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Elviris Pub (MM B: 103956)


Anne Gaunt M.
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Finalmente lo había conseguido, había logrado que aquel mago aceptara mi invitación después de años y años de rogarle, sonreí siguiendo mi camino, mis pequeños pies me llevarían hacia aquel agradable lugar, últimamente me había dedicado a conocer lugares en el callejón, y aquella tarde no seria la excepción, esperaba ansiosamente aquella llegada, quería volver a saber de el y aquel día finalmente había logrado el tan ansiado "si".

 

 

Había optado por un atuendo cómodo, pero con aquel toque elegante que me caracterizaba, un suéter rojo de cuello de tortuga, unos pantalones de piel negra, a juego con las botas del mismo color y el bolso, me hacían los honores ese día, mis rizados cabellos semi recogidos, y aquel característico aroma a frutillas que me acompañaba día con día.

 

 

Entre finalmente en aquel llamativo lugar, de inmediato me transporte a un pub muggle en algunas ocasiones había estado en algunos y el lugar me pareció divinamente ambientado, avance buscando entre las meas por si mi acompañante había llegado ya, aunque no me sorprendió el que no hubiera aparecido, tan solo esperaba que la espera no fuera larga o peor aun eterna.

 

 

Avance entre las mesas, algunas ya ocupadas desde las cuales algunas risas se hacían presentes en los pequeños grupos de amigos, una mesa de billar a un costado, ocupada por un par de magos de aspecto rudo, me hicieron sonreír , hacía tanto que no jugaba billar, quizás lo intentaría mas tarde. Me acerque a una mesa libre con paso cadencioso, para después tomar asiento en aquellos pequeños taburetes. Me puse cómoda y en ese momento me di cuenta de lo agradable de la musica de fondo, cuando mis dedos comenzaron a tamborilear sobre la mesa de cristal.

 

 

Ahora solo bastaba espera a a que mi querido @@Aureas Orfeo Rider hiciera acto de presencia después de tanto hacerse del rogar....

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Deseaba beber, beber cualquier trago que me pusieran en frente. El día de trabajo en el concilio me había dejado agotada pero cuando recibí la grata invitación de Sol, mi antigua compañera en Cooperación me fue imposible negarme. La bruja era bastante agradable, y las pocas veces que habíamos hablado en el departamento fueron suficientes para lograr crear una especie de amistad a pesar del poco tiempo en el que convivimos.

 

En conjunto habíamos decidido visitar "Elviris Pub" y tomarnos algunos cuantos tragos, o quizás tomar hasta que el cuerpo aguantara. Hasta ahora no había ido a ese pub, pero había escuchado buenas criticas sobre él. Andaba vestida como de costumbre, con unos jeans y una blusa ambos negros y mi peluca de cabellos negros perfectamente colocada en mi cabeza.

 

Como me habían dicho, toqué las iniciales de ambas palabras para dar paso a la puerta de entrada por donde pasé seguida de la Lestrange. A medida que pasábamos la música se escuchaba, y el bullicio de personas se sentía - Vamos a una mesa - Dije por obre la música para encaminarme hasta una que para nuestra suerte se encontraba desocupada.

 

- ¿Que tal te ha ido en el departamento? - Interrogué después de que ambas estábamos sentada una frente a la otra.

 

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Ahí estaba yo, sentado en el borde de mi cama tratando de asimilar que había decidido salir con aquella chica que me lo solicitó con tanta insistencia desde hacía meses. Voltee a la pared y miré el reloj, faltaban tan solo un par de horas para encontrarla en el lugar en el que me había citado -Bien, pues a darle prisa a esto- Pensé mientras me ponía de pie y me dirigía a ducharme. Me había convertido en un ser asocial desde algunos años antes, este sería mi primer cita, si así se le podía llamar, después de muchos años. Pese a eso no me vestí de una manera que se podría considerar como de etiqueta, pero tampoco se podría decir que iba mal vestido. Llevaba una camisa morada, unos jeans color azul marino y unos tenis casuales, una última mirada frente al espejo acompañada de un gesto de aprobación y salí al encuentro con aquella hechicera.

