Animagia

[Anne Gaunt M.]

Volar no podía compararse a ninguna otra sensación que hubiese sentido antes. Había volado en escoba, y también en alfombra. Y había planeado con el amuleto volador, pero ninguna de aquellas sensaciones eran equiparables a la que sentía en aquel momento. A parte de sus nuevos sentidos como animal, el viento procuraba a su cuerpo una sensación de equilibrio y ligereza que la llenaban de orgullo y libertad. Sin dejar de observar a las otras águilas, descubrió qué debía hacer para poder comer. Miró entonces hacia el agua, donde podía ver el brillo de las escamas de algunos peces que había cerca de la superficie. Y su instinto animal hizo el resto.

 

Plegó las alas y se introdujo en el agua con fuerza, con el pico abierto para capturar al pez. En cuanto notó algo, lo cerró con fuerza y volvió a salir del agua dejando que el agua escurriese por sus casi impermeables plumas. Tarea finalizada, acababa de pescar su primer pez. La euforia casi le hizo soltarlo, aunque lo mantuvo debidamente sujeto hasta que volvió a subir al acantilado del cual se había tirado. Lo más curioso de aquella transformación era que, a pesar de que se sentía como un águila más, conservaba la esencia de su forma humana. Seguía pensando como Anne Gaunt, no como un águila cualquiera. Pero claro, con los sentidos e instintos añadidos de aquel animal. Era como completar su propio ser, era perfecto.

 

«Toca aterrizar», pensó, mirando las piedras que ahora quedaban por debajo de ella. No debía ser muy difícil, había visto cómo lo habían hecho las otras un rato antes. Se lanzó hacia abajo con una inclinación suave y luego abrió las alas para que actuaran de paracaídas, aunque no calculó bien la distancia porque el impacto fue un poco más fuerte de lo normal. El pez se le escurrió del pico y rodó por la piedra un poco, lanzando un chillido al aire de disgusto. Y un poco de dolor también. Cuando se puso nuevamente en pie, se sacudió el plumaje y estiró las alas para comprobar que no hubiese daños que lamentar. Nada, estaba todo en su lugar. Así que se acercó para recoger el pez y dar buena cuenta de él.

 

Cuando lo terminó, decidió que debía probar a regresar a su forma humana. «¿Y cómo hago eso ahora?», pensó, dando pasos cortitos sobre la piedra. Aquel caminar la hacía sentir est****a, las aves no estaban hechas para eso. Se concentró como lo había hecho un poco antes pero con la intención contraria, ahora no quería ser un águila, sino humana. La magia fluyó por su cuerpo, concentrándose gracias a aquella idea y pronto sus plumas desaparecieron y su cuerpo adoptó nuevamente la forma de su cuerpo humano menudo y musculado. Se palpó la cara y se miró las extremidades. Lo había conseguido, sí.

 

— ¡Jaaaaa!

 

El grito de triunfo retumbó en el aire. Sintió entonces que alguien la tironeaba y, aunque miró, no vio nada a su alrededor que le indicase qué ocurría. «Es la arcana, me reclama», comprendió enseguida. Alzó la varita para atraer su bolsito, que había quedado caído a pocos metros de donde estaba, y luego se dejó llevar por la llamada de Suluk, con los ojos cerrados.

 

 

Reapareció en el hogar de ésta y, en cuanto abrió los ojos y miró a su alrededor, se dio cuenta de lo cansada que estaba de repente. No sabía si sería a causa de la caída o porque la animagia conllevaba un gasto de energía al que debía acostumbrarse a partir de ahora. Se acercó a la arcana con una suave sonrisa en los labios, esperaba las próximas indicaciones de ésta. Y sin embargo, la siguiente indicación no era más que la ansiada pregunta que todos los inscritos a una habilidad esperaban en algún momento de su aprendizaje. Tomó el cuenco de agua que le ofrecía mientras parpadeaba, confundida.

