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El Parque de las Lamentaciones y Circ dels Joglars (MM B: 102350)


Sagitas E. Potter Blue
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En House of books planeando salida...


Se venía un nuevo fin de semana, al fin no había que ir al banco el pasar todo el día entre números estresaba un poco a veces, además así podíamos dejar de ver los mismos rostros todos los días, o las colas que se hacían en las distintas cajas que eran atendidas por los otros duendes.


Nos podíamos relajar haciendo cualquier cosa, pero el día de primavera estaba como para salir de casa, los libros nos podían esperar hasta la noche además nuestros duendes siempre se podían hacer cargo de todo, Tommy y Nana, pese a que no eran los que mas se amaban sabían llevar bien las riendas del hogar y el negocio.


Darla ya se había levantado, salí del cuarto y al pasar por la cocina y la sala no estaba, seguro estaba con Tommy en la parte del local un nuevo cargamento de libros había llegado como todas las semanas.


-¿Darla estas abajo?, cuento hasta 10 sino apareces me voy solo- dije riendo desde las escaleras.


Vi como la pelirroja se asomaba tras de un estante, reí un poco pero me mantuve con la amenaza acercándome hacía la puerta de salida con una mochila al hombro.


-¿Vienes conmigo? Nos vamos a visitar a Sagitas, hace mucho que no la vemos, además hace rato que quiero saber que tal es el parque, ya sabes con lo que me gustan los parques- reí una vez mas.



@ @@Darla Potter Black Vamos a rolear un rato chicas :)

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En House of books planeando salida...

 

Habían planificado una nueva salida. Claro que Darla no se había podido resistir cuando Tommy le avisó que había un nuevo pedido, mochila en la espalda, zapatillas y con un equipo deportivo encima había volado a la planta baja a revisar los nuevos libros. No engañaban a nadie, ellos dos eran los primeros en leerlo todo, Seba y ella amaban la lectura.

Fue allí que la pescó la voz de Seba, y apareció tras el mostrador con los pelos algo volados y viendo la sonrisa más bella del mundo alejándose hacia la puerta.

—Voy voy… —pasó el libro que tenía en la mano a su elfo y saliendo casi corriendo agregó hacia él —guárdame una copia y cataloga todo como siempre… —de un par de saltos y una corrida alcanzó a Seba antes de que llegara a la puerta.

—Claro que voy contigo —lo besó con ternura y se tomó del brazo de su prometido mientras pensaba en el lugar elegido.

El lugar hacía años no lo visitaban. Creía recordar que cuando Helike les había dado Pociones había sido en ese lugar. Claro que habían tenido algunas remodelaciones, había oído y ni hablemos de los cambios en la plantilla de profesores. Pero ese no era el tema, lo importante era la salida en onda picnic con Seba.

—Me encanta la idea, tía Sagitas siempre hace algún cambio en el lugar, aunque espero que no sea tan drásticos como los cambios que hace en la Potter Black —se estremeció al recordar las remodelaciones, la boda de Matt, las invasiones escocesas, ufff, su familia siempre había sido muy movida. De pronto pensó que también le resultaba extraño llamarla tía cuando habían sido compañeras de estudio, sin saber su parentesco en aquella época.

—¿Crees que la encontremos allí? La última vez estaba que se desaparecía y —bajó la voz al agregar —me preocupa, creo que vive mucho estrés en su vida —y no era para menos pensar así con todo lo que siempre pasaba a la pelivioleta.

 

 

@@Seba Granger @ llegando llegaste ♫

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En el Parque:

(pequeño resumen para Darla y Seba)

 

Tenía muchas ganas de llorar. Era horrible ver el cadáver de la tía Sagitas allá, tumbado en la hierba justo al lado de la orilla del muelle de madera destrozado por algo o alguien, aún no habíamos averiguado ese tema. No sé donde estaba Perenela, supongo que muy cerca, muchísimo. Aunque ella hubiera matado a su madre, no era la verdadera culpable. Había sido la propia tía Sagis quien nos había ordenado su muerte, tras haber sido poseída por aquel mal nato asesino. Era la manera de librarse de él. Y Perenela lo había cumplido. Yo habría sido incapaz de matarla pero su hija se transformó en demonio y le desgarró el cuello, dejando que se desangrara.

