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Animagia


Suluk Akku
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La arcana esperó pacientemente la respuesta de sus alumnos mientras tomaba su té caliente. La tormenta estaba demasiado cerca como para salir, así que se quedaría al interior de su vivienda mientras sus alumnos tendrían que salir para realizar viajes por el mundo en busca de respuestas. Cillian respondió una de sus preguntas y suspiró aliviada. Le fastidiaba que el mundo inglés fuera tan pequeño y que los magos se conocieran entre ellos.

 

- Claro que es posible obtener respuestas pero no sé si a las preguntas que tu tienes - La arcana hizo una leve pausa antes de seguir hablando - No, la criatura no se puede elegir como cualquier otra decisión que se toma. Es una elección mucho más profunda, tu forma animal está relacionada con tu personalidad y hasta con tus características físicas, así que no es una decisión tuya - La primera lección estaba dada, dependía de Cillian entender el mensaje.

 

- Dado que nunca has tenido un acercamiento, vamos a necesitar un poco de ayuda - La arcana hizo levitar una de los copos de nieve de su collar para golpear la cabeza del joven e ingresar a su mente. Las bolas estaban tan llenas de poder y magia que le harían revivir recuerdos en su mente, algunos capaces de darle pistas de su forma animal y de las razones por las cuales podía dominar dicha habilidad y en especial esa criatura.

 

- Quiero que veas atentamente todos los recuerdos que pasen por tu mente. Al finalizar, tendrás que decirme cuál es tu forma animal y por qué crees que es esa - La tarea no era fácil pero sabía que el joven lo lograría con un poco de esfuerzo.

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  • 2 semanas más tarde...

De un momento a otro Cillian se había sumido en un extraño estado de relajación, ¿sería aquello gracias a la arcana? Sí, seguro que sí. Sin pensarlo demasiado terminó sentandose en el piso. Podía sentir como su memoria comenzaba a trabajar y un recuerdo tras otro se revelaba ante él. Obviamente todos y cada uno eran parte de esos nuevos recuerdos que se habían formado en la memoria del Black, ninguna magia tenía acceso a los otros... O por lo menos eso pensaba él.

 

El primer recuerdo tenía que ver con Anna, la chica con la que había vivido y tratado como una hermana durante más de veinte años. ¿Qué tendría que ver Anna con todo aquello? No tardó más de un segundo en descubirlo, Anna y el corrían de un lado a otro y ella parecía estar completamente libre de cualquier atadura. Cillian no lo sabía, pero su hermana había cambiado un poco sin que el se percatara de ello y estaba a sólo un par de segundos de enterarse de ello.

 

Anna se adelantó y sin pensarselo demasiado cambio de forma, de un momento a otro un Aguila había aparecido exactamente donde ella había estado y había comenzado a elevarse. Cillian, en el presente, dejó escapar un suspiro. Al parecer sí que había tenido un acercamiento con la Animagia después de todo aunque no estaba seguro de si era lo que la Arcana estaba buscando así que continuó en silencio.

 

El siguiente recuerdo tenía que ver con Carlos, el amor de su vida, estaban juntos en lo que parecía ser el jardín de su antiguo hogar y observaban detenidamente a un colibrí que se había detenido frente a ellos y se disponía a alimentarse de una de las flores. Cillian se acercó a ella y alargó la mano, pensó que el ave huiría pero no fue así, se dejó tomar y comenzó un extraño juego con el Black que al parecer se había hecho de un nuevo amigo.

 

El recuerdo terminó, pero no fue el último ya que vinieron muchos más, todos relacionados con todos esos chicos con lo que algún día había tenido relación. ¿Sería acaso que todos esos recuerdos tenían que ver con su yo animal? Quizá, sólo quizá, la verdad es que no estaba muy seguro. Después de un par de minutos volvió en sí y sin quererlo murmuró el nombre del ave que había protagonizado uno de sus recuerdos.

 

— Colibrí —¿De verdad?—, soy un colibrí. Y no lo sé, supongo que tiene que ver con mi aspecto, ¿no? Y también un poco con mi personalidad despreocupada.

 

Quizá estaba muy, muy equivocada y la arcana terminaba dandole un patada y corriendolo de su hogar.

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- ¿Vi-viajar?

