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Animagia


Suluk Akku
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Las cavilaciones de la Ivahskov, hicieron que en sus labios se formara una sonrisa. Estaba segura que le estaba costando explicar el sentimiento que había compartido con el Lince, en el poco tiempo que había pasado con él, pero una vez que lo logró, simplemente asintió complacida. Había descubierto que estaba conectada con un lince, sin embargo, aún faltaba conocer a la criatura un poco más y experimentar la transformación para estar completamente segura.

—Seré tu guía durante tu formación, y necesito que respondas mi segunda pregunta. —recordó a la rubia que no había respondido todos sus cuestionamientos— Sin embargo, para que puedas hacerlo, necesito que te transformes en un lince y experimentes sus habilidades y cualidades en carne propia.

Tras sus palabras, con un movimiento de su varita mágica, transportó a España a una zona de bosque y matorrales, en donde podría encontrarse con algún otro lince y compartir experiencias, del mismo modo que no podría volver hasta su morada a menos que realmente aprendiera a transformarse en lince y humana sin problema alguna, ¿lo conseguiría? Eso solo dependía de ella.

Cuando creyó que estaría sola por un rato, el sonido de un golpe sordo sobre la puerta, la sacó de su error. Por lo que se encaminó y la abrió sin detenerse un segundo, en cuanto vio la figura de una bruja de cabellos rojos, la saludó con una sonrisa en los labios y la invitó a pasar, debido a que la ropa que poseía no era muy abrigadora que digamos y no quería que muriera congelada.

— ¿Quién eres y que buscas de mí? ¿Sabes en dónde estás? —preguntó a la Macnair, mientras esperaba tener noticias de alguna de las brujas.

Esperando la respuesta de la bruja, observó mentalmente el estado de Alessandra, la bruja estaba bien y ahora perseguía a la libre, quizá esta tenía algún tipo de mensaje para ella, por lo que no intervendría de momento en esta cuestión, a menos que la bruja lo necesitara o que esta volviera hasta su posición. Además, tendría que demostrar porque estaba casi segura, podría que ser que la liebre le estuviese intentando pedir que compartieran tiempo unas horas o minutos, para comprobar que estuviesen completamente vinculadas.

Confiando en que la Rambaldi lo descubriría, volvió su atención a Arya, la cual continuaba pensando en sus palabras.

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Alessandra había estado tan concentrada admirando la belleza de la liebre y del lugar que hasta ese momento se dio cuenta que no le habia preguntado a la arcana como se transformaba en animaga, quería sentir lo que la liebre sentía, quería que su vínculo fuera más fuerte.

 

Se detuvo de golpe para golpearse la frente, << tonta, tonta->> se dijo, pero ya no había marcha atras porque sin duda no volveria sin saber que era lo que la liebre necesitaba de ella y viceversa porque seguro ella estaba ahí para aprender.

 

Miró al cielo azul para suspirar y echar a correr a dónde estaba la liebre pero un gruñido del otro lado del padro le advirtió que no estaban sólos. Alessandra rápidamente se agachó escondiéndose en el pastizal al igual que la liebre cerca del arbol, su cuerpo reaccionó al instante a buscar en dónde esconderse.

 

Su corazón latía de prisa, el sol seguía en lo alto del cielo y sólo hasta que una cola roja que pasó frente suyo no había apartado la vista de su compañero, sus ojos azules cómo los suyos mostraban cautela, un movimiento en falso y delatarian su ubicación, sabía que la liebre era macho porque era más pequeña que una hembra y sus orejas estaban alzadas más allá del peligro a causa de su visitante.

 

Un viento cálido sopló logrando que el zorro captara otro olor y saliera corriendo al bosque, la Delacour soltó todo el aire que había contenido y con cuidado fue a encontrarse con la liebre que al igual que ella dejó de camuflarse para ir al árbol.

 

-Eso estuvo cerca- susurro tirándose al suelo, recostandose en el árbol dejando que su corazón se calme- es asi siempre verdad? - le pregunto.

