Casita Snape (MM B: 104851)

[Hayame Snape Potter Black]

Hayame se sentía bastante triste en aquellos momentos, en verdad no se quería ni imaginar lo que sería que de repente le dijesen que el cuadro que con tanto cariño cuidaba independientemente de las discusiones que solían tener, de repente se empezara a fijar en la niña rubia de bonito vestido anaranjado que solía intentar alegrarlo todo (desastrozo de forma para ella pero al fin y al cabo, los dem´s no tenían su perspectiva en lo referente a las personas)

Se giró y se sentó en un escalón apoyando los lados de la cara entre las manos con la mirada algo perdida, sin dejar de pensar que aquella cosa podría ser algo desastroza para su situación

Adoraba ese cuadro, esa pintura, de poder reviviría a la persona en esta y la tendría a su lado (quizá con ayuda de alguna ley mágica porque definitivamente el hombre no quería casarse con ella así nada más)

Pero estaba segura de que al menos su vida sería algo mas feliz para ella, teniendo a ese hombre con vida, aunque fuera gruñendo ahí

Y si Ashley luego lo embrujaba y el cuadro se mudaba al destrozado de la mansión Ketchum?

Le salió una lágrima y se la secó rapido

-En verdad piensas que ese tipo de cosas podrían pasar, hermana?- le preguntó a Sagitas sin voltear a verla, en verdad se sentía demasiado triste y quizá era a causa del bebé dentro suyo

[Sagitas E. Potter Blue]

Sonreí a mi hermana, algo divertida porque había caído en mi trampa, no buscada, que conste..., pero la había preocupado por la rubita, con lo que eso significaba una pequeña arruga en su relación, tal vez ni un diminuto pliegue, una rendijita de nada... Pero estaba. Así que cizañé un poco más.

 

-- Bueno, todos sabemos que Sev te es fiel pero ya sabes que las rubias tienen un no-sé-qué que bien podría ser atractivo por alguien que sufre tu ausencia...

 

¡Toma ya!

 

-- ¡¡Demonios!! ¿Qué es ese ruido? -- a mis oídos llegaba una llorera muy extraña que, no sé porqué, me imaginé que venía de la otra "hermana". -- ¡Parece que es una tetera que hierve demasiado y chilla como si estuviera a punto de romperse por el exceso de presión dentro. ¿Tú lo oyes, Haya?

 

¿En qué momento había adquirido esa maldad insana para meterme con alguien que, en el fondo, no se habia metido conmigo? Pero si había sido al revés, al principio había sido así de mala y había mejorado un poquito mi talante, pero sin olvidar un poquito aquella época.

 

Pero después me dio algo de pena por mi hermana. Con lo que ella necesitaba ser feliz y yo la ponía triste. Porque ella puede disimular conmigo pero yo huelo cuanto está triste y tiene ganas de llorar, así que no, no, podría ser malvadosa con la otra pero nunca con Hayame.

 

Así que intentaría que fuera feliz.

 

-- No, mujer... No creo que fuera capaz de hacerte eso, con lo buena hermana que eres... Si te quiere la mitad que yo, seguro que nunca haría nada malo para ti.

 

Sonrisita y palmeo en la espalda.

 

-- Además, la mato si lo intenta. O, al menos, la descuelgo del marco y la quemo en la chimenea.

[Hayame Snape Potter Black]

La mujer emitió un pequeño suspiro... y entonces, sus gestos regresaron a ser los de la mujer de siempre, con los párpados cayendo a medio ojo y una expresión que mas que lástima o miedo, daba risa al ser tan caricaturizada



-Forcé al sujeto del retrato a estar conmigo, siendo un retrato con memoria de su vida, hice cosas ilegales con la varita y mis pociones y es gracias a ello que ya voy para su segundo hijo... -dijo la vampiro observando a su hermana de reojo, todavía sentada en los escalones de las escaleras que daban a los pisos superiores- te parece en serio que Severus Snape va a ser de ese tipo?

Inquirió

-Mi querido y amado muerto tiene la fidelidad de un gato, con eso te digo todo, porque yo no soy su mujercita que le ha mandado al cuerno

Añadió

Esas benditas hormonas...

-Si estuvieramos en el pasado, al menos se que hubiera hecho que mi Lord lo obligara a casarse conmigo...

