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Videncia


Sajag
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Conforme el camino avanzaba se sentía más seguro. En realidad, en ese momento, solo eso le daba seguridad. Su mente entró en un estado de trance auto impuesto. Dejó de percibir el tiempo de forma normal. Se detuvo. Por un momento pensó que aquellas cartas que vio venir golpearían contra él, que tendrían algún tipo de sortilegio o cualquier cosa mala que se le pudo ocurrir en un segundo.

 

Pero no. Casi todas pasaron de largo, apenas rozando su cuerpo. Lo que le sorprendió, cuando ya se dio cuenta de que no le harían daño, fue el hecho de que tres cartas quedaran flotando delante de él. Tuvo poco tiempo para memorizar el mensaje. Estaba de nuevo esa su fortaleza. Bueno para rostros y malo para nombres, bueno memorizando imágenes y malo guardando una teoría larga en sus cerebro.

 

—Pasado, presente y futuro

 

Se repitió las palabras varias veces. Ordenó mentalmente las imágenes y las asoció con la época de su vida que representaban. ¿Cómo se suponía que él, que en su vida había tocado una carta de esas, supiera que significaban? Porque si, algo en su interior (quizá su tercer ojo, quizá no) le decía que esa era la forma en que podría continuar.

 

Pero entonces un clic hizo algo en su interior. ¿Quienes habían, durante los años, puesto a disposición del mundo los métodos con los cuales se podía predecir el futuro? La respuesta, al menos de forma parcial, surgió. Los videntes, por su puesto. Intentó darle un significado a aquellas cartas. Quizá no sería uno exacto, más se sentía seguro de que en algo acertaría.

 

Su pasado estaba lleno de heridas. Heridas mucho más dolorosas que las realizadas por las bestias mágicas que cuidó durante años. Más bien las heridas que le dolían eran aquellas que lo convirtieron en un cadáver en vida. Pero aquel era un pasado que ya superó simplemente dejándolo ser. Entonces, quizá, sus decisiones fueron fundamentadas en un augurio de lo que le deparaba su en aquel entonces futuro: Seguir adelante y sanar haciendo las cosas correctas.

 

Su presente era más complicado de leer que el pasado. Porque la duda estaba ¿Qué era presente y qué el futuro? Observó el rostro de la carta con apariencia de Rey. Su rostro no era como el de muchos reyes injustos ni como el de reyes serviles. Su mirada mostraba justicia, nada más que justicia. Y aunque no era un rey servil tampoco era uno que se alejaba de su pueblo. Ese rey le brindaría ayuda. Alguien lo ayudaría pero ¿Quién? Probablemente en poco tiempo el quién se aclararía.

 

El significado de la sota, que en ese momento aprendió el nombre de la carta por arte de magia, llegó a su mente de forma diferente. No lo dedujo él, ni siquiera intentó entender el mensaje. Simplemente su propia voz comenzó a bombardearlo. "Una nueva fase de tu vida empezará luego de que recibas una racha de inspiración. Esta inspiración llegará junto a buenas noticias, progreso en tu campo o avance en tu carrera."

 

Las palabras comenzaron a sonar primero inteligibles y conforme se repetían de forma descontrolada iban adquiriendo claridad. Primero una palabra, luego una media frase. Hasta que finalmente comprendió todo el mensaje. Divisó una casa. Y aunque aún se veía un tanto borrosa, era la primera confirmación visual de que estaba cerca.

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El olor a azafrán se fue diluyendo cuando se apagó la llamita que extendía su aroma por la habitación. Sajag abrió los ojos con una sonrisa de satisfacción en los labios. Aquel hombre estaba siendo muy tenaz en sus ideas preconcebidas y, a la vez, se dejaba llevar por la intuición que no era, ni más ni menos, que la apertura de su Ojo Interior.

