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Conocimiento de Maldiciones


Mistify Malfoy
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El pájaro graznó y se lanzó hacia una varita que caía para luego sostenerla con sus patas, el sonido retumbó en la lejana oscuridad duplicándose hasta el infinito.

 

- ¡Jazel! ¡Busca ayuda! –

 

Era negro y su cuello era demasiado largo y delgado para sostener semejante pico, pero aquello no le impedía volar de una manera grácil formando un círculo en torno a la bruja. Cuando el primer eco se detuvo, volvió a lanzar el mismo graznido cavernoso. Los ojos oscuros del animal no dejaban de observarla, imposibilitado de brindarle ningún tipo de ayuda.

 

- ¡Vete ya! – le gritó ella.

 

Jazel la miró por última vez y pareció decidirse, las alas batieron con fuerza y el animal se transformó en un borrón de sombras antes de embestir las paredes de roca y atravesarlas.

*****

 

Mistify Malfoy descendía en aquel momento por un túnel demasiado pequeño. Las rocas que conformaban las paredes arañaban su vestimenta blanca, incluso alguna había penetrando hasta la piel de sus brazos dejándole largos arañazos desde donde hilillos de sangre descendían hasta manchar la túnica desgarrada. Aún así mantenía la varita en alto, arrojando un destello intermitente de luz blanquecina iluminando el sector en el que se encontraba.

 

No había contabilizado el tiempo que llevaba en aquella empresa, pero sabía que era demasiado. ¿Demasiado para qué? ¿Acaso había demasiado tiempo empeñado en buscar aquella parte esencial de sí misma que le había sido arrebatada? Sabía que tenía que volver. Pero faltaba tan poco. Se convenció a sí misma que aún le quedaba tiempo y que podía darse el lujo de llegar tarde a la cita que tenía en el Ateneo. Quizás, solo quizás, podría volver siendo alguien más, sin aquella maldición que pesaba sobre ella, y el agujero oscuro que parecía tener en medio de su pecho se cerraría para siempre al encontrar su alma.

 

¿Tendrían ellos la respuesta que buscaba? Solo existía una forma de averiguarlo. Había buscado a través del tiempo y del espacio y en cada una de las oportunidades que se presentó en su camino. Había resignado poder, posición social e incluso su familia. No podía ser que todo hubiera sido en vano.

 

El túnel parecía ensancharse ahora, puesto que ya no sentía las rocas presionar contra la piel erizada por el frío. Su cuerpo tembló con violencia cuando apoyó la mano izquierda en una de las paredes y cayó rodando hacia delante cuando la misma se movió sin previo aviso dejando a la mujer en el centro mismo de una estancia triangular.

 

Había caído de rodillas y la varita mágica se deslizó de sus manos rodando unos metros por delante de ella. Apoyó ambas manos en el piso. La cabellera rubia, completamente desgreñada arrastrando el piso conformado por piedras negras, cada una de ellas cortada en forma de estrellas, unidas por triángulos un poco más claros.

 

Alzó su rostro. La mirada esmeralda recorrió el lugar rápidamente y se centró en su varita.

 

- ¿Te atreves a molestar a los muertos? – la voz gruesa retumbó en el lugar. La iluminación era escasa y no parecía provenir de ningún lado en particular.

 

- No estás tan muerto si puedes hablar – respondió ella incorporándose. La túnica otrora de una blancura inmaculada, lucía sucia y rota. – Quiero lo que me pertenece por derecho. – habló hacia delante, aunque no tenía idea de donde provenían las voces.

 

Una carcajada de mujer la estremeció.

 

- Nunca fue tuya, te fue arrebatada aún antes de nacer – esta vez una voz femenina respondió. – Tu padre no cumplió su parte del trato, la perdió. –

 

- ¡No era de él para perderla! – había desesperación en el tono de voz de Mistify - Tiene que haber una manera de recuperarla –

 

Hubo una pausa, como si quienes hablaban estuvieran considerando aquella opción.

 

- Haré cualquier cosa… - susurró la Malfoy. En aquel momento lo que parecía un haz de tinieblas atravesó una de las paredes hasta detenerse en el hombro de la bruja. Era un ave. Ella pareció reconfortada al verla y avanzó unos metros para recuperar su varita mágica.

 

- Hay una manera – le respondieron finalmente – Alguien deberá perder la suya y tomar tu lugar.

