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Leyes Mágicas


Cissy Macnair
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La nueva Universidad se erigía por fin reemplazando a la Academia de Magia y Hechicería, que si bien iba a continuar funcionando de forma conjunta, ahora se les daba a los alumnos la posibilidad de adquirir mayores poderes mediante cursos intensivos. Los cambios ocasionados tanto en la infraestructura como en en la estructura de los profesores y las clases me había dejado un poco acomplejada. Había mandado mi plan de estudios para dos conocimientos y me habían dado la posibilidad de impartir uno de ellos, algo que me enorgullecía enormemente. Por eso, aquel día, estaba totalmente encantada con, por fin, poder empezar.

 

Ubicado en la parte oriental del gran lago que estaba en medio del campus, mi oficina daba justo a una sección muy vívida donde los brillantes pájaros revoloteaban buscando la sombra. Allí el calor era casi agobiante, como si estuviéramos en el mismísimo desierto. Todo había sido recreado a la perfección para que los guerreros Uzza y los Arcanos se sintieran en su tierra natal.

 

Me estiré por un momento y luego me puse en marcha hacia el aula, cargando conmigo los pergaminos con las cosas que iba a enseñar en la clase. El trayecto era largo porque aquel edificio era enorme, pero no era nada aburrido. Todo era nuevo, desde los cuadros y estatuas hasta las columnas. Cada centímetro de aquel espacio nos daba magia y sabiduría, así como una increíble cantidad de energía positiva que podíamos explotar en nuestras enseñanzas. Era como si todo el templo que comprendía la Universidad estuviera bañado con poderes ancestrales.

 

Finalmente localicé el lugar que se me había asignado para enseñar. Algunos encantamientos habían logrado que se pareciera al Alto Tribunal Mágico, de esa manera los alumnos podían sentarse en las gradas y yo poseía un escritorio, una pizarra y otros elementos para la enseñanza en el centro mismo del lugar, donde normalmente se ubicaban a los acusados. Era, en síntesis, un aula más digna de la Universidad que de la Academia, además de que me daba el ambiente justo para el Conocimiento que deseaba enseñar a los alumnos.

 

Ubiqué mis objetos en un escritorio de roble y esperé con paciencia, apoyada contra la superficie lisa del objeto. Una vez que todos entraron y la puerta se cerró, sonreí con complacencia y me puse derecha para que todos pudieran verme. Aunque no era la clase más concurrida, sí debía decir que había rostros familiares que me agradaba poder contemplar.

 

-Buenos días- saludé y mi voz emitió un pequeño eco en el espacio-. Para los que no me conocen, soy Cissy Macnair e impartiré la clase de Leyes Mágicas, lo que espero que sea de agrado para todos ustedes- dije, moviendo mis manos a medida que hablaba.

 

Me sentía nerviosa, era normal.

 

-Primero, me gustaría que todos se presentaran. A algunos ya los conozco, pero deseo que también se conozcan entre ustedes para que la clase pueda llevarse de forma más amena. No hace falta una gran explicación sobre sus vidas, con sus nombres basta. También quiero que me respondan qué los ha traído a querer aprender sobre leyes y por qué y ya luego iremos viendo en qué consistirá esta clase.

 

Dicho aquello, di la palabra al que desease empezar primero. Un vez que todos hablasen, comenzaría a introducirlos en las leyes poco a poco y vería en qué estaban más interesados para proseguir. Esperaba que al ser la primera clase que daba con aquella nueva modalidad, todos comprendiesen que tanto ellos como yo estábamos aprendiendo los unos de los otros.

