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~ House of Books ~ (MM B: 103943)


Seba Granger
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Al llegar frente a los establos busqué donde habían puesto los elfos el Unicornio que había comprado el último mes, la verdad es que ahora que me daba cuenta jamás había preguntado si habían llegado todos los animales que había comprado la última vez, lo que si podía notar que los establos se nos estaban haciendo pequeños.


-Hola amigo- dije estirando la mano con cuidado hacía el unicornio, debía buscarle un nombre, -¿Como te están tratando?- pronuncie una vez mas, sabía que el no me iba a responder pero traía esa manía del mundo muggle de hablar con las criaturas pese a que ellos no responderían.


Toque su cabeza con cuidado, no quería ser mordido por el, además esta criatura debía acostumbrase a mi olor, a que era su nuevo dueño, cogí una manzana del barde que colgaba cerca de su establo y se la ofrecí, creo que eso le gustaba pues se había acercado dejando un poco la timidez, y volando la mitad de la manzana de una mordida.


El unicornio retrocedió una vez mas, no entendía muy bien por que lo había hecho pero al minuto sabía que había pasado, la voz de mi novia llegaba desde lejos, no alcancé a girar cuando un golpe me hacía dar un pequeño salto.


-Hola preciosa, oye que ese trasero no lo he asegurado aun- dije bromeando mientras veía los ojitos de mi Darla, tallé mi barbilla por un instante pensando la respuesta.


-Pues creo que me puedo imaginar, pero no creo que haya sido mas de lo que yo te extrañe- cogí a la Potter Black de la pretina del pantalon y la acerque un poco a mi, bese sus labios con suavidad.


-¿Donde se había metido mi bella novia?- pregunté distraído mientras que jugaba mi dedo en la pretina de su pantalón.

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El unicornio pareció retroceder asustado pero en cuanto Seba dio el respingo aprovechó para quitarle de la mano lo que quedaba de una manzana y alejarse hasta estar seguro que la nueva presencia no era peligrosa. Darla amaba a los animales, de hecho buena parte de la culpa de que tuvieran que agrandar y aplicarse hechizos agrandadores a los establos era ella.

 

Pero en ese momento no eran las criaturas ni el establo en si mismo el que atraía toda su atención, sino el guapo hombre que la saludaba y tallaba su barbilla pensativo, antes de responder qué había sido mutuo el extrañar. Eso sacó una tierna sonrisa de los labios de la Potter Black quien acarició las algo ásperas líneas que conformaban el contorno de la barbilla de su novio. Él la había atraído hacia sí jalándola desde la pretina del pantalón y ella no había podido evitar volver a ronronear mientras el pícaro dedito jugueteaba en el borde de su pantalón, rozando sus bragas y su piel.

 

--Pues tenía que hablar con mi madrina y pensé había terminado temprano como para aprovechar a comprar unos regalos navideños para los elfos, ya están escondidos en nuestro dormitorio por cierto --dijo mientras su mano pasaba de la barbilla a la mejilla de su novio mientras continuaba acariciándolo con amor.

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Miré hacía el unicornio que ya masticaba por lo mismo lo mínimo de la manzana y me miraba desde el fondo de su establo, -Viste? me distraje y ese ladronzuelo se llevo la manzana- pronuncie jugando al distraído mientras rosaba la piel de Darla con suavidad.


Ronronee un poco con la caricia que la Potter Black daba a mi barbilla y el sonido que dejaba al rascarla, la observe a los ojos con amor mientras escuchaba lo que decía de su madrina, había tenido el placer de compartir algunas clases con ella, como alumno y como compañero, aunque a pesar que con Darla ya casi nos íbamos a casar no había podido aun compartir mucho con su familia, por mi lado ya no quedaba mucha, mi madre aun estaba desaparecida y Akiza era un rebelde, que pese a invitarla mil veces al hogar aun no venía.


Creo que había olvidado un poco las fiestas que se venían, al ella nombrarlas me había recordado que debía buscar algo especial para ella, -¿Que les compraste amor?, ¿Quieres que me la corte?- pregunte al ver que cambiaba su caricia a mi mejilla.


Pasé mi mano libre en mi barba que estaba un poco mas poblada que otras veces, -Me extraño que no me dejarás dicho que salías- había algo extraño en ella en esos momentos, sentía que algo le estaba pasando.

