempo... ese saber que había algo más que no podía entender aún que era.
- Claro que puedes tomarlo - le dije entregándole a Kalency - Pues por ahora no hay muchos, estuvo algún tiempo en inactividad... por allí jugando seguramente hay un Crup y en aquel árbol, se instaló una familia de Browtruckles... además por allí debe estar un Fwooper rosa.
Nos adentramos más en la habitación para que Litsy pudiera buscar los animales que deseaba ver.
@Litsy

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  • 6 meses más tarde...
Los últimos rayos de sol caían sobre las plantas de jazmín, indicando que el atardecer se aproximaba. Hacía tiempo que no visitaba Aethonan’s House, a pesar de eso, visitarlo le seguía provocando la misma sensación, calma. Sus únicos pensamientos eran sobre las renovaciones de las instalaciones, especialmente del jardín donde se encontraba en ese momento. Creía que no sería importante consultar a Helen sobre las compras de unas simples plantas, después de todo, su idea era sólo comprar pocas y de tamaño reducido, de esa manera las vería crecer.
Con sus dedos tocó el tallo frondoso que le daba forma a la planta de cerezo, pudiendo identificar sus características y el estado en el que se encontraba en esos momentos; parecía crecer de manera favorable. Por otra parte, había otras que no se encontraban así, carecían del brillo que emanaba la anterior y eso se debía a los malos cuidados que les estaban brindando. Para ella as plantas eran igual de importantes que cualquier criatura viva y era terrible que no se les respetara de la misma manera. Sólo esperaba que las criaturas no corrieran el mismo destino que éstas.
— ¿Blondie? —murmuró, mientras se erguía para buscar a la elfa domestica.
Durante su ausencia una de las criaturas que se habían mantenido a cargo del local era ella y suponía que podía tener una respuesta sobre lo que había sucedido. Se dispuso a caminar hacía la mesa de entrada para seguir con el recorrido. Era trágico pensar que incluso su ausencia era la culpable de lo que estaba sucediendo, por otra parte, consideraba soluciones inmediatas.
—¿Blondie? —Volvió a decir, ésta vez en la sala.
Registró el lugar con una mirada y luego se dirigió a la caja donde registraban las ventas, estaba vacía, aún así no se sorprendió porque era lógico que se encontrara en esa situación los primeros días de la semana. Otra cosa era creer que las elfas y Helen se habían fugado con las pocas recaudaciones que recibían. Sonrió al pensarlo. Era tan ridículo como pensar en instalar una fuente de veinte metros en el jardín; si el lugar se ampliara podría hacerlo pero no sería una de sus prioridades en ese momento.
Observó la lista que registraba todas las compras de los meses recientes, eran pocos, lo que indicaba que el local no estaba teniendo la misma visibilidad que meses atrás. Sin embargo, no era sólo eso, necesitaban ofrecer algo nuevo pero, ¿qué podría ser? Volvió a girar hacía la entrada creyendo haber oído algo.

