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Animagia


Suluk Akku
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En su camino de vuelta empezó a notar una rara actitud en los Malamutes. Ya no lucían tan amigables y cuando intentó acercarse para ver qué les pasaba, le empezaron a gruñir. Aquella no era una actitud normal, ¿había hecho algo para ofenderlos? Quiso hacer caso omiso a la situación, seguir avanzando, pero ahora ya no caminaban a su lado, sino que uno se había quedado a propósito a sus espaldas y el otro la había adelantado, de tal manera que ahora quedaba de frente.

 

— Hey, amigos, no soy su enemiga, ¿recuerdan? —ahora las criaturas se acercaban, encerrándola, no hacía falta ser un genio para darse cuenta de que se estaban comportando como cazadores y ella era su presa. Ahora le enseñaban los dientes, la bruja retrocedió y sintió el rugido del Malamute de atrás. Instintivamente sacó la varita, pero no quería hacerles daño, por lo que la volvió a guardar.Miró hacia ambos lados, buscando una salida. Del lado derecho no había más que agua, ir hacia allí implicaba quedarse sumergida por quién sabe cuando tiempo, hasta que la piel se le arrugase y se dejara llevar por la corriente. Del lado izquierdo tenía árboles, muchos, un camino incierto le esperaba si se decidía por esa opción, lo meditó por unos segundos, lanzando una moneda imaginaria al aire para que la suerte decidiera su destino.

 

«Izquierda será»

 

Tauro se agachó para tomar un impulso y con la fuerza de sus piernas se echó a correr. Los demonios de por sí podían recorrer distancias más largas que un simple humano, tener incluso más velocidad, pero eso no quería decir que no se cansaran o que no hubieran otras criaturas o seres que igualaran su velocidad o incluso la superaran. Ese era el caso de los Malamutes, quiénes la seguían pisándole los talones y su capacidad de aguante parecía ser superior a la de ella. A esto había que sumarle el hecho de que en el camino varias ramas fuera de lugar y piedras con las que se había tropezado la lastimaron un par de veces, dejándole rasguños nada graves pero sí molestos, que con el sudor de su piel le ardían.

 

Se estaba cansando, incluso en una oportunidad una de las criaturas logró alcanzar su pie, a punto de morderla. Sintió la necesidad de dar un salto más largo, incluso de inclinarse e imitar a los malamutes para entender si la forma de sus extremidades era lo que les daba cierta ventaja en ella. De verdad sintió en lo profundo de su ser ese deseo de ser alguien más, de ser más libre y salvaje, pero nada sucedió. Giró a la izquierda y después a la derecha, dándose cuenta de que el río volvía aparecerse para salvarla. No lo pensó dos veces y se metió de cabeza, necesitaba recuperar fuerzas, pensar en una nueva estrategia y con suerte, perderlos de vista. Se había esforzado tanto para llegar hasta allí y ahora le pasaba esto.

 

Como era de esperarse, sus viejos amigos la siguieron, pero se quedaron en la orilla. Ella se sumergió y estuvo debajo del agua por dos minutos enteros, buscó con ansias esa bocada de aire para que llenara sus pulmones y tosió. Los animales de cuatro patas se acostaron, con la vista fija en ella, luciendo tan inocentes como hacia un par de horas. No se lo podía creer.

 

Tuvieron que pasar varios minutos para que volviera a sentirse viva, energética, estaba lista para otra carrera y sin más, los malamutes se marcharon. Estaba desconcertada. Salió del agua toda empapada y no se preocupó por revertirlo, estaba más pendiente de ver si regresaban, pero eso nunca ocurrió. Regresar a la residencia de la Arcana no era más una opción, al menos no de momento. Escurrió sus ropas para que se fueran secando solas al sol e ingresó de nuevo en el bosque.

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La bruja agitó la cabeza después de unos momentos, intentando recuperarse de lo que ella sentía era una primer transformación bastante fallida... aunque continuaba con aquel dolor de panza por el golpe que se había llevado

Emitió un quejido que sonó extraño en sus labios y sintió como sacudía un poco las orejas tambien

Realmente el mareo que sentía era terrible y aquella caja solo parecía zumbar contra su cuerpo, como si algo en su interior estuviese hablándole en quejidos de réplica, como si no estuviera haciendo algo correctamente; volvió a dejar escapar un pequeño ladrido y abrió sus brillantes ojos rojos, observando los alrededores que aunque no le resultaban completamente oscuros realmente no se veían igual que cuando podía usar la eco localización

Sacudió la cabeza y erizó el pelaje una última vez antes de ver a aquella sabia arcana y resoplar un poco a través de la nariz

"A mi no me resulta muy divertido... me ha dolido!"