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Hace dos semanas

 

Comenzaba a amanecer. SI, ya los rayos del sol comenzaban a filtrarse por la ventana haciendo que las timidas defensas del dosel de mi cama claudicaran y comenzace a molestarme al ver mi oscura privacidad eliminada. Intente taparme con la sabana....pero solo me duro la felicidad unos Minutos..ahora una almohada....odiaba despertarme temprano...como cualquier ser que amase la noche y la utilizace para sus propositos. Con la almohada sobre mi cabeza al parecer vencia en la batalla de mantener mi sueño cuando una lechuza se colo por la ventana llevando un pergamino en ella. Nada mas posarse a mi lado comenco a pelliscarme las manos...en fin..una batalla perdida.

 

-Esta bien..ya me levanto- dije soñoliento y dejando la almohada a un lado toma asiento..Despues mire a la lechuza, no era de la Mansion....interesante...tome el pergamino y lo lei. Habia sido aceptado para el curso de leyes magicas...mire con mas detenimiento y....mas noticias interesantes...Cissy...mi madre adoptiva seria la profesora...no sabia bien si seria suerte o problema..en fin...alli estaria.

 

Dia de Hoy

 

La universidad estaba silenciosa, no queria que se me notase la ansiedad por esta nueva posibilidad, pero no encontrar a casi nadie en el lugar me resulto cuando menos raro. Pero tampoco era para tanto....supuestamente tenia que dar el ejemplo aunque no sabia el por que Cissy en las cenas de la mansion no habia tratado el tema, de seguro para darme a entender que una cosa era la familia y otra la universidad..nada de favoritismos. Por mi parte mejor asi...

 

Camine por los pasillos animandome por el continuo replicar del paso de mis botas de cuero contra el piso y el fru-fru de la gabardina negra que cubria de la vista una camisa de seda blanca y unos pantalones de ocasion. Mire lo que e el pergamino se presumia como mapa para encontrar el aula y minutos despues entraba en ella. Realmente la habian decorado para las clases...muy similar al tribunal magico al que ya habia asistido..como jurado.

 

-Creo que esto sera entretenido- dije mientras me asercaba a la silla que deberia ocupar el abogado defensor. Para mi sorpresa no estaba del todo solo...conte lentamente...cinco en total.

 

En eso senti la melodiosa voz de Cissy a mis espaldas...me gire y le sonrei...mientras anunciaba que seria la profesora...asi que para que se rompiera el hielo fui el primero en tomar la palabra..mientras tomaba asiento en la silla que deberia ocupar el abogado defensor.

 

-Mi nombre es Sean Linmer...-dije lentamente- actualmente desmemorizador del MInisterio y mi interes por la asignatua es bastante simple...quiero conocer las leyes de mundo magico como responsable ciudadano de la comunidad magica.

 

Trate de mantenerme serio cuando decia eso, aunque dudaba de que Cissy lo tomara por verdad...y en eso tenia razon...habia tantas posibilidades para un hombre como yo una vez que supiese de leyes magicas...primero...podria sacarme las castañas del fuego yo mismo si me veia en apuros por ciertos trabajos extraministeriales....segundo....una vez conociese las leyes podria saber cuando las violaban mis compañeros accidentosos y por tanto podria cobrar galeones extras por mantenerme callado y no presentar una queja..tercero....aun estaba molesto por las reformas..si habia algun resquicio legal para molestar al MInistro o a quien fuese estuviese en el poder....me gustaria saberlo...y por ultimo..los abogados molan.

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Tener que repetir los cursos la había tomado por sorpresa. Había intentado reclamar, y exigir que se los devolvieran, pero nada le sirvió. Las nuevas reglas eran inamovibles, y por mucho que la Rambaldi se quejara, no le devolverían sus certificados. Por lo que cuando el pergamino que le anunciaba la fecha y hora de su clase, una pequeña sonrisa curvó sus labios rosados, estaba un paso más cerca de volver a recuperar su acreditación en Leyes Mágicas.