* * * *

Terror en Arthonan's House

El silencio se había instalado en el lugar y, en cierta forma, daba la sensación que se intensificaban. Y, eso no sólo le provocaba cierta incomodidad, sino que también estremecimiento. Se acercó hacía unos muebles antiguos y llenos de polvo y, sin dudar, los transformó en instrumentos musicales, luego les hizo un encantamiento para que sonaran melodías clásicas y leves en volumen bajo.
Sherlyn había decidido realizar una reunión en su pequeño local del Callejón Diagón y por ese motivo el ambiente estaba decorado para la ocasión. Había transformado las decoraciones ya instaladas a otras de aspecto tétrico, asegurándose que tendrían ese aspecto durante la jornada.
También se había atrevido a adquirir decoraciones tales como arañas de juguete, para ser precisos, un centenar de ellas, y estaban dispersas por el local. La lámpara luminosa de la sala de espera se había transformado en un candelabro de extensas dimensiones y con velas grasientas que eran lo único que brindaría luz, dado que el encuentro se llevaría a cabo luego de el sol cayera.
— Está todo listo.
Su mirada se dirigía hacía las mesas largas que contenía diferentes tipos de aperitivos, dulces y bebidas mágicas, la cantidad suficiente. Ella se había asegurado que en el lugar no se infiltraran sustancias que pudieran considerarse tóxicas para los invitados, esto incluía bebidas alcohólicas. Debajo se encontraba una manta negra de textura gruesa y relieves góticos.
Sólo el mostrador, la sala de espera y el jardín estaban habilitados para el evento. Se había encargado de que el ruido no molestara a las criaturas mágicas que se hospedaban en el edificio, por lo tanto, el segundo, tercer y cuarto piso estaban cerrados con llave, así mismo la escalera que los dirigía.
Si bien, no era una fiesta de disfraces, cualquiera podía optar por algún distintivo como vestimenta oscura y artículos que pudieran hacer la diferencia, como sombreros o antifaces. Ella llevaba un vestido largo y oscuro, con un antifaz en su rostro. Los elfos que eran empleados se habían dispuesto a cooperar en los preparativos.
Editado por Sherlyn Stark

 

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  • 1 mes más tarde...

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Octubre, el mes del espanto, el mes en el que todos podían disfrazarse de lo que ellos quisieran, incluso los muggles aprovechaban este mes para sacar lo más terrorífico de cada uno, de manera figurativa. El mes en el que estaba bien usar negro de pies a cabeza, para ella era vestir normalmente, aunque en aquellas fechas utilizaba sus mejores prendas oscuras, prácticamente tenia un vestido o conjunto para cada fiesta o celebración a la que la invitaran.

 

Aquel día habia optado por un vestido de manga corta y falda corte A que le llegaba a la mitad del muslo, acompañando al atuendo unas botas de tacón grueso, unos guantes de tela ligera casi transparente que le llegaban al codo, un sombrero de ala mediana y cubriéndola de frío y viento que comenzaba debido al otoño, una túnica de terciopelo sin capucha que llegaba por debajo de sus rodillas, todo el color negro. Gracias a su atuendo su piel lucia más blanca rematada por el rojo intenso de sus delicados labios.

 

Caminaba tranquilamente por el Callejón Diagón, el sol comenzaba a ocultarse, los últimos rayos del astro mayor relucían en su cobriza cabellera, que rebotaba con cada paso que daba. Muchos de los locales comenzaban a cerrar mientras que otros tantos apenas comenzaban sus labores. Continuo caminando hasta llegar a la fachada del lugar que estaba buscando, el letrero con el nombre rezaba "Aethonan's House" antes de ingresar saco un antifaz del bolsillo de la túnica y lo coloco sobre su rostro, el antifaz de negro encaje se ajusto y sujeto por arte de magia a su piel.

 

Ingreso al lugar, echo un vistazo al interior del establecimiento, el cual ya estaba ambientado para la ocasión. Arrugo un poco la frente al percatarse de que habia sido la primera en llegar, aquello no le gustaba pero ya estaba ahí no podía marcharse.

 

En esos momentos un elfo vestido de acuerdo a la temática se acerco hasta ella, la chica saludo al domestico con un movimiento de cabeza para después entregarle su túnica y su sombrero, dejando ver que llevaba dos mechones recogidos en la parte de atrás de su cabeza con un broche con pedrería.

 

-Puedo encárgate esto- dijo en relación a las prendas -Veo que no ha llegado nadie más, ¿Puedo servirme algo de beber?- el elfo asintió por lo que la Crowley se acerco hasta una de las mesas.

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Cuando decía que el Halloween no era mi festividad favorita, me solían mirar como a un bicho raro. No es que fuese lo normal que esta fuese la festividad favorita una persona, pero supongo que yo no tenía la cara de preferir la Navidad o el día de San Valentín. Casi podía oír sus voces diciéndome, con sorpresa pero también escepticismo, "¿en serio? ¡Porque con esas cicatrices no tienes que disfrazarte siquiera!". Sé que hay algo importante en la noche de brujas —o Samhain, como le dice Eileen—, pero la verdad nunca me interesaron mucho las costumbres o las tradiciones, salvo por una buena cerveza luego de una misión exitosa. «Aunque, claro, se supone que ya no bebo alcohol», me dije. Así que la verdad es que no tenía ningún plan en especial; supuse que pasaría la noche en casa, viendo alguna película en la televisión...

