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Videncia


Sajag
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Una vez, hacía meses atrás, antes de enfrentar el Laberinto y rechazar la prueba del Portal, me había marchado de las dependencias del Arcano Sajag de una forma brusca, enojada y alterada con él, porque había visto cosas de su pasado que él no quería que yo viera pero no había podido evitar el contacto, ya que él aún seguí sintiendo cosas por su antigua pupila, aquella bruja milenaria que habitaba mi cuerpo. Y en todo el tiempo que ella y yo llevábamos conviviendo juntas, siempre había pensado que el ser vampiro por tanto tiempo le había dado un alma tan duradera. Yo, quien había estudiado las Artes Oscuras, la que había sobrevivido a la prueba de la habilidad de Nigromancia y había visto cambiar mi cuerpo por medio de la Metamorfomagia. Quien también había pasado satisfactoriamente tres clases de Libros con los Uzza y poseía el conocimiento de la magia primigenia sólo compartido con la Viceministra y Mistify Malfoy, había sido totalmente ingenua y hasta ignorante de lo que había mantenido con vida durante tanto tiempo el alma de Sybilla Amitha Macnair.

 

Vi al Arcano acariciarse las sienes y no supe si era por mi grito repentino o porque estaba teniendo algún tipo de visión, ya fuera del pasado o del futuro. Lo cierto es que no quería responderme él la pregunta que le estaba haciendo, porque le dolía o porque creía que no era el indicado para darme dicha información. Yo entendía lo que me decía, sabía que una vez que destapara aquella información no podría volver el tiempo atrás para deshacerlo, pero era necesario que comprendiera el motivo de que mi cuerpo se estuviera marchitando a tanta velocidad. Quizá eso me ayudara a no morir en el proceso que estábamos por enfrentar.

 

Continuó hablando. Asentí con respecto al Portal; no volvería a huir. Y luego miré los restos de lo que había quedado del té en la alfombra y asentí de nuevo, como una autómata. Sabía lo que me esperaba en el Portal y no sabía si eso era producto de la Videncia o de que siempre había sabido que llegado aquel momento, se revelarían ciertos secretos entre nosotras. Una parte de mi sabía que no podía ocultarle nada a ese ser que convivía conmigo, por más que quisiera. En aquel punto, éramos necesarias la una a la otra para sobrevivir.

 

Por fin me puse de pie para irme pero el Arcano se me acercó y puso una daga sobre la mesa, tirando las cartas al suelo. No las miré ni él tampoco, pues mi vista estaba fija en el fulgor de la afilada hoja de aquel artefacto tan simple y tan letal que él comenzó a envolver con el mantel de la mesa, lentamente. Me alejé un paso pero no pude retroceder más. En cambio, tragué saliva y aferré con firmeza la daga, mientras mis manos rozaban levemente las de él.

 

-Sajag...- dijo Sybilla con mis labios, pero luego tiró de mí algo y me marché de allí, sabiendo que tenía que estar en el Laberinto al amanecer.

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  • 3 meses más tarde...

Sintió un escalofrió. Aquello era raro, más extraño de lo usual. Él, improbablemente no sentía aquello. Su cuerpo, o más bien su condición vampírica no le permitía que el frio o el calor, le afectaran, pero allí, sentado, dejando que su mente vagara en recuerdos mientras esperaba no podía evitar sentir que aquella decisión que había tomado podría cambiarlo todo.

 

Aquello que iba a intentar era inédito para él, no sabía ciencia cierta si poseía el ojo, su madre adoptiva y su tía si que lo tenían y él las amaba y respetaba, más que a ninguna otra persona, sin embargo, el cainita no solía tener muchas visiones. Dibujo una mueca, no sabía si los Deja-vus eran tomados como videncia o no, sin contar claro estaba con los sueños extraños que solía tener y que tanto su madre como tía solían en el pasado descifrarle.

 

Cerró los ojos, respiró profundamente y se concentro. Esperaba lograr aquella habilidad o más bien despertarla, quizás con eso aquellos a quienes quería se podrían sentir orgullosos una vez mas, porque estaba claro que muchas veces los decepciono. Sabía que no debía dudar de si, ya que aquello, podría ser contraproducente y echar todo a perder. ¿Cuántas veces habían pasado pensamientos negativos por su cabeza y todo le había salido mal?, ahora, debía confiar en su instinto, además si conseguía aquello sería mucho más poderoso, con el fulgura nox podría ir hasta el futuro.