 

Casi no se dio cuenta cuando el día de su clase llegó. No estaba nerviosa, pero tampoco confiada. Con las reformas no sabía hasta que punto podía asegurar su conocimiento, existía la posibilidad que no pasara el curso, y se viera obligada a cursarlo otra vez. Dio mil vueltas mientras pensaba en aquello, en su profesora, y en como debería presentarse en la clase. ¿Informal?¿Le bajarían puntos de su evaluación si no se presentaba con un traje de dos piezas? Se mordió el labio inferior, a la vez que lanzaba de vuelta al armario unos jeans gastados. Tras un rato se puso con un vestido formal, más bien corto, acompañado de un par de tacones, y su bolso donde llevaba un bolígrafo, una libreta y su varita de roble.

 

Salió así de la Mansión Rambaldi, luciendo un atuendo que antes se había puesto para ir al Ministerio de Magia. Antes no se había sentido insegura, pero cuando apareció en la nueva Universidad, el aura que esta desprendía la hizo sentir pequeña e insignificante. Se demoró más de lo planeado en llegar a su sala, se había perdido más de una vez, y también, la arquitectura y el arte que la rodeaba, la había atrapado.

 

Pero cuando finalmente llego se sorprendió al ver que el lugar era una réplica del Alto Tribunal Mágico de Londres, sonrió, era un gran esfuerzo el que la profesora había puesto en su clase. Ocupo un asiento en las gradas, y espero a que el resto de sus compañeros llegaran. Al cabo de un rato, todos estaban presentes. Eran cinco, pero solo reconocía un rostro, el de su abuela adoptiva. No pudo presentarse con los demás, pues pronto, la Macnair se encargó de presentarse y pedirle al resto que hiciera lo mismo.

 

Buenos días, soy Roxanne Rambaldi, directora del Departamento de Transportes Mágicos.—dijo, sin ahondar en su vida.— Estoy aquí por mi trabajo, si quiero seguir en el cargo, he de conocer las leyes que regulan el mundo mágico.

 

No tenía más razones. Su único interes radicaba en mantener la dirección del departamento, con lo que había demorado en llegar al puesto, no se rendiría tan fácil, ni dejaría que otro tomara su lugar. Roxanne dio por terminada su presentación, y observo de reojo al resto de los magos y brujas, esperando para escuchar al siguiente en hablar.

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El primero en presentarse, para mi agrado, fue mi hijo adoptivo. Había sabido a último momento que yo sería su profesora en Leyes y no había tenido tiempo de decirle absolutamente nada, aunque tampoco quería informarlo demasiado. Con las reformas puestas en marcha, iba a ser todo un desafío aquella clase y mejor saber qué impresión se había llevado él al cabo, así como me interesaba la expresión de todos mis alumnos.

 

La siguiente en presentarse fue Roxanne, aparentemente directora del Departamento de Transportes Mágicos. Hacía tanto tiempo que no iba por el Ministerio que no tenía idea quién dirigía qué departamento, a excepción de Juv, sabía que ella seguía siendo la Directora de Misterios y eso me ponía contenta. Asentí a sus palabras y le devolví el saludo con un "bienvenida" mientras esperaba a que el resto de los alumnos se presentase.

 

-Vamos, no sean tímidos- los animé.

 

Me resultaba raro que adultos responsables actuaran de forma vergonzosa por estar en una clase. Además, sólo eran cinco mientras que en otras clases eran al menos diez y quizá eso sí resultase intimidante. Por otro lado, quería que pasáramos pronto la parte de las presentaciones porque me interesaba saber sus motivaciones para estudiar la asignatura. Tenía preparadas algunas cosas que esperaba les resultasen interesantes.

 

-Bueno, vamos a dar comienzo a esta clase. El estudio de las leyes puede ser algo tedioso si no se lo toma por el lado correcto. Estoy segura de que han oído hablar de leyes tales como el Estatuo Internacional del Secreto Mágico, que regula que los magos y brujas no revelen a los muggles lo que realmente son. Pero también hay otro tanto de leyes menos conocidas o menos citadas como aquellas que se refieren a Seres, Duendes y Espíritus, a la regulación de los transportes mágicos como las escobas o las alfombras mágicas; leyes que protegen a los muggles y... leyes absurdas -hice una mueca como denotando que me parecía una burla que hubieran escrito ese tipo de leyes y miré a mis alumnos.