 

Pero, como siempre, mis planes cambiaron. No fue nada muy dramático, sólo un nombre en un panfleto que me trajo muchos recuerdos. ¿Qué puedo decir? Siempre he sido una nostálgica. Creo que estuve de buen humor, por lo menos hasta que entré al Callejón Diagón y me di cuenta de que, lo que extrañaba, ya no existía. Esa noche la mayoría de los negocios estaban cerrados y habían muy pocas personas caminando en las calles. Busqué refugio en mi chaqueta de cuero, clavé la mirada en mis tenis, y caminé con pocas ganas, comenzando a arrepentirme.

 

Nunca había estado en aquel lugar llamado Aethonan's House, sólo conocía la información básica. Normalmente no lo hubiera visitado, seguramente. Nunca fui muy buena con las criaturas mágicas, mi única mascota fue Nymeria y ahora ni siquiera era mía, sino que Eileen la había acogido. No pude culparla, por supuesto. Sé que la abandoné e incluso yo me di cuenta de que estaba mejor con ella que conmigo... ¿Cómo es que siempre encontraba la forma de relacionar cualquier cosa a pensamientos oscuros? Sacudí la cabeza y decidí entrar de una vez. Ya lo había decidido: saludaría a Sherlyn, comería un poco de pastel y me iría antes de la medianoche.

 

Habían más personas, aunque no podía reconocer a nadie, pues usaban antifaces. No sabía que era una fiesta de disfraces, aunque de todas formas no hubiese cumplido con el código de vestimenta. Crucé los brazos, esperando que no fueran esnobs que no aceptaran mis jeans, un poco desgastados, y mi camiseta de Las brujas de Macbeth... No es que me preocuparan las críticas, pero quería quedarme lo suficiente como para saludar. Eché un rápido vistazo, aunque sabía que no saludaría a nadie, pues era poco probable que estuviera alguien conocido. Así que lo primero que hice fue acercarme a una de las mesas. Afortunadamente, parecía no haber alcohol lo cual hizo que mi elección fuese bastante fácil. A mi lado también había una joven tomando algo para tomar, pero decidí concentrarme en lo mío. Tomé un refresco de cola y comencé alejarme.

 

Me detuve súbitamente, cuando sentí algo extraño. Era una ráfaga fría, que pareció atravesar mi piel... Quería asegurar que no era mi imaginación, pero tenía mis dudas. Siempre tenía dudas conmigo misma. Decidí ignorarlo, en lugar de regresar a casa: no fue mi primer error de la noche, pero sí el que más lamenté. ¡Pude haberme ahorrado tantos problemas!

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El panfleto había llegado a sus manos no sabia como, pero como no tenia nada mejor que hacer, decidió que iría aunque fuera un momento. Con su nueva ocupación, usando su don nato de la adivinación, ni siquiera tenia que tener un lugar fijo para trabajar, solo bastaba con una mesa, un poco de te y un mazo de cartas. Así que tiempo tenia y de sobra, por lo que a veces el aburrimiento la mataba. No estaba segura si debía ir disfrazada así que no lo pensó mucho, iría en su moto vestida de motociclista, así no fallaba, si no era de disfraces podía justificar vestir así por ir en moto y si lo era, pues ese era su disfraz, una ruda motociclista.