El balbuceo apenas audible salió de forma automática ante la siguiente misión que la arcana acababa de encomendarme. Investigar a los caberús indudablemente significaba estar de cerca con ellos. Un sudor frío recorrió mi espalda ante esa idea de tener que salir de mi amada Inglaterra, pero lo cierto es que la mujer ya abría un portal ante mis ojos para trasladarme y apenas podía contener el asombro ante esa magia de la que solo había leído en libros y jamás puesta en práctica.

En resumen, que tenía que partir ya. Y de ser posible, traer las respuestas necesarias lo más pronto posible. Así que asentí a su última indicación y aunque cierta parte de mí tenía deseos de saber quienes podrían ser los otros dos alumnos a los que iría a atender ahora, atravesé el portal sin más dilación, con el pulso algo acelerado y los ojos cerrados.

Cuando los volví a abrir, el paraje donde me encontraba no podía ser más diferente. Las montañas de Bale se extendían en toda su majestuosidad imponente a la que sin duda ninguna pantalla de televisión podía hacerle justicia. Sin tener mucha más idea de como podría acercarme sin que mi sola presencia los ahuyentara me eché a andar, esperando que mi experiencia en la Reserva de criaturas mágicas pudiera servirme ahora.

No fue sino hasta dos días después cuando por fin pude avistar el primer ejemplar de caberú, una hembra de 90 centímetros y que por su agilidad notoria y escasa musculatura no debía de pesar más de 13 kilos. Todos aquellos datos , los fui anotando con sumo cuidado en mi libreta. Y así, observándola a prudente distancia me mantuve otros tres días más, en donde nuevos datos comenzaron a revelarse a mis ojos: su comportamiento diurno, su interesante (y casi contradictorio) hábito de buscar su alimento de forma individual, pero formar parte de una manada bien definida que continuamente viajaba a lo largo de aquel inmenso paraje, dejando cada tanto rastros de orina identificables a los otros grupos de caberús y otros animales.

Y los aullidos grupales, que podían oírse en varios kilómetros a la redonda.

Transcurrida una semana, me animé finalmente a usar el anillo de amistad con las bestias, conocimiento aprendido de los uzzas, al que recurrí para poder lograr el vínculo máximo posible con aquella hembra. Llevaba el pelo completamente enmarañado, la ropa sudada y sucia, las botas empolvadas al punto que ni podía distinguirse su color original, pero todo pareció quedar atrás cuando acaricié su lomo y sus ojos enormes se encontraron con los míos.

Había sido madre muchas veces, pero los cachorros siempre se iban porque esas eran las reglas de la manada: la reproducción debía hacerse con gente de fuera para garantizar crías fuertes. Había pasado hambre, había sufrido ella misma al verse obligada a partir de su manada con dos años para encontrar su pareja y permanecer con ella en un nuevo grupo. Había vagado sola, comido restos de ratas topo, y aunque con pleitos frecuentes, su manada era su manada, esa en donde respetaban la voluntad de cazar individualmente pero donde se protegían colectivamente.

Y en cada una de esas pequeñas características, me hallé. Con temor y dudas. Allí estaba mi pasado vivido entre muggles, un mundo a su manera feliz que luego tuve que dejar para adentrarme en el otro, el lado mágico donde durante años había estado errante a la caza de mis raíces desconocidas, del padre que me había dejado en la puerta de una casa.

Y luego había llegado Ottery, y finalmente la Orden del Fénix, ese grupo del cual me sentía parte, y en el que sabía que permanecería hasta el fin de mis días, aun con peleas, con dudas, pero con la convicción inequívoca de estar haciendo lo correcto. Conforme más y más lo pensaba, todo parecía hacerse más claro, y cuando horas más tarde, ya alejada de la manada de caberús, llegué a la ciudad más cercana, ya aseada y con ropa también limpia; mientras me recostaba en la cama enclenque de la única posada disponible en la ciudad, caí en un sueño profundo, convencida de que había dado con las respuestas que aquella mujer quería de mí.

Sin embargo, no fue sino una semana más tarde, y luego de haberme documentado en las asociaciones de protección de los caberú que nuevas pistas llegaron para mí, pistas que me hicieron comprender la dimensión de las palabras de la arcana acerca de que el vínculo con quien sería tu animal podía actuar a esferas insospechadas. Porque en esos lugares descubrí que aquel animal era popularmente conocido como lobo etíope al estar emparentado con los lobos de forma más cercana que por ejemplo con los chacales, con quienes físicamente podía parecerse más.