 

- ¿Cómo? - La carcajada volvió a adueñarse del silencio y una fosa se abrió bajo los pies de la mujer. La varita cayó y lo único que pudo hacer fue dejarse caer ella también unos metros para luego aferrarse a una saliente. - ¿Cuál es la manera?

 

*****

 

En el aula de Conocimientos del Ateneo el grupo de alumnos que Mistify había citado ya se encontraba presente. Grande fue su sorpresa al notar que la bruja no se presentaba y que en su lugar un pájaro negro como las tinieblas parecía solicitar que lo acompañasen. Sostenía una varita mágica entre sus afiladas garras.

 

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El vampiro observaba a la nada, la verdad es que sencillamente había dejado ir sus pensamientos a otro lugar muy lejos de allí. Aun recordaba aquellos extraños sueños que había tenido, algo le decía que eran un mensaje, un aviso como los que solía tener antes… antes de que todo cambiara, antes de ser tomado como un cobarde, un débil, haber traicionado lo que pensaban de él, sus propias palabras y decepcionar a su madre.

 

A veces podía sentir su propia oscuridad venir a reclamarle, deseaba volver a Grecia, a lo que un día fue, pero ya le habían advertido que sería muy peligroso para él, si acaso aquello llegara a suceder no tendría otra oportunidad si moría, aun así, aquellos sueños le decían otra cosa, que debía prepararse porque podrían necesitarle, o eso deseaba él.

 

La voz chillante de su elfo lo sacó de donde quiera que se encontrara. Lo miro de reojo sin dejar de ver el horizonte. Murmuro para que Odin supiera que lo estaba escuchando. Las noticias que el elfo le dio no le sorprendieron. Entrecerró los ojos, sabía que había llegado la hora de ir nuevamente a la universidad. Debía empezar una nueva clase.

 

 

*****

 

 

Apareció en la academia. Gracias a que era profesor podía aparecerse allí sin ningún tipo de problemas, mientras los demás tendrían que llegar de alguna u otra forma. Caminó por los pasillos hasta localizar el aula de Conocimiento de Maldiciones. Entro al lugar y se dio cuenta que era el primero, lo cual no le importo en lo mas mínimo, odiaba hacer esperar a los demás, aunque alguien le había dicho… “Cuando eres importante, los demás esperan por ti”. Negó con la cabeza mientras recorría con sus orbes negros el sitio detallándolo.

 

Poco a poco comenzaron a llegar sus compañeros, por lo que simplemente faltaría que la profesora hiciera acto de presencia. Bufo por lo bajo observando por el gran ventanal cuando aquella ave apareció. Le pareció extraño que llevara una varita, quizás la profesora era una animaga y se podía convertir en aquella cosa. Dibujo una mueca de sonrisa pensando que era así y que les estaba estudiando, pero había algo mas, aquel graznido era sobrenatural, no era normal.

 

Ladeo la cabeza y siguió observando al ave que no paraba de hacer aquel sonido apremiándole a que le siguiera. Miro a sus demás compañeros quienes parecían que estaban viendo o sintiendo lo mismo. Por experiencia propia pensó un segundo, no porque no quisiera ir, sino más bien que la mayoría de los problemas en que se había metido en su pasado y por el cual le habían reñido había sido precisamente por ello, por ser impulsivo y no pensar en las consecuencias, sin embargo, no desaprovecharía la oportunidad.

 

-Muy bien, supongo que deseas que te siga –dijo acercándose al ave- guíame o más bien guíanos –susurrando aquellas últimas palabras entendiendo que no iba a poder deshacerse de los demás.

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Parecía que no nos darían tiempo ni para respirar. Apenas estuvo terminada la clase de encantamientos, teníamos ya el aviso de tener la nueva clase. Me di un baño, como si fuera la última vez que lo haría en un mes al menos, nadie sabía adonde nos llevaría. Me vesti bastante informal, botas resistententes, pantalones de mezclilla negros, una playera de manga cortas color gris oscuro y una chamarra negra la cual meti en mi mochila de piel de moke que tenía un encantamiento para hacerla más grande. La mochila no era muy grande y aún así, llevaba todas las cosas que pudieramos necesitar. En la mano derecha llevaba mi varita.

Sali a caminar por los terrenos de la Selwyn y desaparecí de ahi, para aparecer en los terrenos de la Universidad. Parecía una alumnas, mirando a mi alrededor con los ojos cafés y dejando que el viento jugara con mi cabello castaño, lacio, mismo que resaltaba mi piel blanca. No me preocupaba mostrar mi antebrazo izquierdo, el único tatuaje que tenía en el era el de una minina persa blanca, que se movía. Aunque igual podía quedarse quieto, más si estábamos en un sitio muggle. La Marca Tenebrosa había desaparecido hace mucho tiempo.