 

Pero la liebre solo la miro, por supuesto, era entendible que cada animal buscaba su supervivencia.

 

-Espero que no tengamos mas sorpresas- se rió para callar de forma brusca al sentir el pelaje cálido de la liebre a su lado- gracias-

 

Con una de sus manos despacio la acercó a las orejas y las acarició despacio relajando su cuerpo con cada caricia.

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—Creo que ambos somos vanidosos —admitió—, sabemos de lo que somos capaces y aunque no ocultamos nuestro miedo ante ciertas situaciones, sabemos que podemos enfrentarlos si no hay más remedio. Fuertes y con cierta apariencia... agraciada.

 

No quería parecer ególatra frente a la Arcana. No porque no lo fuera sino porque no quería causarle una mala impresión. Sin embargo, después de que le respondió no tuvo mucho tiempo para seguir conversando, porque Suluk tenía otra misión para ella y seguramente sería la más importante, probarse como animaga. Separó los labios para decir algo justo cuando sintió un gancho a la altura del ombligo, como si un anzuelo la hubiera alcanzado en medio de la sala de la Arcana y tuvo que cerrar los ojos para no marearse, descubriendo en instantes que ni siquiera estaba en el mismo país.

 

Por el sol, la hora y el clima, no podía ser Inglaterra, pero tampoco podía saber a dónde había llegado porque no había nadie a quién preguntarle.

 

El bosque estaba repleto de árboles con troncos gruesos y copas rozando las nubes, matorrales y un césped brillante, tan brillante que parecía jamás haber estado expuesto a los humanos. La rubia se quitó la pesada ropa de invierno que había usado en el bosque helado de Siberia, usando sólo aquello que no le estorbaría en el camino, antes de empezar a andar hacia lo desconocido. A diferencia de su primera experiencia en la naturaleza, el sonido de los animales era más agradable y menos aterrorizante, casi ameno.

 

Pudo ver algunos roedores transitando entre las flores silvestres y algunos animales más grandes, desde felinos a criaturas semi-acuáticas, que interpretó como la cercanía de un río que no había escuchado aún. Era un bonito lugar para estar, aunque no estaba muy segura de si sería el lugar idóneo para tener un picnic. Por puro instinto, miró hacia arriba cuando se encontró en un lugar demasiado callado y se encontró con dos ojos grandes, atentos y conocidos. No era el mismo lince, de hecho, no era la misma especie, pero era un lince.

 

El felino estaba agazapado en una rama gruesa de abeto y quizás esperaba saltar, de no ser porque Ivashkov lo miró y siguió andando, como si no fuera una amenaza. Realmente dudaba que un lince pudiera comprender lo que pasaba sin un poco más de interacción pero pese a ello, vio cierta duda en sus ojos antes de dejar de verlo, como si no comprendiera por qué no le había dado miedo. Ella a su vez, tenía una misión un poco más suicida, apenas a unos metros del lugar donde ambos habían compartido una mirada. El mismo árbol donde estaba el animal era su destino.

 

Por suerte este no era tan alto como el que había tenido que enfrentar en Rusia y no tardó mucho en subir, ni le dio demasiado miedo. La caída podría ser dolorosa pero no mortal, por lo que podía estar más o menos tranquila. Lo difícil, aunque divertido, fue abrirse paso por la rama. El lince le mostraba los colmillos sin lograr asustarla, adviriéndole que si se acercaba le haría daño, el problema era que como había explicado a la Arcana, sentía que ninguno de los dos era capaz de atacar sin ningún motivo y más bien demostraban cierto miedo, dependiendo de la situación. En su caso, eran las alturas, en el caso el lince estaban invadiendo su casa.

 

Ivashkov se sentó en la zona más cercana al tronco, justo frente al animal en que debía convertirse y sacó la varita con sumo cuidado, haciendo sonidos con la boca que pretendían calmar a la criatura. Después se quedó mirando el arma con el ceño fruncido. ¿Qué debía hacer? Colocó la varita en su frente, justo la punta y se concentró. Debía ser como la metamorfomagia, con cierta influencia de la magia directa y no involucrada con su sangre. Un hechizo de transfiguración debía funcionar, con voluntad y mucha práctica. Mientras tanto, al frustrado lince no le quedó otra que acostumbrarse a su presencia.

