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Pociones


Helike R V PB
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Las lechuzas habían sido enviadas justo a tiempo para el inicio de la clase de pociones. A pesar de los cambios surgidos en la Academia, que ahora se llama Universidad, había podido ir unos días antes a la misma para averiguar lo que había hecho el Ministerio. Ciertamente, me había sorprendido bastante el cambio porque a pesar de estar acostumbrada al cielo gris de Londres, ahora las clases especiales de conocimientos, se darían en un lugar soleado, con flores y plantas exóticas y sobre todo, desierto.


Me había desaparecido de la mansión Rambaldi, una mañana de febrero, bastante nublado para hacerlo en ese sitio completamente soleado. Menos mal que llevaba mi capa de viaje y una capucha que evitaba freírme por los rayos solares del desierto. Fruncí el ceño y continué mi paso hasta continuar hacia adelante, traspasando el río en dirección al edificio en dónde tenía mi despacho y el aula de pociones. Había conseguido localizarlo gracias a uno de los empleados que trabajaban en el lugar.


Dudaba incluso que pudiese acostumbrarme a un sitio con tanta luz pero debía de hacerlo si quería seguir siendo profesora. Dejé mi capa en la clase en el perchero, puse los libros encima de la mesa, mientras que con la varita, hice encender los fuegos debajo de los calderos y el agua empezó a borbotear lentamente a la espera de los alumnos. Hice que con un movimiento de mi varita bajar la iluminación de la clase, hasta hacerla más oscura. El ruido de unos pasos del exterior, me indicaba que mis pupilos se estaban acercando… En cuánto se sentaron, carraspeé:


- Bienvenidos a la clase de pociones. Aquí no permitiré el aireo de varitas mágicas ni vagos encantamientos en ésta clase. Aprenderemos el sutil arte de las pociones y todos sus efectos. Aprenderemos a embotellar la fama y a detener incluso hasta la propia muerte, si tenéis la mente dispuesta para ello – mis ojos vagaron por los alumnos, apenas mostraban la amabilidad que tenían siempre, sino que, eran fríos y apagados hasta mi sonrisa se había esfumado. En esa aula era esencial la concentración para evitar peligros o sustos.


- En el primer tema os enseñaré los diferentes antídotos, venenos, filtros e ingredientes que se podrán usar en diferentes brebajes mágicos. Al final, en el último tema en éste conocimiento, será demostrarme que podéis realizar una poción correctamente o incluso realizar una propia, pero para eso, aún queda…


Con un aireo de mi varita, hice que en el pizarrón se mostrasen los criterios evaluativos:


Por tema:


Extraordinario 20

Supera las Expectativas 15

Aceptable 10

Insatisfactorio 5


Evaluación final:


Extraordinario 80

Supera las Expectativas 60

Aceptable 40

Insatisfactorio 20


- Espero que consigáis la mayor puntuación posible para aprobar ésta asignatura sin mayores dificultades. Cualquier duda, no dudéis en decirla – les dije a los pocos alumnos que se habían inscrito en la asignatura.


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Un nuevo dia habia llegado despues de varios meses en los que habia desaparecido de todos lados pero como dicen el hogar llama asi que habia regresado, todo estaba cambiado hasta mi familia aun que un no me caia el 20 de todo, era momento de empezar con un nuevo comienzo, el dia esperado habia llegado parecia niña pequeña con juguete nuevo, todo estaba listo para mi dia de clases para este dia la ropa que usaria seria una falda y una blusa con botas negras, tome mis cosas y sali de mi nuevo hogar hacia la universidad.

 

Recuerdos pasaron al entrar por las puertas del que alguna vez fue mi segundo hogar y donde todo era felicidad para mi pero todo cambia y eso no se podia evitar, respire profundo y busque el lugar donde se realizaria la clase y esta vez habia regresado para prepararme en pociones ya que en esa mataria habia tenido varios accidentes en el pasado.

 

Al encontrar el salon entre deje sobre la nesa mis libros y ne sente para ni sorpresa Helike seria mi maestra ella habia sido hace mucho de mi familia la prinera que habia tenido cual tambien extrañaba, las luces estaban vajas el fuego encendido y esto me recordaba la ida a enfermeria por una distraccion, habia ya empezado la clase con una bienvenida y de lo que serua escuche con mucha atencion cada palabra de la profesora como la evaluacion, haria mi mayor esfuerzo ya que habia estado despues de la enfermeria mucho tiempo sin practica alguna me sentia oxidada y nueva en estos temas.