Entre al salón de clases saludando a Hades, cosa rara, era de esas pocas personas que recordaba y lo relacionaba más con San Mungo. Una vez nos había atendido a mi nuera y a mi por causas de una plaga, entre otras actividades.

-Buenas, ¿Y la profesora?- Pregunté.

En seguida guarde silencio al ver que estaba viendo a un pájaro enorme, parecía ser un cuervo pero bien podía ser un animal de otro tipo. Me olvide de todo y me convertí en la minina persa blanca que era. No se veía en el suelo ni mi varita, ni mochila ni ropa, ya que algunos creían que cuando un animago se convertía, lo demás no lo hacia, algo a mi modo de ver absurdo.

-Ven, cuervito.- Pensé, mientras brincaba para atraparlo.

El enorme pájaro se alejo de mi como era de esperarse, pero insisti. Hasta que vi que llevaba la varita con el. Eso era nuevo, no había visto que los animagos llevaran asi una varita. Es más, ni un animal lo haría, este parecía saber usarla.

Me transforme de nuevo, quedandome de pie frente al animal. Tampoco se dejaba agarrar por nosotros en nuestra forma humana .Movi la cabeza negativamente y miré a mi compañero.

-No tiene ganas de jugar.- Comenté.

Era raro que la profesora no hubiera llegado todavía y algo me decía que deberíamos haber llevado agua para el camino. Siempre se me olvidaba meterla a la mochila.

Editado por Lyra Katara Ryddleturn

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Con ésas garras yo tampoco querría jugar contigo, Lyra —atravesé el umbral de la puerta mientras la bruja se transformaba en humana nuevamente y se mostraba un poco resignada de querer atrapar al pájaro. Realmente me había llamado la atención que en vez de encontrarnos con Mistify, la profesora de aquella clase, hubiera un pájaro en su lugar. No recordaba de haber visto los registros de animagos, pero tranquilamente podía ser que se trataba de una simple mascota, a la espera de crear expectativas para el ingreso de la tutoria. No me sorprendería si la Señorita Malfoy quisiera hacerlo—. Hola, Hades.

 

Saludé al joven aunque realmente no esperaba una respuesta. Saludaba porque así me habían enseñado mis padres respecto a mis modales. Me mantuve parado cerca de la ventana. Éste joven parecía que le había estado hablando al pájaro porque lo miraba tan atento como Katara. Era un simple ave ¿Qué buscaban? Acomodé un poco mi cabello, aunque era innecesario. Desde pequeño crecía todo alborotado pero siempre intentaba dar un aspecto formal.

 

Miré a través de la ventana. Había sido un cambio grotesco el de la Universidad. El Ateneo estaba funcionando y aquella era mi segunda clase para los conocimientos que en cierta manera, habíamos tenido que volver a estudiar. Primero había aprendido sobre las Artes Oscuras. Como Director del Cuartel Auror, debía saber a lo que me enfrentaba. Y ahora mi deseo era saben potenciar aquellas habilidades propias para volverme alguien más observador, más fuerte y más eficaz en la erradicación de éstas, llegar a poder distinguirlas sin investigar tanto. Por eso ansiaba ver llegar a Mistify porque sabía que sería capaz de ayudarme.

 

Realmente ¿Qué demonios es ésta criatura? —me acerqué un poco más. La curiosidad de mis compañeros me había llegado a preguntar que sería. Era extraño. Parecía un pájaro común, pero el tono de su color y la magia que irradiaba me llamaba la atención. Y era más gracioso al sostener ésa varita.

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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El ave graznó y el sonido se extendió por el salón de clase, amplificado. Malditos magos ¿Acaso no se daban cuenta que no estaba ahí para jugar? ¿O alguna otra vez habían visto a un pájaro sosteniendo una varita mágica y atravesando paredes? Se sintió ofendido.

 

Sin soltar la varita de entre sus garras voló hacia el escritorio abarrotado de libros, mas de uno de ellos rezaba la palabra “maldiciones” en su portada, sin contar los escritos en otros idiomas. Mistify había estado leyendo de ellos y partió hacia aquel lugar. Recordaba un mapa asiático y una serie de jeroglíficos que bien podrían haber sido egipcios pero el texto les daba origen en el pueblo romaní.

 

Gitanos. Nada relacionado con aquella casta de magos podía ser bueno. Jazil no había estado conforme con la decisión de su Ama, pero no había forma de detenerla cuando ella la tomaba.