 

Aquello no era un juego, si hacia algo mal o cambiaba alguna cosa muchas catástrofes se podrían venir para el mundo mágico, aunque fuera el futuro sabía que no debía meterse con aquello, más aun, sabiendo lo que sabía de su pasado tampoco lo había hecho. Conocía las repercusiones de hacerlo todo mal. Él mismo había tomado decisiones que lo habían llevado hasta aquel punto donde se encontraba y ahora tenía que vivir con las consecuencias de sus actos… “Satia te sanguine, quem sitisti”

 

******************

 

Llevaba su clásica túnica negra, aunque por el cuello se podía ver la camisa color blanca que llevaba y una corbata de color vino tinto, los zapatos negros pulidos completaban aquella estampa. Había recibido instrucciones de ir hasta aquel sitio, el lugar donde el arcano de Videncia debía estar esperándolo. Caminó por los pasillos y recorrió cada centímetro del camino hasta allí aun sopesando si seria capaz de aquello y si la decisión era la correcta. Al igual que con Nigromancia, todo había comenzado con su instinto y la búsqueda de poder y conocimiento. Ahora, no era diferente. Negó con la cabeza ya quitándose aquellas ideas extrañas de su mente.

 

De ahora en adelante una vez que tocara aquella puerta (que estaba frente a él, ya que sin darse cuenta habia lelgado a la morada del arcano) tenía que estar seguro y no podía dejar lugar a las distracciones, al dolor y a cualquier cosa que pudiera suceder, aunque ¿esas cosas no eran las que le habían hecho ser así?, púes entonces no había que decir o pensar nada mas… levanto la mano y toco 3 veces.

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Hacía días que el Arcano dormía mal. No eran pesadillas. No eran visiones. Eran... intuiciones... Algo iba mal pero no era capaz de verlo. ¿Por qué? Era el Arcano de la Videncia y no era capaz de ver qué sucedía en la Universidad. Se levantó del camastro y, con un leve movimiento de mano, abrió el único ventanal que había en aquel cuarto. El resto de las paredes estaban plagadas de libros, de arriba a abajo, de derecha a izquierda, todo lleno de tomos polvorientos y muchos ajados ejemplares que había ido acumulando durante su vida.

 

Porque Sajag era un Arcano instruido. Antes de llegar a ese alto nivel ya había sido un hindú amante de las Artes y la Literatura, ciencias que abandonó por sus excesos juveniles. Todas sus preocupaciones las solucionaba buscando información entre aquellos volúmenes que había atesorado. Pero sabía que en ninguno de ellos encontraría la solución de su desasosiego.

 

Frotó su barriga y miró al aire. Cerró los ojos...

 

- "Tres son tres pero son Uno y Uno son Tres en el camino..."

 

Suspiró y se dirigió hacia la zona donde estaba la cocinilla. Preparó un té de hierbas aromáticas y pronto el aroma se extendió por toda su habitación. Con sumo cuidado, preparó un tapete rojo de terciopelo algo ajado encima de una rústica mesa de madera. Colocó la tetera en medio y puso una taza boca arriba, la suya, y tres boca abajo. Se sentó y miró a la puerta. Pronto...

 

Tres golpes anunciaron la llegada de una visita. Sajag asintió. Los esperaba.

 

- Tres son tres... - murmuró. Dio vuelta a una de las tazas y la situó frente a la suya. La puerta se abrió sin más y el anciano barrigudo sonrió al recién llegado. Con un gesto mudo, le señaló la silla que estaba frente a donde él estaba sentado. - Sé bienvenido.

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Esperó a que le permitieran pasar pacientemente. Una vez que escucho aquella voz y como esta le permitía acceder al recinto el Ragnarok paso por el umbral de aquella entrada dio unos cuantos pasos hacia adelante. Se detuvo vislumbrando lo que tenia a su alrededor. Cada arcano era diferente, ya había conocido al menos a 2 de ellos, pero en aquel se notaba la sed de conocimiento, la misma que el cainita había sentido alguna vez y que aun poseía. ¿Cuantas veces había iniciado aquel extraño viaje en busca de todo lo que pudiera aprender?, gracias a ello fue que estuvo en su Grecia y en otros países.

