Jump to content

Animagia


Suluk Akku
 Compartir

Publicaciones recomendadas

No sabía exactamente que esperar de mi próximo encuentro con Suluk, había escuchado diversas historias sobre su persona pero debido a que una hora tan distinta de la otra no había logrado hacerme una idea fija sobre ella. Qué más daba, igual no era un encuentro que pudiera atrasar por mucho tiempo más. Tomé uno de mis suéteres del guardaropa, el cual tenía pequeños colibrís bordados aquí y allá, lo cual iba bastante de acuerdo con la ocasión.

 

Eché un último vistazo a la habitación en la que me había estado quedando desde mi regreso a Ottery, sería la última vez que estaría en aquel lugar ya que a mi regreso pretendía que las cosas estuvieran ya listas para poder mudarme a la Mcnair junto a Arya. Un par de minutos después había dejado atrás la pensión y estaba a punto de desaparecer.

 

— Tranquilo, respira.

 

Y entonces pude sentir el extraño tirón que acompañaba a la desapareción y un segundo después estaba en un escenario completamente diferente. Estaba nevando, perfecto... Por suerte había elegido abrigarme aunque no estaba seguro de que tan efectivo sería el delgado suéter que llevaba puesto. Comencé a caminar, lo hacía lo más rápido que mis piernas me lo permitían, no quería morir de frío antes de llegar a la cabaña.

 

— ¿SULUK? —Comencé a gritar aún cuando me faltaban todavía un par de metros para llegar a la cabaña— ¿SULUK? ¿Puedes abrir la puerta? Y, por Merlín, ¿cómo se supone que aprenda a convertirme en colibrí en este clima?

OjQFQY0.gif

c9Sdt97.png

bfqucW5.gif

 

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Uno de los malamutes cesó el juego dejando un profundo surco en la nieve observando con las orejas hacia atrás al sujeto que gritaba dando pasos lentos. Cillian parecía hundirse en el propio peso de su cuerpo y las palabras se le perdían entre salvajes silbidos del viento. La arcano ya se disponía con una mano sobre la otra calentando su anciana rodilla frente a dos vasos de leche tibia y unas pocas galletas dulces cuando oyó que la llamaban, verdaderamente no creía segundos atrás que su próximo pupilo fuese tan inusual como para gritar de una manera tan alarmante ¿sería que fuera caía ácido? Para Suluk los copos de nieve eran dulce azúcar y el páramo lo que le recordaba su hogar, el único sitio donde se hubo sentido a gusto sin mucho esfuerzo por lo que el joven mago podría alzar la voz todo lo que quisiera ella no saldría a recibirlo.

 

Ingleses. Pensó

 

Aun así bastó un simple movimiento de sus sabias manos para que la puerta se abriese de par en par y una ráfaga gélida como las manos de un muerto empujasen al muchacho los metros restantes —arrastrando los pies— hacia el interior de la pequeña casa en donde debería sacudir sus zapatos si no quería dejar un camino de nieve por detrás. Akku aguardaba, luego de meditarlo un poco, parada junto a un sofá de dos cuerpos con una media sonrisa en el rostro tan dulce como siempre y un brazo escondido sobre el otro dentro de las anchas mangas de su capa de pieles de oso.

 

—Bienvenido joven Cillian ¿Desea repetir su pregunta?— Cuestionó.

 

Tenía los ojos cerrados pero pronto los abrió con la lentitud de una tortuga para enseñar un bello tono gris melancólico. A pesar de sus años tenía una mente increíblemente despierta y no pasó por alto las palabras finales del pupilo ¿cómo se convertiría en un colibrí? saboreó el tono de duda y formuló una nueva pregunta para él, quizás con el entrenamiento adecuado podría responderla o tal vez aquella habilidad después de todo no estuviese adormecida en su interior. Suluk era de los pocos arcanos que confiaban ciegamente en sus alumnos, que creían el hecho de que se presentasen ante ella un mensaje oculto, una señal interna que juntos debían descubrir. El don de la animagia como cualquier otro especial no se ganaba, se adoptaba.

