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Videncia


Sajag
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Largas sombras se proyectaban sobre las paredes, dibujos que danzaban al son de las llamas de la chimenea. La bruja sentada frente a la hoguera echó un puñado de cenizas sobre el fuego con talante apesadumbrado; cualquiera diría que las sombras salían de ella misma. Las primeras luces del amanecer eran todavía demasiado débiles como para ahuyentar los malos presentimientos que comenzaban a echar raíces en su mente.

 

Dos noches atrás lo había visto en sueños, tan claro como los rayos del sol y tan... Cogió el último puñado de lo que parecían cenizas y las lanzó en el fuego murmurando una vieja protección en latín. En el fondo de las llamas negruzcas, restos y trozos de huesos se negaban a mostrarle el significado de lo que había visto ¿qué había visto? ¿Qué había soñado?. La nigromancia le hablaba en acertijos, mientras que las runas fallaban a cada tirada. ¿Era ella la que no veía o era simplemente que no había nada que ver?

 

El fuego escupió pequeñas chispas al aire, burlándose de los cuestionamientos de la mujer. Beltis suspiró sabiéndose vencida. Al menos en la mansión podía estar a salvo, tenía la protección de las antiguas ruinas bajo sus pies y la vieja magia que recorría sus paredes. Podía estar segura de estar en el lugar indicado en el momento que le tocaba, ni un segundo más ni un segundo menos. Era su tiempo y su espacio. La vieja magia era como un ancla, o en este caso, un salvavidas.

 

Se puso en pie lentamente, apagó las llamas y se limpió las cenizas de las manos en el pantalón. Era una de las pocas veces que no podía ver escenarios futuros a partir del presente. Por lo general, era una tarea sumamente fácil si se prestaba atención a los detalles, y ante la duda, la nigromancia le ayudaba a ver aquello que se escondía. No obstante, en esta oportunidad se sentía ciega. Justamente por eso había decidido hacerle una visita a Sajag, él podría despejar aquella maraña de imágenes y dudas.

 

Después de una ducha rápida, tejió un portal de hebras plateadas que conectaba su habitación con Mahoutokoro. Cruzó al otro lado, donde la esperaba la bruma de un día gris y húmedo, típico de una isla en otoño. El camino a las dependencias de los arcanos le era conocido, no era la primera vez que se adentraba en ese sitio, aunque las veces anteriores lo había hecho para asegurarles un paso seguro y la residencia en la escuela nipona, ejerciendo las tareas que le eran propias como warlock.

 

Sin embargo esta vez iba por asuntos privados. Se puso a caminar, con la capa de lana azul batiendo contra el viento. Llevaba pantalones negros de tiro alto y una blusa de seda, botas de cuero y el cabello blanco suelto y revuelto. A los pocos minutos de andar se encontró frente a la puerta del vidente, se detuvo unos segundos antes de llamar. ¿Sajag la ayudaría? Tenía que hacerlo, al menos por curiosidad. Levantó la mano decidida y golpeó la puerta tres veces.

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Durante el camino, permanecí callada, escuchando a la tía Hayame. Entendía lo que decía pero ella, cuando se ponía a hablar, apenas me daba tiempo para contestarle pues enlazaba con otra observación, otra pregunta, más detalles... Las dos vestíamos con abrigo. Nunca había estado en Japón pero me lo imaginaba un país frío, con aquel volcán nevado como icono. Tal vez hiciera calor pero quitarse ropa era más fácil. Mi bolsa de viaje era mucho más liviana que la de la tía, se diría que ella, como vampiro, necesitaría muchos menos cosas que un humano. Llevaba, sin embargo, un objeto sin un valor determinado, sólo porque algo me dijo que lo llevara encima. Un sexto sentido, supongo. Nunca desoigo mis alarmas porque sé por experiencia que acaban siendo certeras.

- Yo no sé qué he de despertar pero me parece que algo debe de haber detrás de mis presentimientos. No creo que sea Vidente...