Se quejó un poco pero tampoco quería que la maestra pensara que la Snape era una quejica, así que hizo un esfuerzo con las alas y se observó por un momento las patas inferiores que definitivamente no se veían como lo que recordaba cada que se hacía un murciélago menor; no era exactamente lo que se había imaginado, la vampiro era mucho más grande de lo que había creído en que terminaría su transformación e incluso se sentía suavemente abrigada por el nuevo pelaje

A final de cuentas, estaba cómoda y era lo que quería... no exacto, pero bastante aproximado, con ese pelaje de un rojo intenso que le recorría toda la espalda y asemejaba a su cabello, tal cuál los animales animagos demostraban de sus partes humanas

Se enderezpo un poco más y extendió las enormes alas, comenzando a moverlas con la esperanza de volar un poco pero a decir verdad, no era lo mismo su veloz aleteo como un pequeño murciélago que como aquel enorme animal; bastante frustrada dió un salto y trató de alzar la caja consigo, sintiendo un quejido en sus brazos que todavía no se acostumbraban a la nueva forma... y terminó por ello con el rostro y la nariz hundida en el guano

"No... esto no ES lo que quería..."

Gruñó una vez pudo sacar la punta de la estilizada nariz y observó a su maestra con la esperanza de obtener algún tip... pero algo en sus ojos le decía que se estaba armando de paciencia, al mismo tiempo que le divertía el lio en el que estaba su alumna; pero el tiempo corría y ella no era la única ahí que requería de los conocimientos de la maestra, por lo que empujó un poco los hombros hacia arriba y se arrastró con las enormes alas por el suave suelo, buscando aferrarse a una de las paredes sin soltar con las patas, la caja que tanto le había costado encontrar usando su sentido que ahora entendía, no había sido el de Animagia

Pero era lo que había necesitado para dar con aquella parte dormida de su magia para poder justamente, despertarla

"Estamos muy lejos de su vivienda?"

Intentó ladrar o al menos, hacer algún tipo de sonido aunque no sabía si la mujer le iba a entender en aquel estado, pero esperaba que sus ojos de súplica fueran suficientes mientras que se iba colgando con las garras de las alas de las paredes inclinadas, en un intento por alcanzar el portal; quizás si saltaba de un poco más alto, conseguiría agarrar el impulso suficiente para volar fuera de ese sitio

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Tauro había andado por más de media hora, el sol había cumplido su cometido y su ropa se encontraba seca casi que en su totalidad. Miró hacia el cielo cuestionándose si había tomado la decisión correcta, si estaba lo suficientemente preparada. Había tomado el repentino cambio de comportamiento de los Mamutes como si no fuese bienvenida dentro de las instalaciones de la Arcana. Debía aceptar que se encontraba un poco desanimaba. Se detuvo en seco.

¿Qué le estaba pasando? ¿Por qué actuaba de esa manera tan patética y tan humana? Sintió vergüenza, ella no era de ese tipo de personas que sentía pena por si misma. Pateó con fuerza una piedra en mitad del camino, levantando polvo a su paso y dio media vuelta. Así fuese a la fuerza lograría que la Arcana accediera a verla y aunque su mayor debilidad eran a ser las criaturas mágicas, se las ingeniaría para mantenerlas al margen sin hacerles daño. Fue así como empezó a caminar en una dirección diferente, una que la llevaría a otra pequeña aventura que iba a poner a prueba sus habilidades.

 

Algo reluciente llamó su atención. En la cima de un árbol colgaba un objeto con forma de cofre. ¿Cómo había ido a parar allí? Guiada por la curiosidad se aproximó más para tener una mejor visión de lo que creería que era, al acercarse comprobó su teoría. Definitivamente era un cofre que resultó no ser tan aparentemente valioso como ella pensaba, pero no dejaba de brillar por alguna razón, se lo adjudicó al tipo de material. Como fuera, estaba más interesada por ver el interior y mientras analizaba la manera de poder subir, recordó que era una bruja. Apuntó la varita en dirección al cofre y lanzó un Accio, que no funcionó. Lo intentó con un par de hechizos más, pero la magia parecía no tener ningún tipo de efecto en el, lo único que le quedaba era subir y hacerse con el objeto.