 

El fuego chispeante en la chimenea calentó las manos de Cillian mientras ella volvía a tomar asiento invitándolo a hacer lo mismo justo en un sofá individual frente a su ubicación. Sobre el respaldo había unas pocas pieles de foca que le servirían si aun ahí dentro seguía teniendo frío; la mayoría de los muebles —que eran pocos— en aquella casona estaban cubiertos por pieles abrigadas de animales varios, animales árticos. Acercó un vaso a sus manos arrugadas esperando oír nuevamente la voz de su interlocutor y se hizo con una galleta como un depredador caza su presa alentando al mago a que copiase su accionar, los Ingleses eran débiles ante el frío eso sí lo había notado desde su arribo.

5Id4HH2.png

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Le hacía ilusión regresar a ese oasis en medio del desierto, a esa pequeña burbuja de hielo en medio del calor infernal que hacía en esa época del año. Culpaba al verano de su mal humor constante y a las pocas horas que estaba durmiendo últimamente -como si eso fuera alguna novedad-. Alcanzó la muralla de ladrillos de barro que rodeaba la morada de Suluk e inmediatamente la brisa fresca le dio la bienvenida al ingresar al jardín blanco. Blanco y nevado. Se acercó, hundiendo sus pies en la nieve que se acumulaba por el camino, a la pequeña casa. Sabía que adentro habría fuego y calidez, tal vez una taza de té y varios alumnos. Al menos así fue la última vez. Pero a mitad de camino una nube gris de pelos y babas le dio un empujón. Los malamutes se acercaron jugando, aproximándose a ella como si de una vieja amiga se tratase. Beltis les acarició detrás de las orejas a cada uno y les dio un poco de carne seca que había guardado en sus bolsillos antes de salir de casa. Es que ya se conocían, ellos y ella, así que las olisqueadas juguetonas y la comida de contrabando eran simplemente parte del ritual del reencuentro.

 

¿Tenía prisa? No mucha. Quería conseguir la habilidad, sí, pero también quería disfrutar del aire frío, de los copos de nieve y de la paz que rondaba en ese diminuto espacio congelado, que ante sus ojos se le antojaba perfecto. Así que cambió el rumbo, seguida de los saltos y juegos de caza de los malamutes, cuya torpeza y empujones la llevaban a trastrabillar. Beltis los trataba de alejar, pero los machos que pesaban casi lo que pesaba ella, apenas se inmutaban. Se fue alejando, no mucho, lo suficiente para lanzarse de espaldas sobre la nieve. El cielo cerrado, los nubarrones gris oscuro sobre su cabeza y el viento frío podían llevarse, tal vez, el cansancio que tenía. O todos los problemas que se la seguían. Sería solo un momento, unos segundos de paz -toda la paz que le podían dar esos perros acurrucados cerca-.

 

- Oléis fatal - les dijo todavía recostada de espaldas, con los brazos abiertos-. Alguien debía decíroslo, apestáis a perro mojado.

 

Uno de ellos aulló por lo bajo, como si de verdad se sintiera ofendido por las palabras de Beltis.

 

- No pasa nada, que es vuestro olor. Lo entiendo. Si os gusta, es cosa vuestra. Ahora, igual os vendría bien un baño.

 

Un aullido lastimoso y una sacudida de la cabeza.

 

- Vale. Sin baño.

 

Les hablaba como si eso pudiera alejar cualquier otro pensamiento urgente, importante o racional de su cabeza. Necesitaba no pensar en la gravedad de ninguna de las cosas que la rodeaba. Y los malamutes parecían acostumbrados a que les hablaran. Y ella necesitaba hablar de cosas absurdas.

 

- Apuesto a que a ustedes os da igual el Ministerio y sus reuniones urgentes ¡Qué suerte! -un perro bufó y otro gruñó-. Tampoco creo que os importe demasiado el devenir de nuestra sociedad, ni de si la endogamia al final ha hecho estragos en esta generación de magos. ¿Habréis oído de guerras mágicas? ¿Magos defendiendo muggles, magos oscuros tratando de apoderarse del mundo?

 

Como respuesta solo se encontró con una nariz que olfateaba el bolsillo de su túnica.

 

- Solo os interesa esto.