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—Deja mis libros en paz —le dice por enésima vez a Lucy, que todavía no ha sacado el pañuelo de su delantal... y que no deja de mirar el desastre en el escritorio de la bruja. Es bueno ver que ya no la obedece de la forma enfermiza en que lo deben hacer los elfos domésticos, pero ya Madeleine comienza a alterarse—. Hazme un favor, y bota esto —le pide, tomando la esfera cristalina de entre las cosas que estás desparramas sobre el mueble. El interior de la bola está muy, muy rojo, y es lo primero que advierte la elfina.

 

—¿La señorita Madeleine no debería estar haciendo algo importante? —le pregunta, un tanto alarmada, manteniendo los delgados brazos tras su espalda.

 

—Por supuesto que no —le responde en seguida, poniendo los ojos en blanco—, ¿qué demonios voy a estar haciendo? Pero ya sé a lo que te refieres. No soy una Longbottom, ¿sabes? No he olvidado nada, es sólo que esta cosa es muy vieja y ha tenido muchas caídas. Deshazte de ella.

 

—Lucy no dice que sea una olvidadiza, señorita Madeleine —repone, cabizbaja—. P-pero, ¿y si es algo?

 

Oh, por el amor al cielo, se lamenta para sus adentros, mientras juguetea con la recordadora. Coloca la esfera donde estaba, y se deja caer frente al escritorio. No me va a dejar en paz hasta que...

 

—Voy a revisar mis cartas, ¿okey? —suspira— Ve a ayudar con el desayuno, o algo —si la elfina insiste tanto... Madeleine está indudablemente segura de que no es nada. Después de todo, no es que tengan muchas actividades últimamente, además de corretear entre las sombras por las noches y pretender que tiene un trabajo serio en Arcadia. No obstante, hace a un lado los libros y toma los pergaminos enrollados de la canasta donde Lucy los deposita. Últimamente no recibe muchas lechuzas; sólo hay un par, así que tiene la esperanza de que en menos de dos minutos estará en la planta baja, tomando su café matutino.

 

Hay propaganda del Ministerio, que la invita a postularse a un empleo (sí, claro, ya mismo iré, piensa, divertida). También hay un aviso de Gringotts, notificándole que le descontaron una generosa cantidad de galeones por la apertura de Arcadia. Me lo esperaba, pero no es "algo". Y hay una carta de la Universidad...

 

—¡Oh! —suelta, llevándose una mano a la frente— ¡Oh, oh, oh! ¡La maldita Universidad! —resopla. Sí, ahora lo recuerda. Hacía días se anotó a ese curso de Pociones, pues aunque sigue teniendo los conocimientos en su cabeza, necesita el certificado. Alarmada, voltea la cabeza hacia el reloj de la pared— Las siete. Sí, sí, tengo tiempo. No voy a perder mi maldito dinero —salta de su asiento, pero en seguida se arrepiente. No debe hacer ruido, para no alertar a Lucy. Sino, ¿quién la aguanta luego?

 

Calcula que tiene diez minutos para alistarse, y cinco para llegar a la clase. Se arranca el pijama en un dos por tres, y entra en la regadera antes de que el agua se caliente. Es una experta tomando duchas rápidas. Se cepilla los dientes, mientras la espuma en su cabello se disipa; deja que el acondicionador hidrate un poco las puntas, al tiempo en que se enjabona. Luego de cuatro minutos y medio, está secándose. Obviamente, no tiene tiempo para elegir la ropa; lo que se pone, es lo primero que alcanzan sus brazos cuando estos se adentran en el armario. Unos jeans viejos, decolorados por el uso, un suéter de Quidditch de Gryffindor y unos tenis grises. Desenreda rápidamente la corta melena parda, pero no le hace más nada. En el viaje se secará... y luego verá cómo encargarse de ella.

 

No está muy segura de qué meter en su mochila, así que improvisa. Una pluma a vuela pluma, plumas normales, tinteros, un par de pergaminos sin usar... supone que en la Universidad tendrán los libros teóricos. Sin perder más tiempo, sale corriendo de su habitación. Cuando pasa corriendo por las cocinas, toma una bolsa de galletas de la alacena y una lata de refresco de cola del refrigerador. Quizás cuando llegue tenga tiempo de comer, a espaldas del profesor (o profesora).

