Castillo de la familia Haughton (MM B: 84511)

[Sira Loveless Haughton]

Los canticos de su esposo habían terminado y su hija bebía de ella despacio pero sin descanso, sentía su sangre salir de ella, y veía como aunque poco a poco, la ponzoña dejaba de avanzar, y sus fuerzas las recobraba, pero aun no estaba todo decidido. Aunque ella decidió dejar de beber de su sangre, no había sido suficiente y volvió a dejar que su sangre cayera sobre su boca dejando poco a poco a la castaña casi sin fuerzas, pero eso ahora no importaba.

 

Aun no estaba completamente restablecida, pero no por ello dejo de pronunciar el nombre de quien le había hecho aquello. Aquellas palabras se le quedaron grabadas en la mente y estaba segura que a su esposo también. Dejo su brazo apartado y con otro movimiento de varita cerro la herida:- Lo matare- Dijo simplemente con un tono cariñoso sin dejar de acariciar su cabello que estaba de diferente color, arrugo la nariz:

 

 

- Sálvala Kritzai, ve tu a por esa opción, no me importa, Mónica estará muy ocupada, ve tu y ya- Ayudó a su hija a levantarse, con cuidado pues ella también había quedado algo débil tras la extracción de sangre, la acerco hacia uno de los sofás. La tumbó y se separo de ellas unos centímetros. Seguía sin saber porque con ella era así, la conexión que sentía hacia la demonio le era extraña.

 

Sacudió su cabeza y agarró de nuevo su varita para dejar sus ropas secas y calientes:- ¿A qué esperas cariño? Ve por esa opción, Cadmus, trae algo caliente- Se arrodilló frente a su hija:- Todo pasara, no te preocupes-

[Emmet Haughton Gaunt]

Emmet Haughton Gaunt

 

Los ojos azul claro del vampiro se oscurecieron fundiéndose con la noche. Aquella sed comenzaba a invadirlo de nuevo permitiéndose sentir el miedo y, cómo esa sensación, hacia más deliciosa a la sangre que corría por el cuerpo de los magos, con los cuales su hermano ya había empezado a divertirse.

 

El mortífago tenía su varita oscura en la mano por cualquier cosa pero su hermano se estaba encargando de una forma sorprendente de ellos, y además lo había defendido de una manera espléndida frente a cada uno de los hechizos que los magos enviaron contra ellos. Aquella mirada cómplice que cruzaron los vampiros decía todo y, además, conocían muy bien lo que tenían preparados para los magos:

 

- Hermanito, de éste me encargo yo -

 

Soltó el original desplazándose tan rápido, cómo su naturaleza se lo permitía, hacia el mago que estaba con los tobillos enlazados con el lazo mágico que su hermano había llevado a cabo. Podía oler el miedo y saborear el líquido vital que pasaba por cada una de sus venas:

 

- Tienen que saber muy bien que atacar a dos vampiros puede condenarlos a muerte ... cómo en este caso -

 

Miró a su hermano a los ojos mientras se entretenía con el otro mago; el vampiro volvió hacia su presa pisando la varita del mismo y, rompiéndola sin más, apuntó con su varita al mismo e invocó tres gruesas cuerda que lo ataron de pie, manos y cuello, al tallo de un roble muy viejo que se encontraba cerca de allí:

 

- Han cometido un gran error al atacarnos ahora deberán pagar con cada gota de sangre que pasa por sus cuerpos pero antes nos divertiremos un momento con ustedes antes de arrancarles la vida con mucho dolor -

 

Dicho ésto el vampiro realizó un ademán con su varita quitando la túnica del mago y desabrochando cada botón de la camisa del mismo dejando el torso expuesto. Dio un latigazo con su varita en el suelo y, apuntando al pecho del hombre, abrió una herida no muy profunda pero aquella causaría dolor y haría que la sangre brotara de a poco sin correr peligro de desangrarse ni de morir. La cuerda que pasaba por su cuello estaba apretada hasta el punto de no asfixiarlo pero no le permitía emitir grito alguno ni queja.

 

Aquella sangre que empezaba a brotar de a gotas de aquella herida abierta volvía sanguinario al Haughton sin poder resistirse a probar un poco del líquido carmesí por lo que se acercó y pasó su dedo para humedecerlo con la sangre, se lo llevó a su boca saboreando cada parte que había tomado.

