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Videncia


Sajag
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La pregunta de Sajag, le sorprendió un poco. Nunca se habría imaginado, que a algún arcano le importara el estado de sus pupilos, siempre los llevaban al máximo y justamente, eso era lo que le estaba ocurriendo en ese momento, anímicamente podía decir que se encontraba cansada, sí y que era pasajero con una pequeña siesta todo pasaría. Sin embargo, mentalmente estaba destrozada, el mantener al demonio que vivía en su interior a raya, le estaba pasando factura, pero sabía que debía continuar haciéndolo, al menos si deseaba que su ojo interior continuara abriéndose sin problema alguno.

 

—He tenido momentos mejores. —fue su única respuesta.

 

Al ver el cuerpo de Juv, supo que descansaba plácidamente, algo que de inmediato quiso imitar. Por lo, que en ese momento no cuestionó la indicación del arcano y se acercó hasta el camastro que se encontraba a un costado del de la bruja. Mirándolo durante algunos segundos, dudó, pero solo una milésima de segundo, no le parecía un sitio adecuado para dormir y menos, siendo cuidada únicamente por un desconocido, por más anciano y persona respetable que fuese considerado. Nunca había dormido, bajo la mirada de alguien, que no quisiese que la viera.

 

Notando, como ese punto era uno de quiebre para que rusalka volviera a tomar poder de su mente, lo descartó lentamente y se acostó. Acomodando un poco su túnica, de tal manera que todo su cuerpo quedará cubierto, menos su cara. Cerrando los ojos, respiró profundamente, intentando relajarse su cuerpo y mente, convencida de que tendría la energía mental suficiente para mantener a raya al demonio, eso debía ser, porque su padre, le había enseñado a alejarlo durante algunas temporadas, pero todo dependía de su tranquilidad.

 

Sin saber, en que momento su respiración comenzó a ser cada vez más pausada, mientras su rostro se quedaba totalmente sereno; estaba dormida. Su mente, era como un lienzo en blanco, en donde no existía nadie más que la paz, que lograba alcanzar en escasos momentos de descanso. Pero, eso no duró mucho tiempo, porque segundos después, comenzó a cambiar el color que la rodeaba, pasó de ser blanco a un color verde, sí verde y café, ¿colores mezclados? Eso era lo que le parecía, porque todo giraba muy rápido.

 

Hasta unos segundos después, supo que no eran solo colores. No, estos habían adquirido la forma de un pequeño pero atractivo bosque, amaba los bosques y la nieve, inicialmente, no entendía porque, pero años posteriores, lo comprendió perfectamente. Tenía cierta afinidad con un animal que precisamente, habitaba principalmente en esos sitios y que durante años, se las había ingeniado para sobrevivir a la caza y al extermino de los humanos, además de tener muchísimas que respetaba, disfrutaba estar cerca de él.

 

Por lo que en el momento en que vio al zorro delante de ella, supo que se trataba del animal que el arcano le había indicado que iba a ver. Pero, no era cualquier bosque, era el que conectaba el laberinto que conducía a la pirámide, sin poder creer lo que estaba viendo, esperó a que sus emociones se tranquilizaran un poco y cerró los ojos, mientras se agachaba un poco, permitiendo que el animal, se acercará a ella y colocara su cabeza entre sus manos, en una muestra de reconocimiento y camaradería.

 

—Pequeño, ¿estás listo para ayudarme? —preguntó al animal, y como respuesta, el pequeño se alejó un poco de ella y comenzó a adentrarse por el laberinto.

 

Sabía que el camino que iban a transitar no era sencillo. Pero confiando en la inteligencia del animal, supo que lo haría sin problema alguno, así que con pasos decididos comenzó a avanzar con pasos lentos, pero constantes, recordando el momento, en que el mismo zorro se había aparecido delante de ella en un bosque al caer la noche, invitándola a realizar la transformación en uno, para salir viva. Sí, eso había sido todo una situación complicada de vivir, pero que con ayuda de la aceptación que tuvo para lo que vivía, había conseguido.

 

Perdida en esos pensamientos, no se dio cuenta del peligro que los asechaba más adelante. Un grupo de personas, con antorchas y picos, los esperaba, y pensando en que sería totalmente sencillo librarse de ellos, al usar su magia, buscó su varita mágica entre su túnica, pero no la encontró, ¿dónde estaba? No estaba del todo segura, puesto que nunca se separaba más que un par de metros de ella, sin embargo, en ese momento, no estaba.