 

Empujó aquel libro con el pico intentando llamar la atención de aquellos tres magos. Estaba marcado en varios lugares ¿Se darían cuenta o tendría que ser más específico? Quizás debería ir a buscar ayuda a otra parte, esos tres no parecían demasiado lúcidos. (XD) El objeto cayó el piso y el ave decidió que buscar mas ayuda no estaría de mas. Quizás Mackenzie, aunque Mistify le retorcería el pescuezo si se entereba. Pero, la bruja rubia estaba en peligro y si ella lo estaba… mejor no pensar en las consecuencias que podría acarrearle a él si moría.

 

Existen pruebas concretas de que el pueblo romaní o gitano ha sido responsable por la desaparición de los clavos de Cristo, motivo por el cuál han sido condenados a errar por el mundo, recolectando las almas de aquellos a quiénes les proveían algún servicio o favor. Si el servicio o favor no era devuelto el alma quedaba maldita para toda la eternidad, condenando al cuerpo del que había sido extraída en una continua búsqueda de lo que se le ha arrebatado. Se dice que la persona maldecida de esta manera es de naturaleza maligna, pero con continuos destellos de humanidad, provenientes de su alma en pena.”

 

A continuación había un mapa que describía el lugar de origen del pueblo nómade, ubicado en Asia, entre las actuales fronteras de India y Pakistán. Un punto marcado justo al medio de esas fronteras había sido remarcado con un círculo en tinta roja y en pulcra caligraría decía “ Templo” y al borde varias acotaciones con la misma letra estilizada “¿Las almas recolectadas van aquí? ¿Hay forma de recuperarlas? “.

 

Más abajo los párrafos seguían explicando acerca de maldiciones gitanas y alguien había subrayado con tinta idéntica a la anterior: “deberán pasar pruebas para llegar al interior” y "la fuerza de voluntad del mago es mejor que cualquier hechizo o encantamiento". Una flecha hacia el borde que volvía a escribir: “ ¿Romper maldiciones?”.

 

Jazil atravesó nuevamente las paredes y desapareció en el exterior del Ateneo.

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-Mis garras no dan miedo.- Bromee con Elvis, quien acababa de llegar. -En realidad quería quitarle la varita, es como si con eso nos dijera quien lo mandó, si es que lo mandaron, pero no logro reconocerla.

 

Me encogí de hombros, el malhumorado pájaro no me estaba cayendo bien, aunque pensándolo mejor, aún teniendo la varita en nuestras manos no podríamos saber de quien era. Mucha gente se había cruzado en mi vida y nunca me aprendí sus características, quizás solamente Ollivander podría hacerlo si la compraron en su negocio, pero sería una perdida de tiempo.

 

-¡No te vayas!- Le grité al pájaro cuando salió del salón atravesando la pared. Eso no lo había visto, el ave ya estaba cuando llegue al salón.-Lo espantaron, aunque veamos este desastre.

 

Me puse a leer el libro, el párrafo y las indicaciones, el pájaro era listo después de todo. Realice un encantamiento duplicador a la página, arracando la que me correspondía. Todo parecía indicar que tendríamos que ir de viaje.

 

-Me alegro de haber sacado el pasaporte.- Comenté en voz baja, sentada en el suelo.-¿Habían escuchado esto alguna vez? ¿Lo de los clavos de Cristo?

 

Le saque copia también al mapa, señalando el lugar al que teníamos que llegar. ¿De que forma estaría Mistify involucrada en todo eso? Sacudí mi cabeza negativamente, intentando no pensar en nada de eso . Suponía que tendríamos que encontrar su cuerpo y tal vez hasta luchar contra el. Me levante del suelo, no podía esperar la reacción de los demás.

 

-Los veo en el templo.- Mencioné, saliendo a los terrenos de la Universidad para desaparecerme.

 

Nadie podía decir como actuaríamos una vez en el lugar, ¿juntos o cada quien por su cuenta? No era algo que importara, sino encontrar el objetivo final. Una vez en los jardines, desaparecí para llegar al misterioso templo. Lo único que me quedaba claro era que uno no debía pedir favores, ni a personas ni objetos, los cobraban muy caros posteriormente. A veces era el alma, otras hasta quedarse con los hijos para que se casaran con los hijos de quien realizó el favor, aunque el alma era más propio de demonios.

