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Animagia


Suluk Akku
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Tenía suerte, no cabía duda alguna. Desde que en su camino apareció Mei todo había dado un giro de ciento ochenta grados y en una dirección inmejorable. Mientras observaba corretear a la pequeña de los Delacour, el Van Halen sonreía cual bobo enamorado y no era para menos; aquella criatura de apenas tres años de edad se había convertido en uno de sus mayores tesoros. Luna era su ojito derecho y sabia, ya tan joven, como conseguir todo lo que quería de él con solo una mirada. Los genes de la familia eran únicos.

 

La energía paladín de la infante se intensificaba cuando la adrenalina y la algarabía la poseían, como era el caso. Yuki ayudaba a ello. La loba era su mejor compañera de juegos. El europeo la dejaba hacer, siempre y cuando no corriese riesgo alguno. Su mujer siempre lo retaba por aquel comportamiento tan permisivo, sin embargo, en aquel instante donde solo estaban ellos dos, la futura Demon Hunter de la Orden del Fénix tenía todo el control de la situación, haciéndolo quedar como un blando ante el mundo si hiciese falta.

 

- ¿Cuándo iremos a Rumania?

 

La voz de la más pequeña de la dinastía francesa se hizo presente cuando se sentó de golpe sobre el regazo del moreno, haciéndole soltar una sonora risotada. Amaba Hunyad, era su hogar y le encantaba que sus cachorros, como le gustaba llamar a los que consideraba sus hijos, apreciasen y se sintiesen como en casa en el castillo de Transilvania. Despeino al torbellino que tenía sobre las piernas, mientras le sonreía con verdadera ternura. Lisa estaría feliz de saber que tendría a sus sobrinos con ella más pronto que tarde.

 

- La semana que viene, señorita impaciente, pero por el momento te debes quedar a cargo de Dobby, que yo debo acudir a un compromiso en la Universidad

 

Hablarles a los gemelos como si fuesen adultos, los había capacitado para afrontar con madurez gran parte de los problemas que se podían suscitar a diario. La educación era un tema que le preocupaba y le ocupaba gran parte de su tiempo. Eran los futuros mandatarios del mañana y los que inclinarían la balanza hacia la victoria del bien y la luz.. No tenía secretos con ninguno de los dos. La relación con su progenitor había sido así y al final no había salido tan malo. Rebelde quizás, pero con una buena base en cuanto a principios.

 

- ¿Te vas a convertir en lobo? ¿Y me llevaras en tu lomo? ¿Podrás correr conmigo y con Henry a cuestas?

 

Y el ciclón retomaba su fuerza. El elfo propiedad de la Wesley acabaría loco al final del día. Aunque orgulloso dijese que si le seguía el ritmo. Por eso el Van Halen no podía borrar la sonrisa de su rostro, por ello y porque los nervios comenzaban también a hacer acto de presencia en su musculada fisionomía. Tras responder a cientos de preguntas como aquella, el medio vampiro partía ansioso hacia su clase de Animagia. Tenía la firme intención de transformarse en aquel animal que tanto lo describía, ya sea en físico como en personalidad.

 

Apareció, segundos después de usar la desaparición, en los terrenos de los arcanos, allí donde el calor apretaba y el desierto parecía haberse hecho cargo de la ciudad de Londres. El sol estaba alto, pues eran las dos del mediodía ya. Se quitó la chaqueta de cuero, omitiendo el suspiro que quería escapar de sus labios al saberse expuesto al astro rey, quedando solo con una camiseta blanca y un pantalón vaquero de color negro. Tal vez no era la vestimenta adecuada, pero así se sentía cómodo. Sus botas de cuero, el dije de jobberknoll y su varita lo acompañaban.

 

Ojeo el paisaje durante un lapso corto de tiempo y cuando tuvo claro hacia dónde dirigirse, elimino la distancia que había entre su persona y la puerta principal de la casona de su futura maestra. Llamo a la puerta de madera tres veces y espero a que Suluk lo atendiese. La impaciencia era una cualidad negativa de su personalidad, no obstante, en aquel momento, los modales y la empatía hacia la mentora habían ganado. Escucho unos aullidos dentro del lugar y aquello, en vez de acongojarlo, lo alentó aún más.