 

Tendrían que enfrentarse a ellos sin magia. Al ver al pequeño, supo lo que le intentaba trasmitir. Por lo que, concentrándose, alcanzó la transformación en una hermosa z**** de pelaje marrón en cuestión de segundos. Mirando a su acompañante, le indicó que confiaba en él, en esos momentos sería el indicado para librarlos de una muerte segura. Sí, por imposible que pareciera, estaba dando el control de la situación a alguien más, pero no le importó, porque admiraba a la criatura y sabía que era astuta y fuerte.

 

Y así fue, la criatura comenzó a guiarlos por entre medio de los árboles. Con algunos saltos, libraron algunos troncos caídos y piedras, estaban saliendo victoriosos de su recorrido, pero, justo en el instante en que iban a cruzar el último tramo del laberinto, un estruendo la espantó y se quedó congelada, girando a ver que era lo que ocurría, pudo notar, como una especie de proyectil de acero viajaba hasta ella, ¿qué era eso? No tenía, ni la menor idea a decir verdad, pero viajaba muy rápido y estaba convencida en que la iba a herir.

 

Pero, en el último momento, sintió un empujón y la indicación de seguir corriendo. Sin analizar bien, continuó corriendo y al llegar al final, giró buscando a su fiel compañero, a aquella criatura que siempre la había protegido y la vio, tirada y sangrando, justo en el sitio en que ella debió haber muerto. Soltando un aullido, intentó ingresar al laberinto una vez más, para ayudarla y salvarla, pero le fue imposible, algo se lo impedía.

 

—Noooooo. —un grito fue lo primero que salió de sus labios, para segundos después, abrir los ojos de golpe y sentir como el sudor corría por su cuello y rostro, así como que su respiración estaba acelerada.

 

Mirando a su alrededor, supo que se encontraba en la cabaña del arcano, nada de eso había sido real o ¿sí? Esperaba que no, porque Nyah, era su fiel compañero, aquella criatura que desde los quince años la había acompañado. Intentando, levantarse de la cama, buscó el vinculo que los unía y no lo encontraba, ¿qué estaba pasando?

 

— ¿Cómo puede decirme que no me altere con lo que vi? —preguntó al vidente— Un zorro, ese es el animal que siempre me ha ayudado y continuará ayudando, son astutos, inteligentes, apasionados, leales y sobre todo, agiles. Esas cualidades, me definen de cierta manera, por eso es que nunca dudaría en que esas hermosas criaturas estarán allí para mi, no por nada me vincule al zorro en animagia.

 

Continuó con sus palabras, esperando obtener algo más del arcano, pero como no fue así, se relajó un poco al sentir de manera ligera, el vinculo que tenía con su criatura. Aún, estaba allí, lejos pero no la había perdido.

 

—Creo, que he aprendido suficiente para ser vidente, pero… eso solo depende juzgarlo a usted, y esperaré su siguiente indicación. —completó con un suspiro. El sueño más que reparador, había sido un tanto cansino y poco relajante.

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El Arcano permanecía atento a las dos camas. Que nadie le juzgue; no miraba a sus pupilas con deseos mórbidos y ocultos en los que relamerse en sus noches solitarias. Nunca le había tentado usar su Habilidad para ver a doncellas desnudas o en poses sugerentes que pudieran calmar algún sentimiento sexual. Cuando se es arcano descubres que hay temas supravalorados.

 

No. Él contemplaba sus sueños y se daba cuenta del potencial que aquellas jóvenes mentes tenían guardados y que debían sacar. Iba tomando notas breves de las visiones. Era una manía desde aprendiz, apuntar referencias de las visiones a mano, porque escribir le relajaba. Usaba una caligrafía muy similar a la escritura hindú y pocos entenderían sus garabatos transformados en lenguaje inglés que ahora usaba para todo. Allá apuntó los animales que ambas habían vislumbrado y se preguntaba qué papel tendrían en su prueba de la Habilidad. Cada alumno era diferente y ellas dos estaban siendo sorprendentemente buenas en sus adivinaciones.

 

Suspiró cuando se despertó la muchacha que se había dormido más tarde. Sus palabras estaban llenas de sentimiento. Sajag le lanzó una sonrisa cansada.

 

- Nunca se aprende suficiente, señorita Black Lestrange. Un buen Vidente aprenderá cada día algo nuevo hasta el final de su vida. Pero sí creo que está usted preparada para cruzar el Portal. Sólo si quiere hacerlo, por lo que le tengo que preguntar si es su voluntad arriesgarse a pasar la prueba. No quiero que me conteste ahora. Mejor espere mi mensaje que le haré llegar a su casa sobre que puede acudir a la cita. Si está allá cuando le convoque, podrá seguir adelante. Si no está, olvidará todo lo que ha aprendido sobre su ojo interior. Así que conteste, ¿quiere pasar la prueba?