 

Pantalones de cuero, camiseta negra con el logo de un grupo de heavy metal en el centro, chamarra negra de cuero, botas de tacón porque ante todo era una dama, ruda, pero dama, el cabello sujeto en una cola de caballo, lentes negros y guantes de cuero sin dedos. Detuvo la moto frente al local y se quito el casco, se arreglo un poco el cabello, se retoco el labial negro mirándose en el espejo y entro con el casco en la mano mirando todo a su alrededor. Dos personas habían llegado antes que ella y por supuesto la dueña del local, al parecer había llegado temprano, de nuevo. Siempre era de las primeras y eso la desquiciaba, no podía esconderse entre la multitud, porque no había multitud, ahora tendría que socializar.

 

- ¿Puedo tomar su casco y su chamarra tal vez, señorita? - dijo una voz cercana al suelo por lo que la rubia tuvo que mirar hacia abajo donde un servicial elfo le tendía la mano para recibir las cosas - solo el casco, la chamarra me la quedo, gracias.

 

- hola - dijo a manera de saludo general mientras saludaba también con la mano levantada y enseguida se puso a mirar en las mesas preguntándose si habría algo que ella pudiera comer, los vampiros rara vez comían comida humana, pero el vino era aceptable, lamentablemente ahi no había nada. De repente su olfato detecto lo mas parecido a esto ultimo, jugo de uva. Se encogio de hombros y lo tomo de una copa en una de las mesas.

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Aun no sabía porque se ofreció a cuidar al pequeño Richard, quizá fue porque lo vio todo aburrido jugando con un trenesito en un rincón o quizá era por el hecho de que últimamente se sentía un poco desplazado, después de todo había ahora tenía cinco hermanos con quien compartir a sus madres.

— ¿Has visitado el Diagón cuando se acerca Halloween? —le preguntó al niño rubio poniendose, con algo de dificultad debido a su pancita, de cuclillas.

—No…¿Ya es Halloween? Mi mamá dijo que aun falta y por eso no me deja comer dulces —respondió sin dejar de jugar.

—No aun no es, pero podemos comer un helado y visitar algunas tiendas —cuando dijo la palabra helado, finalmente Richard dejó de lado su juguete y la regreso a ver.

—Vale… pero tengo que avisar antes —sin dejar siquiera que ella le dijera que Kam y Ale ya le habían dado permiso, salió corriendo en busca de sus mamás.

Mientras lo esperaba fue en busca de su túnica y cuando se la estaba poniendo cayó al suelo la moneda que servía como medio de comunicación entre los miembros del bando. Había olvidado por completo que ese día había una fiesta en un local del Diagón, pero era tarde para retirar la invitación que le había hecho al pequeño Richard.

—Puedo hacer acto de presencia... —murmuró frunciendo en entrecejo.

—Han dicho que si… vamos prima Kaori —dijo el infante todo emocionado con una enorme sonrisa en el rostro.

—Bueno, además del helado iremos a una fiesta —no sabía si era de disfraces, pero si lo era podía improvisar algo. —Vamos…—estiró la mano para que el niño la tomara y abrió un portal frente a ella.

Desde que estaba embarazada ese era su medio para movilizarse preferido, resulta que al bebé no le gustaban ni los trasladores, las escobas o aparecerse. Era la primera vez que agradecía haber aprendido a usar la magia de los Uzza. El portal se cerró apenas ellos cruzaron, frente a ellos esta el callejón Diagón en todo su esplendor, con las tiendas adornadas con motivos propios de la fecha. Ahora solo tenía que encontrar el local en donde sería la fiesta.

Editado por Valkyria Karkarov B.L

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El mago abrió el empaque de la jeringa y luego le insertó un líquido de amarillento a la misma, con un pedazo de tela se apretó con fuerza para que sirviera de torniquete y se inyectó a sí mismo. Al hacerlo, soltó un gemido y se dejó caer sobre el sofá de su habitación en la Casa Clarence.

 

Edmund no era un junkie, como muchos pudieren creen si le vieran en aquel estado; pero consumía de manera casual, especialmente cuando tenía tantas responsabilidades encima, muchos pensamientos rondando su cabeza, deberes, obligaciones y demás. Era una de las pocas formas de escape que conocía y algo que prefería hacer sólo pues no se sentía identificado con alguien más. Además, conocía sus límites. No lo hacía por diversión o placer, o por lo menos no por eso únicamente, y eso le hacía no caer en una adicción sin control. Eso sin contar que tenía cosas en que ocuparse y a Charles, que era lo más importante.