 

¿Y acaso no era así como yo me sentía en Ottery? la niña de "sangre limpia", matriarca de una familia que sin embargo, vestía de jeans, miraba series de la BBC en un televisor, y mantenía demasiadas costumbres de "muggles". Más de las que el grueso de la población mágica podía tolerar sin hacer feos gestos de desaprobación.

 

Me sentía lista entonces. Para hablar, o para que ella me leyera la mente cargada de todas esas conclusiones. Solo quedaba llamarla, y en mitad de una tarde particularmente soleada lo hice, la llamé con todas las fuerzas de mi pensamiento.

 

- ¡@@Suluk Akku, estoy lista!

 

Y como hubiese activado algún artefacto desconocido, enseguida varios copos de nieve imposibles para aquel clima caluroso, aparecieron. Y el solo contacto con uno de ellos hizo que enseguida sintiera como era arrancada de ese lugar y llevada hacia otro. "Oh parece ella con alguien más" pensé distinguiendo (¿o creyendo distinguir?) dos siluetas cerca a mí, algo que no pude corroborar porque me desvanecí en ese preciso instante, ya que todas las dosis crecientes de de poción herbovitalizante y de rapé llegaban al límite de sus efectos, incapaces de seguir sosteniendo a un cuerpo que durante tantos días no había comido ni dormido lo suficiente (por no decir nada).

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  • 2 semanas más tarde...

Anna era una animaga y eso hizo que el joven se sintiera un poco aliviado. Suluk había tenido tantos alumnos que no recordaba que si la mujer había sido su alumna o no, pero no tenía tiempo de ponerse a pensar en ese tipo de cosas. Los recuerdos habían comenzado a aparecer para que Cillian pudiera revivirlos y encontrar sus diferentes acercamientos con la Animagia y poder determinar su forma animal para continuar su aprendizaje.

 

Un segundo recuerdo apareció en la mente del mago y esta vez incluía un pájaro muy bello que Suluk no conocía muy bien pero seguro lo haría - Creo que acá hay algo - Pensó la arcana, su experiencia era innegable y estaba segura de haber encontrado la respuesta que necesitaba. No obstante, no bastaba con que ella lo notara, también debía hacerlo Cillian para comenzar a fortalecer el vinculo entre él y su forma animal.

 

- ¿Con tu personalidad? - Hizo una leve pausa - Claro que creo que es tu forma animal, pero necesito que me expliques un poco más acerca de esas semejanzas que crees tener con el colibrí - Cillian parecía poder leer la mente pero era imposible leer la mente de una arcana y menos si de Suluk se trataba así que estaba segura de no haber tenido un intruso en su interior. La arcana necesitaba un poco más información para darle unas enseñanzas más.

 

Mientras Suluk esperaba una respuesta de Cillian, Bel apareció y se desvaneció por completo. La arcana movió su Vara de Cristal esperando que el poder que guardaba fuera suficiente para hacerla recobrar el sentido. Además, mucha comida comenzó a volar junto con un poco de agua para darle y permite que se pudiera recuperar.

 

- No te dije que intentaras perder la vida, pero me alegra saber que estás lista para contarme todo - La arcana no deseaba leer su mente, necesitaba escuchar sus palabras para garantizar que había entendido todo y que no había perdido detalles.

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  • 2 semanas más tarde...

Y ahí estaba yo, de nuevo, ante la vivienda de Suluk Akku, la arcana de la Animagia. Con esta sería la tercera y última vez que tomara esta habilidad, tanto porque así lo había decidido y tanto como porque era la última vez que se me tenía permitido cursarla, debido a que la magia de los arcanos no podía exceder las tres lecciones, o eso era lo que yo había entendido. En fin, aquello no importaba, ahora tenía que centrarme en llevar al término aquel viaje, porque no estaba dispuesto a romper mi lazo con la pantera.

 

—Buenas, Arcana Suluk —Dije entrando con cautela a aquella vivienda cálida por dentro pero congelada por fuera —No sé si me recuerde, soy Keaton Ravenclaw, vengo a presentarme a mi último intento para adquirir la habilidad​ —Añadí con firmeza.

 

No estaba muy seguro de qué clase de pruebas tendría que pasar aquella ocasión, ya había viajado a lo más recóndito de mi ser para decir por qué mi Animagia había adoptado a la pantera como su expresión, sin embargo estaba seguro de que la Arcana no me lo dejaría tan fácil, y de hecho yo no lo quería así, lo que yo anhelaba era poder divertirme al conocer y entender mi Animagia, quería descubrir cómo, en algún punto, había dejado de transformarme en un Elanio para transformarme en una pantera.