 

-Me gustaría que me dijeran qué leyes conocen y cuáles les gustaría aprender. A veces podemos conocer algunas por nombre o porque alguien nos ha explicado brevemente algo sobre ellas, pero a mí me interesa que ustedes conozcan en profundidad algunas. ¿Alguien conoce a un Animago? ¿Saben que hay leyes que regulan su registro? Son el tipo de cosas que quiero, tanto como ciudadanos o como agentes ministeriales, que conozcan- finalicé.

 

Durante todo el rato había estado caminando por el centro del tribunal, mirando a los cinco magos y brujas que habían asistido a mi clase y preguntándome internamente si los estaba aburriendo o, por el contrario, mi clase iba a terminar siendo de lo más interesante.

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Timidos???...no creo realmente que fuesen timidos mis colegas de clases...de hecho puede que todos fuesen como Roxanne..figuras importantes dentro del Ministerio y tal vez le diera cierta verguenza en presentarse como estudiantes teniendo el rango que tenian...Sonrei por lo bajo....estas reformas posiblemente hiciesen que hasta el propio Crazy tuviese que tomar clases...seria una situacion verdaderamente interesante....y hasta cierto punto risible...pero esa eran las reformas. No tuve tiempo a divagar mas..pues ya mi madre adoptiva...(a partir de ahora Cissy....era demasiado atractiva y sexy para seguir nombrandola como madre) comenzaba una breve introduccion a la clase....

 

Leyes Magicas...tedioso???..solo el nombre y imaginarse leyendo libracos gordos y aprendiendoselos de memoria..pues si...era una imagen tediosa y aburrida...sin embargo Cissy habia empezado con un buen pie...con el solo hecho de que la clase se realizace en un aula que simulaba un tribunal...eso acercaba mas al asunto en cuestion...que era el hecho del Juicio en si. Sobre el Estatuto Internacionam de Secreto Magico que decir...nos lo venian recordando desde que eramos infantes...y lo gracioso es que con todo lo que habia sucedido en el Ministerio...pues se fuese abajo..o casi abajo....pues a final la sangre no llego al rio. Que otras leyes???...pues ni idea...suponia que todo deberia estar regulado...

 

-Bueno Cissy -dije recostandome sobre el asinto- conocer..lo que se dice conocer..no conozco ninguna ley..incluso el famoso Estatuto Internacional de Secreto Magico..se el contenido esencial pero no su formulacion legal..por lo demas...supongo que deberian existir leyes que regulen la actuacion de los magos con otros seres y leyes que regulen las relaciones entre los propios magos...ahora se me viene a la mente las maldiciones imperdonables- a saber por que venia eso a mi mente- en algun lugar debe estar definido legalmente que son imperdonables.

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Sus compañeros no se atrevían a presentarse, aunque algunos, como su abuela, eran respetados magos dentro de la comunidad mágica, y como tales, sabían expresarse mejor que muchos otros. Tanto su profesora, como Sean, estaban sorprendidos, y Roxanne también mostrababa señas de no poder creerlo. Aún así la clase debía continuar, y la Macnair consiguió salir de la incomoda situación y empezar la lección.

 

Empezó preguntando a sus alumnos sobre las leyes que conocían. Roxanne conocía muchas, algunas de nombre, otras solo su generalidad, y unas pocas, las podía recitar al pie de la letra. Sean fue el primero en hablar, empezando por el Estatuto Internacional del Secreto Mágico, sabía de que trataba, pero aún así no lo explico. A la Rambaldi le pareció extraño, estando en una clase, ¿Por qué no hablar? Pero no opino al respecto, llegaría el turno de la italiana, y entonces podría explicar la ley, al menos lo que recordaba. El joven continuo, esta vez, analizando la existencia de las leyes de convivencia.

