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Artes Oscuras


Kahlan Blackthorn
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Me pude poner de pie, rápidamente. Deseaba poder irme de ése horrible lugar sin siquiera mirar atrás y poder refugiarme en el centro de mi hogar, en mi cálida habitación junto a mi amada esposa. Sentirme reconfortante envuelto en sus brazos, uniendo los latidos de nuestros corazones pero no. Estaba aún allí. Sentía algunas partes del cuerpo entumecidos, como si hubiera salida herido de gravedad de un asalto. Sequé las lágrimas que había recorrido mi rostro. No me daba vergüenza que me vieran así, estaba seguro que los demás estaban iguales o peor. Incluso me daba intriga saber si la profesora había sufrido lo mismo que nosotros, si se había dejado tentar por aquella magia maligna y las pociones que posaban en aquellos cuencos.

 

Nuestra tutora parecía restarle importancia a lo que acababa de ocurrir. Algunos aún parecían enredados entre sus propios pensamientos, porque no respondían ante nada. Las palabras volvieron a surgir entre nosotros. Pude ver tanto a Mistify y a Aaron que estaban a unos pasos de distancia. Acomodé un poco mi cabello aunque quedó tan despeinado como antes. Levanté la vista cuando nombro al fundador del bando al que pertenecía, la Orden del Fénix. Albus Dumbledore, tan solo con pensar el nombre parecía que me sentía un poco mejor. Pero aquellos ojos centellaron de un modo extraño.

 

¿Cómo iba a atacarlos de aquella manera? ¿Quién era para hacerlo? En toda mi vida me había preparado para combatir aquellas fuerzas. Conocía muy bien las tres Maldiciones Imperdonables. Sabía que efectos causaba cada una de ellas y que tanto estaba en contra el Ministerio. Aunque realmente eso último no me importaba, porque la idea general era lograr erradicarlo, no difundirlo. Intenté. Intenté pensar en cosas malas, en apuntar a la persona que tenía al lado que seguramente era Mistify. Pero era demasiado, me pedía mucho.

 

Recordaba las últimas imágenes que tenía en mi cabeza, que me habían obligado a sufrir nuevamente aquella poción. Intenté imaginarme que mi compañera era la que había asesinado a mis padres, la que se había llevado otras vidas, la que me había hecho sufrir gran parte de mi vida. Pero realmente no podía. Había logrado levantar mi brazo, estirarlo para apuntar contra la figura rubia. Pero lanzar una maldición de aquella categoría estaba fuera de mis ideales y creencias. Protegía a los débiles, incitaba a la vida e intentaba ser un agente de la justicia, fuera cual sea el motivo.

 

No puedo hacerlo. Simplemente no lo sé —expresé en voz alta. No podía manipularla. Ni muchos menos herirla con la intención de que el dolor tome cada centímetro del cuerpo de aquella bruja. Sabía que tenía que sentirlo, que tenía que desearlo. Pero mis valores me obligaban a pensarlo de contramano. Tal vez si tenía que hacerlo ni bien me había salido de los efectos de la poción, me animaría, pero ya había pensado demasiado. Ni hablar de querer sacarle la vida, aún sabiendo que se podría defender con un perezoso movimiento de la varita. Miré a Juve a los ojos.

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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¿Le había llamado bonita?

 

Aquello la desconcertó por completo, tanto que olvidó lo que había escuchado y se volvió presa de la furia hacia la profesora, quién comenzaba con su próxima demostración. ¿Quién se había creído aquel novato para llamarla de esa manera? La varita mágica aún seguía en su mano derecha, tan apretada que los nudillos se emblanquecían cada vez más y las uñas se incrustaban en la piel.

 

Sin embargo su rostro había vuelto a ser aquella máscara pétrea que el mundo mágico conoció muy bien tiempo atrás. La varita se movió y aunque sus labios no pronunciaron palabra alguna la mancha que la había molestado desapareció por completo.

 

¿Qué estaba diciendo Juve? ¿Maldiciones imperdonables? ¿Daño? ¿Castigo? No creía que supiera lo que es el sufrimiento, una de aquellas maldiciones tan conocidas ni siquiera se acercaba al tormento al que había sido condenada tiempo atrás.

