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El Parque de las Lamentaciones y Circ dels Joglars (MM B: 102350)


Sagitas E. Potter Blue
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Hayame se talló un oído con fuerza y tan rápido como podía

Estaba segura de que había escuchado un grito clon al suyo pero eso era ridículo, no había criatura que gritara ni tan agudo ni tan recio como para que recorriese kilómetros y llegara hasta ella; su oído era finísimo, el de Sagitas hasta donde sabía lo era más pero no podía pensar en ningun ser vivo o de ultratumba que pudiese lograr que todas las platas del invernadero volteasen a los alrededores como si de pronto les fuese a caer el mismísimo Voldemort por entre la noche, con su enorme nube de muerte y calaveras por todas partes.

Vamos, ya ni los mortífagos eran lo de antes como para aterrorizan a un grupo de plantas bien dotadas de magia y de colmillos, capaces de devorarse a un mago sin dejar mas rastro de este que sus zapatos...

Aunque en el caso de su hermana...

Unas cuantas rayitas azules cruzaron la cara de Hayame al ver a la bruja en el suelo y se inclinó para comenzar a sacudirla e intentar despertarla, seguramente la pobre estaba mareada y magullada por el proceso

-Anda Sagitas!!... cómo es que Morita ha tratado de comerte? su ella te quería un montón!!

Soltó pero entonces la tentácula se agachó y lamió el cuerpo de la bruja de cabellos púrpura como si intentase hacerla despertar del todo, haciendo ruidos de cachorro emocionado y jadeando

-Tu... querías jugar con Sagitas?... pedazo de planta torpe...

Los ojos a media luna de la vampiro debían de ser más que suficiente para decir lo que pensaba de aquella situación

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  • 2 semanas más tarde...

Si. Definitivamente la niña estaba segura de que se la iban a comer los lobos o cualquiera que fueran los animales que vivieran en un bosque como aquel y la figura de la carpa del show de circo que se recortaba contra lo que ella consideraba las sombras más tenebrosas del mundo y que escondían fantasmas, espantos y otros horrores le iban a mandar una horda de zombies en forma de payasos, de esos que tenían las sonrisas de dientes verdes y tirando babas por todos lados y que la harían correr y gritar como nunca.

Volvió a gritar con fuerza y se puso de pie, empezando a sacudirse el vestido anaranjado pero solamente lo suficiente para calarse bien los pequeños zapatos y volver a correr en círculos alrededor del árbol, quizá con eso los monstruos se marearían y no podrían morderla.

-¡Nunca me atraparán!

Volvió a chillar y entonces decidió que lo mejor era correr a espacio abierto haciendo tal cuál lo había pensado y sintiendo las yerbas y otras cosas que se le pegaban a las calcetitas blancas pero no quería detenerse ni siquiera para tomar aire.

¿Y si lo hacía y entonces sentía un mordisco en una pierna?

¡Maldita Hayame que la hacía seguirla hasta un sitio tan tenebroso como aquel!


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Los ojos de la mujer se volvieron a abrir grandemente y giró la cabeza como si intentara buscar la fuente de aquellos sonidos pero no podía ver nada aparte de todas sus plantas que se encogían en sí mismas ya que no querían recibir ninguna parte del enojo de su ama o un pequeño golpe estilo nalgada por su desobedecer.

Pero Hayame frunció el ceño como si en verdad le inquietasen aquellos ruidos

Lo que más le preocupaba era que se tratase de algún animal herido en el circo y que su hermana seguramente se angustiaria como algo así pasara.

Además...

Un rubor fuerte apareció en sus mejillas y se rascó una con un dedo.

Cómo le iba a dar ese tipo de noticias a su hermana que en esos momentos estaba desmayada y cubierta de babas de tentácula venenosa que solo quería jugar.

-Vamos Sagis... -la chica palmeó suavemente su mejilla en un intento por reanimarla o que despertase- mujer, anda!! Morita ni siquiera te mastico... verdad Mora? ¬¬

La planta aludida intentó dar un aspecto de sonrisa pero al siguiente momento se encogió como si la vampiro le hubiese gritado

-Si la mordiste!!

