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En un callejón de Londres.


Mia Zoeh
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La noche había caído como un manto sobre la capital Inglesa.Un cielo negro cubierto de estrellas me arropaba mientras caminaba con paso firme hacia mi destino. Había citado a mi hermana para un encuentro amistoso, en el que nos mediríamos con las varitas. Ambas seguíamos en la Academia; yo si bien iba en las clases Avanzadas y ya tenía alguna que otra experiencia en duelos, no era ni de cerca la mejor. Y simplemente, necesitaba algo de práctica, como sabía que mi hermana también la necesitaría.

 

Iba ataviada con una capa de viaje negra, cuya capucha me cubría por completo la cabeza. Debajo llevaba una camisa a cuadros rojos y negros, unos jeans negros rasgados y ceñidos a mis torneadas piernas y unas zapatillas Converse rojas. Iba cómoda, como solía ir a los duelos a los que me tocaba ir.

 

Las calles londinenses estaban bastante concurridas; en su mayoría por jóvenes adolescentes que aprovechaban el fin de semana para salir en la noche con sus amigos, ya fuese a beber o simplemente a desconectarse de la rutina semanal. Yo caminaba cabizbaja, por lo que la mayoría no me notaba.

 

Doblé a la derecha en una calle, encontrándome en un callejón sin salida.-Perfecto.-me dije mientras sonreía y seguía avanzando. Una pared de ladrillos de unos tres metros de altura daba fin a la pasada. Botes de basura a rebozar y un par de gatos callejeros que dormían por ahí era todo lo que había a mi alrededor y lo que nos acompañaría aquella noche. La luna llena bañaba todo el lugar con su oscura luz.

 

Me desprendí la capa, dejándola caer detrás de mí en el momento en que una figura oscura aparecía por la calle. Debía ser ella... La ejé que se acercara, guardando la distancia de ocho metros entre nosotras. Sonreí.-Que comience el juego.-dije.

 

-Buenas noches, hermanita.-dije, haciendo una escueta reverencia y volviéndome a enderezar, mirándola. No tenía intenciones de matarla, simplemente quería práctica. A ambas nos vendría bien.

 

-¡Expelliarmus!- exclamé y vi un rayo salir de la punta de mi varita directamente al pecho de Luna. De impactarle, su varita volaría tres metros hacia la derecha, obligándola a irla a buscar. Sonreí, esperando a ver qué hacía ella.

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Tras haber citado a mi hermana en un callejón, llegando a él con paso firme resonando mis tacones por las paredes, veía a los jóvenes que aquella noche salían a divertirse un poco. Ya era casi media noche, la luna estaba llena miraba a ambos lados buscando a mi hermana para mi segundo duelo aunque no mortífero. Aquel parecía un sitio poco habitado, las casas ya estaban viejas y la única luz que brillaba era la tenue de las farolas.

 

Me arreglé la cabellera y miré la vestimenta elegida, un corset negro y unos pantalones vaqueros azules con unos zapatos de tacón negros. Aunque no sabía si eso me dificultaría la movilidad, esperaba que no. Llegando al lugar acordado vi a una sombra negra que me esperaba sonriente. La joven me recibió cordialmente con una agradable sonrinsa.- Buenas noches hermana ¿Como estas hoy? - La miré más de cerca dejando que su silueta se marcara por la luz de una farola, ahora devolviendo le reverencia.

 

Sin pensarlo dos veces apuntaba con la varita en mi dirección sin más esperar un rayo salió de su varita antes de que pudiese llegar y sin pensarlo dos veces saqué la varita de la manga. -Protego.- Un escudo salió de mi varita envolviéndome en un circulo que absorbió completamente el rayo. Mire a la joven con un gesto de amabilidad.

 

La miraba con firmeza clavando mis ojos grisáceos en ella apuntando le con la varita repasando los hechizos en mi mente, al fin y al cabo todo esto no era para hacerle ningún daño, solo era cuestión de practica. -Rictusempra.- Una luz salió de mi varita provocandole unas cosquillas donde comenzaría a retorcerse de la risa.