 

Era comprensible que los muggles se vieran involucrados en cosas así por sus artimañas, pero ¿Misty? ¿Qué favor podría haber necesitado ella para comprometer su alma? Algo me decía que nunca lo sabríamos.

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Desde su regreso, lo único que se le había venido a la mente de forma coherente era volver a la Academia para actualizarse un poco sobre como iban las cosas por allí, de paso aprendía algo totalmente nuevo. Tal fue su sorpresa cuando se enteró que no existía más Academia y en su lugar (no en el mismo) se encontraba una Universidad de magos quizás el doble o triple de grande. En el momento en que recibió la noticia por parte de Pipoca, su elfina, de que había sido finalmente aceptada en la clase de Conocimiento de Maldiciones, Bridget no pudo más que contener las ansias de volver a pisar esos pasillos, de rodearse de aquellos libros añejos y envolverse en innumerables páginas escritas en los idiomas más extraños.

Un nuevo comienzo —se susurró a sí misma justo antes de desaparecer, aunque su corazón le indicaba que probablemente todo sería exactamente igual que antes de su súbita partida a Amsterdam.

Apareció no muy cerca de la Universidad, pero como ya conocía el camino no se le hizo muy difícil llegar hasta ahí. No se imaginaba los acontecimientos con los que estaba yendo a enfrentarse, de manera que fue vestida lo más cómoda posible: unas leggins de cuero negro, unas botas a juego y un vestido corto de mangas largas y color marfil. El viento azotaba sus cabellos rojos y el borde de la capa gruesa que llevaba atada al cuello como siempre. Sus ojos azules eran indiferentes al hermoso paisaje que representaba la construcción de la Universidad, más estaban atentos a cada detalle o ligero movimiento a su alrededor.

Después de caminar por largos y silencioso pasillos, llegó de última a una clase reducida en la que solo pudo reconocer rostros lejanos y la ausencia de la tutora, a quién estaba ansiosa de volver a tener en frente. Se quedó bajo el umbral de la puerta de ingreso al salón mientras observaba con el ceño fruncido a sus compañeros. Pudo reconocer el tono de voz de uno de ellos, cuando este se dirigió a un ave que había invadido la habitación. El otro muchacho le pareció bastante más conocido y en ese momento no supo deducir el porqué. Sobre la muchacha no tenía ni un ápice de idea sobre su identidad, y debido a estas vanas conclusiones fue que prefirió mantenerse apartada del grupo hasta que la maestra, o como se le llamase, hiciera su aparición.

Dio un paso para ingresar pero se mantuvo de brazos cruzados y apoyada en el muro, en actitud engreída. Observaba solo de reojo las ideas descabelladas que tenían los demás sobre seguir al ave, como si no se dieran cuenta que allí estaban por otro objetivo. Bufó y estuvo a punto de desviar la mirada de ellos justo cuando reparó en la varita que sostenía aquél desagradable cuervo. La boca se le abrió ligeramente, nada en comparación de sus enormes ojos que ya estaban fijos en el objeto mágico. La pelirroja siguió con la mirada al ave que pareció estrellarse con un estante de libros, o al menos eso se vio desde donde se encontraba la Black.

¿Qué le pasa al pajarraco? —carraspeó la muchacha, sin el mayor esfuerzo por hacerse oír.

Por fin decidió aproximarse ahí donde cayó el libro, junto a la bruja que desconocía que ya se había apresurado a recoger el texto para darle una hojeada. Todo lo ocurrido empezó a tener algo de sentido en la mente de Bridget, que quedó en completo silencio cuando sus ojos alcanzaron a ver una parte del libro, una especie de mapa. Sintió el impulso de ponerse de puntillas para tener un mejor plano de la página y sus significado, pero la otra chica estaba muy ocupada en la suya y como ya empuñaba su varita prefirió mantenerse apartada aún, para simplemente observarla duplicar las páginas que había señalado el pájaro antes de desaparecer en la nada.

En cuanto el libro estuvo nuevamente disponible sobre el escritorio, la pelirroja se dispuso a imitar a la otra muchacha, que por cierto acababa de salir del aula después de una despedida desconcertante. Bridget solo comprendió a qué se refería con aquello del "Templo" cuando tuvo entre sus manos la copia del mapa que acababa de duplicar con magia. Con la hoja desplegada frente a ella, permitió que las palabras escritas en los límites de la página encendieran en su interior una curiosidad impulsiva que le provocaba los ojos brillar y que las comisuras de sus labios se ensancharan en una sonrisa retorcida. ¿Clavos de Cristo? ¿Almas malditas? ¿Quién podía estar metido en algo como aquello? La Black pensaba que ya había oído y visto de todo, especialmente en sus mejores años con los mortífagos, sin embargo aquella historia le resultaba realmente nueva.