 

Les dio lo que quedaba de carne, pero siguió sin moverse de la nieve aunque el agua gélida comenzaba a traspasar su ropa. Tenía que entrar pronto o la arcana pensaría que estaba haciendo novillos. Esperaba poder aguantar unos minutos ahí sola antes de comenzar con su tercera oportunidad, si es que los asuntos del ministerio, o bando, se lo permitían.

HakOva6.jpg?1


Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Al parecer el frío no solo hubo congelado las manos del Cillian sino también la lengua y sus pensamientos porque por mucho que aguardó en cómodo silencio no consiguió obtener una sola palabra de su boca. Rodando los ojos se puso de pie, acercó el vaso de leche aun tibia y el plato con galletas palmeando su hombro al compás de un "bebe, bebe" pesado, ronco. Estaba claro al comienzo del día que los Ingleses eran débiles ante su parecer más no creía tener un ejemplo tan palpable incluso antes del medio día, si el mago no conseguía reponerse acabaría por perder la oportunidad que Suluk le ofrecía para conectarse con su animal interior, con el espíritu de su totem, la esencia que no todo ser humano poseía, un don tan especial como el de la videncia quizás.

 

Más fue otro sonido el que llamó su atención haciendo que se volviese en dirección a las pequeñas ventanas frontales, los malamutes que aun jugueteaban entre ellos fuera habían comenzado a ladrar y aullar cosa curiosa puesto que cuando sabían que Akku se encontraba en plena intervención solían ser silenciosos. Alzando ambas cejas arrastró sus pequeños pies hacia la puerta principal acomodando la pesada piel sobre sus hombros antes de abrirla y recibir una gélida ráfaga de viento en las mejillas que le hizo sonreír.

 

—Ah ah.

 

La sonrisa se ensanchó. Abrió la puerta aun más y las bestias se alejaron de la bruja corriendo en busca de un poco de calor mientras su protectora iniciaba un trayecto en sentido contrario a éstos. La arcano se detuvo a medio metro de una mujer que parecía querer plasmar su anatomía en el patio frontal nevado, como dejando una marca, una huella a la posteridad que le hizo reír pues no tenía la apariencia de una niña pequeña y no estaban en vísperas de Navidad.

 

—Señorita Beltis ¿Se encuentra bien o prefiere que regrese más tarde?

 

Tenía las manos al descubierto y una expresión divertida en el semblante, no había recibido notificación que de su alumnado se agrandaría más no era la primera vez que tenía el agrado de ver aquel rostro y conversar con tamaña experiencia por lo que esperaba ésta fuese una ocasión —aunque similar en contenido— diferente a las demás. Sus brazos ancianos pero fuertes se extendieron en dirección a su pupila esperando que dejase de jugar o enterrase sus pesadumbres en la fría nieve, pues podía ver su cansancio, para que juntas se uniesen a un Cillian tímido para dar comienzo a la clase.

5Id4HH2.png

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

- Estoy bien -se incorporó sacudiéndose la nieve de la ropa- Disfrutaba del paisaje un rato ¿Té?

 

Era una pregunta retórica. Sabía que habría agua caliente esperando junto a un fuego acogedor. Se puso en pie y le sonrió a la arcana que le extendía los brazos. Era una estampa graciosa: ella tirada en la nieve como si tuviera cinco años. No podía evitarlo ni tampoco le importaba que la anciana la hubiera sorprendido con el cuerpo medio enterrado en hielo. Le tendió un brazo a Sulukk como apoyo para que regresaran juntas. El viento azotaba con fuerza y el día se tornaba cada vez más oscuro y frío.

 

- ¿Entramos? Siento comunicarte que me vas a tener que soportar una vez más. Lamentablemente, hasta el final.

 

Las veces anteriores que había estado con Sulukk no había logrado aprender mucho, por no decir nada. Por diferentes razones terminaba yéndose de la clase antes de lo esperado y mucho antes de que pudiera acercarse a entender la habilidad. De todas las clases del Ateneo, esta le parecía la más lejana a su experiencia, tal vez porque seguía sin descubrir el enlace entre ella y algún animal, o la magia detrás de algo tan milenario, ancestral y básico como la animagia, a pesar de ser un poder reservado para unos pocos. Llegar a un estado consciente animal debía ser como estar entre dos mundos y ello exigía un conocimiento profundo de uno mismo.

