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Videncia


Sajag
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Catherine Moody

Catherine observa al arcano sin estar segura de poder responder con una simple oración. No se siente distraída por la comida o la bebida. De hecho, necesita cada vez menos desde que pasara por el "aula" del tuerto. No, su consciencia divaga constantemente, las palabras parecen ser mayor alimento y una observación tranquila mayor descanso que el sueño habitual de ojos cerrados. Se pregunta, si, dado que el arcano ha tenido tales visiones acerca de tantísimos seres vivientes ¿ha apreciado también la muerte? Desde luego, no es eso lo que está pidiendo. El arcano no le pide que huya de su destino ni tampoco le está cuestionando el si será capaz de soportarlo. Lo que quiere saber es si será capaz de aguantar la responsabilidad de ver salpicados a otros de las mismas cosas y... ¿mantenerse impasible? No, no precisamente ¿procesarlo sin intervenir? ¿Alcanzar el nirvana?

Jamás se consideró a sí misma budista ni afín a sus prácticas y menos todavía desde que tuviera tantas experiencias cercanas y vinculadas a la muerte ¿Puede "ver"? Sin duda. No es eso tampoco lo que el arcano está preguntándole. Sus emociones: el único rastro de su humanidad que le queda todavía... a medias. Los retazos de memorias unidos a esos impulsos primarios que no tienen nada que ver con la lógica. Los ama, sí ¿entonces?

—No puedo deshacerme de mi humanidad —explica, recordando cómo había diseccionado ese cadáver, le había removido las entrañas, había llenado un cubo con su sangre. En ese momento, no habían sido más que las acciones de una autómata pero cuando eso se entrecruza con el entendimiento del presente, es casi como ver una mala película proyectarse en su propia mente. No, esa no es su capacidad— solo soy... capaz de cambiar. Evolucionar.

Es cierto. Sabe perfectamente que los arcanos suelen adentrarse en la mente de sus alumnos y no le preocupa que el arcano lo haga con la suya; de todas formas no puede detener el torrente que va llegando a su cabeza, pasando a gran velocidad.

>>Mis pensamientos, están conectados a mis emociones. No puedo controlar mis emociones... no puedo racionalizarlas, no funciona así —explica pero no se detiene allí—. Yo simplemente las acepto —añade, sin más—. Es así como funciono, proceso, y el tiempo que me toca hacerlo, cada vez se acorta más<<.

Es ese proceso de aceptación que le permite pensar desde una perspectiva más fresca. Por supuesto, el proceso es parecido en cuanto a la reacción del individuo: no una perspectiva intervencionista, si no de comprensión pero ¿cuál es la diferencia entonces? Que no hay ahorro del dolor. El entero proceso, grabado en ella, porque es así como debe ser. Nadie tiene por qué cargar con eso y no puede dejar ese peso sobre nadie más ni tirarlo al viento como si no existiese porque si no, estaría haciendo lo que hizo Pandora: huir ¿abandonarlo todo? No. Entonces ¿qué es lo que queda? Tomarlo, como una humana cualquiera que no conoce de cosas tan complicadas. Para ser escogida... ¿qué necesita? No es un pase sencillo pero entiende que le está pidiendo que se ponga en un podio, en donde estará sola... pero eso no cambia mucho las cosas en realidad. No porque contradiga al arcano si no porque su proceso mismo de aceptación es distinto. Ella nunca va a ser Sajag. El camino de Catherine, es ese.

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  • 3 semanas más tarde...

Sajag frunció los labios y dejó la fruta que había estado saboreando momentos antes, para limpiarse las manos con un trapo que mantenía cerca de él y que posteriormente dejó sobre la mesa, jugueteando levemente con los bordes que dobló, como si la mera acción de ordenar aquel trozo de tela pudiera ordenar sus pensamientos mientras intentaba verbalizarlos.