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Sonrió con el comentario sobre el unicornio, cerca de él habían aparecido las sombras de los demás que tenían. De verdad era feliz con esa gran familia que conformaban ella, Seba, sus elfos y sus mascotas. Aunque lamentablemente no les estaba dedicando a estas últimas todo el tiempo que quisiera, quizás durante las vacaciones de Navidad o en la Luna de Miel. Uff, no había pensando en ello antes, no habían decidido si la pasaban en su mundo privado o si viajaban hacia algún lado. La pregunta de Seba la trajo de nuevo hasta el presente.

 

--A Leto, Dash y Tommy unos pulloveres tejidos a mano, son muy bonitos y abrigados para estas épocas, para Lualú encontré un vestido que no es de arpillera ni bolsa de café, de hecho tiene flores y unos bordados muy bonitos, le va a encantar. Para Nana conseguí un juego de delantales, agarraderas y repasadores haciendo juego que espero que a tu elfina le agraden, tienen unos cucharoncitos pintados y hasta vienen con gorra de cocinero haciendo juego. Eros me costó más, un delantal y guantes de trabajo me parecían poca cosa, pero había también un sombrero para cubrirse del sol y una caja con herramientas de jardín que espero que le gusten.

 

La pregunta sobre la cortada la desorientó hasta que observó como Seba acariciaba su propia barba, ella estaba entretenida acariciando su cuello y su nuca mientras le contaba de los regalos.

 

--Aaahhh, la barba, pues a mí no me disgusta amor, pero es como te sientas cómodo tú, pero no te me vuelvas un mago peludo como Dumbledore --agregó con tono divertido mientras sus ojos brillaban con una risita contenida --¿te imaginas una barba de ese estilo en la cama? La tendríamos que enrollar --dijo ya riendo sin poderlo evitar, pero se puso seria al escuchar lo que no le había dejado dicho.

 

--Ohh, ¿Ronald el duende de los pisos bajos no te avisó? Le había dejado dicho a él que en cuanto te viera te avisara que me adelantaba a salir hoy para ver a -Anne, lo siento amor, jamás me iría sin decirte antes --con timidez y un gesto de pena en sus ojos acarició la mano de Seba sobre su barba --te amo --agregó con expresión enamorada.

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Escuche en silencio los obsequios que les había comprado a cada elfo de la casa, sin dudas le había atinado a todos, sabía que los mas difíciles era mis elfos, por que era a los que menos conocía pero lo que comentaba de Nana y Eros era perfecto, con Dash no habría problemas mi fiel pequeño le gustaba siempre todo lo que el dieran, además a él hace rato Darla le había dado el mejor regalo que era la traída de Lualú a la casa.


-Me parecen bien los presentes amor, ¿No le compraste nada a Antoni? o el quedará para cuando compres el mío- señale riendo mientras notaba un poco de desorientación, -Pos si la barba, ¿Que mas quieres que me corte?- reí aun mas, con lo del mago peludo.


-Creo que lo peor sería ser como Hagrid amor, pero no se preocupe, solo que hoy no me dio el tiempo de afeitarme, ya mañana vuelvo a la normalidad- en realidad tampoco me había gustado mucho llevar barba larga, solo la prefería a ras, por no quedar a rostro desnudo y verme mas pequeño.


-No, no me dijo nada, y de hecho nos cruzamos un par de veces cuando fui a entregar unos pagos que ya estaban listos, nos saludamos normal y cada unos por su lado- suspiré con la caricia de mi novia, la rodee por la cintura acercándola mas a mi.


-No te preocupes mi amor, solo que me extraño- besé con ternura su nariz que al instante arrugo como solíamos hacer cuando jugábamos.


-Te amo mas mi tesoro, no se me ponga triste- me sentí un poco culpable, en realidad si me había sentido un poco que no me avisará, pero ya tenía al culpable al cual haría pagar el Lunes.

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Darla sonrió divertida ante la pregunta de Seba y le dio un par de toquecitos en la barbilla con su dedo índice.

 

--¿Acaso estás tratando de sonsacar qué te compré de regalo amor? --la pelirroja no daría el brazo a torcer ni le daría muchas pistas de si ya le había comprado o no su regalo --la tienda era para elfos amor, obvio que el tuyo y Antoni salen del mismo lugar que el de Cindy y tu madre --río divertida tras decir eso y escuchar lo de Hagrid.