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Había escuchado el llamado de Suluk, pero no estaba tan segura de la respuesta que le daría. Orión le había preguntado qué estaba haciendo allí y ella se había hecho la misma pregunta una y otra vez. Se quedó atrás de todos, pensativa, enojada, frustrada. Cruzó ambos brazos, mientras observaba cómo uno a uno iban entrando.

 

Así pues, al cabo de un momento se internó en la cabaña de la mujer y esperó a que hubiese un huequito en medio de todos aquellos diálogos. Le sorprendió un poco el método, mas guardó silencio y se fijó en una de las chicas que le había traído agua, y a quien no prestó mucha atención.

 

― Arcana... ―carraspeó. Su propia voz le resultaba ridícula, quizás porque se encontraba ansiosa.― Creo que estoy lista para responder a su pregunta. ―"Creía". Es que Candela ya no estaba segura, nunca, de nada. No confiaba en nadie, no confiaba en nada.

 

Puso los ojos en blanco, como si fuese culpa de Suluk el hecho de que tuviese ciertas emociones encontradas. Ni siquiera Nigromancia le había hecho pasar por tal apuro. Bueno, no, estamos mintiendo. Nigromancia se había encargado de hacerle ver lo más profundo de su corazón, aunque ella insistiese en que no lo tenía. Pero aquella habilidad, definitivamente le estaba poniendo los nervios de punta.

 

― La animagia es la habilidad que nos permite cambiar a una forma animal. ―se sentía una completa idi***, estaba repitiendo lo que ya le habían dicho a la Arcana. Pero, ¿qué otra cosa podía decir? Era lo único que sabía de ese tipo de magia.― Es el deseo latente, en el inconsciente humano de experimentar las habilidades que tienen algunos animales. Y es gracias a nuestra magia, que ese deseo puede llegar a realizarse. Aunque supongo que tendríamos que contar con la guía adecuada para no fracasar en la búsqueda de nuestro Yo salvaje.

 

Se miró las manos, presa de la incertidumbre.

 

¿Qué tipo de vinculación tiene una persona, como yo, con un animal? Si bien es cierto de que nada me garantiza el hecho de que conserve mi Yo consciente, ¿cómo puedo entregarme a mi estado salvaje, si incluso en mi forma humana, hago lo que podría considerarse hecho por una bestia? ―lo último lo dijo casi en un susurro.

 

Y es que la Triviani entendía lo que tenía que hacer para llegar a toparse con lo más profundo de su ser, pero no quería enfrentarlo. Hacerlo sería enfrentarse a sí misma y volver a pasar por lo que pasó con Baléyr. Quizás algo peor.

 

Quizás.

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~ Mosquito ~          Ianello 

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- Entonces continuemos con la búsqueda - Afirmó la anciana ante las palabras de Anne - Quiero que tomes esos 3 animales y me digas en qué te pareces a cada uno de ellos, aquel con el que más cosas en común tengas posiblemente será tu forma animal - Las cosas sucedían por una razón y usualmente la forma animal era una con la cual tenían muchas cosas en común y los representaba adecuadamente así que solo debían verse reflejados en un animal para entender muchas cosas sobre la animagia y sobre su esencia mágica.

 

- ¿Y cuál es? Tendrá que pensar en algo similar a lo de Anne pero solo para tu forma animal - El otro mago dio una respuesta un tanto llena de duda que la arcana no lograba entender - Si crees que así es, tendrás que continuar con tu aprendizaje - Solo si tenía clara su forma animal podría continuar pero para ello primero debía demostrarle a Suluk que estaba preparado. La siguiente tarea sería la misma de la otra mujer pero solo para su animal.