-No es su humanidad de lo que debe desprenderse, señorita Moody- dijo al final, habiendo pasado por todo el proceso de buscar las palabras correctas, ahora girándose para darle la espalda a Catherine-. Su humanidad es quien usted es o quien no es. Pero las decisiones que debe tomar para seguir este camino no tienen que ver tanto con su humanidad sino como con su capacidad de humanizar. ¿Deshumanizará a las personas de sus visiones en pos de evitar el dolor de ver, quizá, las muertes de sus seres amados?- levantó una mano frente a sus ojos y examinó sus uñas de forma detenida, aunque no era eso realmente lo que estaba haciendo, sino utilizando un movimiento desinteresado que trabajara de aliciente a la situación que impondría a su alumna-. Quien usted es y quien usted desee ser sólo dependerá de las decisiones que tome. Y la mayoría de esas decisiones estarán atadas -quiera o no- a las visiones que tenga. Y cómo encare dichas visiones, también dependerá pura y exclusivamente de usted- nuevamente hizo una pausa, pero esta vez se giró para volver a encarar a la pupila, quien aún sostenía las páginas avejentadas de aquel tomo que había resultado tanto un diario de aprendizaje como un libro de "recetas", podría decirse.

Se acercó a ella y tomó el libro, cerrándolo de manera delicada para evitar que alguna de sus amarilleadas páginas sufriera daño en el proceso. Volvió a colocarlo en el estante mientras hubo dejado aquellos interrogantes ante la bruja, esperando paciente tal cual era, a que ella decidiera tomar sus palabras y analizarlas, si así lo deseaba o, quizá, simplemente responder lo primero que le viniera a la mente.

-Posee el don, ya lo hemos dejado claro desde un comienzo. Pero hay otro don que viene con el Ojo y, como toda magia, su utilización puede ser oscura o luminosa -por posicionarnos, digamos, en un camino de dos direcciones-. Dicho don representa su capacidad no de aceptación, sino de proceso. Todos los seres vivos poseemos un proceso por el que vamos pasando a lo largo de nuestras vidas y, muchas veces, llegamos a un impass de ese proceso donde obtenemos algo que catalogamos como "rutina"- se alejó del estante para volver al espacio donde había estado meditando, un montón de almohadones coloridos en el suelo de su vivienda-. La rutina nos ablanda, nos moldea y no nosotros a ella como creemos. El Ojo nos trae un cambio repentino a la rutina y es ahí donde comenzamos un proceso- hizo un ademán con la mano para invitar a Catherine a sentarse en otro grupo de almohadones, frente a él, donde poder mantener esa conversación que, poco a poco, se iba a tornar más intensa-. El proceso de un vidente comienza por el desconcierto: ¿qué es esto? ¿es bueno? ¿es malo? ¿qué debo hacer con este don? Luego del desconcierto, viene la etapa del miedo: ¿por qué me pasa esto?- cruzó las piernas y su mirada tranquila se posó sobre la de Catherine-. El proceso al que usted se enfrenta ahora, lejos de aquellos primeros pasos incurriendo en su Ojo, es el que responde a su forma de actuar. ¿Simplemente aceptará las cosas que ve? ¿No va a preguntarse nada más al respecto?- inquirió.

-Dígame, señorita Moody, ¿aceptará su propia muerte sin intentar, primero, aceptar su vida?- sonrió el Arcano, colocando ahora sus manos sobre sus rodillas, con las palmas hacia arriba. Aquel sería el punto culminante del comienzo del verdadero aprendizaje. Y las decisiones que tomara Catherine a partir de ahí la llevarían a la Pirámide o de vuelta a su casa.

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Catherine Moody

Deshumanizarlos de sus visiones. Esa idea le dice mucho más que aquello que Sajag ha soltado hasta el momento. De cierta forma sabe que no es lo que hará, porque eso implicaría el concepto de "apartarse" de la humanidad, que tanto la atormenta, vivir alejada de todo de la forma en que hacen los arcanos centrados en conceptos que son realidad en otros espacios pero no junto a ellos; porque sus poderes les permiten "ver" muy lejos. Cuando Catherine piensa en sus propias visiones y en cómo han afectado sus acciones, todo lo que puede ver es un recorrido de malas decisiones en torno a situaciones que la han empujado al límite. Sin embargo, hay un solo recuerdo que no encaja en ello y es exactamente de cuando aceptó la visión, tal cual suele hacer con sus emociones y otros elementos de su cabeza como única manera de procesarlas. En esa ocasión, la visión no había terminado en tragedia, ni en "experiencia para crecer". Había sido, simplemente, un aliciente para tener más coraje al encarar el momento.