 

Al llegar al callejón, me dediqué a admirar cada uno de los locales, la mitad de ellos no los reconocía, mis pasos iban despacio, había llegado con algunos minutos de anticipación a la hora que se tenía marcada para que aquel encuentro tuviera lugar. Pasé por algunos sitios de comida, y otros tantos de venta de artículos, miraba a la gente, era demasiada para mi gusto. Finalmente encontré el lugar que se había pactado, me paré frente a la puerta, respiré hondo y entré.

 

Ya se encontraban algunas personas distribuidas en las distintas mesas del lugar, nunca lo había visitado, me pregunté cuánto llevaría establecido en ese local, me perdí en mis pensamientos divagando acerca de todo el tiempo que dejé de salir con personas, reir al unísono con más bocas, intercambiar miradas con otros entes. Un ruido de dos bolas de billar chocando hizo que saliera de mí ensimismamiento y me hizo recordar el motivo de mi estancia en ese bar. Recorrí con una mirada ávida por encontrar a mi acompañante y de pronto la divisé, se encontraba sentada algunas mesas más al fondo, caminé entre las personas y sorteando las mesas hasta que me paré frente a ella -Hola ¿Cómo estás?- Exclamé mientras bajaba a besar su mejilla. Me senté frente a ella y le dediqué una sonrisa -Bien, aquí me tienes, supongo que no me has invitado para hablarme sobre la iniciativa Avengers ¿Verdad?- Le dije para romper el hielo, esperaba que aquello no resultara desastrozo y algo de lo que mi guapa acompañante se arrepintiera.

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Tamborileaba los dedos sobre la mesa mientras esperaba su llegada, era raro después de tanto finalmente había aceptado mi invitación, ahora solo esperaba que no fuera a dejarme plantada. Mire la carta intentando decidir que bebería, algún cóctel de esos muggles me llamaba la atención , algo dulce quizás.


Para mí buena suerte apareció poco tiempo después, con aquella característica sonrisa, levanté la mano para que me ubicará y finalmente llegó hasta mi. Nos dimos un par de besos en las mejillas y se sentó frente a mi. Mientras yo sonreía feliz de volver a verlo por este lado del mundo mágico.


--Bien, aquí me tienes, supongo que no me has invitado para hablarme sobre la iniciativa Avengers ¿Verdad?



Ambos soltamos una suave risa mientras negaba suavemente con la cabeza. Siempre tenía el comentario justo para hacerme reír. Esa era una de sus muchas cualidades y de las que mas me complacían, pare mi buena suerte sabia lo suficiente del mundo muggle para entender su referencia.



--No me caería mal algo de súper poderes- admití encogiéndome de hombros-- Aunque la verdad es que solo te extrañaba y quería saber de ti, cuéntame como va tu vida, ¿Por que te me has perdido tanto? Yo tengo tanto que contarte...



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  • 2 semanas más tarde...

Casco blanco con lunares rojos. Así entré en el banco de Gringotts para esconder un objeto mágico peligroso, adquirido de forma completamente legal en una de las galas pero cuyo resultado me había asustado lo suficiente como para no tenerlo en la mansión Potter Black, al alcalce de los niños. Es por eso que aquel día decidí que iría al Banco a guardar aquel objeto en mi bóveda trastero.

 

No tardé mucho. No suelo pararme en la bóveda porque hay ciertas cosas por allá que afectan a mis recuerdos y prefiero que se queden olvidadas sin más, sin que me percate que aún las tengo. A veces me pregunto para qué conservo objetos que me afecta el tenerlos... En fin, lo que tardé no pudo ser mucho porque salí lo antes posible para disfrutar del aire libre. Sin embargo...

 

Sin embargo, Babila, el semi-gigante que me había acompañado con su moto (sí, claro, si llevo el casco puesto es porque vine en moto desde la mansión PB) estaba muy nervioso en los escalones y me agarró de la mano, casi arrastrándome hacia una puerta cerrada. Creo que, si llego a salir dos minutos más tarde, me viene a buscar al banco.

 

No entendí nada de lo que me decía, tal era el grado de su agitación. Pero sí entendí que algo no iba bien cuando se puso a golpear aquella puerta de garaje con los puños grandotes.

 

-- ¡Hey, espera, Babi, espera! ¿Qué haces? ¿Quieres que nos transformes en rana? Mira que no sabemos quién está ahí dentro...

 

La verdad es que no esperaba que nadie me transformara en rana pero el negrito le tenía mucho respeto a las transformaciones desde que en su pueblo de Uganda, el chamán le convirtió en lagartija por juguetear con su hija. Así que dejó de dar golpes (unos instantes) para explicarme lo que sucedía.