 

Tal vez se ensañó un poco. Nos estaba costando un poco devolverle la vida.

 

- Algo falla - le dije a la abuela de la prima Heliké. - Ella es sacerdotisa y nigromante. Podría volver a la vida en un santiamén. ¿Por qué sigue muerta?

 

Se lo preguntaba a ella porque el Enano Gruñón había sido claro, no quería humanos quejicas y llorosos a su alrededor mientras le curara las heridas desgarradas de su cuello. Recordaba también sus últimas dos frases, que tanto miedo me habían dado:

 

"Bueno, si han de hacer algo para unir su alma y su cuerpo, háganlo cuanto antes. La luz se apaga."

 

- ¿Por qué no vuelve la tía? ¿Por qué...?

 

Así, la señora Weasley, la abuela de Heliké, también sacerdotisa como yo, dijo que deberíamos hacer una ceremonia para atraer su alma, pues seguro que se había perdido. Heliké apareció con su mal humor de siempre, algo que no le tuve en cuenta. Yo misma quería gritar como ella.

 

- No fue magia oscura. Fue... Intentamos sacar el alma de un muerto, amante de la prima Sol y al abrir el Portal del Reflejo en el Agua, salió además el alma de un asesino. La poseyó. La única manera de sacarlo, pues se aferró a ella como una lapa, era matándola. Así, las dos almas saldrían del cuerpo. La prima Pere mató con su forma de diablo el alma del otro pero Sagitas no vuelve.

 

Sollocé.

 

- No vuelve y... ¡Voy a hacer la ceremonia ya sin vuestro permiso! - casi grité.

 

Entonces, la fantasma del lago, que llevaba un rato flotando en el agua, se acercó. Sentí su fríaldad de muerta pero el calor en sus palabras.

 

- Está retenida. Los Guardianes del Infierno de los Infiernos la retienen. Piensan que es él. Guarda su olor de cuanto lo tuvo dentro.

 

Me tapé las manos con horror.

 

- ¡Voy a buscarla! Yo les diré que ella es buena

 

No conocía nada sobre esos guardianes pero estaba segura que les convencería que ella era Sagitas y que no pertenecía a ese mundo. Me daría tiempo. Volvería con ella.

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DRpHPtc.jpg?1Sagitas:

 

Estaba tan asustada que tardé en oír a Jack. O tal vez es que en aquel lugar tan sombrío, el sonido se distribuía de forma diferente. La cuestión es que cuando sentí a Jack, di un salto y me pegué al supuesto cristal, o barrera, o lo que fuera, que me mantenía encerrada. No le veía. Aún no.

 

-- ¡Jack, Jack! ¡Aquí, aquí!

 

Su voz era clara, me preguntaba qué hacía en aquel lugar. ¿Por qué no le veía? Estaba enfrente de mí según el sonido que me llegaba pero no era capaz de verlo ni de sentirlo espiritualmente, y eso que compartíamos limbo.

 

-- Porque soy mala, según ellos. Estoy impregnada de la esencia de ese ser abominable y creen que soy él y... ¡Oh, Dioses! -- Ahora entendía porqué no le veía. La barrera rompía el hechizo del Amor que nos unía, no salía nada de mí hacia él ni yo detectaba nada de él así que no podía verlo. Eso me asustó.

 

Golpeé de nuevo la barrera con la mano abierta. ¿Qué podía hacer si Jack no podía sacarme de ahí? Al menos sabía que me veía, aunque los fantasmas ven de una manera especial. ¿Y se me veía por la esencia de estar muerto...? ¿Significaba que yo también estaba muerta?

 

-- ¡Pues claro, estoy muerta! Pero entonces... ¡¡Jack!! Dime que me sientes, dime que me ves bien, dime que puedes entrar aquí dentro y puedes devolverme al plano terrenal. ¡Debo volver a casa antes de que mi cuerpo se enfríe.

 

Golpeé con rabia la barrera y el golpe ni sonó. ¿Por qué me pasaban a mí estas cosas?

