Animagia

[Hayame Snape Potter Black]

La joven bruja de ojso rojos parpadeó y se ruborizó, bastante sorprendida del recibimiento de aquella persona que parecía más sorprendida de verla respetando el límite de su espacio que atravesándolo; la Snape se rascó la nuca con verguenza, estaba tan acostumbrada al rechazo inicial de la mayoría de sus profesores (la mayoría, no todos) que simplemente, había querido dar una imagen un poco más respetuosa, especialmente, tratandose de alguien que le habían dicho que pertenecía a una de las tribus que la vampiro más respetaba y admiraba

Por lo tanto, inclinó la cabeza e hizo el ademán con el símbolo de la diosa, siempre manteniendo en mente el respeto para después acercarse y acceder al hogar de la arcana, volviendo a mover la cabeza de forma educada, como agradecimiento a que le permitiese el paso a su hogar

Suspiró un poco y permitió que el calor de aquel hogar inundase sus sentidos y eso relajó suavemente el cuerpo de la bruja que aguardó unos momentos antes de volver a andar para acercarse un poco más a la chimenea; se permitió ver discretamente los alrededores y una sonrisa surcó su rostro al reconocer mucha de la imagenología a los alrededores

Era como volver a ver viejos amigos después de tantos siglos aunque no conocía a la arcana, de todas maneras, la sentía bastante familiar

-Puedo preguntar, porque alguien de su pueblo decidió compartir sus conocimientos con gente como nosotros?

Inquirió mirando con curiosidad a su actual guía

-Según recuerdo, Sedna era muy recelosa de su pueblo como para compartir nada con los extranjeros, especialmente los de nuestra clase -dijo siempre con educación

[Suluk Akku]

¿Sedna?

 

La Arcano se mostró sorprendida de manera abierta, era casi como si Hayame le hubiese dado un puntapié al estereotipo de Londinense que ella evocaba en cada alumno desde su arribo a las arenas de la Universidad; incluso aun ahora que les habían trasladado a un punto geográfico más parecido a su casa. Suluk suspiró, el concepto de hogar estaba sobre valorado en esos tiempos, ella misma había renunciado a él luego de tantas pérdidas. Se conformaba con una chispeante leña que le proporcionara calor, algo de comer y sus inmensos y torpes malamutes.

 

—Sedna— Repitió.

 

Pero ésta vez el nombre de la antigua Diosa Inuit brotó de sus labios e hizo vibrar las tazas de café que traía un guapo y joven elfo. Los Arcanos y Guerreros Uzza abolían tamaña esclavitud mágica, pero Akku solo lo había aceptado cuando desde Dirección le informaron que se trataba de una criatura libre que deseaba servir de buena gana a la Arcana de Animagia. Todo ésto luego de la última clase en que la vieron muy cansada, la compañía nunca estaba de más.

 

Tolkien se acercó sonriendo, dejó sobre la mesa de té que se encontraba en medio de las dos mujeres, allí donde la anciana hubo invitado a Snape a tomar asiento y platicar, un café para ésta y una infusión de hierbas para Suluk. Acto seguido se sentó a sus pies, en el suelo, cruzando las piernas, como un pequeño niño al que le estaban por contar una fantástica historia. Pues así veía el elfo a Suluk, con total y completa admiración.

 

—Digamos que ella creía un poquito menos en la humanidad que yo o mis compañeros Arcanos.

 

Además de no pertenecer a la misma tribu Inuit, pero eso no lo dijo. En el ártico, los pueblos se guiaban mucho por los elementos que a madre tierra les brindaba, de allí surgía la magia de cada chaman, enfermero o brujo. Sedna pertenecía a la tribu que veneraba al agua, ella era una Diosa marítima. En cambio Akku, dejando de lado el hecho de que no era una Diosa sino más bien una Arcano, tenía conexión con el viento y la naturaleza en general.

 

Bebió un sorbo de su té, aun estaba sorprendida por el hecho de que Hayame conociera sobre la existencia de dicha Diosa, más en lugar de preguntar lo convencional, redobló la apuesta interrogatoria y desvió el tema.