-Eso es cierto! -se escuchó la voz de Voldemort desde el otro lado, donde la chiquilla que chillaban y el maestro de pociones dieron un respingo ya que no habían escuchado nada más

Hayame permaneció en silencio un momento, asimilando que el Señor Tenebroso tuviera su oído (o no orejas) metiches tan atentas a todo lo que estaba lejos de él antes de seguir

-Pero en estos tiempos mi mejor esperanza es estar unida a un retrato... que más patético puede ser eso? -se rió entre dientes y finalmente, se puso de pie- anda... vayamos a ver a la tetera chillona y te doy permiso de quemarla en la chimenea si eso te hace más feliz...

Accedió cerrando los ojos antes de continuar su camino a la estancia donde estaban las pinturas y su elfo doméstico

-Hola Ash... bienvenida de vuelta. Deja de llorar y párate, que tienes visita...

[Ashley Peverell]

-¿Tengo visitas?

La niña de cabellos dorados se talló rápidamente los enormes ojos sin percatarse de las molestias que probablemente le estaba causando al señor a su lado pero que de todas maneras había tenido la gentileza de no correrla de aquel cuadro de pintura mientras que ella se enderezaba un poco para ver hacia el frente, apretando un par de puños cerca de su rostro sin dejar ver ya más lágrimas de las que ya había dejado salir.

-Hermana, me has dejado abandonada.

Se quejó la Ketchum para al siguiente momento mover la vista a los alrededores de aquel bonito y agradable salón, aún desordenado por lo que seguía insistiendo en que su hermana debía de hacerse una mujer un poco más apegada a la limpieza pero lo que no se esperaba era finalmente tener frente a frente a la famosa Sagitas.

Aunque en realidad ella era solo una pintura en esos momentos, era lo más cerca que se había visto de la hechicera de la que su hermana mayor hablaba tanto.

-¡Ay!

Soltó poniéndose de pie para empezar a sacudirse las enormes y amplias faldas anaranjadas y luego inclinarse hacia delante como su hermana mayor la había educado.

-Ashley Ketchum, es un honor señora Sagitas Potter Blue.

[Hayame Snape Potter Black]

...

 

Hayame se quedó observando a la niña rubia del cuadro como si fuese la primera vez que se la presentaban y no como si ya tuviese varios años de haberla calado; mantenía un gesto neutral, los ojos clavados en la figura de amplio vestido anaranjado que había abierto la boca sin imaginar que lo más probable fuera que la fueran a asesinar.

 

Continuó en silencio por largo rato, solo de pie al lado de la Potter Black que tampoco parecía que estuviese muy pronta a reaccionar

 

Y entonces...

 

-JAAAAAJAJAJAJAJAKA

 

La Snape ya no había aguantado más. Ahora con lágrimas en los ojos, aferrándose el vientre e inclinada hacia delante soltaba numerosas carcajadas a mandibula batiente

 

-Tú... le dijiste... -gemia entre hipidos y risas, cerrando los ojos y apuntando en dirección del cuadro- a Sagitas... a ella... tú...

 

Tuvo que acercarse a uno de los sillones del pequeño salón para no caer al suelo

 

-Le dijiste... dijiste... señora... -hipó -es... tan sui... cida... JAJAJAJAJAJAJA

[Ashley Peverell]

Los ojos de la niña rubia se abrieron mucho por la manera en que esa mujer vampiro de cabellos rojos se reía de su forma educada y maravillosa de saludar a la persona que ahora sabía le había dado abrigo y mucho cariño desde su llegada al pueblo aunque todavía no se había dado la oportunidad de tratarla de manera más personal pero aún en pintura era una oportunidad única para causar una maravillosa primera impresión o al menos era lo que querría tratar de hacer si es que Hayame no se estuviese riendo como foca con algún tipo de problema nervioso.

Y sí, pensaba que esa hechicera de ropas negras y malignas se veía tan gorda como una de esas vacas marinas de color gris que hacian sonidos extraños en el mar.

-¡No hay motivo por el cuál tenga que morir!

Se quejó dándo un fuerte pisotón dentro del cuadro dónde se encontraba con los pequeños puños cerrados y tirando hacia los lados de su esbelta y dorada figura de ángel.

[Hayame Snape Potter Black]

Hayame continuaba riendo de forma que se le caían las lágrimas del rostro y en un momento se secó los ojos con un movimiento de mano para después sonreír desafiante, colocándose una mano en la cadera y dejando ver los dientes

-Y en verdad crees que después de decir semejantes sandeces mi hermana te va a dejar estar viva así nada más?