 

Era verdad, ya que salía el tema, la Rambaldi no había escuchado hablar de una constitución que explicara cuales eran las normas para civiles, aquellas que regularan la vestimenta, la adquisición de propiedades, o las sentencias a Azkaban por delitos menores. Era un topico que fácilmente, podría llegar a los altos mandos del Ministerio de Magia.

 

Esa es una buena pregunta, Sean, si las normas más básicas no son claras, ¿Se puede confiar en nuestra justicia?—dejo la pregunta en el aire, y continuo para responder la pregunta de la profesora.— En cuanto al Estatuto Internacional del Secreto Mágico, dicta que en primer lugar, un mago no puede realizar magia en frente a un muggle y que cada gobierno deberá hacerse cargo del ocultamiento de todas las bestias, seres y espíritus que existan dentro del territorio. Si llegaran a ser vistas, el gobierno deberá responder ante la Confederación Internacional de Magos.

 

"Con respecto a los animagos, cada individuo que posea esta habilidad, deberá registrarte en el Ministerio de Magia. En cuanto a otras leyes, creo conocer bastante bien a las que respectan al departamento en que trabajo. Por ejemplo, es obligatorio tener la licencia para aparecer legalmente, y es ilegal aparecer en otro país, pero se pueden usar trasladores, que primero deben ser aprobados por el Departamento de Cooperación Internacional, que servirá como nexo entre los países."

 

Podría haber continuado, hablar sobre los menores de edad, y desde que edad podían usar magia, pero decidió quedarse en silencio, al menos por unos momentos.

Editado por Roxanne Rambaldi

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Parada a orillas de aquel arco que conducía quien sabe a dónde dentro de aquella nueva edificación Cye recordaba como su elfina había entrado toda picoteada días atrás con un pergamino pintado con chispitas de sangre a tempranas horas de la mañana. Lo cierto es que su celo por el descanso de la Lockhart la había hecho arrebatarle el papel a la lechuza mensajera y por supuesto no había salido bien librada del asunto.

 

Entonces se había emocionado, pero ahora sentía un poco de nervios, tantos que tenía ganas de retroceder y no entrar. En silencio se amonestó, ¿Cuántas veces había ella impartido clases en el viejo sistema? ¿Cuántas veces había deseado que los alumnos fueran puntuales? Y ahora… estaba procediendo del mismo modo que no aprobaba.

 

Acomodo la túnica perlada que llevaba abierta sobre un vestido ceñido en la parte superior y de falda amplia que dejaba ver unas altas zapatillas de color celeste además de sus esbeltas piernas hasta por encima de la rodilla. Luego tomo aires y camino entre pasillos hasta encontrar el aula. La sorpresa fue mayúscula al ver que no se trataba de un salón con simples mesitas o pupitres, era un tribunal en toda regla.

 

—¡¡Wuaoo Cissy en verdad se voló la barda con esto!! -- comento por lo bajo mientras que llegaba al escalón más cercano al centro del aula que era donde se encontraba el escritorio. Se tomo el tiempo de poner una libretilla y un vuelaplumas junto a ella, mientras examinaba a los presentes, la profesora era nada menos que la Macnair a quien había tenido en la casa de los Aethonans, a su nieta Roxanne, a Sean, un mago que la confundía con su energía turbia y sus expresiones que parecían decir lo contrario, además de otros alumnos a los que no pudo detallar porque la clase dio comienzo. “Presentarse ¿está bromeando?” nunca se detuvo a pensar en lo incomoda que podían ser las presentaciones para los nuevos y sin embargo eran el pan de cada día, se tomo su tiempo, si, si, hasta que no le quedo de otra.

 

--Hola a todos, soy Cye Lockhart, sanadora de San Mungo… hasta nuevo aviso, y poseo varios negocios y un castillo, así que me gustaría estar al corriente de la reglamentación que rige al mundo mágico, uno nunca sabe cuando lo puede necesitar -- concluyo con un gesto de “por si acaso” aunque en realidad si no era aceptada como sanadora, en el nuevo empleo que solicitaría le sería muy útil.