 

Cath deja que el arcano aparte el libro de sus manos, dado que no lo ha estado leyendo de todas formas y tan solo había tenido la vista fija en sus páginas. Mientras el arcano sigue hablando acerca de "el proceso" ella piensa también en cómo Richard alguna vez le había dicho algo parecido, acerca de su vida humana que no acababa "Tomé el mejor vino, disfruté de las mejores mujeres y también de los mejores hombres. Probé todo lo que deseaba y no sufrí jamás consecuencia alguna. Hasta que un día desperté y el vino sabía a tierra en mi boca y el placer no era más que un alimento cualquiera en ese derroche de necesidades satisfechas". Catherine se preguntaba si, ese ejemplo del muchacho pelirrojo de la sonrisa falsa, encajaba en lo que el arcano intentaba decirle. Richard todavía tomaba vino pero no parecía formar parte de una rutina. Lo había observado, en Luss, experimentando con el par de primas Moody que habían llevado sus pies hacia una realidad que nunca había vivido: la de una familia apacible, despreocupada y casi honesta, con objetivos prometedores. Por alguna razón, pensar en esa perspectiva de un Richard que era capaz de sentir algo más que tedio, le trajo una sonrisa a los labios. Quizá él no lo admitiera pero hacía mucho que Catherine había llegado a entender que junto a esas dos chicas y luego de haber vivido tantos momentos dramáticos junto a su hija Athena, él había vuelto a adquirir la capacidad de vivir emociones, hasta cierto punto.

 

También pensó en lo que el arcano le estaba diciendo, conectado con la realidad que ella había observado en Richard. Siguiendo las instrucciones de Sajag, tomó asiento sobre los almohadones mullidos y se sumió nuevamente en esa línea de pensamiento: Richard, de cierta forma, no había muerto si no que había dejado de vivir. Tanto para él como para Catherine, las visiones no habían sido algo que les causara dudas: habían ido directo al pánico desde el primer instante. Para Richard había significado un dolor excruciante, a nivel corporal, en visiones que lo asaltaban en sueños y luego, la huida inminente de aquellas que lo implicaban como protagonista. Para Catherine...

 

Pensó en Káiser, en por qué eso la había afectado y era justamente por lo que Sajag acababa de mencionar: porque se había negado a verlo como parte de su vida, había hecho de todo para suprimirlo de sus pensamientos y de su futuro, ya que no podía borrarlo de su pasado. Había querido denegarlo, todo. Racionalmente, eso era est****o. Adentrándose en un campo más irracional, no era efectivo. En la línea de las emociones, tenía su raíz en el simple hecho de que aborrecía a Káiser y no quería pensar en la posibilidad de tener vínculo alguno con él. Eso, la había empujado a congelarse, a no vivir. Todos esos días, meses, pasados en Luisiana ¿podía contarlos siquiera? ¿Cuántos habían sido? ¿Qué era lo que Catherine había hecho con ellos?

 

La nigromancia la había sacado del congelamiento y el estupor pero no había mejorado las cosas. Había sido el peso mismo de la voluntad destruida de Catherine lo que había causado todo ese desbarajuste. El hecho de devolverle sus memorias a Pandora en el inframundo la había aliviado del peso de los recuerdos de una inmortal pero también era cierto que si ella hubiera intentado ser un poco más fuerte, quizás hubiera podido ser capaz de aguantar la presión ¿habría podido? No hay forma de saberlo ahora.

 

Aceptar esos errores para poder seguir el proceso de encontrar su yo inmediato no es sencillo. Guardándolos, se había dicho a sí misma que podía procesarlos pero no lo había hecho. Eso significa que su vida actual tampoco es lo que ella piensa. Está congelada en el tiempo, alejada de sus seres más inmediatos, como una cometa con la cuerda rota, tan solo alcanzada por un único individuo, Armand, que había cuidado de ella hasta ese momento. Había creído vivir de forma distinta a los arcanos pero si lo piensa con detenimiento, encuentra que no es así en realidad. Luego estaba...

 

La muerte.

 

Sí, Káiser, que la mataría. No quería aceptar ese futuro aborrecible pero la suma de sus acciones actuales contaban. El arcano tenía razón, no podía simplemente verlo como algo inevitable. Tenía que pensar en las capacidades con las que contaba, en todo eso que había en ella además de su habilidad y que ella conformaba, y que, quizá por eso mismo también estaba ligada a su propia habilidad, aunque ella no lo hubiera visto así en principio.