 

Primer obstáculo: la altura.

 

Intentó subir al árbol, pero a medida que creía avanzar más sentía que se alejaba del cofre. Cuando por fin pudo escalar un poco más, notó el avispero y no era uno cualquiera. Al ser Magizoologa conocía todo tipo de especies tanto del mundo mágico como fuera de él y podía deducir que aquellas no eran unas avispas comunes. Retrocedió. Si lograba alcanzar su objetivo molestaría al enjambre completo, que la perseguiría y picaría incansablemente hasta que el veneno hiciera su efecto. El río estaba lejos de donde se encontraba y por más que corriera no iba a poder llegar a tiempo. Necesitaba rapidez, astucia, destreza, todo eso lo tenía, pero no al nivel superior que la situación lo requería.

 

Volvió a sentir ese deseo de querer algo más, de entregarse y dejarse envolver por un lado salvaje que hasta el momento había permanecido dormido. Sus uñas se clavaron en la corteza del árbol y su cuerpo adoptó una posición felina. El deseo se convirtió en necesidad, en urgencia de dejarse llevar o poseer por algo que reclamaba ser notado y aceptado, fue allí donde cayó en cuenta de lo que estaba pasando.

 

Habían sido pocas veces, pero no era la primera vez que Tauro experimentaba algo así. Lo que tenían en similar todas aquellas situaciones era el hecho de que se negaba a aceptar de que algo así pudiera estar pasándole a ella. Fue un duro golpe reconocerse como vidente, pero jamás había contemplado la posibilidad de ser Animaga, hasta que lo soñó, o eso pensaba, ya que al día siguiente encontraba las sábanas rasgadas y no precisamente debido a un encuentro pasional. Desde entonces comenzó a sospechar de que sus sueños eran reales, solo que cuando sucedían no era consciente de ellos.

 

Tauro sonrió. Ella era una cazadora, una aventurera, ¡un espíritu libre! Cuando conocía a alguien le gustaba mirarlo como a su presa, jugar con la mente y sensaciones de quiénes no significaban nada para ella. Era astuta, inteligente y sentía gran emoción cuando estaba en peligro, cuando tenía que luchar contra alguien más. A medida que lo pensaba, sus ojos fueron adquiriendo un aspecto más felino, sus brazos y piernas se alargaban, mientras que cada vez se encorvaba. Pronto el pelo le empezó a salir, primero de las mejillas, luego lo notó en sus manos. La transformación para ella transcurrió de manera muy lenta, incluso hasta dolorosa. En cuestión de minutos Tauro se había transformado en un Serval, cuyo único recuerdo de su forma original era la captura del cofre. Se impulsó con sus patas traseras y de un solo salto lo atrapó con su gran mandíbula, alborotando el avispero.

 

Controlada por sus nuevos instintos salvajes, corrió a gran velocidad mientras las avispas la seguían, una la había alcanzado a picar antes de emprender con la carrera. Esta vez regresar río le tomó si acaso unos 15 minutos, pero en lugar de permanecer allí lo atravesó nadando, siguió corriendo por cinco minutos más y se detuvo frente a un árbol, donde se desplomó. Al abrir los ojos descubrió a una anciana que la miraba desde una rama.

 

— ¿Qué me pasó? —preguntó contrariada.

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Me sentía nerviosa, muy nerviosa. Era la segunda vez que iba a intentar realizar la clase de Animagia y esperaba que en aquella ocasión no tuviera que abandonar, como me había sucedido anteriormente. Suluk Akku, la Arcana que dictaba la habilidad, era una mujer de cabello blanco y mirada severa y amable, sólo podía transmitir confianza pero, por algún motivo, me sentía intimidada por ella. No como me había sucedido con Báleyr, aquel viejo enojón que al final había terminado siendo un poco blando en su interior -muy en su interior-. Así que respiré profundo mientras me acercaba a su vivienda.

 

Los Arcanos habían sido trasladados a las instalaciones universitarias recientemente creadas de Mahoutokoro, cerca de donde se encontraba la escuela de magia nipona. No era de extrañar que el ex Ministro de magia los quisiera lejos del conflicto bélico en que se veía envuelto el país y desconocía la real postura de los arcanos ante lo que acontecía, porque sabía que ellos eran embajadores de paz pero, dado las diferentes nacionalidades y amistades de seres tan poderosos, mantenerlos al margen había sido un movimiento político astuto. Incluso Aaron lo había respetado, sin decir nada con respecto a la última decisión del ex ministro Malfoy.