 

La siguiente intervención de Cissy la puso a meditar, su caso era un poco como el de Sean, conocía a groso modo algunas leyes, las básicas, pero en verdad le gustaría profundizar aún más y sobre todo si estás habían sufrido modificaciones recientemente.

 

--Bueno yo no me puedo decantar por ninguna en especial aunque si me gustaría estar mas familiarizada con las de transporte, creo que son el pan nuestro de cada día y aun así seguimos infringiéndolas--

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Como quien sale de una laguna de brea, poco a poco fui emergiendo de entre la sombra que proyectaba una palmera en los jardines principales de la la nueva Universidad Mágica. Me sacudí un poco mi camisa de color negro, como tratando de apartar alguna partícula de polvo inexistente ya que se encontraba pulcra como un cielo sin estrellas.

 

-Nuevamente a estudiar-...sonreí moviendo la cabeza recordando lo bien que había pasado ya hace algunos años en la academia.

 

No dejaba de recordar la voz de mi padre, siempre me repetía una y otra vez la fama que tienen los Luthor tanto en el mundo muggle como en el mágico, la verdad es que en mundo muggle lo tenía todo, fama, un monstruo corporativo, una gran fortuna y todo aquello que el dinero podía comprar, pero necesitaba que este otro lado de mi vida, sepa de una buena vez, hasta donde y que inmenso poder guardado tenía Alexander Joseph Luthor, como siempre, no me importaba a que precio, ni sobre quien debería pasar, al final como lo dijo el jesuita Baltazar Gracián : "cum finis est licitus, etiam media sunt licita", cuando el fin es lícito, también los medios son lícitos.

 

Mi mente definitivamente estaba tan absorta en sus pensamientos, tan embelesada en todos mis planes de grandeza que no me fui dando cuenta como mis piernas me iban llevando al lugar mismo donde iniciaría la clase, estaba consiente de que me encontraba tarde, así que aceleré un poco más el paso mientras mis sentidos palpaban lo nuevo de todo aquello, definitivamente en el mundo mágico no existían limites para la belleza ya que cada monumento, cada banca inclusive hasta cada insecto sobrevolando un flor, era en perfecta sincronía, una verdadera obra de arte.

 

Al llegar al salón observé que el aula estaba adecuada justamente para la cátedra que íbamos a recibir, "LEYES MÁGICAS", era casi una replica perfecta del Wizengamot, había estado un par de veces allí, la primera porque me perdí en el Ministerio, la segunda ya fue premeditada.

 

Al parecer ya había empezado la clase, estaba en las presentaciones y centrados en un pequeño debate sobre la aplicación de leyes mágicas, por lo muy poco que escuche había mucha gente que conocía bastante sobre ley mágica, sin hacer notar mucho mi presencia busqué un asiento libre y me senté de manera sutil, casi había pasado inadvertido hasta que vi el momento preciso de opinara algo sobre el asunto.

 

-Creo que el como registrar a un animago, y en que ley se encuentra es algo interesante...-por un momento todo fue silencio y regresaron a verme dándose cuenta por primera vez de mi existencia, a lo que en respuesta asumí una posición algo mas arrogante...- pero creo que algo muy importante y que se nos escapa, es conocer a la perfección las Principales Excepciones de la Ley de Gamp sobre Transformaciones Elementales, ya que muchas de nuestras leyes y sobre todo de los castigos son por violaciones precisamente a estas cinco excepciones...-

 

Habían fuentes que citaban una o máximo dos de aquellas excepciones, pero a ciencia cierta y no lo iba a decir jamás en público que yo, Lex Luthor, desconocía, y arriesgándome a pasar por ignorante ante tal vez una pregunta que todos ya dominan, siempre es bueno aprender desde lo básico para llegar a lo complejo.