 

Una hora después, cuando el efecto se iba yendo, alguien tocó la puerta. Con un hechizo desvanecedor, Browsler hizo desaparecer la evidencia de la escena del crimen.

 

- Adelante -invitó a quien estaba tocando la puerta.

 

Era Charles, quién estaba curiosamente disfrazado de vampiro.

 

- Voy ir a la casa de Malfoy, por la fiesta que te comenté -dijo. A pesar de que era muy rebelde, tenía respeto por su padre y no lo desobedecía, o por lo menos no siempre-. Y no llegaré tan tarde.

 

- Por supuesto, Charlie, saluda de mi parte a los señores Malfoy.

 

Aún le sorprendía que Charles hubiese quedado en Slytherin, siendo que todos los miembros de su familia habían sido Gryffindors por generaciones y generaciones. Por supuesto, James también había sido Slytherin, pero todos sabían que él no era Browsler como tal, sino que se le había dado el apellido por adopción. En fin, Charles era el primero en pertenecer a aquella casa de Hogwarts y ahora se juntaba con Malfoys, Blacks, Lentrages, Yaxleys, entre otras familias de ascendencia de práctica de las artes oscuras. Y el que sus mejores amigos fueran Black y Malfoy no lo hacía más fácil. Generalmente acompañaba a su hijo a toda clase de reuniones y eventos, pero no podía hacerlo en una fiesta que adolescentes. No, Charlie no le perdonaría algo como eso. Así que no tenía otra opción más que rezarle a Merlín que su hijo no se vierta atraído por las artes oscuras en ningún momento de su juventud.

 

En sus manos, Edmund tenía una invitación a una fiesta de Halloween por sus compañeros de la Orden del Fénix, en el Aethonan's House. Después de meditarlo un par de veces, se dijo a sí mismo que no iba a perder la noche. Y estaba seguro de que Charlie no iba a llegar nada temprano.

 

Y así, después de alistarse, llegó al Callejón Diagon por medio de la aparición.

 

Al entrar al local vio a un par de caras conocidas, pero antes de saludar decidió ir a buscar un trago para poder sentirse más cómodo. Sólo observó bebidas sin alcohol. ¿En serio aquello era una fiesta? Por suerte, siempre tenía reservas dentro de su monedero de piel de poke. Cogió un vaso, y después de sacar una botella de whiskey de fuego, se sirvió a su gusto.

 

- ¿Quieren un poco? -ofreció a Zahil y a Nicole cuando las vio-. Tú no, no le hace bien al bebé.-dijo a Kaori-. Y tú menos, niña -espetó a Madeleine, aunque sólo bromeaba por la estatura y complexión de la chica, y eso se le notó en su sonrisa-. Es broma, ¿quieres? -Después de acabarse el vaso de un sorbo, comentó-. Y disculpen mis modales, buenas noches tengan todas, ¿alguien ha visto a la anfitriona? ¡Que empiece la fiesta!

 

Y en cuanto dijo eso, una bombilla de luz explotó cerca a ellos. Todos se agacharon y Edmund intentó cubrir a Kaori, evitando que los pedacitos de vidrio le pudiesen cortar.

 

- Oh, diablos -dijo, incorporándose-. Juro que no he sido yo.