 

- Algo dulce pero para pasar la noche está muy bien - Le sonrió al mago y le dedicó una sonrisa burlona dejando un leve golpe en su hombro.

 

- ¿Cómo vas hermanito? - giró hacia el Haughton para ver que es lo que estaba haciendo con el otro.

[Ken-Fur]

Me parece que las preguntas deberías hacerlas tu, yo sólo tengo una ¿Piensas que lo que te hicieron a tu padre requiere de algún tipo de venganza? - al escuchar eso solo cerré los ojos y apretaba los labios eso aún no lo había pensado, no tenía la malicia de haber pensado eso, no se me había ocurrido dada la ocasión de la pregunta o más bien la idea que me acaba de dar mi madre, lo haría pero no lo tomaría con todos solo con el desgraciado que lo asesinó por completo.

 

-Era un traidor, no aportó nada bueno sino todo lo contrario, y aunque yo lo amaba con locura hay que aceptar que cometió un gravísimo error. cerré los puños mi duda ya estaba más que resuelta y la idea que estaba pensando la iba a concretar aún más

 

-¿Y bien? ¿Que piensas? Espero que tomes la elección correcta pequeña cada fibra de mi cuerpo iba en sobre marcha, mis vellos se erizaban, la ira hacia que eso ocurriese - Mi padre si cometió un error, fué a hacer su trabajo y se enamoró como idi***. No fué traidor, nunca fue de ustedes dije tomando mi bolso, dando un portazo

Editado 19 de Agosto del 2014 por Ken-Fur

[Balderik Von Alexandros]

Era necesario, él lo sabia y mientras su esposa le suplicaba que ayudara a su hija el castaño asintió acercándose a Irony, había convocado a su elfo y fuera en busca de Mónica pero el resultado no había sido el correcto, Cadmus negaba hacia el castaño y eso ya lo había previsto, debía ir personalmente en su búsqueda. Acaricio la frente de Irony para luego besar muy fugaz a su esposa, para luego salir de aquella sala donde reposaba su hija herida. No deseaba que se convirtiera en eso, y ahora llegado al pasillo que comunicaba hacia el vestíbulo del castillo el castaño pensó seriamente. Los recuerdos de esa conversación con su abuela Anne acerca de Mónica le habían revelado el rumor de esa poción, ¿pero quien en todo el inmueble del castillo Haughton podría saber aquello? ¿Quien podría haber sido el confidente de la fundadora de la familia?

 

—One...Tara...vengan—Así llamó Kritzai a los dos elfos domésticos de la familia Haughton, confidentes de muchos parientes. Pronto entre un par de cracks casi al unísono los dos elfos llegaron, miraron al castaño concierta duda y luego hicieron una reverencia hacia el mortifago. Podría adivinar Kritzai la duda de los elfos ya que el solo convocaba a su elfo personal y en su vida en el castillo nunca los había llamado, conocía su presencia pero jamás convocado. — ¿Necesitó que me digna una cosa.... necesitó información acerca de la fundadora de esta familia, mas preciso de su ama Mónica.—

 

Tara la elfina quería responder como si supiera la respuesta de un segundo. —No podem...—Pero fue interrumpida por One, el otro elfo que ahora miraba al castaño suspicazmente. — ¿Que es lo que deseaba saber joven Haughton?— Sus ojos de criatura escudriñaron al castaño así como los ojos de Tara, pero él no tenia tiempo, Irony mucho menos.

 

—Necesito saber si Mónica posee aun una poción muy antigua, una poción muy rara que detiene la transformación de vampiro. —Les dijo mirándolos con seriedad y autoridad, aunque sabia el castaño no la poseía.

 

Los lefos alzaron una ceja, como si hubieran descubierto el propósito del castaño, One carraspeo para comenzar hablar. —No tenemos esa clase de información en nuestro poder joven amo, esa solo la conoce Piero y Nina, elfos de la ama Mónica.— Y el castaño alzo la vista asintiendo, luego se volvió a los elfos y con una seña de mano dándoles permiso de marcharse, esto se quedaron un segundo allí pero luego sus distintivos crack llenaron el pasillo.