Editado por Luna21

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Sí, en efecto era ella. La luna arrancó un reflejo rojizo del cabello de la bruja y eso me permitió identificarla. Ensanché mi sonrisa al ver cómo se defendía de mi hechizo. Sí, era buena. No se le hizo para nada complicado conjurar un escudo que absorbiese mi hechizo, aunque el duelo recién comenzaba. Ahora tocaba ver sus habilidades de alguna otra forma. Alcé mi varita de nuevo antes de que ella se dispusiera a lanzar y me aclaré la garganta.

 

-¡Silencius!- sus labios se movieron pero de éstos no salió ningún sonido. Nada. Mi efecto había sido instantáneo.

 

-Yo estoy muy bien, hermanita. ¿Qué hay de tí?- pregunté sin intenciones de sonar burlona. Parecía que, por ahora, yo llevaba ventaja, pero ella aún podía contrarrestar mis hechizos e incluso atacarme, por lo que volví a lanzar.

 

-Incárcerus.-tres gruesas cuerdas salieron de la punta de mi varita, completamente separadas, dirigiéndose hacia Luna. Una iba hacia su boca, la cual haría de mordaza, impidiéndole lanzar hechizo alguno. La segunda iba hacia sus brazos para atarlos a su torso e impedirle apuntar correctamente. La tercera se dirigía hacia sus tobillos para atarlos juntos y hacerla perder el equilibrio.

 

Nada grave. Sonreí. A ver cómo se defendía de aquello...

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En seguida mis labios se sellaron y el hechizo no produjo ningún efecto en ella. Seguramente este no sería su segundo duelo como el mío y ella sabía desenvolverse mejor que yo en estas situaciones aún así me las apañaba para que no pudiese atacarme o si lo hacía no me causara mucho daño.

 

Pronunció algo que sin pensarlo dos veces alcé mi varita y antes de que las tres cuerdas pudiesen separarse al salir de la varita con un pequeño temblor en la voz.- Evanesco.-. Así las tres cuerdas que iban a salir para envolverme desaparecieron quedándose en nada, sonreí al ver que no me iban a inmovilizar y ahora era el momento de atacar, pensé en como podía inmovilizar a Mía, era bastante lista y seguro que se le daban mejor los duelos que a mi.

 

-Pues perfectamente hermanita. Me alegro de que estés aquí y estés bien.- Era un placer hacer duelo con alguien que sabía que no iba a hacer daño ni dejar que me pasara nada. Le sonreía aún sujetando la varita en su dirección.

 

-Desmaius.- Un rayo salió de mi varita, este no haría nada solo la dejaría inmóvil e inconsciente durante un ratito. Aunque aún sabía que no iba con ventaja. Había que probar cosas.

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La pelirroja había podido deshacerse mis cuerdas como quien se deshace de una pelusa en la ropa. Fruncí el ceño; era muy buena a pesar de que se notaba que su experiencia en duelos no era la más alta. Aún así yo estaba segura en mí misma; me había enfrentado a magos y brujas más poderosos y experientes que yo, saliendo ilesa. Suspiré, dándome cuenta de que había estado conteniendo el aliento todo el rato. Que respirar ya no fuese necesario para mí lo volvía fácil de olvidar.

 

-¡Sectusempra!- un rayo verde salió de mi varita directo al pecho de mi hermana. Pude ver que ella levantaba su varita, pero para mi sorpresa, un rayo fue lo que voló hacia mí. Decidí defenderme, sabiendo que mi rayo impactaría en el pecho de Luna.

 

-¡Protego!-un escudo que se materializó delante de mí absorbió el rayo que se dirigía hacia mí, impidiendo que me tocara. No quise observar la escena; si bien la luna iluminaba bastante el ambiente, no era suficiente para ver qué ocurría con mi hermana. Esperé; era lo único que podía hacer.

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