 

-Por cierto...- me puse de pie y asumí una pose un poco mas formal...- Mi nombre es Alexander Joseph Luthor, mis amigos me llaman Lex, y la razón por la cual estoy acá es mi interés sobre el funcionamiento legal de la Comunidad Mágica para defender o condenar a todo aquel la viole, ya que como siempre se dice en el argot legal, las cárceles están llenas de gente inocente por culpa de malos abogados...-Sonreí sarcásticamente ya que si uno es un buen abogado y conoce la ley a perfección la pueble doblar hasta el punto de casi romperla a favor de su cliente, sea este inocente o culpable...- Claro, ademas de hacer amigos, estoy a sus ordenes...-

 

Me senté nuevamente con una gran inquietud en el pecho, pero de lo que si estaba completamente seguro es que sería una clase muy interesante.

Editado por Alexander Joseph Luthor

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Luego de la pausa que había hecho esperando a que alguien respondiese, no me sorprendió que Sean fuera el primero en tomar la palabra. Sonreí de forma petulante, me agradaba saber que mi propio hijo adoptivo estaba más que interesado en mi clase. Eso, sin contar a la Directora del Departamento de Transportes, alguien que en lo personal iba a servirse de contacto para otras circunstancias que nada tenían que ver con la Universidad. Pero todos esos pensamientos me los guardé para mi.

 

-Bien expresado, Sean. En realidad existen leyes que regulan la interacción entre los magos y brujas pero no son tan conocidas porque no difieren muchas de las leyes que poseen los muggles- le respondí, sopesando cuáles de estas leyes podíamos estudiar en la clase. Seguido, Roxanne tomó la palabra y la escuché intrigada. Sabía que como Directora de Transportes ella debía estar al tanto de un montón de leyes y me interesaba mucho saber cuáles eran las menos conocidas, así podría ayudarla con ellas-. Ni enfrente de un muggle ni en una zona habitada por Muggles -agregué a la explicación breve de la Rambaldi-. La Ley se sancionó en 1692 de forma oficial, como dato interesante. Antes de eso, tanto magos y brujas como muggles vivían juntos en la misma comunidad y si bien se especifica que este Decreto fue establecido para proteger a los muggles, en realidad fue para protegernos a nosotros de la persecución indiscriminada.

 

Hice una pausa mientras Roxanne volvía a hablar, esta vez sobre los Animagos. Sonreí con satisfacción al darme cuenta que sabía bastante sobre algunos temas y luego fue más inmensa mi sonrisa cuando comenzó a hablar sobre su empleo. Bien, era ahí a dónde quería llegar.

 

-Bien respondido, Roxanne- expresé complacida y luego me giré hacia Cye, que había ingresado tarde a la clase. Me incliné levemente hacia ella en señal de respeto y esperé a que terminase de hablar para decir algo-. Por suerte para tí, Cye, Roxanne es la Directora del Departamento de Transportes y podremos hablar en mayor profundidad del tema. Estoy segura de que las dos juntas podremos instruirte sobre las leyes que regulan los transportes.

 

Mientras terminaba de decir aquello, un chico habló y me fijé por primera vez en él. Tenía un porte arrogante y ciertamente parecía más adinerado que muchos de los magos y brujas que conocía.

 

-Bienvenido Lex. Me parece sumamente interesante tu aporte sobre las Leyes de Gamp, así que empezaremos por allí- hice otra pausa y una enorme pizarra apareció detrás de mi. Acto seguido, agité la varita y alguna especie de tiza invisible comenzó a escribir:

 

 

 

LEYES DE TRANSFORMACIÓN ELEMENTAL DE GAMP

** ​Amor: El amor no pude ser creado o manipulado por ninguna magia o poción. El enamoramiento más cercano conocido es el creado a partir de la poción Amortentia y sólo causa una obsesión que pasa si la víctima deja de ingerir dicha poción.