 

Camino por el pasillo con la forma de hacerles hablar aquellos elfos, —Piero...Nina...—Dijo mientras sus pasos resonaban el pasillo pero nada ocurrió. Alzo una ceja el castaño— ¡Piero! ¡Nina!—Grito en molestia el tempestad hacia la nada incluso alzando su vista al techo. A los segundos aparecieron los elfos con miradas serias y molestas.—No es forma de convocarnos joven.—Dijo el elfo Piero

 

—Necesitaba ayuda de ustedes... odio necesitar pero bueno—Ahora la voz de Kritzai volvió calmada—¿Saben si su ama Mónica aun posee la poción que evita... la transformación de vampiro?— Dijo sin mas. Los elfos alzaron sus cejas sorprendidos —Claro que si...acompáñeme joven— Dijo la elfina Nina, con una sonrisa maliciosa, había sido muy fácil que eso ponía en duda el castaño y su hija sufría.

[alia2]

Sacudí la cabeza, triste, de verdad trataba de infundir mis ideales a mi hija, pero que ella pensara todo lo contrario me enfurecía. Sonreí con tristeza cuando ella se fue dando un portazo, esperaba que al final tomase la decisión adecuada. Me levanté y cogí la varita, garabateé una nota en una hoja que había suelta por el escritorio y añadí un pequeño dibujo. Lo hechicé para que solo Kendall pudiera verlo.

 

 

 

Hija, siento mucho que pienses eso de tu historia, yo sólo deseo lo mejor para ti, y considero que eso es compartir conmigo y tu familia nuestra pasión por las artes mágicas y el desprecio a los impuros. Quiero advertirte de que los que no son como nosotros trataran de hacer que caigas en sus redes, pero a partir de ahora, no me entrometeré en tus decisiones, eres lo suficientemente adulta como para darte cuenta de lo que haces. Si tomas la elección equivocada y nuestros caminos chocan, te aseguro que no tendré piedad, aunque seas mi hija.

 

Te quiere: Alia Hauhgton Lovegood

 

 

 

Después de aquello me tiré literalmente por la ventana. Con los ojos entrecerrados doble las piernas para amortiguar el golpe unos segundos antes de tocar el suelo. Me senté en el mismo, apoyada contra el muro de piedra. Debía comportarme como una adulta, demonios, ya lo era y si no me gustaba que la gente me tomara por menos de lo que era, debía comportarme. Era hora de un cambio verdaderamente radical en mi personalidad, y para eso lo que necesitaba era algo muy sencillo : cazar y dar rienda suelta a mi ira.

 

Con un gruñido, desaté todos mis instintos vampíricos, que había estado reprimiendo en presencia de otros seres, y comencé a correr a toda velocidad hacia los bosques del castillo, que eran amplios e impedirían que nadie me viera con los ojos rojos, ansiando sangre, la ropa rota de la caída, la cara más pálida que nunca, y los colmillos que se abrían paso en mi boca, desgarrándome los labios y haciéndome sangrar.

 

Grité de júbilo y trepé, ágil y veloz a un árbol, de allí salté al siguiente y así en lo sucesivo, hasta que cayó la noche, observando en la oscuridad por animales indefensos.

[Ironía Heartilly]

Irony Loveless Haughton

 

Mientras la sangre y los hechizos antiguos hacían efecto sobre su cuerpo, sus cabellos comenzaban a cambiar de coloración a cada momento. Por instantes parecía que se permanecían rosas como originalmente ella pensaba que habían sido, en otros se iban aclarando y hasta llegaban a tornarse blancos como la nieve hasta después pasar poco a poco un rojizo que amenazaba con la presencia de Alouqua. A penas podía ver bien, se sentía mareada y con un poco de náuseas y todo lo que ocurría a su alrededor era desconcertante. Las sensaciones vampíricas se mezclaban con las demoniacas pasando de sentir almas a poder olfatear cosas que nunca antes había olido.

 

A penas podía escuchar a Sira aunque sabía que le estaba hablando y se sintió recostada mientras alguien tocaba sus cabellos. Nunca había tenido fiebre, al menos nunca que recordara, pero sin duda alguna así debía de ser cuando alguien deliraba por los picos de calor que producía aquella enfermedad. Y por un instante, perdió la noción de todo lo que ocurría en su entorno, todo se volvió negro.