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—¿Qué hay, Granger? —saludé mi vieja compañera de la Orden Oscura, Zahil Granger. A pesar de que no éramos amigas íntimas, era una de las personas de la nueva Orden del Fénix con la que más cómoda me sentía; después de todo, nuestra magia estaba unida y lo estaría mientras mantuviéramos nuestra lealtad al bando. La última vez que nos encontramos creo que había perdido las esperanzas de que esa oscuridad siguiera viva dentro de mi,

 

Los siguientes en llegar fueron Matsudaira, una bruja a la que conocía muy poco —aunque, últimamente, eso no era nada raro—, y Browsler, a quien tenía cierto tiempo sin ver. Parecía que últimamente regresaban a la Orden los de la vieja escuela, lo cual no me molestaba. Siempre necesitábamos gente que se sumara a la causa. Mientras que la bruja llegó con un pequeño infante, el mago estaba acompañado por una especie de exaltación. Aunque, por supuesto, se suponía que uno debía tener esos ánimos al ir a una fiesta, así que él era el que actuaba de forma más normal. ¿Por qué no dejarnos contagiar?

 

—Lo siento, mi madre dice que no confíe en los señores viejos que le ofrecen bebidas a las jovencitas —respondí casi sin pensarlo. De todas formas no aceptaría la bebida, por mucho que quisiera; estaba decidida a superar un evento social manteniéndome limpia, pero también divirtiéndome.

 

Aunque Browsler me hizo recordar por qué decidí ir a ese lugar en primer lugar. ¿Dónde estaría Stark? De cualquier forma, eso no lo detuvo a él. Declaró que la fiesta estaba empezando... e inmediatamente tras sus palabras, estalló una bombilla. Por inercia mi mano derecha se dirigió a mi varita mágica, pero me obligué a no levantarla contra nadie. Debía recordarme que no estábamos siento atacados, que sólo fue un accidente. Lentamente aflojé la mano.

 

—Vaya manera de comenzar una fiesta, Browsler —murmuré por lo bajo. Todavía me sentía tensa, no podía evitarlo. Sin saber por qué, quizás sólo para intentar tranquilizarme, comencé a recorrer el lugar con la mirada. El que busca encuentra, ¿no dicen eso? Y en efecto, lo hice. Vi una gran sombra, que pasaba por la gran ventana de vidrio que daba al jardín de afuera; aquella visión me dio escalofríos— ¿Alguien vio eso? —lo pregunté con un hilo de voz, pues no quería que me dijeran que sí... pero necesitaba saber.

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Matt Ironwood.

 

 

La repentina lluvia otoñal que tan inesperadamente comenzó a caer sobre la ciudad se acabo de la misma manera que comenzó, súbitamente. El mago guardó su varita en el bolsillo de su pantalón de vestir negro y siguió caminando por la calle empedrada principal del Callejón Diagon mientras esquivaba los pequeños charcos de agua. Se estaba comenzando a acostumbrar al clima británico, siempre y cuando no olvidara el encantamiento paraguas estaría bien.

 

El castaño aceleró un poco el paso al ver que la hora de inició de la fiesta a la que fue invitado estaba por acercarse, conocía muy bien el significado de la frase “puntualidad inglesa” y no quería darle mas motivos a los británicos para que siguieran manteniendo aquella imagen de “impuntualidad” de los americanos.

 

También se esmeró un poco en cuanto a presentación se refiere, lucía un prolijo traje azul oscuro casi negro, una camisa blanca impecable debajo y una corbata sin una sola arruga, para Matt los europeos solían vestirse mejor en la vida en general que ellos y el Ironwood no quería desentonar en aquella celebración.

 

Dos cuadras delante llegó por fin al local donde celebrarían la fiesta de Halloween a la que fue invitado, sorprendiéndole que el lugar se tratara de una especie de veterinaria. Preguntándose si tendrían algún salón dentro del local comenzó a subir los tres escalones de piedra que conducían de la acerca a la puerta de entrada cuando un extraño movimiento que apenas percibió por el rabillo del ojo izquierdo le hizo detenerse.

 

Se giró hacia el lugar donde percibió aquella especie de sombra que con tanta rapidez desapareció por el costado del edificio. ¿Qué acaba de ver? Curioso el castaño caminó hacia el pequeño pasaje lateral que conectaba la entrada con el fondo de la veterinaria y allí no encontró nada, salvo un portón de madera al final del mismo, el muro de material que separaba el negocio del contiguo y un pasillo de baldosas naranjas que brillaban húmedas bajo la luz del sol poniente.