 

Se levantó, despacio, apreciando aún la Visión Creciente de Bastian Karkarov. No lo sabía pero estaba ya aprendiendo antes de entrar en la sencilla habitación que le servía de casa. Se acercó a la llama y la volvió a encender. Esta vez, sin embargo, prendió una barrita de sándalo. Esta madera de propiedades sedantes, favorecía la relajación y el bienestar físico de quien aspiraba el humo que desprendía. El Arcano cerró los ojos y empezó a cantar una melodía que se extendió más allá del espacio en el que se situaba, saliendo de la casa y expandiéndose por toda la zona del Ateneo. Los pocos que la sintieran podrían considerarse afortunados. Pocos oían cantar las antiguas profecías al Arcano si no era en momentos muy determinados o en ceremonias muy concretas y sagradas.

 

La música arremolinó el polvo del camino en torno a Bastian y le susurró palabras al oído. Sólo él intuiría lo que le decían y lo que le pedían. Cualquier timorato se sentiría apesadumbrado por una sensación de malestar y un deseo de alejarse de aquel lugar. Sólo quien fuera capaz de Ver más allá de los peligros imaginarios se vería capaz de avanzar.

 

Sajag sabía que el Sr. Karkarov sería capaz de superar una prueba tan sencilla pero, tal vez, no la barrera que levantaba a su alrededor para que no pudiera entrar en la casa. Puso la barrita de sándalo delante de su boca y sopló, muy ligero. Una ráfaga de aire violento se lanzó contra el hombre y le zarandeó, haciéndole perder el sentido de la orientación. Para cuando consiguiera recuperar el equilibrio, se encontraría en una encrucijada de cuatro caminos.

 

¿Cuál le llevaría hasta el Arcano? Para saberlo, tendría que recurrir a la Videncia. Ni la fuerza bruta de su espada escondida, ni ningún tipo de conocimiento ni habilidad le dejaría pasar; la magia no le abriría la mente, sólo despertar su Yo Interior sería la forma de atravesar una barrera de manchas que se levantó del suelo y le impedía el paso. Conocerse mejor sería la fórmula para elegir cuál de los cuatro caminos era el correcto, si es que alguno lo era; si no lo eran los cuatro.

 

El aire movía las manchas en los cuatro lados que le rodeaban, por delante, por detrás y a los dos lados. Bastian tendría que cerrar los ojos para no perderse entre aquellas manchas de polvo y hojas. Cuando lo hiciera, las manchas se convertirían en imágenes que le hablarían sólo a él. La primera le diría, en ruso, que él no tenía poder para ser un animago, que abandonara el anillo en el suelo y huyera, por su arrogancia de creerse un animal tan digno. La segunda, que volviera a la estepa rusa de donde no debió salir, abandonara Londres y dejara todo cargo e intención que tuviera en Inglaterra, que volviera al exilio. Su muerte era cercana si permanecía en suelo extranjero. La tercera, más sensual y en un inglés nativo, le dictaría palabras de amor y consuelo; de facciones delicadas y elegantes, instándole a volver a casa con ella y sus hijos. La cuarta...

 

La cuarta era Sagaj convertido en Bastian. O Bastian con su anillo vinculado a Sagaj y, por tanto, él mismo. Sólo el ruso sabría lo que saldrían de esos labios. Tal vez mucho... Tal vez nada... Todo dependería del grado de Videncia que aún estuviera activo en ese momento.

 

Las cuatro manchas le acosarían; el olor a sándalo, que movía el aire y las cambiarían de un camino a otro para desconcertarle aún más, sería, al fin, quien le ayudaría a encontrar el camino emocional necesario para que su Ojo Interior se abriera y le mostrara la casa sencilla que albergaba el Saber de aquel Arcano hindú que le esperaba en su interior.

 

Soy tú.

 

Sólo si te convences de ello...

 

 

El murmullo de Sajag sonó en sus labios para sí mismo.

 

Pero sabía que Bastian estaría de acuerdo, si es que lo oía en algún momento.

