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♦..Cacao Café..♦ (MM B: 103979)


Ela Karoline
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-Jajaja- rio Radamantys con ganas ante los comentarios de Valkyria, -La verdad es que lo dudo mucho, son extremadamente cobardes- agrego el demonio mientras seguia moviendose entre el moviolario, asi pues noto como su compañera conjuraba un Morphos que se transformo en un enorme rinoceronrte que emepzo a cerar un verdadero caos en el lugar.

 

Una sonrisa se marco en los labios del demonio ante las ocurrencias de la bruja, asu asi decidio que era momento de ayduarle un poco por lo que sacudio su varita en direccion de una de aquellas mesas al tiempo que susurraba:

 

-Morphos-

 

Esta al acto se convirtio en una hiena que emitio su malvada risa y de inmediato se lanzo a destruir todo lo que tenbia a su paso acto seguido el demonio penso unas Necrohands y estas aparecieron dela nada flotando, slytherin mando a aquellos entes a destruir todo cuanto pudieran, -Asi al menos saben que los tenemos presentes y pronto volveremos- añadio con desden mientras sus ojos contemplaban el acto.

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Bínfeyd sintió una pequeña mano jalando su túnica, era raro sentir tal trato de confianza pero ahí estaba… era Dúnedain por supuesto, iba muy sigiloso, demasiado callado. El elfo le hizo una mueca para que se callara, cubría sus labios con una sola mano y le invitó a salir del departamento. En ese momento Bínfeyd pasaba tiempo con Alec en la casa club del tío August, solo por ocio, evidentemente no eran los únicos y las paredes, incluso el césped parecía tener oídos propios.


He visto gusarajos —susurró Dúnedain— están en Diagon


Pero el elfo no terminó la frase porque Bínfeyd había desaparecido sin respuesta. Llegó al callejón, le bastaba saber solo eso para encontrarlos. Buscaría rastros de humo, de desastres, el callejón no era tan grande como aparentaba. Entonces los halló, el Cacao café se incendiaba y las ventanas estaban rotas. Retrocedió de inmediato apartándose del negocio para refugiarse en el Spark of Madness, que estaba a varios metros pero no perdería de vista el negocio. Una vez ahí, completamente sola y lejos de la vista de cualquiera cubrió su rostro con la luz, cambió su capa por otra de color azul marino y apretó firmemente la varita.


—Expecto Patronum— la gacela plateada corrió en direcciones varias, todos los miembros de la orden del fénix disponibles acudirían al llamado.


Bínfeyd aún no sabía dónde estaban los mortífagos pero ya iba en su búsqueda. Divisó la columna de humo del Cacao café y se acercó a l negocio lentamente, examinando el destrozo. Aún estaba alejada, fuera de la vista de los enemigos pero podía escuchar los gritos de terror de los hombres y mujeres de los negocios aledaños.

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Los ideales son solo palabras hasta que luches por ellos.

 

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~ Evelyn Devereaux

 

El cuerpo de la bruja descasaba sobre una hamaca, disfrutando de la brisa que llegaba hasta su posición, por lo que sin siquiera dudarlo y con una media sonrisa en los labios, miró como llevaba un patronus hasta ella, una gacela. Mirándolo un poco extrañada, negó lentamente y escuchó el mensaje, tenía que acudir a un local de los miembros de la Orden del Fénix, porque estaba siendo atacado por mortífagos, aquellos eres que comenzaba a odiar de verdad.

 

Por lo que sin siquiera dudarlo se levantó y se colocó una capa color blanco sobre sus hombros, cubriendo por completo su desnudo cuerpo, para terminar pasó su diestra por su rostro, para haber aparecer la luz que cubría su identidad, y de ese modo sabía que nadie la reconocería, después se quitó su calzado y dio un medio giro, concentrada en el local en el que acudiría, una vez que llegó al callejón diagón abrió los ojos.

 

Se encaminó hasta la edificación que tenía delante, el Cacao Café, una vez cerca, sacó su varita mágica y se quedó de pie, delante de ese sitio, sin siquiera esperar ordenes, supo que no era bueno entrar, al menos no por el momento, por lo que observó a asus compañeros que iban llegando uno por uno, para después continuar con sus posibles movimientos.

