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Artes Oscuras II


Kahlan Blackthorn
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-Hogwarts…-siseó sintiendo la tierra bajo sus pies cimbrar con fuerza. No podía hilar con claridad sus tiempos como estudiante dentro de esa institución mágica, aunque poco le importaba volver a meter la nariz dentro de libros apolillados con hojas amarillentas que el tiempo había castigado de forma severa. Ya no era lo que solía ser aquel imponente castillo, ya no irradiaba magia o sensaciones que le hiciera sentir la necesidad de visitarlo más a menudo o perderse en las escaleras cambiantes que conducían a las diversas habitaciones o zonas de estudio.

 

-Ha pasado demasiado tiempo…-agregó aspirando el aroma a viejo que brotaba de cada uno de los cuadros que decoraban la oficina de Dumbledore. Aquel viejo que era más testarudo que una horda de dragones hambrientos, siempre sediento de transmitir sus conocimientos al resto, celoso del poderío que ostentaba Voldemort dentro del mundo mágico, empecinado en frenarlo a costa de lo que fuera. La Malfoy había estudiado las Artes Oscuras a detalle, conocía con pelos y señales cada una de ellas y podía jactarse de tener en su poder diversos objetos, libros y hechizos que tenían que ver directamente con dicho tema.

 

-La magia es un arte complicado…-recordó la frase que le obsequiará su maestro de Artes Oscuras, sintiéndose conectada con la misma en el acto. Era de esperarse que su linaje le indicará el camino a seguir, no podía ser partidaria de la luz que se empecinaban en canturriar a boca de jarro los Fenixianos, ya que en ella habitaba un ser tan oscuro y siniestro que era prácticamente imposible que ella pudiera sentir o percibir algo bueno en el entorno que le rodeaba. No era un demonio/vampiro común, no podía decir que su personalidad podía ser transformada con solo desearlo o esperarlo, ya que al haber apagado su humanidad todo atisbó de bondad había muerto con la misma.

 

Ahora tenía que concentrarse en trasmitir todos los conocimientos que poseía, no se arriesgaría a que sus alumnos se fueran con las manos vacías así como así. Apareciendo en su mano una bolsita de polvo peruano esparció el mismo por todo el patio del colegio colmándolo con un aura oscura que impedía ver con claridad el camino a seguir, estaba convencida de que la mano de la Gloria que llevaba dentro de su capa de viaje sería ideal para guiar a sus alumnos. Para la mala suerte de ellos, no estaba interesada en echarles una mano de momento, ya que estaba mucho mas ocupada en darles la bienvenida que se merecían a su clase de Artes Oscuras.

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Básicamente ya eres la mitad de una maldición

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El paseo que había desde donde había aparecido, fuera de los terrenos, hasta donde se impartiría la clase, era algo mas bien largo aburrido y exasperante. Pero al menos no podía decir que tenía frío.

 

La capa con capucha me resguardaba, la nieve la había dejado atrás, pero aun notaba las manos heladas. Sabía que eso no cambiaría, la magia oscura que las había quemado, me perseguiría hasta el fin de mis días, aunque eso ya no lo lamentaba.

 

Iba a rodear el patio central para evitar la suave llovizna que humedecía mi capa, pero cambié de idea, al ver que por entre los arcos del claustro se colaba una densa nube negra. Dejé de avanzar y me acerqué hasta las arcadas para mirar, pero nada fue lo que vi, sólo oscuridad. Ladeé la cabeza pensando en qué hacer, porque yo tenía que ir a una clase, pero aquello era infinitamente mas divertido. Explorar siempre era mas divertido.

 

Metí la mano por el cuello de mi jersey y comencé a sacar una cadena, de la cual colgaba una especie de huevo. Me lo saqué de la cabeza y busqué mi varita. Armada, con un objeto en cada mano y tras apoyarme en la base de las arcadas salté el murete y me adentré en la oscuridad.

 

Esperé y esperé hasta que mi colgante empezó a emitir luz y se hizo un circulo a mis pies. No era una antorcha y tampoco disolvía la oscuridad, pero si había que encontrar algo, yo lo encontraría. Crucé el patio sin contratiempos y me quedé al pie de las escaleras.

 

-Bah, pensé que seria para esconder algo...

 

Estaba por irme a clase tras la decepción, pero decidí que podía dar una segunda vuelta, ya que, por los laterales no había mirado. De llegar tarde, llegar bien.

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Bastian admiraba las Artes Oscuras casi tanto como al tiempo. Y es que las Artes Oscuras en muchas ocasiones le habían permitido burlarse de la enfermedad, de los males y de muchos otros acontecimientos que posiblemente lo hubiesen dejado gravemente herido. Pero el tiempo era diferente. Pocas personas podían burlarse del tiempo, contados magos habían logrado salir victoriosos en la dura pelea que tiempo solía dar. Y es que ¿Cuántos habían causado su muerte usando un giratiempo? La mayoría de los que llegaron a usarlo.

 

—¿Aún sientes aquella magia? —dijo a sabiendas de que la criatura no respondería.

 

Sus pasos eran inciertos pero firmes. Silenciosos pero vistosos. La larga capa de viaje, tan oscura como la mismísima noche, dejaba sobre la nieve un rastro capaz de ser detectado hasta por el más inútil de los magos. No le importaba, al contrario, esperaba que lo siguieran: ya no lograba recordar la última ocasión en que vio la sangra manar de una persona muerta por su varita mágica.