La planta enfáticamente negó con la cabeza de una forma tan rapida que no tardó en convertirse en un borrón por lo nerviosa que estaba; Hayame entrecerró los ojos y se los señaló con dos dedos para después señalarl a ella.

-Más te vale...

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  • 2 semanas más tarde...

Abrí un ojo. Después del otro. Después cerré los dos... Se estaba calentito allá dentro de donde fuera, aunque había algo de humedad. Sentía voces pero amortiguadas por algo, no sé... Como si yo estuviera en una vitrina o en sitio estanco. Bostecé e intenté tocar donde me hallaba encogida. Me revolví. Si no fuera imposible, diría que el Basilisco me había engullido. Pero no lo era porque mi animalito me quería.

 

Sentí otra vez voces irritadas y, de repente, comprendí que era Hayame, enojada.

 

-- ¿Qué...?

 

Algo se movió y me movió. Era como si mi contenedor tuviera arcadas e intentará...

 

-- ¡Voy a ser vomitadaaaaa! -- grité, intentando taparme la cara. Si hay algo más asqueroso es el vómito que te entra por las fosas nasales, así que intenté taparme, aunque toda yo estaba baboseada.

 

Los movimientos convulsivos se hacían cada vez más fuertes y acabé saliendo por una luz que me hizo caer al suelo. Creo que el golpe me dolió, fuerte, pero no tanto como saberme asquerosamente vomitada por... algo. Al principio procuré no moverme pero el olor a vómito y bilis era tan fuerte que si no lo hacía, acabaría yo vomitando.

 

-- ¡Dioses, aggggg! -- tampoco podía decir mucho más. Intenté arrodillame pero las babas y la bilis no me dejaban. Intenté quitarme toda aquella pegajosidad de encima, intentando no vomitar yo, hasta que Hayame dijo algo de Mora. -- ¿Mora? ¿Tu planta carnívora...?

 

Tras una serie de arcadas que dominé a duras penas, conseguí ordenarle:

 

-- ¡Límpiame! -- Entonces la planta empezó a lamerme y empecé a manotear en el aire. -- ¡Pero tú no, mala planta! ¿Querías jugar...? ¡Pues podías irte a jugar con tu...!

 

Vale, mejor no decir la palabrota para evitar que me engullera de nuevo.

 

-- ¡Quiero a es bicho fuera de mi circo! -- grité, a sabiendas que mi hermana no me dejaría echarla. Aunque cuando oí lo que le preguntaba, pegué un salto y me tuve que agarrar a una urna de cristal para no resbalar en el suelo. -- ¿Me mordió? ¿Me intoxicó de carnivorismo?

 

A lo lejos se sentían voces de gente que gritaba, ¿qué pasaría allá fuera?

 

-- Quiero que tu planta se disculpe o la despido ahora mismo y tendrá que vivir en un parque cualquiera sin derecho a abono ni a animalitos vivos como yo la mimaba.

 

 

OFF: Heliké, no sé como meterte en la acción pero improvisa. Bienvenida.

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off: no hay problema Sagis! Siempre es un placer rolear con vosotras jejeje

 

On:

Eyra Weasley

 

Otra vez gritos. La anciana enarcó una ceja. ¿Sería acaso que tenían animales peligrosos dentro de ese lugar? Ni idea. Le habían llegado ciertos rumores de que, la dueña albergaba en su poder y en el Circo, extraños animales considerados bastante peligrosos por parte del Ministerio. Le pareció raro porque desde que había tratado a Sagitas le parecía una mujer cuerda y sobre todo, sacerdotisa que amaba la naturaleza. Cómo ella.

 

El bastón fue sonado poco a poco mientras sus pies iban en dirección a ese lugar...

 

Gruñó por lo bajo al notar cómo un aire bastante frío traspasó sus ropajes y se ajustó más la túnica. Sólo esperaba no enfermarse y lo que menos le apetecía era tener que ir a una clínica a tomarse la poción pimentónica. Y mucho menos, que avisaran a sus nietas.