 

--Pues sí, eso sí que se vería enmarañado mi amor --escuchó las palabras sobre el duende y pensó que el lunes se ganaría una reprimenda, aunque sospechaba que andaba tras una duendecilla nueva que había entrado en abril, seguro que eso le hacía olvidar todo. E igualmente, los duendes consideraban que los asuntos de los magos eran irrelevantes a veces.

 

Un ronroneo escapó de sus labios mientras se dejaba jalar suavecito hacia él y arrugó la nariz con una sonrisa divertida en sus labios y asintió hacia las palabras de su prometido mientras rodeaba su cuello con sus brazos, pegándose bien a él.

 

--Si mi amor, lo siento, yo lo compensaré --susurró la pelirroja besando en la nariz a su novio, obteniendo el mismo gesto juguetón de arrugarla que había hecho ella antes con el beso de él.

 

Sus ojos observaron con amor a su Seba mientras éste la abrazaba por la cintura y comenzó a darle besitos tiernos en las mejillas y los labios, para luego besarlo con más pasión y amor, mientras sus manos acariciaban la nuca y el cuello de su novio, sintiendo sus manos recorrer su espalda y bajar de nuevo hasta la cintura, descendiendo por debajo de la pretina de su pantalón hasta pegarla más a su cuerpo.

 

--Te amo --susurró entre beso y beso, olvidándose de duendes y de las criaturas mágicas, que los observaban con curiosidad cada uno desde su hábitat.

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Reí con lo que hacia en mi barbilla y con lo que me preguntaba , le puse mi mejor cada de no sabía de que hablaba, -¿Me crees capaz de hacer eso mi amor?, jamás intentaría preguntarte, se que eso es un secreto- reí un poco mas, ademas habían otras formas para saber eso, aunque sabía que ella tenia mucho poder para encargarse de esconder muy bien todo.


Una sonrisa traviesa se dibujo en mis labios mientras la abrazaba bien pegadita a mi cuerpo y ella decía que me compensaría, se me pasaron muchas formas que me podía compensarme, todas ellas requerían que fuera con menos ropa de la que ya llevábamos puesta, y luego de los besos de ella y como se pegaba mas a su hombre, me daba pensar que me podía estar leyendo la mente, no pude no sonrojarme con esa idea, pero el tenerla tan cerca de mi solo se me pasaba por la mente el poder estar amándola de todas las formas posibles.


Mi mano siguió el recorrido de la pretina de su pantalón perdiéndose por un instante en el interior de este acariciando a mi chica como a mi me gustaba, como a ella le gustaba que la tocará, mis dedos sabían muy bien lo que debían hacer y las caricias que mas podían provocar a mi dueña.


-Te amo aun mas mi amor...- salieron las palabras por mis labios mas como un gemido que otra cosa, no sabía bien como es que ella me podía volver así de loco, me hacía olvidar todo lo demás, sino fuera que aquel mundo también había que comer y pagar cuentas, me la podría pasar con ella todo el día en la cama, o acurrucados en el sofá del departamento, o tal vez en algún sillón de la parte del local abrazados, ella leyéndome o tal vez yo a ella, pero estaba seguro que inventaríamos el motivo para no separarnos, para disfrutar del uno al otro, al menos eso era lo que deseaba, sabía que ella podría pensar de formas diferentes.

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Las caricias y el beso conjugaban que de los labios de la pelirroja escaparan suaves gemidos mientras sus manos recorrían el cuerpo de su novio, desabotonando su ropa con lentitud, mientras acariciaba la cálida piel que iba quedando descubierta de él. Sus labios besaban con pasión los de su novio para luego bajar hasta su cuello, dándole pequeños chuponcitos. Darla se echó hacia atrás y lo vio con amor, mientras levantaba sus brazos para que le quitara el suéter y quedar solo con la blusa bajo él.

 

--Hace calor aquí --susurró mientras le ayudaba a que le quitara el suéter.