 

Recorrió con la mirada en un radio de 360 grados la habitación para un segundo después posar sus orbes negros como el abismo en los de Sajag. El Ragnarok se adelanto un poco más para hacerle una ligera reverencia en símbolo de respeto a la persona que se encontraba frente a él. Sin decir nada se sentó en el lugar que este le indicaba.

 

-Gracias por la bienvenida –dijo en tono tranquilo al arcano- me llaman Hades Ragnarok y será un honor para mi seguir sus enseñanzas –dijo de manera cordial sabiendo que aquel arcano quizás no conocía su nombre pero si sabia que él se presentaría para recibir sus enseñanzas y consejos en algún momento.

 

Observo aquella taza que se encontraba frente a él pero no hizo ningún movimiento repentino, simplemente aguardo con una sonrisa las palabras de su nuevo maestro.

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—Arieeeeeeeeeeeeeeeees —el grito salió involuntariamente de sus labios, estaba un poco estresada como podía notarse en su constante zapateo sobre el suelo de madera.

 

Tarde, iban muy tarde... no entendía la manía de Aries de siempre salir tarde de todos los lugares, pero tampoco la investigaría en ese momento. Porque de hacerlo, no saldrían nunca de la mansión Black Lestrange, por lo que simplemente inhaló profundamente un poco de aire y justo después, volvió a tocar la puerta por quinta vez en menos de diez minutos. Tentada a dejar de molestar e irse, negó con lentitud, no se iría de ese sitio sin él, lo necesitaba a su lado durante el curso.

 

Un par de minutos después, tras no obtener respuesta, decidió que era momento de tomar medidas drásticas; ingresó a la habitación del mortífago. Sí, estaba casi segura que se molestaría y le diría mil cosas, pero no le importaba demasiado, por algo era la matriarca de la familia y podía hacer y deshacer a su antojo.

 

—Hora de irnos. —lo tomó por el brazo, sin importarle como estuviese vestido o en la situación en la que se encontraba— El arcano nos está esperando y no quiero demorarme años cursando la habilidad por llegar tarde.

 

Sabía que su explicación era escueta, pero era cierta, prefería llegar solo un poco tarde y no causar tan mala impresión.

 

Después de un medio giro desaparecieron envueltos en una voluta de humo negro. Minutos después, la misma forma oscura se materializó a las afueras de los terrenos de la Universidad, por lo que tuvieron que continuar con su andar caminando, algo que no le gustaba mucho, pero que entendía necesario por seguridad de los legendarios magos que habitaban en esos muros. Al momento de llegar delante de la puerta de una casa de dos pisos, se quedó parada y miró al mago.

 

—Hemos llegado, te toca hacer notar nuestra presencia... aunque supongo que no le hará tanta falta al arcano, si es tan buen vidente. —soltó con una sonrisa en los labios.

 

Mirando su atuendo asintió con tranquilidad, ese día llevaba su rubia cabellera teñida de un color rojizo, poco común en ella, pero que acentuaba sus verdosos ojos y su pálida piel, que iba cubierta por el vestido negro y la capa de viaje del mismo color, mientras que sus pies iban enfundados en unas botas grises, lo único que desentonaba, pero que lograba un contraste bastante lúgubre.

 

Sin comprender exactamente que había cambiado en ella, que había dejado de preferir el cabello rubio negó con lentitud un segundo y se concentró en su improvisada apariencia, quizá extrañaba a su madre... sí, esa podría ser la razón. Sin embargo, no le dio mayor importancia y recobró su atención en el Black Lestrange.

 

Al percatarse que la puerta estaba abierta, miró a su acompañante y le dio una pequeña señalada... ¿deberían entrar sin más?

 

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Arieeeeeeeeeeeeeeees. —escuchó la voz de Mía gritar, por quinta vez en menos de cinco minutos, ¿qué parte era la que no entendía de “10 minutos”? Estaba arrepintiéndose de haber elegido ser la dupla de su abuela, entre más viejas más insoportables. Aunque eso él ya lo había visto venir, quizás no era algo real, pero sufría de pequeños momentos que pasaban en su cabeza y volvían a ocurrir, que le dejaban un panorama extraño alrededor. Uno de esos dejavu era que su abuela entraría y se lo llevaría sin que estuviera listo, por lo que se apresuró a ponerse el pantalón de cuero y los zapatos.