En cierta manera sentía que todas mis visiones estaban más relacionadas con el hecho de que era una sacerdotisa más que por ser una visionaria.

- No sé donde es, tía Hayame. Yo te sigo a ti , si tú te pierdes, me pierdo contigo.

Era muy cierto que estábamos perdidas. Hacía tiempo que mis pies sólo pisoteaban terreno húmedo. Había impermeabilizado mis zapatos planos pero el frío del agua atravesaba la protección y me sentía helada. Suponía que la tíita no percibía el cambio de temperatura pero yo tenía los pies congelados.

- No tengo ni idea pero... ¿Y si vamos volando? Desde las alturas podríamos ver la silueta del Colegio de Jade. Dicen que es muy lindo cuando el sol le da de lleno.

Respingué.

"Sentí el aire frío en mis alas. Estaba mojada y me costaba moverlas, intentaba elevarme, alejarme, las alas me pesaban por el agua y tenía que hacer un esfuerzo doble para mantenerme a flote.

El Agua me Tragaba. Conseguí elevarme pero el aire frío congelaba las gotas de agua, triplicando el peso de las alas.

No podía con ellas. Caía en picado. Las Aguas me arrastraban.

Moría."


- ¡Ay, tiita! ¿Tú también lo viste?

No estaba segura cómo podía haber visto mi propia Visión pero...

- ¡Daba miedo! ¿Voy a morir?

Ahora no sabía si seguir o volver a casa. ¿Sería mejor seguir con la Videncia y saber o mejor retroceder e ignorar? No estaba segura de entender lo que había visto ni si quería saber más cosas de mi futuro.

Sobre todo si iba a morir ahogada.

Pero la Tía Hayame dio una orden y yo la seguí, aunque fuera continuar con los pies inmersos en aquel pastizal de arroz y sintiendo frío, mucho frío, más interior por el desasosiego que por el agua en sí que los cubría.

- ¿En verdad queremos encontrar al Arcano, tiita? - Ella me ayudaba en el avance en aquel terreno tan difícil en el que los pies se clavaban y costaban levantar, todos pringosos de lodo.

La tía se detuvo y me costó frenar sin caerme.

- ¿Aquí? ¿Aquí qué...? ¡Esto es tierra de nadie!

La tía miraba alrededor con los ojos desorbitados, creo que sentía miedo. Yo también. Las dos cosas; miraba con los ojos muy grandes por todas partes y el miedo me atenazaba doblemente, por mi visión y por lo que me transmitía la tíita.

- ¿Minado por quién? ¿Estamos en guerra? Quiero decir que la guerra quedó en Londres, no pueden seguirnos en Japón... ¿O sí nos persiguen? ¿Quién?

Dejé de preguntar porque, si el campo estaba minado, alguien podría estar cerca. Bajé la voz.

- ¿Y si volamos? - Yo podía volar como gaviota pero ella debería usar su escoba o una alfombra... De repente me puse a temblar.


"Moría."

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La bruja miró de reojo a su sobrina, también mostrando una gran preocupación en su mirada clara, una angustia que podía entender tenía que ver con la Visión que ambas habían tenido; pero incluso aunque hubieran podido ver lo mismo, podía pillar que seguramente había diferencias importantes ya que una sola imagen podía tener diversos puntos de vista según el observador y según los pensamientos y el interior de quien estaba como expectador

Se relajó un poco al escuchar la sugerencia de la bruja, pero no veía que Xell tuviese alguna escoba o una alfombra para volar... aunque suponía que si lo estaba sugiriendo...

-Me parece una idea bastante adecuada...

Dijo muy despacio para luego, mirar aquellos pastizales con agua que escondían tantos peligros... en un punto... en otro... unos metros más allá... su sobrina demostraba que tenía un sexto sentido terriblemente intenso, no se imaginaba el terror que debía de pasar por la superficie de su piel, el tener semejante sensibilidad a todo

Con un poder de Videncia y aquella energía pasando por la chica... iba a ser una Vidente terriblemente poderosa

-Muy bien. Volemos entonces aunque... tienes una escoba?