 

Sajag se sentó de nuevo, no se había dado cuenta de cuando se había levantado y le había ofrecido una toallita para que se secara el sudor producido durante la visión en el sueño. La miró a los ojos esperando una respuesta sincera. Después la dejaría irse hasta el día de la prueba que volvería a encontrarse con ella.

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Las palabras del arcano, buscaban dejarle en claro una verdad absoluta; nunca se aprende demasiado. Eso era totalmente cierto, porque cada día por más pequeño que fuese el aprendizaje, había algo que pasaba a formar parte del acervo de conocimientos de cada una de las personas que habitaban el mundo. Considerando sus palabras, asintió con tranquilidad, dándole toda la razón, porque ante su razonamiento, no podía refutar.

 

Tomando la tolla que anteriormente le había tendido, se dio cuenta que estaba sudando. La última parte de su sueño, la había alterado y era como justamente se sentía en esos momentos. Por, lo que con una respiración profunda, tomó entre sus manos la toalla y comenzó a secar su rostro y su cuello, sentándose en el camastro, ocupando esos escasos segundos en respirar profundamente para relajar por completo su cuerpo y prepararse para dar la respuesta ante la pregunta anteriormente formulada.

 

—Si, quiero pasar la prueba y tengo un buen presentimiento de lo que ocurrirá en ella. —respondió con una media sonrisa, poniéndose en pie.

 

Había dado una respuesta, a pesar de que Sajag, había pedido que no la diera, pero esta había salido de manera autómata de sus labios, así que solamente sonrió una vez más, antes de retirarse miró a Juv, y supo que la bruja estaba aún completamente dormida, descansando y soñando con el animal que debía ayudarla. Pensando, en que en su caso había sido sencillo, negó con lentitud y se encaminó hasta la puerta de la morada. Levantando una mano, se despidió y dejo, en claro que esperaba recibir el mensaje para presentarse a la siguiente cita.

 

Mi3ntras tanto, su respiración era normal y su mente, aún completamente cansada, le permitía actuar y relajarse un poquito. Porque, por el momento el demonio que dormía en su interior, estaba lejos de tomar el control, era solamente ella, y eso era bueno, porque significaría que el ojo interior podría abrirse libremente durante su prueba. Sin más, salió de la vivienda del mago y se dirigió hasta su morada a reponrse un poco.

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Su sueño se estaba extendiendo más de lo debido, no deseaba conocer nada más de lo que ese paraje le tenia escondido detrás de esa bruma de dudas y desconcierto. Estaba ahi para obtener una habilidad, no para sacarle la quinta pata al gato. El tener delante de ella a esa Hidra, no hizo más que avivar su sed de venganza y el dolor punzante que emanaba de su marca de Caín y la cicatriz que mancillaba su pecho, el dejar una parte de ella en otra prueba, quizás no había sido sensato pero era la decisión que tomo y no era momento para cuestionarse la misma de ninguna forma.

 

—Parece que se te ha perdido algo, lamento no tener un mapa para ayudarte a encontrarlo y aminorar tu pena...—poniendo sus ojos en blanco intentaba alejar la atención de esa criatura de ella. Era como si sintiera la queja de ese monstruo de varias cabezas, implorando un poco de alivio ante su perdida o solamente era una mala pasada de su cabeza. No tenia tiempo para detenerse a pensar en eso y analizar con lujo de detalles cada una de las imágenes que avanzaban por su mente, hilar cada una de ellas conllevaba a perder tiempo valioso. Pero, ¿Cómo pasar por alto la posibilidad de que fueran un mensaje enviado por su ojo interior?. Cada mínimo detalle debía ser considerado por Malfoy, no dejando de lado su único objetivo hasta ese instante.

 

Un fuerte ardor le taladro el pecho provocando que soltara un quejido ahogado, el mismos suceso aquejaba a la hidra. Ambas se retorcían en si interior, luchando por acallar esa suplica que ahogaba sus sentidos. ¿Qué había extraviado la Hidra que tenia que ver con la rubia?, ¿Un amor desdichado?, ¿Una guerra interna inconclusa? o ¿Solo el deseo infame de no considerarse ambas unas fracasadas. Aquella idea le causó un malestar mucho mayor, jamás había perdido nada en su vida y ahora estaba delante de una encrucijada que le hacía trastabillar brevemente.