 

Tal vez no era la habilidad más útil -para ciertos propósitos- pero le parecía que era una de las habilidades que requerían mayores conocimientos mágicos y dominio personal. Era intimidante, de cierta forma, dejar caer las barreras y sopesar cualquier opción. ¿Se convertiría en una rata? ¿En una gata? ¿y si tenía mala suerte y se transformaba en una cucaracha? Se mordió un labio esperando que no le tocara ser el resto de su vida un insecto asqueroso.

HakOva6.jpg?1


Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

—Hasta el final será.

 

Los ojos cansinos de la mujer se posaron sobre el perfil delicado de Beltis y una de sus manos palmeó a la bruja mientras juntas ingresaban a la pequeña cabaña. Todo allí seguramente estaría tal cual lo recordaría su pupila, las pieles regadas por doquier, el aroma a madera, especias y por supuesto animal impregnado en el ambiente así como un calor tibio que se colaba entre cada capa de dermis hasta hacer mella en los huesos de uno, en el alma. Suluk resultaba ser de todos los arcanos la más hogareña por lo que dicha calidez era la pizca de magia que comenzaba a expandirse en el pecho de cada persona que cruzase el umbral de su casa y tuviese dormido en su interior el don de la animagia pues era la guardiana, quien lo fuese a despertar.

 

Cillian aun en completo silencio pasó desapercibido para Akku, quien frunciendo un poco el ceño estaba pensando seriamente en pedirle que se retire. La leche se reía fría sobre la mesa por lo que invitando a Malfoy a tomar asiento donde momentos antes había estado ella misma sentada desapareció rumbo a una pequeña cocina para buscar dos tazas de porcelana decoradas con peces azules y una tetera hirviendo; el té en hebras resultaba ser una nueva adquisición y le parecía compañía idónea para compartirlo y degustar: Frutos del bosque.

 

—Antes de comenzar— Dijo aclarando su garganta y dejando con manos temblorosas una charola delante de la peliblanco —Quisiera saber qué fue lo que te trajo ante mi en ésta ocasión. Qué la hace distinta a las demás... Solo así sabré cómo ayudarte.

 

Y hablaba en serio, las arrugas que se formaban en la comisura de sus labios y en las rasgaduras de sus perlas grises lo dejaban claro. Aquella era la última oportunidad de la bruja y deseaba como su mentora que lograse la conexión pues de no ser así vagaría el resto de su vida con una pequeña sensación de vacío punzante. Tomó asiento y echando las hebras en el agua humeante esperó un instante y vertió la infusión ya formada de manera armónica entre sabor, color y temperatura en ambas tazas.

 

Al joven mudo no le ofreció siquiera un suspiro ya. Arrastró una taza en dirección a Beltis y se dedicó a soplar suavemente la suya para no quemarse la lengua en lo que su interlocutora escogía las palabras adecuadas con las que respondería de manera certera.

5Id4HH2.png

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

— Animagia...

 

Su voz se perdió en el viento, entre las hojas y el polvo que la brisa había levantado para llevar al fin del mundo, quizás. La Universidad era un lugar hermoso, amplio, lleno de misterios y aventuras, pero nada fascinaba más que los pequeños rincones de los que cada Arcano se había apoderado para hacerlo su residencia permanente. Con el tiempo había aprendido a respetar las reglas impuestas por los ancianos, después de todo era su espacio, su lugar personal y si ella estuviera en su lugar no dudaría ni un segundo en hacer lo mismo, pero cada uno de ellos con sus diferentes personalidades le enseñaba algo nuevo y en esta ocasión, era el turno de Suluk.

 

Los rumores escuchados respecto a la Arcana ahora eran tan lejanos, por eso se sentía como si ésta fuese la primera vez que iba a cursar una habilidad. No tenía expectativas, pero sí esperaba entender si convertirse en Animaga era una buena idea, de lo contrario se marcharía en el momento oportuno y esperaría el verdadero llamado de la naturaleza. Soltó una carcajada. ¿Qué le estaba pasando?