 

- Y resulta que ahora tengo dos nuevos alumnos - Una mujer había ingresado a su vivienda mientras que otro alumno se encontraba en la puerta - No sé cómo haré para lograr enseñarle lo mismo a todos y en tan poco tiempo - De nuevo regresaba a la época en la que contaba con muchos alumnos dentro de su vivienda y eso la desesperaba un poco. La animagia no era fácil de comprender ni de aprender, así que siempre era mejor con pocos alumnos que con tantos como en ese momento.

 

- ¿Qué los ha traído a mi vivienda? Ya sé que no me traen comida ni ningún tipo de venta - Los últimos alumnos habían tenido que pasar por esas preguntas pero Suluk por fin entendía que solo buscaba sus enseñanzas y un poco de su conocimiento. SIn embargo, era una acción que debía ser confirmada por cada uno de los alumnos antes de dar inicio al proceso de aprendizjae - Espero que piensen bien su repsuesta - Advirtió la anciana.

 

- Interesante pregunta pero debo advertir que pensé que se había aburrido en mi clase - La última alumna había aparecido nuevamente justo a tiempo - Eso es porque no estás permitiendo que todo fluya. Debes controlar tu lado salvaje y convivir con él, no debe ser adiestrado solo debes saberlo manejar y para ello debes entenderte a ti misma mucho - La arcana sabía que el trabajo con la chica sería mucho más complicado.

 

- Quiero que cierres los ojos y pienses en todos aquellos momentos en los que te has comportado como una bestia y me digas qué tienen en común todos ellos: forma de actuar, cambios físicos y todo aquello que consideres relevante para un animago - La mujer seguía sin conocer su forma animal así que tendrían que encontrarla de alguna manera para poder continuar con el proceso de aprendizaje y lograr llegar hasta la Gran Pirámide.

 

Finalmente Orión se encontraba en Alaska junto a un cachorro de oso y la situación lo pondría en los aprietos suficientes como para tener que transformarse y adoptar su forma animal - Deja liberar tus instintos, permite que tu lado más salvaje te guíe en situaciones complicadas y llenas de adrenalina pero jamás pierdas tu lado humano y la capacidad de razonar - Suluk le envió un pequeño mensaje a través de uno de sus copos de nieve esperando que el hombre fuera capaz de comprenderla.

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Dos segundos habían pasado desde que el rumano llamó a la puerta. Cuando esta se abrió, dejó a la vista una cabaña pequeña, llena de lo que, intuyó, eran recuerdos de una época pasada. Todos ellos ligados a Egipto y sus alrededores según su percepción. Extraños para él en su mayoría. El primer impacto fue bueno, le gusto aquel desorden ordenado que la mujer poseía, dejando en claro cómo funcionaba su mente. Luca sonrió al descubrir quien había hecho el anterior ruido que le había llamado la atención. Tres canes de lengua rosada y ojos claros jugueteaban unos con otros en un rincón de la habitación.

 

Tras un rápido vistazo al lugar, manía que poseía desde niño, se fijó, ademas de en la nieve que ocupaba casi todo el espacio, en varias figuras cercanas, las cuales estaban rodeando a una anciana. Supo que era la maestra de la habilidad cuando, y sin habérselo esperado, le increpo sobre que hacia allí. El tono de voz que uso no fue fuerte, sin embargo, denotaba autoridad. De buenas a primeras no supo cómo reaccionar. ¿A caso tenia pinta de vendedor de fruta o algo similar? – Vengo en busca de conocimiento – Confirmó el Dhampir cuando los ojos de Suluk coincidieron con los suyos.

 

Concreto en su forma de expresarse, como siempre. El Van Halen era un hombre de pocas palabras. Tal vez fuese suficiente o quizás no. La expresión de la fémina era tal, que lo incitaba a querer saber más, tanto sobre sí mismo y la criatura que habitaba en su interior, como de las habilidades de la arcana y de su historia en el mundo. Otra notable característica del rumano era su curiosidad – Deseo hallar esa forma animal que siento cada vez más despierta, controlarla y poder entenderla – Aunque de aspecto tierno y dulce, la mujer intimidaba. El saber era, posiblemente, el mayor poder de una persona.

