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Videncia


Sajag
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Dentro del cubo...

El espacio no tiene colores intensos ¿por qué hay agua en el suelo? ¿Por qué el sonido de chapoteo es tan nítido en ese lugar que no parece transmitir olores? A medida que sus ojos se adapten a la luz, su entorno será aún más visible: primero es un espacio similar a una habitación o una casa y luego, cuando sus pensamientos siguen procesando los miedos que van surgiendo, Azkaban. El espacio no solo es afín a la bruja si no que le está diciendo algo: todo lo que allí se encuentra, esta íntimamente ligado a algo significativo que Triviani tiene que asimilar para ver brotar las visiones dentro de ella. No es suficiente con dejarse influenciar por la magia del cubo; tiene que ansiarlo, buscar ese brote de poder para obtener su primera visión a como de lugar. Para ello, el propio cubo es un espacio donde el tiempo es más relativo, pasado, presente y futuro desdoblados, superpuestos unos encima de otros; donde los segundos no pasan, no cuentan. Por tanto, el fin, en sí mismo, está cerca.

Sajag puede percibirlo con precisión pero la explicación a sus percepciones no tienen una consecución ordenada ni lógica. La videncia es predecir el futuro pero no porque puede ver una estructura concreta en cada situación y cada individuo. Si se desea conocer una red, no te concentras en cada hilo, si no que intentas percibir el flujo en su conjunto, el grosor de la tela, la magia como común denominador que los une. Es algo intuitivo, no se razona.

Es lo que Sajag le expuso, solo que el cubo no es una explicación extra. Es, sencillamente, la herramienta que manifiesta de manera física ese recorrido intuitivo. Es el último escaño, que Zoella necesita recorrer para desembrollar su propia intuición y así desatar una fuente de información que hasta entonces ha mantenido sellada con firmeza.

Sajag no percibe al cien por ciento lo que sucede en el cubo. Su magia, que funciona de manera remota, no es un aparato de transmisión que puede ver lo que Triviani sí; percibe la voz de la bruja con claridad, puede ver la construcción que encara por unos segundos antes de que la imagen se desvanezca, pero nada más. Es suficiente para grabarla en su memoria y saber a dónde llevaron a Triviani sus miedos. Por eso, las preguntas que realizara para él obtienen contestación:

 

—El principal problema que debe enfrentar un vidente es la profecía autocumplida. Sus miedos no se irán a ninguna parte, señorita Triviani, pero deben ser tan solo una porción pequeña de su vida. No puede controlar sus miedos, así que tiene que aprender a vivir con ellos. Trabajar en ellos, y cargarlos de forma que cada vez le pesen lo menos posible. Pequeños pasos cada vez.

 

Su voz reverbera en el vacío. Él no sabe qué es lo que ella esta viendo, en ese preciso momento pero no importa: entiende el contexto básico y será capaz de verlo cada vez que haga falta. El hecho de que su primera parada sea una prisión no es casualidad. Mientras tanto, sus ojos se vuelven hacia Weasley. El mago ha contestado de forma honesta y desenvuelta. El intercambio que Sajag tuviera con Triviani (en el cubo) ha pasado desapercibido para él. El arcano es perfectamente capaz de manejar ambas cosas a la par sin descuidar ninguna pero, mientras tanto, también tiene que poner a prueba a su nuevo pupilo a propósito de sus palabras.

 

—En realidad, la vida de ella no estuvo en peligro en ningún momento... creer que lo estaba solo fue un ejercicio más intenso para estimular el recorrido de la magia dentro de su cuerpo, de forma que estuviese preparada para lo que venía después —refirió Sajag, con placidez, su mente distraída por un instante en el pasado—. Era él quien pasaba por una situación riesgosa para su vida y es por eso que llamamos a la videncia una herramienta intuitiva más que de observación o búsqueda de lógica, porque a veces nos cegamos por nuestro juicio o buscamos darle explicaciones a las cosas que, indefectiblemente, contendrán algún tipo de sesgo.

 

>>La magia dentro de nosotros, la magia que nos recorre no tiene ese sesgo. Por eso, confiamos en ella más que en nuestros sentidos y hasta nuestro propio cerebro, sacando conclusiones y buscando observar lo que se avecina. Aquí tiene un ejemplo<<.

 

Sajag adelantó su vara de cristal y realizó una pequeña floritura. Enseguida, una pila de madera seca cayó al suelo formando una pila. Sin embargo, para encenderla, Sajag no utilizó su varita, si no que chasqueó los dedos. Las flamas empezaron a lamer las ramitas que realizaban sonidos agradables al quebrarse.

 

—Si asume que solo puede realizar magia con las varitas, la convierte en su único catalizador. Si asume que su pasado influenciará su futuro, su magia puede entender eso como una orden. Tiene que tener cuidado con aquello que realiza, que piensa. La videncia no es un aprendizaje a memorizar o que controle. Efectivamente, en eso acertó. Es percepción... para fluir con su entorno. Es ansiar el poder de observar, no de cambiar o de evitar. Eso no significa que no pueda evitarse fatalidades con la videncia. Eventualmente podría influir en su entorno, que también es posible de hacer a través de acciones día a día. La diferencia, es tan solo que primero se tiene que contar con una férrea disciplina para conducirse por la senda del tercer ojo, de forma que su concepto de sí mismo no interfiera en su aprendizaje. No es dudar de sus capacidades, si no conocer su propia imagen: un sencillo ser humano, en este gran mundo concatenado ¿sigue la línea de pensamiento en la cuál intento conducirle?

 

Nathan Weasley, ante todo, tenía que aprender a soltar: todo eso que ataba su mente a un pasado que era una carga, en lugar de un punto de apoyo que le permitiera abrirse para atisbar su futuro.