 

—¿Ahora, dígame usted, señorita Snape, cómo es que una bruja conoce a la maravillosa Sedna y su poca simpatía hacia las personas de poca valía, o como ella les decía, simples mortales?

 

Dejó la taza en el apoya brazos del sofá y cruzó los dedos sobre sus viejas pero fuertes rodillas.

[Hayame Snape Potter Black]

La bruja parpadeó unos segundos y se ruborizó con fuerza antes de tomar la taza que le ofrecían, agradeciendo con un murmullo apenado en el que la acompañaban sus ahora intensamente rojas mejillas al tiempo que intentaba que los pensamientos no se le agolparan demasiado en la cabeza; sabía que cuando seponía más nerviosa de lo normal, tendía a arruinarlo todo y en aquellos momentos, si había sentido mayor respeto o sensación de admiración con un arcano aparte de aquel que a veces veía alrededor de su hermana, era quien tenía delante.

Y por eso mismo, ahora sentía una ligera opresión en el pecho para intentar dentro de todo lo posible ser correcta con la mujer que sentía, tenía una gran sabiduría para compartir.

O cruzaba dedos para que si la considerara digna de.

Bajó la mirada de orbes rojas a la bebida oscura entre sus manos y se concentró en esta por unos momentos, mirando ese reflejo que le devolvía la inseguridad

-Tengo unos cuántos amigos en ambos extremos de las tierras blancas y azules, de tribus a voces silenciadas que son adoradores de Sedna a quienes llaman "su madre" -explicó finalmente con un tono de voz no tan bajito pero aún, suave y calmada como si estuviese recordando su tiempo con aquellas personas

Todavía recordaba como tenían tantas tradiciones, festividades, calendarios y símbolos únicos para quien consideraban lo más importante y la protectora de todos ellos

-Fueron los que me hicieron ver de primera mano que no era muy adepta a los que veníamos del exterior, pero me explicaron sus motivos y tuve que pasar unas cuantas pruebas por una temporada muy, muy larga para ganarme el beneplácito de la diosa o al menos, su tolerancia a mi presencia

Dijo y finalmente, dió un pequeño sorbo al café, lo que la relajó un poco más: Hayame era adicta a todo el café

-Sin embargo, las "sacerdotisas", como las llamaban algunos hombres nunca me dejaron estar muy cerca de cualquier zona sagrada porque decían que mi color de cabello era para un "aguta" -pronunció con un tono de voz curioso, sonriendo a desgana al recordar las miradas que solía atraer por su color de piel y el color de su cabello

Parecía que eso era algo común a todos los pueblos humanos en general

-Una recolectora de muertos

Susurró bajando levemente los párpados para luego, darle un nuevo sorbo a su café para aspirar brevemente su aroma y volver a ver a su maestra

-Sin embargo, me dí cuenta que muchos de ellos tenían un poder de transformación en criaturas, dependiendo de cuál zona, para sobrevivir a las inclemencias del océano o del propio clima sobre la placa -explicó y alzó la mirada a la mujer- nosotros como vampiros vamos por diferentes transformaciones debido a nuestra naturaleza pero me dí cuenta de que la mágica, tal cuál como magos o brujas no es algo que practiquemos como tal

Dijo despacio pero con un tono levemente más seguro

-Por eso mismo, ellos me hicieron entender que también tenía que aprender de ese conocimiento, para no ser solamente la mitad de un ser -dijo y aguardó, nuevamente con los nervios a flor de piel por si había decepcionado a su profesora

[Suluk Akku]

—Ya veo.

 

Comentó. Suluk no dejaba de estudiar los comportamientos que aquella joven tenía en su presencia. Había llegado con una especie de sabiduría infundada, ínfulas, o quizás temor debajo de todo ello, más ahora se mostraba reticente, algo tímida, incluso ¿avergonzada? Akku no era de quedarse con las primeras impresiones y había tenido tiempo de sobra para descansar así que tomaría el arribo de Hayame como una puerta hacia la aventura. La casa le tenía aburrida, aunque disfrutase la compañía de Tolkien, necesitaba correr riesgos, y una nueva clase le traería de seguro al menos uno.