 

- Mán robao lamoto, señà Sagita!! Mégirau uno momento i la amoto nostava. Dó muxaxo an abierto la puera i e visualisao la moto allá corgá y... ¡Mia motooooo!

 

Empezó de nuevo a golpear aquel letrero del Pub. Entre golpe y golpe pude ver que se llamaba... El-pumpum-Vi-pum-Rís- pumpumpum... La puerta se abrió de golpe, como si hubiera golpeado un resorte. Incliné mi cuerpo (sin mover los pies, lo que es una proeza) en un ángulo casi de 45 grados para ver el interior. Era un pub. Hum... Seguro que no se tomaba de buena manera que un gigante y una warlock encasquetada de lunares hubieran irrumpido así en la entrada.

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  • 3 semanas más tarde...
Durante el último medio año, los días parecían habérsele hecho como espuma al joven Black Lestrange. Dormía poco, comía a medias, y peor aún, dejaba que la luz del sol le iluminara por largos ratos. Aquello, había llevado al castaño a adquirir un aspecto paliducho que no era del todo agradable para él. ¿De qué servía tener en su posesión ciertas pociones, si nunca les daba uso?

Ese día, había salido de su jornada habitual en Gringotts, trabajo del que casi no estaban al tanto sus allegados. Era muy raro ver a un hombre de mediana edad, con el cabello platinado hecho un desastre, y orbes azulados, rondando por ahí. Se trataba de la apariencia que le había usurpado a un pobre incauto, a través de un mechón de cabello vertido en poción multijugos.

Se aproximó a Elviris Pub, que quedaba cerca de la banca mágica, y que ya había visitado en ocasiones anteriores. Apenas estuvo en un rango aceptable, las letras del local aparecieron, por lo que bastó con posar la mano sobre las iniciales, para poder ingresar.

La música, como siempre, era agradable. Encogió los hombros, mientras se aseguraba que la capa de viaje no se desatara. Le llegaba a los tobillos, ocultos bajo zapatos deportivos, haciendo su vestimenta un total enigma.

-¡Ah, Zeta! -saludó al barman con una voz ronca que no era suya. -Deseo un poco de...vodka, tal vez. Mi garganta no está muy bien últimamente.

Sus pasos lo llevaron a la mesa de billar, donde yacía un taco sobre ésta, como si alguien hubiera querido jugar. Desde luego que Zacharias no lo reconocería, pero, ¿cuánto tiempo duraría aquello? Sin considerar el tiempo que persistían los efectos de la poción, claro. Tomó el fragmento de madera, apoyándose en el marco de la mesa, para poder apuntar a la bola blanca.

Un tiro decente. El perfecto triángulo se dispersó a través de la superficie aterciopelada, causando un breve murmullo sobre la mesa. Se entendía que algunos tuvieran suerte de principiante, ¿podría ser aquel dato el que desenmascarase al Black Lestrange?


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La rutina de los días tan solo era rota por la llegada de la noche tras ellos. Las primeras nieves no habían robado el interés de la chica que desde hacía meses había hecho de las cuatro paredes de su habitación las mejores amigas.

 

Estaba pálida, más de lo normal y los huesos de sus pómulos protuberaban mas de lo habitual de su enfatizando las pecas de sus pómulos pero también el violáceo de las ojeras bajo sus ojos de hielo. No recordaba la última vez que había dormido mas de 3 horas. Seguramente el mismo día que consiguió tomar más de tres bocados de un mismo plato.

 

Cansada de la mirada indignada y cansada de los gnomos domésticos y familiares de la Yaxleys, la chica decidió pasar el uúltimo día del año fuera de su habitación y antes de que se diese mucha cuenta se había enfundado un vestido ceñido negro con un corset de ribetes violaceos y su capa oscura de viaje. La imagen del espejo le devolvia la sensación hetérea pero casi acetada de un fantasma y sin pensarlo dos veces ni saber exactamente donde iba, salió de la Yaxley hasta que pudo desaparecerse.

 

El gélido viento que la recibió desordenando sus cabellos rojizos la hizo cuestionarse si aquella había sido una buena decisión y la calidez de la luz proviniente del Elviris le pareció suficiente tentación como para dejarse llevar hacia el loca, no sin antes llevarse la manos al pequeño bolso que cargaba cercionandose de que llevaba su varita y.. el causante de sus ojeras y perdida de apetito.