 

Sus ojos encendidos como dos bolas de fuego recién expulsadas por las fauces de un dragón, acompañadas por sus puños apretados blanqueando la piel de sus nudillos a punto de abrirse como caminos bañados por pequeños hilillos de sangre. Levantarse de ese camastro era la única salida de momento, jugarse el todo por el todo y esperar el veredicto afirmativo del Arcano. Obtener un si para la prueba de la habilidad, poco a poco sus ojos se abrieron, no sin antes llevarse como obsequio un zarpazo lanzado por la criatura contra ella. Una muestra del poder que poseía y del odio que despertó en ella la británica, no quería nada más que le brindará una mano amiga y recuperar los pequeños que le fueron arrebatados.

 

Tal vez, ahí iniciaría la primera parte del mensaje, mostrarle que si era apta para la prueba de Videncia. No le quedaba de otra que ayudar a la criatura a recuperar su tesoro más preciado, porque para cualquier madre un hijo es su vida misma y eso Malfoy lo sabía a la perfección. Si ella perdiera alguno de los suyos, no cesaría en su afán por recuperarlos y hacer pagar al causante de tan atroz acto. Su cuerpo recuperaba sus movimientos, desperezándose como un gato soltaba un respiro de alivio estaba nuevamente en la casa del Arcano.

 

Echándole una hojeada a todo, buscaba dar con el origen de ese peculiar aroma que le causaba una sensación de paz y tranquilidad. Si por ella fuera se quedaría a vivir en ese lugar, añoraba dar con un remanso de paz y serenidad, porque la vida que llevaba era una constante rueda de la fortuna y no siempre le tocaba la partida ganadora. Pero ahora todo era diferente y la partida parecía estarle dando la oportunidad de manejar las cartas a su favor, el destino rara vez le jugaba a favor y agradecía esa cortesía de su parte.

 

Cuando eres tan grandiosa como yo, es difícil ser humilde

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Básicamente ya eres la mitad de una maldición

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El Arcano contempló la salida de una de sus alumnas. Estaba algo triste. Sabía de la dureza de las pruebas de vinculación y, a pesar de saber que eran necesarias, no disfrutaba con ellas. Era un Arcano justo que sabía lo duro que era alcanzar grandes metas y lo que se arriesgaba en el camino para conseguirlas. Sus pupilos siempre eran gente valiente para enfrentarse a esos obstácul0s temibles. Y esta muchacha lo era más porque ya había visto con su Ojo Interior lo que iba a suceder y, sin embargo, sabía que se presentaría en la prueba.

 

Ambas.

 

Porque la rubia que había estado durmiendo hasta el momento despertó casi al instante en que su compañera se iba. Ella también había vivido su futuro en aquel sueño y sabía lo que iba a sucederle si decidía seguir adelante.

 

- Sabe que la prueba no va a ser fácil, señorita Malfoy Croft. Ha visto lo que le espera. Sólo la Muerte puede haber hecho que una Hidra sea la pareja que le espere en el Laberinto. ¿Está segura de querer pasar la prueba de vinculación para conseguir ser Vidente?

 

Sagaj guardó silencio mientras ella expresaba su deseo sobre su pregunta. El Arcano lanzó un suspiro quejumbroso.

 

-- Así sea. Tiene tiempo de meditar su decisión. Use la cabeza. Una Hidra no es una contrincante cualquiera. Si a pesar de ello insiste en mantener su palabra, deberá acudir a la orilla del lago en tres días para enfrentarse a lo que el futuro dicta. Le deseo que sus motivaciones sean suficiente para enfrentarse con lo que le espera. No es tarea para pusilánimes.

 

El Arcano de Videncia guardó silencio. No tenía más que decir excepto un adiós a la alumna que se iba.

 

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Una hidra...

 

Repasaba en su cabeza aquella palabra, una hidra, le esperaba como rival dentro de la prueba. Aprendió a vivir con ellas a enfrentarse a cada una de las cabezas que esta poseía, afiladas fauces amenazaron su vida desde que nació y no temía el desenlace de todo aquello. ¿Qué sería para ella perder otra parte de su alma?, ¿Le dolería volver a empeñar parte de su cuerpo o espíritu?. Ya no significaban mucho para ella, no después de dejar algo de eso empeñado en la habilidad de Nigromancia, aprender de Báleyr como morir y revivir empleando la magia negra y algunos cánticos, significaba demasiado y la Videncia entraba en ese mismo rubro. Conocer lo que su ojo interior tenía para enseñarle, no iba más allá de perder la vida en el proceso y tenerla de vuelta en un tris.

 

Sajag era sumamente sabio y culto, no le costaría demasiado entender las razones de Malfoy, para presentar dicha prueba. Desvincularse de recuerdos que le causaban un enorme malestar, sueños y promesas que solo quedaron en eso, promesas vacías que ahora clamaban ser borradas de su existencia para siempre. El amor, ya no era un sentimiento que pudiera anidar en ella y lo tenia claro. El latido de su corazón estaba impulsado por un inmenso odio y resentimiento, el haber apostado por la persona errónea le paso un alta factura que saldaría al precio que fuera.