 

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La calva caminó hasta el mismo lugar donde su cuerpo fue dejando ir la vida, se acuclilló y pasó las manos por donde un suave charco de sangre estaba, y como side un flashback se tratase escuchó las palabras de Jeremy ser soltadas para ella. Como si su mente se encargada de recordarle aquel tortuoso episodio que desencadenó hechos más dolorosos.

 

"-Aquí estoy -Respondió el rubio a la Triviani, mientras ella le tocaba el rostro. -Te sacaremos de aquí, estoy bien, un demonio me acarició el vientre- Mintió el de ojos azules, con los surcos oculares llenos de lágrimas. Zoella empezó a despedirse dándole una serie de indicaciones para cerrar lo que ella no había podido y así despedirse de quienes ella tanto ama, el vampiro estaba lejos de querer escuchar como ella le pedía que cuidara de los hijos en común, que cuidara de su propio hermano y que de le entregara el anillo de compromiso a la Delacour -¡No! No vas a despedirte -La agarró del mentón para que lo mire a los ojos - No vas a morir -Mintió de nuevo descaradamente, porque ya podía percibir en su alma, que ella estaba partiendo. El beso en su mano, fue lo último que sintió de la vampira.

 

-Nonononono -Dijo empezando a notar que la luz de los ojos de ella, ya estaban apagados. Tomo a la mujer de la cintura, como tantas veces lo había hecho, quitándole de la pared, abriendo nuevamente heridas que ya no dolían al pasar el hierro otra vez por su cuerpo. Ya con Zoella en sus brazos, la abrazó fuerte contra su pecho queriendo que se hagan uno. Pero estaba muerta.

 

Jeremy no sentía el olor de su herida pudriéndose, tampoco que Tauro le estuviera hablando, ni las lágrimas que rodaban por sus mejillas que iban a parar al cuerpo de la madre de sus hijos, de su primer amor.

 

-Te amo, no me dejes - le pidió sollozando sin poder contenerse."

 

La bruja se levantó, y limpió las pequeñas lágrimas que corrían por su rostro. Escuchó unas risas, y siguió el rumbo de aquello dejando atrás el doloroso momento que había vivido. Sus pasos comenzaron a seguir un pasillo cambiante, sin forma en concreto mientras Sajag comenzaba a hablarle a la mujer.

 

"El principal problema que debe enfrentar un vidente es la profecía autocumplida. Sus miedos no se irán a ninguna parte, señorita Triviani, pero deben ser tan solo una porción pequeña de su vida. No puede controlar sus miedos, así que tiene que aprender a vivir con ellos. Trabajar en ellos, y cargarlos de forma que cada vez le pesen lo menos posible. Pequeños pasos cada vez." Repitió en su mente, comenzando a entrar en un pasillo totalmente iluminado.

 

Una habitación le dio la bienvenida, esta era totalmente blanca y la iluminación era perfecta, ninguna ventana o puerta se encontraba a su alrededor pero Zoella sabía que una salida estaba esperando por ella. Se colocó en el centro de todo, pensando, asimilando y grabando todo lo acontecido hasta ese momento. Su muerte era algo que poco a poco había aceptado, su resurrección por Nigromancia fue algo que le costó un tanto más pero finalmente aceptó que merecía volver a vivir. Lo que si no aceptaba del todo, era haber perdido aquella conexión con el Triviani, ya se había perdonado por la pérdida de su bebé, un dolor que la persiguió por meses, un dolor que ahora cubre con las visitas de los fantasmas de sus hijos; Amelia y Geralt.

 

Relamió sus labios, dando una vuelta en 360º sobre su propio eje. La pérdida de Jeremy era algo que siempre se había recriminado, pero la culpa no era de ella, el rubio era quien siempre la alejaba no aceptando que seguía siendo Zoella, solo que aquel vínculo de sangre se encontraba irremediablemente roto, y que ambos debían de vivir con ese amor que jamás pudo ser de la forma en que ellos tanto deseaban. Y comenzó a asimilarlo, no siempre todo es como ella quiere y por otra parte se alegra de eso, puesto que logró conocer a Dennis quien abrió una faceta que hasta ahora desconocía, convirtiéndose en la debilidad de ella, y en uno de los seres que más ama en esta tierra.

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Al Weasley no le resultaron inertes las palabras del Sajag. Por el contrario, las encontraba cargadas de sentido y de injerencia sobre lo que él actualmente estaba viviendo, y de alguna manera hacían alusión a todo lo que había discurrido en los últimos meses u pasado influirá al futuro...>>. Qué va. Pensó. En los últimos años. ¿Habían sido aquellas palabras deliberadas? ¿Tenía el Arcano conocimiento, de alguna manera, de la forma en la cuál había actuado durante toda su vida? Siempre había actuado intentando evitar los errores del pasado, y siempre había obrado y decidido en función de lo que había vivido antes.

 

¿Era, acaso, posible que él mismo se estuviese sentenciando a repetir su pasado en el futuro? Al menos aquella parecía ser la idea que el Arcano le transmitía. Fuera de eso, la idea de un tercer ojo, de una manera alterna en la cual considerar las cosas era muy interesante. Pensamiento Lateral, dirían algunos muggles, siguiendo una corriente de pensamiento que buscaban un análisis alterno al quizá más obvio.

 

Comprendo lo que usted dice, sí. – aseguró, nervioso, tomando asiento en una roca que se encontraba a menos de dos metros de la de él – Pero... tengo una pregunta. Usted ha mencionado que la Videncia va más allá de memorizar conceptos o de controlar la habilidad; ¿cómo se la practica, entonces?

