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Chateau Dumbledore (MM B: 78647)


Ada Camille Dumbledore
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El tiempo era cruel e inclemente, pero en medio de eso era lo mas amable para los que sufren porque hace que te acostumbres al dolor de la perdida y que ya no sea tan evidente para los que te rodean, todos en la familia estábamos absolutamente conmocionados con la muerte de mi hermano mayor, su dulzura y su belleza espiritual eran poco habituales en las personas que solían rodear el mundo mágico o el muggle o cualquiera se que conociera. El tenia la particulariedad de hacerse querer con tan solo entablar conversación, cualidad que no tenia casi nadie. Su falta en el Chateau se sentía y no solo por su risa y su presencia fresca cono una suave brisa de primavera, sino en las obligaciones para con la Familia, él y yo éramos los encargados de todas las cuestiones de tramites y ahora me había quedado sola en muchas cosas con el Gobierno Ingles que no entendía en lo absoluto. sentía mi cabeza abarrotada ahora no solo debía encargarme del gobierno de Francia sino ahora tenia a mis espaldas mas responsabilidades que nunca. ¿Sera que el alguna vez podría darse cuenta que hacia tanta falta para todo?

 

Ahora también me preocupaba mi madre, ella había tomado el luto de nuevo y tendría que pasar no se que otra cosa para que lo dejara, pues con las demás muertes de la familia lo llevo casi por 10 años y me preocupaba. al menos tenia el apoyo de mi padre con el que permanecía la mayoría del tiempo.

 

Estaba en el alfeizar de mi ventana con mi violín Stradivarius, me gustaba practicar a diario para despejar mi mente, además de no perder mi habilidad de tocar el violín, en el que era muy buena. La melodía era triste y melancólica tal y como se sentía una adaptación de alguien de una popular melodía de las Américas, una lagrima bajo por mi mejilla pensando en el dolor de todos por la falta de mi hermano.

 

Al terminar deje mi violín en su lugar dirigiéndome al vestidor, necesitaba ropa cómoda, era momento de ponerme a cargo y sobretodo de dejar el refugio de los animales de la familia que había sido interrumpido. Ya había empezado a hacer frio propio del otoño y me puse un jeans azul y un saco de lana gris que dejaba uno de mis hombros al descubierto, la varita recogiendo el cabello rubio.

 

Baje pronto hasta el espacio en la entrada del bosque, no sin antes dirigir mi mirada a la centro del bosque donde estaba el cementerio de la familia y el árbol donde había quedado mi hermano, seguí caminando hasta donde estaba todo el material para el refugio. tras varios minutos de trabajo este quedo listo. ya había un lugar para que Doré, mi hipogrifo, y los demás animales tuvieran un lugar.

 

subí de nuevo a la torre sur a mis habitaciones, necesitaba un baño así que me sumergí en la tina en un relajante baño de espuma.

 

 

 

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Ministre de la Magie Français // 🌙 dulce asesina by Mael

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El Rubio se había ido puesto que la despedida del Dumbledore era algo íntimo de la familia de su novia, por lo cual tomando a su pequeño Asher ambos salieron a dar un paseo de padre e hijo


Luego de estar un tiempo caminando por ahí, el viento trajo el suave y amargo sonido de un violín, esa melodía hizo que Asher empezar a dormirse -hora de volver a casa mi principe- le dijo sonriesonriendoa pequeño.


Una vez hubo dejado al niño en su cuna cuando volvieron, noto que la luz de uno de los baños estaba encendida, al espiar vio a su amada @@Ada Camille Dumbledore tomando un baño, se metió en el baño en silencio, y sin que ella lo notará empezó a hacerle unos sensuales masajes desde los hombros.

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El olor a jazmín se sentía penetrante en el cuarto de baño,la veela estaba con la cabeza recostada en el reposacabezas de la tina y los ojos cerrados,los pétalos de la flor flotaban por la amplísima bañera entre la espuma.

 

Los pensamientos de la Dumbledore volaban más allá del Chateau, los acuerdos, reuniones,tratados le llenaban la cabeza, además de todos los asuntos familiares que en la actualidad le preocupaban demasiado. Era como si todo de repente a su alrededor hubiera explotado, era un caos en muchas formas, un desastre silencioso que solo podía escuchar yo. Estaba asustada eran demasiadas cosas, hasta se sentía enferma había estado mareada, con náuseas y con dolores de cabeza. Le había pedido a su primo que era sanador que le sugiriera alguna poción y el solo había sugerido un tónico fortificante. Pero le hallaba la razón, era casi logica su debilidad en medio de tantos problemas.