 

Acepto el reto, no creo perder mucho y si ganaré demasiado. Créame que le estaré eternamente agradecida por permitirme pasar esta prueba y saldré victoriosa de ella sin lugar a dudasafirmó llevando su dedo indice hacia el centro de su pecho. Ahí reposaba la cicatriz de su anterior sacrificio, no esperaba tener otra que le hiciera compañía a esta y si la conseguía, le tomaría el mismo aprecio y respeto que le profesaba a la que comenzó a escocerle con fuerza. Su sueño no había sido nada reparador, pero si muy educativo en cuanto a lo que tenia por delante, varias cabezas unidas a un cuerpo descomunal que no se frenaría en ponerle una buena vapuleada y sacarle del camino sin chistar.

 

Pero ella era un hueso duro de roer, determinada, terca y ante todo empecinada en obtener su objetivo. Mirando serenamente al anciano, no buscaba brindarle tranquilidad con su decisión, pero si dejarle en claro que al final de todo aquello se sentiría profundamente orgulloso de su alumna. La cual portaría con honor el anillo de la habilidad de la Videncia, echando una ultima mirada al hogar del hombre emprendió el camino hacia la salida.

 

Gracias por la oportunidad que me brinda, no se arrepentirá...— desapareciendo en medio de una bruma espesa volvería dentro de tres días, lista para darle pelea a esa hidra que sería una feroz contendiente sin lugar a dudas.

 

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Avanzó decidida por el pasillo del Ateneo que conectaba las habitaciones con el resto del recinto, apurando el paso cuando la primera sombra apareció. El clima siempre había sido un problema para ella, porque no aguantaba el calor, pero lo que más le gustaba de la clase que estaba por tomar es que no sería al aire libre como otras tantas, sino que sería en una de aquellas habitaciones. Y lo curioso era que no era difícil saber cuál de todas era, solo había que seguir el suave aroma de las especias y el incienso.

Eran olores extraños para la nariz de una rumana que residía en Londres, pero eran olores agradables, que la transportaban a un lugar místico y lejano si cerraba los ojos un instante. Y esa tal vez era la intención del Arcano Sajag, culpable de la maravilla sensorial que se podía vivir apenas se ponía un pie a una distancia específica; llevar la mente de sus pupilos a donde, quizás, no tenían idea de que podían llegar. Detuvo el ritmo de sus pasos al llegar y el sonido de sus nudillos al tocar con suavidad la puerta retumbaron como un gong.

Dio un paso atrás entonces, dejando las manos entrelazadas frente a su vientre y aguardó con paciencia a que el hindú se desocupara de sus labores para abrirle la puerta. Y mientras esperaba, con la mirada fija en un punto lejano del oeste, se preguntó si la vigencia funcionaría solo en un futuro lejano, siendo más acertado y amplio que la Adivinación, o si también serviría para ver el futuro a corto plazo. En ese caso, el hombre habría sido capaz de verla venir y tomar ciertas acciones antes de que ella misma lo supiese.

Con la Adivinación se había sentido escéptica desde el inicio, desde la mera mención de cursarla. Sin embargo, la Videncia no presentaba el mismo inconveniente en su cabeza. Para ella, eran cosas completamente diferente y con una base de habilidad más que de azar a favor. Lo que tenía que descubrir ahora era si, después de todo, era buena para ello o si, por el contrario, no tenía ni ojo interior ni suerte. Sus pensamientos fueron interrumpidos por la puerta abierta y la mujer regresó la cabeza al centro, esbozando una sonrisa al hombre.

-Arcano Sajag, es un gusto verlo -la directora de la Universidad lo había visto de lejos en ocasiones y poco había cruzado palabras con él pero, como con la Arcana Sauda, él le transmitía cierta empatía incluso sin haberle hablado-. Disculpe la interrupción, he venido ante usted para pedirle que sea mi maestro en el arte de la Videncia. ¿Lo cree posible?

Se inclinó ante el hombre en una reverencia común entre los estudiantes y los tutores de antaño y volvió a erguirse, esperando una respuesta. Desde el interior el aroma era más fuerte e intenso, llamativo, al igual que la luz que impregnaba las paredes o el murmullo de los estudiantes en el interior. La elección de su ropa para la ocasión, que consistía en una sencilla pero elegante túnica blanca, parecía ser la ideal para una clase como aquella. Porque con el ondear de la tela y lo impoluto del color, parecía hacer contraste con el interior.