 

>

 

Cuando había llegado a Mahoutokoro, lo había hecho sin la más mínima idea de lo que la Videncia representaba. Poco a poco tenía una idea más clara de lo que implicaba, y sin embargo no dejaba de verlo como algo lejano a él mismo.

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Sajag, siempre atento a lo sucedía dentro del cubo, se dio cuenta de que Triviani alcanzaba alguna clase de punto álgido en sus elucubraciones. A medida que sus memorias se aquietaban -Sajag no sabía específicamente cuáles, solo percibía el panorama general- la bruja vería frente a sí su presente inmediato. Es decir, deshacerse de su carga pasada, la culpa. Fue gracias a eso que el arcano fue capaz de percibir el momento exacto en el que el cubo estaba a punto de cerrarse.

 

Por eso, se dirigió a ella en ese instante, cuando sus pensamientos todavía eran audibles para la bruja:

 

—Hemos conversado mucho señorita Triviani —el arcano, de alguna forma, sentía que ahora podía percibir mejor el aura de la bruja, entender mejor su esencia, quizá, que muchos que la conocían o tal vez solo aquello que proyectaba en un plano más allá del ojo físico—. Sin embargo, estas cosas no se dan de forma instantánea, necesita tiempo para procesarlas.

 

>>Le tomará tiempo adoptar esta nueva forma de conducirse y necesita aplicarla con disciplina para entenderlo más allá del concepto, hacerlo suyo. Todos los días, al levantarse: percibir el circuito de su magia, pensar en todas las cosas que ha vivido aquí, y qué significan esos cambios para usted. Aplicar todo lo que aquí hemos conversado y repasado. Repensar como verá ahora su futuro.<<.

 

"Regrese en un plazo de treinta días y, entonces, veré si se encuentra lista para realizar el último de los ejercicios que terminará por afianzar sus nuevas capacidades, de forma que sea capaz de enfrentarse a la prueba".

 

Apenas acababa de decir aquello, cuando la luz del cubo empezó a retrotraerse sobre sí misma. El cubo, que en el mundo físico había estado suspendido aproximadamente a dos metros sobre el suelo, cayó a tierra y la figura de Zoella volvió a estar presente fuera de éste. Todavía se encontraba en el laberinto que recorriera antes pero ya no tenía nada que hacer allí.

 

Mientras tanto, Sajag en sí mismo miraba a Weasley con expresión intrigada. Se preguntaba qué era lo que esperaba realmente él de la videncia; le había dicho que para él era una suerte de posibilidad para la esperanza, para insuflarse con ella y buscarla, algo a lo que aferrarse. Para Sajag, había algo intrínsecamente contradictorio en aquella afirmación: buscaba en la visualización del futuro, algo a lo que aferrarse, por lo que estaba implícito que nunca lograría tocar esa esperanza ni tan siquiera con la punta de los dedos y aún cuando lograra conducirse a esa posibilidad, no la disfrutaría pues su mente no se encontraría ya en la realidad inmediata si no ya en su siguiente proyecto en un futuro distante ¿no era eso acaso más bien desesperanzador? Vivir por algo que nunca se percibe como propio en el presente, si no tan solo como una posibilidad que nunca se llega a sentir palpable.

 

El mago tenía el problema opuesto al de Triviani en cuanto a la videncia pues, mientras la bruja no desdoblaba el tiempo, manteniéndolo siempre desde su perspectiva de inmortal por lo que no percibía el futuro como tal, Weasley estaba encerrado en un buble de nostalgia que él mismo se había construido, siempre anhelando aquello que creía ver delante, sin ninguna esperanza para su presente o sus logros pasados. Sajag tendría que tener eso en consideración.

 

—Efectivamente... —aseveró el arcano algo más relajado, ahora que no se encontraba comunicándose por dos extremos— el tercer ojo podría ser visto como una herramienta pero más que eso, es una capacidad, es aquello que habilita la videncia. Esta presente en todos pero no todos lo perciben —prosiguió—. Hay quienes lo tienen completamente desarrollado al nacer y a ellos se les llama videntes natos; otros cuyo estado es intermedio o de transición y aquellos para quienes es algo que no perciben con tales descripciones: lo agrupan con la intuición o el instinto y por ello desarrollan tan solo una parte de su capacidad.

 

Sajag estaba un tanto drenado de energía. Era parte de las desventajas de usar el cubo.

 

—Al ser una capacidad que se habilita, solo se puede desarrollar de cierta forma para cada quien, pero para dos individuos dicha forma podría ser algo distinto. Es decir —aclaró Sajag, intentando explicarse lo mejor posible—, que solo se puede desarrollar de cierta forma para usted pero esa forma difiere de la forma que han seguido todos mis anteriores pupilos ¿comprende?

 

>>Por eso es importante encontrar la suya. Al final, todos tienen la capacidad, usted no es distinto en ese sentido<<.

 

Sajag se cuestionaba eso mismo antes de que Weasley preguntara. Normalmente, era casi aburrido ver una y otra vez la forma en que lo realizaría, con pequeños ensayos de prueba y error. Esta vez, sospechaba que sería un poco diferente. Cada alumno terminaba emanando una esencia propia, en cierta forma, era parecido a los tés, la hierba para pipa o los perfumes, solo que se trataba de lo que proyectaban como individuos. Sajag tenía curiosidad por saber cómo sería el aura que Weasley proyectaría al final.