 

Estaba pensando todo aquello cuando caí en la cuenta de que en aquella ocasión mi entrada a la cabaña de la Arcana no había sido nada especial, al contrario, me parecía muy sosa. Pero no le di importancia; alisé mi capa de viaje y posé mi mirada en los demás magos y brujas que allí estaban. Ubiqué a Cillian, que ya parecía estar más avanzado en la a clase, y a Bel, la cual parecía desmayada. Sonreí, Suluk parecía, como siempre, exigir lo máximo para que saliéramos airosos de aquel recinto.

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Aries había aprendido que cada Arcano tenía un carácter diferente al que le habían dicho con anterioridad. Recordaba que la gente decía que Amara era buena pero un poco estricta y si, la Arcana de metamorfomagia era buena para hacerte llegar a lo más recóndito de tu ser, ya que entre más rápido salieras de sus retos con la mayor destreza, ella enseguida te ponía un reto más en la que tu integridad emocional podía estar a juego.

 

Situación diferente se presenta con Lawan, para todas las personas con las que Aries había conversado de Lawan, la mayoría lo tenían como una persona ermitaña, muy serio y sin ninguna necesidad de crear un vínculo afectivo con un ser humano, pero con él eso había sido diferente. Quizás el vínculo tan fuerte que el metamorfomago tenía con Mey, su mamba negra albina, era lo que había hecho que también generara un diminuto vínculo con el Arcano y hacer de aquella clase de vinculación la mejor de su vida.

 

Ahora, una vez más estaba en los jardines de la Universidad, esperando crear un nuevo vínculo entre una habilidad y él. El por qué había elegido Animagia como parte de sus habilidades era simple. Tenía cierta admiración por los animales, en especial por los caballos que se le hacían criaturas que podían ir libres sin que nadie los atara. Pero claro, aquella era la visión de un joven de no más de 18 años de edad que vestía un traje blanco con una camisa en lila que lo hacía verse demasiado pálido gracias al color negro de su cabello.

 

 

El camino de los jardines de la universidad a la casa de Suluk había sido demasiado largo, aun cuando el trayecto era demasiado corto. El que demorará tanto para llegar frente a la Arcana no tenía nada que ver con dudas sobre aquella habilidad, sino a todo lo contrario, mostrarse como el típico niño malcriado al que todo le daban no era bueno para demostrar que quería estar ahí y más que nada deseaba poder crear un nuevo vinculo.

 

 

Al llegar con Suluk, pudo notar que se encontraba una persona más en aquel lugar. Nunca lo había visto, pero esperaba que fuera igual que él y no se dedicara a hacer migas con gente extraña. Por lo que sin hablar, espero a que la Arcana les diera la bienvenida.

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- Me temo que van a tener que hablar con los Directores - Suluk odiaba esperar y las enseñanzas de la Animagia se basaban en la continuidad de las mismas. Bel y Cillian no estaban resultando ser muy constantes en su aprendizaje así que tendrían que regresar a su lugar de origen y hablar con los Directores sobre un posible regreso a la clase sobre la Animagia dado que no podrían continuar con ella hasta no hacer dicho trámite.

 

- Claro que lo recuerdo joven. Es de los pocos magos que han tenido que regresar a este lugar más de una vez, así que es imposible no recordarlo - Sabía que era su última oportunidad y esperaba que no la fuera a desaprovechar porque el mundo mágico se perdería de un nuevo animago y él de las capacidades de transformarse en un animal tan fuerte e interesante como la pantera. Suluk sabía que tenían una conexión fuerte pero le faltaba dominarla adecuadamente.

 

- Tu primera tarea - Dijo la arcana - y quizás última - Esto último solo lo pensó antes de seguir hablando - Será ir de paseo por el bosque y en tu forma animal deberás traerme 3 frutas de las copas de los árboles. Es tu decisión cuáles pero debe ser cómo pantera. Tendrás que pensar en las capacidades de dicho animal para potenciarlas, controlarlas y lograr alcanzar la copa de dichos árboles para cumplir con tu misión - Suluk tenía que llevarlo al límite y sabía que al no ser un pájaro sería más complicado para él pero si lograba su objetivo podría considerarse listo.