 

Escuchó las palabras que activaban el maleficio, pero siguió inmutable, como si todo lo que pasaba a su alrededor le sucediera a alguien más. Estaba tan enfadada con el muchacho. Su mano derecha tembló ligeramente. ¿En verdad estaba enfadada con él o era con otra persona? Los ojos esmeraldas se detuvieron en el cuerpo retorcido del muchacho víctima de Juve. No, no era con él. Era con… ¿con quién?

 

La carcajada resonó en su mente, un hilillo de sangre descendió por su varita lentamente.

 

- Ben küfür– susurró levantándola hacia Elvis. No hubo rayo alguno, pero el mago quedó petrificado frente a ella. Aquel maleficio no le provocaría dolor físico, pero las consecuencias de lo que haría a continuación quedaría grabado en el alma del hombre para siempre.– Haz lo que te dice de una vez – Fue una orden para Elvis y no tenía ninguna posibilidad de resistirse, ella lo sabía muy bien.

Editado por Mistify Malfoy

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Me había quedado sumiso a mis pensamientos. Algo me decía que estaba haciendo muy bien. No podía hacer lo que estaba en contra de mis ideales, por más que aquello fuera una prueba o para saber con qué poder teníamos cada uno y a qué éramos capaces de enfrentarnos. Pero en el momento que me perdía en mi mente, pude sentir que algo me obligaba a dejar la mente en blanco. Escuchaba, sentía y veía absolutamente todo igual, pero un escalofrío me recorrió la espalda e hizo que mi brazo se levantara.

 

Automáticamente varias imágenes empezaron a pasar delante de mis hijos, como si se tratara de una fina película, casi trasparente. Podía ver a Juve de fondo, la profesora que nos había obligado a efectuar los maleficios imperdonables y que ésta, lo estaba haciendo contra Aaron. Pero eso no me importó. De hecho me había dado cuenta luego de todo eso. Estiré mi brazo hacia la única figura que hasta ése momento no había hecho nada, Pik. El mago estaba por detrás de Mistify. Me imaginé a ésta persona amenazando a mi esposa, gritándole y poniendo en peligro tanto la vida de ella como de mi hijo.

 

¡Avada Kedavra! —había sentido tanto odio de golpe, tanta impotencia de ver aquel maltrato del joven contra Annick que deseaba con todo mi corazón que muriera, que perdiera la vida con aquella maldición. El rayo verdoso pasó a escasos centímetros de la Malfoy, ya que claramente ella no era mi objetivo. Y cuando hice eso, al instante, pude recuperar la compostura, algo me había bloqueado. ¿Acaso era un truco nuevo de la profesora? ¿o qué nos había obligado a hacer? Llevé una mano a mis ojos para refregarlos. Un nudo se me produjo en el estómago mientras miraba a mi rubia compañera—. ¿Qué problema tienes? ¿Estás loca?

 

Había sacado la conclusión de que los demás no eran personas racionales, como lo era yo. Parecía que disfrutaba de todo aquello, de como si hubieran tenido mucha más experiencia de la que deseaba. Respiré dos veces, claramente se justificaría con qué la profesora les había dado pie a que hicieran lo que quisieran y estaba seguro que se había aprovechado mi momento de debilidad para intentar disfrutar un poco más aquello. Pero no tenía que entrar en discusión, simplemente negué con la cabeza y me crucé de brazos. No entendía como existían magos que se sintieran bien con aquella mala sensación.

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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Aaron Augustine Black Ryddleturn.

 

Aquella poción me había dejado perplejo, inmutado al verme de niño con recuerdos que prácticamente habían sido bloqueados de mi mente para no encontrarme con la envolvente maldad que me había perseguido en el linaje de los Black. El destino reclamaba su camino y yo ya estaba inmerso en la casta mortifaga que me llevaría a la gloria.