 

No fue fácil, ni por asomo.

 

En un momento el lince se aburrió y fue por algo de comer, cosa que a ella le habría gustado hacer, pero en todo el camino no había visto bayas u hongos comestibles. Sólo plantas y animales. Esa era la trampa. Una y otra vez intentó sin éxito, hasta que el cielo empezó a oscurecerse y tornarse cálido, a un punto preocupante. Si la idea era cazar, necesitaba hacerlo antes de que anocheciera. Una vez tras otra falló hasta que por fin, rozando la desesperación, lo logró. No supo cómo sucedió ni cómo pudo haberlo hecho, pero se sintió tan natural que sólo se dio cuenta de que lo había logrado cuando la varita cayó al suelo.

 

Al asomarse, no sintió vértigo, de hecho se vio curiosamente cerca. Saltó como si siempre se hubiera movido en ese cuerpo y la tomó entre sus dientes, después de intentarlo otra vez con las garras. Escondió la varita entre unas flores silvestres y tras ver bien que nada pudiera encontrarla, fue por algo de comer. Al principio no fue sencillo cazar algo y de hecho, cuando logró atrapar al conejo sintió un asco tremendo. Pero después de un par de mordidas y empezar a acostumbrarse a que era un animal y no un humano, el sabor cambió, la percepción cambió y logró comerse todo sin muchos tapujos. Al volver, tomó la varita y subió junto al otro lince, que había mirado todo desde la rama sin comprender demasiado qué había pasado.

 

¿Cómo volvería a donde Suluk?

 

¿O a su cuerpo?

 

Lo segundo fue más fácil, la metamorfomagia la ayudaba a volver más rápido a su forma humana.

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La puerta se abrió y ella entró sin más.

 

Sus pies caminaron en línea recta hacia el interior de la morada como si se tratase de vida o muerte, no tiritaba como muchos otros alumnos lo habrían hecho y muy en su interior tampoco sentía miedo. Sería descabellado aceptar la invitación de una completa desconocida como alguna vez Blancanieves hubo aceptado una manzana de una adorable anciana para más tarde caer en la maldición del sueño ¿Se estaría volviendo loca? después de todo un aullido había acabado con su curiosidad allí mismo.

 

Pero una vez dentro, observando la magnificencia del mobiliario y pudiendo estudiar a la mujer que le hablaba sin perder demasiado tiempo, sus pupilas se dilataron al abrirse enormemente sus ojos y por poco no pierde el maxilar inferior al dejarlo caer pesadamente. —Suluk Akku— pensó cerrando la boca puesto que se trataba de un gesto muy descortés y tratando ahora sí de comprender cómo había llegado a los pies de su humilde y amplio conocimiento.

 

—Estoy bajo el techo de Suluk Akku, Arcana de animagia...

 

Respondió en voz queda sin mirar a la anciana de curtida piel, miraba a su alrededor, todo lo que pudiese saber de la vida cotidiana de Suluk se encontraba frente a sus ojos. Giró levemente sobre su eje aun asombrada, por muy reducido que fuese su poder sabía sobre cada Arcano y Guerrero Uzza porque era una persona sumamente inteligente, siempre se hubo destacado a lo largo de la vida por ello, la mayor de las herramientas humanas: El conocimiento sobre el todo y la nada.

 

—Mi nombre es Arya Macnair, lamento haber irrumpido en su morada. Un hombre... un extraño hombre apareció cerca de aquí, en las bibliotecas de la Universidad y me dijo que usted podría ayudarme a interpretar mis sueños. Se que sonará tonto, pero para mi son más que eso, mucho más que simples sueños, es algo real. Un deseo reprimido

 

Entonces si la miró directamente a sus ojos grises y rasgados, el contraste de colores podría asemejarse a la aurora boreal, tan verdes los orbes de Macnair y tan neutros los de Akku, pero quien tenía la fuerza y última palabra allí era la Arcana, no podía ponerse de rodillas y pedirle que le ayude a visibilizar los fantasmas que le aquejaban la mente.