 

Se acercó a los gritos o palabras que llegaban a sus viejos oídos. Sonrió. Aunque a una de ellas no la conocía a la otra sí. Se acercó pesarosamente. ¿Se estaban peleando con una planta?

 

- Señoras, ¿les hace falta ayuda? -les preguntó con una sonrisa gentil mientras ajustaba el cinturón a sus caderas.

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Estaba muy enojada y, además, no encontraba mi varita, con lo que no podría hacerme un Aguamenti o, mejor, un Aqueora, que podría sanarme un poco de la comezón de la bilis de la dichosa plantita.

 

-- Huelo a rayos. ¿Qué es lo que come Morita que me ha dejado echa unos zorros? Ay, creo que me mareo.

 

No era cierto del todo pero tenía muchas ganas de hacerme la víctima así que dramaticé un poco y me apoyó en uno de los cristales hasta que la planta que había en el interior reaccionó y se lanzó contra mí, aunque chocó contra la protección de vidrio que la rodeaba.

 

-- ¡Demonios, mana! Tus plantas tienen algo contra mí, estoy segura. Ésta también me ataca... -- hice leves pucheritos.

 

Me encantaba hacerme la pequeña (lo era, la hermana pequeña) y dejar que me mimaran, era un auténtico placer. Pero entonces sentí unos golpeteos como si alguien se acercara con un bastón o un palo que iba apoyando en el suelo en cada paso. Enseguida sonó la voz de la abuela de Hayame, a quien habíamos dejado en el Parque antes. Mi cuerpo se enderezó y perdió el infantilismo que había puesto para conseguir la complicidad de mi hermana y pasé a ser de nuevo la mujer dueña del negocio.

 

-- ¡Sra. Eyra Weasley! ¿Pero qué hace caminando con este frío? Le invito a la carpa de Dirección del Circo. Pero he de darme un baño antes. Apesto. He tenido un pequeño percance con una de las plantas de exposición y me ha bañado con sus jugos digestivos (en pocas palabras, me había vomitado, pero eso no se lo iba a decir). -- Hayame, ayuda a la abuela de Heliké a llegar a la Carpa y poneros cómodas. Yo me ducho en un segundo y me reúno con vosotras. ¿Te parece?

 

Y mi mirada le dio a entender que no habíamos acabado con el tema Morita, que ya lo retomaríamos en algún momento cuando yo estuviera más limpita. Porque si alguien quería comerme lo pagaba. De eso no había dudas.

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Hayame se había cruzado de brazos después de haber agitado su varita de forma que esta había dejado de ser un bastón para regresar a ser aquella arma mágica negra y plateada con serpientes de la que estaba muy orgullosa.

Pero sus párpados estaban a la mitad de sus ojos y una de sus cejas se alzaba hasta arriba, cerca de la raíz del cabello como si no pudiera creer lo que oía.

-Buenos días a tí también- dijo antes de hacerse tronar el cuello de lado- qué quieres decir con que correrás a Morita del circo? -frunció el ceño y observó de reojo a su planta que empezó a hacer ruidos de cachorro regañado y se encogió un poco en sí misma como si de verdad la fueran a arrancar de cuajo en aquellos instantes- si a mi a veces tú eras la que me mordías y yo no te corrí... aunque no pudiera correrte porque era tu circo... o el de Phanser... o el de cualquiera de ustedes dos

Movió un dedo señalando de lado a lado a su hermana para después, parpadear y ver hacia atrás a donde se encontraba una recién llegada que jamás había visto

-Señora Weasley? -musitó y por algún motivo sus ojos se clavaron al segundo en su cinturón; el resto de plantas chillaron y trataron de alejarse- un placer... me disculpo por tan... extraña presentación, madame- se viró y se inclinó

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Eyra Weasley

 

- ¿Frío? - dijo con una sonrisa amable - para nada mujer, estoy bastante acostumbrada. Parte de mi familia procede de las tierras vikingas, como comprenderá, lo llevamos en los genes, así que, no hay problema - dijo, riéndose aunque manteniendo la sonrisa por la amabilidad de aquella mujer pelivioleta.