 

Un gran pensadero agrietado y refinado en ciertos relieves que danzaban mas de una historia apareció a la vista de todos. Nos reunimos a su alrededor y escuchamos las palabras de la Malfoy ante los grandes magos que habían dado un leve roce a la magia oscura, arte de infinitas y ligeras pinceladas que dejaban mas de alguna marca al mago que las usurpara. Pase levemente mi zurda por el hombro al sello que apresaba a Emiliano y un destello en la mirada de Juv, hizo que sacara mi preciada varita en su contra.

 

-Crucio!- exclame en su contra justo después que su rayo saliese de su varita asesina. Ambas maldiciones impactaron sin reproches y tanto yo como mi estimada mentora caímos en un dolor agudo y electrizante que mas de alguna sonrisa logro entresacar de la magia oscura envolvente en el lugar. "Ahgg!!" me retorci nuevamente antes de tomar una bocanada de aire para ponerme de pie.

 

Los demás habían tomado ya sus decisiones, costandole la moral a más de uno , si no era tan solo uno, sin embargo la clase llamaba y tentaba a dejarse caer en el manto oscuro que cobijaba la magia negra.

 

Off:

 

Estimada profesora, compañeras y compañeros; me encuentro fuera de la ciudad, la señal es malisa y del móvil pude pasarme a rolear esto (desconozco las llaves para cursiva y negrita) , y es que me han tentado con los roles para seguir el mio jajaja. Espero no moleste alguna falta de tildacion que el celular cambia de mala forma como así también el remarcar los hechizos. En el transcurso de la prox semana regreso y allí me pasare de mejor forma, hasta ahora es lo que puedo lograr :(. Saludos !!!

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Una oleada de dolor placentero abrazo su cuerpo con una fuerza arrolladora, disparándose en el acto su esencia más oscura. El Black había cometido un grave error al atacar de ese modo a la Malfoy, no era lo ideal provocar a los demonios que dormitaban dentro del interior de la Ángel Caído, aquellos que eran capaces de desatar una hecatombe con solo proyectarla en su mente. Levantándose del suelo con ágil movimiento elevó con fuerza y determinación su varita, estaba lista para llamar a las criaturas que eran consideradas “Criaturas Oscuras”, esas que eran temidas por los magos que habitaban dentro de Londres y se podían considerar las más representativas de las Artes Oscuras.

 

-Dementoris Oscurus Diabole…-recitó la Croft aquel viejo conjuro desconocido tal vez para sus alumnos-Denle la bienvenida a mis queridos amigos…-una horda de dementores apareció levitando en el oscuro cielo. El valle de Godric se transformo en un escenario lleno de frio y desolación, no habían un solo sentimiento grato rondando a ninguno de los magos que estaban dentro de ese sitio. Sufrirían el peor de los dolores en sus cuerpos, contrastado con los aullidos que se dejaron sentir dentro del cementerio del Valle de Godric-Espero que les agraden las pieles vivientes, porque un grupo de Licans han decido acompañarnos…-esbozando una sonrisa cargada de suficiencia en sus labios chasqueando sus dedos transformó el suelo que pisaban sus alumnos en un estanque de aguas oscuras y profundas, el cual era habitado por Grindylows, que les impedían a los jóvenes mantenerse en pie con firmeza.

 

-Elvis, si deseará controlar tu mente a mi antojo, no creo que necesitara esforzarme demasiado…-replicó la rubia-El control mental no es algo sencillo de manejar, pero cuando la persona que deseas someter es tan frágil y apegada a los suyos es sencillo. Vos no eres capaz de dejarte arrastrar por las Artes Oscuras, no eres capaz de desafiar a la luz que habita en tu ser, no si eso conlleva perder a tu amada esposa y a tus queridos hijos…-canturrio desviando su vista hacia Misty-Mírala a ella, no le cuesta trabajo atacarte o maldecirte de la forma más creativa que le pase por la mente. En cambio vos, si te pensáis en atacar a los que hacen el mal dentro del mundo mágico, ¿No creéis que eso es un poco contradictorio?...-le atacó con ese cuestionamiento. No tenía nada contra el Gryffindor, pero tampoco le agradaba la doble moral que solían utilizar algunos habitantes de Londres.