En su mano llevaba su camisa de color blanco, cuando fue víctima de la desaparición por causa de la Matriarca de los Black Lestrange, que había entrado de manera intempestiva y sin avisarle. Si le había dicho algo antes de aquella actitud tan grosera, no la había escuchado, no tardaron en aparecer en los jardines del Ateneo de Habilidades, cerca de donde vivía el arcano de videncia. Se miró aun sin nada que cubriera la parte superior de su cuerpo, así que antes de llamar a la puerta de donde vivía Sajag, se puso la camisa y comenzó a abrocharla botón por botón haciendo tiempo fuera del lugar en el que debían estar.

No creo que le guste a Sajag encontrarse con mis pectorales al descubierto, deja que termine de abrochar mi último botón y hago que nos note. —respondió ante la insistencia de Mia para empezar una habilidad y cuando logró estar completamente vestido, llamo a la puerta en espera de que el Arcano los dejase pasar, pero su naturaleza salvaje e inquieta le hizo entrar sin esperar a que le dejaran entrar. No se había dado cuenta de que la mujer con la que había llegado tenía el aspecto de una mujer pelirroja, no le sorprendía que pudiera cambiar su aspecto, pero sí que se pareciera tanto a su madre.

Así que minutos antes de saludar al arcano decidió cambiar su cabello a un azul turquesa, muy parecido al que Taurogirl, su madre, tenía. No quería que la ahora pelirroja fuese la única que tuviera un parecido a su madre, aunque eso no tuviera nada que ver con la habilidad de videncia, él tenía la idea que la mayoría de las habilidades eran heredadas y no adquiridas, y más cuando de su caso se trataba ya que su madre dominaba la mayoría de sus habilidades y estaba seguro que él tarde o temprano llegaría a ser tan bueno como su madre.

Hola, ¿Sajag? —preguntó mientras miraba a Hades que se encontraba en el mismo lugar que ellos, algo le decía que el joven vampiro no era quien buscaban, así que recorrió el lugar con sus ojos miel visualizando al hombre de piel dorada y barriga prominente. La cual le hacía parecer un hombre bonachón, así que terminó de abrir la puerta para dejar pasar a su familiar.

Estoy seguro que sabía que llegaríamos en este momento, mi nombre es Aries Black Lestrange. —su presentación iba más al mortifago mago oscuro que se encontraba en el lugar. —Tu nombre es Hades, ¿no es así?, ella es Mia Black Lestrange. —presentó a la directora de Gringotts como si fuera una completa desconocida, pero no estaba acostumbrado a que los Arcanos y Uzzas supieran de ellos. Los tenía idealizados como entes ajenos de la comunidad inglesa y no podía evitarlo.

 

¿Así o quieres que nos note más? —le preguntó a la única mujer en aquel lugar con una sonrisa traviesa, como dejando en evidencia la petición de ella para resaltar.

 

Editado por Ariel Aries Bra Yaxley

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Sajag sonrió ante la presentación de aquel nuevo alumno. Su espíritu bonachón salió a flote ante sus palabras. Tomó la tetera y la giró en movimientos circulares para mezclar la tisana que había preparado.

 

- Yo no enseño, muchacho. Yo despierto la habilidad dormida - vertió algo del líquido en la taza del Sr. Ragnarok y le invitó con un gesto a que bebiera de ella. - Suponemos que los que deciden entrar en esta humilde casa les atrae algo de su interior. ¿Ha tenido usted algún tipo de visiones, de profecías...? ¿Ha sentido alguna vez que algo ya lo ha vivido con anterioridad? - El arcano se acercó a su rostro a escasos centímetros de su cara y observó sus dos ojos, como si estuviera mirando a su interior, más allá de las pupilas. - ¿Tiene usted algo que ver con las patatas fritas?

 

El Arcano se alejó de aquella cercanía incómoda tal vez para el muchacho y vertió té en las dos tazas que acababan de darse la vuelta ellas solas, a la vez que sonaban unos pasos en el exterior y se oían unos susurros.

 

- Tres son tres pero son Uno y Uno son Tres en el camino...

 

Su mantra se perdió murmurado entre sus labios. Después señaló las dos tazas libres y asintió a las dos recién llegadas.