 

- ¿Y cuál es tu nombre? - La arcana no le enseñaría sus conocimientos a desconocidos y no había sido informada de la llegada de otro alumno así que tenía que conocer sus intenciones y las razones por las que estaba en dicho - ¿Y qué te ha traído hasta acá?

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Se había mantenido callado mientras escuchaba las indicaciones que la Arcana le acababa de dar al joven que ahí se encontraba, no entendía mucho lo que le decía, pero estaba seguro que el animal de aquel sujeto era una pantera. ¿Por qué la gente solía inclinarse hacia los felinos o seres de plumas? No lograba entenderlo. Por su parte, el ser un pura sangre lo hacía sentir libre y tranquilo.

 

Mi nombre… —dijo en un susurro que solo él era claro de escuchar. —Creí que les avisaban el nombre de sus nuevos discípulos. —pensó mirando el aspecto de Suluk, para después agregar con una semi reverencia. —soy Aries Black Lestrange Ivashkov.

 

Había respondido a la primera pregunta prácticamente de inmediato, sabía su nombre o al menos como le llamaban las personas que vivían con él, pero la segunda le generaba incertidumbre. ¿Si respondía mal a aquello, la Arcana le daría una segunda oportunidad? Pero si respondía bien, y lo consideraba prepotente, negándose a enseñarle.

 

Y aun así pensando en que era lo correcto y lo incorrecto, que estaba bien y que mal, no tardó mucho en dar la respuesta que provenía de su corazón. Aries estaba en aquel lugar porque quería sacar a flote su animal interior, el cual estaba seguro era un equino por que al verlos se sentía vinculado con ellos.

 

Lo que me trajo hasta aquí, es la necesidad de vincularme con mi animal interior, me han dicho que usted es… —no quiso sonar adulador así que termino la oración en un dejo de duda y encogiéndose de hombros. —buena, para que una persona como yo lo logre.

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No sabía si echarme a reír o a llorar por el hecho de que Suluk se acordará de mi por aquella grave situación. Estaba muy apenado con ella por el hecho de haberla hecho perder su tiempo ya en dos ocasiones anteriores. Los Arcanos estaban muy saturados como para dejar sus cosas y aparte lidiar con notificar a los directores que ciertos alumnos no cumplían adecuadamente. Yo había sido profesor antaño y estaba consciente de ello.

 

—De verdad lamento haberla hecho perder el tiempo conmigo en dos ocasiones anteriores, pero en esta oportunidad lograré la habilidad así sea lo último que haga —Comenté inclinando la cabeza y el torso hacia adelante para hacer una reverencia de disculpa.

 

Pero no hubo tiempo de esperar una respuesta, pues de inmediato la Arcana me dio instrucciones sobre mi próxima tarea para ahondar en la habilidad que deseaba tener, en la conexión que tan fuerte era entre yo y la pantera. Cuando Suluk terminó de dar la indicación me quedé pensando en sus palabras. ¿Cómo diantres iba yo a alcanzar la copa de tres árboles y traer un fruto de cada uno?

 

—Muy bien Suluk, haré lo que me solicita, pero es evidente que no podré cumplir con esta encomienda en este lugar, deberé viajar a alguna selva tropical, allí estarán los frutos más exquisitos —Comenté.

 

Así que sin más, salí de la cabaña de la Arcana de la Animagia y me encaminé a las afueras de los terrenos de los Arcanos, giré sobre mis talones y desaparecí en pos de las selvas Amazónicas. Al tocar suelo de nueva cuenta, sentí de inmediato como la humedad se apoderaba de mi. Primeramente el aire que llenó mis pulmones era tan denso que tuve que dar un par de arcadas antes de acostumbrarme a él; luego, me deshice de casi todo la ropa que llevaba puesta con un movimiento de la la varita, pues el calor era sobrecogedor. A decir verdad aquello era lo único que no compartía con la pantera, su hábitat era precisamente aquel y a mi me agradaban más los climas fríos, sin embargo, Las habilidades de animal eran las que más iban conmigo.

 

Estaba más que seguro de que no alcanzaría los frutos de las copas de los árboles, ya que en las selvas estos tendían a ser muy altos, aunque quizás con algo de ingenio... Di un salto hacia el frente y en un segundo mi cuerpo se transformó en el de aquel gran y hermoso felino. Mis ojos, ahora de un color ámbar profundo, se clavaron en las ramas más altas de un árbol de mangos.