 

Terminó su té de hierbas y le entregó la taza al elfo acariciando la pelusilla que portaba sobre su cabeza, éste se atrevió a tomar la taza de Snape también, hubiese o no ésta terminado el café, y se marchó como un niño travieso corriendo al tiempo que los malamutes lo seguían con torpeza. En la cocina se oyó el estruendo de platos rotos y trastos cayendo y rebotando por las paredes y el suelo, cosa que significaba que todos no cabían en dicho ambiente y tocaría limpiar.

 

La arcano rió jovial y se puso de pie. —¡Entonces no hay tiempo qué perder!

 

Camino con una entereza, que nadie le creería tener a la edad que reflejaban sus arrugas, hacia las estanterías colmadas por libros nuevos, antiguos y no tanto, para tomar lo que parecía ser una enciclopedia pero que dentro estaba hueca. En lugar de sabiduría ésta les entregó un papiro, un pergamino que si lo mirabas demasiado amenazaba con destruirse. La Inuit lo desplegó sobre la mesa donde antes estuvo la vajilla y comenzó a señalar distintos puntos, con firmeza, mientras tarareaba y veía por intervalos a su aprendiz.

 

—¿Qué mejor manera de hacerse uno con la parte espiritual que llevas dentro que viviendo una aventura al límite?— Sonrió —Verás, aquí, aquí y aquí se dice que hay enterradas partes de un antiguo tesoro, el cual perteneció a un mago desconocido que poseía el don de la animagia. Podía transformarse en una criatura mágica, y la leyenda cuenta que quien lo posea también podría escoger una como tal.

 

¿Qué dice señorita Snape?

 

Enarbolando la vara de cristal abrió un haz de la noche y asomó medio cuerpo en él.

 

—¿Me acompaña?

[Hayame Snape Potter Black]

La bruja pelirroja estaba muy sorprendida por lo que estaba sucediendo, pero de toda maneras hizo lo posible por poner atención a las palabras que le decía su maestra

Pero aquello fué todavía más sorprendente cuando la persona que creía, le tendría en una enseñanza tranquila y quizás hasta platicada, dió un movimiento que en nada concordaba con su apariencia; su quijada casi se cae hasta el suelo y sus ojos se desorbitaron por lo que siguió, ya que repentinamente parecía estar en presencia de otra persona

Si no se había reído con fuerza al momento siguiente solo había sido porque temía que la mujer considerase aquello como una verdadera falta de respeto a su enseñanza o que la Snape no se lo estuviera tomando en serio; nada más alejado de la realidad, porque hasta ese momento todo lo que estaba viendo y el hecho de que la mujer la animase a hablar de lo que conocía, solamente la entusiasmaban al respecto de lo que iba a aprender

Y ahora vaya que estaba ansiosa!

Era su primer habilidad!

Bueno... realmente no, ya tenía unas cuantas pero desde que el Ministerio entrara con las nuevas leyes (que otra vez estaban cambiando) le habían prohibido hacer uso de estas, por lo que tenía que volver a registrarlas

Todas

Otra vez

Pero bueno, ahora aprovechaba para dar un repaso y tenía que admitir, que Animagia no había sido una de las que había llegado a poseer por lo que, técnicamente, esa sí era su primera vez estudiando esas transformaciones como tales.

Y si, estaba muy emocionada por ello.

El sonido de lo que hacía el elfo había hecho que la pelirroja cerrase un ojo e hiciese una mueca mientras se levantaba para acercarse a su maestra, recordando vagamente a su viejo y gruñón elfo que aguardaba en casa

-Él estará bien?

Preguntó pero al siguiente momento ya observaba lo que hacía su profesora y en otro momento, esta ya abría un portal para que partiesen en busca de... una aventura?

AVENTURA???

Era en serio!?

Los ojos de la vampiro brillaron con fuerza y vida, con demasiado entusiasmo y éxtasis que de ser por ella, se aventaría de cabeza en ese portal; y nuevamente, solo el temor a que la mujer pensase que le estaba faltando el respeto le impedía el comenzar a saltar como niña pequeña y dejar salir chillidos de emoción

-Yo voy a donde me diga... oh dioses, oh dioses... a dónde iremos?