 

-Tienen que librarse de los dementores, Grindylows y Licans, pueden usar las maldiciones imperdonables o alguna de las pociones que les he dado a conocer. Les aconsejo que usen la mano de la gloria porque los Licans expulsaran polvo peruano de sus fauces y los Grindylow, les inyectaran toxinas que los harán desvariar un poco dentro del agua que están pisando en esos momentos. Les deseo suerte con la faena, ya que dudo que puedan salir bien airados de la misma…-dedicándoles una mirada displicente se cruzó de brazos esperando disfrutar de un gran espectáculo. Los tres jóvenes tenían el potencial necesario para defenderse, pero no podía decir que eso fuera lo que deseaba para darle un final magistral a su clase de Artes Oscuras.

Cuando eres tan grandiosa como yo, es difícil ser humilde

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Básicamente ya eres la mitad de una maldición

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Por más que respirara una y otra vez, el nudo que se me había formado en el estómago no desaparecía. Lo había entendido después, pero por un momento había creído que había asesinado a una persona. Estaba claro que aquellos no eran mis ideales y me habían forzado a hacer algo que estando dentro de mis cabales, ni siquiera se me ocurriría pensar en hacerlo. Por eso cuando la profesora intentó darme una especie de monólogo referente a los ideales, decidí mirarla fijamente y no contestarle. ¿Quién era para cuestionarme? ¿Acaso me juzgaba en base a lo que otro me había obligado? La esencia se encontraba en cada uno y eso se podía ver mediante las acciones, no mediante lo que otro quería que hiciera.

 

¿Cuántas veces había tenido a algunos Mortífagos delante de mí? ¿Y cuántas oportunidades había tenido para acabar con sus vidas? En el transcurso del tiempo me había encontrado con ése tipo de situaciones montones de veces. De hecho hasta era consciente de una persona que pertenecía a la Marca Tenebrosa. Pero jamás se me había ocurrido matarla. Aunque supiera que era la culpable de acaba con mi familia. Ser parte de la Orden tenía sus sacrificios, como ése. Pero la lealtad al bando era mucho más agradable. No jugábamos a la venganza, sino a buscar la justicia donde otros no la veían. Y al parecer me encontraba frente a personas de tan índole.

 

Asentí con la cabeza para mostrarle una señal de respeto. Aunque teníamos diferentes manera de pensar estaba allí ayudándome a aprender aquellas cosas que por cuenta propia, jamás las podría aprender. Solo algunos detalles en libros, pero eso no importaba. El ambiente se volvía más frío cada vez. Y no pude terminar de darme cuenta porqué era, hasta que la tutora nos explicó a qué teníamos que enfrentarnos. El suelo se fue ablandando hasta encontrarnos dentro de un tanque de agua. El líquido era tan negro como la noche, como la poción que había ingerido y como las criaturas que se iban acercando. Enfrentarme a los dementores no era complicado. Menos a los Grindylows. El problema estaba en los licántropos. Pero tenía que ir a lo seguro.

 

Con un movimiento de la varita pude convertir un pedazo de madera que flotaba en el suelo, en una cuerda. Podía sentir bajo mis pies un movimiento rápido. Aquellas criaturas estaban a punto de atacar. Tomé la soga y me dirigí hacia el borde de aquel tanque, para poder salir. Cuando saqué ambos pies, pude ver que el borde de mis talones tenía mi pantalón apenas rasgado. Justo a tiempo había salido. Me pasé una mano por la frente. Definitivamente aquella clase me había enseñado demasiadas cosas, pero también me había cansado. Mi cabeza no paraba un segundo. Pero si quería conjurar algo, debía pensar en lo que necesitaba.