 

Como poco tenía ya que hacer en Mongolia, se encaminó una vez más al borde del laberinto. Había visto como el cubo caía al suelo, por lo que sabía que estaba allí abajo. Eso significaba que Triviani había terminado con lo que hasta ese momento le había sido encargado. Sajag le indicó a Weasley que descenderían enseguida tan solo a recoger el artefacto al que el arcano tenía especial estima. Luego, volverían a Mahoutokoro. El mago estaba exhausto; solo hizo un último esfuerzo para descender suavemente a la hondonada e invocar el portal de vuelta luego de recoger el cubo.

 

Aún cuando había encargado a Zoella volver una vez hubiese asimilado todo por su cuenta, le sorprendió no verla en donde el cubo había caído ¿la muchacha había hecho caso de sus instrucciones y había retornado a su hogar o había ido a hacer exploraciones y aplicar sus conocimientos de una forma diferente? Sajag no lo sabía pero suponía que ella le daría los detalles en cuanto hubiese cumplido con aquello que él le había encargado.

 

Mientras tanto, una vez de vuelta a su pieza, Sajag se limitó a tomar otro poco de hierbas en una pequeña alforja, antes de salir a los jardines del exterior. Ese día no había sol, estaban bajo un pálido cielo gris. Sajag encendió la pipa larga casi de manera mecánica, sentándose sobre el césped bajo un árbol, dejando descansar sus miembros.

 

—Entonces... —prosiguió Sajag retomando el hilo de su conversación, como si nunca se hubiesen detenido, con el cubo envuelto y guardado en uno de sus bolsillos— si todo lo que hemos afirmado antes es correcto para usted ¿Qué es para usted el destino, señor Weasley? Y si cree en él ¿Cuál es su idea sobre dicho concepto, más allá de considerarlo real o fantasioso?

 

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Triviani se quedó ahí, parada viendo la habitación en blanco en un silencio tranquilo. Su interior se encontraba en calma absoluta, y aquello le traía paz a su alma. En el último tiempo, eran muy contadas las veces en que Zoella se encontraba de esa forma, pero hoy, ahí en la habilidad de Videncia, la calva comenzaba a hacer las paces consigo misma. Comenzaba a perdonarse por todos los sucesos que escapaban de sus manos incluso.

 

Respiró, paciente. Con Nigromancia aprendió a aceptar la partida de sus más amados, entendiendo que todos tienen un tiempo en la tierra y aunque tu anhelo sea tenerlos contigo, aquello era un sentir egoísta. Con Parsel, entendió que siempre tienes una necesidad de aprender algo, que no puedes querer algo por sólo quererlo, siempre tienes que tener una razón. En Legilimancia, entendió el poder de la mente ante las situaciones, aprendió a controlar sus emociones por sobre todo, a no dejarse controlar por lo que su corazón gritara.

 

Ahora, con Videncia entendía que el pasado era el pasado, el presente pues lo que pasaba ahora y que el futuro, era un mar de posibilidades inciertas, que aunque lograra verlas, podría cambiar con cualquier decisión del presente, y que el pasado te define pero hasta cierta perspectiva. Que tus miedos, son algo que siempre te acompañaran, más no son netamente lo que eres y serás.

 

La luz fue atenuando dentro del cubo, y escuchó la voz de Sajag de forma estero, dentro de aquel lugar. "Hemos conversado mucho señorita Triviani" el arcano hablaba con total calma, mientras Zoella simplemente escuchaba, atenta. "Sin embargo, estas cosas no se dan de forma instantánea, necesita tiempo para procesarlas".

 

Lo sabía, todo era un proceso de digerir y aceptar, era un proceso de ensayo y error, de aprender con cada paso, con cada retroceso, con cada estanco. Nuevamente, la voz retumbó "Le tomará tiempo adoptar esta nueva forma de conducirse y necesita aplicarla con disciplina para entenderlo más allá del concepto, hacerlo suyo. Todos los días, al levantarse: percibir el circuito de su magia, pensar en todas las cosas que ha vivido aquí, y qué significan esos cambios para usted. Aplicar todo lo que aquí hemos conversado y repasado. Repensar como verá ahora su futuro". Aquello era un efímero indicativo, de que lo que viera no siempre es la forma en la que debía de ver. Ser objetiva, vislumbrar cada visión desde todas las perspectivas posibles... Como con las adivinanzas... Las runas....

 

"Regrese en un plazo de treinta días y, entonces, veré si se encuentra lista para realizar el último de los ejercicios que terminará por afianzar sus nuevas capacidades, de forma que sea capaz de enfrentarse a la prueba". Esas últimas palabras desataron algo en el cubo que la calva no supo describir. Todo se volvió totalmente oscuro, su cuerpo comenzó a flotar, como si la gravedad hubiera desaparecido.

 

Sintió una sacudida en su interior, y otra vez la sensación de tirón en su estomago llego. Su cuerpo se vio envuelto en un remolino hasta que se detuvo, frente al cubo, de pie, dentro del laberinto donde había sido perseguida algunos segundos, minutos u horas antes, no lo sabía a ciencia cierta.

 

Sintió que su presencia ahí ya no era necesaria y por ello hizo uso de su licencia de aparición para regresar a casa. El castillo Triviani se apareció frente a ella, y recordando la sed que sentía al principio de la clase, solo se fue a cazar al bosque.

 

Primeros 7 días.

 

Todas las mañanas antes de partir a sus negocios, Zoella vislumbraba el recorrido de su magia. Descubriendo que el bloqueo que en principio tenía había desaparecido y que ahora la magia bajaba como torbellino desbocado a sus piernas, a sus tobillos, a cada dedo de sus pies. Lo que ese día había realizado diferente a los otros, fue el efímero pero consciente evocación a un futuro que no supo reconocer. Su hijo, regresaba a sus brazos. Solo eso logró ver antes de levantarse del todo de su cómoda cama.