Preguntó y sin dudarlo siquiera siguió a su maestra para atravesar aquel portal, preguntándose qué verían del otro lado, qué enfrentarían y como se aplicaría eso para que pudiese encontrar aquella criatura en su interior para hacer la transformación ya no como criatura de la noche sino como Animaga

[Aine Malfoy]

Se adentró por la ruta que le habían indicado luego de matricularse en la clase, absorbiendo cada momento, cada paisaje, cada rostro con el que se topaba hasta llegar a su destino. No recordaba nada de aquello. El tiempo que estuvo fuera, había difuminado parte de sus recuerdos y casi sentía como si fuera la primera vez que pisaba aquellos dominios. Inspiró y aspiró profundamente. Y, otra vez. Sí, podía considerarse como la primera vez, luego de tanto tiempo.

Divisó el hogar de la arcana y siguió el sendero marcado, fijando la vista en aquella curiosa antena con tres salientes circulares helados. Todo estaba cuidadosamente elegido con el fin de reproducir el lugar de origen de la vieja Suluk. Condición imperante de la arcana para transmitir sus conocimientos.

El ecosistema que había creado y donde habitaba e impartía sus clases era tan impresionante como austero. Aunque no del gusto de Ainé, que ya se había acostumbrado a los lujos y no tenía planeado en un futuro próximo prescindir de ellos.

Los malamutes advirtieron la presencia de la sacerdotisa, a pesar de su intento de pasar desapercibida, empresa que había llevado con tan poco éxito por culpa de la túnica oscura que lucía. Mala elección.

Levantó el rostro y fijó la mirada en la puerta de la cabaña, debatiéndose entre tocar o entrar. Una mueca se dibujó en su rostro, provocando un extraño gesto casi infantil y curioso. Ni el tiempo en el que se había dedicado a vivir un día a la vez, recorriendo ciudades y diversos parajes, le habían preparado para lo que le esperaba.

—Allá vamos.

[Hayame Snape Potter Black]

En el viaje con la Arcana

La chica había atravesado el portal que su maestra había abierto y se cubría un poco con el brazo, con el desconocimiento del sitio a donde su maestra la iba a llevar; tenía muy poco de haber estudiado en su pase para el Libro del Druida el Haz de la Noche por lo que era más que obvio que aquella mujer tenía un gran poder, algo que en su mente era evidente tan solo por el hecho de sentir la sangre que corría por las venas de aquella sabia

Nunca se le ocurriría poner en duda los poderes de los hijos de Sedna, sin importar el punto del cuál viniesen

Sabía que era suicido seguro

Mas sin embargo, cuando todavía se encontraba muy cerca de la entrada a aquella apertura en el espacio donde se dirigían a otro sitio, en búsqueda de algo especial, le pareció sentir la presencia de otra persona mágica; el sonido de los perros al moverse y el elfo del otro lado del haz de la noche, la hicieron voltear con los ojos muy abiertos y corrió un poco de regreso hacia el ingreso de aquella apertura, finalmente bajando el brazo con el que se protegía

-Ah! maestra, creo que acaba de llegar otra alumna a la clase!

Dijo bastante sorprendida

Ella pensaba que el período de inscripción se había cerrado al igual que en el resto de aulas, pero al parecer el aprendizaje de Habilidades era algo que se expandía en el tiempo y en el espacio de maneras que la Snape no comprendía del todo; para los vampiros el tiempo normalmente era un mero nombre pero siempre se mantenía lineal, nunca habían podido hacer una regresión temporo-espacial como tal, al menos, no los de su especie en específico

Sin embargo ahora sentía curiosidad por quién sería el nuevo alumno

-Oye!! Del otro lado!!