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Continúa caminando. Sus pies incluso se sienten cansados. Pero no sucede nada. La casa borrosa que ve a los lejos sigue borrosa y sigue igual de lejos que desde el momento en que pudo verla. Pero le están pasando cosas demasiado extrañas como para que se de por vencido. Siente que puede, sabe que cualquier prueba es posible; conoce su fortaleza, hay mucho dolor en su pasado como para dar el brazo a torcer. Se está arriesgando a que lo llamen loco, a que digan cuan inútil se ve creyendo en el futuro. Pero el escepticismo es un sentimiento que ya lo abandonó, lo sabe.

 

Vete. Te están buscando. Eres débil. Jamás lo lograrás.

 

Cierra lo ojos y se concentra. Físicamente se siente bien aunque le duelen un poco los pies. Pero hay algo que le molesta y es que no puede sentirse bien espiritualmente. Es su espíritu quien le dice que se vaya, que algo va mal. Es su energía natural quien se siente incómoda, quien intenta e intenta encontrar agua y no logra hacerlo.

 

Quizá sea lo mejor...

 

—No lo es, concéntrate

 

Puede reconocer las palabras. Harimau logra conectar de forma voluntaria cuando Bastian lo necesita. Cuando un empujón de fuerza es necesario. No se explica el como, pero lo hace. Logra sentir, en primer lugar, el agua en el aire que aunque mínima existe. Cuando su energía se calma es que el camino sinuoso desaparece, que las palabras de desánimo se van. Incluso el miedo se va. Vuelve a ver la casa del Arcano que antes desapareció por unos segundos. Se ve menos borrosa.

 

Cierra los ojos en cuanto se ve obligado a hacerlo producto de las manchas de polvo y hojarasca que ve, que lo hostigan. Ve una imagen, una figura. Es un tigre. Pero no es él, no es Harimau y no es ninguno de sus tigres. Él los conoce a todos, los diferencia por las manchas que para él son únicas. No sabe sus nombres, por su puesto, pero puede reconocerlos. Es un extraño...

 

Le extraña que el tigre le hable en ruso. Ni siquiera Harimau lo hace. Bastian piensa en inglés la mayor parte del tiempo, y es así como se comunica con su tigre. En el poco tiempo que lleva intentando llegar al Arcano comprendió ya que la Videncia es otra forma de ver los hechos. Si, tiene una parte mística pero ¿Acaso no es precisamente lo místico de la magia lo que los diferencia de los muggles?

 

Descarta las palabras del tigre casi de inmediato. Él no eligió ser un tigre. Fue el espíritu del tigre el que se unió a él. Aún recuerda como, cuando niño, sintió esa extraña atracción por el huérfano tigre. Como aprendió a entenderlo. Como la aurora boreal le mostró lo que él es, lo que Harimau es.

 

La Segunda imagen habló. Lo increpa a irse, a volver a su tierra. Pero no puede hacerlo. En Rusia no lo quieren ya. Pasaron ya varios días desde que decidió hacer lo correcto por sobre lo fácil. Quizá desee hacerlo, quizá su corazón aún cree en que algún día él limpiará la agencia que lo convirtió en la persona que es. Elije, de nuevo, lo correcto. Se queda.

 

Aunque el parecido no es total ve a Valkyria.

 

—Lo siento, no puedo

 

Aún tiene miedo, claro que lo tiene. Comprende en parte la Videncia, eso no quita que aún le cause un poco de miedo. Se agarra la cabeza con ambas manos. Lo siente. Sabe que volverá a suceder, comprende lo que está por pasar y un escalofrío de terror recorre su espalda. De nuevo escucha su propia voz bombardeando en su cabeza. Pero ahora es la cuarta imagen quien mueve los labios.