 

- Soñé con un cielo claro y con un mar oscuro. Pensé que el azul nos acompañaría hoy y no estaba desencaminado. Ser bienvenidas... ¿Os gusta el té? Bueno, no importa. Es interesante que lo bebáis y miréis los posos que hay en el fondo de la taza...

 

Sajag alzó su taza que, de forma mágica, había aparecido rellena de un líquido color meloso, algo diferente al que ellos tenían en las suyas. Sonrió de forma amable. Él no necesitaba la mezcla olorosa que había preparado expresamente para ellos. Él ya conocía el futuro de aquel trío oscuro.

 

- Muchacho, tú verás un futuro poco creíble. Señorita Aries, usted verá un pasado incierto y temible y tú, pelirroja... Tú estarás ciega ante lo que veas.

 

La sonrisa perduraba en su rostro, imperturbable mientras asía la taza y la posaba en sus labios. A veces, Ver no es tan positivo y era algo que debían aprender sus alumnos si querían seguir avanzando hasta llegar a la Prueba del Portal en la Pirámide.

Editado por Sajag
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El vampiro asintió y sonrió ante la primera corrección que le había hecho aquel arcano. Observo cada uno de sus movimientos y siguió con la mirada aquel líquido que estaba colocando en la taza frente a él. Una vez que Sajag había terminado aquello este bebió tal como le habían pedido para luego escuchar los cuestionamientos que este le hacia.

 

-La verdad es que si, muchas veces he sentido que ya he vivido un mismo momento antes, es lo que se llama un Deja-vu ¿cierto? -pregunto el Ragnarok sospechando la respuesta de su instructor- y para serle sincero si, he tenido algún tipo de visión, de sueños extraños o raros como suelo decirles, una vez tuve un sueño que se repitió al menos por 3 o 4 días, soñaba lo mismo pero cada día se iba revelando algo nuevo del sueño o algún acontecimiento en este –comento sin mas- mi madre adoptiva quien posee el ojo fue quien lo descifro mara mi

 

El cainita sonrió amablemente ante aquella persona. La verdad es que él no solía hablar de aquello, de sus sueños con nadie. El Ragnarok se caracterizaba por ser serio y misterioso para algunas cosas, no era de los que iban por allí contándolo todo sobre él, su pasado o las cosas que le hubieran sucedido, mas aun, no era de los que estaban contándole sus sueños a todo mundo.

 

-También tuve un sueño o visión interconectado con otras personas, pero al parecer mi visión era la correcta, quizás fue porque no querían que descubrieran la verdad fácilmente –comento sin saber si aquello podría ser posible- a veces no sueño nada o tengo tiempo que no sueño y de repente y en un segundo aparece el Deja-vu y me doy cuenta de que o ya lo había visto o ya lo había vivido –dijo- pero tengo una duda –observo a los ojos de Sajag- ¿es normal que muchas veces no recuerde lo que soñé o eso debo atribuírselo a mi mala memoria?

 

Recordó cada uno de aquellos detalles y sueños, también recordó algunas visiones que su madre le había dicho, claro estaba, no era bueno que supiera mucho del futuro ya que no podía estar jugando con el a la ligera y mas aun, podría cambiarlo para bien o para mal. En Grecia todo aquello era mucho mas frecuente, pero ahora que se encontraba en Londres quizás sus poderes, o visiones se habían apagado hasta el momento que las fuera a necesitar.

 

El vampiro había relatado todo aquello mientras se encontraba a solas con el arcano, pero un par de minutos después que había terminado con su relato y sus preguntas llegaron 2 personas más. Bufo, debió suponer que no seria el único que vería aquella clase. Cuando había visto nigromancia si había estado el solo con el arcano instructor, pero ahora en videncia, en algo que era un poco más suyo o secreto el destino se la estaba jugando de regreso, y aquello no le gustaba en lo mas mínimo. Suspiro y cerro los ojos para calmarse, ya no había remedio y sobre todo, no pensaba abandonar lo que ya había empezado.

 

-Así es, así me llaman –dijo el cainita en respuesta a la pregunta de Aries haciendo una ligera reverencia para después escuchar la presentación que ella hacia de si misma y de Mia a quien ya conocía.