 

Pensó que quizás era su memoria, transportando un recuerdo pero lo que logró reconocer a lo largo de ese día 7, fue que nunca había abrazado a su hijo, y por ello lo que vio no fue un simple recuerdo.

 

15 días.

 

Desde el día 8, la calva le sumó a su ejercicio matutino el hecho de rememorar lo vivido en la clase, el laberinto, el cubo, la apertura a su tercer ojo, las palabras de Sajag.

 

- Le tomará tiempo adoptar esta nueva forma de conducirse y necesita aplicarla con disciplina para entenderlo más allá del concepto, hacerlo suyo - citó en voz alta, mirando el humeante café que mantenía entre sus manos, frente al escritorio del Quimera Lab. Tomó el p**** artesanal de una de sus plantas personales, de esas relajantes, de las que fumas cada que sientes agobio. Dio dos pitadas y soltó el humo, suavemente. Cerró sus ojos y respiró - adoptar esta nueva forma de conducirse y aplicarla con disciplina para entenderlo más allá del concepto, hacerlo suyo - repitió, tomó la taza de un solo sorbo y volvió a fumar antes de dejar caer las colillas en el cenicero.

 

- Aplicar todo lo conversado y repasado. Repensar como verá ahora el futuro - habló en voz alta, mientras escuchaba afuera en los altavoces que se demandaba su presencia. Apagó el p**** y lo dejo reposar, luego de darle una última fumada y salir rumbo a los pisos subterráneos.

 

Antes la bruja no hablaba de su futuro, se concentraba en vivir el ahora y aprender el máximo posible, adoptar el máximo de saberes en su vida, obtener todo el poder que pudiera. Ya luego habría oportunidad de hablar de un futuro. Lo que si tenía claro, era que quería a Dennis Delacour en ese futuro del que no pensaba.

 

Sonrió suavemente, Dennis. Ella era su futuro, en ella y sus hijos se resumía todo lo que quería a futuro, estar rodeada de ellos, vivir experiencias con su amada, esas experiencias que hasta ahora no había podido tener. Un hijo juntas, ese era otro de sus planes. Se detuvo, algo vibraba en su mente.

 

Frente a sus ojos un flash de otra cosa pasó, un pequeño desastre en el ala de habitaciones. Sus pasos retomaron el rumbo, pero ahora a grandes velocidades mientras activaba las alarmas de emergencia, anunciando el posible fallo de las puertas de seguridad en las habitaciones de máxima seguridad, donde las criaturas más peligrosas se albergaban.

 

Al llegar, en efecto. Una Quimera salía de las celdas, los guardias de seguridad lanzaban las pociones de sedación que ella misma había perfeccionado. Haciendo caer a la gran criatura. Activó el protocolo de máxima seguridad, y ordenó que revisaran todo el sistema. Por su parte, decidió inspeccionar las habitaciones con menos seguridad.

 

21 días.

 

Los días transcurrían entre algunas cosas que Zoella no había notado del todo, fragmentos de cosas que parecían suceder en otro tiempo, otro lugar, e incluso de cosas que parecían no ser posibles de suceder. Siempre pensaba en el recorrido de su magia, todos los días observaba esos deseos a futuro que descubrió tenía en su interior. Había escrito una carta a su hijo, y esperaba contestación.

 

Le mandó un amuleto de protección, y con ello aprovecharía de mantener el máximo de comunicación posible. Entre sus visiones, también observó a Jeremy. Pero decidió no pensar en eso, le traía un mal trago y unas inmensas ganas de llorar. Esa noche, antes de colocarse a leer lo que había tomado prestado de la biblioteca Triviani, se perdonó por todo. Lo sucedido en el pasado, lo vivido en el presente y lo que fuera que el futuro le deparaba.

 

Lo que debe pasar esta escrito, y ella no sabe que sucederá pero si sabe que tomará cada decisión con disciplina, sabiduría y calma, con la mente serena y el corazón neutro.

 

Día 30.

 

Regresó a Mahoutoko esa mañana, luego de pasearse un poco por la escuela llevó sus pasos hasta las habitaciones de los arcanos y se acercó lentamente a la que pertenecía al viejo rechonchito de Sajag. Entre sus manos descansaba un obsequio al hombre, unos sobres con hierbas varias, tanto para fumar como para hacer en té's.

 

Tocó la puerta y esperó, solo esperó tranquila, con su mente en blanco y en calma absoluta.

Editado por Zoella Triviani

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  • 2 semanas más tarde...

Al plazo de 30 días

Sajag clasificaba pergaminos en una esquina. Los revisaba una y otra vez, buscando un detalle específico de algo que recordaba, cuando sonó la puerta. Tomó su varita y la agitó para que la puerta se abriera. En el umbral, aguardaba Triviani.

 

El arcano recordaba con claridad la tarea que le había encargado y se preguntaba cuál era el punto de inmersión en el que la bruja se encontraba sumida. La saludó con cordialidad y la invitó a tomar asiento. Bebieron el té que ella había traído y apenas poco después de charla coloquial, Sajag clavó la mirada en ella de súbito y dijo:

 

—Ahora que ya tiene interiorizado su destino, lo que tiene que hacer es aprender a no desvanecerse.

 

Sus ojos, muy abiertos, aguardaron expectantes. Por un instante, pareció que sus ojos se desenfocaban pero volvieron a prestarle toda su atención casi enseguida.

