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Defensa Contra las Artes Oscuras


Adryanie
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Goderic Slithering

Pandora Stark

Sofia Elizabeth Granger G.

Se oía el gorgoteo de las cañerías que atravesaban aquella sala circular, eso unido al olor a húmedo que emanaba del lugar no hacía más que ponerla nerviosa. Cada paso que daba sobre el suelo enmohecido y resbaladizo era como una trampa mortal, ya un par de veces casi se había ido de bruces contra el suelo y lo hubiera hecho si no hubiera sido por el puñado de mesas desordenadas que terminaban de decorar el lugar.

 

Al parecer en las mazmorras de la academia había una sala que se usaba exclusivamente para guardar todo aquello que no servía y deseaban "guardar" para "arreglarlo", era bien conocido que no lo iban a hacerlo así que el lugar era casi exclusivamente de desechos educativos de la academia. A ella no le importa, sabía que iban a estar poco tiempo ahí así que el lugar era lo de menos.

 

Acomodó la sala circular en cuatro secciones bien establecidas. Le había tomado algo de tiempo pero esperaba que con los conjuros que había realizado la sala se moviera con ellos a donde quisieran ir. Los estudiantes al entrar a su derecha lo primero que verían en una sección llena de fotografías de personas, un montón de pergaminos con documentos. Era la sección más aburrida y poco utilizada, a los alumnos no les llamaba demasiado la atención.

 

A la derecha adentrándose un poco más al salón había un tipo de tienda mágica con diversos artículos en el aparador de madera. Parecía una venta de segunda mano, los artículos se encontraban muy deteriorados por el tiempo, por alguna razón aquella sección generaba un mal presentimiento ante cualquiera que se acercara, aunque también generaba curiosidad.

 

En el centro estaba una pizarra vieja corroída por el tiempo. Al fondo a la izquierda se encontraba una carpa como las de los circos, estaba abierta y en su centro el cual estaba abierto solo se podía ver oscuridad. Las luces dentro no funcionaba y la oscuridad parecía tragarse toda la valentía de una persona y devorarla. Lo más curioso era lo que rodeaba la carpa. Diversos artículos de broma y fotos graciosas de personajes. Era una visión algo extraña para todo aquel que la mirara.

 

Y la última sección que estaba entrando a la izquierda olía realmente mal, como si fuera un gallinero mal cuidado. Diferentes jaulas y estanques llenos de seres vivos que se movían y retorcían. Millones de ojos que al acercarse alguien lo miraban escrutando todos sus sentidos. En una de las jaulas cerradas algo parecía vibrar dentro amenazando con salir.

 

En el puro centro de la sala circular habían tres sillas. No sabía ni porqué las había puesto ahí, apostaba 100 galeones a que ninguno se iba a sentar, pero el gesto nunca estaba de más. Esperó sentada en otra de las sillas con la pierna cruzada en espera de sus alumnos. Eran un poco más de los que ella estaba acostumbrada y pensó que tal vez esa clase iba a estar más interesante por ello.

 

—Buenos días chicos, póngansen cómodos aunque realmente no vamos a estar mucho por aquí — Les dijo con una sonrisa al ver entrar uno a uno a sus alumnos— En esta clase vamos a aprender conceptos básicos de defensa. Siempre he creído que la mejor forma de aprender algo es practicándolo así que eso haremos.

 

Se levantó para señalar cada una de las secciones dispuestas alrededor de ellos.

 

Cada una de estas representan lo que podríamos ver en esta clase — Señaló al primero en llegar a la clase — Tú al ser la primera persona en llegar tienes derecho a elegir nuestro primer destino.

 

Le sonrió a su alumno es espera que eligiera cual de las cuatro secciones le apetecía más visitar.

Editado por Adryanie
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Catherine

 

La mujer odiaba tener que volver a llevar clases que se suponía ya manejaba. No era que se creyese una experta en Defensa Contra las Artes Oscuras, como de seguro sería la mujer que les dictaría la clase, pero creía estar capacitada para portar la maldita credencial que la adjudicaba como alguien cuanto menos conocedora del tema. A pesar de ello, a medida que se alistaba lo mejor que podía y mascaba distraídamente un trozo de carne, se obligó a aceptar el hecho de que unas clases no le vendrían mal. Hacía mucho que no había estudiado o practicado con propiedad algo que no fuesen pociones, encantamientos o adivinación y defensa era un curso que nunca terminaba de estudiarse del todo.