Le preguntó mientras sacaba la varita y se daba unos golpecitos a sí misma sobre la cabeza. Dudaba que su sobrina pudiese entenderla si no se colocaba un hechizo de traducción encima, aunque fuese de lo más primitivo que sabía hacer; una vez terminado el hechizo, entornó los ojos y buscó aquel filamento dorado que chillaba en gusto al conectarse nuevamente a su núcleo mágico y en un movimiento amplio de brazos, un enorme zorro de la fruta rojizo aleteaba por delante de la Vladimir, aguardando a que esta usase el artilugio que creía, utilizaría para volar por encima de los arrozales

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La puerta se abrió al primer contacto con la mano de la bruja, solo alcanzó a llamar una vez. Los goznes chirriaron al dejarla pasar al interior de la vivienda y, en cuanto estuvo dentro, la puerta se cerró con un golpe seco a su espalda. Avanzadijo una voz que sonaba como un eco lejano, invitándola a atravesar un largo pasillo que olía a incienso. El olor indescifrable pronto se fue volviendo más familiar, olía a cítricos y especias, a clavo, a canela y anís, a merienda y a invierno.

Avanza. Llegó a un pequeño salón tan acogedor como abarrotado, en cuyo centro humeaba una tetera sobre una mesa baja y redonda de madera. Había pastas y dulces junto a cuencos de barro, cojines para sentarse y libros para leer. Sin embargo, no veía al arcano por ninguna parte y necesitaba con urgencia su asintencia. Adelante volvió a escuchar la voz que parecía salir de todas partes. Beltis se quitó la capa y se dejó caer sobre los cojines. De pronto, se dio cuenta de la sed y hambre que tenía.

El olor del té era el olor de su vida. Se abría paso como una sensación cálida y clara de todo lo que le parecía bueno y seguro. Tomó la tetera y vertió el té con cuidado en uno de los cuencos. Tomó el recipiente en las manos y se quedó mirando cómo los restos de hojas iban cayendo haciendo círculos hasta el fondo. En cuanto dejaron de flotar, bebió con los ojos cerrados.

Al abrir los ojos, sintió el aire cálido en su rostro y la nieve caer frente a ella, cubriendo el horizonte. La mesa estaba cubierta de un manto gris y las pastas habían desaparecido con ella, al igual que las paredes de la casa de Sajag. Frente a ella veía la silueta de grandes edificios detrás de la neblina. De a poco fue sintiendo un olor cada vez más fuerte y persistente, y a los lejos, gritos. Extendió la mano y la atrajo para ver, con sorpresa, que lo que creía que era nieve en un principio, era en realidad ceniza. Una ceniza plateada y ardiente que caía desde el cielo.

De pronto se vio rodeada de la muchedumbre que huía en todas direcciones. Se abrió paso entre el caos y el humo, para ir reconociendo la gran avenida Hyde Park a la altura del Palacio Real. Los edificios estaban en llamas, todos, una barrera de fuego rodeaba el centro de Londres. Entre los gritos de desesperación, escuchaba las sirenas de los vehículos de emergencia muggle, pero Beltis sabía que el agua y las sustancias químicas creadas por ellos no podrían apagar el incendio. Ese fuego era mágico, eran llamas de guerra.

Editado por Beltis

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Arrozales

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Su sobrina parecía levemente paralizada mientras que la vampiro continuaba agitando sus alas enfrente de ella para mantener la posición enfrente de la otra bruja, aguardando; acaso la Visión que les habían enviado y que mostraba como podrían morir si daban un paso en falso, la había asustado tanto así como para hacer que la pequeña rubia no quisiera avanzar y quizás exponerse al peligro?