 

Londres Muggle

Años en el pasado.

 

La lluvia caía con fuerza en las calles de la ciudad como siempre lo hacía mientras los muggles se refugiaban presurosos con sus paraguas. El cielo estaba pesado y negruzco y un rayo cayó en una de las antenas pararrayos de uno de los edificios altos de la capital. El viento soplaba con violencia calando los huesos de cualquiera y ya pocos vehículos circulaban por las carreteras a medida de que la niebla aumentaba. Sin duda alguna, aunque era un paisaje tradicional en determinadas zonas de Gran Bretaña, era capaz de deprimir a cualquiera.

 

Bajo el techo de piedra en forma de galería que tenía un grupo de aparcamientos una niña de aparentes 9 años se encontraba parada tomando de la mano a otra niña mucho más pequeña que lloraba y parecía tener unos 5 años de edad solamente. La mayor, tenía el cabello castaño largo en ondas desordenadas. Con falta de brillo, poseía un par de orbes grises que buscaban por la calle de manera desesperada una solución. Portaba un vestido informal negro gastado con mangas y tenía los zapatos del mismo color rascados y manchados, al igual que las calcetas. La niña pequeña en cambio tenía un cabello en dos coletas de un rosa fuerte color chicle y sus ojos azul eléctricos estaban empapados en lágrimas. Su vestido blanco sucio era demasiado fino para tolerar aquel frío infernal de invierno.

 

Otro rayo aventó las calles y la mayor alzó la mirada al ver como un vehículo negro, quizá una limusina, se aparcaba en frente y la puerta se abría dejando paso a un hombre. La castaña dio un paso atrás con miedo…

 

Actualidad

 

Abrió los ojos de golpe con una bocanada de aire de nuevo un poco confundida con lo que acababa de ver. ¿A caso le venían los viejos recuerdos a la mente? Había jurado que se había olvidado de aquel día. Realmente, ni si quiera recordaba que alguna vez había sido castaña… Poco a poco comenzaba a ver mejor y con un último esfuerzo irguió medio cuerpo llevándose una mano a la cabeza para situarse en espacio tiempo, literalmente. Seguía en la sala de la Mansión Haughton y entonces detectó a Sira. Recordó lo de su sangre y recordó el estado en el que se encontraba.

 

Se levantó con fuerza intentando no perder el equilibrio sobre sus piernas y con una mano en el cuello con el escozor, frunció el ceño y se acercó a ella. Por extraño que pareciera, casi que podía sentir con más claridad cómo funcionaba el organismo de su madre adoptiva, sintiendo la faltante de sangre que le estaba ocurriendo.

 

―Necesitas… Una Poción Re-abastecedora de Sangre… Rápido…

[Sira Loveless Haughton]

Los gritos del Tempestad se escuchaban en la sala, ella aun se mantenía al lado de su hija, en el suelo, arrodillada acariciando a su hija. Se sentía desfallecer, la sangre que Irony le había tomado, pasaba factura ahora en la castaña que comenzaba a quedarse de un color blanco, poco a poco sus fuerzas estaban en decadencia. Demian necesitaba de la sangre de la Loveless y ahora había compartido con su otra hija parte de ella.

 

Kritzai no estaba e Irony se levantaba como podía delante de ella. La veía ahora entre sombras, no podía mantener sus ojos abiertos, las fuerzas la abandonaron y se dejo caer sobre el sofá con la cabeza apoyada en el sofá y sus piernas aun dobladas en el suelo. Escuchaba de lejos a su hija decir que necesitaba una poción rebastecedora de sangre, pero no había tiempo para aquello pues un fuerte dolor en su bajo vientre la hizo gritar de dolor.

 

En aquel momento la cara de la castaña se descompuso, apretó los dientes ahora sentada en el suelo. Sus manos las llevo a la tripa que comenzaba a moverse como si Demian se estuviera haciendo un hueco a través del vientre de la castaña que ahora gritaba más fuerte si podía. Hacia un ruido extraño, intentando no apretar pues eran las ganas inundaban su cuerpo, pero no podía ser el momento, allí no, aun no era el tiempo, Irony estaba mal aun…:-¡Kritzai!- Gritó con las pocas fuerzas que le iban quedando.