 

Apareció en los terrenos de la Universidad aun sintiéndose extraña en aquel paradisíaco paraje. Los jardines, caldeados por el clima muchos grados por encima de los que había estado antes, hacía que le entraran ganas de bañarse, de explorar y de tener quizá un poco de acción. Por supuesto, había llegado a estudiar así que eso no era posible. Le costó ubicarse y encontrar las viejas dependencias de la Academia, además de que el lugar no estaba precisamente a la vista. Para cuando finalmente alcanzó el aula, que más bien parecía depósito (ilusamente no pensaba que los habían acomodado en uno verdaderamente), notó que la temperatura allí abajo era inferior incluso a la que cabía suponer. El moho proliferaba por lo que Catherine agradeció haber acudido con las botas de cuero negro.

 

Saludó con una venia a Gryffindor, mujer que estaba segura había visto antes en las filas de la Orden del Fénix y con la que había tenido conversaciones ocasionales, para luego observar de forma distraída alrededor. Lo primero que vio (y que terminó robando su atención por completo) fue un grupo de folios de pergamino y documentos, que se encontraban casi en la misma entrada. Mirando de soslayo a Gryffindor para asegurarse que no la observaba con atención, empezó a revisarlos uno a uno, poniendo especial atención en las fotografías que se encontraban con ellos...

 

¿Significaban acaso lo que ella creía?

 

No pudo sacar de su mente la imagen de sus padres y sobre todo de su hermano. Nunca había llegado a saber qué había sucedido con ellos. Y allí, tenía ante ella esos pergaminos y sentía como si cada uno de ellos la observara, incriminándola. No existía lógica en lo que acababa de sucederle, por lo que decidió dejar a un lado sus pensamientos funestos e intentar tomar siento. Lo hizo, plisando su túnica aquí y allá para evitar que se arrastrara por el suelo mohoso y colocando su puntiagudo sombrero sobre sus piernas, notando en aquel preciso instante que se había vestido inconscientemente toda de negro.

 

Gryffindor la sacó de su ensimismamiento, alegando que tenía derecho a elegir por ser la primera en entrar. Catherine alzó la mirada hacia ella bastante sorprendida y aun algo ida. Luego de pensárselo unos instantes sujetando su barbilla entre el pulgar y el índice, decidió que, después de todo, sería mejor ver aquello que la inquietaba primero si no quería pasarse la entera clase en las nubes. Así, con un tranquilo ademán (cargado de significancia para alguien que observara atentamente los detalles) señaló las fotografías y los documentos, quedándose pegada, mirándolos más de la cuenta al hacerlo, una vez más.

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La sonrisa de Goderic era difícil que alguien se la quitara. Había pasado bastante tiempo en que había ido a una institución a aprender más sobre la magia y el momento de hacerlo había llegado. La aparición de la universidad y de los guerreros Uzza a Inglaterra significaba un gran logro para el Ministerio de Magia y una gran oportunidad para todos los magos que deseaban mejorar sus habilidades y conocimientos.

 

James, su nuevo amigo, le había contado bastantes historias relacionadas con el pasado de la universidad y sobre la leyenda de los Guerreros Uzza. Le había dicho que no habían perdido ninguna batalla en la que habían participado y que su fuerza, estrategia y conocimientos eran inmensurables. Era por esta razón que había decidido ingresar a la Universidad, pues la llegada de ellos no sólo suponía un avance increíble en la sociedad sino también peligros. Magos utilizando los conocimientos para el mal y la destrucción, guerras por conseguir el poder de la Universidad o conseguir información peligrosa como la ubicación de la Arca de la alianza.

 

Goderic caminaba con paso lento para apreciar el paisaje pues reconocía el gran esfuerzo que había hecho el ministerio para conseguir una réplica tan parecida a Egipto. Si bien no le agradaba mucho el calor y poca humedad en el ambiente, el paisaje le parecía sorprendente y digno de admirar. Agradeció tener botellas de agua en su monedero de piel de Moke porque a pesar de no estar en un desierto real, el gran trabajo de los diseñadores de la Universidad conseguía una impactante sensación de sí estarlo. Además sacó del mismo monedero un pañuelo con el cual se secó el sudor de la frente.

 

Observó su reloj y comprendió inmediatamente que sino se concentraba en su propósito no llegaría nunca, por lo que aceleró el paso y se dirigió hasta el lugar, que anteriormente le habían señalado, en el cual se desarrollaría la clase. Todavía dudaba si había tomado la elección correcta, tenía la duda si fortalecer y perfeccionar sus conocimientos de Defensa contra las artes oscuras o sobre aprender Idiomas para poder comunicarse mejor con los extranjeros que sin duda comenzarán a llegar en busca de la Universidad. Había decidido la primera opción casi por instinto pues no tenía mayores razones para elegir una sobre la otra. Quizás esperaba que con el conocimiento aprendido mejorara sus posibilidades de mantenerse vivo y poder aprender luego Idiomas.