 

Suspiro por unos momentos aspirando el gratificante olor de las flores y de pronto sintió unas fuertes y varoniles manos en sus hombros y espalda, una sonrisa atravesó sus labios y abrió los ojos para observar los azules orbes del Lycan, sabía de antemano que si Sasha no había gruñido y le había permitido pasar era porque el era de confianza. Disfrute en silencio del masaje por algunos minutos.

 

-Tienes unas manos mágicas lobito...de verdad me hacia falta relajarme

 

Las palabras salieron casi de forma lastimera y eso me había molestado, pero olvidaba que su corazón con él era sincero. Fue entonces que se le ocurrió una idea. Tomo de la mano al Greyback y lo hago hacia la Tina haciéndolo caer en el agua con ropa y todo, una carcajada pícara salió de ella.

 

-Perdón no pude evitarlo...perdóname

 

Pero no podía parar de reír a carcajadas

 

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Ministre de la Magie Français // 🌙 dulce asesina by Mael

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Sonrió cuando la rubia lo alabó por su destreza con las manos, pero cuando iva a responderle esta lo metió dentro de la tina junto con ella y se puso a reír.

 

-oye!! - exclamó riendo mientras que con su mano la salpicaba de agua en la cara -oops perdon- dijo con finjido arrepentimiento, al tiempo que con su cabeza le hacia señales a Sasha para que se fuera.

 

Lentamente aproximó su rostro al de la Dumbledore, perdiéndose en sus ojos por un momento, para después fundir sus labios con los de ella en un cálido beso.

 

@@Ada Camille Dumbledore

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  • 2 semanas más tarde...

Nunca está de más hacerle una visita a la familia, ¿verdad?

 

En su interior había un aventurero que gustaba de dormir en posadas, en habitaciones de hostales en los que un mago normal y corriente no se atrevería a pasar la noche. De aquí para allá, pocas habían sido las ocasiones en las que tenía un 'hogar'. La grandeza del mago es que puede desplazarse cientos de kilómetros con un simple pensamiento, limitarse a dormir todos los días en un mismo lugar era encerrarse en su propio mundo. Dormir cada día en un sitio diferente era una aventura diaria donde no se sabía lo que podía pasar a cada momento.

 

Pero el mundo, por suerte o por desgracia, no para de cambiar y las personas que lo habitan tampoco. Era hora de tener un lugar fijo donde dormir. Un plato caliente cada noche preparado por algún elfo doméstico con más experiencia en la cocina que el suyo. Con una cama caliente, con unas sábanas limpias de forma impecable y con la seguridad de pasar las horas bajo el mismo techo de las personas que te quieren o que fingen hacerlo.

 

Sí, era el momento de volver a casa.

 

Y su casa estaba en un lugar que no conocía tanto como le gustaría pues las horas que había pasado en el mismo eran nulas, pero era su sitio en el Universo a fin de cuentas. ¿De qué lugar hablamos? Del castillo Dumbledore o, como preferían llamarlo las personas más finas de su familia: 'Chateau Dumbledore'. Cada vez que lo pronunciaba en su cabeza se imaginaba hablando con un acento francés la mar de divertido.

 

Su túnica blanca como la nieve ondeaba elegantemente al viento mientras se desplazaba con paso firme y seguro a su destino. Las emociones le invadían mientras recorría los últimos metros que le separaban. Tenía ganas de ver qué personas estaban allí en esos momentos, cuáles serían los familiares con los que más tiempo pasaría a partir de ahora y, en especial, tenía ganas de ver cómo lo recibían.

 

Cuando estuvo apenas a un par de pasos de la puerta se dio cuenta de que no había llevado nada consigo que pudiera ofrecerles. Quizá un pastel o una tarta hubiesen estado bien para cenar o merendar todos juntos, pero era tarde para eso. Acababa de golpear la puerta esperando que un elfo, un familiar o un amigo de la familia le abriese la puerta. Se moría de ganas por ver su habitación.

 

 

@@Ada Camille Dumbledore

 

 

 

OFF: Disculpad bonitos, no quería interrumpir vuestra cita. No hace falta que me hagan caso, sólo quería venir a dejar mi huellita <3.

 

 

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La pelirroja había estado todo el tiempo entre el dormitorio que habían empezado a compartir con Seba y entre la tumba que era ahora su lugar de descanso bajo el ceibo que había hecho crecer en el jardín del chateau. Quizás Seba hubiera preferido un pino como el que había hablado una vez había en la tumba de su padre, pero las lágrimas de sangre que había vertido en su momento le recordaban a la flor de aquel árbol y había querido que éste fuera como un pequeño homenaje en su lugar de descanso.