[Ironía Heartilly]

Irony Loveless Haughton

 

Sintió aún cierto gusto metálico en la garganta y una gran debilidad en su cuerpo a causa del mareo pero tenía que mantenerse en pie por Sira. Necesitaba una poción de esas urgentemente pero no sabía a quién acudir pues no parecía haber nadie. La sorpresa vino cuando Sira decayó de golpe apoyada contra el sofá y de rodillas al suelo y gritó con gran dolor. No podía ser cierto… ¡No en esos malditos momentos! Irony se hizo un manojo de nervios sin saber qué hacer.

 

Rápidamente cogió a su madre en brazos y la tendió sobre el sofá notando que efectivamente el que sería su medio hermano iba a nacer. Miró a sus lados sin saber a quién acudir hasta que se acordó de los elfos domésticos. Mientras su padre no llegara era lo mejor que podía hacer.

 

―¡¡¡One!!! ―estalló invocando al elfo que había quedado un poco disgustado por el grito― Tienes que ayudarnos y traer una Poción Reabastecedora de Sangre y… toallas… no… agua. ¡No sé! ¡Lo que haga falta! Sira va a dar a luz.

 

Quizá lo mejor sería ir a San Mungo directamente. Sin darse cuenta el elfo había desaparecido y en principio le dejó la poción para luego desaparecer y traer más cosas o simplemente comunicárselo al resto de los elfos o quizá al resto de la familia, no tenía ni idea. Irony se limitó a abrir el frasco y hacérselo beber a Sira.

[Balderik Von Alexandros]

El elfo podría estar jugando con él y eso al castaño le estaba molestando, tras haberlo seguido aquella diminuta criatura donde su ropaje siempre de su raza estaba mal trecha, Piero era el elfo domestico de Mónica pero sabia el castaño que tras aquellas preguntas el elfo y la elfina le consideraban un intruso, un ladrón que quería posar sus manos en aquella botellita, la poción para Irony. No estaba para juegos, era delicada la salud de su hija pero si los obligaba de laguna forma seria mal visto no solo para los elfos que no le dirían ni le darían nada si no con Mónica una fundadora matriarca de los Haughtons, junto con el resto de la familia.

 

Habían dejado atrás le vestíbulo del castillo, dejando así y caminando hacia pisos inferiores. Sus pasos tras aquellos elfos resonaban pues ahora se volvía mas piedra que mármol el suelo del castillo y juraba el Haughton estar en una zona desconocida y privada para muchos. ¿Que secretos guardaban los patriarcas y matriarcas de la familia? cuanto se reservaban eran las dudas del mortifago.

 

Sus labios se apretaban en mueca feroz, deseaba ya que los elfos fueran mas rápidos, incentivarlos con torturas pero debía esperar, ser paciente, de momento su esposa Sira dse encontraba con Irony. Bajaron y bajaron pisos cada vez mas frió en el lugar y mas antiguo hasta que ambos elfos se detuvieron.—Muy bien joven Haughton, a partir sigues solo recto en la oscuridad y llegaras a tu destino...elije bien...v recompensa lleva a un castigo—Decía Piero el elfo casi riéndose al lado de Tara y ambos elfos volvieron donde vinieron.

 

Quería el oji avellano arrancarles la cabeza pero no dijo nada ni hizo movimiento alguno pues sus palabras le dejaban con duda, ¿recompensa con castigo? eso era lo principal. Camino hacia la obscuridad, saco su varita y murmuro un "lumos" pero una sola y emifera luz salio apagándose. Como lo imaginaba había magia para ocultar todo eso, camino con solo sus sentidos de percepción hasta que una luz de color ámbar muy baja le llego a sus pupilas, allí estaba, una botellita en un cristal y con líquido adentro. Sonrió hasta llegar a él y tomarlo para cuando un crack le llegó su espalda.

 

Se giro rápido al ver a un elfo de la familia, One, que le tomaba de la mano—La señorita Sira...sufre...— Decía cansado el elfo pero eso no importaba a Kritzai, su cuerpo había temblado al escuchar al elfo con el terror apoderándose de su cuerpo. Ambos desaparecieron de aquel oscuro lugar, hasta llegar rápidamente a la sala mediante la aparición del elfo. La primera escena fue brutal para el tempestad, su esposa Sira yacía tendida en el suelo y con su hija débil ayudándola.-—¡¡¡Amorr!!!—Estallo en grito corriendo hacia ella. Tomo su cuerpo tendido y lo llevo hasta un sofá, mientras le miraba con dolor.