 

Lo primero que sintió al entrar fue un descenso en la temperatura, aunque supuso que se debía al aumento de humedad en el aire. Agradeció aquello aunque el olor y sensación de suciedad alejaba completamente aquella gratitud. No comprendía qué era lo que pensaba su profesora. Podía escuchar el sonido que provocaba las gotas de cañerías con algunas filtraciones. Goderic estaba pensando seriamente en demandar a la Universidad por permitir tener clases en una mazmorra tan poco higiénica como en la que se encontraban, definitivamente parecía ser más un depósito de desperdicios que un lugar donde transmitir conocimientos.

 

En la entrada se encontró con una mesa con un par de pergaminos, documentos y fotografías pero no les prestó mayor importancia. Seguramente eran papeles sin importancia de la Universidad o un listado de magos tenebrosos del pasado. Fuese lo que fuese no le llamó la atención por lo que no se detuvo a hojearlos, ya Adryanie tendría la posibilidad de explicarles de qué trataban. No tenía ni prisa ni curiosidad por saber de qué trataban. Si las siguientes secciones eran tan pocos llamativas como aquella seguramente se arrepentiría de haber escogido aquella clase.

 

Antes de continuar observó a sus espaldas y pudo ver lo que ya había presentido. El piso mohoso y repleto de polvo había cambiado levemente con su caminata. La túnica negra que llevaba puesta pasaba a rozar el suelo, sirviendo prácticamente como un paño, por lo que dejaba un rastro de limpieza con su caminata. Continuó de todas formas con su andar, ya tendría tiempo para limpiarse y no tenía sentido hacerlo en aquel momento pues sospechaba que tarde o temprano aquella sucia sala le jugaría otra mala pasada.

 

En el centro de la sala se encontraba unas sillas y se dirigió a éstas. Le parecía más lógico observar la sala desde el centro que comenzar a caminar por cada rincón buscando algo que llamara su atención, aunque antes de hacerlo algo logró hacerlo. ¿Una tienda mágica? sin duda allí podría encontrar muchos objetos peligrosos con los cuales ya se había encontrado en el pasado como, en ese entonces, miembro de la Logia Eligentium y probablemente podría encontrarse con nuevos y llamativos objetos.

 

Las sillas no parecían ni muy limpias ni muy seguras por lo que prefirió mantenerse de pie. Cuando ya todos se encontraban en el centro de aquella sala, la mujer comenzó a hablar. No se presentó. Particularmente, él si la conocía pues había compartido algunos momentos cuando él estaba dentro de la Orden del Fénix. No sabía si el resto de los participantes también la conocían, pues no creía recordar a sus compañeras. La que se encontraba sentada más cerca de él creía haberla visto alguna vez o haber escuchado que tenía algún tipo de lazo con Pandora pero nada más.

 

Adryanie explicó rápidamente el objetivo de la clase, también aclaró que no nos encontraríamos por mucho tiempo en aquella, poco aseada, sala. A continuación señaló a Catherine, quien había sido la primera en llegar, pues sería ella quien elegiría la primera sección con la cual comenzaría la clase. No pudo evitar emitir un bufido al ver que escogía la sección con pergaminos y fotografías. <<Bueno, mejor partir de menos a más>> pensó Goderic tratando de mantenerse optimista al respecto.

 

Esperó que la profesora les hiciera presentarse al menos para romper el hielo pues hasta el momento sólo ella había emitido alguna palabra. Incluso Catherine al responder lo hizo con un ademán quizás demasiado tímida para hablar. Por un momento se le cruzó por su cabeza tomar la iniciativa y simplemente presentarse pero comenzaba a disfrutar de aquel silencio levemente incómodo. Se alborotó su corto cabello rubio al sentir que una gota le caía de una de las tuberías del techo, por suerte el movimiento resultó natural y no llamó la atención. Se alejó de la filtración, de lo que esperaba fuera agua, y esperó que la bruja continuara con la clase.

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Los despidos masivos y la repentina decisión de las altas autoridades ministeriales de que debían todos, sin excepción, reafirmar sus conocimientos, la habían tomado por sorpresa. Al principio pataleo y gruño, pero cuando se dio cuenta que no podía hacer nada decidió inscribirse a todas y cada una de las clases que necesitara para poder certificar ante todos sus conocimientos. Así que vistió y se recogió el pelo en una coleta alta. Cuando se vio en el espejo se dio cuenta que se había arreglado como si fuese al cuartel auror, pantalón de piel de dragón negro, blusa sin mangas de cuello de tortuga y su gabardina negra donde podía guardar todos los implementos necesarios para luchar contra sus enemigos. Suspiro con nostalgia, ya era demasiado tarde para cambiarse así que se arriesgo a parecer la chica ruda.