Dejó de curiosear el interior y miró al hombre de frente, estudiando su expresión. De nuevo aquellas preguntas invadieron su cabeza, con la constante incógnita de si estaba mirándola a ella, a su futuro o a cualquier otra cosa que pudiera ver con aquellos ojos llenos de sabiduría. Era la primera vez en mucho tiempo que, en realidad sentía auténtica curiosidad por una persona, además del profundo respeto que solía sentir por los Arcanos y los guerreros Uzza. Sin embargo, no lo expresaría, al menos no de momento. Esperaría a que transcurriera el tiempo y que, por supuesto, aceptase ser su maestro.

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El Arcano estaba cansado. Dos alumnas... Dos intentos fallidos... Ambas descansaban ahora en otro lugar, fuera del Ateneo, en sus respectivos domicilios. Odiaba seguir adelante a pesar de ver el fracaso en que se convertía su trabajo. Se preparó una tisana de hierbas frescas y saboreó su olor sin probarla. Se obligo a recordar que no todos los magos estaban destinados a conseguir los secretos de las Habilidades. Todos podían tener un atisbo de videncia en sus vidas, un leve asomo del Ojo Interior que propiciaba pequeños logros en la vida cotidiana pero... Pero pocos conseguían llevar a vincularse con los conocimientos intrínsecos que proporcionaba el Anillo.

 

Suspiró y tomó un sorbo tras otro hasta que quedaron los posos en apenas unas gotas de agua. Movió la taza con cuidado y dejó que éstos se movieran un poco hasta quedar en una forma que arrancó una sonrisa en el rostro del viejo.

 

- Ojos verdes, transmiten confianza en sí misma. Belleza innata en su rostro, cabellera rubia, cicatrices ocultas, tatuaje brillante y poderoso en su cuerpo... Interesante mujer de túnica blanca que cubre a un demonio perspicaz... ¡Bienvenida, Srta. Viktoria!

 

Sajag abrió la puerta de entrada que permitía el paso a la mujer que había descrito en voz alta aún antes de que ella estuviera visible. Era curiosa y observó el interior de su aposento.

 

- Bienvenida a mi humilde aposento. Sé que le produce curiosidad verme. Yo la he visto antes, ¿sabe? En el Ateneo. Es usted una mujer de éxito pero... ¿Es eso lo que realmente busca? ¿Qué le enseñe el Arte de la Videncia?

 

Dejó la taza en una de las mesitas y, de forma mágica, ésta desapareció en un pequeño fregadero mientras una taza limpia se depositaba en la bandeja y la tetera servía el agua caliente en ella. Un aroma de fresca hierbabuena se expandió durante unos momentos sobre otros olores que allá predominaban. Hierbas frescas, sándalo ardiendo en una mesita, limones abiertos con mechas encendidas en ellos... Allá todo olía.

 

- Yo, querida mía - le indicó con un movimiento de las manos que se sentara ante la pequeña mesa ratonera donde la taza humeaba, esperando a ser ingerida - no enseño nada. Sólo le indico cómo puede despertar su Ojo Interior. Pero antes de ello ha de ser consciente de lo que ello significa. No podrá volver a ver el mundo de igual manera. Saber todo, a veces, no es lo que uno espera de esta Habilidad. A veces, no saber, es más caritativo para todos.

 

Dejó que se acercara a la silla indicada y que mirara la taza. Una baraja se acercó, flotando sobre sus cabezas. El Arcano movió su dedo corazón y lo posó delante de él y, obediente, se posó con delicadeza entre su figura y la taza.

 

- No voy a enseñarle nada. Nada que ya no sepa aunque no tenga constancia de ello. Si se siente capaz de despertar aquello que duerme en su interior, siéntese y dígame lo que le muestran los posos. Sólo si usted está dispuesta a trabajar duro para demostrarse que sabe dominar su Ojo Interior, puede quedarse, conmigo como guía.

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-Sé que no me enseñará nada propiamente dicho -asintió con tranquilidad-, pero me gustaría llamarlo maestro, si no le molesta. Es más por cuestiones de respeto, que por su objetivo. Permiso.

Sajag la había invitado a entrar, lo que interpretaba como que la había aceptado como pupila después de todo. No obstante, había planteado una duda interesante que aún no le respondía y que era consciente que había dejado pasar, aunque no la había olvidado. ¿Qué buscaba? Podría haber sido práctica y responderle, como cualquier listillo, que buscaba aprender. Pero en su lugar prefirió tomarse un momento para meditarlo mejor y buscar una respuesta que no solo llegara a satisfacer al Arcano, sino a ella también.