 

— Yo... —vaciló por un momento. No estaba segura de si estaba preparada, por un momento las dudas le atenazaron el corazón. Y luego recordó la magnífica sensación de libertad que había sentido en el aire, el equilibrio que había adquirido su mente al encontrarse con unos nuevos instintos en su interior, compartidos con los que tienen por naturaleza los humanos—. Sí, estoy lista para tomar la prueba, maestra Suluk. Gracias por sus enseñanzas. Y por su agua.

 

Bebió un sorbo del cuenco y miró de reojo a Candela, al parecer afrontaría la prueba con ella y con Orión. Aunque en realidad las pruebas eran individuales, nadie podía acompañar a nadie. Así que tampoco le suponía un apoyo o un consuelo. Siguiente las indicaciones de Suluk, dejó el cuenco sobre una mesa y, tras realizar una inclinación de cabeza dirigida a su maestra y a sus compañeros, abandonó el hogar de la arcana. Debía descansar para afrontar la prueba al día siguiente.

[Lisa Weasley Delacour]

- Tranquilo bonito.

 

El rumano se sentía en deuda con la madre naturaleza. Los consejos y cuidados de Gaia, a lo largo de su vida, habían sido muchos y todos ellos decisivos en cuanto a la toma de decisiones. Por ende, no dejaría morir al cachorro que tenia ante sus ojos. Verlo perecer y no hacer nada seria como negar su unión con la diosa y sus enseñanzas. La decisión estaba tomada, pero en cuanto movió el brazo para tomar al animal y arroparlo contra su pecho, algo cambio. Cerro los ojos al sentir como la mareante sensación de viaje se cernía amenazante sobre su estomago. ¿Y ahora donde iba?

 

Retomo el control de su anatomía segundos después y no esta de mas decir que lo hizo cuando sintió como sus pies eran posados en un suelo firme y estable. Abrió los parpados para saberse, nuevamente, ante la arcana. No hizo preguntas cuando esta y sin hablar, le indo que bebiese de aquel mejunje con olor a cítricos que contenía el cuenco que le tendía. ¿Porque obedecía sin titubear a lo que una extraña le decía? Fácil; confiaba en ella. Su aura, intensa y poderosa, era pura y el Van Halen sabia, no entendía como, pero lo sabia, el amor que Suluk profesaba por la fauna y flora del mundo.

 

La calma fue instantánea. Se olvido de la sensación de ansiedad que sentía al no darle forma a su tótem, incluso de la salvaje adrenalina que se apoderaba de él al hallarse ante una nueva y, seguramente, extensa aventura. En cuanto el liquido, con sabor a ciruelas atravesó sus papilas gustativas cayo en un sensación de paz única y ciertamente agradable. El sabor lo reconocería en cualquier parte, pues provenía de su tierra natal. La ciruela le recordaba a su país, a su casa, a su niñez, cuando apenas era un infante y su progenitor le premiaba sus esfuerzos con tan jugoso dulce.

 

Y como si fuese magia, que obviamente lo era, estaba allí; Hunyad se mostraba esplendido ante un dhampir de doce años. Luca se miro en un riachuelo que discurría salvaje entre las rocas de la alta muralla. Sus pupilas abiertas le mostraban una imagen que tenia guardada en su memoria como uno de los recuerdos mas bellos de su existencia. Su entrada a la guardia. Su iniciación como militar al servicio de la princesa. Camino, con la cabeza alta, hasta el patio central del castillo. La emoción de querer probarse a si mismo y hacer que su padre se sintiese orgullo estaba mas presente que nunca.

 

Llego en menos de lo que esperaba. Siendo uno de los primeros y el de menor edad, se posiciono ante el general Basar. Expectante y ansioso. El sol estaba alto y el calor era abrumador, sin embargo, el chico sabia que aquella no era mas que otra prueba. Un alabardero real debía luchar contra las inclemencias climatologías, contra sus propios deseos y contra todo aquel que quisiese hacerle algo a sus protegidos. Debian ser fuertes, fieles a sus principios, leales a Transilvania y no temerle a la muerte. Su superior, tras la practica, lo había enviado a la agrupación canidos.