Intentó llamar puesto que no podía ver si la persona había entrado en la casa o no

-Estamos aquí!! estamos a punto de irnos, correeeeeeeee!! ~

[Suluk Akku]

La Arcano tomó del brazo a Hayame y jaló de ella hasta apartarla completamente del portal, que para sorpresa de la bruja, seguiría abierto aun cuando amas hubiesen marchado. La alejó cuando pudo para que prestase atención a lo que ahora le rodeaba, mientras las puertas de su casa se abrían presas de una gélida ráfaga de viento que empujó sutilmente a Ainé para acercarla al interior cálido de la cabaña. Malfoy tenía dos opciones, aguardar en el umbral y congelarse mientras los Malamutes dormitaban cerca de la chimenea encendida, o bien aventurarse rompiendo la única regla que enseñaban los Directores concerniente a los Arcanos y Guerreros, el respeto a la intimidad.

 

Más si era lo suficientemente intuitiva notaría que aquel accionar natural no había sido otra cosa que una invitación indirecta a pasar. Akku esperaba que Ainé lo fuese o al regresar podría encontrarse con un alumno muriendo de neumonía; era curioso como su conjuro del clima se descontrolaba en demasía durante su ausencia. Nevaba el doble, helaba el doble, hasta las enormes bestias que residían dentro temblaban cuando el viento azotaba las ventanas.

 

—¡¡Hola!!— Gritó el elfo tras de ella cuando colocó un pie en el interior, asustándole. Tolkien rió y salió corriendo

 

Suluk le explicó a Hayame mientas éstas aun miraba de reojo el portal que había dejado,a propósito, el mapa con los tres puntos antes mencionados, sobre la mesa de café, a la vista de Ainé. Para reunirse con ellas solo debía cruzar, decidida, el haz de la noche. Pero se ahorró el pequeño detalle de que, en un descuido, había modificado con un simple movimiento de su vara de cristal, la ubicación en donde la segunda mujer aparecería, completamente sola. Una especie de fosa la recibiría, como la de los zoológicos muggle, atestada en leonas, siendo vigilada por un macho alfa.

 

—Sígueme ¿Puedes ver algo?— Preguntó. Se encontraban en una especie de cueva húmeda y oscura, sobre sus cabezas cientos de animales nocturnos dormían, colgados, esperando que el último haz de sol se extinguiera.

 

Y a medida que el astro sol desaparecía de ese lado del mapa, los reflectores artificiales cegaban momentáneamente a Ainé. El grito de los niños se volvía ensordecedor, alguien le arrojaba algo a la cara, una mujer gritaba... el rugido cercano de un león.

[Hayame Snape Potter Black]

La bruja había dado un gran salto al ver como su maestra la alejaba de aquel portal para esta vez, darle la bienvenida a su compañera de clases aunque por lo que estaba viendo, ambas partirían por senderos muy distintos... o al menos, eso le parecía ya que de no ser así... porqué no la estarían esperando para que pudiesen ir las tres juntas en aquella aventura?

Volvió a cerrar los ojos con fuerza y una vez que pudo reaccionar a donde habían de estar, lo primero que detectó fué el aroma

Había humedad, había guano... había frío y el sonido reverberaba en los muros de roca a su alrededor, cada pequeño sonido se ampliaba en ecos muy cortos que le llegaban como pequeñas sinfonías; en ese sentido, esa parte de sus sentidos le gustaba pero no era precisamente útil cuando las multitudes ensordecían: en esos momentos, solía ponerse tapones mágicos con la varita para no comenzar a sufrir de jaquecas intensas

Pero así, suave, eso si le agradaba

La voz de su maestra llegó muy cerca y finalmente, se permitió abrir los ojos

Solo fué un segundo en lo que sus pupilas se contraían por un segundo antes de extenderse nuevamente, esta vez con el rojo de su iris brillando tan intenso como un rubí al que le hubieran introducido una flama al interior

-Si... por supuesto...