 

Uno de los perros se acercó, olfateándole la mano. El Alaska Malamuten era sin duda un bello ejemplar. El europeo, mientras esperaba que su ahora mentora respondiese, fuese con otra pregunta o con un mandato, jugueteo con las orejas y el sedoso pelaje del que parecía el líder de aquella manada. Las conversaciones seguían y todas ellas eran interesantes. Pudo extraer fragmentos de lo que suponía eran las siguientes misiones para lograr llegar al nivel de la arcana. Y ahí fue cuando la incertidumbre lo envolvió. ¡Impaciente!, lo regaño su voz interior.

 

¿Qué bestia seria su tótem? ¿Con cuál compartía más rasgos? ¿Qué especie lo aceptaría como uno de los suyos? Muchas incógnitas y aún más respuestas. Si era cierto que el águila real era su patronus y que compartía con ella el amor por la libertad. También era verdad que su lealtad y forma de combatir eran las de un lobo. Y que según su signo zodiacal y su elemento, la nutria formaba parte de su sistema. La ansiedad y las ganas de probarse a si mismo estaban al límite. Sus dilatadas pupilas así lo confirmaban – Me temo que – Sonrió el moreno – Voy a acabar con tu paciencia. Tengo muchas dudas.

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― De haberme aburrido, ni siquiera me hubiese molestado en entrar. ―respondió de mala gana a la mujer.

 

Y era cierto. Candela tenía su atención un poco dispersa en ese momento, sí, pero eso no significaba que hubiese perdido el interés en ese tipo de habilidad. No tenía la más remota idea de lo que tendría que hacer, o bueno, sí lo sabía pero había decidido internarse en un estado de negación total. Y, tal vez, sería buena idea el quedarse allí e intentar aprender de la Arcana.

 

― Intento adiestrar mi lado salvaje porque terminaría hecha una fiera, de lo contrario. Yo... ―se obligó a callar. La Triviani meditó sobre el pedido de Suluk y, con algo de desconfianza, cerró los ojos.

 

Y empezaron a rebobinarse los recuerdos en su memoria, como si estuviese siendo forzada a ver una película. Primero una, luego otra más intensa que la anterior. Se le hizo familiar el momento, aquel por el que Baléyr le había hecho pasar también. Parecía que los Arcanos disfrutaban de ese tipo de escenas. Aunque Suluk no podía saberlo, ella no había estado en el principio de los tiempos, de sus tiempos.

 

Una pila de cadáveres yacían a sus pies, todos eran niños -desde bebés hasta pubertos-. En la cima de todos ellos, se elevaba el cuerpecito inerte de un varón, de no más de un año, con el cuerpo lleno de sangre. Algo común en ellos. Por supuesto, la gitana los había matado a todos. A unos los conocía, los había acogido bajo su protección en algún momento. Pero el sacrificio tenía que hacerse y les había tocado.

 

Le tocó también al que lideraba el montículo de cuerpecillos, era su propio hijo.

 

― ¿Sangre? ―murmuró, indecisa por su respuesta. Abrió los ojos de forma brusca y se quedó con los ojos grises fijo en la anciana.

 

Pero es que no era vampiro, ¿verdad? Había tenido al idi*** de su primo "semi vampiro, semi demonio", pero ella tenía una sola raza. Miró a sus costados para asegurarse de que no estuviese siendo juzgada por lo que había dicho, ni por lo que diría.

 

― Es sangre, Arcana. ―ésta vez sonó un poco más segura.― ¿Puede entrar dentro del infanticidio por poder? ―ya, se lo estaba inventando nada más que para justificar su accionar.