 

¡Expecto Patronum! —me enfoqué en mis hijos. En mis hermanos. En mis primos. En mis nietos y demás familiares de la Gryffindor. Había visualizado una de las últimas cenas dónde habíamos disfrutado todos juntos. Era mi mayor alegría, mi gran orgullo después de tanto tiempo que siguiéramos juntos. Una figura plateada con forma de gato surgió de mi varita para dar de lleno a un dementor que estaba tan solo a dos metros, estirando sus putrefactas manos hacia mí. Éste se alejo tan rápido como si se hubiera quemado. Miré alrededor. ¿Cuántos seres despreciables había? No lo sabía, pero mi Patronus se encargó de andar alrededor mío, imponiendo una barrera de buena energía positiva para que ninguno se acercara. ¿Y mis compañeros? ¿Qué harían? Esperaba que alguno se pusiera cerca de mí para protegerse a la par. No sabía si podían o no conjurar un guardián así.

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- Ascendio -

 

El agua completamente negra se había cerrado en torno a la bruja a medida que descendía al fondo del estanque. ¿Qué había pasado por la cabeza de Juve al hacerla sumergirse en ese lugar enlodado? ¿Acaso había algo más sucio que aquello? El hechizo surtió rápido efecto y su cuerpo salió despedido hacia arriba para caer desplomado junto a Elvis que en ese momento hacía lo propio colgado de una soga.

 

Se puso de pie rápidamente. Chorreaba agua negruzca por todos lados. La túnica antes inmaculadamente blanca ahora era gris y el cabello rubio de la mujer se reunía en mechones mojados. Apretó los labios hasta que no fueron más que una línea dibujada en su cara. ¡Estaba sucia! ¡Completamente mojada! Inmersa en en su enfado no se percató de que los dementores comenzaron a rodearlos hasta que la luz plateada del patronus de su compañero los ahuyentó. No se le ocurrió preguntarse hasta ese momento qué haría un dementor con una persona sin alma. Ya lo intentaría.

 

Recorrió con su mirada la escena y se detuvo en el agua que se escurría desde la tela de su vestimenta, a través de su varita y la mano, para luego caer al suelo formando pequeños charcos. Se mordió la lengua antes de decir algo, la clase había servido en parte y tenía que estarle agradecida a aquella mujer por los recuerdos que trajo a su mente esa misma noche.

 

- Gracias - Le dijo a Elvis recuperando la compostura. Los aulllidos que antes eran lejanos parecían sonar más cerca del lugar en el que estaban. Enderezó su cuerpo buscando en las penumbras, entre las lápidas y en el bosque lejano. Su varita emitía un silbido mientras ella la pasaba sobre la túnica y el cabello que comenzaba a secarse. Parecía aire caliente. - No creo que atraer licántropos sea una buena idea - Obviamente la afirmación iba dirigida a la profesora. - ¿Hay que matarlos? - preguntó aquello como quien lo hace por el estado del tiempo. No había preocupación en su tono de voz mas bien parecía ser aburrimiento. - Es que son tan... - buscó la palabra por un segundo antes de encontrarla - ... encantadores. - Bajó su varita. Estaba seca otra vez, aunque completamente desaliñada y lo sabía. Comenzaba a incomodarle la situación. No la del inminente peligro que podría acecharles sino la de estar en tan mal estado. La oscuridad solo podía estar en su interior.

 

El siguiente aullido fue demasiado cerca. Un par de ojosde pupilas pequeñas pero encendidas los observaba desde detrás de la lápida más cercana. No atacaba, quizás porque se veía superado en número y esperaba al resto de la manada. Eran hombres lobos, no estú.pidos. Mistify le devolvió la mirada. Si había que matarlos para superar la asignatura, que así fuera. Y alzó su varita...

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Aaron Augustine Black Ryddleturn.

 

No alcanzaba a levantarme de aquella red de dolor, el cruciatus que había dado hasta la fibra más recóndita de mi cuerpo, para cuando el piso se deshizo en aguas turbias de un escalofriante color negro. Mantenía la varita aferrada entre mis dedos para cuando decidí apuntar a mi cabeza y crear un "Casco Burbuja" que me mantendría oxigenado por el momento. Los grindlows se veían ocupados intentando cazar a Elvis, más no un lote que luego de querer atrapar a la bruja que me había apuntado con su arma mágica, se fueran en contra mía.