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  • 2 semanas más tarde...

Podía observar el desempeño de Alessandra, lo cual, a decir verdad, le sorprendía un poco. Tenía un vínculo especial con las liebres, eso no podía negarse, sin embargo, aún no había vuelto a su morada, ¿por qué? Eso solamente ella lo sabía, quizá tendría que conocer un poco más del animal. Ella, no podía hacer nada, hasta que la bruja volviera por sí misma hasta su morada y la misión que le había asignado fuese cumplida, esa era la clave para volver.

 

Mientras la esperaba, prestó atención a lo que hacía Leah. Estaba haciendo un buen trabajo, su forma animal, le iba a la perfección, mientras contemplaba los obstáculos que tenía que pasar, asintió con tranquilidad y en cuanto volvió a ser humana, utilizó su vara mágica, para abrirle un portal, que la trajera hasta su vivienda, y una vez que estuvo delante de ella, la miró con seriedad, analizando cada una de sus facciones.

 

— ¿Estás lista para realizar la prueba de la habilidad? —preguntó con seriedad.

 

La respuesta de la Ivashkov, marcaría el camino que iba a tomar a partir de ese momento, y más, porque de eso iba a depender que pudiese continuar con proceso de vinculación con la habilidad, o de quedarse en su morada un poco más, aprendiendo lo que pudiese ella mostrarle acerca de la animagia. Aunque podía ser así, esperaba que pronto hubiese una animaga más en la comunidad londinense.

 

Volviendo su atención a la Macnair. Lo que le estaba contando, le asombró un poco, ¿quién podría haberle dicho eso a la bruja? No tenía ni idea, pero estaba segura que para descifrar sueños, tendrían que recurrir e la arcana de Videncia, porque era la que más sabía sobre el tema. Tentada a decirle que se encontraba en el lugar incorrecto, negó con lentitud, tenía curiosidad y averiguaría un poco más del tema.

 

— ¿Qué clase de sueño era? Cuéntame un poco, quizá podría ayudarte… pero debes saber, que podría ser que estés en la vivienda equivocada. —expresó con total sinceridad.

 

Meditando acerca de lo que posiblemente podría responderle, se acercó hasta la estufa de su morada y sacó la tetera que minutos antes había puesto a calentar, para servir en tres pequeñas tazas, el contenido y ofrecerlas a Leah, la cual aún no respondía, y a Arya. La conversación, al menos de esa manera podría ser más amena y comenzarían a romper el hielo que tenían.

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Una brisa fría la hizo estremecerse cuándo abrió los ojos y se encontró con que estaba aún recostada en el árbol con la libre a su lado, ¿no se supone que debería de haber estado con Suluk? Se dijo mirando el cielo oscuro.

 

Pero mientras se frotaba los brazos por el frío le sorprendió darse cuenta que era su sueño, el cielo oscuro, aquél pastizal y la casa en francia, todo cuadraba pero que tenía qurle ver? Apenas se removio cuando el animal hizo lo mismo.

 

-Qué tengo que ver?-le preguntó.

 

La liebre la miro por unos segundos para desviar la mirada a algo detras de ella sin previo aviso echo a correr al interior del bosque, apenas paso un latido de su corazón Alessandra lo siguio, el aire de noche era mas frío pero aun asi no se detuvieron hasta un arbol grande donde ella se escondió y la liebre se resguardo entre unos arbustos.

 

Ante el silencio de la noche se escuchaba claramente el silbido del viento y de otras criaturas de la noche, pero no era por eso que ambos se detuvieron sino que el mismo zorro que aparecio antes en pleno dia estaba asechando lo que parecia una madriguera.