 

—Me refiero a que ¿Se acuerda que le mencioné que no puede intentar predecir las acciones si no ver el panorama completo, el tejido? Y también le señalé que su destino es tan solo la hebra de dicho tejido por lo que sus decisiones son importantes —Sajag dejó descansar la taza sobre el platillo un momento al decir aquello. Afuera, hacía una mañana radiante—. Pues bien, veo que ha practicado como le dije, así que solo queda una tarea para usted.

 

Sajag se incorporó un momento para traer el pergamino que estuviera revisando antes. Era antiguo, podía notarse en su fabricación. En la parte superior se encontraba el dibujo de siete figuras, con las varitas alzadas, de cuyo extremo brotaba una luz que se derramaba hacia el suelo, representado por una fina línea. Las figuras estaban estáticas pero había algo inquietante respecto a ellas. Debajo, se encontraba una corta explicación sobre el destino. Al principio los caracteres eran indescifrables pero Sajag extendió su varita hasta que ésta se manifestó como una vara de cristal y tocó la superficie del pergamino para que en ésta pudiera leerse:

 

El destino nos une

seduce al sabio

reduce al tonto

arrastra al iluso

El destino canta una historia

que no siempre nos gusta

pero el mantra rebusca

de manera insatisfactoria

¡Cuídate insensato!

De conformarte con un destino

Nada está escrito

Vivir, ese es el camino

—Tengo que prevenirla, señorita Triviani, de que la adivinación y, con más razón aún, la videncia, no son la salida fácil. No le van a mostrar qué hacer, no van a transformar su vida de esa forma.

 

Sajag lo había vivido siendo mucho más joven. Se había conducido por sus visiones, había viajado mucho; primero, antes de vincularse con el anillo, había buscado hacer justicia con sus manos. Después, siendo más viejo pero todavía sin esa conexión, había buscado dejarse llevar por el halo pero ninguna de esas cosas era la respuesta. Él había decidido fijar su mente en las visiones y se conducía por ellas y por ello muchos se preguntaban siempre si es que realmente vivía.

 

—Mi conexión con mi futuro es muy estrecha pero eso no me distrae de mi presente —agregó—. Mas, mi camino, presupone todo desapego pasional, lo que significa que no guardo junto a mi pecho ningún sentimiento fuerte o débil, que me ate a posesión, lugar o ser humano alguno —el rostro de Sajag exploró el de la bruja—Eso no tiene que significar algo malo... pero es tan solo mi decisión. Usted, no necesita seguir dicho camino.

 

>>El destino, en suma, existe y se encuentra en su camino... pero su camino, no se define por dicho destino. El destino es, simplemente, aquello que la conduce por la ruta que saca todo su potencial. Cuando usted se desvía de dicho potencial, hacia algo que la reduce o tuerce dicho camino, entonces todo lo que queda es desesperación. Eso es lo que debe evitar, mas no volverse sumisa y dejarse llevar por un destino que usted no forja. Debe ser usted, la que decida dicho destino, siempre que no se desvíe del camino que la llevará hacia su propia grandeza<<.

 

Sajag dejó descansar el pergamino el manos de Zoella. No sonrió, si no que le dejó su último encargo.

 

—Recuerde señorita Triviani, no tuerza su camino. Tiene treinta horas para convencerme. La veo en el pasado.

 

El viejo Sajag se desplazó hacia la mesilla a medida que el pergamino comenzaba a brillar. Era un dispositivo muy antiguo con un único propósito y un único uso.

 

A medida que el brillo aumentaba, la figura de Triviani se difuminaba. El pergamino realizaba su magia, llevándola con un Sajag muy joven, perdido en sus propias plantaciones, en Darjeeling. Su rostro no posee tantas arrugas, su expresión es torva y fija. Camina, ebrio como una cuba, en medio de la oscuridad a través de un sendero de tierra con arbustos de té a ambos lados. Son plantas bajas, que no dan sombra; las detesta, porque ha crecido rodeado de ellas durante toda su vida y nunca le han parecido muy útiles.

 

De pronto, una figura parece aparecer ante él, casi brillante, sensual. Podría ser una de las sirvientas de su casa, no le importa. La muchacha tiene muy mala suerte. El mago empieza a rebuscar entre sus ropas por su varita, para poder reducirla. Le parece raro, que la muchacha no tenga cabello.

Editado por Sajag
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  • 4 semanas más tarde...

La calva tomó té y charló de trivialidades hasta que la mirada penetrante del arcano provocó el silencio absoluto en la bruja. Quien buscó a través de sus ojos la respuesta de que continuaba. Recientemente había logrado cumplir con las habilidades de Legilimancia y Oclumancia, sumandole a eso más calma y control a su mente, a sus emociones y esperaba conseguir con la Videncia la paz absoluta entre su pasado, presente y futuro.

 

Escuchó sus palabras, y por un momento su mente se desconectó, mientras repasaba lo dicho. Relamió sus labios y volvió a centrarse en el viejo hombre que hablaba frente a ella. Asintió lentamente mientras alzaba su taza y bebió los últimos sorbos de su cálida infusión. Siguió con la mirada las acciones de Sajag, quien se incorporó para buscan un pergamino que se llevó la atención absoluta de los ojos de Triviani en cuanto el arcano llegó frente a ella.

 

Un antiguo pergamino, con 7 figuras dibujadas, varitas alzadas y una bruma luminosa que lo cubría. Los ojos fascinados de Zoella recorrieron cada detalle de este, intentando grabar en su mente cada detalle para investigarlo por su cuenta. Se cruzó con una escritura y buscó leerla pero no logró entender el idioma que se encontraba plasmado.