 

—Oh, por favor, concéntrate —se dice, cuando alcanza los jardines exteriores. Luego de colgar el bulto tras ella, cierra los ojos y recuerda las tres De's. Destino... Decisión... ¿De...? Ah, no importa. Coloca un pie sobre el otro, visualizando la Universidad en su cabeza, y gira sobre sí misma.

 

Sabe muy bien que el viaje dura menos de medio segundo, pero con la opresión en el pecho, las ganas de vomitar y la confusión de los sentidos, pareciera atorada en un bucle sin fin. Sus pies encuentran el suelo, y se mantiene de pie unos momentos, pero no tarda en desmoronarse sobre la... ¿arena?

 

Abre los ojos como platos, pero se arrepiente enseguida.

 

—¡AY! ¡Maldita sea! ¡Maldita brisa! —se queja, mientras se estruja los ojos que le arden y le lloran por el contacto con esos condenados granitos. Rápidamente, saca a Fae del bolsillo trasero de su pantalón y logra murmurar un Aguamenti. El chorro de agua clara y fresca le humedece el rostro, y alivia un poco sus ojos. Es capaz de abrirlos, pero le siguen ardiendo— ¿De quién fue la brillante idea de mandarnos al desierto? La vieja Academia... era vieja, pero ¿quién no va a preferir los bosques a ésto?

 

Se levanta, todavía lamentándose por el picor. Y para rematar, ahora tiene el suéter empapado.

 

—Por lo menos se secará en el camino —murmura. No necesita mirar el cielo para saber que hay por lo menos tres soles brillando sobre ella.

 

Camina un buen rato antes de hallar civilización. Sí, la Universidad es bastante bonita. Siente que está en Egipto, pero en serio, ¿qué tenía de malo el bosque? ¿El clima templado? Odia el calor, pero decide no seguir amargándose. Ya será suficiente con llegar tarde a la clase. Así que le pregunta a alguien por el salón de Pociones, y se dirige allí avanzando a grandes zancadas. A la final tiene que echarse a correr para lograr entrar junto a los demás alumnos, mas es un alivio. No quiere llamar la atención... y un regaño del profesor no servirá para mantener un bajo perfil.

 

Madeleine conoce a la profesora. Ya ha pasado un tiempo, pero ese es el tipo de cosas que no suele olvidar. Aunque nunca fue muy cercana a Heliké, sabe que hay algo diferente en cuando a su comportamiento. Ah, no, no comiences con eso, se dice. Nada de recuerdos. Sólo necesitas un Aceptable, y listo. Pasea la mirada por el salón (aunque con la escasa luz, se le dificulta un poco la visión), pero procurando prestar atención a las palabras de la profesora.

 

¿Crear una poción propia?, piensa, mientras saca las cosas de su mochila y las coloca sobre su pupitre. Suena algo peligroso. Me muero por hacerlo. Aunque si explota, puedo defenderme con que esa fue mi intención desde un principio.

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sins don't end with tears, you have to carry the pain forever

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Ya ni se acordaba como era recibir clases ¿cuando había sido su última clase? Tal vez Lees hace más de un año. Era extraño encontrarse del otro lado no sabía si quiera como comportarse. Pero no podía negar que estaba ilusionada no por el hecho de recibir clases si no porque estas fueran de pociones, siempre le había gustado esa materia y aparte quería tenerla de reserva por si algún entraba a trabajar a San Mungo aunque cada vez veía aquel sueño más lejano.

 

Estaba en la Universidad así que no tenía que recorrer mucho para llegar a su destino. Estaba en el despacho de profesores terminando de arreglarse. Se preguntó si algún iban a aprobar que las personas pudieran ir por ahí en traje de baño. Ella era una chica de ciudad y no precisamente de ciudades calientes si no más ben de aquellas que solían estar bajo cero. Así que el repentino traslado de la universidad había sido un total golpe de calor no muy agradable para ella. Había llegado al punto de tener que utilizar enaguas cortas y tops que mostraban su ombligo algo no usual en ella pero aquel calor podía más.