La vampiro emitió un suspiro y sacudió un poco la cabeza

"Voy a intentar sobrevolar por encima de estos terrenos, para tener en claro donde estaban las zonas donde ví que podríamos morir... podremos evitarlas durante el vuelo, por si alguna de nosotras por algún motivo cae al suelo... mejor hacerlo en terreno un poco mas firme y no terminar en aguas donde podríamos no salir sin ayuda"

Dijo mientras brillaba suavemente por el encantamiento que se había colocado antes de transformarse en su animal de Animagia

No quería dejar a la chica solamente porque sí o quizás estaba decidiendo qué escoba usar para sobrevolar los arrozales pero tenían que llegar con el Arcanod de Videncia o no pasarían de aquella prueba.

Y no quería tomar decisiones apresuradas por encima de la autonomía de la bruja, así que se dió la vuelta en el aire para comenzar a sobrevolar como animal mágico por encima de aquellas extensiones de agua y plantas; un poco más allá le pareció ver a dos mujeres japonesas, campesinas, que al parecer estaban revisando las plantas de arroz como si quisieran estar seguras de que estaban creciendo adecuadamente para su próxima cosecha

Nunca supo como era que realmente se daban las semillas de arroz

Sin embargo si tuvo un nuevo golpe de visiones, pero por haber notado como una de esas mujeres comenzaba a acercarse peligrosamente a uno de los puntos donde estaba segura, había un pozo de agua y lodo donde quizás esa muggle y no ella misma, terminarían ahogandose

"No, no, no... SEÑORA, NO SE MUEVA!!"

Aunque la muggle no podía entenderla la murciélago de la fruta voló tan rápido como pudo para que las mujeres la viese, comenzando a agitar más las aguas y a chillar, esperando asustarlas; esperaba que Xell llegase pronto y la ayudase con aquella situación o tendrían que explicarle al arcano el porqué una muggle se había muerto delante de sus narices

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  • 2 semanas más tarde...

Aún sentía miedo. La compañía de la tía Haya no fue suficiente para recuperarme. Aún resonaban en los oídos aquella visión tan extraña de mi forma animaga hundida en el agua. Temblaba aunque supuse que la tía supondría que era el frío del agua. Empezaba a odiar el arroz y quería salir de allá cuanto antes.

 

Pero la visión me turbaba. Acababa de pedir que nos fuéramos volando pero... ¿y si moría en el intento? ¿Para eso servía la Videncia, para predecir la propia muerte?

 

- Necesito preguntar muchas dudas al Arcano - dije a la tía, como si ella pudiera seguir el hijo de mis pensamientos. Después dije que no, con la cabeza y de forma verbal: - No, no tengo escoba.

 

¿Sabría ella que yo era una linda golondrina cuando me transformaba? Volví a estremecerme aunque la sorpresa de verla transformarse hizo que me olvidara de ello.

 

- ¡Oooh! ¿Eres capaz de transformarte en... en un murciélago gigante? Yo...

 

No me daba tiempo de explicarle que yo también sabía hacerlo así que también pensé en mi bonita ave y miré a mi alrededor. El agua había subido de nivel un poco más y ahora tenía los muslos entumecidos por el contacto. Moví mis manos en una imitación inútil de aleteo. Seguía teniendo dedos en vez de alas, el miedo no me dejaba transformarme. Quise pedir ayuda a la tía pero ella, de alguna manera, me dijo que iba a vigilar el terreno en el que estábamos para evitar las zonas anegadas. Asentí cuando en realidad quería pedir socorro, que me sacara. Siendo un animal tan gigante, podría hacerlo.

 

Pero ella se fue y me sentí sola, con las patas mojadas. ¿Patas? No, aún eran piernas enclenques pegadas al terreno inundado del lodazal. Intenté ser gaviota pero no pude. Por lo contrario, parecía que me hundía más en la tierra cuando...

 

"Sentí el aire frío en mis alas. Estaba mojada y me costaba moverlas, intentaba elevarme, alejarme del enemigo,

una mujer japonesa que se transformaba en demonio.

El Agua me Tragaba. Conseguí elevarme pero ella me agarraba con sus manos, estrujándome las alas.

Pero no eras mis alas. Eran unas alas grandes, como las de un murciélago gigante.

La tía Hayame se moría."