 

Dio un último vistazo a los pergaminos y después de enrollarlos y guardarlos en un bolsillo interno de su capa, le extendió el grueso texto a los muchachos. Los miró a la expectativa de que tuvieran un mejor plan que el de ir al Templo, pero de todas formas ya había considerado esa como una de sus opciones, pues al fin y al cabo había que encontrar al ave que hasta ese momento parecía tan extraviada como su dueña.

 

Seguimos al ave —afirmó por fin, como si su mente ya hubiera comprendido que en ese momento era la única salida. Se giró hacia la puerta e inició su camino a los verdes y cuidados jardines del Ateneo.

SemperFidelis

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Katara, ¡Espera! —pero ante un intento inválido de hacerla razonar un poco, la bruja se escabulló rápidamente, como lo había hecho el pájaro. Me quedé algunos minutos mirando como la nueva ingresante a la sala, ojeaba un poco aquellas notas que al parecer, pertenecían a Mistify. ¿Cómo no había encontrado otra manera de avisarnos? ¿En que cabeza entraba que debía estar con nosotros y nos señalaba mediante un pájaro y un mapa, dónde debíamos ir? Escuché atentamente a Bridget, asentí dándole a entender que estaba de acuerdo. ¿Qué pasaba si no era Mistify quien estaba en problemas y ahora Katara se metía en uno? Debía corroborar que estuviera bien.

 

Los tres salimos hacia allí. Mi compañera nos alcanzó el texto así que aproveché esos pasillos para salir del Ateneo para ponerme al día. La mayoría de lo que decía parecían incoherencias, sacados de un cuento fantástico que leían pequeños- ¿Clavos de Cristo? ¿Quién era? Me sonaba familiar pero decidí no intentar sacar deducciones inútiles. Cuando llegamos a los jardines, no había señales de Katara, así que les propuse a mis compañeros.

 

Aquí podremos desaparecer sin problema —saqué mi varita y con un perezoso movimiento de ella, el texto que tenía en la mano, se iluminó con una luz azulada. El traslador sería más fácil para dirigirnos hacia el templo. Tal vez ése pergamino era de allí y no correríamos riesgo de despartición una parte de nuestro cuerpo si pasábamos de país en país. Miré a Hades. Miré a Bridget mientras el traslador brillaba cada vez más. En tan solo unos segundos, partiría de allí.

 

Cuando lo hizo sentí como si un gancho invisible jalara de mi onbligo, me levantó unos centímetros del suelo y la oscuridad me envolvió. Esperaba poder llegar al templo y saber qué demonios sucedía.

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Oscuridad completa. Eso era lo que encontrarían los magos que se aventuraran a aquellos lejanos lugares. El templo estaba emplazado en el interior de una de las majestuosas montañas de la Cordillera del Himalaya. Claro que esto no era fácil de distinguir estando en el interior, a menos que el intenso frío actuara de eficaz método de localización.

 

La edificación en forma de pirámide, parecía construida en una sola pieza, no había grietas y a simple vista tmpoco tenía entrada. Era tan solo un enorme trozo de roca oscura justo en el centro de otro trozo de roja más enorme todavía: el Nanga Parbat. Uno de los cerros más altos del mundo y que los muggles intentan escalar con frecuencia, terminando la mayoría de estas incursiones en sangre y muerte.

 

Pero lo que a un mago llamaría la atención es la cantidad de magia fluyendo por el lugar producto de la abundancia de almas mágicas que los magos gitanos habían capturado y retenido prisioneras con el correr de los siglos.

 

Oscuridad completa. ¿Qué hacer? Tan solo podrían escuchar sus voces. Aquello no era simple polvo peruano u oscuridad debido a la ausencia de luz. Era otra cosa. Algo que podía percibirse a través de la piel, casi tangible, que te atrapaba y te obligaba a seguir indefectiblemente hacia la construcción. La sensación de manos invisibles que te acariciaban y de las que sabías que debías cuidarte pero aún así, su atracción era demasiado fuerte para resistirse.

*****

 

 

Mistify escaló las rocas hasta llegar a la superficie. Estaba cansada pero no podía permitirse desistir.

 

- ¿Cuál es el precio? ¿Qué más debo pagar? -

 

La carcajada febril de la mujer se dejó escuchar nuevamente erizando la piel de la Malfoy.. Dos más se hicieron eco de la primera llenando el vacío de la estancia triangular.