 

Alzó la mirada al vidente, quien con su vara de cristal reveló el mensaje oculto a los ojos intrépidos. Leyó cada palabra con lentitud y calma, escuchando a su vez como el arcano las pronunciaba con parsimonia. Saber el destino no era la respuesta, entender el camino tampoco, y ahora que lo pensaba, nunca tendría la respuesta de todas sus dudas existenciales, al menos no de todas las que tiene.

 

Sopesó las últimas palabras "Vivir, ese es el camino", debía de dejarse llevar por la vida misma, siendo cuidadosa pero sin conformarse a nada de lo que se le presente, ir más allá para ella misma escribir su futuro con cada acción del presente y con cada aprendizaje del pasado. Las alertas se encendieron en su cabeza en cuanto comenzó a ser advertida, Con determinación soltó un ruido de aprobación, donde le daba al hombre el claro entendimiento de que lo que había mencionado hasta ahora estaba siempre claro en la bruja.

 

Zoella por años siguió el mismo camino que Sajag había tomado, decidiendo no atarse a ningún ser de forma amorosa o pasional, cumpliendo su función de esclava sexual, hasta que Jeremy llegó y todo cambió, para mal a su perspectiva de aquel entonces, pero ahora sabía que fue un cambio positivo, sin eso no hubiese tenido a los hijos que tanto adoraba, y posiblemente ni siquiera conocería a Dennis y estaría a nada de pedirle matrimonio. Cada persona toma un camino en torno a su circunstancia actual, y con cada paso que se dé, ese camino va mutando a algo nuevo.

 

EL pergamino fue puesto en sus manos, luego de aquellas palabras donde Sajag soltaba algunas cosas de las que la calva ya era conocedora más no practicaba en su totalidad. Escuchó y en silencio asintió. Ella debía seguir su destino y escribir el camino de su vida. Ella y nada más ella era quien debía de forjar su futuro a puño y letra.

 

El pergamino comenzó a brillar, la bruja iría al pasado pero no sabía con que se encontraría. ¿Sajag iría con ella o se encontraría con la versión del arcano del año al que iría? ¿Como sabría este que logró convencerlo? Triviani alzó la mirada para preguntar pero se encontró en un ambiente diferente, el pergamino ya no brillaba y la oscuridad. Se encontró rodeada de arbustos con olores variados, y una figura a su costado.

 

Buscó la mirada del hombre que comenzaba a buscar entre sus ropas, Zoella se alejó un par de pasos con el ceño fruncido, para encontrarse con un Sajag más joven de lo que ella lo había conocido, borracho y con una expresión diferente a lo que ella conoció.

 

- Cobro por manoseo, a menos que me de unos galeones le recomiendo que mantenga sus manos donde pueda verlas, Señor Sajag - habló alto, materializando su varita en mano, alerta a cualquier cosa. Buscó indicios de descubrir dónde se encontraba, pero no logró identificar el lugar entre las penumbras de la noche.

 

"¿Que carajos quiere el arcano que haga?" pensó Zoella, intentando arrebatarle la botella al arcano... Que no era su arcano - ¿Que toma? Deme un trago, mientras lo acompaño a donde sea que vaya - habló, acercándose un par de centímetros.

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  • 2 semanas más tarde...

Rory emitió un suspiro cargado de ansiedad, antes de adentrarse en Mahoutokoro. El viaje de por sí lo tenía debilitado, pues había hecho uso de la magia uzza de los portales, y con el cuerpo tembloroso, no sabía ya si por causa de la magia empleada o de sus nervios, empezó a caminar rumbo al lugar donde comenzaría toda una nueva experiencia, hasta hace unos días, impensada.

 

Necesitaba una respuesta a las visiones que comenzaban a atormentarlo, desde la última misión cumplida para la Orden del Fénix. Visiones tan realistas que habían comenzado a hacerlo dudar en ciertos momentos del día sobre si no debía hacer a un lado todo el resto de sus actividades para concentrarse en ellas. El obispo había sido enfático en señalarle que eso no podía ser más que una manifestación de un don de Dios dispuesto para él, y tenía que asumir de esa manera su destino.

 

Pero Rory se sentía más pequeño que de costumbre, cuando pensaba en los alcances de ello. Una vez, en nombre de la palabra, había dejado atrás su mundo conocido, y la quietud de los pastizales y granjas de su Irlanda natal, para aventurarse en Ottery y la sociedad mágica, con la finalidad de ayudarlos a salir del pecado. Sus batallas eran diarias, no solo con los demás, sino especialmente con él mismo y una parte suya que estaba convencido terminaría por condenarlo al infierno. No podía entender entonces, como si en cierto modo estaba fallando en su tarea, Dios podía ver en él madera de profeta.

 

"El señor da las peores batallas a sus mejores guerreros" le había dicho el obispo al despedirlo.

 

No fue difícil distinguir la estancia de Sajag del resto de las existentes en la edificación. A Rory le había parecido incluso que una voz le había estado dictando despacio por donde conducirse, y por eso mismo, estaba seguro que en el interior, tras los enormes estantes repletos de libros, encontraría al arcano. Por unos breves momentos alzó la vista hacia lo alto, y persigándose, se animó finalmente a ingresar. No tenía idea de lo que el futuro le deparaba, pero las visiones habían sido claras en señalarle que aquel viejecillo era parte de su camino, y su destino.

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Su expresión pareció tornarse sobria de repente, clavando la vista en la mujer y sus ojos revelaron otra vez ese chispazo de malicia que se había perdido momentos antes en medio de su trastabillado. No le gustaban las brujas. En esa zona en India no había muchas pero había conocido un par de brujas inglesas hacía un par de años. Mujeres con las que su padre había buscado que se codeara. Para una amistad, por supuesto, pues para cualquier tipo de vínculo matrimonial necesitaba una "buena muchacha india". Sus tratos con otros magos eran siempre adustos y tiesos.