 

Así pues, atravesé los hermosos campos floreados para internarme en las inmediaciones heladas de la vivienda de Suluk. ¿Qué iba a decirle? No lo sabía. Quería aprender aquella habilidad, vincularme con mi animal-tótem, el cual había descubierto hacía poco. No sabía por dónde empezar, era magia de transformación avanzada y aunque ya había demostrado ser buena en otras áreas, temía que las exigencias de Suluk terminaran por hacerme desistir de aquello.

 

Toc, toc.

 

Mis nudillos tocaron la puerta de su humilde hogar y esperé. Humo salía de la chimenea y los copos de nieve de un invierno sin fin, mágico, se arremolinaban alrededor de mi respiración un poco agitada.

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Tal parecía que su maestra se estaba divirtiendo con aquello, por el silencio que presentaba y los párpados de la bruja (zorro volador en aquellos momentos) bajaron hasta convertir sus ojos en un par de medias lunas

Sus garras resbalaban torpemente por los muros de aquella cueva y hacía un mejor esfuerzo por sostener con las patas el pequeño cofre que tenía aquel poder que le hacía sentir una calidez extraña en el cuerpo; no sabía lo que era pero al menos si podía percibir que eso la había ayudado a conectarse con aquel filamento de magia y energía que la había guiado a ser ahora aquel magnífico animal y que en nada tenía que ver en tamaño a los pequeños roedores voladores que ya no le veían como uno más de ellos

Y no los culpaba, a esas alturas si no tuviera tantas ganas de mango podría zamparse a uno de sus compañeritos voladores y le cabría más que bien dentro de su ahora "hocico"

Y no creía que la maestra en aquellos momentos la fuera a ayudar a volar, por la mirada que le había dado anteriormente, era evidente que esperaba que la Snape hiciera el esfuerzo por su cuenta en lugar de esperar a que la profesora le diera todas las llaves; ese era el sentido de esa clase a final de cuentas, verdad? que las mismas brujas sintiesen ese poder natural y lo utilizasen como una parte más de ellas en lugar de que si este fuera algo externo que no les pertenecía

Era su propia magia, su propio poder y lo que estaban haciendo era descubrirlo y abrazarlo, para poder aprovecharlo al máximo

Finalmente, la Snape se soltó y tan pronto hizo aquello extendió aquellas gigantescas alas... y se impulsó hacia delante, para atravesar el portal que la profesora había abierto momentos antes

"Wow!... espera... wow!"

Ladró con ese sonido tan extraño de la nueva especie que representaba y repentinamente, perdió el equilibrio en el aire y se fué de lado con el peso que tenía el cofre

"oh oh oh... creo que... si, creo que así"

Se repetia constantemente mientras que ahora trataba de encaminar su torpe y pesado vuelo a donde estaban las otras compañeras y a donde le parecía detectar que la nieve empezaba a aparecer más espesa, como en aquellas historias navideñas donde las casitas eran cubiertas mágicamente. No sabía si aterrizaría de formas horribles otra vez pero al menos no se estaba quedando quieta y sin intentarlo

Cierto?

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Suluk Akku decidió guardar silencio, complacida con la tenacidad de aquella pupila. La Arcana era habladora por naturaleza pero ahora prefirió no interferir en la criatura que veía delante de ella, luchando con la pesada caja. Ella parecía sentir una afinidad con su yo animal que pocos consiguen a la primera. Hayame Vladimir parecía pensar en otros problemas en su mente humana sin cuestionarse qué había pasado y porqué ese animal en concreto se había afirmado con su deseo de transformarse en animal.

 

Sin embargo, el tiempo pasaba y no en vano; la Arcana tenía dos alumnas ("no, tres", pensó al husmear en el aire) que la esperaban y que parecían estar teniendo dificultades. Esta estaba casi lista para pasar al otro nivel, así que era mejor que salieran.

 

- Estamos cerca - le contestó a su muda pregunta. La Arcana era, obviamente, una gran sabia entre los doce sabios, así que no perdía ni un detalle de lo que aquella muchacha pensaba, ya fuera con su mente humana dentro de la animal, como la parte animal dentro de aquella mente humana. En sí, eran uno, así que era normal que ella la entendiera. - A un salto de aquí.

 

Para demostrárselo, se puso delante del Portal y saltó sobre sus pies embutidos dentro del calzado típico de su pueblo esquimal.