 

¿Acaso era eso? ¿debía ayudarle a proteger a su familia? La sensación de proteger a sus hijos la inundó que incluso pensó en los suyos y entendió a la liebre, sus hijos debían salir pronto de la madriguera pero para eso aquél animal no tendría que estar.

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La aparición del portal la tomó por sorpresa, logrando que cierto reflejo animal actuara por ella al echarse hacia atrás y prepararse para un salto. Tardó un par de segundos en darse cuenta de lo que estaba haciendo y reírse en voz baja, más que avergonzarse, de su reacción. Era una cosa curiosa, a decir verdad, cómo el cuerpo se adaptaba en poco tiempo a otra forma cuando se dominaba la animagia. Se irguió y dio pasos un poco torpes hasta el portal, hasta que sus piernas recobraron la fuerza y logró pasarlo por completo.

 

—Arcana —saludó con un tono de voz amable, bajando ligeramente la cabeza.

 

Sus ojos dieron con Macnair, una joven pelirroja que solía toparse en todos lados y una sonrisa divertida cruzó su rostro. Era difícil decir si algo la divertía con respecto a Arya o si estaba feliz por la pregunta de la Arcana, pero se mantuvo callada hasta que la anciana le entregó una taza y tuvo que agradecer.

 

—Estoy lista para tomar la prueba, Arcana.

 

Dio un vistazo al té y después de resistir el impulso de olfatearlo, cosa que sí no estaba dispuesta a permitir a su cuerpo humano, dio pequeños sorbos sin sonidos al caliente líquido. Era un alivio para el clima que las rodeaba.

 

—Sí, estoy lista —repitió, no sin sentirse orgullosa de sí misma.

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Tomó asiento mientras el silencio calentaba su cuerpo como las brazas aquella tetera que a futuro le proveería un poco de té. Suluk resultaba una mujer agradable, quizás por su edad, quizás por la calma que embargaba toda su anatomía o la estela que desprendía su esencia, realmente daba gusto estar cerca suyo por lo que al sentir un breve escalofríos erizar su nívea piel enarcó una ceja. Sus orbes esmeralda repasaron la estancia y casi se cae de donde estaba cuando comprobó que absurdamente había pasado por alto la presencia de una tercera persona allí, y no cualquier persona, Leah Ivashkov.

 

Al parecer la rubia también había llegado con un propósito ante la Arcana, salvo que en sus ojos distinguía seguridad, ambas compartían temperamento y con el correr de los días formas de desenvolverse e incluso de hablar, pero la decisión y la confianza en sí misma era algo que Macnair no lograba adoptar de su Alto Rango.

 

Ivashkov sonrió, ella no logró interpretar lo que sus expresiones querían decir, aceptó la taza de té y creo en su mente un muro invisible que la separaría por la paz de la rubia en lo que trataba de acomodar las ideas en su cabeza para poder explicar a la Arcano realmente qué era lo que le hubo llevado allí. —Jamás me había ocurrido algo así— comenzó, dejó la taza frente a ella y pasó una mano nerviosa por su mentón, arrastrando la piel hacia abajo como si fuese un anciano decrépito con una barba increíblemente larga y blanca.

 

—Ciertas noches sueño que corro por los alrededores de un bosque cercano a mi hogar, siento el viento en el rostro, puedo oler a kilómetros, la tierra húmeda en mis... patas. Sí, se que suena extraño pero al principio no lo noté.

 

Se sentía avergonzada y el calor en sus mejillas así lo delató sin poder ocultar.

 

—En ocasiones los olores que me llegan son de animales pequeños, como los conejos. Y todo sucede muy de prisa, de repente estoy corriendo a una velocidad inhumana, saltando con destreza y casi le juro que aullando a la luna; un segundo después me encuentro con el rostro hundido en algo cálido y viscoso, el sabor metálico hace que me relama, ahora mismo me da náuseas.

 

Sonrió nerviosa, miró a Leah pues aparentemente su muro imaginario no había servido y estaba confiando algo muy íntimo ante ella. Tragó un poco de saliva y retomó el sueño pues casi llegaba a su fin.