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De Camino al Parque con @@Seba Granger

 

Ella lo sabía, lo presentía, lo único bueno que había en ella estaba a su lado, tomados de la mano mientras bromeban en si seguían caminando o se aparecían en el Parque directamente. Darla no tenía ni idea si los familiares podían aparecerse en el lugar, igualmente, la última vez que habían estado allí era hace siglos. Y en cuanto al circo, dudaba que en el que ella había trabajado tuviera algo que ver con aquel al que se dirigían. Presionó suavemente la mano de Seba y lo beso suavemente.

 

--¿Sabes que en una época trabaje en el antiguo circo? Sagitas no era la dueña aún, trabajaba conmigo, ella era payasa allí --sonrió, la pelivioleta siempre había elegido hacer reír a la gente, mientras que ella no --yo trabajaba en el trapecio o haciendo malabares, con fuego era mi favorito --era extraño pensar que una vampiresa pudiera tener esa extraña atracción hacia las flamas. Incluso años después de la vez que casi le habían costado la vida al cambiar lugar con la pelivioleta cuando estaban en Hufflepuff.

 

--Vivíamos demasiadas cosas cuando estábamos en Hogwarts --susurró la bruja tomándose más fuertemente del brazo de su prometido --no puedo creer que siendo tan jóvenes nos hayamos enfrentado a mortífagos, fantasmas y hasta cazadores de vampiros --sacudió la cabeza, habían vivido demasiadas cosas en el Bosque Prohibido, junto a Sagitas, Bruja Vieja y Fantine. De las cuatro solo quedaban las Potter Black. Una sacerdotisa y una vampiresa, vaya mezcla.

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  • 4 semanas más tarde...

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Me encontraba en misión de reconocimiento, puesto que mi bis me había dicho que me pasara por el circo y que tenia unas criaturas que deseaba poner en orden, para eso yo era la mas indicada y de paso visitar el circo ya que no lo conocía.

 

-Este lugar es enorme.- Encontrara a la bis aquí va a ser un pequeño desafió.

 

Seguí caminado prestando atención por donde iba ya que no quería terminar peleando con algún "bicho". la verdad me encontrara maravillada con cada cosa que veía...era mágico e impresionante realmente, me sentía una niña pequeña aun que me gustaría volver con mis pequeños.

 

-Estoy segura que mis cachorritos lo amaran.- Suspire con una sonrisa.

 

Todo parecía en una armonía maravillosa como una invitación constante a la diversión segura, ya quería encontrarme con Sagitas y poder interarticular con las criaturas que se encontraban en el predio. Mi ropa era cómoda e ideal para la actividad que yo creía que iba a realizar.

 

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@

Editado por Lady Luxure Grindelwald

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  • 2 semanas más tarde...

HOy era el día indicado para salir de casa de la suegris con los criopuffs, (todos los que me cupieron en una cesta grande que no eran magdalenas, sino criopuffs de excursión) para ir de visita al cirso y que esos bichitos alegres se llevaran una experiencia de que visitaran a nuevas criaturas. Sé que en la mansión de la suegris hay muchas criaturas, pero no aptos para criopuffs asi que no era indicado dejarlos salir de la habitación, donde se seguían multiplicando de colores diversos por los calcetines que se comían, porque eran muy peligroso esa mansión,

 

Así que preferí, ya que Sugus algun día me dijo que tenia un circo, traer a los mas afortunados en el azar, más la matriarca de los criopuff que es color canela, hasta el circo a que conocieran criaturas. NI se lo que había aqui, ni sé como estabam las cosas por aqui, a lo mejor era mas peligroso que la mansión, pero oye, yo al menos vine de visita, y si es peligroso, que no salgan de la cesta, al menos estaban bien educados y si no les dejaba salir, no salían... eso si, si les dejaba libertad, eran un desastre.

 

--Sugus!!!??? Dónde estás??? Aquí tambien tienes café y galletas para moi?

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  • 1 mes más tarde...

¡Grité con fuerza y agarré la sábana bajera con mis manos engarfiadas. El frío era inmenso y sentía que me arañaban los brazos. Boqueé con miedo y busqué con ansia la varita para encender la luz en el carromato donde había ido a tomar una siesta después de un duro entrenamiento en el circo con las dos criaturas nuevas que había conseguido salvar de unos usureros que las mantenían desnutridas.