Tomó asiento tan pronto el hombre se lo indicó y lo miró con suma atención, librando su mente de la pregunta y dejándola para el final. Se había preguntado, en varias ocasiones, cómo sería ver el mundo siendo vidente y cuántos contras podría suponer en lugar de pros, como solían pensar las personas, restando importancia a una habilidad como aquella. Las dudas habían surgido desde el incidente de la profecía donde el Arcano había sido víctima, solo por saber más de la cuenta. Sin embargo, más allá de la privación de su libertad y el mal rato pasado, ¿qué suponía saber más de lo que se quería saber?

Estar inmersa en las palabras de Sajag no impidieron en ningún momento que los aromas nuevos inundaran su nariz. La hierbabuena había intensificado el resto de olores y por algún motivo, incluso sin intención de beber de la taza, se sentía mucho más relajada que cuando había entrado a los aposentos del Arcano. Tal vez por los olores o tal vez por lo ameno de la conversación que, pese a la complejidad, ejercitaba su mente de una buena manera. O tal vez por Sajag que hacía gala de los rumores de pasillo, demostrando que en realidad era una buena compañía.

-Estaría encantada de quedarme con usted como guía -respondió después de unos instantes, mirando la taza-. Creo, en lo personal, que nada que carezca de esfuerzo puede valer la pena al final del día. Así que puede contar con que daré lo mejor de mí para intentar dominar el Ojo Interior, aunque me cueste un poco.

No ahondó más en el tema, de momento, puesto que tenía una inclinación muy marcada a hacer lo que se le decía cuando se lo decían. Por lo tanto, bebió el té disfrutando de los sabores que este le brindaba y se tomó un par de minutos en acabarlo. Cuando acabó, dejó caer el resto del líquido sobre el plato que servía de base y miró el fondo de la taza por un minuto casi exacto, esperando a que se asentara. Según su experiencia en la Teomancia, debía tomarse su tiempo y estar lo más relajada posible, si no tenía una pregunta fija que realizar, de modo que esperaba que Sajag aprobara su tranquilidad y no que la apremiara de un momento a otro, porque no había practicado demasiado el asunto desde su clase de Adivinación hacía casi un año atrás.

-Por la forma podría asumir que es una hoja de abeto -comentó al fin, cuando los posos se asentaron y hubo empezado a leer desde el asa-, representa un cambio pero por la longitud de la hoja y la forma en que cruza la taza hasta el asa, me atrevo a decir que habla más del progreso, crecimiento personal. Mi crecimiento personal, en este caso.

Bajó la taza, mirando al Arcano a través de sus ojos esmeralda, con la respuesta a la primera pregunta. Si era o no la correcta, no lo sabía. Pero la vida no se basaba en respuestas correctas o negativas, se trataba de saber expresar lo que se sentía sin tomarse nada a la ligera y ella jamás se tomaba nada a la ligera.

-Busco en esta habilidad más que simple conocimiento. La videncia te da el don de ver más allá, sí, pero lo que busco en realidad es saber con exactitud justamente lo que ha dicho antes: cuándo dejar de ver. Después de años de aprendizaje, este se vuelve casi un vicio y hay quienes tienden a perderse por querer saber más de la cuenta. Yo no. La curiosidad mató al gato y yo, maestro, no soy un gato. Así que me gustaría aprender a controlar mi Ojo Interior, para ver solo lo que tengo que ver, cuando toque verlo.

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El Arcano no lo dijo pero le gustó que usara igualmente el calificativo de Maestro. Pocos lo usaban con él y era un nombre antiguo que le habían dedicado mucho tiempo cuando no vivía en Londres. Ahora, a veces, lo echaba de menos. Por ello, la sonrisa se extendió en su rostro regordete. Contempló a su pupila, a quien ya había aceptado desde mucho antes aún que ella se presentara en su puerta, desde que había visto que los dos Directores estarían un día a su lado, leyendo los posos. El hombre ya había sido vinculado y ahora era el turno de la mujer.

 

Era sabia. Había estado reflexionando y Sajag casi había podido leer el hilo de sus pensamientos. Era el Arcano de la Videncia pero, a su vez, era Sabio entre Sabio del resto de las Habilidades, no le había costado nada seguirlos. Sonreía, bonachón, intentando mantener un gesto trivial y pasajero. Lo que su mente contenía ahora era una acumulación de imágenes de ella en situaciones que no debiera conocer. Este era otro de los peligros de la Videncia que daba vulnerabilidad los que se vinculaban a ella.

 

- Se ha de ser fuerte para resistir el conocimiento del Todo, humilde para aplicar sus enseñanzas. Grande para manejarla en beneficio de todos. La Videncia no es fácil.