 

Y aquel enorme murciélago, con la caja entre sus patas, arrancó una risilla fácil en la Arcana. Parecía que la había entendido y quería cruzarlo. Para ayudarla, algo que no hacía con todos, aunque notaba lo cabezona que era esta mujer para conseguir lo que quería, movió su vara, ahora convertida en el bastón de cristal coronado con la cabeza de oso, de donde salieron hilillos traslúcidos que envolvieron la caja del tesoro y la hicieron liviana. Si algo le molestaba a la anciana, era el perder una bonito animal por no entender las limitaciones que tienen estos débiles cuerpos comparados con los humanos.

 

- ¡Espera, mujer! Los murciélagos de la fruta vuelan poco, no son como sus compañeros más pequeños.

 

La Arcana cruzó tras ella, justo a tiempo, pues se cerró con tanta celeridad que casi pilló su capucha de pelo blanco. Sonrió abiertamente. El ver la naturaleza de nuevo, aquel verdor del bosque y el límite de la nieve hasta donde alcanzaba aquel aparato meteorológico que tenía sobre su humilde casa, le hizo sentirse feliz. Tuvo que adelantarse a ella.

 

- Pareces aturdida pero te conviene una conversación interna para verte como tu yo actual. Eso es lo que siempre has sido y ahora te has escuchado a ti misma. Si llegas hasta el borde de mis terrenos nevados junto al bosque, te haré la gran pregunta que ansías escuchar. Pero recuerda, no olvides tu parte humana, seducida por la animal, o te olvidarás de que existes y de la gente que te quiere. Y te necesita.

 

Le dirigió una sonrisa antes de acelerar el vuelo y volver a su rama. Seguro que sus pupilas, de haber estado allá, ni hubieran notado su marcha.

 

Pero no estaban, al menos una de ellas. La Arcana arrugó el ceño. ¿Se la habrían comido los leones? No podía ir a buscarla, de momento, pues un serval apareció junto al tronco y se desplomó. Suluk estuvo a punto de aplaudir al comprobar que la segunda alumna ya sabía transformarse en su animal primigenio sin haberla ayudado. Casi.

 

- ¡Qué manía tienen los magos actuales en desmayarse cuando se transforman por primera vez! - exclamó para sí la pobre arcana. En cuestión de un momento, dos de sus alumnas lo habían hecho, una del susto y la otra del cansancio.

 

Se sentía feliz y sonrió a la ahora mujer de pelo azul que la contemplaba desde el suelo, ya humana otra vez, con una dosis de duda al verla de pie, en equilibrio, sobre una gruesa rama.

 

- ¿Lo atrapaste? - contestó a su pregunta con otra. Se refería al cofre. - ¿Te picó alguna? Este árbol tiene una corteza antiinflamatoria y es buena contra el dolor. Algunos animales la muerden y encuentran alivio. ¿Qué has sentido al correr tan deprisa?

 

A la Arcana no le preocupaba preguntar tanto; en su entorno, los Arcanos siempre la habían tenido como una persona muy charlatana aunque dicharachera. Suluk prefería hablar, entablar un espacio de confianza aunque aún no se hubiera presentado a la mujer.

 

- Soy SuluK Akku, ya me conocías... ¿Te ha sido fácil esta vez? Porque no es la primera que te conviertes, ¿eso lo sabías, verdad? Cuéntame tu experiencia, cómo te sientes, qué te llevo a ello, si te costó pero, ante todo, si lo repetirías...

 

Se dejó caer de pie a su lado. Era más pequeña que ella pero nunca le había importado. La grandeza de un mago no está precisamente en su altura sino en el domino de la mente y del cuerpo en el uso de su magia. Suluk sonrió a la muchacha y se sentó en el suelo, haciendo un gesto con la mano para que le acompañara.

 

- Va a llegar una compañera tuya. Ya tarda, aunque con el peso que llevaba...

 

Y siguió sonriendo, a la espera de que Hayame Vladimir la alcanzara. A lo lejos, fuera del alcance de la vista de todos, los malatutes comenzaron a ladrar a quien llamaba a la puerta. El frío arreciaba y las ráfagas de aire obligaban a buscar refugio. La puerta tembló ante los pequeños golpes que daban en ella y... se abrió... El calor de una chimenea con fuego alimentado por leños seguro que atraería a la muchacha a su interior. Y... Tal vez... Se sintiera atraída por algo más que sólo ella vería... Ella y la Arcana, por supuesto...