 

Aquel día sin embargo se vistió con una blusa roja y unos shorts a media pierna con unas sandalias. Por un momento pensó que tan seguro era usar poca ropa para prepar pociones ¿le caerían sustancias químicas encima? Por si acaso se echó la túnica al hombro, tal vez la usara de delantal. Caminó tranquilamente hasta donde se iba a llevar a cabo la clase, iba con tiempo por eso iba calmada. Al llegar ya habían dos de sus compañeras y por supuesto la profesora. Apostaba 10 mil galeones a que iban a hacer los únicos ya que seguro su compañero no llegaría ¿o si?

 

—Buenos días — Susurró y se sentó en una de las mesas.

 

Conocía a todas su madre Madeleine, una de las aspirantes del bando y Heliké que la conocía de cuando ella perteneció a la Rambaldi. Al menos no iba a hacer una clase incómoda con gente que no conocía.

 

—Yo quiero aprender a hacer sueros de la verdad — soltó más para si que para los demás. Tenían un plan maquinándose en su mente hacía mucho tiempo y era una de las tantas razones por las que quería llevar aquella clase.

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- Hace mucha calor para estos calderos... - comentó la Malfoy, nada más poner un pie en la sala donde se iba a impartir la clase de Pociones.

 

Había decidido decantarse por ese arte porque el hacer sus propias pociones es algo que siempre había deseado. Quizás, tras conseguir el título , pudiera elaborar brebajes que le dieran solución en sus problemas del día a día, incluso a conseguir un veritaserum potente...

 

Se deshizo de la capa color burdeos que cubría su figura quedando al descubierto un vaporoso vestido de fina tela color perla muy brillante que producía destellos plateados cuando un haz de luz la alumbraba.

 

- Siento el retraso, me ha costado un poco encontrar la clase pero ya estoy aquí - se disculpó, apartando de la frente los mechones del cabello ceniza.

 

Dejó la pequeña bolsa de cuero donde llevaba tanto material como objetos personales y se arremangó, lista para empezar la clase. Apenas había reparado en la profesora, y cuando lo hizo, se sorprendió al darse cuenta de que se trataba, nada más y nada menos, de su prima Heliké. Le dedicó una sonrisa y tomó asiento apoyando la barbilla sobre las manos mientras escuchaba las palabras de Heliké.

 

Paseó la mirada por la clase. Conocía a todos menos a una bruja, una de ellas dijo que lo que quería era hacer sueros de la verdad y Felicity volvió a soneír. Ella también pero quizás un felix felicis fuera más efectivo...

 

Tenía ganas de aprender y, desde luego, irse aquella clase con las manos llenas.

Mortífaga retirada
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Había comenzado su perorata sin darse cuenta casi de los alumnos que habían entrado en clase. Así era ella. Las obligaciones primero, el placer, después. Aunque pensándolo bien, ya invitaría a los alumnos a tomar un buen whisky de fuego en alguno de los locales del callejón Diagón en cuánto terminase la clase, por lo menos, se olvidarían de todo el tufillo de las pociones que tuviesen que realizar en esa materia... Sobre todo, para compensarlos con el hecho de que las clases habían empezado tarde. Con asistir al menos ya tenían la clase aprobada.

 

¿Podía decir que era buena? No, por supuesto. Pero las reformas Ministeriales también habían acabado afectando a la ahora mal llamada Universidad, que para la bruja sería siendo Academia. Pero que además de cambiar de edificios y de nombre, la metodología seguía siendo la misma y menos mal. La verdad es que a la morena no es que le gustase mucho los cambios. En el tiempo que llevaba en Ottery, había sufrido dos cambios Ministeriales y deseaba al menos que fuesen los últimos.

 

La mortífaga ahora, se había parado en observar a los pupilos que tenía sentados en cada uno de los pupitres y revisó la lista de alumnos que tenía... Había cambiado tanto, sobre todo en el nombre del mes, que se había confudido, pero su obligación era enseñarles y que al menos aprobasen la asignatura con nota. Lo último que quería era que le diesen mala reputación por ser una profesora de pocas neuronas y mucho genio.

 

Reconoció a la mayoría de los alumnos. Sí, le eran bastante familiares todos, incluso a la última bruja que había llegado tarde. No pudo evitar sonreír de oreja a oreja al ver que se trataba de su prima Felicity. Iba a ser bastante interesante. Aunque, volvió a hojear su papel y no pudo mostrar un gesto de asco ¿Malfoy? En cuánto acabase la clase, tendría unas palabritas con ella...