 

Tauro vagó por varios minutos, a veces se entretenía con alguna criatura a la que se detenía a observar hasta que se marchara. Otras veces analizaba las diversas plantas, preguntándose qué ingrediente podría sacar de ellas para preparar su próxima poción. A pesar de su pasión, no maltrataba la naturaleza, sino que pedía permisos a los seres que creía habitaban en ella. Sin embargo, el tiempo allí parecía transcurrir demasiado rápido, o corto, y sospechaba que en eso tuviera que ver la magia de los Arcanos, por lo que decidió apresurarse, al punto de correr sin detenerse.

 

Después de 15 minutos de trote, Tauro se detuvo para recuperar el aliento frente a la vivienda de Suluk. Esperaría al menos que su respiración se normalizara y luego se presentaría.

UASDi2b.gif
HakOva6.png
XzWZp5H.gif

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Se abrió un ventanal de golpe.

 

Los cristales temblaron y una ráfaga de viento acarició las paredes para traer hasta la arcano un nuevo aroma, una respiración agitada, magia primitiva y reprimida en lo más profundo de un alma salvaje. Así como con Beltis sentía nuevamente la imperiosa necesidad de ayudar pues era su misión desde el mismísimo día en que la pirámide misma le hubo otorgado su anillo y dominado cada una de las habilidades concernientes que la volvían un ser por demás poderoso y supremo además de la animagia. Aun veía de soslayo al único hombre en la habitación con cierto recelo y se puso de pie cubriendo su cuerpo esbelto con una piel bastante pesada habiendo dejado la taza de porcelana sobre la mesilla de tarde frente a las narices de Malfoy.

 

Fue un breve dejo de espera el que le dio a la mujer delante que se expresase y a la recién llegada que se atreviese con coraje llamar a su puerta para luego reemplazar el callado que llevaba consigo cual fiel compañero por una fina varita que tras un simple movimiento convirtió en una elegante vara de cristal con la misma longitud que el primero pero menos primitivo. Enfiló, entonces, sus pasos en dirección a la puerta que al igual que el ventanal se abrió antes de que Suluk siquiera estuviese cerca, así era la magia de los arcanos, inesperada y eficiente.

 

Los malamutes salieron al trote efusivo casi tumbando a Taurogirl dándole la bienvenida, el semblante de Akku se iluminó, había una extraña conexión entre ambas féminas que le decía a su experiencia y años vividos que aquella sería una clase de lo más interesante si no perdían el tiempo en pequeñeces. —Señorita Malfoy ¿Me acompaña?

 

Torció la cabeza por sobre su hombro peludo y buscó la mirada de su pupila para que esta comprendiese que debía seguirla, juntas irían al encuentro de la Mortífago arribada para abrir un portal geográfico (posiblemente si no había más sorpresas) el cual las conduciría a un punto incierto para todos menos para la propia Inuit quien no había cruzado palabras con Lavigne sino un simple asentir de cabeza con que invitó a seguirle el paso, sabía quién era aunque no la conociera en profundidad y estaba segura de que a medida que las pruebas se fuesen develando sabría todo de ella.

 

Un remolino de viento gélido. Blanco, un blanco cegador. Un segundo después las tres se encontraban en el ártico ¿O solo eran dos siluetas las que se veían? la nieve torrencial les cubrió el cabello, solo Suluk llevaba una gruesa piel que la abrigase.

5Id4HH2.png

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

  • 3 semanas más tarde...
Y, por fin, llegó la tormenta. Por muchas noches, Ellie, en lugar de intentar invocarla con ayuda del thunderbird o incluso realizar un encantamiento metereológico, esperó por la naturaleza. ¿Cuántas veces esperó a que pasara lo que tuviera que pasar, en lugar de adelantarse y usar sus conocimientos? ¿Alguna vez respetó la voluntad de la naturaleza? Antes de su relación con Hobb, es algo que jamás se hubiera planteado. Sin embargo... ¿no ha estado retando a la voluntad de la naturaleza el último par de veces, decida a, ya que no nació bendecida, hacerse con un talento? Quizás debería dejar de pensar tanto... de cuestionarse tanto. Como para realizar cualquier tipo de magia, lo mejor es tener la mente despejada de los temas que no importan y concentrarse en lo que está a punto de hacer.


