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~ House of Books ~ (MM B: 103943)


Seba Granger
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Días después...


Los días habían pasado luego del est****o accidente que había pasado por andar de mal humor en un bosque que no conocía del todo, ademas por querer ser un simple muggle y no llevar mi varita conmigo, por suerte Darla siempre salía a mi auxilio aunque si en ese momento no hubiera aparecido lo mas seguro es que hubiera tenido que llamar a Dash para que me socorriera.


Apoye el pie lastimado en el piso aquel día pese a que mi novia lo había curado aun lo sentía un poco resentido, miré a todos lados y Darla ya no estaba, tal vez había salido a cazar, hace ya un rato que no lo hacía y pese a que le ofrecía de mi sangre a veces no siempre la aceptaba a menos que la sacara yo mismo a la fuerza a veces.


Me calce un pantalon de buzo y una polera deportiva para salir a la cocina en busca de un jugo, Nana como siempre estaba afanando en ella, -Buenos días- salude a la elfina que me miro de reojo y luego mi pie.


-Ya estoy mejor, no te preocupes- señale a la elfa.


-Nana no se preocupa, Nana sabe que el amo es un tonto- respondió esta, casi me había parecido ver una sonrisa de parte de ella.


-También te quiero Nana- busque en el refrigerador una jarra con jugo y serví en un vaso.


-¿Sabes donde esta mi novia?- pregunte mientras dejaba la jarra en el refri de nuevo y bebía un poco de jugo.


-Si no sabe usted, que va a saber Nana- respondió un poco sarcástico.


-Cuida el tono, no se te olvide quien soy- señale un poco enojado mientras salía de la cocina y la elfa bajaba la cabeza.

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No podía negar que se encontraba un poco perdida, había pasado el susto de su vida con la herida de Seba, aunque esta no había sido nada grave, sí la había preocupado de lo que le pudiera pasar. Había pasado varios días y noches investigando el bosque que había tras los terrenos del local, ahora que estaba segura de que nada peligroso había en él había empezado a considerar su adquisición. Pero eso no la terminaba de dejar en paz. Sabía que no existía más una guerra declarada, ni siquiera podía interpretar qué había pasado en el mundo mágico, pero aunque debería estar más tranquila cada día se sentía más inquieta. Solo la presencia de su novio lograba que ella tuviera paz.

 

Darla se detuvo en cuclillas sobre la rama del árbol al que había trepado. Había salido temprano en la mañana, o más bien de madrugada. Se dejó caer, apoyando una mano y una rodilla en el suelo, para luego enderezarse. Se estiró despacio, sacudiendo el polvo de su ropa. Debía regresar, se sentía tranquila en el bosque ahora, pero quería estar en su hogar. Pensó en Seba, terco, no la había dejado usar el cien por ciento de la energía del medallón de curación, para no dañarla, pero él tercamente seguía dándole de su sangre, era verdad que le había obligado a tomar de la poción reabastecedora de sangre.

 

--¿Eros? --se sorprendió al ver al elfo limpiando parte de los jardines, cada vez más cerca del bosque, esperaba que el día que lo compraran no pretendiera talarlo para poner sus plantas --¿Sabes si Seba se levantó?

 

--Eros se ocupa del cuidado del jardín no del cuidado del amo --algo en la expresión del rostro de Darla debió indicarle que estaba en terreno peligroso --Eros cree que lo vió en la cocina antes de salir.

 

--Gracias Eros --respondió Darla mientras encaminaba sus pasos de regreso a su hogar, el frío del invierno no terminaba de ceder a pesar de la cercanía de la primavera.

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Camine por el pasillo del departamento con el vaso en la mano mientras que revisaba de reojo el escritorio y la sala pero no había rastros de Darla, la verdad es que estaba casi seguro que no estaba en casa, sabía que en algún momento volvería a salir a cazar y estaba casi seguro que era el día, luego de la curación que había realizado en mi sabía que había usado mucha de su energía y debía reponerse del todo.


Bajé hasta la planta baja desde donde podía ver en parte los movimientos de Leto que pasaba mucho de su tiempo en el área de los libros y Tommy sino estaba con Darla estaría en el mostrador y encargándose de los clientes que pasaban por el local, que la verdad eran bastante pocos últimamente, pero en realidad la excusa de un negocio había mas que nada para tener una gran cantidad de libros, jamás al menos yo lo había visto como un negocio en si, era un proyecto en el que nos habíamos embarcados con Darla antes de decidir vivir juntos, el cual luego mas que nada se convirtió en nuestro hogar.


-¿Como van las cosas Tommy?- me dirigí al elfo de Darla que estaba tras el mostrador en esos instantes.


-¿Como estás? espero no haberte asustado- repetí a la criatura que se asomaba de entre unas cajas que estaban escondidas tras el mostrador.


-¿Eso es del nuevo pedido?, ¿Sabes donde esta tu ama?- miré hacía todos lados buscando dos criaturas mas que me faltaban, -Ademas sabes donde esta el par de elfos enamorados que son tus compañeros- pronuncie sabiendo que si Dash y Lualu andaban cerca estarían ya muy rojos.