 

Carraspeó para llamar la atención de los pocas personas presentes que ahora tenía a su cargo. Pero un comentario de una bruja en particular, le llamó poderosamente la atención...

 

- ¡Ah! Tú eres Adryane, ¿no? - se fijó de nuevo en el pergamino que tenía en la mano.

 

- La terrorista - susurró aunque no pudo evitar elevar la voz. Debía de comportarse, ella era profesora, no era una "civil" que acusaba a alguien de hacer "fechorías" por Londres...

 

- Bueno jovencita - enfatizó la última palabra con un toque irónico. La chica debió de pensar que la profesora no la había escuchado, pero la verdad es que esa era una de las pocas ventajas que tenía de ser vampiro. Oír con facilidad incluso los leves susurros. Eso más que nada, le había servido para salir de caza algunas pocas veces por la semana.

 

- Para crear sueros de la verdad, primeramente necesitarás saber muchos conceptos que te daré a continuación, ¿no te parece? Además, te informo que un mago experimentado puede anular sus efectos fácilmente así que, podemos decir que no es infalible - intentó ser amable con sus palabras para que no notase que le tenía cierta inquina. Básicamente, sobre lo ocurrido con el altecado ocurrido en el Atrio, dónde ella y los demás se revelaron como miembros de la Orden del Fénix.

 

- Quizá ésta sea la parte más aburrida de la materia - se encogió de hombros - pero es la más útil para aprender el vocabulario y sobre todo para distinguir lo que realmente es unas pociones de otras.

 

La bruja tomó su varita y con un movimiento hizo aparecer el primer temario de la clase:

 

- Ahora espero que podáis prestar atención a todo lo que voy a decir y que hayáis traído lo necesario para tomar apuntes - sonrió y dio inicio a la primera parte.

 

 

 

 

PRIMER TEMA; CONCEPTOS Y DEFINICIONES
Concepto y definiciones básicas - antídotos, filtros, poción. Venenos e ingredientes.

A éstas alturas nos es familiar el conjunto de palabras que tenemos aquí escritas. Pero es necesario saber e identificar correctamente cada una de ellas:

 

* Antídoto: Sustancia o medicamento que sirve para neutralizar o contrarrestar los efectos de un veneno o de un agente tóxico. Por supuesto en nuestro mundo, los antídotos más comunes contra la mayoría de los venenos es el bezoar. Es una piedra tomada del estómago de una cabra, que actúa como antídoto contra la mayoría de los venenos, pero no funciona en todos, se introduce en el gaznate a la persona envenenada y elimina el veneno. Para eso, ya tenemos antídotos apropiados para ellos.

* Filtros: es una clase de pociones de nivel avanzado. Para realizarla se necesita mucha habilidad para que salga con éxito, de lo contrario, podemos tener efectos desastrosos a la persona que lo ingiera. Poseemos como ejemplo, el Filtro de Muertos en Vida, o la poción Amortentia, el filtro de amor más poderoso del mundo, y del que hablaremos en el tercer tema.

* Poción: es el resultado de la combinación de diversos ingredientes mágicos que, cocidos en un caldero, nos servirá para contrarrestar algún veneno que no haga un bezoar, hacer una poción curativa, o simplemente alisar nuestro pelo.

* Venenos: sustancias tóxicas que si la persona que ingiera éste tipo de poción puede morir inmediatamente o lentamente, según los ingredientes usados en las mismas. No solamente hay venenos realizados en un caldero. En el mundo mágico animal, tenemos variedad de ellos, como el veneno de acromántula o el veneno de basilisco.

* Ingredientes: son cada una de las plantas como; raíces, flores, hierbas, partes de animales mágicos o no mágicos que nos ayudarán a fabricar los diferenes brebajes para nuestra vida diaria. En el Callejón Diagón, hay tiendas que los venden en bolsitas y en modélicos precios para usarlos en nuestras pociones

 

 

Después de estar hablando durante un rato, era turno de los alumnos ahora:

 

- Bueno, por el momento creo que es suficiente. Si no entendéis alguna que otra cosa no dudéis en decirlo y por supuesto aclararé cualquier pregunta que hagáis, prometeré que no os como - solté una risilla por lo bajo.