 

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La bruja realmente sentía bastante torpe el movimiento de las alas y se desbalanceaba en el aire cada cierto tiempo

No estaba acostumbrada a unas alas tan grandes y tan extensas, su transformación en vampiro empujada por su naturaleza mágica de criatura de la noche era definitivamente diminuta en comparación; por lo tanto, las alas también eran pequeñas y bastante manejables, siendo rápidas de mover y maniobrar tanto en espacios pequeños como los más amplios aunque por supuesto en ese entonces solo dependía de la ecolocalización, cosa que no servía de mucho si no había a donde tirar eco

Había volteado un poco la cabeza lo que había provocado que casi se diese de bruces con una enorme roca afuera de la cueva, ya que la anciana había hecho algo donde había resentido el nuevo peso de aquel cofre.

Y es que si había estado haciendo un esfuerzo para mantener un movimiento de alas de acuerdo a lo que percibía pesado... ahora que lo había aligerado, el cambio en la fuerza que había estado creando había terminado en un murciélago de la fruta imponiendo mayor fuerza a su levante, por lo que se había impulsado de más... terminando en una Hayame que perdía nuevamente el control de sus alas y por ello, se estrellaba de nueva cuenta contra el suelo

-Esto es... NO PROPIO!!

Chilló esta vez ya de vuelta en su cuerpo humano

Mantener un hilo de pensamiento? conectarse entre el yo animal que se imponía sobre el yo humano?... cómo podía hacer una cosa como aquella si todo el tiempo parecía tener una lucha dentro de su cabeza entre su yo animal y su yo mágico?

Reconocía el filamento que mantenía unida la mente y el cuerpo con la consciencia (algo que recordaba, estaba sellado en los hombres lobo y por ello de su comportamiento), pero en su caso todo el tiempo era como si la persona y el animal estuviesen hablando a un solo tiempo, en grandes voces a modo de discusión; sentía una conección con aquel animal, innesperado en cuanto a tamaño y especie?... si, era como reencontrarse con un viejo amigo que la había estado esperando todo el tiempo

Pero un viejo amigo, con el cuál acostumbrase a gritarse y tener eso por costumbre permanente

Ahora, le dolía la cabeza no solo por el duro golpe donde había enterrado el rostro en la nieve sino por las fuerzas mágicas dentro suyo que se golpeaban como olas unas y otras; ya ni siquiera sabía si tenía frío por eso o por la nieve, cuando se suponía que los vampiros no sentían frío o las quemaduras del calor

-Eso no es... normal...

Se dijo y se puso de pie despacio, frotándose los brazos para después, recoger el cofre nuevamente de un tamaño más manejable para ella (o más ligero?... qué le había hecho la arcana??) y entonces, arrebujarse en su capa de viaje negra que ahora presentaba varios desgarrones; bufó y se encogió más, comenzando a andar rumbo al sitio dictado por la sabia inuit que debía de estarse dando la vida riéndose de la humanidad de sus alumnas

Tembló nuevamente

Ahora que lo pensaba... tendría que ver esa sensación de vida justo con el hecho de que el animal mágico en el que se transformaba... estaba vivo?

No era lo mismo que un vampiro que técnicamente, estaba "muerto" a ojos del Ministerio?

Tardó un tiempo pero llegó hasta el árbol donde estaba ya su compañera y la arcana y antes de siquiera poder hablar, dejó escapar un fuerte estornudo

-Estoy enferma! -dijo en un lamento -maestra... un ser vivo, nuestro animal animágico, puede afectar nuestra naturaleza viva o muerta durante esa transformación?... desde que me convertí nunca había tenido frío si no temblaba por la pura costumbre humana anterior a mi muerte! -expresió tratando de mantener el respeto en toda la línea

Ella era una arcana, le debía eso y Hayame, era una alumna demasiado ansiosa por aprender a pesar de su torpeza

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La vio llegar, tan desvalida y preocupada por todo lo que sentía como algo terriblemente nuevo en su vida, que le provocó una risa sana y contagiosa. A la Arcana de Animagia siempre le había gustado ese momento en que sus alumnos descubrían que podían transformarse en un animal con el que sentían una afinidad, algunas veces sospechada, otras no.

 

- Es agradable ver que has regresado intacta, srta. Hayame. No dudaba que iba a conseguirlo. La veo muy cansada e inmersa en un mar de dudas. Es lo habitual.