Inquirió la Snape alzando una ceja más que la otra y sin dejar de sonreír

-Ni hablar, a Sagitas esas cosas no le gustan y te acabas de meter en uno muy gordo, pequeño trozo de helado derretido- extendió delante de sus labios los dedos de una mano de forma que parecía que decía "Oh-oh"- solo porqué estes pintada no significa que te vas a librar...

-Oh ama, por favor!

El elfo doméstico que había estado hasta ese momento consolando a la Ketchum se giró y se colocó las dos manitas en la cintura, sosteniendo ahora un colgante pañuelo para las lágrimas

-Tiene que pensar que la jovencita solo está intentando ser amable y educada con ustedes

Regañó esta vez observando a ambas brujas

-Y la señorita Potter Blue además ha destrozado un techo muy viejo y ha estado a escondidas por la casa!... seguramente deseaba encontrar el armario secreto de pociones prohibidas que dejó el amo Snape!

[Ashley Peverell]

-¿Ves?

La chiquilla de rulos de oro y miel se colocó las manos en la cintura como si fuera alguna especie de mamá a punto de enseñar lecciones de educación y buenos modales a una hija demasiado rebelde que le hubiera faltado al respeto, con una sonrisa triunfal que estaba segura que iba a hacer enojar a su hermana mayor pero en aquellos momentos y después de que había terminado por arruinar su saludo a la que ahora sabía que iba a ser su hermana mayor segunda y de una casa diferente pero en verdad había querido causar una buena impresión primera con su educación fina.

-Hasta tu elfo sabe que me has tratado mal cuando yo solamente quería ser buena y que nuestra nueva hermana mayor viera que la voy a querer ucho y siempre, siepre la voy a respetar.

Aseguró volteando en otra dirección mientras que se ponía una mano sobre el pecho a modo dramático como si estuviera a punto de darle un ataque al corazón pero la rubia sabía muy bien que en las novelas de literatura fina siempre se les enseñaba a las damiselas a hacer ese gesto porque era considerado bonito y muy, muy femenino.

[Hayame Snape Potter Black]

-Oye...

La Snape observó la pintura de aquella chiquilla insolente que parecía estar en medio de una rabieta solamente porque la pelirroja no era muy buena para seguirle el juego cuando no se ponía de humor; lo peor había sido tener que terminar por escuchar el regaño de su elfo que tampoco lucía precisamente feliz

Fantástico!

Ahora su elfo heredado Czésar tenía una nueva favorita, claro, como siempre la rubia tenía que empeñárselas para estar volviendo a las personas en su contra

Werca rabiosa que le sacaba todas las canas no obtenidas a los inmortales desde tiempos inmemoriales...

O no tanto, porque la Ketchum si era mortal

-Terminste? -volteó a ver a su elfo que se colocaba los brazos en jarras y seguía dirigiéndole una mirada amenazante- mira que no le he hecho nada, simplemente me ha caído en gracia que sea lo suficientemente suicida como para llamar a Sagitas "señora"

-Pero la ama Sagitas no le hará nada a la pintura del amo Snape... verdad?

Alzó una ceja viendo a Hayame que abrió de golpe los ojos y volteó a ver a la pintura del hombre de cabello negro que permanecía silente con los brazos cruzados y ahora, entrecerraba los ojos y sonreía vagamente con cinismo y fastidio

-Jm... por supuesto...

Gruñó Severus Snape sabiéndose finalmente recordado

[Ashley Peverell]

-¿Amo Snape?

 

La joven rubia de hermosos caireles que centellaban y desumbraban como el sol del mediodia juntó las manos en pequeños puños a la altura de su barbilla y se giró de forma encantadora, como cuando una preciosa flor desea buscar la luz del sol hacia un lado donde se imaginaba que estaría el hombre y así fue, era una persona de aspecto muy huraño y que vestía de negro como su propia hermana solía hacerlo a su propia manera de vampiro.

Y es que se imaginaba que debía de ser una moda regular entre ellos si es que siempre utilizaban esos mismos colores, tal vez tenían sus propias tendencias o costumbres.

-Buenas noches, señor.

De todas maneras Ashley era una niña educada y encantadora por lo que se tomó los bordes del vestido anaranjado y se inclinó con una reverencia hacia aquel antiguo profesor.

Respeto ante todo para los maestros.