 

"Escucharás lo que debes escuchar, lo que quieres escuchar, lo que sabes que es mentira y lo que te quiere destruir. Cuando no escuches sabrás lo que debes escuchar"

 

Las palabras se guardan en su memoria. Las analiza. Le cuesta emparejar cada parte a las distintas figuras, a los distintos caminos. Se elige a si mismo. Comprende las palabras. El cuarto camino realmente no habló. El cuarto le indica como entender a los anteriores. Toma el camino, ve nuevamente la casa. Pero ya no está borrosa, ahora puede verla con claridad.

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Sajag se sentía muy orgulloso. Pocas veces había conocido a un pupilo que demostrara tales dones adivinatorios aún antes de presentarse ante él. El Sr. Karkarov era un Clarividente como pocos habían existido en el mundo. Y él daba fe. Todos los Videntes habidos en el pasado y en el presente habían pasado por el Portal y estaban vinculado consigo mismo. Sabía el poder que tenía aquel hombre entre sus manos.

 

Lástima que su mayor estorbo fuera él mismo. Todo Clarividente teatrero puede usar unas bolas de cristal, unas manchas en pergamino, unas cartas de tarot lanzadas al aire o los posos de unas ricas pociones... Todo eso ayudaba a generar misterio en quien solicitaba sus servicios. Algunos Videntes eran más o menos buenos pero tenían mucha teatralidad en su puesta de escena. El Buen Clarividente no necesitaba nada de eso, aunque supiera leerlos. La sencillez era su aval.

 

Antes de desarrollar la Clarividencia en su totalidad, Bastian Karkarov necesitaba creer que eso que él creía que era habilidad intuitiva era su Ojo Interior que le acompañaba desde su nacimiento. Cuando lo entendiera, se reconocería como el Gran Vidente que ya era y que llevaba escondido.

 

Por ello, el Arcano se levantó para la última de las pruebas: si la superaba, Bastian vería la casa y pronunciaría su decisión sobre el Portal. No necesitaría pasar nada más, ya estaría preparado. Pero tenía que ser consciente de lo que era y admitirse como era. Sajag se dirigió, paso a paso, a su camastro. Los sueños son premonitorios, dormir ayuda a despertar el ojo interior. Conseguiría que el hombre entrara en su humilde casa siendo ya el Vidente del que hablaban las profecías.

 

Aspiró con fuerza el aroma del sándalo y se tumbó. Enseguida consiguió entrar en ese fase que todo Vidente experimentado sabe que no es sueño sino realidad filtrada. Así, caminó despacio, con su figura presente, con su túnica colorida de ribetes claramente indúes, con su barriga prominente y una de las manos apoyada en ella. Caminar, a veces, se hacía difícil con ella. La otra mano sujetaba un manojo de globos de colores, cada uno diferente. Le saludó.

 

- Aquí tienes tu entorno, Sr. Tigre, Warlock del Ministerio, Marido y padre estimado. Aquí tenéis lo que os ata al mundo material, lo que os aleja de la Habilidad que tenéis dentro, aletargada. Tomad.

 

El arcano tendío los globos hacia él. El viento se hacía fuerte y movía los globos como si fuera a arrancarlos de su mano. Pero no era el aire quien debía quitárselos, porque volverían siempre, globos más gordos y rellenos de resquemor por haberlos olvidado. Tenía que ser el mismo Bastian quien decidiera romperlos para siempre o permitir que interfirieran continuamente en su vida. Sajag era amable y no terciaba en las decisiones de los pupilos.

 

- En este globo naranja veo un Temor de la Infancia. Arrástralo para siempre o rompe la materia de caucho que lo envuelve. También hay Temor por quien cree que tu pasado te hace innoble en el presente, Temor por conocer el futuro... Decide, Sr. Bastian Karkarov Malfoy, si quieres entrar en mi casa libre de globos o prefieres salir a jugar con ellos. Seguro que tu descendencia querrá jugar con ellos y heredar tus miedos. Normalmente, se transmiten de padres a hijos lo miedos ilógicos. Es tu decisión. Te espero en mi casa, con una tisana de hierbas para premiarte. Decide, Sr. Karkarov, si te apetece beber algo. Tal vez no lo sepas pero ha pasado mucho tiempo desde que intentas llegar a tu destino. No sabes cuanto...