 

— ¿Que sucede mi nena?—Preguntaba cercano a su rostro acariciándolo, Irony estaba cerca así que se volvió a ella. —¿Hija que sucede?— Le pregunto pero veía ahora las manos de Sira aforrándose en gritos de dolor en su vientre donde reposaba su hijo. Hicieron click las ideas en microsegundo y lo supo, era la hora, su hijo vendría la mundo.—Aquí esta la pócima para ti Irony pero aun no la bebas....no lo hagas.—Decía a ella serio. Un elfo reapareció con mantas, agua, pócima y demás, los dejos todo en una mesa cercanos a ellos. Tomo la pócima reabastecedora de sangre y la llevo a los labios de la castaña.

 

—Bebé amor...—Decía con cuidado dándole de beber. —No podemos llevarla a san mungo, es tarde, elfos busquen ayuda en san mungo o donde sea y expliquen que Sira dará a luz… Vayan— Decía serio para cuando mucos crack resonaron en la sala.—Irony hija deberás ayudarme....estarás bien amor—Decía Kritzai a Irony y su amada esposa Sira.

[Anne Gaunt M.]

A pesar de sus palabras, Ian parecía seguir confundido y Anne no podía culparle por ello. Había experimentado algo muy similar con Evarela años atrás, cuando se había decidido a volver a Inglaterra para poder conocer a su familia. Se había encontrado con una guerra de bandos que había acabado por ahogarla por completo, manteniéndola ahora alerta de forma constante, y sufriendo por aquellos seres queridos a los que les hacían daño por su culpa.

 

— Si no tienes dudas, entonces eres digno hijo de tu madre. Y tienes razón: aparca el pasado, y vive el presente sin perder de vista el futuro. Siempre podrás contar conmigo para lo que necesites, Ian. Se lo debo a Juv, y te lo debo a ti por ser sangre de mi sangre —le dijo, con solemnidad.

 

Llevaba un rato esperando que el chico manifestase su deseo de unirse a la causa de ambas, su madre y su tía, y la licántropa no pudo evitar esbozar una amplia sonrisa cuando Ian comenzó a hablar de nuevo e incluso rozó el hombro de la pelicastaña con suavidad para luego cruzarse de brazos y seguir con aquel pequeño discurso que su tía llevaba esperando un rato. No quiso interrumpirle, así que se limitó a escuchar atentamente mientras el Malfoy mostraba sus deseos ante una mujer a la que había conocido poco antes, pero con la que tenía una unión de por vida que nadie podría destruir jamás.

 

— ¿Quieres ser lo que somos nosotras? ¿Seguir nuestros pasos y formar parte de nuestro selecto grupo? —inquirió, poniéndose en pie. La Gaunt no destacaba precisamente por su altura, quedando varios centímetros por debajo de Ian pero, aún así, tenía un aspecto imponente que no solía dejar indiferente a nadie—. Estoy segura de que tu madre se sentirá especialmente orgullosa cuando sepa esto, tanto como me estoy sintiendo yo ahora mismo. No hay mayor deseo para nosotras que veros a ti y a tus primos queriendo alcanzar las mismas metas que nos marcamos nosotras hace años —siguió diciendo, sin apartar la mirada de los ojos de su sobrino—. Tienes razón: somos muy superiores a muchos que nos miran por encima del hombro, y eso no se puede consentir. No te preocupes, Ian, me tendrás para lo que me necesites. Y ahora no hablo sólo a nivel personal... sino tambén a la hora de acceder a esa "familia", como tú la llamas, tan selecta. Quizá sea ésta mi oportunidad de agradecerle a Juv lo que hizo por mí cuando yo llegué... —confirmó, asintiendo y alzando la mano derecha para rozar el antebrazo del demonio—. Sería bueno que contactásemos con tu madre cuando podamos, y entre ambas podremos ayudarte a alcanzar todo lo que deseas... tienes un futuro muy prometedor, e intuyo que llegarás mucho más lejos de lo que jamás hemos alcanzado a soñar nosotras.

 

 

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