 

Sin demasiada contemplación arrojó la prenda a unos pasos de ellos mientras volvía a abrazar por el cuello a su prometido y lo besaba con amor, calando entre sus ropas sus manos, para rozar apenas con las yemas de los dedos la piel de él. La suavidad de su piel, el calor que emanaba de él, el sentir toda su hombría contra su cuerpo, lograban hacer que la vampiresa olvidara todo lo demás, no le importaba si sus ropas quedaban arruinadas o no. Lo importante era que estaban ellos dos, juntos. No era simplemente deseo por el otro, era el deseo de entregarle todo, no solo su cuerpo, sino lo que fuera de su alma, su ser, estar, ser uno solo. Él era el dueño no solo de su cuerpo, sino de su corazón, que volvía a latir enloquecido por su Seba, el único hombre en su vida. Se detuvo unos segundos y lo vio a los ojos, con amor y picardía.

 

--Por cierto, yo te amo mucho más --susurró mientras sin pudor se inclinaba sobre él para besar cada rincón de su piel.

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Ronronee con una sonrisa sensual en mis labios cuando las caricias de Darla se sucedían una tras otra en mi cuerpo, al ver como los botones de mi camisa de iban abriendo con rapidez, la brisa fría por un instante se podía sentir en mi piel al quedar mi dorso al desnudo pero las caricias de mi amada en mi cuerpo compensaban todo y el calor volvía a subir, y el corazón a latir con aun mas fuerzas.


Un suave gemido escapo de mis labios al sentir como sus besos dejaban la marca de sus labios en mi cuello, como la piel se erizaba con cada caricia, manos obedecían a su pedido y quitaban su sueter, aunque en esos momentos ya le hubiera querido arrancar todo la ropa, empuje con suavidad la parte baja de mi cuerpo hacía ella, mientras con una mano posada donde terminaba su espalda la empujaba aun mas a mi.


-Mucho calor mi amor- un nuevo gemido escapo por mis labios desde lo mas interior de mi ser, la cogí de sus pompas y la coloque perfectamente en mis cadera empezando un exquisito baile entre su cuerpo y el mío, rosando mi hombría contra su cuerpo, buscando saciar el deseo de ambos, buscando complacer a mi mujer como solo yo sabía o como ella me había enseñado que le gustaba.


En esos instantes recordé que aun quedaba un establo vacío, no creía poder soportar a llevarla al cuarto, no quería separarme de ella ni por un segundo, mientras una de mis manos acariciaban su cuerpo con la otra la sostuve con firmeza y nos lleve hasta aquel lugar, -Te deseo mi vida, me vuelves loco mi amor- cerré la puerta tras nosotros, para luego sentarla sobre unos fardos de heno, la besé con mucha pasión en sus labios, por su cuello y sus lóbulos que me encantaba morderlos, mientras nuestros cuerpos se rosaban en un sexy vaivén, buscando que su cuerpo ardiera aun mas por el mío.

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Río sensualmente mientras sus piernas rodeaban las caderas del mago, sintiendo su cuerpo pegado al de ella, sus brazos lo rodearon mientras se besaban e iban hacia uno de los compartimientos del establo que aún no había sido ocupado, por milagro, donde guardaban el heno para los caballos. Sin desear evitarlo atrapó en labio de él entre los suyos y lo jaló con suavidad, mientras se dejaba llevar por el momento y la intimidad.

 

--Y yo a tí, tú me enloqueces también --jadeó entre un beso y otro y el vaivén de los cuerpos rozando al entero su piel.

 

Cuando la pelirroja había conocido al hombre de su vida, jamás había imaginado que él lo llegaría a ser, era guapo y sexy, pero en ese momento ambos estaban perdidos sin saber que era así. Sus vidas al fin dieron un vuelco y el lazo rojo que los unía los volvió a acercar, un reencuentro, cada caricia, cada beso, cada nueva oportunidad de ser el uno del otro hacía más fuerte esa unión. Ya no había casualidad, había un hombre, una mujer, no, dos almas, dos seres que se convertían con cada latido en uno, con cada espasmo de amor en una perfecta sincronía que entregaba al otro todo su ser. No había nada que Darla no pudiera hacer por él, y compartir cada segundo junto a él buscaba demostrarlo.

 

--Te amo --susurró mientras arqueaba su espalda y buscaba pegarse aún más a él, convirtiéndose en un solo ser y sus labios recorrieron el camino de los besos que aunque lo supiera de memoria, era cada día más sabroso, más perfecto. Un suspiro escapó de sus labios mientras sus dedos acariciaban la espalda del mago, buscando compenetrarse más a él, casi arañando su piel.

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