Por un mes entero —de luna llena, a luna llena— Ellie sostuvo en el interior de su boca la hoja de una mandrágora. Todavía está segura de sentir su textura rasposa y saborear su gusto amargo. Al final del ciclo, escupió la hoja en un frasco bañado en luz de luna; entonces, añadió una cucharadita perfectamente medida de rocío —que, se aseguró de ello, no hubiera sido alcanzado por la luz del sol, ni por pies ni manos humanas por siete días—, la crisálida de una polilla esfinge de la calavera que Hobb le ayudó a conseguir y uno de sus propios cabellos platinados. Como Maestra de Pociones, Ellie sabe muy bien que es importante seguir las instrucciones al pie de la letra, y no arriesgarse a improvisar a no ser de que esté absolutamente segura de lo que hace. Es una transformación permanente lo que está en juego. Si algo llegara a salir mal... tan sólo de pensar en esa posibilidad, se le eriza el vello de los brazos. Mientras esperó la tormenta eléctrica, guardó la mezcla en un lugar tranquilo y oscuro, donde no fuera perturbado por nada ni por nadie hasta que fuera a consumir la poción. Sin embargo, no tuvo un día de descanso. Todos los días, al amanecer y al atardecer, Ellie se llevó la varita al corazón y conjuró las benditas cuatro palabras. Por fin llegaría la última vez que tendría que recitarlas.


Bajo la tempestad, Ellie tiembla de frío y de temor. La lluvia cae con fuerza, empapándola, y los truenos hacen que se estremezca. El cabello se le pega a la cabeza, y la túnica negra al fofo cuerpo; sus botas de charol están inundadas en el interior, llenas de fango y follaje en el exterior. Sin embargo, ya es muy tarde para arrepentirse. Tanto tiempo invertido no puede ser en vano. Conteniendo un sollozo, controlando ese viejo y quizás infantil temor por el terrible clima, levanta la varita mágica de sicomoro y con el extremo se toca el pecho, justo encima de donde está su corazón. Al principio lo marcaba, pero ya conoce bien el lugar. Entonces, separa los labios y pronuncia lenta y cuidadosamente: amato animo animato animagus. Y por fin, destapa el frasco y, sin si quiera a atreverse a ver la poción de golpe, la toma de un solo trago.


Por un momento, está segura de que morirá. Todo se oscurece y siente que comienza a caer.


«Algunas veces, te despiertas. Algunas veces, la caída te mata. Y algunas veces, cuando caes, vuelas».


ϟ ϟ ϟ


A lo lejos, observa la pequeña casita junto al río, con un jardín delimitado por un murete bajo. Ellie sonríe inconscientemente. Está feliz de estar allí. Había temido que la amargura, un sentimiento inusual de ella, la privara de los placeres que la Universidad le brindaba a lla como estudiante. Contra lo previsto, está allí, y el sentir ese pequeño bache superado le anima a seguir avanzando. Es cierto que extraña la compañía; a pesar de ser un alma introvertida, disfrutó bastante del aprendizaje junto a conocidos. Sin embargo, el aprendizaje solitario también tiene ciertas ventajas; quizás así sea más fácil entenderse con la arcana, de forma mutua.


A medida que se acerca, se da cuenta de lo particular del lugar. De la misma forma en que la propia Universidad es una mancha de arena dorada en medio de una campiña inglesa, ese terreno es una mancha blanca a la mitad del desierto. Se trata de un páramo blanco, brillante a la luz del día, pero aún así muy frío. Ellie, quien sólo usa una túnica negra de mangas de tres cuartos y larga hasta las rodillas, de inmediato se ve afectada por ese clima. Por fortuna, lleva consigo su bolso de cuero, hechizado con un encantamiento de extensión indetectable, donde suele guardar una pequeña variedad de objetos útiles. Comienza a buscar y, luego de un par de minutos, encuentra una capa de viaje muy gruesa. Ella es muy consciente de sus limitaciones como humana, y lo cierto es que ya ha tenido bastante buena fortuna como para seguir jugando con su suerte.