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Tommy, elfo de Darla

 

El elfo se encontraba entre varias cajas que habían ingresado, no había tenido tiempo de llevarlas al depósito, pero las estaba clasificando según el contenido y el estampillado, revisando los remitos de los diversos envíos. Una voz familiar lo hizo enderezarse y aparecer tras una de las cajas con un libro sobre Las Artes Oscuras en la Cocina escrito por la Reina Grimhilde. Al otro lado del mostrador observándolo y saludándole estaba el prometido de su ama.

 

--Buenos días amo Seba --saludó el elfo con todo respeto, aunque apreciaba al joven mago y tenía permiso de su ama para tutearlo el elfo no se acosumbraba, era de las costumbres que mantenía acorde a su raza --el amo no asustó a Tommy, Tommy está muy bien.

 

--Sí, Tommy revisa el nuevo pedido, enviaron dos cajas de América y una de España --dijo el elfo enseñándole los remitos correspondientes, aunque el amo Seba estaba más interesado en otros temas, el elfo asintió.

 

--La ama Darla fue a inspeccionar el bosque, dijo que volvería a tiempor para el desayuno --el elfo carraspeó intentando no lanzar una risita, aunque por dentro estaba muy divertido.

 

--Tommy cree que Lualú y Dash están acomodando los libros infantiles en el depósito, si el amo Seba Tommy puede ir a buscarlos --agregó el elfo con expresión inocente.

 

@@Seba Granger

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  • 2 semanas más tarde...

Seba con Tommy

 

Miré los timbres que el elfo de Darla me mostraba mientras que rodeaba el mostrador y quedaba junto a las cajas donde Tommy casi estaba escondido. -Luego le echaré un vistazo a lo nuevo, si puedes no lo dejes aun en las estanterías así ojeo los libros- respondí a la criatura que ya me estaba hablando de Dash y Lualu.

 

-No te preocupes, no los llames ya los encontraré yo con las manos en las masa- dije riendo un poco, luego me disculpe con el elfo.

 

-Saldré a caminar un rato, no se te olvide mi encargo de los libros, nos vemos luego Tommy- miré el local por unos instantes luego seguí hasta la puerta de salida del misma y la traspase cerrando tras de mi, necesitaba despejarme un poco no estaba aun seguro si lo haría en el callejón o directamente me escurriría por Londres como un muggle mas.

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Tommy, elfo de Darla

Tommy asintió e inclinó la cabeza, volviendo a cerrar las cajas con cuidado y dejándolas a un lado, acomodando el manifiesto con el detalle de libros que había llegado dentro de una carpetita en la cual apareció el nombre de Seba Granger seguido de la frase -Para su control-.

 

--Tommy guardará los libros hasta que el amo Seba los revise --afirmó el elfo mientras hacía una nueva reverencia al mago mientras éste le decía, en tono de broma, que no era necesario que llamara a Lualú y Dash, que él mismo se ocuparía de ellos dos luegos. El elfo sonrió, sabiendo que al amo Seba le encantaba hacer sonrojar a la pareja de elfos, ambos quedaban como los tomates que cosechaba Eros.

 

--El amo Seba puede salir tranquilo, Tommy cumplirá su encargo, Tommy llevará los libros a su escritorio --el elfo volvió a inclinarse y luego hizo tronar nuevamente sus dedos, haciendo desaparecer las cajas que habían aparecido en la parte del escritorio que utilizaba el amo Seba en el departamento del segundo piso del local, donde vivía la pareja.

 

Tommy observó como Seba se dirigía a la puerta, observado el local, el elfo se preocupó de ver tras él, que estuviera todo en orden y cuando éste se retiró, se apresuró a aparecer una gamusa para limpiar el lugar.

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Creo que había perdido un poco la noción del tiempo no me había dado cuenta, solo recordaba el salir de mi local pero tras un rato ya andaba vagando por las calles del Londres muggle, pensé en en tomar un tren para ver hasta donde me llevaba o si alguna de sus paradas me entusiasmaba para bajar, pero preferí no alejarme del todo.


Fui observando los escaparates de las tiendas que se cruzaban en mi caminar, en algunas me detenía un poco mas de tiempo y en otras solo seguía de largo pues no había nada que llamara mi atención.


Tras algunos minutos me detuve en una tienda de antigüedad, la verdad en la vitrina no mostraba todo lo que mostraba así que decidí entrar en ella para observar con mas detenimiento sus objetos y ver si podría comprar algo para nuestro hogar.


Me fije en una pequeña cajita musical o al menos eso parecía le pregunté al vendedor si aun servía y este me aseguro que si, dando un poco de cuerda para que el pequeño piano dejara salir su melodía, -Me lo llevo, si es tan amable me lo envuelve por favor- tras pagar la compra con libras muggles y asegurar la bolsa en mi mano derecha salía hacía la calle, de vuelta a mi hogar, seguro que Darla para estas horas ya había llegado.