** Resurrección: Una vida que se ha perdido no puede ser devuelta. Si bien existen hechizos de permanencia, pociones que pueden retrasar la muerte u objetos que pueden aparentar devolver a un muerto a la vida, la realidad es que la resurrección no es posible por medio de ningún hechizo o poción.

** Comida: La comida no puede ser creada de la nada. Se puede hacer aparece si quien la conjura sabe dónde se encuentra. Se la puede transformar y multiplicar, pero no se la puede sacar de la nada.

** Dinero: Tal como sucede con la comida, no se puede crear dinero de la nada. Si bien existen hechizos para intentar cambiar las propiedades de ciertos metales, no son reales. (A excepción de la Piedra Filosofal, que si bien no creaba metales preciosos de la nada, sí podía transformarlos en oro).

** Información/Sabiduría: No se puede obtener sabiduría o información de la nada. La información puede aumentarse o modificarse, siempre y cuando se posea una fuente de dónde obtenerla.

 

Las Leyes aparecieron sobre la superficie negra una a una e indiqué a los alumnos que podían copiarlas en sus libretas o pergaminos si así lo deseaban.

 

-¿Quién puede decirme por qué estas leyes son fundamentales en el mundo de la magia?- pregunté. Aunque no esperaba una respuesta profunda, sino que simplemente me indicaran sus puntos de vista.

 

En realidad, aquello que dictaminaba que estas eran "leyes" era simplemente porque la misma naturaleza no permitía que se manipulasen como ocurría con otras cuestiones. Pero en sí, no eran leyes impuestas por la sociedad o un gobierno, sino "elementales", tal como decía su título.

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Me dió gusto que la maestra haya tomado en cuenta mi pregunta, y me hiso en tender la diferencia entre la Ley de la Gravedad y la Ley Laboral, a pesar de que las dos eran leyes, la una se refería a la naturaleza de las mismas, las otras, hechas por los seres mágicos, era un resultado de un estudio del comportamiento mágico, mas no de las violaciones de estas leyes ya que al ser naturales no pueden ser violadas de ninguna manera, bueno, por lo pronto nadie lo ha podido hacer.

 

Miraba como algunos compañeros anotaban en sus pergaminos lo expuesto, la verdad es que yo no lo necesitaba, nunca necesité tomar apuntes de nada, nunca necesité que me expliquen mas de dos veces cualquier situación, mi mente en algunos campos era considerada privilegiada, jamás olvidaba un nombre, un rostro y lo más grave, jamás olvidaba cuando alguien se atrevía a hacer algo que me afecté, envidiaba a aquellos que podían olvidar y perdonar, lamentablemente esas dos palabras no se encontraban en mi léxico.

 

Escuché la pregunta que plateaba Cissy, la verdad era muy poco lo que conocía sobre las leyes mágicas, algo siempre le escuche a mi padre que hablaba de un hombre el cual era uno de los responsables de muchas de las leyes mágicas, a más del viejo Albus Dumbledore, así que nuevamente levanté mi mano y plantee lo poco que sabía, la verdad es que vergüenza no tenia, ya que acá lo que viene es a aprender.

 

- Creo que escuche una ves hablar de Adalbert Waffling, se que el es uno de los responsables de formular algunas de las Leyes fundamentales de la magia, pero a ciencia cierta es lo que se al respecto de ese tema...- mi mano bajo hacia mi barbilla demostrando el interés que tenía sobre el tema, veía con entusiasmo que cada segundo la clase se volvía mas interesante.

 

Miré de un lado a cada uno de mis compañeros en el aula, seguramente uno sabía mas que otro sobre el tema, yo estaba dispuesto a sacar lo mejor de cada uno de ellos, claro esta, para mi beneficio, ya que a pesar que compartíamos intereses comunes, todos los que estábamos allí en cualquier momento nos veríamos las caras desde veredas distintas, por ello la preparación y el conocerlos es lo más interesante de este curso tomado.

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