 

Se apareció a las afueras de la Universidad y camino hacia donde le habían indicado que seria la clase, observar aquel lugar de cerca era impresionante, el ministerio debió tomarse un gran trabajo para traer todo aquello a Londres. Entro al edificio y pronto se dio cuenta que la clase no seria sobre la planta baja, si no hacia abajo, en las mazmorras del lugar. La rubia miro con enfado el lugar una vez que llego al nivel inferior y comenzó a caminar por el pasillo. Cuando quedo de frente a la puerta la empujo y lo que vio dejaba mucho que desear, solo esperaba que hubiese una buena razón para dar la clase en aquel lugar.

 

Paso de largo por los retratos, no le llamaban la atención, lo mismo con la extraña tienda de cosas que no le parecían útiles, lo que realmente llamo su atención fue la carpa cuya oscuridad le daban ganas de entrar y ver que pasaba dentro, no perdió mucho tiempo en ver hacia aquel lugar pues se dio cuenta que no estaba sola, al parecer era la ultima en llegar puesto que había solo 4 sillas y en la habitación ya estaban tres personas, por lo que ella seguro era la cuarta y ultima. A la profesora ya la había visto un par de veces en el castillo Gryffindor, por lo que de alguna forma eran familiares, solo no recordaba a que grado. La otra chica no sabia de donde se le hacia familiar aunque segura estaba de que si la conocía. Caso aparte era Goderic, a el si que lo recordaba de cuando era de la Orden, al menos no tendría que tomar clases con un grupo de desconocidos.

 

-perdón por la tardanza-dijo como saludo tras lo cual se sentó en una de las sillas y escucho la presentación de Adryane. Si hubiese llegado temprano hubiese escogido algo mas interesante que una bola de pergaminos viejos, pero la profesora había sido clara, la primer persona en llegar escogía, miro con anhelo la carpa pero enseguida dirigió su azulinos orbes hacia la bruja al mando para esperar instrucciones aunque dudaba que unos cuadros y unos papeles tuviesen algo de interesante.

Editado por Sofia Elizabeth Granger G

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Aún de pie de frente a las sillas dispuestas en el centro vio llegar uno a uno a los alumnos. Por alguna razón aquellas clases le causaban un poco más de nerviosismo que las de la academia, tal vez porque sabía que aquellos estudiantes eran más avanzados y muchos de ellos mucho más poderosos que ella que solo estaban ahí para afinar un poco más de sus conocimientos en la magia. Con todo se alegró de ver caras conocidas ¡hasta de se alegro de ver a Catherine! No le caía bien, desde lo de Pandora, pero igualmente se alegró. A Goderic le dedicó una sonrisa. Y faltaba una que fue la última en llegar, la conocía por ser Directora de un departamento pero nada más.

 

Esperó la respuesta de Catherine con expectación como todos ante su elección. En lo más recóndito de su mente había una voz que repetía " Por favor no los pergamino, por favor no los pergaminos" Había preparado aquel tema, pero siempre era su tema de reserva y como tal pocas veces lo había visto en clase con los alumnos. La entrada de Goderic y de Sofía habían hecho que no se percatara el interés de Catherine al entrar por esos pergaminos así que la elección fue toda una sorpresa y por la cara de los demás también lo fue para ellos.

 

—¿Segura?— Le volvió a preguntar y se arrepintió al instante de decirlo. No podía negarse a dar aquella clase, era la elección de los estudiantes a fin de cuentas. — Pues bien vamos.

 

Ella se acercó a esa sección tocando estratégicamente un esfera que representaba a la Tierra. Era una especie de traslador aunque un poco más avanzado, había instalado uno en cada sección. De repente todo alrededor de la sala comenzó a girar, tanto ellos como las secciones seguían intactas y sin moverse pero las pares comenzaron a girar tan rápidamente que los colores comenzaron a fundirse en un café extraño y de repente todo paró.

 

Lo primero que los sorprendió fue un sol enceguecedor. Estaban en una plaza en medio de un parque en Egipto. Los muggles no parecían percatarse de la presencia de 4 personas y 4 tiendas que habían aparecido en medio de la nada. Frente a ellos se erguía un gran edificio blanco con columnas de mármol.

 

— Bienvenidos a la biblioteca de Alejandría — Les dijo mientras se encaminaba al edificio.

 

Durante todo el trayecto a los adentros de la biblioteca les comentó que en tiempos antiguos los magos también guardaban sus escritos ahí. Muchos seguían dispersos por toda la biblioteca y los muggles los consideraban inentendibles o escritos en idiomas extraños o bien libros de magia pagana. Sin embargo, muchos magos vieron conveniente guardar sus libros de hechizos en una misma biblioteca junto con los muggles. Solo que lo hicieron el lugares más escondidos y secretos que mediante magia no era localizable para los muggles pero que para alguien con rastro de magia en el, era fácilmente identificable.