 

La noche había caído. Ya no estaba en su barraca de novatos. Ahora vigilaba el gran bosque que rodeaba la fortificación. El frio calaba en sus huesos como si la chaqueta que llevaba no existiese. Por aquel entonces contaba con dieciséis años y un rango superior en la guardia. Según habían escuchado, guerrilleros seguidores del cardenal, amenazaban con incursionar en el recinto y acabar con la vida de la reina, la cual había ido a visitar su palacio por las fiestas regionales del pueblo cercano. Desde su posición Luca observaba con detenimiento el horizonte. Nada ni nadie atravesaría las defensas si que él lo viese.

 

Su espada, afilada, lo acompañaba. Desde sus inicios se había encariñado con aquel metal. No era el mejor, ni el mas nuevo, no obstante, tenia algo que le llamaba poderosamente la atención. Quizás era aquel remache en forma de luna en la empuñadura o el grabado que poseía en la hoja. No lo sabia, pero cuando entraba en batalla, siempre lo hacia con su compañera a su lado. Según le había dicho Basar, jubilado hacia ya unos años, el acero elegía al hombre, como una varita. Tal vez y solo tal vez era cierto que el astro rey lo guiaba como a uno de sus discípulos.

 

El mismo puente de siempre. La incipiente oscuridad que lo envolvía. La celeridad de su carrera. Los golpeteos de su acelerado corazón en su pecho, como si quisiese escapar de su pecho. Era tarde, demasiado probablemente, el corría y corría por los jardines de la ciudadela. Se sentía volar ante las zancadas que daba. No era tonto, se notaba mucho mas ágil y ligado con la tierra. Era, en verdad parte de ella. Era una bestia, poderosa sin duda y capacitada para custodiar lo que sentía como propio. Acelero la marcha, queriendo llegar a donde anhelaba; el lago azul. Necesitaba verse. Asi entendería muchas cosas. El miedo lo invadió por unos segundos.

 

¿Seria ahora el momento adecuado? ¿Acabaría aquello como normalmente lo hacia? Era diferente la sensación, eso si que podía decirlo. Privada. Propia. El agua estaba cada vez mas cerca y el guerrero europeo sentía como la adrenalina comenzaba a anudarse en su garganta. Quiso morderse el labio, pero se topo con que poseía una mandíbula fuente con varios colmillos afilados. Antes de llegar a la orilla se detuvo, temeroso de lo que vería. Tras un lapso donde expreso mentalmente su miedo al mundo, atrajo esa valentía que lo caracterizaba y recorrió los metros que lo separaban de aquel espejo limpio de liquido vital.

 

- Auwhh – Al querer hablar, impactado por la sorpresa, solo pudo aullar.

 

Luca, en su forma lobuna, porque si, era un lobo, media dos metros y medio, con una altura de ciento veinte centímetros. Su pelaje, brillante y espeso, muy voluminoso, se movía al compás del viento. El color variaba entre el gris azabache y el negro rojizo según le incidiese la luz. Se paseo, como lo haría una modelo, a lo largo de la arena, para verse con claridad. Sus patas, con garras, su cola, larga, su espalda, mas ancha y peluda de lo habitual. Era él y sus ojos verdes esmeralda así lo indicaban. Sonrió o al menos así quiso creer que la mueca que le devolvía la criatura con su morro torcido lo era, pues en verdad, se sentía feliz.

 

- Alucinante – Se dijo.

[Beltis]

- ¿Qué es un animago?

 

Soltó al fin luego de una larga espera mientras seguía al resto de alumnos con la mirada. Se había ido a sentar apartada del resto, algo muy difícil en aquella estancia que estaba al límite de su capacidad. Se había dedicado a observar los avances de otros alumnos que parecían mucho más resueltos y en poder de un conocimiento que ella no tenía. Sabía lo que cualquier mago normal sabía sobre animagia, nunca le había llamado la atención. No especialmente, así que era un lienzo en blanco.