 

Jadeé aún unos minutos antes de darme cuenta que no estaba en el infierno, en aquella jaula de la que mi marido Jack y la magia de Sacerdotisa de Xell y, supongo, de la fuerza de toda la familia junta, me habían sacado. Aunque había pasado ya un mes, seguía soñando con eso y el terror se aferraba a mi corazón, paralizándome. Supongo que el tiempo haría que me fuera relajando y olvidara aquella pesadilla vivida.

 

Dejé la cama de sábanas arrugadas y sudorosas y me metí en la pequeña zona adaptada al baño. El agua sobre el rostro me tranquilizó y alejó los fantasmas. La luz entraba por la pequeña ventana redonda, por la que se veía la carpa roja del circo mientras la ducha limpiaba los excesos de aquel miedo que me había hecho sudar, resbalando por la piel hasta desaparecer por el desagüe.

 

Me sentía mejor pero el miedo volvió de golpe cuando sentí mi nombre. Alguien, allá fuera gritaba mi nombre. Por un momento, recordé a aquel espectro y estuve a punto de salir corriendo, toda mojada, sin importarme que pudiera resbalarme. Después, reconocí la voz de Tama y solté un suspiro tan audible que creo que pareció un eco en todo el carromato. Abrí la ventana y asomé la cabeza, poco más podía salir de aquel espacio tan chiquito.

 

-- ¡Tama! Vaya pedazo de susto me has dado. Claro que tengo café y galletas, en la cantina. ¿Quieres entrar mientras me visto? No está cerrado con llave. Aquí en el circo, nunca cerramos.

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-Estupendo, café y galletas, siempre está bien saber que tienes algo para mi allá donde vaya.

 

No sabía muy bien donde me estaba metiendo, era la primera vez que estaba en el circo y no era tan como me lo esperaba... estaba un poco, puerquito de cacotas y tenia que sortearlas. SUpongo que les habia pillado en mal momento porque deberían tenerlo mas limpio... Con tanto animal por aqui.. algo de limpieza no les vendría nada mal. Si es que no cuesta nada jope..

 

--NOOOOOO

 

Había pisado una cacota de a saber que bicho, ahora tenia el zapato lleno de ese pringue oloroso y nosabia donde limpiarme. Me acerqué a una escalera y limpié el zapato rascando la suela, y luego fui a la hierba a rascarlo más aun... espero que estuviera limpio para cuando entrara a... ¿Qué era aquello? Bueno, de todas formas, debería estar acostumbrada a esos olores si no limpiaban a menudo.

 

Abrí la puerta y entré a un sitio pequeñito. No quería ver nada indevido, que dijo que se iba a vestir, asi que entré con los ojos cerrados y tropecé y caí de bruces sobre el suelo. PATAPLÄN!!!!

 

--Ay... T_T

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  • 4 semanas más tarde...

Luka Gryffindor.

 

- ¡Claro que recuerdo este lugar! Bueno, en verdad, lo que puedes recordar de bebé que no es mucho. Algún día usaré el pensadero de la señora Di Médici para ver si puedo recuperar algo de las visitas con mis padres aquí...pero en realidad no sé como funciona.

 

Passepartout parecía no escucharme tan atentamente como hubiera querido pero no se me escapaba la reticencia que expresaba en su poco armonioso rostro. En realidad no tenía la firme idea si un elfo doméstico era capaz de utilizar un pensadero o si siquiera sabía algo mínimo de su funcionamiento, pero creí ser lo suficientemente obvio en mis palabras para que ofreciera su ayuda. En el pasado el fiel siervo de su tía no había tenido tan buenas palabras sobre la afamada mujer que tenía el título de propiedad de aquel parque pero en los últimos días su actitud de desconfianza había desaparecido. Entonces...¿Por qué miraba hacia el horizonte del lugar, donde solo había arboles, con aquella expresión tan seria en su rostro?

 

- Gracias por traerme Passpurto...Digo, Passepartout.- le dije con tono burlón al elfo doméstico para luego regalarle una de mis tantas sonrisas caricaturescas, sabiendo que cualquier enojo que podía producirle la adrede confusión del nombre se desvanecería en un segundo al mostrar ese gesto tan característico de Thiago.