 

—En tiempos antiguos, antes de los mortífagos había otro grupo similar que se llamaban los Caballeros de Walpurgis que es un equivalente a ellos — Siguió recorriendo trayectos sinuosos a través de la biblioteca. Atravesaron una ranura lo bastante grande para que un adulto se metiera sin problemas.

 

Dentro había una extensión de la biblioteca un gran salón en el sus paredes estaban tapizadas por millones de estanterías con libros. En el centro había innumerables mesas dispuesta en desorden por la habitación.

 

—Todos estos libros son de magia. Es una de las bibliotecas mágicas más grandes del mundo aunque poco conocida sin embargo....— En lo más recóndito de la sala había una nueva ranura, no muy visible la atravesó sin problemas. El lugar estaba oscuro muy oscuro, pero las velas mágicamente se encendieron ante la presencia de ellos. La sala era como un cuarto de habitación. Seguía manteniendo el patrón de la sala anterior repleta de libros y una mesa en el centro — Los caballeros de Walpurgis contribuyeron esta pequeña sala dedicada a las Artes Oscuras.

 

Habían diversos objetos maltrechos alrededor de toda la sala,la mayoría de dudosa procedencia, aunque antes pudo averiguar que no tenían ninguna maldición en ellos no se atrevió a tocarlos.

 

—La historia y secretos de magos oscuros se encuentran contempladas aquí, en los libros y pergaminos. Hace mucho nadie viene por aquí, al menos no con tanta frecuencia así que los magos de Voldemort en adelante se ven muy poco en los escritos — Se volvió para mirarlos. — La historia de las Artes Oscuras se remontan desde tiempos antes de cristo. La magia es buena o mala dependiendo de como se use, al menos así lo definieron desde tiempos remotos y así mismo definieron a los magos tenebroso de acuerdo a si usaban la magia para el bien o para el mal —No sabía que tan interesados estaban en el tema de la historia de las Artes Oscuras pero observó a Pandora — ¿porqué elegiste visitar aquí primero?.

 

No podía negar le causaba mucha curiosidad la elección de la Stark.

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De pronto la Gryffindor se levanto y se acerco a donde Catherine apuntaba y le pregunto si estaba segura de aquello, la bruja estaba convencida así que la profesora pusos sus manos en un artefacto y en un abrir y cerrar de ojos se encontró a plena luz del día en una plaza, con el sol en su apogeo. No pudo evitar cubrirse la cara y mostrar los colmillos, si bien ella no explotaba al verse expuesta al sol,mediante magia poderosa, si tenia cierta incomodidad y aun reaccionaba de mala manera al sentirse bajo sus rayos. Se recompuso en el acto al darse cuenta que cualquier muggle podría haberse percatado de su pequeño problema pero pronto se dio cuenta de que Adryane había puesto algun encantamiento pues los muggles pasaban a lado de ellos y sus tiendas, que no habia visto de primera instancia pero que ahora se percataba de su existencia, como si nadie ni nada estuviese ahi.

 

Gracias a los dioses la bruja los saco enseguida de la pequeña plaza y los introdujo en un edificio bastante hermoso de paredes de marmol, enseguida les informo que se encontraban ni mas ni menos que en la antigua biblioteca de Alejandria. La rubia olvido por un momento que estaba en una clase de defensa y se quedo mirando las largas hileras de libros que habia por todo el lugar. Solo cuando se nombro a los antecesores de los actuales mortifagos, la ojiazul fijo la vista en su profesora de defensa. Cruzaron una primer rendija una segunda un poco mas pequeña mientras la profesora seguía explicándoles donde estaban y quienes habían ayudado a formar aquella sección de libros.

 

- asi que aqui se encuentra todo lo que tiene que ver con la magia oscura-penso mientras pasaba su mano suavemente por el lomo de algunos libros mientras leia los titulos, para ella, aquello era el paraiso en la tierra

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Catherine

 

<<¿Walpurgis, eh?>>

 

Le resultaba curioso, el nombre, debido a que siempre había estado asociado con las brujas, pero en su cabeza nunca las había relacionado con las artes oscuras practicadas por antiguas sectas. A pesar de todo, no pudo evitar notar la coherencia del asunto; después de todo, los mortífagos muchas de las veces (por no decir todas) no hacían más que asemejarse a una bola de fanáticos.

 

A pesar de ello, Stark se limitó a seguir las instrucciones de la mujer sin hacer ningún comentario. No había imaginado a dónde los llevaría ni tampoco lo que tendría oportunidad de ver allí. Su momentánea distracción dio paso a la curiosidad, aunque no la suficiente. Pronto, mientras se deslizaba por una ranura, se convenció que había hecho una mala elección. Por supuesto, era tarde para retractarse y de cualquier forma era probable que la distracción realmente le hubiese durado por la entera clase.