 

¿Para qué insistir? Después de muchos alumnos de aquella población, Sajag sabía que no iban a usar aquella Habilidad para lo correcto pues... ¿quién sabía qué era lo correcto? Todos creían que su forma de ver la Verdad era la correcta. El Arcano no tenía nada que objetar.

 

- Yo le puedo mostrar el camino para Ver, pero el uso que le dé a la Visión dependerá de su ideología particular. No soy quién para juzgarla, srta. Viktoria.

 

¿Entendería aquella mujer que la había "visto" usando la Habilidad en su propia forma de entender el mundo. Nada que decir sobre el tema. Cada quién era cada cuál y todos aprendían que era difícil llegar a comprender el uso correcto. Tal vez, por eso, el Arcano procuraba no ir más allá de los muros del Ateneo, para resistir la tentación de entrometerse en cuestiones ajenas que no debían afectarle. Era difícil el camino de la Videncia cuando se puede "ver" el futuro, el pasado, el presente de quien te roza en el transporte público.

 

- Sé que lo hará bien - no iba a decir más. Siempre era parco en palabras, hablar implicaba desvelar más cosas de lo que era necesario. Saber, conocer... Era imposible guardarlo siempre en la cabeza sin que se escapara. El Arcano sabía lo difícil que era convivir con un Vidente; sus parejas de antaño, escasas, habían acabado dejándolo ante la incertidumbre de que el muchacho que fue conociera cosas que ellas aún no habían hecho.

 

Esperó que la muchacha tomara la bebida y contemplara los posos. Nadie entraba enseñado a leer los posos y, sin embargo, casi todos sus pupilos eran capaces de ver algo e insinuar su significado. Sin embargo, supo al instante que para la mujer no era la primera vez que practicaba aquella lectura. Su pose reposada y los movimientos exactos para tratar el poso, la forma de quitar el agua sobrante, el leve movimiento de ojos para concentrarse en los restos de la taza... Sí, aquella vez no era la primera experiencia con la lectura de los elementos en la tisana.

 

- Interesante... ¿Una hoja de abeto...? ¿Sabe usted, querida Viktoria, que no es lo que ves sino lo que tu mente imagina? Es decir, usted ha encontrado una hoja de abeto camuflada en esas formas mojadas. Si aquí hubiera otro alumno y dijera que es un triángulo, también tendría razón. ¿Sabe explicarlo?

 

Dejó la pregunta en el aire unos instantes, para darle tiempo a que lo pensara. Sabía que era una mujer reflexiva.

 

- Sin embargo, lo que cuenta es que usted vio una hoja de abeto. Hojas perennes... Por supuesto que habla de usted, de su crecimiento personal. Es usted... una... persona admirable...

 

No estaba bien que dijera eso, por supuesto... Seguramente alguien que conociera a la mujer no entendería que pudiera admirar a alguien con su... pasado... presente... futuro... Oscuridad. Fortaleza... Sangre... Pero el Arcano estaba por encima de las trivialidades mundanas de aquel pueblecito que dividía todo entre lo bueno y lo malo sin más. La gente no era tan simple. La gente no estaba encuadrada. Las personas estaban plagadas de matices...

 

- Mi pregunta anterior está enlazada con esto. Ha visto una hoja de abeto. ¿Cree que su visión en la misma taza por el alumno que hubiera visto un triángulo sería la misma que la suya?

 

Sajag estaba algo filosófico aquel día, algo que odiaba profundamente. Sabía, sin embargo, que responderse estas preguntas era ideal para sus alumnos.

 

- La Videncia es una ciencia ambigua y, sin embargo, precisa. Curiosa habilidad, ¿verdad? Querida, NUNCA dejará de ver, es una maldición unida a la Habilidad. Nunca podrá prescindir de su Ojo Interior en cuanto éste se abra al exterior. Nunca. Será maldito entre los suyos, criticado por sus compañeros, envidiado por los que conozcan su poder, le temerán por ello.

 

Sus ojos se habían nublado un poco y parecían mirar a un punto alejado de la habitación, muy lejano, como si estuviera en otro continente y estuviera viendo un pasaje totalmente diferente.

 

- Sólo dejará de "ver" cuando esté muerta. Pero... - Sajag volvió su vista a la mujer. Los tenía algo rojizos y... ¿llorosos? - Hay muchas formas de estar muerto sin estar muerto. Piénselo antes de que sea tarde, Viktoria. ¿En verdad quiere seguir adelante? Si es así, le enseñaré retazos de usted con las cartas. Le enseñaré a cerrar momentáneamente el Ojo. Pero créame es más difícil cerrarlo que abrirlo por primera vez.

 

La baraja se bamboleó en el aire, donde seguía desde antes, como si estuviera impaciente de barajarse sola.

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