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~ Mosquito ~          Ianello 

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- No creo que vayas a terminar mi paciencia - La arcana tenía demasiada y ya era experta en enseñar la animagia. Llevaba muchos años siendo arcana y nadie le había hecho desesperarse al menos un poco, nunca perdería la calma aunque siempre sería muy sincera - ¿Conocimiento? Esto no se trata de conocimiento y poder, se trata de entender nuestro propio pensamiento, cuerpo y personalidad - La arcana estaba un poco extrañada con la respuesta que había dado el hombre a su pregunta.

 

- Dime, ¿cómo es que sabes que tienes una forma animal y por qué crees que debe ser controlada? - Le causaba curiosidad lo que había dicho. Tenía razón en lo que había dicho de cierto modo pero tendría que indagar un poco más sobre sus verdaderas intenciones en la clase y lo que realmente estaba buscando antes de empezar a mostrarle los conocimientos necesarios para ser un buen animago. Una vez tendría que cuidar su respuesta si deseaba acceder a la vivienda de la arcana.

 

- Haces bien en seguir mis instrucciones - La otra mujer estaba perdiendo el control y claramente eso era lo que no debía ocurrir. Suluk necesitaba hacerle entender algunas cosas para poder dominar sus instintos animales pero para ello necesitaba cooperación y confianza en sus propios métodos de enseñanza pero al parecer la mujer no estaba muy receptiva en ese momento. Al menos había cerrado los ojos para dejarse llevar por sus pensamientos y su propia historia.

 

- No creo que pueda, pero ahora es tu debes comprender por qué la sangre es importante en tu propia historia y el por qué puede ser una conexión con tu forma animal - Suluk no entendía mucho de lo que estaba hablando pero sabía que sus poderes mágicos la ayudarían y de paso un poco de cercanía con el mundo vampiro sería útil o quizás no y terminaría con su primera estudiante muerta durante el proceso de aprendizaje.

 

- Debes cruzar el portal que acabo de abrir. Te llevará a una zona en la cual vas a encontrar mucha sangre y tu tarea será analizar el entorno. Piensa bien qué animales ves y cuál es el que se parece más a ti misma - Suluk la estaba poniendo al límite en ese momento pero sabía que una vez lograra entender la conexión podría transformarse con tanta facilidad que ni la propia alumna se lo podría creer. Solo debía seguir las indicaciones de la anciana una vez más sin preguntar.

 

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Suluk no respondió al momento, pero tampoco se hizo de rogar. Parecía conforme con que se hubiera acercado un poco más a su objetivo que, por el momento, estaba marcado en saber cuál sería su forma animal. En su ignorancia, la Gaunt pensaba que la forma animal la escogían ellos y se había sorprendido al saber que cada uno tenía la suya de forma... más o menos configurada.

 

Ella había conseguido delimitar un poco esa búsqueda, pero aún no estaba segura de cuál podría ser. Miró a la arcana, y asintió.

 

¿Cosas comunes con...? Bueno, déjame pensar.

 

Se quedó donde estaba, aunque retrocedió un par de pasos para dejar espacio a los demás, que ahora recibían instrucciones de la arcana. Al parecer, ahora mismo le tocaba trabajar con su mente para descubrir lo que la arcana no podía decirle y, solo así, podría continuar. Pues bueno, tocaba centrarse en sí misma un rato.

 

Buscó en su memoria los detalles de los tres animales que había visto mientras se hallaba sumergida en el sopor al que los había inducido Suluk un poco antes con aquel copo de nieve en la frente. Inconscientemente, se rozó la piel allá donde la arcana la había tocado y se percató de un detalle al hacerlo: de los tres animales, dos eran voladores. Y el otro era un ezo momonga, una ardilla voladora. Evidentemente, su forma animal tenía conexión con el aire. «Ravenclaw», pensó también, divertida al encontrar aquella conexión. Ravenclaw había sido su casa en Hogwarts, y era un hecho del que siempre se había sentido orgullosa. El símbolo de la casa era precisamente un águila. «Como el pigargo». Pero aquello no era determinante como para concluir que aquel era su animal.