 

Para cuando llegaron a la sala oscura, Catherine ya empezaba a sentirse mortalmente aburrida. El atisbo de lo que había querido ver en aquella "sección" no parecía ser lo que había creído. Así, cuando Gryffindor le preguntó la razón por la cual se había decantado por los pergaminos, quedó todavía unos segundos en blanco pensando realmente por qué demonios lo había hecho y si la razón era su familia qué excusa barata podía meterle a la profesora.

 

Decidió que una media verdad siempre era mejor para salir del paso, de forma que contestó.

 

-Mi primer apellido es Nott -jamás lo admitía en público si podía evitarlo, pero dadas las circunstancias era un precio bastante razonable en pos de guardarse lo otro. A pesar de todo, no pudo reprimir su incomodidad por obligarse a soltarlo ante sus compañeros y guía, sólo por no poder pensar algo más para salir del paso-. Digamos simplemente que es como... nostalgia.

 

Supuso que no era necesario que entrara en detalles para que todos captaran la idea. Luego de decir aquello, dejó de mirar directamente hacia Gryffindor para rodar los ojos alrededor, pensando en qué objeto tomar primero, ya que ninguno poseía más magia que pudiera dañarla. La mayoría se veían bastante desgastados, así que decidió que tomaría el que le gustase de acuerdo a lo que la profesora dijese.

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Los ojos grises del Weasley siguieron con atención a Adryanie que se acercaba a una esfera que se encontraba en la sección de pergaminos. La bruja tocó dicho objeto en un lugar específico como sabiendo que no tendría los mismos resultados si tocara en otro punto de la esfera. Inmediatamente después supo el porqué. Las paredes comenzaron a girar tan rápido que al cabo de un segundo ya no eran más que colores sin forma. Sin duda aquel objeto era algo parecido a un traslador.

Cuando la habitación dejó de girar Goderic emitió una mirada de odio a la profesora pero por el fuerte sol que les golpeaba dudaba que la hubiera notado. ¿Qué le pasaba a la bruja? pensó algo malhumorado, se necesitaba sólo un poco de empatía y sentido común como para avisarles a los demás que iban a trasladarse de aquella forma pues de no estar preparados o simplemente tener un estómago débil podrían terminar vomitando por las náuseas. Suspiró impaciente mientras esperaba que sus ojos se acostumbraran al potente sol, incluso aunque no fuera tan potente el cambio de ambiente sin duda les hubiera afectado.

No necesitó la presentación de Adryanie para saber que frente a sus ojos se encontraba la gran y mítica Biblioteca de Alejandría. Si bien nunca la había visitado antes, había escuchado por James una descripción detallada y exacta de la biblioteca. Caminaron directo a ella probablemente por diversos motivos, Goderic lo hacía más por la sombra que por las ganas de encerrarse a un cuarto rodeado de libros. A pesar de que a Goderic le encantaba leer, sospechaba que su paso por la biblioteca estaría lejos de ser interesante, estimulante o divertido y la duda de la profesora por venir no hacía más que confirmar sus sospechas.

No obstante, trató de ver el lado positivo de las cosas y sin duda tener una visita a la biblioteca, o a una sección de ésta, era una buena noticia. Aquel edificio poseía una historia mágica, como muggles y magos habían compartido una biblioteca durante mucho tiempo conviviendo uno al lado del otro, compartiendo historias y secretos. Sin duda era un lugar muy interesante, era una verdadera lástima que fuera quemada o eso se les dió a entender a los muggles cuando en realidad fue ocultada.

Todavía no sabía porqué los grandes magos de la antigüedad habían cambiado de parecer, sabía muy bien que contenía volúmenes de magia muy importantes pero existían otras formas de proteger dichos secretos. Quizás si aquel quiebre entre ambas sociedades no se hubiera producido, en la actualidad no existirían los mortífagos que creen que los muggles son tan diferentes a los magos.

Adryanie hablaba en el camino sobre la biblioteca y sobre los Caballeros de Walpurgis. Goderic la seguía en completo silencio estando más concentrado en donde caminaba que en las palabras de la bruja por lo que esperaba que no hiciera alguna pregunta de lo que estuviera hablando o poco podría responder a ciencia cierta y tendría que improvisar con los pocos datos que escuchaba intermitentemente.

Atravesaron una ranura en la que fácilmente podían atravesar llegando a un gran salón tapizado con una gran cantidad de libros. La profesora siguió hablando de la biblioteca y nos condujo nuevamente a través de una nueva ranura. El lugar al que entraban se encontraba completamente oscuro pero rápidamente la luz de las velas les alumbró el camino. A simple vista la sala parecía bastante a las visitadas anteriormente, pero cuando Adryanie señaló la función de la sala comprendió el porqué habían visitado aquel salón en particular.