 

Sentí que la tía gritaba algo a una mujer. Agité mis manos y unas hermosas alitas sustituyeron mis brazos. Ascendí muy deprisa persiguiendo el sonido de los gritos.

 

- ¡Tía, tía! Ten cuidado. Son espíritus malignos. ¡Aléjate de ellas, tíía Hayame!

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Arrozales

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-Ah?

Aquel murciélago de la fruta aleteaba lo más rápido que podía para alcanzar a aquella humana antes de que fuera a ahogarse en aquel hueco que habían visto, hundiría a las personas que cayeran en este; profundo, invisible bajo el agua, como una prisión que solo los dioses sabrían cuántas vidas ya se habrían tomado...

Si no hubieran recibido la visión de sus muertes, hacía cuanto que las dos brujas habrían caído en una de aquellas trampas, diseñadas para apagar la luz de sus ojos?

Y sin embargo, ahora había escuchado una voz que se le hacía familiar, como si su joven sobrina intentara prevenirla de algo; sin pensarlo abrió sus gigantescas alas para frenar su movimiento y volteó a ver los alrededores, intentando ubicar a la bruja pero no podía ver su escoba ni su cabellera deslumbrando por ningun lado

-Xell?

La bruja pelirroja ladró en su forma de animaga, tratando de encontrar a su sobrina pero apenas y veía una avecilla que volaba en su dirección a toda prisa; acaso algún animal o los propios humanos habían espantado a aquella criatura que parecía reflejar algo de miedo?... aprovechandose de su animagia quiso ver si podía hablarle a aquella ave pero en ese instante un fuerte sonido de agua se percibió a su espalda y sintió como algo se cerraba con fuerza alrededor de su cuerpo, apretujando sus alas de paso

-AHHHH!!

Chilló al sentir como algo la aferraba y comenzaba aarrastrarla hacia el suelo, hacia las aguas que seguramente la devorarían sin dejar nada más que su recuerdo

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En un momento paralelo: Recibiendo a Richard Moody y Viendo a Beltis

El rostro del Arcano permanecía impasible ante el joven y sus pensamientos. Todos los arcanos eran sabios entre los sabios y, gracias a ello, podía vislumbrar sin necesidad del Ojo Interior todo lo que cruzaba por su mente. Casi enarboló la misma sonrisa que él puso cuando estuvo tentado a usar magia Uzza. Por supuesto, eso hubiera sido de mal gusto. Si hay algo que un Arcano odia es la mención de los malditos, ladrones y asesinos Uzzas. Si por ellos fuera, no compartirían más espacio que el de la lucha contra ellos. Gracias a la situación política habían evitar seguir compartiendo el mismo espacio de enseñanza y, en cierta manera, el Arcano de Videncia estaba convencido que el enfrentamiento entre ellos se produciría en breve, sin que nadie pudiera evitarlo. Cerró los ojos al notar que otra pupila se acercaba. "Avanza" dijo, en su mente. Al abrir los ojos, se rompió el contacto con ella.

Acabó de atarse las sandalias. Se dirigió hacia su modesta cocina y puso té a hervir. Adoraba Japón, con sus tradiciones de té tan antiguas como las de su propio país pero prefería las suyas. De espaldas, movió la silla bajo la ventana para evitar un incidente con el hombre que se colaba por ella. En la misma postura, percibió los pensamientos inapropiados de aquel descarado alumno que parecía creerse por encima de todo lo que veía. Con el misto aún en la mano, volvió a sentirla. "Adelante", volvió a pensar, al Ver lo que ella Veía. Volvió a durar menos de un segundo y se recompuso ante la voz brusca del hombre.

- Sí, Sr Moody. Ya le había llamado antes así, ¿lo recuerda? - le cortó abruptamente. - Siéntese y no mienta. No es un placer, no hace falta ser sociable con quien Ve sus muecas de desagrado. Aunque no me hace falta la Videncia para leer sus gestos corporales. ¿Algo de lo que ve no le gusta? ¿Algo de lo que huele le produce rechazo?