 

- Una deberá quedarse como forma de pago, para que otra pueda ser liberada – respondieron al unísono, como si aquello lo hubieran repetido cientos, miles de veces.

 

La bruja titubeó. Era más de lo que había pensado.

 

- Es demasiado –

 

- Acaso la bruja asesina de muggles y magos, la que no le temía a nada, la que antepuso su bienestar personal a los intereses de su propia familia – la voz masculina parecía deleitarse con cada palabra. Quizás era por el sufrimiento que con ellas causaba a la mujer – ¿Es que acaso la antigua líder mortífaga nos está diciendo que no puede matar? ¿Qué matar es demasiado?

 

- Eso no es asesinar, es algo mucho peor. Es sentenciar a alguien a sufrir constantemente con cada acto malvado que realice y a recordarlos una y otra vez. Es condenarlo a tener un agujero oscuro en el exacto lugar en donde debería estar su alma. Un agujero que intentaría llenar con cualquier cosa que estuviera bajo su mano hacer, pero que no lo lograría jamás. Con nada.

 

- Ya sabes el precio. No regreses si no es con eso.

 

La bruja se quedó ahí parada, observando las paredes desnudas. ¿Dónde estaba el maldito pájaro?

 

- ¡Jazil! ¡Maldito pajarraco inútil, vuelve aquí!. – Giró su cuerpo hacia el lugar desde donde pensaba que había entrado para ahora emprender la salida, si es que la había. No sabía con certeza lo que haría. La balanza entre lo que debía hacer y lo que querría hacer no estaba tan desbalanceada. Al menos no a su parecer. ¿Qué pesaría más?

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El vampiro había escuchado los saludos tanto de Katara como de Elvis pero en aquel momento no les dio mucha importancia, el misterio de aquel “cuervo” si es que se le podía llamar así, estaba ocupando toda su atención. Todo aquello le parecía muy extraño, sí, él había vivido cosas realmente raras en Gracia, había visto cosas extrañas y desafiado a la muerte enfrentando extrañas criaturas, pero sabía que lo que estaba sucediendo ingresaría en su lista.

 

-Bueno, esto es nuevo –dijo observando los intentos de Katara por atrapar el ave- no creo que le gusten los mininos, supongo que piensa que te lo quieres desayunar –bromeo hacia la Ryddleturn- pero lo que no me explico es que hace con esa varita.

 

Escucho las palabras de Elvis pero se encogió de hombros sin saber en sí que responderle. El cainita había visto criaturas raras pero aquel cuervo o lo que fuera tenía algo que le hacía pensar que había algo más. Cuando aquella cosa voló hasta el escritorio y comenzó a lanzar cosas al suelo, no pudo más que dibujar una mueca divertida. El graznido metálico volvió a atravesarle los tímpanos. Bueno, era evidente que aquello no era divertido ya, el aura oscura que había comenzado a salir de aquella ave le llamo mucho más la atención.

 

El Ragnarok comenzó a atar cabos sueltos, no había que ser demasiado inteligentes como para darse cuenta que no era una casualidad, más cuando leyó sobre el hombro de Katara el contenido de aquel libro que había caído o más bien había sido tirado por el ave. Entrecerró los ojos buscándole un significado coherente a aquella historia, si, había muchos rumores sobre los clavos de Cristo, pero aquel que estaba leyendo era uno de los más populares. Suspiro al leer todo lo demás, al ver el mapa y los escritos. Miro rápidamente pero el ave ya había desaparecido.

 

-<<Y yo que dije que me portaría bien>> -pensó en tono burlón el vampiro- <<¿esto es una broma o qué?>> -pensó para sí mismo sabiendo al respuesta, pero segundos después escucho una voz chirriante, oscura y ancestral, como una memoria de ultratumba -<<”Como si eso te importara, era algo que querías, deseabas que algo pasara en tu asquerosa vida, ahora muévete antes de que te pida algún sacrificio”>>

 

El vampiro se quedo inmóvil por un segundo, había escuchado esa voz en Grecia cuando había “muerto” queriendo así liberar de una vez su maldición, pero no era el caso, otra vez estaba allí para quizás atormentarle recordándole las cosas que no había podido hacer. Maldijo por lo bajo y reacciono, dando un paso atrás. Intentó aprenderse todo aquello, las instrucciones pero era bien sabido que sufria de mala memoria.