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Adryanie

 

Estando en otro de los negocios del Callejón empezaron a llegar gritos de personas desconcertadas, miró un rato a las personas viendo como corrían fuera del lugar y haciendo casi crisis de histeria por el asunto decidió dar un tiempo ya que sabía que sabía que las personas hacían tales crisis hasta por ver una cucaracha pasando. A los 5 minutos se levantó de su mesa y al voltearse vio que no estaba muy lejos de lo que ella pensaba que era dos par de cucarachas entrando al local.

 

Comenzaron a hacer desastres como siempre uno de ellos lazó fuego al local, ella se alejó instantáneamente de él quedando en la parte de la despensa tratando de alejarse del fuego. Al estar dentro de la habitación no tenía la menor idea donde estaba los mortífagos a juzgar por su complexión física parecían un hombre y una mujer, tenían que ser altos rangos (? se imaginó ellos si no no serían tan tontos de ir solos a un local fenixiano. Escuchó los pasos de las escaleras eso quería decir que habían decidido subir al segundo piso a continuar con el desastre.

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- Leah Atkins

 

 

 

Tras un pestañeo, todo el enfoque de la habitación había cambiado gracias a la cálida presencia de un Patronus. Ya no estaba en su paz y tranquilidad de siempre, no, ahora estaba rodeada de la única preocupación que podía tener un miembro de bando: una batalla. La adrenalina la embriagó casi al instante, haciendo su corazón latir a una velocidad a la que llegaba solo cuando estaba a punto de ir a combatir, algo muy raro de explicar. Para ella era un instinto natural, el blandir la varita, lanzar una defensa, ayudar a sus compañeros. No había nada más cómodo, no había una mejor manera de defender sus ideales.

 

- Ya me hacía falta esto… -murmuró para sí con un dejo de diversión al final de la frase, era parte de sí.

 

Se hizo con su varita al instante, eliminando toda vestimenta de su cuerpo. Luego, mirando por última vez el Patronus de una Gacela que había ido a avisarle del asunto, se dirigió a su peinadora para tomar un antifaz que había puesto allí después de su último combate. Lo colocó en su rostro, cubriendo su identidad y acto seguido, sin perder un segundo, giró sobre sus talones para aparecer casi al instante a cinco metros de la puerta del Cacao Café, lugar a donde debía ir según el mensaje de su compañera. Mirando lo que pasaba frente a sus ojos con una pizca de curiosidad y emoción, saludó a los demás con un leve movimiento de cabeza.

 

Era momento de empezar.

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~ Evelyn Devereaux

 

Observó como comenzaban a darle ordenes, a las cuales simplemente asintió y concentró toda su atención en lo primero que debía hacer, controlar su respiración que hasta el momento no se había dado cuenta era un tanto irregular, por lo que segundos después, respiró profundamente y se relajó, había hecho cosas así desde su regreso a Londres, así que no tenía porque estar nerviosa, sabía lo que debía hacer.

 

Morphos ―siseó apuntando a una roca cercana al pequeño jardín de la entrada, la cual de inmediato se transformó en una araña viuda negra, peligrosa y venenosa, que estaba segura más adelante le sería de total apoyo.

 

Mirando a sus compañeros de bando, comenzó a acercarse un poco más al local, aún sin atreverse a entrar, tenía que ser paciente y esperar, así que sin siquiera dudarlo, volvió a levantar su varita mágica, lista para crear algo más que le fuese de ayuda, no sin antes ordenar a su araña ocultarse y no permitir que nadie la dañara.

 

―Avis― soltó, logrando que doce aves salieran de su varita mágica, las cuales se colocaron en grupo volando delante de ella, con la orden de protegerla de cualquier posible ataque en su contra.

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—Dicen que la fe es lo último que se pierde...—murmure sonriendo ante el comentario de que eran cobardes. Luego de eso me aleje un poco del animal que el mortifago creo, si bien le agradaban mucho los animales, las hienas me ponían los nervios de punta, seguramente era aquella risa que tenían.

 

 

Morphos — volví a decir apuntando a una de las mesas que para sorpresa aun se mantenía en pie, esta se convirtió en un jaguar adulto el mismo que tenía por orden defenderme de cualquier tipo de ataque .

 

 

Al ver como Rada invocaba aquellas manos fantasmales una sonrisa apareció en mi rostro, me acerque hacía donde el estaba simulando pasar a tomar alguna golosina el lugar. Cando estuve cerca a él puse mi mano en su hombro y acercándome a su oído dije.