 

Estaba por volverse cuando notó que el portón del final se encontraba apenas entreabierto, alguien había pasado por allí ¿sería la fiesta en el fondo? Si lo fuera de seguro habría una señalización que lo indicara pensó internamente el mago pero quizás movido internamente por la curiosidad de saber que era aquella sombra que vio instantes atrás y de la cual estaba convencido de haber visto avanzó hacia el pequeño portón de madera prolijamente pintando.

 

Del otro lado se encontró con un hermoso y exuberante jardín, hermosas flores y verdes árboles brillaban cubiertos por una capa de gotas de lluvia que reflejaban la luz del ocaso como si de pequeñas gemas se tratasen. Pero nuevamente ni rastros de la misteriosa sombra ¿realmente estaba seguro de haberla visto? El sonido de unos voces y el de una ventana al abrirse lo hizo torcer el cuello hacia el fondo de la veterinaria propiamente dicho donde se encontró con varios rostros de conocidos compañeros de la orden observando con curiosidad el jardín.

 

Sonriendo Matt abrió el portón y se acercó hacia ellos – Pensé que la fiesta era aquí atrás – olvidando por completo la extraña sombra que perseguía.

 

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No paso mucho tiempo cuando la puerta del negocio se abrió de nuevo e ingreso en el lugar una bruja que habia visto en ocasiones anteriores, no recordaba exactamente el nombre pero sabia que la conocía de la Orden. La mujer se detuvo un rato a su lado escogiendo bebida, no le dirigió la palabra por lo que ella tampoco lo hizo, no quería ser descortés pero sabia que las primeras personas en llegar comenzaban a socializar lentamente y conforme llegaran más personas.

 

Aquello no tardo en suceder; de manera casi consecutiva ingresaron al lugar Zahil, la recordaba de su visita al Wild, una bruja con un niño pequeño y un mago que rápidamente se acerco a servirse algo de beber. Nicole se sintió un tanto molesta por el hecho de que solo reconocía a dos de las personas que, hasta el momento, habían llegado a fiesta, sentía que aquello demostraba su poca falta de compromiso con el bando al prestar más atención a sus deberes dentro del Ministerio.

 

Ella sabia que la realidad era diferente pues, gracias a su puesto en el departamento de CMI, podría enterarse de lo que sucedía en las diferentes comunidades de todo el mundo como la caería de brujas que se estaba dando en Utah, EUA una tragedía y un hecho prácticamente medieval considerando los tiempos. Se reprocho mentalmente por pensar en cuestiones del trabajo cuando se encontraba ahí, en una fiesta, se suponía que venía a relajarse y disfrutar un rato con sus compañeros de bando.

 

Amablemente rechazo la oferta del mago cuando este le ofreció de su bebida -Yo ya tengo la mía, pero muchas gracias- dijo mientras levantaba ligeramente el vaso para señalar su punto.

 

Conforme la gente llegaba el ambiente iba tomando un poco de ánimos, como una fiesta debería de ser. Aquello no duro mucho una bombilla reventó casi encima de ellos, la luz disminuyo un poco por lo que tomo su varita y sin pronunciar palabra arreglo el foco, justo cuando escuchaba a alguien preguntar por una sombra, ella no habia visto nada pero más valía prevenir, no guardo la varita y agudizo sus sentidos por si escuchaba algo raro.

 

Después de unos segundos escucho movimiento no muy lejos de donde estaban ellos. Unos pasos se escucharon en el local pero provenientes de la parte trasera, dirigió una mirada a sus compañeros, no quería ser paranoica ni nada pero uno no sabia con lo que podría toparse en el Callejón en aquellos días. Estaba preparada para lanzar un hechizo aturdidor cuando Matt se asomo sonriente de la parte trasera del local, la Evans detuvo la mano a mitad del encantamiento.

 

-¡Por Merlin! Estuve a nada de atacarte, ¿Por qué entraste por la parte de atrás?- su tono más que molesto era de curiosidad e intriga.

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