Editado por Heliké Rambaldi Vladimir
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Un sombrero puntiagudo, negro, con estrellas plateadas y bordes dorados apareció sobre la cabeza del niño cuando cruzó el río con sus botas de lluvia amarillas. Este había reemplazado al anterior, que era especial para el sol y el calor, ovalado hasta el punto que hasta sus pies recibían sombra. Pero no era necesario verse como un turista dentro de la Universidad mágica. En cambio, Hank era leal a la fachada de un mago, y intentaba parecer uno antiguo y misterioso, era para sentirse más involucrado. El mundo afuera era tan sencillo sin varitas y hechizos que había olvidado su verdadera raíz.. hasta ese día.

 

Hacía semanas había enviado un cuervo desde Noruega a la universidad con intención de que lo anotaran en el alumnado. No recibió respuesta hasta llegar a Egipto, cansado y hambriento, pero con una expectativa tan viva en él que pareció encenderse aún más al enterarse de la ubicación de los salones.

 

Hank veía el cambio de la academia como necesario y oportuno, y lo aceptó de manera grata. No estaba al tanto de muchas cosas, seguramente, pero estaba convencido de que las nuevas instalaciones, incluyendo su ubicación estrafalaria, profesores y métodos modernos acabarían por realzar la enseñanza hacia algo más que el deber, como los magos de antaño alguna vez la habían tomado.

 

Encontró el salón de pociones después de pasar por el río de personas que se congregaban en el centro del establecimiento, unos buscando pacientemente con el ceño fruncido y otros corriendo de un lado a otro sin saber a dónde ir. Hank era una mezcla de ambos hasta que le preguntó a un señor barbudo que parecía el de mantenimiento por su uniforme. A penas prestó atención a sus indicaciones debido a la distracción que le había resultado su extraño mentón: rojo y con puntos negros. Pero, a pesar de eso, lo halló.

 

Al entrar reconoció los rostros de todas menos de una. Saludó a Heliké con el brazo y se disculpó en un gesto facial por el retraso. Había llegado cuando estaba dando la introducción, pero aún así no se detuvo salvo para dar una reverencia a las damas restantes. El joven mago avanzó entre los asientos y se aposentó a un lado de Madeleine Stark. No le sorprendió encontrarla ávida de conocimiento. Hacía algún tiempo él mismo había le había impartido una clase. Con un silbido hizo que su pupitre se acercara unos diez centímetros al de la bruja sin hacer ruido alguno. Aunque no la miró, sabía que seguía como siempre.

 

Hank sacó, de su sombrero puntiagudo, dos libros, su vuelapluma y un cuaderno de notas usado, y los sin orden sobre el extenso pupitre plano. El salón tenía una iluminación perfecta para sus ojos acostumbrados a las sombras. Se mordió el labio, pensando que había olvidado el motivo del por qué había vuelto a intentarlo.

 

<< Mi concilio >> se dijo << Sin esto el concilio será otra historia contada y cortada temprano en mi lecho. Aunque no estaría mal aprender a hacer Amortentia y la de forúnculos. Y esa del sueño de la que todos hablan últimamente >>

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Cada vez llegaban mas eso ne ponia un poco nerviosa y me sorprendio mas que mi mama estuviera aqui eso aun tenia muchos nervios o la verdad no fecordava si era o no creo que ne habiab dado una pocion para no saber ni que onda solo recordaba que alguien me habia adoptado, puse mucha atencion en los conceptos que no eran muy nuevos para mi pero aun asi los repase para evitar de nueva cuenta idas a San Mungo por equivocaciones con una planta de hojas rojas que habia hecho una reaccion alergica en mis manos y que habia sido muy dolorosa.

 

En si no tenia por el momento dudas estaba todo claro paro aun asi anote todo en mi pergamino y lo tuve en mi pupitre, me sentia nueva mas bien una novata entre tantas gentes importantes mientras los volteaba a ver, esperaba hacer mi mayor esfuerzo y asi poder irme bien si no mi madre me regañaria como tambien aprender cosas nuevas

Editado por irina selene

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- ¿Qué es eso? Parece una sopa. Una sopa rancia.


Hank apenas levantó la mirada para mirar a su padre.


- Poción herbovitalizante.. - dijo, volviendo a mirar el caldero chispeante, con la cabeza baja y regañada.


Frank arrojó el caldero al otro de la mesa.


- Si quieres preparar sopa, dile a los elfos. No me avergonzarás con eso.