 

Cuando la tranquilidad de saberlos a salvo en el bolso le atenuó la intranquilidad avanzó al club.

 

Zeta la recibió con una sonrisa afable que Evedhiel respondió con la mirada perdida y un leve: Algo que caliente mi alma.acto seguido emitió una media sonrisa que no traspasó a sus ojos, más para contentar al mesero que para ella misma.

 

Hace algunos meses Evedhiel hubiese bromeado sobre cuanto había pasado desde que el mesero no le regalaba una conversación interesante, o quizás hubiese bromeado con el sobre si la mitad de los licores envejecía igual de bien como el.

 

El golpe seco de las bolas abriendo una partida en el billar la sacó de sus pensamientos, y antes de girarse a contemplar la partida Evedhiel bebió el cotenido de su copa de un sorbo, pidiendole a Zeta que lo rellenase.

 

 

El mago que había decidido jugar al billar magico esperaba el resultado de su tirada mientras las bolas peleaban sobre la mesa eligiendo la alineación correcta, como intentando quedar lo mas alejadas posible de la bola blanca, esparciendose sobre la mesa ante la atenta mirada del aparente desconocido.

 

Evedhiel se fijó en las facciones del mago, que parecía bastante mayor que ella y que sin embargo y a juzgar por las poses mientras tiraba en el juego, bastante más agil de lo que aparentaba. Se acercó al mago un poco más con el objetivo de quizás incomodarlo y hacer un poco más interesante su hasta ahora, perfecto juego. Con la maldad de hacerle perder alguna que otra tirada.

 

El anillo de metamorfo-piedra quemaba en su dedo y una fragancia conocida envolvió a la chica.

 

-Almizcle y algo que no puedo recono...- Sonrió de manera enigmatica y se acercó a la mesa de billar, divertida. Reposó su cadera en uno de los lados de la mesa de billar y sin importarle mucho la reacción del desconocido agarró uno de los palos de billar y le robó el siguiente tiro al mago.

 

-Supongo que ganar contra ti mismo no tiene mucha gracia- dijo Evedhiel, ansiando reconocer la voz que le contestase.

 

 

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Maldición. susurró el Black Lestrange para sí, una vez más sintiéndose distante con aquella voz que era extraña para él. Tan cerca, y tan lejos, de la gloria.

 

El resultado de su tiro, le había dado un amplia ventaja para ponerse en la delantera de la puntuación. Al menos, dos bolas lisas reposaron al borde del precipicio que le daría la victoria. Se trataba del uno y el siete, en colores amarillo y rojo, respectivamente. Habría continuado con su partida solitaria, si el sonido del taco impactando contra el marfil no se hubiese hecho presente. Levantó la mirada de la partida, sólo para encontrarse con la joven Yaxley.

 

Tragó saliva con disimulo. ¿Ya se habrán pasado los efectos de la poción?, se preguntó a sí mismo, palpándose la mejilla con el dorso de la mano. La piel, seguía siendo más áspera que la de su verdadera apariencia. Asintió con suavidad ante el comentario de la chica de cabellos cobrizos que había conocido en cierta taberna de mala muerte.

 

Nunca gano. O al menos, no cuando se trata de dejar todo al azar.

 

Su bebida arribó al fin, siendo depositada sobre uno de los extremos de la mesa. Antes de que ello sucediera, el mago colocó un portavasos entre la superficie de madera y el cristal. Quizá a su rival de juego, le traería ciertos recuerdos. Estaba de más decir que, durante su último encuentro, habían jugado con magia que quizá no debían. Levantó el vaso, observando por encima la distribución del juego tras el movimiento de Evedhiel.

 

Una jugada interesante. Robo de ventaja lo reconozco. hizo una mueca, devolviendo el vaso al lugar dónde lo había llevado Zeta. Las dos lisas que planeaba golpear, ahora yacían en el fondo del agujero. Por lo tanto, a él le correspondían las rayadas. A veces, desearía haber comprado esa ración de Felix Felicis.