 

En realidad, era mucho más que lo habitual. Algunos se maravillaban de lo que conseguían, otros se asustaban. Pero ninguno había llegado a plantearse por el enrevesado procedimiento de la transformación. En esto, ella demostraba ser excepcional. Se levantó del suelo para acercarse a ella.

 

- No está enferma. Su cuerpo ha sufrido un cambio total de su forma para transformarse en la esencia animágica que guardaba en su interior. El cambio es total. Lo que ha vivido es ese animal intentando liberarse y ser él mismo, la lucha por ser un animal vivo moviéndose en su instinto de criatura e intentado liberarse de su amarre humano que lo mantenía enclaustrado. Recuerde... Ser animal te hace libre, poderoso, dentro de una explosión de energía interior que debe de ser gastado. Pero es un proceso agotador. Le aconsejo que descanse, señorita. Ha demostrado ser poderosa para dominarlo de forma tan rápida.

 

La Arcana golpeó el cofre con su varita. Se abrió al instante y le enseñó el tesoro que contenía. Un anillo liso y brillante descansaba en el fondo.

 

- Es su Anillo de Vinculación a la Habilidad de Animagia. ¿Quiere conseguirlo? Para ello, tiene que pasar unas pruebas camino al Portal donde le deberá demostrar su valía. ¿Está dispuesta a pasar la prueba, Señorita Hayame? Si es que sí, le espero mañana delante de mi casa, donde la acompañaré hasta el límite del bosque. Allá la dejaré sola para enfrentarse a lo desconocido. Si demuestra ser apta, el Portal se abrirá ante Usted. ¿Quiere arriesgarse? De ser así, ya sabe, a las 12 de la mañana la espero.

 

No tuvo que ponerse de puntillas pues ambas eran igual de bajas. En un gesto agradable y común para ella, frotó su nariz con la de la muchacha, en señal de despedida.

 

- Es usted una monísima zorrita de la fruta. Espero que disfrute con esta experiencia. Ahora, descanse. Mañana puede ser un día totalmente agotador, ya que usted no está acostumbrada a cansarse, siendo vampiro.

 

La Arcana se alejó de ella y volvió a sentarse junto a la otra alumna mientras esperaban a la tercera.

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La bruja se quedó tensa por unos segundos ante las palabras de la bruja que tenía delante, sintiéndose aún algo confundida pero intentando analizar lo mejor posible las palabras de la mujer que nuevamente, demostraba una excepcional paciencia y energías para tratar con ella y su ser inquieto y siempre lleno de dudas

Ahora que lo pensaba, era parte de la muestra de que no importa cuántos años alguien pudiera presumir de tener, siempre habría algo desconodido, algo nuevo por aprender...

Algo que no se sabía...

Se había ruborizado ante las palabras de su maestra y mentora de aquellos momentos, ahora sintiendo la necesidad de no decepcionarla al dedicarle aquellas palabras que de alguna manera, estimulaban en el interior; aunque siempre había demostrado ser dura por fuera, siempre iba a tener ese "algo" que le hiciera desear mantener las expectativas de las personas sobre ella, sin dejarlas caer o sin fallarles

Especialmente cuando se trataba de sabios y maestros que le impulsaban a intentar y a tener fe

Y cuando le dijo acerca del exámen...

Su persona estaba entusiasmada. Nerviosa pero muy emocionada de pensar en aprovechar aquella prueba, en probarle a la profesora que sí estaba lista y al mismo tiempo, probarse a sí misma que podía conseguir tocar esa fibra mágica que normalmente los seres sobrenaturales no sentían que debían de sentir ya que les bastaba con su magia básica de transformación. Pero ella también era una bruja, ella tenía ese poder y esa magia que también era suya, tan suya como aquella criatura que dentro suyo parecía gritar y aletear, ansiosa por volver a extender las alas en un nuevo intento de vuelo!!

Libertad

Justo lo que había dicho la arcana, sentía que tocar a aquel zorro de la fruta era sentir una libertad diferente a la que las alas pequeñas del murciélago vampiro le otorgaban solo en ciertos momentos sin usar las energías mágicas que residían en los canales de su cuerpo

Era algo diferente, era una esencia diferente...