El Arcano sonrió levemente; si aquel muchacho hubiera visto su anterior casa de la Academia de Londres, hubiera vomitado. En esta nueva casa no conservaba ni un tercio de las posesiones en hojas silvestres y libros que había reunido allá. Se volvió para ojearle y darse cuenta que era él. Sí, lo era. Había tenido visiones con sus actitudes. No mostró el pensamiento que cruzó por su mente. Al contrario que su pupilo, él sí sabía guardar para su intimidad lo que pensaba de todos aquellos insensatos que se personaban en búsqueda de la Vinculación con la Habilidad que él dominaba.

- Bien, Sr. Moody... Una pregunta tradicional y presumible: ¿por qué cree que merece la pena que pierda mi tiempo en una persona como usted?

Porque el Arcano también se lo preguntaba, por qué perder el tiempo en aquel arrogante ser humano mientras otra de sus pupilas la necesitaba urgentemente. Aspiró con fuerza el aroma del té de hierbas y se sumergió en una Visión ajena:

 


El Arcano estaba al lado de Beltis, mirando llover ceniza. Alargó un poco la mano, lo justo para que sus dedos apenas rozaran los de la mujer casi ciega.

- Reconoce ese fuego, ¿verdad, Srta. Malfoy? No salga de esta Visión y actúe. Debe salvarla. Ahí, en el Palacio Real, ella necesita ayuda y usted puede sacarla de ahí. ¿Cree que puede aprovechar su Ojo Interior para encontrarla y sacarla? Tiene poco tiempo. En menos de diez minutos, esta zona será destruida por explosiones de Erumpent. No puede evitarlo, no luche contra eso. Vera lo que tiene que hacer, es una gran Vidente, aunque no lo sepa.

 

 

Sajag parpadeó y volvió a fijar los ojos en el de Richard Moody:

- ¿Y bien? ¿Tanta repugnancia le produce mi té que ni lo prueba?

 

 

 

 

 

En un momento paralelo: Hayame y Xell

 

Estuvo a punto de levantarse del suelo y abandonar aquella postura de meditación. Supo, sin embargo, que no sería necesario (aún) cuando vio a las dos mujeres levantar el vuelo. Era una buena señal, ambas habían despertado su Ojo Interior aunque aún no lo sabían. Sin embargo, el peligro seguía latente en cada uno de los pasos que aún les quedaban por dar. Se sumió de nuevo en las brumas de la Videncia y observó a las dos mujeres. No a las londinenses.

 

Observó las dos mujeres que intentaban cazar a sus pupilas. Nunca había visto MU-ONNA, esos espíritus vengativos que surgen cuando una madre pierde a un hijo en la guerra. No estaba seguro de porqué intentaban cazar a las dos muchachitas animaga pero permaneció casi tranquilo. Había visto que descubrirían cómo combatir ese dolor y aplacar a los espíritus, apelando a su lado creativo y Vidente.

 

¡Qué interesante el folklore japonés! El Arcano siempre se maravillaba de lo que le quedaba por aprender todavía...

Editado por Sajag
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En las garras de aquella criatura

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La bruja no recordaba haber sentido algo como aquello ni haber luchado anteriormente con algún otro tipo de criatura que tuviese la capacidad de hacerle semejante daño tan solo con tenerle cautiva; ladraba y emitía chillidos intentando pedir ayuda pero parecía que su sobrina se había desvanecido y por unos momentos incluso se temió que hubiera ido a buscarla y hubiese caído por accidente en uno de los huecos de agua de aquella enorme trampa

No entendía, qué tenía que ver todo aquello con la videncia?

Cuando pensaba en Videncia le venía a la cabeza la imagen de estar uno sentado en medio de una habitación repleta de perfumes mientras las luces eran ténues y entraba en una especie de trance; avanzar a través de campos de arroz y verse capturada en su forma animaga por una criatura que no conocía ni reconocía, no le parecía que tuviese que ver en todo aquello.