 

—Mi vida... —sus palabras se apagaron por un momento y Catherine creyó que no podría seguir hablando pero fue solo una última jugarreta de su temor— tiene significado más allá de mi habilidad. No acepto la muerte, solo la observo. Las cosas de mi presente están vinculadas con mi futuro, así que cada segundo cuenta, de acuerdo con lo que veo... o no.

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El Arcano había estado en silencio desde el momento en que terminó de dar su explicación sobre el proceso de las cosas, observando a su alumna tomar asiento frente a él y viendo, en cierta forma, cómo se movían aquellos engranajes dentro de la cabeza de Catherine. Si algo sabía el viejo Arcano, por sobre todas las cosas, era que a veces sus palabras tocaban justo donde el alumno necesitaba un poco de refuerzo. Y, en aquel momento, Catherine había necesitado que alguien la hiciera ver que debía llevar a cabo cambios en su vida para enfrentar su futuro.

 

La observó, no la interrumpió para preguntarle si estaba bien, para saber si estaba viendo algo en aquel momento, para que le contara en qué estaba pensando, porque sabía que ella solía se encargaría de decírselo de ser necesario. Apoyó cada una de sus manos sobre sus rodillas y sólo tomó inspiraciones largas y exhaló el aire poco a poco, concentrándose en lo que vendría luego. Hasta que, por fin, la joven Moody habló.

 

-Muy bien, señorita Moody- sonrió el viejo panzón-. Su vida importa más allá de la habilidad, de cualquier habilidad. ¿De qué sirve tener una si no aprovechamos la vida que se nos ha dado primero?- hizo una pausa que se extendió por unos largos segundos, mientras buscaba las siguientes palabras que expresaría a su pupila-. ¿Ha tenido alguna visión, de forma reciente, que se haya repetido con cierta constancia? Por ejemplo, a la misma hora del día o bajo ciertas circunstancias, como podría ser... presión o relajación- aventuró el Arcano, entrecerrando un poco los ojos y ladeando la cabeza en dirección a Catherine-. Mi pregunta va por dos cosas. En primer lugar, me gustaría saber si ha notado la frecuencia o bajo las circunstancias que se han dado esas visiones, de haberlas tenido. Y, en segundo, quiero saber cómo ha reaccionado cuando lo notó-.

 

En principio la pregunta no parecía tener ningún trasfondo más allá de la curiosidad ilimitada de Sajag, pero en realidad el Arcano no hacía ese tipo de preguntas sin un fin concreto, ya planteado en su mente, que le gustaba probar a veces con sus alumnos. La forma dubitativa que tenía Catherine Moody para expresar ciertas situaciones de su propia vida, probablemente por situaciones traumáticas que había vivido y que muy posiblemente intentaba ocultar u olvidar, lo llevaban a pensar que quizá ella había pasado alguna de esas cositas por alto. Muchas veces, una visión repetida no era nada. Otra, lo era todo.

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Catherine medita por un buen rato lo que el arcano le dice. No interrumpe ni hace comentarios al respecto, tan solo piensa en lo que le ha dicho y empieza a discernir en torno a lo que ha experimentado hasta ese momento.

 

Las visiones de Kaiser habían empezado poco antes de que llegara allí y habían sido su principal motivo para acudir. Eso ya de por sí le dice bastante. Sin embargo, no habían sido las únicas; estaban mezcladas con las visiones de ella en La Habana, en San Petesburgo, así como otros lugares del mundo. Si bien, Armand le había explicado que eso se veía vinculado a un pasado tormentoso que ella no había podido recordar antes (y que ahora tiene presente) también es verdad que hay algo más. Es el hecho mismo de que se viera conducida por su visión y no a la inversa.

 

Sus visiones no se presentan en patrones fijos tal cual indica Sajag, si no que se presentan cuando ella, Catherine, parece estar atravesando por un momento decisivo. Sin embargo, el arcano ya había establecido que sus visiones no debían ser un patrón a partir del cual definiera su conducta. Catherine se esfuerza por buscar otro motivo pero no consigue encontrarlo y es entonces cuando se da cuenta a qué se ha referido el arcano: sus visiones alimentan sus miedos porque las ve siempre como un punto de no retorno, definitivo, que tiene que influenciar su vida pero no es necesariamente así. Es tan solo el conocimiento y parte de sí misma (cuyo concepto ya había explorado bastante) pero no algo que deba definir partes de su vida en sí mismas. Como el propio Sajag, que vive alimentándose de ello y siendo partícipe de las mismas pero no estando supeditado a ellas.