Su compañera, la que había llegado primero a la clase, respondió a la pregunta de la profesora sobre el porqué había escogido los pergaminos como primera sección a visitar. Su respuesta no la había comprendido del todo, sabía que el apellido Nott era sangre pura y algunos de sus descendientes pertenecían a los mortífagos. No comprendía como los pergaminos, el apellido y la nostalgia se encontraban relacionados pero simplemente lo dejó pasar.

Nuevamente sacó de su bolsillo el monedero de piel de Moke pues la larga caminata dentro de la biblioteca y el fuerte sol que les había recibido había terminado por causar una fuerte sed en Goderic. Sacó una de las botellas de agua del monedero, la destapó y vió con sorpresa que otro objeto también salía del monedero, rodando por el suelo. La cara de horror del Weasley resultaba notoria para cualquiera que le mirara y no era para menos, aquel objeto podía llegar a ser peligroso.

El dado de la suerte era el objeto que había caído y éste había entregado el peor escenario para el mago, había caído en el número cinco. Goderic sabía lo que eso significaba: ahora tenía la peor suerte posible y no podía hacer nada para remediarlo. En el monedero tenía un poco de felix felicis pero sabía que si lo intentaba sacar el frasco terminaría roto o algo parecido. Su suerte no podía cambiar... sólo el tiempo lo ayudaría.

Cuando iba a iniciar su marcha rumbo a recoger el dado comprendió que había sido una mala decisión. Su pie y su túnica no se habían sincronizado por lo que el enredo fue inevitable, por lo que al igual que si le hubieran hecho una zancadilla terminó cayendo al suelo. Goderic suspiró resignado al ver como la magia de aquel objeto, que podía dar mala o buena suerte dependiendo de los números que caían, ya comenzaba a hacer efecto.

A pesar de estar consciente que la mala suerte le perseguiría por bastantes horas no se esperaba lo que notó a continuación. En su mano derecha notó que la botella que había sacado hace unos segundos antes se encontraba vacía. El miedo recorrió su cuerpo ¿qué le harían si el agua había caído sobre algún libro irremplazable? seguramente terminaría toda su vida con una deuda y sus hijos heredarían dicha deuda y los hijos de sus hijos quien sabe por cuántas generaciones.

Grande fue su sorpresa al ver que ningún objeto o libro había sido mojado. Sin embargo, toda la agua había caído sobre la profesora que se encontraba frente a él. <<Al menos no arruiné algún texto histórico>> pensó tratando de ser optimista pero rápidamente la lógica destruyó su optimismo. Lo más probable es que todo los objetos que se encontraban allí tuvieran hechizos protectores como el hechizo impervius para conservarlos fácilmente, por lo que entre empapar a un objeto inmune al agua y empapar a la persona que podría reprobarlo en el curso sin duda la mala suerte había escogido bien.

Se levantó con cuidado del suelo sin saber muy bien como iba a reaccionar Adryanie ante aquel accidente. El rostro del Weasley se enrojeció un poco por la vergüenza. Esperaba que la profesora no tomara el accidente como un ataque personal o algo parecido y no fuese a afectar a la hora de evaluar. Recién comenzaba la clase y ya las cosas se habían tornado de aquella forma.

Ehmm...lo siento.— dijo realmente apenado — Es que el dado da mala suerte si cae en un número impar y...cayó en 5, así que...perdón, de verdad perdón.— continuó en un balbuceo.

La mala suerte en su peor nivel llegaba a afectar a los que se encontraban alrededor del portador puesto que solían ser un medio para molestar e incomodar al lanzador del dado. Lo peor era que todo había sucedido al inicio del curso y ahora tendrían que pasar el resto de la clase con mala suerte. ¿Qué podría suceder? ¿algún objeto que normalmente sería inofensivo esta vez terminaría dañando al Weasley? ¿la biblioteca terminaría incendiandose de verdad por un accidente provocado por él? Definitivamente el futuro no se veía para nada prometedor.

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Escuchó con atención las palabras de Catherine. Era cierto que no se esperaba lo que le dijo ¿le estaría ocultando más cosas? Pero luego decidió que realmente no era asunto suyo, ella solo había correspondido a los deseos de la Stark y allí estaban. Tenía preparado algo más por si acaso la respuesta de la mujer era otra pero aún dudaba de si era conveniente o no. Había llevado Artes Oscuras hace un tiempo y había aprendido el arte de la nigromancia pero ¿qué diría su antiguo ex - líder si la veía invocar a Grindelwald ante tal acto?.

 

— Sé lo que sientes — Y era cierto, muchas personas tiene ancestros que han sido pioneros en Artes Oscuras — Creo que por aquí había visto unos árboles familiares que...... ¡MADRE SANTA!.