 

Bebió todo aquel té que ya había comenzado antes de que llegaran las chicas para luego observar el poso y aquello extraño o raro que se formaba en el fondo. Ladeo la cabeza y movió la taza intentando averiguar si allí había algún tipo de figura pero solo veía un manchón pegajoso. Sin embargo, el cainita se obligo a concentrarse y a mirar bien aquello para intentar ver lo que se supone que debería estar descubriendo…

 

*************

 

El Ragnarok se encontraba en una especie de templo, la piedra envejecida hacia parecer aquello muy antiguo. La luz de las antorchas iluminaba poco de aquel salón lleno de pilares y que parecía a veces un laberinto de cámaras diferentes interconectadas las unas con las otras, podía ver los vitrales que dejaban pasar muy poca luz del exterior y él se encontraba allí parado en posición de defensa con una extraña arma de color roja, la cual parecía una especie de bastón. Frente a él una hermosa joven en armadura de entrenamiento. En su codo parecía llevar una especie de escudo amarrada por correas de cuero y en las manos de esta había otra arma, una parecida a la que el poseía pero era de color blanco.

 

-<<Las armas de los elementos>> -pensó para si mismo recordando que en una de aquellas cámaras escondidas se encontraban 2 mas y que él parecía ser el dueño y poseedor de aquellas 4 armas.

 

La joven chica comenzó a atacarlo con todas sus fuerzas mientras él la esquivaba y hacia algunos movimientos con aquel instrumento en las manos. Se dio cuenta al final que él de alguna forma se había convertido en un maestro recuperando la gloria que una vez había tenido o la fama que alguna vez había poseído y que estaba entrenando a la joven para quizás una futura guerra, una que tal vez a él no le correspondía luchar y debía confiar en aquellos que les tocaba dar la pelea.

 

*************

 

Abrió los ojos o más bien re4acciono recordando donde se encontraba. La verdad es que había visto o había tenido una visión poco probable, aunque el futuro no estaba escrito del todo por lo que no sabia si aquello se llegaría a cumplir alguna vez. Más aun, observo a los ojos de Sajag suponiendo que quizás él había visto lo mismo que el vampiro.

 

-eso ha sido extraño e interesante –susurro para si mismo.

 

Hades había reconocido a la chica.

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¿Señorita?

Aries se quedó mirando su cuerpo con cierta intriga, aunque más que intriga era molestia por el cambio de sexo que estaba recibiendo por parte del Arcano o ¿es que acaso aquel día había decidido ser una mujer y había olvidado ponerse pechos? No, claro que no, si él hubiese querido ser una mujer no olvidaría sus pechos. Aries era un joven masculino, feliz de tener rasgos un tanto femeninos que lo hacían muy similar a su melliza, pero aquello era la primera vez que alguien se había referido a él como mujer. Lo estaba odiando con todo su corazón, pero por un momento a pesar de su molestia trató de dirigirse en un tono neutro al arcano.

Discúlpeme Sajag, quizás no le importe, pero soy un varón, aunque para usted sea lo mismo para mí no. —era inútil, el timbre de su voz era de una molestia clara, miro a Mia por unos segundos, la cual le indicaba que se callara y guardara compostura con señales entre ambos. Pero no podía, el Ivashkov era impulsivo y odiaba que le llamaran mujer por el nombre. ¿Es que nadie se daba cuenta que Aries era un nombre neutro que servía para ambos sexos?

Inhalo y exhalo. Varias veces. Hasta que su mente y aquel síntoma que le abrumaba se iba. Fue entonces que tomo la taza que el hombre corpulento le ofrecía y la mantuvo entre sus manos, sus ojos azules miraban el líquido al interior de esta, lo que ahí estaba no se veía nada delicioso, por lo que prefirió no beber su contenido y quedarse con la taza en sus manos.

¿Es de verdad necesario? Estoy seguro que puedo hacer lo que me pide sin necesidad de beber su contenido.

El metamorfomago cerró los ojos tratando de ver lo que le había pedido Sajag, pero en eso sintió el peso de alguien sobre de él, no era otro que el de la Matriarca de los Black Lestrange que le estaba haciendo beber aquel líquido que había preferido omitir. Había escuchado a la Black Lestrange decir algo sobre que debían hacer lo que se les pidiera, estaba a punto de escupirlo para reclamarle aquella actitud a su abuela, cuando entro en un tipo de trance.