 

Sabía que era una habilidad que le permitía a un mago tomar la forma de un animal en particular, algo muy difícil de dominar. Pero nada más, por lo que le parecía lo más lógico conocer la habilidad de una manera mucho más profunda, qué significaba realmente ser un animago. ¿Qué era necesario tener para convertirse en animago? ¿Era algo natural o se podía entrenar? ¿El animal se elije o es solo la manifestación de un instinto propio e intrínseco?¿A qué nivel llega esa transformación? Miró a Suluk aguardando su respuesta pero antes de que abriera la boca, añadió más preguntas.

 

- ¿Qué es necesario desarrollar para convertirse en animago?¿Qué capacidades posee un animago? ¿Tiene alguna limitación?

 

Se calló, aunque todavía la asaltaban más dudas y preguntas. No sabía por donde comenzar a aprender, pero parecía que la única forma de entender esa habilidad era salir a buscar respuestas por sí misma.

 

 

 

 

 

[Suluk Akku]

- Espero que todo salga bien - La arcana nunca había experimentado con sus alumnos de esa manera. Luca era el primero así que esperaba que todo resultara bien, solo que en ese estado no podía observar nada como siempre le gustaba y tendría que esperar a que el mago despertara para poder conocer todo lo que había visto. El descubrimiento de la forma animal era un hecho muy importante en la vida de los magos y más para un animago así que sabía que no podía interrumpir y debía dejar que todo el proceso se diera.

 

- Interesante pregunta señorita - Era una pregunta demasiado amplia como para ser contestada en poco tiempo y en pocas palabras. Quizás entender la animagia no se podía solo hablando, debía experimentarse y comprender lo que se sentía al transformarse. Sin embargo, la arcana sí podía responder algunas de las preguntas de la mujer en ese momento al menos para darle un poco de idea sobre lo que tendría que vivir.

 

- Es necesario comprender que la forma animal y la forma humano no son muy diferentes. Hay que entender que hay características físicas y emocionales que las unen y que nada es una cuestión del azar. Todo está relacionado y tiene mucho que ver - Sus alumnos generalmente pensaban que sus animales eran cuestión de suerte pero siempre debían comprender que sus propias personalidades, características e historia eran las que ayudaban a determinar esa forma.

 

- Tiene algunas limitaciones pero será mejor que las veamos en la práctica. Es hora de empezar tu aprendizaje - Una de las perlas de nieve del collar de Suluk voló hasta la mujer para hacerla transportar hasta un momento de su vida que pudiera indicarle cuál podría ser su forma animal. Era una especie de auto análisis en el que debía buscar los detalles para descubrir su animal.

[Lisa Weasley Delacour]

@@Suluk Akku

 

Se paso unos minutos observando su aspecto en aquel enorme lago, conociéndose así. El color de su pelaje era una forma de describir la dualidad que lo caracterizaba. Sus verdes pupilas brillaban con intensa emoción por haber descubierto su tótem. Tensó sus músculos y vio como estos le conferían la resistencia propia del rey del bosque. Arrugo su hocico solo por ver como el blanco de sus afilados colmillos contrataba con la oscuridad de la noche. Aulló a la luna, sintiéndose parte de aquel astro. Corrió por los alrededores como si de un joven cachorro se tratase, probando su fortaleza y velocidad. Si, en verdad era un lobo y al parecer uno de enorme tamaño.

 

Sus pensamientos iban a la velocidad de la luz. Desde el orgullo a la responsabilidad por aquel conocimiento tan antiguo y único. Bien se podía imaginar mostrandole a Mei, su mujer y el amor de su vida, como se transformaba en algo que la fémina intuía desde un inicio. Era delirante e incluso intimidarte la sensación de plenitud y libertad que le recorrían cada poro de su ahora anatomía. Siempre creyó saber que dentro de su alma había algo mas, una esencia vital poderosa y visceral. Lo que unan se imagino fue que aquello fuese de tal magnitud y que tardase tantos años en llegar a poder conocerlo, porque si, su bestia personal tenia nombre y voz.