 

Me quedé allí parado, con el verde césped acariciando ligeramente mis pies descalzos, alzando la mano en un gesto de despedida hacia Passepartout, agitando mis dedos de un lado al otro. Una vez que éste desapareció, dejando a un paso una estela de humo grisáceo parecido al que emanaban por sus caños los autos voladores, di media vuelta y comencé a adentrarme en el parque. La verdad era que mi tutora, Lucrezia Di Médici, me había llevado a una cantidad innumerable de plazas y parques de lo más diversos alrededor de Europa, algunos con coloridas y vistosas flores invadiendo el verde suelo y otros cubiertos por brea y piedra. Aquel lugar, que alguna vez había pertenecido a mi padre, no era de mi interés, no al menos como lo que ocultaba en su interior ¡El Circo! Vaya maravilla que nunca había podido visitar por el rejunte de gente común que espantaba a la señora Di Médici.

 

<Es un show para la plebe que no puede pagarse una obra en La Scala de Milán> era lo que repetía una y otra vez la tía cuando le insistía con que quería visitar uno ¡Es que mira nada más la cantidad de criaturas mágicas que se concentraban en un lugar! Y no de la forma poco ética en que la que los retienen en un zoológico para simple exhibición, sino que me había llegado el comentario de que en aquel circo en particular, con un nombre difícil de pronunciar pero que era algo como "Cir Des Junglaá", la mujer al mando les ofrecía un cuidado muy especial y libertad. Claro, se trataba de mi tía -la hermana de mi padre - y eso podía llegar a nublar un poco mi juicio sobre como regenteaba la actividad en aquel lugar. Tal vez me hacía demasiado la cabeza como siempre pero me bastaba con disfrutar unos minutos de la compañía de tantas criaturas mágicas ¿Tendría algún dragón bebé? Nunca había visto uno pequeño y el que Lucrezia había comprado para el Ministro italiano había humedecido mis pantalones con el primer rugido...¡Que es broma! Pero si, me había asustado mucho.

 

Al cruzar el vívido lago me quité el lazo naranja que ataba mi cabello y dejé que éste caiga libre por detrás de mis orejas, tan negro y lacio como siempre. Apenas Lucrezia envió a su elfo a traerme al Parque de las Lamentaciones había utilizado mis limitadas habilidades mágicas para teñir un mechón frontal de un tono gris platinado que, si me lo preguntas, me quedaba genial. No había heredado tanto de mi madre por lo que gustaba, de vez en cuando, adoptar artificialmente algo de su aspecto físicos ¡Los genes eran todos Gryffindor y Malfoy! En los pocos momentos - de verdad, poquísimos - en los que Lucrezia aflojaba su actitud de respetable autoridad y dejaba fluir su debilidad por mi era cuando me recordaba, sin fallar nunca, lo mucho que me parecía a mi padre. No era fácil que yo lo olvidara teniendo en cuanta el destacado cuadro de Thiago en la Mansión Médici en lo que intuía sería mi aspecto en el futuro ¡Y qué rápido llegaría allí a la velocidad con la que crecía! Todavía me negaba a afeitarme, pero ya tenía los primeros vellos asomando por encima de mi labio superior.

 

Mi mente se había abstraído tanto con aquellos pensamientos que de repente me hallé a mi mismo frente a la carpa del Circo. La admiré en todo su colorido y llamativo esplendor, abriendo mis verdes ojos lo más que pude que no era mucho. Era hermoso, fantástico, grandilocuente, alegre, otra vez hermoso. Al afinar mi oído pude oír los rumores de los animales, que en alguna parte de aquel predio parecían comunicarse entre ellos ¿Habría llegado justo en la hora de la comida? Al final era lo más probable, pues me hallaba allí solo, frente a la carpa y con el viento haciendo estragos en mi peinado. Los impertinentes rayos del sol me daban directo en mi jovial cara, provocándome cierta dificultad en la visión de lo que me rodeaba. Busqué y busqué una y otra vez en mi mente el nombre al que se había referido Passepartout antes de llevarme a aquel lugar. Lo recordé en aproximadamente un minuto, pues también estaba escudriñando en los recuerdos de la clase de Encantamientos impartida por mi tutora días atrás. Me llevé la punta de mi varita a algún punto azaroso de mi cuello y murmuré lo que creía era la palabra correcta.

 

- ¡¿Tía Sagitas?!- grité con toda la fuerza que podía ejercer desde mi garganta, cerciorándome que el hechizo amplificador había funcionado.

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