 

Pensó en los ezo momonga. No dejaban de ser una subespecie de ardillas: nocturnas, tímidas, dulces y bastantes domésticas. No, aquel animal más bien no tenía nada que ver con ella.

 

Lo descartó dejando a las dos aves como posibilidad. Volvió a rascarse la frente, a lo mejor todo lo que estaba haciendo en aquel momento era inútil y llegaba a una conclusión errónea. Veía a sus compañeros sumidos en sus propias tareas sin saber cuáles serían sus formas animales o si se sentirían tan desorientados como ella. ¿Y si no estaba preparada para aprender animagia? Suspiró pesadamente, le agobiaba aquella situación.

 

Recordó las palabras de Suluk y decidió que debía centrarse, ella jamás dejaba algo a medio hacer. Ya que había ido hasta allí... debía aprovechar el tiempo para no quedar como una inútil. «Piensa, Gaunt. ¿Qué puedes tener en común con un animal volador y por qué?». Aquella pregunta muda funcionó como una descarga en su cerebro. Recordó nuevamente a los ezo fukuro, aquellos cárabos que comían animalitos y dormitaban escondidos en los troncos de los árboles de Hokkaido. ¿Eso tenía mucho que ver con ella? No, a no ser que fuera por el tamaño (que ella no era especialmente grande).

 

El recuerdo de los cárabos quedó opacado tras la imagen de un águila gigante de plumaje blanco y negro, adornado con unas poderosa garras y enorme pico de color anaranjado. Era un ave poderosa, imponente; una de las más pesadas del mundo, con una envergadura de más de dos metros de una punta a la otra del ala cuando las tenía extendidas. Dominaba su territorio, no aguantaba incursión en éste por parte de otras especies. Era de costumbres fijas, independiente. Y le gustaba el agua, ya que su alimentación se basaba sobre todo en peces. ¿Y si verdaderamente...? Recordó cuando era pequeña y soñaba con volar, cuando admiraba el vuelo de aquellos seres y los recreaba en su mente mientras dormía. La libertad, la independencia, el poder que otorga el saberte más fuerte y rápido que otros al planear en el aire... Miró a Suluk, con una incipiente sonrisa asomando en la comisura de sus labios.

 

Arcana, creo que lo tengo. Ya sé cuál es mi forma animal —le dijo, en un momento en el no estaba hablando con ninguno de sus otros alumnos.

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No lo meditó mucho antes de responder, algo en su interior sabía que aquella era la razón por la que de un momento a otro había decidido convertirse en animaga.

 

- Vengo en busca de respuestas -dijo encogiéndose de hombros.

 

En apariencia demasiado general, incluso hasta podría considerarse una respuesta vaga y pretenciosa. Casi podría compararse -si no se intuía su trasfondo y aquella ligera diferencia de términos- a la búsqueda de conocimiento de la que alardeaba más de algún estudiante y que había escuchado una infinidad de veces en diversas clases; y cada vez que lo hacía rodaba los ojos cansada de lo absurdo de todo. Cuando alguien decía buscar conocimiento pocas veces lo decía porque fuera consciente de su propia ignorancia, sino que lo decía para mostrar ambición, deseos de poder y grandeza.

 

No era más que una ilusión de control e inteligencia que los embriagaba y los hacía actuar a todos igual. Todos igual de sabios, todos igual de fuertes e irónicos. Superiores e insignificantes a la vez. Diferentes caras de una misma moneda.

 

Sin embargo, en su caso, esta búsqueda no tenía que ver con la apariencia ni con obtener más porque estuviera dentro de sus capacidades obtener más. La ignorancia había hecho que cruzara esa puerta. Habían sido las dudas que había albergado desde pequeña las que habían desatado dentro de ella esta nueva necesidad de respuestas, esa constante y demoledora crítica hacia sí misma y sus habilidades -pocas- la que la habían vuelto muy consciente de sus propias limitaciones e ignorancia.