 

Jake, un nombre algo extraño y para nada originario de su Transilvania natal – Por fin puedo estirar la piernas – En cuanto Luca tuvo consciencia de Jake, este dio rienda suelta a la lengua y vaya que tenia ganas de hablar – Eres un lento colega, ¿como no te has dado cuenta de antes? Todas las pistas te llevaban a mi – Definitivamente se había vuelto loco, su conciencia hablaba, relacionaba términos e incluso lo llamaba lento, ¿como era aquello posible? - Magia – Fue la respuesta de su altee ego – Callate – Pensó el dhampir, no obstante, ¿a quien se lo decía? Por amor a Merlín, era él mismo, de cierta forma.

 

- Luego, primero debes despertar de esta especie de ensoñación, volver con la arcana y pasar las pruebas para que yo pueda disfrutar del aire mas a menudo y tomar posesión de ese vibrante cuerpo que tu esposa posee – uiso morderse la lengua para hacerlo callar, pero no tenia logica alguna, pues el musculo era de ambos – Vale Einstein y ¿como hago para salir de aqui? - Una rapida ojeada a su entono y no vio nada significatico, hasta que se percato de como el liquido elemento brillaba – Tal vez por ahi – Señalo Jake – Y haciendole caso a su, de ahora en mas, comapñero de por vida, se lanzo al agua, haciendo acto de presencia frente a la anciana dos segundos despues, esta vez sin garras y con su antigua vestimenta.

 

Sonrió, si, porque en verdad lo había disfrutado – Ha sido una pasada – Confeso, esperando que la bruja le hiciese preguntas y le enseñase mas sobre sus dones y too lo relacionado con aquella bella habilidad.

[Suluk Akku]

- No te esperaba tan pronto de regreso - Su alumno había cumplido con su tarea al parecer y estaba de nuevo en la vivienda de la arcana. Suluk tenía más preguntas que enseñanzas para darle o quizás eran preguntas que buscaban enseñarle solo a los más sabios y capaces de entenderla. La animagia no era fácil de comprender, debía experimentarse y sentirla para entenderla y solo algunos magos eran capaces de lograr dicha tarea.

 

- Lo primero que quiero que me digas es qué has aprendido de esta experiencia - Debía comprender que su forma animal no era una cuestión de la suerte o del azar. Era algo que se basaba en sus características físicas y psicológicas y había una razón para tener dicha forma y no otra. Sin duda solo los magos capaces de entender ello podrían superar las pruebas del portal y salir con vida. Una buena transformación solo se lograba al realizar una conexión adecuada.

 

- Quiero que me expliques qué características del lobo te hacen mejor - No solo había una razón para ser un lobo, también se debía a la capacidad de complementar la forma humana con la animal. La transformación en un animal y el mismo pasaban por un proceso mental y físico en el cual se tenían en cuenta muchas cosas y su alumno tendría que tenerlas claras antes de intentar pasar por la puerta de la Animagia.

 

- Al finalizar de responder mis preguntas podremos continuar con la clase. Excepto si tienes preguntas o dudas sobre lo que ha ocurrido hasta el momento - Suluk lo pondría a pensar con todas las preguntas que acababa de formularle pero probablemente tendría que responder muchas para aclarar la mente del hombre.

[Lisa Weasley Delacour]

Los ojos del dhampir quedaron fijos en las brillantes pupilas de la fémina cuando esta le cuestiono su rapidez. Parecía querer atravesar su alma y por un lapso Luca creyó que lo lograría. Su clara mirada, a pesar de la edad, quebraba a cualquier por la fuerza y sinceridad que transmitía. Las arrugas que rodeaban sus ojos eran muchas, pero el Van Halen bien sabia que aquellas no contaban años solamente, sino historias interesantes y poderes inimaginables – Ni yo mismo lo creía – Admitió el chico, pues era cierto y mentirle a la bruja no entraba dentro de sus opciones. También pensaba que le costaría mas acercarse a su forma animal, pero la parecer la diosa madre le había dado un empujón haciéndole recordar su historia.