 

Ya con el cuerpo de aquel gran animal pude notar que el clima ya no hacía estragos en mi, y de pronto, entendí que "la diferencia" de los climas entre la pantera y yo no era eso, sino era un complemento al transmutarme. Otra cosa importante era la excelente visión que adoptaba en aquel felino, pues ésta se agudizaba notoriamente y me ayudaba a analizar mejor las cosas. De pronto, ya no me pareció imposible alcanzar las frutas de aquel árbol de mangos.

 

A un costado de aquel árbol de mangos, estaba uno más pequeño sin frutos a la vista, sería ideal para iniciar el ascenso, sobretodo porque el instinto animal me lo dictaba así. Con mis enormes garras de aferré de la corteza de aquel árbol pequeño, y trepé con agilidad, una vez que estuve en las bifurcaciones del tronco con las ramas, viré hacia la derecha, del lado donde quedaba el de mangos. Las ramas de aquel pequeño árbol (medía más o menos 8 metros de alto, unos tres menos que el de mangos) tenía las ramas más fuertes hacia la copa, por lo que no me fue difícil llegar dando saltos cada tanto.

 

Así pues, al cabo de algunos minutos, estuve sobre las ramas más altas de aquel árbol, y desde allí pude ver los mangos del de a lado asomarse en la copa. Un solo salto, bien calculado, y con una de mis garras pezcaría uno de ellos. Mi peso lo sostenía una gruesa rama, estaba seguro que aguantaría un poco más, e incluso un salto sobre ella. Junté mis patas delanteras con las traseras, moví mi larga cola de lado a lado para tomar impulso, alcé mi vista y la clavé en un mango de la copa especialmente jugoso. Mis patas traseras y delanteras realizaron el impulso y pude lograr un limpio salto de tres metros en diagonal, y dándole a mi cuerpo dirección con la cola, logré hacerme de aquel mango con la garra de mi pata derecha. Rápidamente mis patas traseras pegaron en el tronco del árbol de mangos y me impulsé para caer de nuevo en aquella rama del árbol más pequeño.

 

Una vez en la rama firme y seguro de no caerme, tomé el mango con mi hocico y lo coloqué en unas ojas que estaban cerca. Me transformé de nueva cuenta en mi forma humana y saqué mi varita, apunté al mango.

 

—¡Portus! —Dije con voz fuerte y la fruta se convirtió en un traslador, el cual, a los.pocos segundos, despidió un destello azulado y desapareció en pos de Suluk.

 

Tan pronto estuvo pasado, yo volví a mi forma felina y descansé un poco sobre la rama en la que me encantaría btraba échándome plácidamente pensando cómo tomaría la fruta de otro árbol.

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Keaton abandonó el lugar mientras el nuevo alumno se presentaba. Los Directores al parecer habían perdido la costumbre de avisarle o la lechuza encargada de hacerlo se había perdido pero no lograba entender cómo tenía nuevos alumnos y no le informaban - Tendré que quejarme ante el Ministro de Magia, o quizás no sea necesario - Suluk no deseaba llevar algo tan pequeño ante el Ministro pero sí deseaba que no volviera a ocurrir.

 

- Yo pensaba lo mismo pero parece que ya no - Suluk no era la única sorprendida ante dicha situación pero no importaba. Su labor consistía en enseñarle a los alumnos a controlar la habilidad de la Animagia y eso tendría que hacer en dicho momento - ¿Y cuál crees que es tu animal interior? Para vincularte a él primero debes decirme si lo conoces y si has tenido alguna experiencia con el mismo - Suluk necesitaba entender el estado de aprendizaje del mago.

 

Mientras Suluk esperaba una respuesta, observó atentamente los movimientos de Keaton para lograr cumplir con el objetivo asignado por ella. Tendría que eliminar sus miedos y aprender a potenciar sus cualidades como animal para demostrar que estaba completamente preparado para realizar la prueba de la Animagia o si definitivamente no era capaz de dominar a la pantera y quedaría condenado de por vida a no ser un animago.

 

- Quiero que me digas qué has aprendido con dicha tarea - Las palabras de la arcana se escucharon en el interior de la cabeza del mago. Tendría que encontrarse de nuevo con ella para darle a conocer sus impresiones sobre lo ocurrido y sobre su aprendizaje en dicha actividad. Suluk había visto todo pero los alumnos debían informarle para garantizar que habían aprendido las lecciones suficientes y necesarias de cada una de sus asignaciones.

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