 

 

—Que sexy te vez cuando sacas esas manos enormes.... — dicho eso fui a tomar una barra de chocolate —Los pollitos saben que siempre los tenemos presentes...—dije notando como en ese momento llegaban los fenixianos, me aleje de ellos unos diez metros y enseguida dije.

 

 

Sectusempra —un rayo salio de mi varita en dirección a Evelyn para causarle varias heridas sangrantes en la piel.

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- Leah Atkins

 

 

 

- Morphos –exclamó la Atkins apuntando a una piedra que había en el suelo, salida del empedrado del callejón.

 

La piedra se convirtió automáticamente, después de un movimiento de muñeca, en una viuda negra, la cual se escondió en un lugar donde solo ella sería capaz de ubicar. Esa sería su primer arma, la principal y la más efectiva, por alguna razón siempre era más fácil empezar de aquella manera y tradiciones eran tradiciones, así que no había de qué preocuparse. Pasando su mano libre por su cabellera, acomodó su cabello antes de invocar un Avis verbal. El hechizo hizo que frente a ella aparecieran doce avecillas revoloteantes, que se posaron sobre su cabeza (específicamente a un metro) con la única intención y orden de protegerla de cualquier posible ataque que pudiera recibir por parte del enemigo. Con eso sería suficiente de momento, ya luego vería cómo arreglárselas.

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~ Evelyn Devereaux

 

Al parecer los mortífagos estaban un poco mal de sus facultades, porque estaban viendo a personas dónde no estaban, ella seguía fuera del local, pero al menos, supo que sus doce aves captaron el ataque del sectusempra que iba en su contra, de ese modo quedó completamente ilesa, puesto que las que comenzaron a sangrar fue su avis.

 

Supo que era momento de ingresar, por lo que entró al local y se percató de los destrozos a lo que simplemente negó y continuó caminando hasta el segundo piso, en donde se encontró con los dos mortífagos, disfrutando de todo lo que hacían, peor no por mucho tiempo, de eso estaba segura.

 

―Sectusempra ―soltó en dirección a Valkyria, aquella bruja que días atrás la había intentado matar y que no lo había logrado, iba a tener que protegerse más que bien, porque de lo contrario aquel día iba a morir a manos de la castaña. De ese modo, un rayo de luz verde salió de su varita y se impactó en el pecho de Valkyria, dejándola herida y sangrando.

 

Mirando que más podía hacer, simplemente esbozó una media sonrisa tímida, preguntándose si era lo correcto estar atacando y disfrutarlo, pero quizás más tarde podría aclarar sus dudas. Mirando a su araña, le ordenó picar e inyectar su veneno en la pierna de Valkyria, dejándola de ese modo envenedada, para después correr hasta Radamantys y hacer exactamente lo mismo, es decir, inyectar su veneno en el tobillo de Radamantys y dejarlo envenedado, para después salir corriendo y ocultarse entre las mesas.

 

―Silencius ―soltó en dirección a Radamantys, el cual de inmediato quedaría mudo en su primr acción, de ese modo nada ni nadie podría darñarla.

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Ahora lo sabía, el enemigo estaban en el segundo piso y sus compañeras también lo comprendieron. Todas estuvieron muy calladas, acto que le gustó a Evans, pero no sería así para siempre. Les saludó como un movimiento de cabeza, prestándoles poca atención. Subió al segundo nivel, donde pudo ver al fin al par de enmascarados.—Ardius... aqueora —susurró de inmediato, como acto reflejo. El agua le cubrió todo el cuerpo a Adryanie, de manera que nada físico podría dañarla.

 

Pero sus compañeras no se quedarían atrás— Aqueora —volvió a susurrar, esta vez Evelyn estaba cubierta, protegida, nada le dañaría, ni siquiera un sectusempra— Aqueora —Leah, fue el blanco del hechizo. Ahora eran tres personas en total cubiertas por una capa de agua, todas capaces de defenderse por si solas, pero por qué no un pequeño extra.

 

Suspiró, estaba un poco mejor luego de intentar cuidarlas porque Bínfeyd sentía que ese día era su responsabilidad. Ojeó a los demás, pronto empezaría la batalla real.

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Los ideales son solo palabras hasta que luches por ellos.

 

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