 

-Bueno, veo que se han llevado la copia, y ustedes se apoderaron del original, por ahora yo me quedo sin nada pero no sera por mucho tiempo –dijo mientras se preparaba para desaparecer -<<lo siento, pero antes de llegar allí debo ir a otro lugar>> -con un rápido movimiento desapareció.

 

*********

 

Una sombra entre animal y hombre se movía entre las sombras de aquella vieja casona que hacía mucho estaba abandonada. Camino dejando quizás algunas huellas en el polvoriento piso que fueron borradas por la túnica de este. Se movió cual fantasma sin hacer ningún tipo de sonido que pudiera alertar a alguien, de todos modos no quedaba nadie allí, aquella mansión no era ni siquiera lo que había sido mucho tiempo atrás. Subió las escaleras hasta llegar a una habitación con una cama de dosel, miro el suelo donde una vez había estado sentado mirando la blanca y fría pared. Suspiro, podía oler la cobardía y la desesperanza, parte de su alma había quedado allí.

 

-Eso pasa por confiar en los demás, siempre te moviste alrededor de tus compañeros y familia, tardaste mucho en reaccionar por ti mismo, ya no eres quien debías ser, perdiste todo Ragnarok –escucho aquella voz retumbando en su mente- cobarde, tus ideales, todo por lo que una vez luchaste, decepción –le seguía repitiendo cada vez mas aquella voz- ¿y ahora intentaras rescatar a alguien cuando no pudiste hacerlo antes?... hipócrita serás.

 

El vampiro se tapo los oídos cerrando los ojos con fuerza intentando sacar aquella voz de su mente. Negó con la cabeza y se levanto. Recorrió el sitio con la mirada y se acerco al espejo, no reconocía a la persona que lo estaba observando en aquel momento, quien le devolvía la mirada. Unos minutos después se encamino hacia el jardín esperando encontrar rastros de uno de sus queridos amigos pero este había desaparecido, aun esperaba encontrarlo, era su legado, un segundo después estaba desapareciendo de allí rumbo al templo donde debería encontrar a los demás.

 

*********

 

Observó aquella montaña y dibujó una mueca. Aquello le traía recuerdos. Suspiro, su pasado se hacía cada vez más latente, cerró los ojos y lo vio como si fuera ayer, pudo ver otra imagen similar, aquel paisaje de Japón, entre el Monte Fuji y el Kita-dake se encontraba un templo japonés escondido entre las montañas, ahora se encontraba en el Himalaya, viajando o caminando hacia lo desconocido, jamás se había planteado ir hasta allí, pero ahora la aventura lo llamaba y ¿Quién era él para negar aquello?, aun así sabía que ese no era el menaje o el aviso que estaba esperando.

 

Miro a los lados, quizás Katara quien había partido antes ya se encontraba allí, Elvis y Bridget también pudieron haber llegado, pero el cainita prefirió hacerlo a su estilo como en los viejos tiempos. Su cara la cubría una especie de pasamontañas que solo dejaba ver sus orbes, luego al llegar al lugar podría volvérselo a quitar. El frio, no le molestaba, era un vampiro así que no tenía problemas con aquello, solo quería estar seguro de hacerlo esta vez bien.

 

-Lo mejor será continuar –susurro dejando que el gélido viento se llevará sus palabras.

 

**********

 

Otra vez aquella oscuridad. Por lo menos la primera vez se había sacrificado pro alguien y había terminado en un oscuro laberinto dónde los espíritus y sombras podrían torturarle hasta la locura, su tío lo había rescatado aquella vez, ahora no tenía esa opción, no estaba cerca de Grecia. Le habían reñido si, le habían amenazado con matarle si se volvía a mandar una de esas, lo recordaba bien, sin embargo, ahora estaba allí dentro de aquel majestuoso sitio protegido por todo tipo de maldiciones y maleficios.

 

-<<En una buena te has metido Ragnarok>> -pensó para sí mismo.

 

Siguió caminando adentrándose en aquella oscuridad. Rozaba con sus níveos dedos las paredes intentando guiarse, aunque lo más extraño era que aprecia que algo le impulsaba seguir adelante, quizás su subconsciente o había otra fuerza mucho más poderosa en ello. Maldijo por lo bajo, sospechaba que la varita o el lumus no serviría allí. Dejo pasar el vital gas por sus pulmones, el aire estaba quizás un poco enrarecido pero no le importo, siguió adelante adentrándose en el templo.

 

Se mantuvo atento por si escuchaba algo, pero… no era así.

Editado por Hades Ragnarok

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