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Él conoce el miedo. Es parte de su vida. Fue su padre quien enseñó sobre el miedo, sobre como usarlo, sobre como en realidad a veces era bueno sentir miedo para preservarse. Lo recuerda. Incluso en un estado de miedo extremo se debe elegir que hacer con el miedo. Dejarlo de sentir es algo casi imposible e incluso dañino.

Guarda silencio. Debe decidir que hacer. ¿Qué hacer con el miedo? ¿Miedo a que? Recuerda el escalofrío subiendo por su espalda hasta recorrer todo su cuerpo. Pero sabe que no tiene miedo a su ojo interior sino a como alguien podría usar sus premoniciones. Aún las considera erráticas y peligrosas. Pero sabe que puede con ellas, que al final del día hará lo correcto.

Toma los tres globos y escucha atentamente las palabras del Arcano. Puede sentirlos aunque sabe que no están entre sus manos. Palpa el látex y huele el olor que aún desprende. Los globos huelen igual que aquellos guantes que él solía usar cuando su padre le insistió en entender un poco de criminología en el mundo de los muggles.

 

Ya no le teme a su niñez. Todos los problemas pasados lo hicieron más fuerte, son gracias a ellos que llegó al lugar en que llegó. Sabe como tomar los problemas y estrujar aquello que le hace daño, apartarlo. Revienta el primer globo apretando de la misma forma en que lo hace con cualquier problema. Lo soluciona él mismo.

 

El segundo globo, dice Sajag, representa sus dudas respecto a las cosas de las que se arrepiente. La Orden del Fénix es su nuevo hogar, lo está arriesgando todo por ponerle un freno a la Marca Tenebrosa y lo está logrando. Sus compañeros confían en él, las líderes confían en él. Siente la humedad en sus dedos, la suficiente para reventar el globo con un aguja de hielo sólido.

 

No le tiene miedo al futuro sino a lo que otros puedan hacer si lo conocen. Es un problema al que debe enfrentarse cuando se presente. Revienta los demás globos uno a uno. Finalmente su mano toca el pomo de la puerta, puerta que sede al contacto. Sajag lo está esperando.


—Maestro Sajag, un gusto conocerlo en persona —hace una pequeña reverencia, Sajag lo ha guía durante todo el camino.

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Sajag ya estaba despierto cuando entró el Sr. Karkarov en su casa. Era una habitación, en realidad, con una única pared sólida, las otras tres son grandes ventanales que le muestran el cielo y un paisaje inolvidable. El Arcano ve más allá de las montañas, los árboles, las estrellas, el edificio del Ateneo e, incluso, las zonas donde viven sus otros compañeros arcanos de las diferentes habilidades. Él ve las esencias, las auras de los seres vivos, los pensamientos que fluyen hacia el infinito, las decisiones, las Visiones, detecta a otros como él... Ahora mismo, del mismo Bastian surgen hilos dorados que se entremezclan. El Arcano sonríe, feliz ante su significado. Bastian es ya un Vidente. Ahora sólo quedaba que él mismo se convenciera que podía pasar las pruebas que le marcara el Portal.

 

- Bienvenido, Warlock del Ministerio. Es un honor su presencia en mi humilde centro de estudios... Sabía que llegaría el día en que mi sucesor llegaría ante mi presencia, sólo que no esperaba que fuera hoy.

 

El Arcano caminó hacia la mesa donde estaban, humeantes, dos tazas tapadas de té de jengibre.

 

- Amargo pero revitalizante.

 

No hacía falta decir nada más. Ya estaba todo dicho desde que el hombre había decidido entrar.

 

O casi todo...

 

- Mientras tomas el té, piensa si quieres pasar la prueba del Portal. Yo te veo muy capacitado para ello. Tal vez no debiera hablarte de ello, pero tengo la Profecía que habla de tus logros... Pero he visto que tú mismo la cogerás en algún momento de la Prueba y sabrás tu destino. Debiera aconsejarte que no lo hicieras pero...