 

~ ° ~

 

El pasado que estaba viendo era lo bastante extraño, más allá de incierto o temible, frente a él se encontraba una niña de unos ocho años, con la cabellera café, tez blanca y la más bella sonrisa, Aries estaba sonriendo, lo podía saber ya que varios músculos de su rostro se encontraban un tanto tensos. En las pupilas de esta se podía ver perfectamente, era un niño de unos diez años, de tez blanca y de cabello dos tonos más azules que el azul cielo de aquella mañana. Quizás le parecía extraño por que la palabra temor no estaba en su vocabulario, y tenía un sentimiento extraño con esa escena frente a él. ¿Por qué no recordaba aquello? ¿Había ocurrido en algún momento?

Addison… mucho gusto. —dijo ella y le tomo su mano. —me gusta el color de tu cabello.

Aries, un placer. —había respondido él, después de tomar la mano de ella y llevarla a su corazón. —Lo sientes, late rápido, ¿no es así?

No. Las cosas no habían pasado de aquella manera, Aries no se había enamorado de su melliza, ¿o sí? Se quedó viendo un poco más, y en eso la Addison de 8 años le abrazo fuerte mientras decía en voz baja sólo para que ambos pudieran ser testigos de aquellas palabras.

Te quiero, como hermanos.

¿Hermanos? Eso seremos.

Aries había dejado su cabellera azul para agarrar el tono marrón del de ella, su habilidad en metamorfomagia le había hecho tan fácil tomar la apariencia de la que a partir de ese momento se había convertido en algo más allá que una simple chica, algo más que una amiga, era su hermana.


~ ° ~

 

Aries regreso o al menos eso pensó él, pero nunca se había movido de su lugar, no hizo ningún comentario, pero estaba ansioso, se podía ver ya que había secado las palmas de sus manos en su pantalón por más de tres veces en menos de 5 minutos. No podía sacar de su cabeza aquella versión de su infancia que le mostraba aquel liquido Meloso. Giro a ver a Mia, pero al parecer ella aun no salía del trance.

¿Qué tan real es lo que vi? ¿Esto fue obra de su liquido? —preguntó mientras trataba de aclarar su mente, algo dentro de él le decía que aquello pasó pero su cabeza lo bloqueo, para no seguir lastimándose.

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—Diez de Copas... El Loco... la Reina de Copas... La Rueda de la Fortuna... Dos de Copas... ¡Diantres!, ¿otra vez copas?... La Estrella... La Fuerza... Cinco de Espadas... Ocho de Copas... Definitivamente, el huracán nos azotará —Decía el Ravenclaw en voz alta mientras se encontraba en su aula de Adivinación leyendo las cartas para saber si el huracán que salía en El Profeta, pegaría o no en las costa inglesas. Esto le preocupaba notablemente al vampiro, debido a que si ésto era así, la Reserva Mágica "Newt Scamander" se vería afectada, y le daba un poco igual el resto de criaturas, estaba preocupado por Didi, su Hocicorto Sueco que estaba allí.

 

Volvió a barajar las cartas. Esta vez, quería saber lo que le esperaba aquel día. En su lectura, salieron La Templanza, El Juicio, El Mundo, el Ocho de Espadas, el Diez de Copas y finalmente el Dos de Bastos.

 

—Vaya, entonces si me aceptaron —Y justo en ese momento, una lechuza le indicaba que estaba aceptado en la Habilidad de la Videncia.

 

El vampiro la verdad no puso mucha atención en sus ropajes, sencillamente tomó su capa e color azul celeste y salió de su salón de clases (que parecía más un Pub Hippie) y se encaminó por el Ateneo de Conocimientos hacia el Ateneo de Habilidades. No sabía bien a dónde iba, no sabía bien qué le esperaba, pero estaba seguro que lo dicho por las cartas era correcto, pocas veces se equivocaba en sus predicciones, y esperaba que esa no fuera de esas veces. Llegó hasta el domicilio de Sajag, estiró su mano para tocar con delicadeza y firmeza la puerta, y esperó atentamente la respuesta de dentro.

 

Estaba seguro que ya le esperaban, bien fuera por el anuncio de los directores, o por los dones del Arcano, por lo que esperaba no molestar y no interrumpir nada o nada importante.

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