 

—Todo aquello despierta en mi una sed insoportable, pero nuevamente soy capaz de oler agua a lo lejos. Hacia ahí me dirijo y cuando sacio la necesidad, me veo reflejada en la superficie de un arroyo calmo pero no soy yo. Al principio creí que soñaba con mis ancestros, personas que descienden de los lobos del Norte pero al despertar, casi de inmediato, tengo tierra bajo las uñas y la boca aun me sabe a sangre...

 

¿Realmente era un sueño? Eso era lo que quería descubrir y esperaba que Suluk no la enviase a otro sitio.

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Alessandra se resguardo detrás del árbol donde estaban para no ser vistos por el zorro, la liebre la miró y viceversa para saber cuándo debían actuar pero no era el momento.

 

La noche era clara por todas las estrellas que alumbraban aquélla noche, incluso la luna daba de lleno al prado dejando ver cómo las flores alumbraban en la noche.

 

Con un suspiro Alessandra se atrajo las piernas a causa del frío, estaba segura que pasarían toda la noche ahí esperando, la liebre se acomodó a su lado sin quitarle los ojos encima al zorro que iba y venía en busca de algo.

 

-Tranquilo, esperemos que se irá pronto- le acarició el pelaje pero aún así ni la criatura ni ella se relajaron.

 

-Será una noche muy larga-le dijo a su acompañante.

 

La liebre sólo la miró y volvió su vista a la madriguera, no sabia cuanto tiempo paso ni que hora era solo estaban sentados ahi esperando, las estrellas seguian brillando y la luna bajo unos pocos centimetros quizas pero no paso mucho para que el zorro despues de dar un par de rondas se aburriera.

 

-Ya se va- habló la rubia.

 

Apenas el zorro se marchó la liebre corrió a dónde estaban sus hijos, la Delacour miró a la pequeña familia de seis y sonrió, le recordo a su familia y la poca paciencia que tenia y que al pasar esas horas sentada le sirvio para ver la belleza de lo que se perdia al tener una vida acelerada.

 

-Gracias- susurro girandose sobre sus talones y hechar a correr de nuevo al lugar donde aparecio -Arcana, ya estoy lista-grito al cielo estrellado.

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La nueva habilidad que ahora podía manipular con mayor firmeza me estaba causando estragos. Haber realizado la apertura de mi subconsciente y de mi consciente a las puertas del Futuro y del Pasado me habían dejado débil y, al mismo tiempo, habían fortalecido mi decisión de seguir adelante en la búsqueda de una separación del trozo de alma de Sybilla que aún vivía dentro de mi. Pero mientras ambas siguiéramos unidas, nuestro poder era uno y me había llevado nuevamente a profundizar en otra habilidad.

 

Me acerqué a donde la Arcana de Animagia vivía y el cambio de temperatura podía sentirse con fuerza. En un momento te encontrabas en el calor abrasador de Egipto recreado en Inglaterra y al siguiente estabas en el frío calador de Alaska. Vestirte allí era todo un desafío si no fuera por la magia, que con la ayuda de unos movimientos de la varita convertía un atuendo de media estación en uno capaz de soportar el frío polar de allí.

 

El jardín de la residencia de Suluk Akku era hermoso a pesar de que se encontraba todo lleno de escarcha. Había que reconocerle a la anciana que sabía cuidar de la naturaleza y seguro que tenía mucho que ver con el tema de que fuera diestra con todas las formas de vida animal. Lo crucé, mirando con nerviosismo la puerta que tenía delante y que daba lugar a la morada de la bruja y esperé unos segundos, tomando aire, contando mis respiraciones, tratando de calmar mi ser, antes de golpear con los nudillos dos veces a la espera de que me invitaran a entrar.

 

Quería aprender. Quería controlar la magia de los animagos y quería saber por qué me tocaba hacer todo eso. ¿Hubiera elegido el mismo camino de haber sido yo sola la que tomara la decisión? No lo sabía, no iba a poder saberlo nunca porque todo lo que había hecho en los pasados tres años había sido influenciado por otra entidad.

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