 

Sajag suspiró y mantuvo el silencio un largo rato, con una mano sosteniendo el platito con la taza de té, al modo inglés, refinado y extraño para un hindú vestido de forma tradicional, y con la mirada perdida en el ocaso que se iniciaba a lo lejos. Pronto, la cima de las montañas se teñirían de naranja y, después, todo sería oscuro. Al Arcano le encantaba ese momento, el más apropiado para el despertar de las visiones.

 

Volvió a mirar hacia el hombre que se sentaba a su lado y, con cara muy seria, puso la mano encima de la mesa y siguió hablando:

 

- Se hará de noche. Es muy difícil atravesar los obstáculos en la oscuridad pero para ti te será más fácil sortearlos. Así que... Si quieres de verdad enfrentarte a todo para que el Portal te demuestre lo difícil que te va a ser siendo Vidente... Si realmente es lo que deseas... Pon tu mano encima de la mía y nos trasportaremos a nuestro destino.

 

Era algo que pocos podían hacer, tal vez los Directores del Ateneo, los Arcanos y, también, los Warlock, desaparecer de un lugar tan protegido por la magia y aparecerse en el Centro energético del poder de las Habilidades: la pirámide que encerraba los Portales de las mismas.

 

Bueno, no directamente aparecerían en ella. Sajag se encargaría de que Bastian se quedara en las orillas del lago.

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La forma en que el Arcano lo recibe hace solamente que, de nuevo, una extraña sensación recorra por toda su espalda. Cuando, hace unas semanas, decidió presentarse ante Sajag no esperaba ese recibimiento. Y es que siente que las palabras del maese no tienen sentido. ¿Él un gran vidente? No se lo cree. O quizá si pero aún hay un dejo de temor en la parte inconsciente de su cerebro. Respira y se vuelve uno, por un segundo, con todo lo que lo rodea. Es la forma en que le gusta tranquilizarse, cuando se une a la naturaleza todas sus dudas se apaciguan y la mayoría de sus temores duermen.

 

—Es honor es mio, maestro. Soy un político, llegué al lugar en donde estoy por la política. Sus conocimientos lo han llevado a ser un Arcano, y no hay nada más admirable que el conocimientos —dice.

 

Y es realmente lo que piensa. Él mismo es hábil en muchas cosas porque conoce de ellas. Las estudió a fondo cuando niño y ahora las domina. Sabe que es bueno, por ejemplo, con la espada o abriendo una cerradura sin magia. También es bueno en peleas cuerpo a cuerpo. Su trabajo como Warlock es política, llegó allí siendo político. Y él no considera la política como un conocimiento, como se aplica de una forma u otra. En su caso fue aprovecharse de ciertas situaciones, de eventos concretos que incluso él llegó a provocar para su beneficios.

 

¿Tan pronto? ¡Pero si aún se siente igual que al principio! Se toma unos segundos, tampoco es buena idea responder algo tan importante a la ligera. Una parte de él quiere seguir en el lugar tomando el té. Siente el leve picor del jengibre en su garganta. ¿Realmente se siente igual que cuando emprendió el camino? Aparta las dudas porque aunque haya miedo no deben haber dudas. El miedo es necesario, las dudas no.

 

—No quiero conocer mi destino, maestro. Hoy he comprendido el poder de la profecía y del ver más. Pero saber lo que me va a pasar le quitaría toda la diversión —sonríe.

 

Bastian se crió en el mundo muggle por muchos años. Por lo que conoce muchas cosas sobre profecías, sobre el futuro y sobre intentar cambiarlo. No es que todo lo que los comics y series que llegó a ver sean ciertas. Pero está convencido que la mejor forma de caminar hacia el futuro es sin conocerlo, sin intentar cambiarlo. Está decidido, se siente listo.