 

Le fue difícil recoger la información de cuanto decía mientras seguía observándola de arriba abajo intentando recavar alguna clase de información sobre ella. Estaba ebrio, sí, pero pasaba algo más que eso. Su mente era una ánfora en blanco, no le daba el flujo habitual de información, ni tampoco parecía que pudiese notar lo que iba a hacer a continuación.

 

Era extraño, y alarmante. Él no solía hablar de ese flujo con nadie.

 

Retrocedió enseguida cuando se dio cuenta que intentaba arrebatarle el licor.

 

—¿Bebes siempre o solo a expensas de otros? ¿Me sales cara o tengo que sacar los galeones ahora? —sus ojos se amusgaron con crueldad, espetando la ironía mientras vaciaba sus bolsillos, tirando las pesadas monedas al aire— Piérdete, bruja.

 

La expresión, era claramente con segundas pero las cosas no salieron como esperaba. Apenas había dado un par de pasos cuando se fue de cara al piso. La tierra desprendía un aire aromático, a tierra húmeda, mezclado con el perfume habitual del té. Sintió ganas de vomitar. Luego de llorar. Se levantó sin hacer ninguna de las dos cosas, intentando no demostrar cuánto le importaba su orgullo herido. Una cosa era lo que sucedía frente a mortales y muggles y otra mostrarse patético frente a alguien que también portaba una varita y sabía quién era. No podría borrarle la memoria fácilmente más tarde.

 

Eso le dio otra idea. Por supuesto. Debió haberlo sabido apenas la viera ¿una muchacha en medio de los campos a esa hora? Sin duda debía haberla enviado su padre. Se volvió enseguida hacia ella.

 

—No pienso seguir tus instrucciones ¿puedes largarte? ¿O tienes algo para decirme?

 

Sus pupilas parecieron ensancharse en medio de la oscuridad. Sus ojos destilaban desconfianza y expectativa ¿quién era esa extraña? ¿Qué hacía allí en medio de la noche y por qué Sajag la observaba y se sentía impelido a hablarle como si ella tuviese algo importante para él? Quizá, alguna clase de información... no, eso era imposible. Simplemente, Sajag, sentía que ella tenía que decirle algo, aún si no entendía por qué o cómo demonios iba él a saber eso, si ni siquiera ella parecía entenderlo del todo.

 

@@Zoella Triviani

 

 

Sajag - presente

Llegada de Rory Despard

El arcano todavía revisaba con algo de nostalgia el pergamino que había conducido a Triviani a su prueba final cuando una figura pelirroja irrumpió en su estancia. Parecía observar alrededor con fruición, su expresión espaciada alegaba cosas que Sajag no había visto hacía mucho tiempo... pero no era momento de empezar a enumerarlas.

 

—Tome asiento. Imagino que viene buscando guía.

 

Imagino, no era en realidad la palabra precisa. Sabía que lo hacía pero parecía poco ortodoxo expresarlo de esa forma, por decirlo menos.

 

—Primero, tome un té por favor. Sirve para liberar la mente. Luego, puede empezar a contarme qué lo condujo aquí y qué espera obtener de su visita.

 

Le daba la impresión de que, en el caso que ahora encaraba, era una pregunta importante. Por otra parte, tenía que admitir que no era de mucha importancia para él. Más bien, era la senda a seguir para conducir a ese pupilo en particular.

 

@@Rory Despard

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  • 4 semanas más tarde...

Sajag llamaba la atención, no tanto por como lucía como por la inusual paz que transmitía. Mientras, todavía nervioso y admirado no dejaba de observar a su alrededor, aceptó la invitación a tomar té con un asentimiento de la cabeza, preguntándose que razones llevaban a un hombre como ese a aceptar la labor de enseñanza en tan apartado rincón del mundo mágico.

 

Me llamo Rory Despard, señor, nací en Irlanda, y llevo un tiempo viviendo en Ottery, lo que de hecho ha sido mi primera experiencia viviendo en un poblado totalmente mágico— el té, a una temperatura ambiente, poseía un olor extremadamente agradable, y a medida que lo bebía, Rory sentía que un agradable calor se extendía a sus extremidades generándole una mayor confianza para dirigirse al mago— si le soy sincero, nunca me he considerado una persona dotada para la magia, y por eso mismo, muchas cosas han venido cambiando en mi vida los últimos meses en que he tenido que hacer más y más uso de ella.

 

¿Por qué le costaba tanto llegar al punto que quería expresar? Las preguntas de Sajag no habían sido difíciles pero no podía explicar por qué es que sentía la necesidad de antes de responderlas, contar todo eso que estaba diciéndole al arcano.

 

Sin embargo, hace unas semanas, acaeció el episodio que me tiene aquí. Resulta que por una misión en la que me involucré, que involucraba magia antigua y sagrada, comencé a tener episodios donde extrañas visiones se hacen presentes, ya sea que esté dormido o despierto. No me había pasado antes, y no es siempre un problema, pero...me aterra no tener control de ellas ni tampoco comprender que pretenden transmitirme. Entonces, vine hasta aquí para saber si hay un camino que le de claridad a esto, que me ayude a sentirme...— exhaló largamente, haciendo la taza de té a un lado, con la urgencia de verbalizar el temor que hasta entonces no había comentado con nadie— menos indigno de un don que no entiendo por qué me ha sido concedido.

 

Observó a Sajag, con la duda de si de repente el bonachón hombre no le pediría solo retirarse, dando así crédito a sus miedos sobre si aquello era más una maldición del maligno, que un regalo de Dios. O si sería todo lo contrario.

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