Y al mismo tiempo... suya

Cerró los ojos y relajó el cuerpo ante la muestra de cariño y afecto mostrado por la anciana, uno que solo unos pocos de la tribu que había visitado en amistad le habían otorgado; había sido casi como un cálido abrazo, una bienvenida a casa para la criatura que sonreía feliz de saberse bonita y querida, aún residiendo en la prisión de aquel cuerpo humano

La pelirroja sonrió con suavidad

-Estoy... lista y ansiosa por el exámen, maestra

Respondió con suavidad la Snape antes de colocar firmes los brazos a los lados de su cuerpo e inclinarlo hacia delante cerrando los ojos, una costumbre que había tenido de toda su vida sin recordar de dónde la había adquirido; pero era tan suya como el zorro de la fruta que ardía en deseos de asomar una vez más

-La veré pronto. Muchas gracias por su sabiduría y paciencia en este aprendizaje -dijo despacio la bruja mientras que observaba el pequeño anillo, anhelando el momento de poder tenerlo en su mano mas que nada, porque sentía que sería un recuerdo muy importante y especial del primer contacto con aquella criatura en su interior...

Y el recuerdo de aquella profesora con la que le hubiera gustado, tener mucho más contacto que solo esa clase

Aún sentía que tenía muchísimo que aprender de ella y no solamente, Animagia

-Hasta mañana, maestra

Dijo con un tono de completo respeto hacia esta, procediendo a retirarse mientras se mentalizaba el practicar y meditar toda aquella noche para estar segura de que podría canalizar y acariciar nuevamente, aquella conexión con el zorro volador

Algo le decía, que ese momento sería inolvidable

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Taurogirl asintió, enseñando el cofre que sostenía. En la misma mano se notaban varias picaduras que le dolían. Escuchó lo que decía sobre la corteza, por lo que se las arregló para arrancar un pedazo pequeño y meterle el diente, cual animal del bosque. El alivio fue casi inmediato, solo entonces pudo tener la fuerza suficiente para hablar.

 

— Me sentí... libre, aventurera, como que todo lo podía lograr. Por un momento, aunque estuviera corriendo para salvarme, sentí que por primera vez estaba viviendo plenamente. Me sentí salvaje y eso me gustó —. Aunque intentó explicarle sentía que se estaba quedando corta con la explicación. Quería decirle a la Arcana que mientras estuvo en su forma serval, el mundo ya no le parecía tan grande, se creía capaz de muchas cosas, de incluso pegar un salto tan alto que la llevara a tocar la copa del árbol más alto. No sabía si eso era sentirse invencible, pero se le parecía.
Volvió a asentir dos veces seguidas, respondiendo a sus preguntas. Claro que la recordaba y por supuesto que sospechaba que no había sido la primera vez que se convertía, después de la cuarta o quinta descartó que se tratara de un sueño, eso y la ropa rasgada, así como la tierra bajo las uñas cuando estaba segura de que no había visitado el invernadero.
— No sabría decir si fue fácil esta vez, fue más que todo necesidad y deseo de hacerlo —explicó —Realmente estaba escéptica ante la situación, no estaba segura si de verdad estaba capacitada pese a las pruebas que tenía delante de mí, pero durante esos momentos en no me importó nada, no había nadie que me viera, literal todo alrededor era como el perfecto escenario en el que podía liberar a mi verdadero yo. Así me sentí, sin ataduras, liberándome de ellas pues era yo misma quién las había puesto en mí —se tomó un tiempo para reflexionar sobre lo que acababa de decir, eran muchas cosas que asimilar y aceptar. Finalmente tomó una decisión —Lo volvería a hacer una y mil veces más, lo que experimenté fue algo único y quiero seguir sintiéndome así.
Nunca había podido ver a Suluk tan de cerca y la verdad no esperaba que fuera más alta que ella. Tenía varias arrugas en el rostro, pero ninguna de ellas la hacía lucir débil o indefensa. Tomó asiento a su lado también en el suelo, preguntándose cómo luciera la otra persona a la que esperaban y si llegaría a verla en su forma animal. Lo que se encontró fue a una Hayame alterada, que aseguraba estar enferma.
La Arcana explicaba que lo que sentía la bruja era perfectamente normal, efectos producidos por la transformación, como ella, que sentía todo su cuerpo caliente y el corazón acelarado, a pesar de haber pasado ya un tiempo considerable para que las pulsaciones le regresaran a la normalidad. Tocó su frente y notó que ardía, pero no se sentía mal.
— ¿Entonces es normal? Porque me siento como si tuviera fiebre, pero solo por la temperatura, en cuanto a los demás síntomas simplemente no están ahí. ¿Esto sucederá cada vez que me transforme?

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