 

-Ascendio- dicté firmemente tras destacar mi varita para salir expulsado a la superficie con dos criaturas aferradas a mi pierna; la floritura fue inmediata- est****os grindylows...- solté tras darle un pisotón a la cabeza de uno mientras el otro agonizaba fuera del agua.

 

Escuché mi nombre en un agudo desliz que cruzó mi sien, el frío se apoderó de mi cuerpo y mis gélidos grises dejaron la vista fija a un punto desconocido mientras comenzaba a ser rodeado por dementores. Aquella gota de la poción me había dejado débil, aunque más que débil había abierto aquellos pasajes de debilidad para el sentir, arma mortal para acabar con las personas. La Malfoy sabía perfectamente lo que quería lograr como tutora de la clase.

 

-Expecto patronum- susurré tras mantener mi mente aferrada al recuerdo de mi hermana y los momentos que solíamos pasar juntos, la felicidad era subjetiva y el efecto de aquella invocación inmediato. Un lobo ártico se materializó desde la punta de mi varita para espantar a las espectrales y endemoniadas criaturas que tanto se temían por las calles londinenses.

 

La brisa a orillas del lago arremolinó mi castaño mientras mi rostro estaba inmutado, sin expresión alguna cuando me vi de frente con dos amarillentos ojos entre las sombras de aquella noche. Medía dos metros y su contextura era la de un gigantón promedio; mi patronus intentó hacerle frente para cuando se esfumó en el pecho del licántropo sin siquiera moverle un pelo.

 

-¡Genial!- ironicé para cuando tres más aparecieron tras de él. Empuñé mi varita con más fuerza, mi respiración era agitada mientras mi mirada dio pasada rápida al lugar; varias ramas, uno que otro escombro y la luna llena imponente como ninguna otra.

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-¡¡¡ Basta ya !!!-espetó justo antes de que los Licans se abalanzarán contra sus alumnos-No hay tiempo para matanzas, pero no crean que se quedarán con las ganas de hincarle el diente a algo…-sonrió ordenándoles retroceder-Misty, Aaron y Elvis, ya no tengo más que enseñarles dentro de este lugar. Volverán al cementerio donde nos encontramos al iniciar la clase, no puedo prometerles que no tengan pesadillas o algo peor los visite por la noche…-el lóbrego gesto se ensanchó en sus carnosos labios-Ha sido un placer otorgarles los conocimiento que poseo y aprendí hace algunos años atrás eso le ayudo aprobar esta materia…-recordó sus tiempos como estudiante, aunque no tenía tiempo para contarles tan interesante historia-Os deseo suerte…-asintió rociando el cuerpo de los tres jóvenes con polvo peruano, acompañado por un conjuro que los haría volver sanos y salvos.

 

Pik y Juliens habían quedado atrapados dentro de las aguas oscuras, no podía salvarlos de su destino y no deseaba hacerlo. Tal vez en otra vida podría enseñarles lo mismo que a Misty, Elvis y Aaron, pero de momento tenía que preparar su siguiente clase aderezando la misma con una nueva dosis de locura y dolor placentero. Sus orbes lapislázulis mutaron de color tiñéndose de un rojo carmesí que destello con fuerza, ya estaba lista para la nueva travesía dentro de algún sitio que estuviera íntimamente ligado con el mundo de la magia donde habito hace años Harry Potter y Lord Voldemort-Vayamos pues…-desapareciendo en medio de una estela verdosa esta se extendió por todo su cuerpo rodeándole de pies a cabeza-Ha sido un verdadero placer…-desvaneciéndose de sus labios aquel gesto oscuro y siniestro desapareció rumbo a la fortaleza oscura.

 

Tendría tiempo planear su nueva asignatura, no descartaba la posibilidad de usar uno que otro nuevo truco. Le agradaba la idea de impartir clase dentro de la academia, no por nada había vuelto a retomar sus largas lecturas nocturnas, aquellas que la hacían perderse en medio de mundos fantásticos que despertaban si mucho esfuerzo su imaginación alocada y perspicaz. No había quedado un solo rastro de su presencia dentro del Valle de Godric o el cementerio donde reposaban los resto de uno de los magos más poderosos que se conoció dentro del mundo mágico.

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