 

No había querido regresar a su hogar por unos días, sus elfos se ocuparían de todo en el local que servía de vivienda para ambos en el Calejón Diagón. Ella había optado por instalarse en el castillo de su sobrina, a la que había solicitado permiso para mantener la habitación de su prometido y ésta había aceptado.

 

Agobiada se puso en pie, sacudiendo las pequeñas hojas que se habían pegado a la larga túnica negra que llevaba puesta, tampoco había traído excesivo equipaje, de hecho el poco que tenía era el que iba a usar para disfrutar unos días en compañía de su pareja. El par de mocasines que había elegido apenas causaban algún sonido sobre la grava y menos cuando tomó el camino de piedra hacia el castillo, llegando al ingreso del mismo y observo la figura de un hombre vestido de blanco frente a la puerta de cedro.

 

--Hola, ¿a quién está buscando? --preguntó, hubiera preferido utilizar el phantom para llegar hasta su dormitorio, no le había pedio a Arianne que le autorizara la aparición dentro del castillo porque caminar y pasearse despejaba su mente, tampoco quería recibir visitas ni ver a nadie, pero recordaba bien que si estaba allí era por su sobrina y un favor hacia ella no le costaba nada.

 

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Colocó las manos a su espalda mientras esperaba pacientemente que su llamada fuese atendida. Nada más que consiguiese familiarizarse con su habitación le pediría a su elfo doméstico que le trajera el equipaje necesario para pasar unos días. Habría tiempo más adelante para traer sus pertenencias, que no eran demasiadas. La gran mayoría de sus cosas estaban a salvo en su Bóveda Trastero. Allí sí que tenía objetos de gran valor, pero rara vez los sacaba. A veces se preguntaba para qué habría comprado tanto pero algo tendría que hacer con sus galeones.

 

Una voz le sorprendió. Se giró para poder comprobar la identidad de la mujer que le había hablado. Un rostro desconocido. Si la había visto anteriormente, no la recordaba. ¿Era una Dumbledore, una visitante o una intrusa?

 

Disculpa, pero... ¿quién eres?

 

Quiso saber mientras la observaba con detenimiento. Por norma general desconfiaba de los desconocidos. El mundo actual era un lugar peligroso, en cualquier lugar podía haber un posible enemigo, un loco que quisiese hacerte daño. No tenía miedo, era una persona valiente y confiaba en sus habilidades mágicas pero no podía pecar de egocéntrico y confiarse más de la cuenta. Debería quitarle el polvo a su Mapa del Merodeador y comenzar a llevarlo a todos lados para saber quién había cerca.

 

Y... ¿qué haces aquí?

 

Añadió antes de darle tiempo a responder a la primera pregunta. Nadie se lo había pedido, pero desde el mismo momento en el que entró en los terrenos de la vivienda familiar de los Dumbledore se sintió obligado a proteger cada rincón. Se aseguraría de que no entrase nadie que no fuese digno de confianza para alguno de sus familiares o para él. Su deber estaba en proteger a sus seres queridos pasase lo que pasase.

 

Por supuesto, hasta no tener respuesta a esas cuestiones no daría ningún información a la pelirroja. Por si acaso llevó su mano izquierda hasta el bolsillo de su pantalón. Era un movimiento elegante e incluso pareció un movimiento casual e inocente para estar más cómodo, pero el bolsillo izquierdo del pantalón blanco que portaba tenía dentro su varita.

 

Quién sabe lo que podría pasar...

 

 

 

@@Darla Potter Black

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Observó con atención al mago frente a ella, se había girado de golpe al escuchar su voz, le había hecho un poco de gracia su postura con las manos en la espalda, como un profesor que observa a sus alumnos durante una evaluación. De hecho eso tuvo la sensación de que estaba haciendo ahora con ella, evaluarla, y en cierta forma su respuesta se lo confirmó.

 

—Mi nombre es Darla ¿y el suyo? —respondió mientras se acercaba a la puerta y mantenía una respetuosa distancia con el mago, había cada desconfiado.

 

—Vivo aquí —omitió decir el por ahora, pero igualmente era algo que a un perfecto desconocido no le debía interesar.

 

Observó su movimiento y lo siguió levemente con la mirada antes de cruzar inocentemente sus manos al frente de su falda, donde en el bolsillo a mano llevaba su varita. Podría haber utilizado sus poderes de clan, y con el phanton detener el brazo del mago, hasta que le dijera quien era, pero debía reconocer que no conocía a todos los amigos ni familiares de su sobrina o sus hijas.

 

—Insisto ¿busca a alguien en particular o solo viene a investigar quién hay en la casa? —había un dejo burla en el tono de voz de la Potter Black, cuya sonrisa amable aun así se mantenía en sus labios.