Y a partir de allí, Hank jamás volvió a tocar un caldero. Y preparaba la mejor sopa de pescado de la ciudad.


>> Ya no tengo ocho años << se dijo, volviendo a la realidad. Las palabras de Heliké se volvieron claras de repente. Tal fue la facinación del muchacho los siguientes segundos, que desencantó la vuelapluma para escribir sus apuntes personalizados (con dibujos representativos y expontáneos de cuando en cuando) Cuando llegó la parte de los venenos, Hank se quedó pensando hasta que Heliké terminó la explicación. Luego levantó su mano, agitando la pluma en el aire.


- Una pregunta. ¿Los venenos son ilegales? Quiero decir, si me descubren viajando con uno recién preparado, ¿puedo decir que es para matar a un animal sin dolor, por ejemplo? Recuerdo que había una ley para eso, pero me preguntaba si se podían crear con toda libertad.


El niño volvió a levantar su mano pasados unos segundos, antes de la respuesta.


- Perdone, es que se me acomulan en el mente. ¿Usaremos los calderos hoy? Yo traje uno de peltre...

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Apretó el puente de su nariz y abrió los ojos. El Rosier era uno de los chicos que había llegado algo tarde, bueno, no tanto. Unos diez minutos pasados la hora pero tampoco iba a echarle regañina. Aún era temprano pero la verdad es que le apetecía un buen whisky de fuego y un cigarrillo. Al menos así, se sentiría más cómoda y no con tensión. Vale, era cierto que no era la primera vez que daba clase pero desde las reformas ministeriales había decidido cambiar de materia. Pero aún así, no sabía qué era lo que la ponía tan nerviosa.

 

Hizo crujir sus dedos para desentumecerlos y prestarle atención a las preguntas que le hacía Hank. Consultó el documento con los nombres inscritos y se fijó en que era Rosier. Un apellido poco común, pero también recordó que su prima Reena lo estuvo llevando un tiempo. Negó con la cabeza, aclaró su garganta y respondió:

 

- Me lo quiere poner difícil ¿no, señor Rosier? - dijo con una sonrisa que intentaba ser amable pero sólo pudo mostrar una mueca.

 

- ¿Acaso piensa envenenar a alguien? - Rió por lo bajo. Desde luego, no era el tipo de pregunta que se esperaba de alguien que... Bueno, cuando lo conoció, dentro de la Orden, era un Alto Rango ¿seguiría en ese club de inútiles? Se preguntó a si misma.

 

<< Responde y deja de pensar en babosadas, no estás para cuestionar sino para enseñar>> escuchó dentro de su cabeza. Sí, su conciencia a veces le daba ataques de sinceridad como en esos momentos...

 

- Bueno, que yo sepa no es ilegal transportar venenos ni tampoco hacerlos. Si me han permitido ponerlo como parte del temario - se encogió de hombros .

 

Aunque no pudo escandalizarse por la última pregunta, desde luego el chico tenía agallas.

 

- ¿matar a un animal sin dolor? - ésta vez soltó una gran carcajada.

 

- Rosier, los venenos son eso, producen muchísimo daño y dependiendo de qué o con qué ingredientes puede ser una muerte lenta o agónica o ni siquiera darte tiempo a usar un bezoar. Si quieres, puedo probar contigo ¿te parece? - ésta vez siguió riendo con ganas. Quizá "amenazándolo" un poquito... Se dejaría de preguntar cosas un tanto absurdas.

 

La mortífaga negó de nuevo con la cabeza.

 

- No cariño - siseó - fíjate, ¿ves? ya puse los calderos previamente antes de que llegaran ustedes. Así que, guárdate ese caldero y practicas en casa tus propias pociones - ahora sonreía con la boca y con la mirada.

 

- No se preocupe, si el día nos llega para dar el temario, podrá demostrarme lo que ha aprendido en clase creando o haciendo alguna poción que le indicaré luego - desde luego hacía unas preguntas profundas. Se burló del joven en su mente. No era bueno que la critcasen por no ser una profesora "neutral". Pero algo le decía que el chico ocultaba otras cosas. Pero algo en su memoria hizo "click" y pensó rápidamente en el diario "El Profeta". Sí, había salido ahí acusado de ser un terrorista en su momento. Ahora debía de tener más cuidado, con el y con el resto de la clase, por supuesto.

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