 

De alguna forma, no tiene nada que ver con su humanidad, con la capacidad de apartarse o no. Debe haber otros tantos videntes allá afuera, muy distintos a Sajag y, sin embargo, que no están supeditados a sus poderes. Así que ¿por qué esperar? Catherine entiende que es ella misma quien ha estado retrasando esa decisión. Haciendo tiempo, de forma inconsciente, porque no se había decidido a dar el paso decisivo. El acudir, para aprender a dominar sus poderes, no tiene nada que ver con Kaiser o la visión de su propia muerte. Eso no es más que una excusa, más a la mano y más inmediata. Por eso la había utilizado.

 

—No se dan de forma regular si no que se dieron en situaciones en donde creía perder el control y buscaba una guía ilusoria... —no está segura de estar usando las palabras correctas, así que se detiene un momento. No, es cierto que es así pero...— entonces buscaba siempre averiguar sobre ellas y detenerlas o ser partícipe de las situaciones que llevaban a ello. Uhm, disculpe, creo que es un error —añadió—. Me gustaría ahora, simplemente, alimentar mi poder y aprender a dejar que dicho poder fluya libre. No supeditarlo al suceso más próximo en mi vida, si me entiende...

 

Catherine todavía tiene muchas ideas bullendo en su cabeza pero, al menos por ese momento de realización, no tiene la mente nublada de culpa o en desmedro. Se detiene y alza la vista por un buen rato. Estará bien tanto si es lo que el arcano buscaba como si no. Entonces, sus ojos se nublan un instante y se da cuenta que está viendo algo que no tiene nada que ver con la clase. Una visión real: ella, en San Petesburgo, observando a través de unas pesadas cortinas color guinda, el exterior con rayos de sol. Luego, la visión se difumina y se encuentra otra vez ante Sajag y miles de preguntas llegan a su cabeza, entre ellas, quizá de las más significativas ¿por qué ha visto esa ciudad? ¿Por qué tuvo esa visión ahora?

 

Sabe la respuesta: porque su poder ya no está supeditado a lo que ella cree que debe ser su destino y, sobre todo, porque la conexión que tiene con esa ciudad está vinculada a sus visiones pasadas más recientes.

Editado por Melrose Moody

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El Arcano dejó que la bruja sola sopesara el peso de las palabras que le había dicho y esperó, paciente, a que ella misma llegara a sus propias conclusiones como había hecho desde el momento mismo en que había pisado su hogar. La realidad solía ser algo que muchos alumnos confundían con obligatoriedad. La realidad era y punto. La realidad no obligaba a vivirla o no vivirla, sólo estaba, a su manera, y esperaba -o no, en realidad- a que cada uno decidiera cuál era la mejor forma de afrontarla. Y cuando Catherine se vio envuelta sola en sus propias cavilaciones, Sajag volvió a pararse, abandonando el cómodo lugar entre sus mullidos almhadones coloridos y fue por una taza de té, que colocó junto a Catherine.

 

-Lo has hecho bien todo este tiempo, Catherine- la tuteó, muy diferente al tono distante y respetuoso que había utilizado antes al llamarla "señorita". Al tutearla, creaba un vínculo que se estrecharía cuando ella decidiera hacer la prueba final-. No es malo perder el control a veces y buscar visiones que nos ayuden a encontrar el "control" de nuevo, quizá es una forma de abarcar la falta de resolución de problemas que tenemos todos. Pero ya has notado que no es necesario para nada- tomó una taza para él luego de dejar la de Catherine y luego se sentó de nuevo en su lugar, aún con la humeante infusión en sus manos. Se tomó un momento para llevarlo a la boca y saborear el jazmín, el lúpulo y el romero, así como la sutil mezcla de menta y limón. Cerró los ojos un momento, porque las cosas que se saboreaban con la lengua también podían saborearse con el pensamiento si uno se tomaba el tiempo de ajustar los recuerdos, de organizarlos y seleccionarlos. Quizá, la mejor fuente de visiones eran las que entraban por los sentidos.