Dijo en un tono bajito y suave, procurando no perturbar a las criaturas que colgaban por encima de ella mientras levantaba la vista y comenzaba a observarlas; su parte favorita, era ver a aquellas que colgaban cerca de los pequeños cumulos que eran las crías, como si fuesen pequeñas esponjas peludas amontonadas para mantener el calor de sus pequeños cuerpos

Trató de ver sus morros para distinguir si eran de los que comían insectos o vampiros como tales

-Se parecen en mucho a lo que las personas como yo se transforman por naturaleza -comentó con un pequeño suspiro, mientras que alzaba una mano

Un animalito de aquellos, que estaba más aferrado a la pared de la cueva que al techo pareció dar un curioso bostezo y revoloteó hasta colgarse de los dedos de la pelirroja, que le vió unos segundos con suavidad para luego, rascarle con un dedo la pequeña cabeza

-Dependiendo de la situación, esto, un lobo o la niebla pueden llegar a ser útiles -musitó aún observando al pequeño animalito -pero tengo entendido que no es lo mismo que la animagia. Una transformación inhumana es solamente un cambio temporal que puede agotarse en cuanto el propio ser se sienta débil... mientras que la animagia puede ser más permanente, incluso de años y se puede morir con esta

Frunció el ceño y dejó que el animalito revolotease de nuevo, provocando el inicio de unos cuantos chillidos en el techo

-O eso fué lo que me dijeron... -comentó esperando un par de segundos para luego, ver nuevamente a su maestra, temiéndo un poco lo que ella pensara al respecto de lo que eran los vampiros con sus cambios

[Aine Malfoy]

La ventisca decidió el siguiente paso de la sacerdotisa y la adentró en la morada de Suluk con un fuerte azote. El frío se le había metido en el cuerpo y en un intento tonto de mantener el poco calor corporal se abrazó con fuerza, o eso intentaba pues tenía todo el cuerpo dormido. Esto sí que era una forma de llamar la atención, Ainé no sabía si buena o mala, pero sí de que la arcana lograba su cometido: llamar su atención.

Se resguardó cerca del fuego, provocando el gruñido de uno de los malamutes, pero no cedió ni un ápice del terreno que había robado—. Te diría que lo siento, pero ambos sabemos que vas más preparado para estos recibimientos tan "cálidos" que yo—la proximidad con la chimenea le ayudó a recobrar la sensibilidad en las manos y cuando volvió a sentirse en una pieza , dio media vuelta y se acercó a la mesa, en dirección a donde antes había oído una voz. No había nadie más, pero sí un mapa que no sabía cómo interpretar y una especie de portal a un destino desconocido. Vamos, como habían sido los últimos años de su vida desde que había abandonado aquella sociedad y sus reglas. Lo único que le incomodaba era que en aquella oportunidad, ella no tendría el control y eso le helaba el cuerpo aún más que mil ventiscas.

Sacó una botellita de uno de los pliegues de la túnica y la bebió de un trago. El menjurje tenía sabor a metal, pero si lo bebías de un trago, el regusto duraba tan solo un segundo. Devolvió la botella a su sitio, sin sorprenderse de que a la vez, ésta volvía a restablecer su contenido. Un bonito recuerdo de Jock. Jock. Apartó el pensamiento de su cabeza y lo guardó en el rincón más alejando, ahí donde dejaba todo a lo que no quería hacer frente. Ya tendría tiempo para ocuparse de eso.

Y se adentró en el haz. Sintió como la gravedad la empujaba al vacío y la deslizaba entre la más profunda oscuridad en un tiempo que no pudo contabilizar, pero que le pareció interminable.

Un golpe seco cortó el trayecto y sus piernas quedaron plegadas en una posición incómoda bajo el resto de su cuerpo.

Palpó e hizo un recuento de daños: las piernas y los brazos le dolían pero no parecía tener nada roto, o el dolor hubiese sido aún peor. Se echó para atrás, buscando un punto de apoyo y se levantó. No sabía donde estaba, pero algo le decía que no le iba a gustar nada. Se arregló la ropa. Si algo iba a perder en aquella clase, esperaba que no fuera su dignidad.

Una luz segadora le apuntaba de frente, impidiendo que se hiciera una idea del lugar donde se encontraba. Habían gritos y algo más. Se quedó inmovil sopesando sus próximos pasos, con la poca información que tenía. Pero, sus pensamientos fueron interrumpidos por el objeto que golpeó su sien. La sangre comenzó a manar de la nueva herida que sumaba a la colección de aquel viaje.

—Sí. Creo que prefiero a los malamutes.