 

Se ubicó apartada, se fue a sentar de piernas cruzadas en un espacio libre, dejando a la Arcana continuar con el resto de alumnos. Se apartó para esperar y observar, a sabiendas de que completar una habilidad como aquella iba a requerir más que solo el anhelo o el deseo. No iba a bastar con trozos de recuerdos infantiles, ni siquiera estaba segura de que esa conexión existiera o que hubiera rastros en su personalidad que pudieran determinar que poseyera y controlara la habilidad.

 

- Tengo muchas dudas -había querido decir.

 

O decir que realmente no sabía qué diantres hacía ahí. Tenía preguntas, de eso tenía de sobra. Respuestas, ninguna.

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Pasó por sus callosas manos por la cara. Soltó aire por la nariz, que se coló por sus gruesos dedos. Bajó lentamente las mismas y liberó la visión. El cachorro de oso no paraba de llorar a un lado del animal muerto. El sol estaba cayendo, dejando un juego nostálgico de luces doradas. Era en esos momentos, que Orión se sentía un poco conflictuado. No había dormido nada en todo el día y el jetlag, el maldito jetlag, no lo dejaba pensar tranquilo.

 

Estaba sentado en una piedra, dentro de una caverna. Levantó una ramita que tenía cerca y comenzó a hacer dibujos en la tierra.

 

- Puedo matarlos a todos, pero, volverían más. Si fueran más inteligentes que los del Ministerio, lo cual, seguro, porque son todos tontos… quemarían todo por si las dudas.

 

Pensaba en voz alta. Intentaba ignorar los llantos y los chirridos.

 

- Pero, si los asusto con magia, harían lo mismo. Necesito… necesito atacarlos desde otro punto.

 

Él era un táctico nato. Tantos años en su juventud comendando asaltos tenían que servir de algo. Soltó el palo al darse cuenta y una sonrisa, un poco bastante sádica, se dibujó en su rostro. Buscó su anillo de amistad con animales, pero bufó ante el intento fallido. Se levantó de su improvisado asiento para acercarse lentamente al animal huérfano. Lo levantó con un poco de cuidado, éste se movía, quejándose con fuerza. Se miraron fijamente, cruzando sus ojos azules con los oscuros del animal. Frunció el ceño y los labios y lo agitó un poquito.

 

- Escúchame bien. Vengaremos a tu familia. ¿Pero qué estoy haciendo? Hablándole al aire. Arj… Necesito un té.

 

El animal se quedó quieto por primera vez en horas. Suspiró calmado. Tenía los ojos rojos y unas ojeras enormes. Sentía cansado los músculos. Parpadeó lentamente y le sonrió de lado. Lo dejó en el suelo.

 

El té, ya estaba listo. Se había ocupado de sacar su set, calentado el agua y preparado una mezcla con algunas hierbas de aquel bosque. Se sirvió una taza y le colocó un poco en un cazo a su nuevo amigo. Tampoco quería presionarlo mucho, pobre, tenía que hacer su propio luto. Miró fuera de la cueva. La famosa hora azul. Levantó un poquito sus cejas. Comenzó a nevar. Salió con la taza en mano para estirar los músculos. Un copito de nieve se le posó en la frente.

Deja liberar tus instintos, permite que tu lado más salvaje te guíe en situaciones complicadas y llenas de adrenalina, pero jamás pierdas tu lado humano y la capacidad de razonar.

 

Se terminó el té. Miró dentro de la cueva. Sacó un cuchillo de su monedero Mocke. El cachorro se había bebido el té y estaba durmiendo. Orión comenzó hacer cortes sobre el animal muerto. Se llenó de sangre las manos, los brazos, el cuerpo en general. Sacaba retazos de piel. Las iba dejando lentamente a un costado. El cansancio lejos había quedado. Sentía sus músculos contraerse con facilidad. Despellejar a un oso era como cortar mantequilla. Las ropas que llevaban empezaban a sentirse sucias, molestas, picosas. Se quitó la camisa y la remera, luego las botas, el pantalón. Se quedó desnudo. Se colocó encima la piel del oso, como una capa.