 

—Pero confiaré en su palabra. Si usted me cree listo se que lo estaré.

 

Coloca su mano encima del arcano y todo se vuelve negro..

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  • 4 semanas más tarde...

El Arcano llevaba tres semanas de asueto. El descanso había sido merecido. Su último pupilo, el Señor Karkarov, le había dejado agotado. Su potencial había sido tan fuerte que hasta había mermado toda su fuerza ínterior. Sajag había conseguido que demostrara su gran poder como Vidente pero su propia edad era cada vez más pesada de llevar. Por ello, aquel tiempo le había servido para sosegar su cuerpo y su alma, intentando alejarse de toda Visión que le pudiera romper el equilibrio que buscaba.

 

Aquella noche, sin embargo, se rompió por primera vez la rutina de aquel casi mes sin hacer nada, sin sufrir sueños premonitorios. Vio una hecatombre, un maremoto, una tormenta de arena que inundaba el Ateneo, una pelea entre vampiros y licántropos, un bastón de mando que se rompía... Sajag se despertó cuando el alba rompía la oscuridad nocturna. Perlas de sudor acompañaban su jadeos nerviosos.

 

- ¡No! ¡No puedo tener tres alumnos a la vez! ¡No ESOS alumnos!

 

Tal vez sólo fuera un sueño, una pesadilla que nunca se cumpliría. Sin embargo, él era el Arcando de la Videncia. Era imposible pensar que su Visión fuera inocente. Sabía lo que iba a pasar y, peor aún, lo mal que lo iba a pasar. Y se refería a él, a Sajag, no a los pupilos. Se levantó y tomó una breve ducha con la que limpiarse. Se vistió con su toga sencilla con ribetes en ornamentos hindús y unas sandalias de cuero. Preparó una infusión de té, melisa y espino albar. Se la tomó con calma; era un relajante espiritual que necesitaba en aquel momento. Después dispuso encima de la mesa tres cuencos de madera con una tetera vacía detrás de ellos. Puso pequeñas bandejitas con plantas medicinales preparadas para su preparación: ginseng, jengibre, hipérico, tomillo, azafrán... Puso dos incensarios con dos barras de duración eterna, con olor a vainilla y frambuesa en uno de los anaqueles de la simple habitación. Hizo aparecer tres camastros que preparó con sábanas limpias y, por último, puso una baraja de tarot encima de cada mesilla de noche al lado de las camas.

 

Después tomó un zurrón donde puso su cajita de madera, el único elemento que guardaba desde su juventud, con hierbas y semillas dentro. También tomó su Sitar y lo colgó a la espalda. Se fue sin mirar atrás y colgó un cartelito en la puerta de su casa. Si sus alumnos merecían adquirir la Habilidad de la Videncia, tendrían que encontrarle. Les había dejado todos los utensilios que podrían ayudar a abrir su ojo interior. Si es lo que querían... Veía demasiada incredulidad en aquel ambiente que les rodeaba.

 

 

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jajaja muy buen rol, arcano xDD

 

On:

¿Porqué demonios me había anotado a esa habilidad? Esa era la pregunta que me había hecho cuando hice la inscripción. Supuse simplemente, porque se había anotado mi tia Sagitas, al ir a anotarme para una que tenía más preferencia. ¿Seguro? No tenía ni la menor idea. Ya bastante me había costado el simple hecho de adquirir mi poder de animagia, a pesar de llevarlo en la herencia genética.

 

Había recibido la lechuza aquella mañana en dónde me indicaban que podía ir sin problema. Bufé...

 

Los rayos del sol que traspasaban los ventanales que daban a la terraza, me indicaban un nuevo día. Cómo siempre, yo estaba tumbada en la cama con un libro apoyada cómodamente. El despertador sonó y lo apagué rápidamente, para no despertar al resto del castillo. Me sentía agotada antes de empezar un nuevo día a pesar de que no dormía, gracias a mi condición vampírica.