 

- He aprendido varias cosas – Respondió el rumano, ignorando si mas alumnos estaban presentes – mi animal ha estado conmigo desde niño, representado en cada una de las etapas de mi crecimiento e historia. En mi juventud y mi edad adulta. Cuando ingrese a la guardia por lealtad al reino y por la rapidez de mis movimientos se me dio la oportunidad de estar en la brigada cánidos, la mas aguda en cuanto a sentidos y la mas letal a la hora de entrar en combate. Mi primera espada y la hoja de mi actual katana están creadas con partes de la luna, siendo esta asociado con los lobos y su características nocturnas. Es como si todo lo que he vivido, dictaminase esto. Todo me llevaba a ello. Como un camino de migas de pan.

 

“Y solo pudiese encontrar el significado cuando estuviese preparado” Esto no lo expreso en voz alta, pero estaba seguro Suluk se había dado cuenta – ¿Mis emociones son la clave verdad? - No necesito respuesta, pues fue el mismo quien asintió reiteradamente – Mis ansias de libertad, mi fidelidad a la noche y a la oscuridad, mi unión con Gea, mi capacidad a la hora del combate, mi amor por Mei…. - Cada vez bajaba mas la voz, recordando puntos clave de su crecimiento como persona. Su personalidad, su musculado cuerpo y su forma de cazar, fuese en el terreno el amor o en la guerra, eran iguales a las del rey del bosque – Estuvo ahí todo el tiempo – Su razonamiento era cierto, pero una duda lo asalto - ¿Como lo controlo?

 

[Suluk Akku]

- Tienes mucha razón - Suluk estaba sonriente al notar que su alumno estaba casi listo para realizar la prueba de la Animagia. Quizás lo más difícil de la Animagia era comprender que todo estaba relacionado con la parte emocional de las personas y que todo tenía una conexión - Es cierto que las emociones son la clave y era lo que esperaba que aprendieras - Solo los mejores magos y los más capaces lograban comprender dicha lección.

 

- No necesitas controlarlo. Debes comprender que es algo que vive contigo y que lo hará durante toda la vida, lo que debes aprender es a convivir con esos instintos - No se trataba de controlar como si de dominar una bestia se tratara. Era parte de ella y solo tenía que comprender que debía dejar sus instintos seguir su camino normal sin perder las capacidades humanas. Las capacidades animales debían complementar las humanas y no suplantarlas.

 

- Creo que en la prueba podrás comprender más todo esto que digo - Los retos de Suluk siempre buscaban hacerles entender esto que acababa de hablar y sin pensarlo le acababa de indicar al hombre cuál sería la siguiente etapa. La clase había finalizado y la prueba daría inicio en poco si así lo deseaba su alumno. Las enseñanzas de Suluk habían llegado a su final y ahora tendría que pensar en cómo ponerlas en práctica para demostrar sus capacidades.

 

- Sí, he olvidado preguntarte: ¿Deseas realizar la prueba de la Animagia? - Esperaba recibir una respuesta afirmativa como en todas las otras ocasiones. No deseaba recibir su primer no como respuesta o se sentiría muy decepcionada de sus propios instintos para determinar si los aprendices estaban preparados o no.

[Lisa Weasley Delacour]

La sensación de orgullo creció en el pecho del dhampir al escuchar como Suluk aprobaba sus palabras. La naturaleza de su tótem animal estaba fuertemente ligada a sus emociones y a su historia, convergiendo todo en una única figura, la suya. Él era el hombre, el guerrero, el dhampir, el lobo. Solo él tenía la capacidad para transformarse en el rey del bosque y el poder controlarlo solo era cuestión de entenderse a sí mismo y de aceptar y hacer suyas sus emociones e instintos más básicos. ¿Se creía capacitado para tal acto? Por supuesto. Además, huir de aquello sería imposible, tampoco estaba en sus planes. Mejor era asumirlo, sentirse pleno con quien era y adentrarse totalmente en aquel mundo.