—¿Hola? —llama, sin poder controlar el temblor de su voz. El frío es punzante, doloroso, pero ya no puede retroceder; es muy inusual en ella sentir aquella fuerza de voluntad, pero decide que se trata de una buena señal. Por la brisa fría, entrecierra los ojos, de modo que le cuesta distinguir bien lo que pueda haber en aquel lugar. Aún así, lo más razonable es acercarse a la casa que distinguió hace rato; aunque no levanta la mirada, está segura de que sólo debe seguir caminando en línea recta. Ese tiene que ser el hogar de la arcana Suluk Akku.

Editado por Eileen Moody

NHCeJlw.png
iB5wHYG.gif
T7t3MEE.png
sins don't end with tears, you have to carry the pain forever

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

  • 2 semanas más tarde...

Estaba sola y por ende su buen humor había menguado. Con un movimiento de muñeca la vara de cristal rasgó el vendaval abriendo un portal que en espacio geográfico se materializó a centímetros de los nudillos de una bruja que poco comprendería lo que estaba sucediendo. Suluk nunca solía ser tan fría y directa más la llegada de tres magos Ingleses con claras intenciones de hacerle perder el tiempo le hubieron colocado en una situación peliaguda para con ella misma y su pacífico comportamiento usual. Eileen fue absorbida por el haz de noche sin poder oponer resistencia y un instante después se encontraría con las rodillas encalladas en la nieve.

 

El viento soplaba feroz, enredaba los cabellos sueltos convirtiéndolos en una venda para loa sentidos, endurecía los músculos y anulaba el tacto. Allí hacía más frío del que cualquier europeo sería capaz de soportar e incluso la propia Arcano que tenía meses sin pisar el ártico había dejado de temblar desde el arribo. En algún punto una mujer gritaba, lloraba desplomada sobre el cuerpo inerte de un niño que no tendría más de doce años; el pecho destrozado y la ropa vuelta jirones, los hombres murmuraban "Fueron los lobos" y Akku fruncía el ceño clavando su callado de madera en el suelo blanco y pálido.

 

—¿Qué es lo que ves?

 

De repente la silueta de la Inuit se presentó a espaldas de Moody haciendo que ésta diese un pequeño sobresalto posiblemente por encontrarse absorta en la escena desgarradora. Los ojos grises fijos allí mismo, los labios apretados formando una fina línea de disgusto y más pensamientos en mente de los que querría admitir frente a su pupila. La pondría a prueba del minuto cero, quizás si alguno de los alumnos anteriores hubiese tenido la decencia de hacerla sentir valorada como el enlace a su habilidad dormida la situación hubiese sido diferente y ambas mujeres estuviesen tomando leche tibia en su acogedora cabaña de Universidad.

5Id4HH2.png

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Unirse a la conversación

Puedes publicar ahora y registrarte más tarde. Si tienes una cuenta, conecta ahora para publicar con tu cuenta.

Guest
Responder a esta discusión...

×   Pegar como texto enriquecido.   Pegar como texto sin formato

  Sólo se permiten 75 emoji.

×   Tu enlace se ha incrustado automáticamente..   Mostrar como un enlace en su lugar

×   Se ha restaurado el contenido anterior.   Limpiar editor

×   No se pueden pegar imágenes directamente. Carga o inserta imágenes desde la URL.

Cargando...
 Compartir

Sobre nosotros:

Harrylatino.org es una comunidad de fans del mundo mágico creado por JK Rowling, amantes de la fantasía y del rol. Nuestros inicios se remontan al año 2001 y nuestros más de 40.000 usuarios pertenecen a todos los países de habla hispana.

Nos gustan los mundos de fantasía y somos apasionados del rol, por lo que, si alguna vez quisiste vivir y sentirte como un mago, éste es tu lugar.

¡Vive la Magia!

×
×
  • Crear nuevo...

Información importante

We have placed cookies on your device to help make this website better. You can adjust your cookie settings, otherwise we'll assume you're okay to continue. Al continuar navegando aceptas nuestros Términos de uso, Normas y Política de privacidad.