 

-Tu poder se ha estado alimentando todo este tiempo, eso no es nada nuevo para tí ni lo es para mí. Has vivido, como dijiste, buscando esas visiones que te ayudaran a comprender mejores las pérdidas de control, los momentos difíciles de tu vida que han marcado rumbos... rumbos que te han traído hasta aquí, hasta mi- bajó la taza que aún tenía posicionada cerca de la boca y sonrió tan bonachonamente como solía hacerlo, como si ningún mal del mundo pudiera afectar aquel lugar, aquel espacio, aquel rostro-. Así que no debieras despreciar esas visiones por cómo han surgido, más usarlas como alimento para tu propio poder- bajó la taza y la apoyó en el suelo-. El que tienes ahí- y señaló su pecho en vez de su cabeza.

 

Entonces, Sajag vio que los ojos de su pupila se abstraían un momento y volvió a sonreír, esta vez de forma más sutil, esperando que ella enfocara de nuevo.

 

-Bebe el té. Te ayudará a esclarecer esa visión que has tenido y, si me permites, te acompañaré allí- dijo el Arcano, invitándola ahora, de nuevo taza en mano, a que los dos bebieran juntos-. No te preocupes, no contiene drogas. Pero los olores de algunas hierbas abren el Ojo y muchas veces las infusiones calientes ayudan a enfocar mejor las escenas. Puedes tomarlo como ayuda, en el futuro- propuso, aunque no esperaba que así lo hiciera, no era más que una sugerencia de un anciano al que le gustaba beber demasiado esas cosas dulces y aromáticas-. Cuando estés lista- agregó.

 

No solía poner muchas pruebas a sus alumnos, no siempre. Algunos venían preparados de ante mano, conociendo su potencial, manejando las situaciones que se les presentaban. Otros, como Catherine, podían conocer ciertos aspectos de sus visiones pero no saber cómo manejarlas o, mejor dicho, como manejarse a sí mismos para moldear esa visión, darle cuerpo. Sajag se consideraba a sí mismo más un guía que un Maestro, más un bastón o un cayado de montañista que un Arcano en todos sus saberes y eso le agradaba. Le gustaba ser el halcón sobrevolando el cielo claro, ser el bastón que apisonaba la tierra firme o el mapa que guiaba el camino correcto. Eso era en las visiones compartidas, cuando ayudaba a un alumno a tomar todo su potencial y explotarlo. Y eso sería en aquel momento para Catherine, para lo que ella necesitara que él fuera dentro de aquella visión. Y de nuevo lo sería cuando ella estuviera dentro de la Pirámide.

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Catherine se mantiene impasible, pensando cómo en el pasado su proceder había sido muy distinto pero sin lamentarlo o pensar en su situación actual como penosa. Toma del té y da largas bocanadas del aroma que desprende. No está precisamente relajada si no más bien pensativa. No reacciona cuando el arcano menciona su nombre: ni siquiera lo nota. Piensa en lo que él está diciendo acerca de su poder y asiente. Disfruta del aire tibio y le vuelve a dar un trago al té, teniendo cuidado de no quemarse y soplando levemente de rato en rato. Cuando está lista, deja el té sobre el platillo en la mesilla y sigue al arcano.

 

En esa habitación de San Petesburgo, todo está a media luz. Cuando Mel corre una vez más las cortinas de terciopelo y se da cuenta de que es porque ella ha estado allí antes y porque dentro es oscuro para el vampiro que la acompaña en su viaje: Armand. Los rayos de sol no alcanzan el espacio en el que ambos se mantienen charlando en voz baja pero Catherine no está interesada, de momento, en el contenido de la conversación, porque lo conoce bien. No está viendo precisamente el futuro todavía, si no el pasado.

 

Entonces, pasa algo una vez más, algo que no ha visto. Abre la puerta de la habitación y sale al pasillo; no solo eso, sigue de largo y se retira hasta la plaza roja. De a ratos, puede ver a un ave quieta, posarse por aquí o por allá cerca. Se pregunta si ese será el arcano. Puede percibir la presencia de Sajag con ella pero no puede especificar dónde o cómo. También pasa una caravana de turistas y se pregunta si Sajag estará disfrazado como uno de ellos, o tal vez de músico itinerante. Al final, es obvio que eso no es tan importante, así que se sacude la sensación de intranquilidad e intenta centrarse. En la plaza roja se va a desarrollar un concierto, como el que ella había presenciado con Káiser. Sin embargo, sabe que ese no es el motivo por el que está viendo eso. Por momentos, puede percibir una voluntad, guiándola para un lado o para el otro.