 

- Puedo ofrecerles unos trucos para repelentes de hierbar mágicas, si lo desea - no pudo evitar esbozar una sonrisa un tanto burlona (al estilo de Heliké) al escuchar las palabras de la sacerdotisa Sagitas - más que nada, para que no se le tiren encima. ¿Sabe? Yo también me he encontrado con esas dichosas plantitas en muchos lugares... El remedio natural que uso, 'mano de santo' -dijo con solemnidad.

 

- jejeje - rió por lo bajo al ver la presentación de la pelirroja - no te disculpes querida, estoy acostumbrada. Con mis dos nietas, la verdad, era una verdadera locura. Siempre acababa con muchas pociones por encima... Aunque, si me invitan a un té o a lo que prefieran, con gusto lo acepto -asintió con la cabeza mientras las dos mujeres se iban arreglando un poco, por el estropicio causado por esas plantas/seres alados

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La mujer de cabellos rojos suspiró con alivio aunque a la distancia un nuevo lloriqueo y grito se dejó percibir a lo que Hayame levantó la mirada algo ofuscada por la situación

-Sagitas... -dijo despacio- que te has pasado soltando los animales otra vez a estas horas de la noche? se te van a comer un enano o algo así

Dijo aunque después sonrió con maldad, ya que había uno de esos últimos a los que le hubiera encantado que sus propias carnívoras o la propia Morita le dieran un mordisco en una nalga para que aprendieran a tratarla bien y con amabilidad; que con eso de que luego luego la veían con gesto de comérsela viva o de que no les daba gusto verla...

Volvió a hacer una inclinación educada en dirección de aquella mujer para después de enderezarse, chasquear los dedos a lo que la Tentácula Venenosa se ocultó al fondo de los matorrales

-Estas son mis queridas plantas- explicó- las he dejado a cuidado de mi hermana y aunque a veces son escandalosas en realidad, son buenas- sonaba como una madre disculpando las travesuras de sus hijos- es solo que debido a un ataque hace años... creo que siguen bastante nerviosas ante las personas cuando se acercan

Se rascó la mejilla con un dedo

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Eyra Weasley

 

A la bruja le pareció simpática esa mujer de pelo rojo. Rió por lo bajo al escuchar la explicación sobre la protección que hacían sus plantas.

 

- Descuide señorita... Le repito que estoy acostumbrada. En Finlandia, tuvimos un caso parecido. Gracias a un hechizo propio, conseguimos inmovilizarlas y luego, las desplazamos a otro lugar, para que camparan a sus anchas. Atacaban a cuánta persona accedía al pueblo y eso era un quebradero de cabeza para nosotras - bufó.

 

- Tuvimos la suerte de que no volvieron por allá... De momento no he tenido el aviso de nuevos ataques, así que, por eso estoy tranquila. Cómo le dije, puedo echarle mano, sólo si usted me da permiso - asintió con la cabeza. Pero con un chasquido de sus dedos, la vampira ordenó a sus plantas que se escondieran detrás de un matorral- interesante. Tiene buen dominio con esas plantas. Se nota que la conocen bien -alabó la sacerdotisa.

 

- Las nuestras eran bastante más peligrosas. Podían ser una buena defensa, pero bueno. Si quiere, tomando ese té, le puedo comentar cómo nos fue a nosotras. Yo creo que alguien de un pueblo vecino, que nos tenía rabia nos las echó encima para que nos largáramos de allí, por suerte, conseguimos arreglar todo sin el mayor contratiempo...

 

Sí, había pasado tantas aventuras como desventuras en los pueblos nórdicos en dónde pertenecían sus genes. La verdad es que las sacerdotisas en sus buenos tiempos, eran respetadas por los dones dadas por la naturaleza. Después, tuvieron que ocultarse por el fanatismo religioso y por envidias. Un despropósito, por lo menos, los tiempos estaban cambiando y para mejor, algo de lo que se alegraba.

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