 

—No suelo estar acostumbrada a que los recién llegados me interroguen como si fueran censistas —agregó como una especie de explicación que no consideraba el mago mereciese pero que era su forma de indicarle que demasiado había respondido ya antes que él le diera al menos una respuesta a sus propias preguntas.

 

Se quedó frente a él, esperando a ver si el joven se dignaba a responderle o si por como parecía su disimulado gesto la atacaría. Si optaba por lo segundo descubriría que no era una ama de casa o una bruja inexperta la que estaba frente a él, pero por respeto a su sobrina le daría una nueva oportunidad.

 

 

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Deseaba darse un pequeño golpe en la cabeza a modo de auto castigo. La respuesta que le había dado la mujer había sido debido a un error suyo, había formulado mal la pregunta. No había especificado lo suficiente. Saber su nombre podía llegar a ser un detalle interesante, no lo negaba, pero lo que verdaderamente le interesaba era saber si era una Dumbledore o no. Y en caso de no serlo, ¿qué haría allí? Así que sin muchos rodeos se lo preguntó directamente.

¿Eres una Dumbledore?

Descubrir que vivía allí le hizo mostrarse más receptivo a la hora de responder las cuestiones que ella le había formulado. Había cuatro opciones: Familiar, amiga de la familia, servicio doméstico o mentirosa. Lo descubriría más pronto que tarde.

Me llamo David, es un placer.

 

Estiró el brazo derecho para ofrecerle su mano en forma de saludo. Era una fortuna que fuese zurdo, podía seguir sujetando la varita por si todo aquello era una trampa. Sin embargo, a estas alturas dudaba de que la mujer fuese un peligro para si mismo, su familia o el castillo. Había que darle un voto de confianza.

 

Dos opciones me has dado y no es ninguna de ellas... —comentó negando levemente con la cabeza, pero dejando escapar una pequeña sonrisa que indicaba que su posición de Alerta Permanente había disminuido considerablemente al descubrir que vivía en el castillo. —Vengo a investigar el castillo, pero no me importa tanto quién hay. Me las puedo arreglar solo.

 

Ya habría otro momento para estar con sus familiares más directos como su hermana. Venía para quedarse, le sobraría hasta tiempo para estar con ella.

 

Tampoco creo que todos los días un mago de mi nivel se presente delante de la puerta del castillo. Si de verdad vives aquí tendrás tiempo para ver que no soy alguien normal y corriente. —había pecado de egocéntrico, como le pasaba más a menudo de lo que quisiese admitir. Debía mejorar eso. —¿Entramos?

 

 

 

 

 

@@Darla Potter Black

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Darla sonrió con un cierto deje de nostalgia en su expresión, lo cual le llevó a notar que quizás hubiera sido con amargura si no hubiera buscado una salida a su situación. Quizás no tan espiritual como el Despard la hubiera llevado a seleccionar pero sí obviamente una salida que para ella era la mejor.

 

—Hubiera sido una Dumbledore porque estuve a punto de desposarme con el patriarca de la familia, pero él falleció antes de que concretáramos nuestro compromiso, igualmente su madre, que es un gran afecto para mí me ha permitido conservar las habitaciones del que hubiera sido mi marido, soy una Potter Black —agregó mientras extendía su diestra hacia el mago para estrechar la mano que le tendía —igualmente David sin apellido —se sorprendió a sí misma por el mal chiste, aunque debía reconocer que el mago le respondía de la misma manera en que ella le había respondido a él mientras una leve corriente recorrí a su cuerpo justo cuando soltaba el brazo del mago.

 

—¿A investigar el castillo? —no había querido disimular la expresión de sorpresa que aquello le causaba, pero a la vez la ponía una vez más en alerta y levantó una ceja ante su siguiente comentario—¿qué clase de investigación planea usted David? Entenderá que aunque sea solo mi hogar de adopción debo cuidar los intereses de mi sobrina.

 

Intentó contener la risa que le había producido su falta de humildad, bajó la cabeza levemente pero la sonrisa que había en sus labios al volverle a ver a los ojos —y dígame señor nada normal y corriente ¿por qué debería entrar con usted así porque sí? No me ha dicho nada que me haga confiar en que no es un intruso, un asaltante o algo peor, en esta época tan convulsionada del mundo mágico y muggle creo que aunque no aparenta ser una mala compañía debería entender mejor su investigación antes de cederle tan rápidamente la entrada.

 

Lo que acababa de decir la llevó a recordar su propia condición, respiró profundo y esperó, adelantándose un paso y apoyando la mano sobre el pomo de la puerta pero usando su cuerpo como escudo antes de dejarle franquear la misma sin una más clara explicación.

 

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