 

Entonces, de pronto, se da cuenta, de que está observando a Káiser, apenas a pocos metros de ella. La mayor parte de los asistentes no presta atención pues Mel no se encuentra en la zona donde están dispuestos los asientos y algunos agentes de seguridad ni siquiera parecen ser concientes de la presencia de él. Un Káiser que no es el individuo cruel y ajeno, que ella conocía. Está perdido, no tiene memoria, está enloquecido, puede verlo en sus ojos sin siquiera asegurarse. Siente lástima. Eso explica por qué había visto lo que había visto, por qué todo en sus visiones fatalistas parecía precipitarse a la nada. Porque la mente de Káiser ahora es la nada, como lo fuera la suya alguna vez. Armand está allí, porque ya es de noche. Káiser inclina la cabeza y lanza una maldición asesina, que no acierta a alcanzarla. Sus ojos son como los de un animal, no guardan mucho rastro de humanidad.

 

Es una carcasa. Un cuerpo que contiene algo muerto, que hace mucho abandonó la existencia y la capacidad de razonar. Catherine ni siquiera puede sentir rechazo.

 

La visión se desvanece, junto con sus miedos infundados y también con una sensación agridulce. La bruja no está segura de por qué vio eso específicamente pero sí se da cuenta de que lo habría encontrado de todos modos, con ayuda o sin ella, quizá tan solo tomándose más tiempo de no haber estado Sajag allí guiándola. Respira y vuelve a la mesa, con su té <<¿ahora qué?>> es todo lo que puede pensar.

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Sajag nunca había usado demasiado su habilidad de animagia, a pesar de que era bueno en ella. Siempre había preferido usar la metamorfomagia, porque cambiar el color de pelo por aquí o la forma de la nariz por allá, le resultaba mucho más natural y sencillo que convertirse en un animalito. Aún así, cuando hizo su inmersión en la mente de Catherine con legeremancia, cuidando de ser sutil con su toque, amable, adoptó la forma de un estornino. Sacudió sus plumas negras iridiscentes, con aquel brillo púrpura que tanto le había gustado la primera vez que tomó aquella forma, y gorjeó al aire de forma encantadora mientras se posaba en un poste, cerca de donde la figura de Catherine se hallaba parada.

 

La plaza roja en San Petersburgo estaba abarrotada de gente, la mayoría no poseían rostro y eso hizo sonreír al Arcano. Era fascinante como las visiones solían actuar tan parecido a como lo hacían los sueños, obviando detalles que para el soñador eran totalmente irrelevantes, como los rostros de las personas que suelen "rellenar" una escena. Aún así, el Arcano enfocó sus ojos de ave en la figura que Catherine no había nombrado pero él había sabido quién era: Káiser. También nota a Armand a su lado. Toda esa información volcando desde la mente de su estudiante a medida que los sucesos pasan.

 

Catherine no tembló, ni siquiera se removió mientras estaba sumergida en aquella visión que comenzó a moverse dentro de ella, una secuencia tras otra. Antes habían sido trozos, pequeñas fotografías que iban tomando forma y movimiento, color y un poco de sentido pero sin completar la escena por completo, nunca develando el total de aquella visión. Ahora se podía ver claro lo que estaba aconteciendo, como si la mente de Catherine hubiera podido acomodar por fin las piezas de aquel rompecabezas.

 

Cuando regresan a la vivienda del Arcano, rodeados de incienso y sabor dulce en la boca, la pregunta de la muchacha flota entre ellos un momento. El silencio se extendió por lo que parecieron largos minutos, mientras el anciano observaba a su discípula. Finalmente sonrió.