 

Examinó a su compañera de bando con unos orbes de un aura menos seria que la acostumbrada, pero sin perder ese toque analítico del que hacía gala, cuando estaba de humor. Se le veía, más pálida que de costumbre, además de ojerosa. No parecía ser su apariencia natural, por lo que aquello consternó al joven Black Lestrange; y no la podía culpar. El último año, muchas de sus decisiones habían desembocado en resultados pocos favorables. ¿O es que acaso, había optado por el aislamiento?

 

Puedo preguntar...¿Qué puede traer a una joven a este lugar, con el paraje helado que hay allá afuera? Claro, además de las fuentes alternativas de calor, como una buena bebida.

 

Tomó el taco nuevamente, esperando a la par la respuesta de la Yaxley. Apuntó hacia una de las rayadas, la bola marcada con el trece, que prácticamente no se había movido del centro de la mesa. Apoyando el instrumento de madera sobre el índice y medio de su mano derecha, arremetió contra la bola blanca, en un intento por sacarla de aquella esquina dónde Evedhiel la había confinado.

 

@Evedhiel

 

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Dispuse a sentarme al tiempo que Sol me daba una respuesta negativa a la pregunta que segundos antes le había formulado. La realidad es que la conocía como una bruja de carácter agradable y buen sentido del humor. La miré detenidamente mientras trataba de imaginar como sería ella cuando estuviera exacerbada y fuera de sí misma. Aquella visión fue de pronto interrumpida por sus palabras.

 

-Cuéntame como va tu vida, ¿Por que te me has perdido tanto? Yo tengo tanto que contarte...-

 

Aquellas palabras me hicieron gracia, no me consideraba un hombre muy interesante o que tuviera algo que contar para cada ocasión, mentalmente hice un recuento de lo que podría considerarse como una anécdota buena o una noticia relevante dentro de mi vida. Después de esforzarme un poco, por fin supe desde donde comenzar.

 

-Bueno pues quizá no lo sepas pero soy el último de mi familia o al menos así lo creo. Todos desaparecieron. Creo que algunos optaron por cambiarse el nombre y comenzar una nueva vida pero no estoy seguro. La verdad no tengo mucho contacto con los magos y brujas con quien acostumbraba a platicar, me convertí en una persona un tanto asocial.-

 

No estaba seguro de que aquello le pudiera resultar interesante a mi bella compañera pero suponía que no había sido un mal comienzo, eso tomando en cuenta que no frecuentaba mucho la platica con otras personas desde hacía ya algunos años. Seguramente ella tendría algo mejor que contar, tal vez algo sobre viajes, trabajo, vida personal. No lo sabía pero sin lugar a dudas aquella tarde lo sabría.

 

-¿Tú qué me cuentas?-

 

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Editado por Aureas Orfeo Rider

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  • 2 semanas más tarde...

Sonreí, la verdad es que con pocas personas me la pasaba tan bien como con el, tenia aquella chispa y frescura que tanto adoraba y lo hacia especial, el tiempo a su lado volaba entre bromas y comentarios con doble sentido que siempre me mantenía entre risas y bromas. Le escuche hablar de su familia, conocía perfectamente aquello, mi familia se había mantenido por ora y gracia de Merlín con las 3 personas que quedábamos en aquel enorme castillo que a veces parecía fantasma, pero aun así seguíamos con vida y esperaba que los Lestrange que prevalecíamos siguiéramos con aquel legado.

 

 

 

--Si he notado que eres algo escurridizo-- afirme riendo suavemente ante su comentario de su poca sociabilidad en los últimos tiempos.--Aunque dudo que seas antisocial cariño, eres una castañuela y las personas como tu no pasan sin pena ni gloria-- afirme convencida de mis palabras. --Me alegra que vinieras, tenia muchas ganas de saber de ti, espero que no vuelvas a perderte tanto tiempo o tendré que ponerte un localizador para hacerte volver--bromee.

 

 

--Bueno pues te haré un breve resumen de mis últimos meses -- indiqué haciendo memoria de los últimos acontecimientos-- Tengo una nueva familia, un nuevo castillo, estuve a punto de casarme, mis hijos volvieron del infierno, estoy feliz y enamorada, tengo un hotel, una librería, trabajo en el ministerio en el CMI, en fin creo que me ha pasado un poco de todo.

 

 

 

Admití contemplando el menú sobre la mesa. Para entre la platica pedir alguna bebida y algo muy dulce que complementara aquella deliciosa chala en la mejor compañía.

 

@@Aureas Orfeo Rider

Editado por Sol Lestrange Black R

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