 

Se adentró al bosque, en esos momentos, sereno. Su respiración era agitada. El té le estaba levantando el ánimo a terrenos que no tenía pensado.

 

Diablos, ¿qué había tomado?

 

Se sentía igual como en la nieve, en la cabaña de Suluk. Pero a diferencia, era su cuerpo el que se movía por sí solo. Su humanidad, aquella había quedado con el cachorro y el té. Sonidos guturales salían de su garganta. Nevaba cada vez con más fuerza. Su destino era claro, se dirigía hacia donde había encontrado al cadáver. Un suave viento lo acompañaba. Sentía su corazón acelerarse. Cerró los ojos con fuerza. Saltó una pequeña pendiente y fue cuando sucedió.

 

Sintió un calor terrible desde lo más profundo de su ser. De sus extremidades salieron una luz que lo envolvieron, utilizando la piel que lo protegía del frío. Su cuerpo había comenzado a cambiar. La piel se desvanecía en un polvillo dorado para revelar el nuevo cuerpo de Orión. Un pelaje suave, brillante, de un cobre intenso. Una espalda más ancha y un torso superaba su tamaño completo humano, unas palmas gigantes y garras filosas. Un hocico con alguna que otra cana partiendo desde su nariz. Orejas redondas. Los ojos, azules por supuesto.

 

Y una pomposa cola.

 

Finalmente, soltó un rugido de guerra. Un grupo de osos estaban a su espalda.

Editado por Orión Yaxley

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- Me alegra escuchar eso, es una gran noticia - Suluk movió su varita y abrió un portal que llevaría a Anne a donde ella quisiera - Anne he abierto este portal para llevarte hasta el hábitat de tu animal y tendrás que estudiar atentamente su comportamiento. Intenta adaptarte a ellos y comprenderlos, deja liberar tus instintos animales - Lo que Suluk le estaba pidiendo a la mujer podía ser muy complicado o muy fácil de entender pero le correspondía a Anne analizar la situación y buscar dentro de ella mismas las respuestas a lo que la arcana le solicitaba.

 

- Me gusta dar respuestas - Suluk escuchó atentamente las palabras de su otra alumna. Le gustaba que los estudiantes no dijeran que estaban allí por una sed de conocimiento y por volverse más poderosos, debían aprender algo y salir con una enseñanza de la clase. Así que la clase había empezado relativamente bien en ese sentido. La anciana era la indicada para responder las preguntas si estaban relacionadas con la Animagia

 

- Para poder responder tus preguntas y solucionar tus dudas tendrás que preguntar. Sigue y siéntate en una de las sillas para que podamos conversar - Suluk estaba demasiado interesada en conocer aquellas preguntas e interrogantes. Le agradaban los estudiantes que no tenían idea de lo que estaban a punto de experimentar, quizás por eso había sentido una conexión con Orión - ¿Y Orión? ¿Estará vivo? - Pensó al recordar que su alumno se encontraba en un viaje y pronto volvería.

 

En ese momento comenzaron a pasar muchas imágenes por la mente de la Arcana. Recordar a Orión le hizo pensar en él y buscarlo a través de su magia para saber si todo estaba en orden - Es un oso - Pensó con sorpresa, el hombre había logrado transformarse y adquirido su forma animal pero le faltaba un paso más antes de regresar: lograr encontrar el modo de salir de su estado animal y recuperar su forma humana. Era lo que todo buen animago debía saber y ser capaz de realizar para no perder por completo su esencia.

 

- Orión tendrás que responderme una pregunta al volver: ¿Deseas realizar la prueba de la Animagia? - Un poco más de incentivos no le caerían mal y sabía que le daría el coraje necesario para encontrar la salida y volver a estar con Suluk en su vivienda. Sin duda el hombre estaría listo para presentar la prueba pero solo si lograba regresar como humano y con vida hasta la arcana. Una tarea relativamente sencilla a los ojos de la mujer pero muy compleja para un aprendiz.

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