 

- Estoy listo para la prueba arcana - Concluyo poco más de dos segundos después de que la bruja le hiciese la pregunta. La emoción por probarse, el anhelo por descubrir lo desconocido y la adrenalina de llegar a ejecutar el cambio al completo y por voluntad propio lo tenían totalmente excitado. Sus ojos, normalmente grises, brillaban con una tonalidad esmeralda, muy propia de los canidos que ahora representaba. Pocos eran los que superaban un escollo de aquel nivel. Lo que se comentaba en los terrenos de la universidad no distaba mucho de la realidad, pensó el europeo. Animagia era, tal vez, uno de los conocimientos más bellos de los que podías elegir, sin embargo, también uno de los más complejos.

 

Porque no solo era convertirte en una criatura de la fauna salvaje conocida, sino que requería una conexión estable con tus sentimientos, ideales y pensamiento lógico. Y a pesar de que todo el mundo apostillaba eso de conocerse, en secreto nadie o muy pocos lograban una total simbiosis. Se acercó a uno de los Alaska Malamuten a la espera de que la fémina abriese el portal o lo que fuese para enviarlo al paraje elegido para enfrentarse al reto. Sabía que allí no estaba solo y que los demás alumnos tenían el mismo derecho que él en cuanto a entender los secretos de tan genial conocimiento – Estoy en verdad ansioso, amigo – Susurró al blanco perro que ahora le lengüeteaba la mano.

[Suluk Akku]

El crepitar de las llamas la tenía adormilada. Había echado sobre sus hombros cansados una gruesa piel de oso pardo y bajo sus pequeños pies dos malamutes respiraban con sorna tal que espabilaban sus propias cavilaciones. Para su edad había tenido más actividad que la tolerada aunque fuese una mujer extremadamente fuerte y capaz, aquello había sido un oleaje de alumnos que le cortaron la respiración entre carreras, esperanzas y tiempo perdido ¡Como odiaba que le hicieran perder el tiempo! Dicha molesta había sido uno de los motivos por los cuales se hubo negado a impartir conocimientos a ningún europeo en general no solo su aspereza la tenía con los Ingleses más de un tiempo a ésta parte cada uno de sus pupilos ablandó su ya dulce corazón haciendo que reconsiderase la idea de marchar de regreso al verdadero sitio donde debería estar la Universidad, El Cairo.

 

Fuera nevaba como de costumbre, tres esferas giraban con elegancia entonando una danza elegante al compás invisible del viento y otras dos maravillosas bestias como las que dormitaban junto a la arcano correteaban hundiendo sus pesadas patas en centímetros de blanca nieve. Para entonces el páramo completo era tan etéreo como la leche y tan radiante como los rayos de sol que arrancaban destellos del hielo que conformaba las paredes de la cabaña que bien podría ser un iglú; la próxima persona que cruzase el reducido muro de barro se llevaría una grata sorpresa y debería de abrigar su cuello si no quería pescar un resfriado antes siquiera de cruzar palabras con Suluk quien consideraba a la mayoría de los aprendices por demás débiles y flojos de espíritu aunque eso no significase que alguno le hubiese hecho beberse sus palabras con té caliente.

 

Una gaviota con la punta de las alas de un marrón casi negro detuvo su vuelo en el alfeizar de una ventana congelada, picoteó la zona crítica de cierre y logró entrar sigilosa aunque Akku ya le había previsto, la sentía y con los ojos cerrados sonrió extendiendo una mano y estirando sus piernas temblorosas por encima de los canes aguardando a que el ave le hiciese llegar la notificación de los Directores pues ellos eran sin lugar a duda las personas que más le fastidiaban la siesta.

 

Extendió ambos brazos hacia arriba y por detrás de la cabeza dejando caer la piel de oso, imitando el ronquido de los malamutes mientras se desperezaba y rascando uno de sus arrugados párpados rasgó el papel del sobre sellado por el distintivo de Hogwarts y leyó por encima el nombre de quien la visitaría pronto, Cillian. Un nombre poco común debió admitir, que con la cantidad de años que cargaba entre las manos jamás hubo oído por lo que saboreándose concluyó en que quizás así como exótico el título lo sería la persona. Se puso de pie, salteó a las bestias y se perdió en una pequeña cocina abarrotada en cachivaches dado que el orden nunca había sido su prioridad donde calentó un poco de leche para aguardar al joven mago.