 

Me di un baño rápido y cuando terminé me puse mis prendas interiores, además de una camiseta, pantalones vaqueros, zapatillas de deporte y la cazadora de cuero negro, que siempre me ponía. Me puse una cola de caballo alta, y recogí mi monedero de piel de moke, con todos los cachivaches necesarios, además de una cajita de pociones y otros utensilios de escritura y demás. Tomé mi varita de álamo, era la que daba más potencia a mis poderes naturales, además de los adquiridos. Llamé a Galadriel y le ordené que fuese haciendo cosas...

 

- ¿Llegará para cenar? - me preguntó y yo me encogí de hombros sin una respuesta definida, ella lo entendió claramente.

 

Decidí que para desplazarme usaría mi poder animal. Tomé mi anillo de la habilidad y lo coloqué en el dedo corazón. Abrí las puertas de la terraza y cuando aspiré el aroma de la mañana, me concentré para transformarme (con las ropas) en un buitre. Cuando terminé ya notaba que estaba en forma animal. Agité las alas y aleteé hasta llegar a la Universidad. Traspasé sus puertas y llegué hasta la puerta principal del centro educativo.

 

Sabía que no había tardado mucho, así que, volví a transformarme de nuevo en vampira y me dirigí hasta el lugar en dónde en teoría tendría que dar la clase.

 

Sonreí al imaginar la cara de @ en cuánto apareciese por el lugar, pero lo que menos me imaginaba era que, @@Matt Blackner también se apuntaría a la aventura.

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Mi cabeza era un mar de dudas. Nunca había creído en la Adivinación ni en las cartas ni en ninguna otra forma de ver el futuro. No. Eso eran patrañas con las que se estafaba al público incrédulo. Y lo sabía porque, de pequeña, yo había estado entre esos grupos de teatreros que íbamos de pueblo en pueblo, con un pequeño espectácul0 aquí, una lectura de tarot por allá, algo de bolas de adivinación y mucha, muchísima labia. La gente oía lo que quería oír y dejaba unas monedas en nuestras manos (las otras solían ser robadas con triquiñuelas por pequeños rateritos que nos acompañaban).

 

Sí, esa había sido mi vida en los días que me escapaba de mi casa adoptiva y de los orfanatos en los que intentaban retenerme, al menos hasta que llegué a Hogwarts, con once años.

 

Desde entonces había llovido mucho y había aprendido mucho más. Sin cambiar mucho mi apreciación sobre los sinvergüenzas que se aprovechaba de la gente, sabía que había "algo" que no podía definir, algo que se podía ver en la bola de Adivinación. Yo misma tenía una que me acompañaba hoy, mientras caminaba en busca de la mansión del Arcano de Videncia. También sabía que las cartas podrían indicar más cosas de las que debieran, pues mi hermano Ishaya tenía una tienda que compartía con una pitonisa y me había sorprendido muchísimo.

 

Y, además, yo era sacerdotisa. Durante mi aprendizaje, había tenido visiones que después se habían convertido en realidad, algunas sí, algunas no... ¿Cómo podía negar esas experiencias? Era por eso que, al final, me había decidido a presentarme ante el Arcano de la Videncia, para comprobar qué había de verdad en ello y si eran ciertas las visiones que, en momentos muy concretos, era capaz de conseguir. Nunca me hubiera considerado una Vidente pero tampoco negaba que tenía algo que, en ocasiones, me hacían ver más allá del presente.

 

Caminé despacio porque era un día agradable. Todo parecía indicar que hoy iba a ser un día magnífico e interesante. Esta idea se torció enseguida. Primero, porque vi a Heliké allá delante. Arrugué el ceño al verla.

 

-- ¿Qué demonios haces aquí? ¿Es que me persigues a todas partes?

 

Lo segundo que me aguó el día fue ver un enorme cartel en la humilde casa del Arcano: "Cerrado por descanso".

 

-- ¿Cómo que cerrado por descanso? Si yo he pagado para que me enseñe. Será....

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