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Había salido temprano en busca de una escribanía o al algún otro local en donde le informaran quiénes eran los propietarios de los terrenos boscosos que estaban tras el local, Darla empezaba a pensar que quizás el tener un terreno en Ottery sería mucho más conveniente que el conseguir los terrenos adyacentes a su local. Pero la verdad es que había ido descubriendo que muchos propietarios estaban cerrando o vendiendo sus propiedades en esos días. ¿Sería una debacle inmobiliaria? No lo creía así, pero era mejor asesorarse.

 

Tras conseguir un par de datos ya podía estar segura, aunque sus conocimientos de leyes mágicas eran relativamente buenos, el averiguar el resto con un par de expertos la había decidido. Volvía a casa con un par de carpetas y las ofertas de dos de los terrenos que lindaban con la parte trasera de su propio local y los terrenos que habían adquirido años después. Se sentía satisfecha y estaba convencida de que con una buena oferta los propietarios cederían y sin tener que pagar todo lo que ellos pretendían.

 

Llegó al local y empujó feliz la puerta, tenía que mostrarle a Seba lo que había estado averiguando, se sorprendió al ver que no estaban en las estanterías los carteles de "recién ingresado", sabía que Tommy estaba revisando el manifiesto de las últimas adquisiciones.

 

--Tommy --llamó la pelirroja --¿pasó algo con el pedido?

 

Antes de que hubiera terminado la frase el elfo apareció ante ella e hizo una inclinación por costumbre más que por obligación o necesidad.

 

--El amo Seba los quería revisar, Tommy se los envió a su escritorio --respondió el elfo mientras le tendía una copia del manifiesto controlado.

 

--Ohh, entiendo, gracias Tommy, ¿Seba está? --el elfo negó con la cabeza y eso casi arrancó un puchero a la Potter Black.

 

--Bueno, voy arriba a ver si Leto me prepara un capuchino, avísame cuando llegue Seba --agregó la pelirroja resignada y se desapareció hacia la cafetería en el primer piso del local.

Editado por Darla Potter Black
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No estaba del todo seguro cuanto tiempo llegaba por las calles cercanas de Londres que me llevarían al local que debía atravesar para llegar al callejón de nuevo, cuando regresaba casi sobre mis pasos pues había seguido las mismas aceras, me tome con un carrito que vendían almendras recién tostadas.


-Buen día, me da dos de esas- dije al caballero que revolvía las almendras que estaba tostando aun para que no se le pasaran, -O mejor aun, deme 6- señale mientras contaba las monedas que llevaba en mis bolsillos, el tipo puso las bolsitas calientes en una bolsa de papel mas grande y me las extendió mientras que le entregaba las libras.


-Muchas gracias, que tenga buena venta- salí caminando hacía el caldero chorreante, en cuanto ingrese salude al cantinero con un movimiento de cabeza y luego camine hacía el patio trasero donde con la varita toque los ladrillos adecuados y la puerta hacía el callejón ya se había materializado una vez mas.


El camino hacía el local me lo sabía de memoria casi no había tenido que mirar cuando ya estaba frente a la puerta de este, la abrí con cuidado pero aun así la campanilla anunciaba mi llegada y Tommy ya levantaba la cabeza por el mostrador.


Levanté la mano parando la campanilla para que dejara de sonar mientras tommy me señalaba que Darla estaba arriba.

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La Potter Black se había sentado en una de las mesas más alejadas de la escalera, junto a una ventana que daba a los jardines, Leto le había servido una taza de capuchino y en un plato había varias galletas dulces, con un copito de mermelada en el centro de ellas y otras que parecían bizcochitos ovalados y salados. La pelirroja leía y marcaba un par de nombres de los libros que habían llegado, estaba seguro que Seba se iba a entusiasmar cuando los viera.

 

Marcó un par de libros más, éstos estaban relacionados con el quidditch, eran historias de un par de clubes sudamericanos. Darla tomó un sorbo de su bebida mientras continuaba revisando el trabajo de Tommy, claro que no era necesario, el elfo había aprendido junto con ellos el manejo de una librería, de hecho estaba segura que si algún día debían viajar, de luna de miel por ejemplo, podían dejar a su elfo a cargo de todo sin ningún problema. Bueno, eso si no lo enloquecían Eros con el jardín y Nana con la cocina, Leto seguro tendría que ayudarlo, porque no dudaba que Lualú y Dash viajarían con ellos, era lo más seguro, salvo que fueran a lugares tan muggles que no pudieran llevarlos.

 

Perdida en sus pensamientos escuchó que la campanilla comenzaba a sonar en la planta baja y quedaba a mitad, se irguió, atenta, respirando profundo la esencia llegó hasta ella, tan perfecta como siempre. Era increíble podía sentir la presencia de algunas personas, pero cuando se trataba de él, no solo la sentía, la percibía detallada, perfecta, era difícil de explicar, pero era como si pudiera verle por entero. Una sonrisa se dibujó en sus labios y pensó en aparecerse abajo o esperar a que él subiera.

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