Emitió un último quejido pero entonces, su figura de animal se perdió revelando a una niña pequeña y con más color en la piel de lo que un vampiro solía tener: una pequeña niña humana de ojos rojizos no tan brillantes

Intentó removerse otra vez pero al siguiente segundo, se había desmayado: lo que fuera que le hubiera hecho aquella criatura... la había dejado fuera de combate y lo único que podía escuchar, eran las lejanas voces de su madre y de sus hermanos, pidiéndole que fuese con ellos y ya no regresase a un mundo que si bien no era tan malo, no era el que la hacía más feliz...

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¡Estaba volando! A pesar del miedo, las alas se movían con rapidez. Quería llegar a tiempo para salvar a la tía Hayame. Sabía, muy dentro de mí, que estaba viendo visiones y, a falta de un Arcano que nos enseñada los misterios de esta habilidad, sabía que eran ciertas y que allá había demonios. Supe que había visto una predicción de su muerte y de la mía pero... ¿Podría cambiarse? ¿Por qué no estaba allá el Arcano de Videncia para ayudarnos?

 

Por fin llegué a ver a la tía Haya, creo que luchaba con dos mujeres que parecían hundirse en algún hueco de la tierra que pisaban. Cuando ella se giró hacia mí, hacia mi forma de golondrina, una mano agarró una pata del murciélago-tía y tiró hacia abajo. La tía gritó tan fuerte que me desubiqué por unos instantes y no supe si planeaba, si subía, si bajaba... Sólo cuando una ráfaga de viento me giró y volé en círculos pude situar mi vuelo: me había alejado de la tía y de la mano que la aferraba.

 

- ¡Tí...!

 

- ¡Tía Ayame! ¡Ayame San! ¡Socorro!

Una niñita se ahogaba en aquellas tierras movedizas. Seguro que era una hermosa niña de pelo oscuro y ojos achinados, de piel clara y ojos oscuros, tal vez azules de jade aunque en aquel momento eran rojizos de tanto llorar y de tanto esfuerzo por salir; ahora tenía la cara sucia de barro y el pelo acartonado por la inmundicia de la tierra en la que se hundía.

Dos mujeres, campesinas, corrían hacia ella pero llegaron tarde. La niñita se hundió y ellas no dudaron en tirarse a aquel agujero, muriendo con ella.

 

Aleteé con fuerza hacia el agujero donde la tía Hayame estaba asida por aquella mano. Ya sabía qué hacer.

 

Me convertí en humana a la vez que me dejaba caer en aquel hueco lodoso. Aguanté la respiración lo que pude y después usé el hechizo Casco Burbuja para poder ver aquel agujero de fondo. La corriente de agua era muy fuerte, en círculos que mareaban por la velocidad vertiginosa en que giraba. Soy una gran bruja, una gran sacerdotisa y una ex-profesora de meteorología, así que moví la varita e invoqué un tifón en sentido contrario, de manera que los círculos se fueron frenando. Al fin vi el final y encontré lo que buscaba: los cuerpos de tres personas, una de ellas muy pequeños.

 

Los recogí con cuidado y los sujeté con el borde de mi vestido, para no perderlos. Después, cuando las aguas ganaban a la fuerza de mi hechizo, señalé la superfície y murmuré ASCENDIO. Salí del agujero justo antes que las aguas volvieran a su movimiento y ferocidad.

 

- ¡Soltar a la tía Hayame! Os traigo... Os traigo a vuestra hija.

 

Desearía tener Nigromancia para poder devolver a la vida a aquella niñita cuya vida fue sesgada tan joven.

 

- ¡Aquí, mirar aquí! - grité a aquellos dos espíritus. Tosí un poco, había tragado agua. - Os traigo a vuestra niña para que...

 

¿Para qué? La visión no me había dado más pistas. ¿Para esto servía la Videncia? ¿Para ayudar a los demás? Pues eso me gustaba.

 

- ¡Soltar a la tía Hayame, por favor! - Sentí unos sollozos. En mi regazo, donde tenía los huesos recogidos en el fondo de aquel agujero, una niñita rubia sollozaba y extendió los brazos hacia ellas, como si las llamara.

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