 

Gritó sintiendo como un líquido se extendía por su toga. Al estar entretenida hablando con Catherine no se había percatado del ruido hecho por Goderic al botar el dado. Lo único que vio fue el joven en el suelo. Antes de ayudarlo lo primero que hizo fue fijarse a los alrededores, tenía la terrible sensación de que aquello era obra de algún Poltergueist. No vio nada.

 

— Gode ¿estas bien? yo.....—Comenzó a decir pero una voz retumbó haciendo vibrar las paredes.

 

—¡¿QUIEN ESTÁ AHÍ? !.

 

La reconoció al instante. Si bien había planeado hacer ese experimente con los alumnos ahí, los días anteriores había estado intentando traer a los muertos de nuevo sin mucho éxito a decir verdad. ¿podía se posible que hubiera invocar a uno días atrás? La poderosa voz de Grindelwald respondió a su pregunta.

 

—¡Vámonos de aquí! — Gritó no sin antes recoger un papiro que había quedado en el suelo y salir de ahí junto con los demás.

 

Recorrieron los pasillos de la biblioteca como si pasaron por ellos diariamente. Lo único que pensaba ella de momento era salir de ahí. Aún aferrando fuertemente aquel pergamino en sus manos. El sol había disminuido en los exteriores y para sorpresa de mucho aún seguían las tiendas quehabían dejado ahí en medio del parque.

 

—Goderic...te toca elegir — Tenía miedo de la decisión del muchacho. Si era cierto lo que había dicho antes no solo el podría pasar con mala suerte si no que todos andaría igual, osea...acababan de invocar a un poderoso mago oscuro en una biblioteca y por alguna razón pensaba que eso no iba a hacer la peor parte del viaje. — ¡Ah por cierto! Catherine toma....— Le tendió el pergamino arrugado— Lo he visto antes de que pasara todo lo que pasó. Es un árbol genealógico me parece que ahí esta la familia Nott entre sus escritos.

 

Ahora que estaban fuera de la biblioteca comenzó a ver su poca prudencia por sacar uno de aquellos viejos y valiosísimos documentos a la intemperie. Se prometió que algún día lo devolvería, ahora no quería ni acercarse al fantasma de Grindelwald.

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Mientras se encontraba distraída viendo los libros de aquella sección la clase se torno de repente mas movida. Lo primero que llamo su atención es la confesión de Catherine sobre sus antepasados, quien lo diría, aquella bruja venia de buena sangre limpia. Al menos para sus estándares, porque seguramente para otros aquello seria una mancha en su árbol familiar. Volteo a ver a la chica para tratar de adivinar si aquel apellido le causaba malestar, indiferencia u orgullo, para su desgracia la chica parecía levemente avergonzada de el apellido que normalmente iba ligado a la historia mortifaga.

 

Dirigió rápidamente su mirada a la profesora para disimular su interés repentino por Catherine cuando de la nada Goderic simplemente decidió que seria una genial idea refrescar a la Gryffindor. No pudo evitar reírse por lo bajo, aquello se tornaba divertido por momentos. Y aunque definitivamente su compañera había perdido totalmente el interés en aquella visita, lo cual se veía en su cara, la rubia por otro lado hubiese querido permanecer ahí por años. Logro disimular la pequeña risilla que se la había escapado tosiendo un poco. Aquello era a todas luces innecesario, nadie se fijaba en ella pues había algo al parecer mas urgente que atender que una alumna riéndose de los infortunios de sus compañeros o de su profesora.

 

-quien esta ahi!!-retumbo por todos lados con una voz que parecía venir de ultratumba, por un momento se sintió tentada a escaparsele a la Gryffindor y buscar al dueño de aquella terrible voz. Pero había un libro en el estante frente a ella que llamo su atención. Estaba entre la espada y la pared, o usaba su velocidad para alejarse del grupo y buscar al dueño de la voz, o la usaba para tomar aquel libro prestado. Al final y aprovechando que la profesora ordenaba retirada, se quedo resagada solo un poco y escondió rápidamente el ejemplar dentro de su gabardina con mil bolsos. Era totalmente imposible que alguien se percatase de que había objetos escondidos dentro.

 

En cuanto lograron salir sin rasguños de la biblioteca se topo de frente con las tiendas, de las cuales aun no entendía el uso. Si iban a estar viajando de un lugar a otro, en tan poco tiempo no le veía el caso a tener un campamento. La voz de Adryane llamo de nuevo su atención, por lo que parecía, iban a poder elegir en orden de aparición, ahora se arrepentía enormemente de haber llegado de ultimas. Se sentó en el suelo recargando su espalda en uno de los arboles del bosque a esperar a que el mago eligiese el siguiente destino jugueteando con una pequeña rama que se encontró en el suelo a su alrededor.

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