 

-Ahora ha llegado el momento de preguntarte si estás lista para tu prueba- su voz una seda, envolviendo en tranquilidad a quien lo escuchase-. Si decides que ya lo estás, entonces puedes hacerla ahora mismo, te llevaré hasta allí. Sino, podemos seguir desentrañando los misterios de tus visiones y cómo afinarlas- Sajag se puso de pie y caminó con parsimonia hasta el lavaplatos, donde dejó su taza y la de Catherine-. Pero no veo por qué has de tomar el segundo camino- finalizó, dedicándole otra encantadora sonrisa a la chica.

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Catherine no esperaba una respuesta tan directa para su pregunta pero no le extraña que Sajag sea capaz de inmiscuirse en sus pensamientos y, de hecho, tampoco le molesta. En lugar de eso se encuentra a sí misma, pensando en todo el tiempo que ha pasado desde que llegara a su residencia y qué es lo que ha aprendido en realidad. Está nerviosa, no recuerda mucho de la última vez que un arcano le dijo algo como eso. Con Báleyr las cosas habían sido distintas porque no era ella misma y su visita a Nguyen era un recuerdo remoto, cargado de cosas que la actual versión de sí misma ya no percibe como ciertas. Eso es porque los recuerdos que ha tratado con Sajag son de índole mucho más presente y personal. De cualquier forma, Catherine está segura de que las cosas no volverán a ser las mismas. Es así que, como hiciera con sus propias visiones, se sacude el nerviosismo y la inseguridad y da un corto asentimiento.

 

Se acerca hacia Sajag para darle un último saludo y afirmar que está lista para la prueba, poniéndolo en palabras claras y no tan solo un gesto vago. No sabe qué es lo que se supone que enfrentará a continuación, en qué consistirá esa gran prueba pero quiere creer que todo lo que ha acaecido desde que empezara hasta ese momento va a ayudarle a pasarla. De hecho, no puede evitar tampoco pensar en Armand y en qué situación podrá encontrarse el vampiro ahora. Él no había querido que fuera a encontrarse con el arcano pero Catherine está segura de que es porque Armand desconfía de todo aquello que pueda cambiar su sentido más intrínseco como ser viviente. Es una postura que Catherine no puede permitirse y, de hecho, la prueba más fehaciente de eso es que ahora se encuentra ante la posibilidad de vincularse con el anillo de videncia.

 

Sabe que Sajag habrá de llevarla hasta allí, así que toma su morral y su varita. Sea lo que sea que la espere, será algo que tenga que resolver sola, así que es mejor llevar esas cosas consigo, así sean más para hacerla sentir en calma, que las verdaderas herramientas con que podrá pasar la prueba.

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La curiosidad del futuro era algo que Zoella siempre tenía, el querer saber que podía pasar e incluso percibir cosas que sucederían en minutos quizás. La bruja había esperado con ansias llegara la oportunidad de cursar otra habilidad, aunque actualmente llevaba a cabo las de Nigromancia y Legilimancia, la Videncia era otra de las que alimentaba las ganas de expandir sus saberes.

 

Respiró con gran emoción cuando llegó su carta de aceptación, y sin mucha espera se transportó a Maoutokoro, donde el arcano Sajag implementaba sus enseñanzas a cada pupilo que le llegaba. El interior de la bruja se encontraba calmado ese día, había decidido alejar todo pensamiento que perturbara la calma que sabía necesitaría para abrir su ojo interior, había realizado lecturas previas antes de postularse a la habilidad y se sentía preparada para su aprendizaje.

 

Guardó su varita en su bolsillo trasero del jeans y llevó sus pies hasta el ala del profesorado de habilidades, donde según el trozo de pergamino debía de tocar a la puerta de tonos beige. Dio dos toques fuertes y firmes a la puerta y aguardó a que le abrieran, examinó el exterior y se encontró con grandes ventanas que sabía debían iluminar de forma amplia el interior.

 

La Videncia era la habilidad de profetizar, y la calva creía que aquello podía ser algo que sumaria al hambre de poder que necesitaba alimentar. El total control de la habilidad le traería un paso al frente de la Orden del Fénix, estaba segura de ello. Usarlo para sus más turbulentos planes podría traer consigo hechos históricos para la Marca Tenebrosa, aún cuando estaba consciente de que muchas de esas profecías podían ser incumplidas. La bruja creía que todo siempre estaba sujeto a la perspectiva de cada uno, justo como el conocimiento de la adivinación que poseía, donde una carta podía significar diferentes cosas para cada mago adivino.

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