 

—Lo puedo sentir. Una pena que no vaya a acercarse, sabe lo que le conviene —le susurró a su tigre.

 

Harimau era su horrocrux. En ocasiones eran capaces de comunicarse transmitiendo el pensar del uno en el otro; tal cual Harry Potter y Voldemort solían hacerlo.

 

—Quiere pasar desapercibido, aún no sabe que desde el primer día conozco su nombre

 

Continuó caminando, su destino estaba cerca. Solo el pensar en Hogwarts hacían que su cabeza trajera a la superficie recuerdos que lo habían marcado de por vida. Fue inevitable que un destello del pasado se cruzara por sus ojos y le mostrara aquel momento en que decidió que era mucho más conveniente dar muerte a sus amigos en lugar de ser descubierto cortejando con artes prohibidas.

 

—Hoy dos felinos tomarán una clase ¿Estás preparado?

 

Cerró los ojos pese a que no era necesario. Hacía muchos años logró dominar a la perfección el don de tomar forma animal. Su cuerpo se deformó hasta el punto en que se hubo en cuatro patas. Casi en el mismo instante su cuerpo se llenó de un pelaje blanco con machas negras y en el siguiente segundo se podía observar a dos enormes tigres de bengala blancos y con manchas negras.

 

Continuaron caminando a cuatro patas. No era la primera ocasión que un animago lograba colarse en el colegio ocultando su magia a las instalaciones. Estando dentro decidió continuar de esa forma, sería mucho más complicado que lo detectaran. Aún con su forma animal, utilizó la metamorfomagia para deformar sus facciones humanas. Cuando dejara el pelaje su rostro, su porte, su cabello, y todo su ser sería irreconocible.

 

Iban a ver a un mago de piel oscura que aún no dominaba el ingles. Llegó, aún animal, al patio de Hogwarts en donde la oscuridad fue quien lo recibió. Permaneció así con Harimau, sus sentidos eran mucho más agudos que estando con apariencia humana. Agudizó el oído y el olfato.

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-La oscuridad no es tan mala después de todo…-su voz se percibió en medio de esa cortina de humo-Parece que no les ha agradado del todo mi bienvenida…-esbozando una media sonrisa en sus labios avanzó con parsimonia por el camino-Sean bienvenidos a Hogwarts…-soltó desviando su vista hacia la mano de la gloria que reposaba sobre la palma de su mano-Mi nombre es Juv Malfoy Croft, soy su profesora de Artes Oscuras…-se presentó con una ligera inclinación de cabeza ante los dos jóvenes-Alguno sabe, ¿Por qué de les denominan Artes Oscuras?...-los cuestionó tras provocar que la mano levitara sola en el aire-Es todo tipo de magia negra creada para causar daño a los que nos rodean o los que consideramos enemigos…-asintió sacándose la oscura capa de viaje que portaba-Los hechizos que les han dado ese mote tan peculiar son usados para provocar dolor, sufrimiento y hasta la misma muerte…-recordó los tres conjuros que ella solía usar de vez en cuando.

 

-Cruciatus, Avada Kedavra e Imperius…-canturrió aquellos como si se tratará de una nana para dormir-Pero también se pueden crear pociones sumamente dañinas y venenosas. Aunado a esto la crianza de criaturas como basiliscos también puede ser considerado una práctica de magia oscura o artes oscuras. Grandes magos a través el tiempo han hecho uso de las mismas a diestra y siniestra sembrando el terror dentro del mundo mágico y muggle, pero eso es un tema que vamos a tratar un poco más adelante. Ahora nos centraremos en el daño que pueden causar, ya que para que un Cruciatus se debe desear provocar un daño muy grande sobre la persona que será lanzado, creerse el dolor que experimentara, visualizando el mismo con lujo de detalles, desde cómo serán sus gritos al sentir su cuerpo abrazado por una descarga de tortura hasta las facciones desfiguradas que puede adquirir su rostro…-saboreó la imagen que se plasmara en su cabeza.

 

-Se dice que el usar una maldición asesina contra otro mago, derivaría en dañar el alma propia, permitiéndole al mago practicante de las Artes Oscuras, dividir su alma y poder acceder a la inmortalidad al colocar parte de esta en diversos objetos. Esto es denominado “Horrocrux”, tal y como lo hizo hace varios años Tom Riddle, al volverse el mago más poderoso y conocedor de la magia negra. Como bien sabemos fueron siete objetos los elegidos para dicha acción, el más importante de ellos era el diario que contaba parte de la vida del Señor Tenebroso, retratando dentro de esas hojas sus años como estudiante dentro de Hogwarts…-chasqueando sus dedos apareció diversos objeto que levitaron delante de Reena y Juliens-Elijan uno solo de ellos, atrévanse a lastimar a su compañero de clase con un hechizo imperdonable y aseguren ante todo de desear causar daño severo en su oponente…-no iniciaría un duelo entre ambos jóvenes, solo buscaba que ellos aprendieran a usar las Artes Oscuras y no solo se limitarán a escuchar a la Ángel Caído.

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~Bastian bajo otra apariencia

Cuando escuchó las palabras de la profesora, a quien -supuso Bastian- le pareció de lo más normal que dos enormes felinos aparecieran en su clase sin ningún tipo de explicación. Pero no podía arriesgarse, aquello era muy raro. En una situación "normal" las personas reaccionaban a la defensiva ante la figura de dos animales con le potencial de desagarrar la carne y triturar los huesos. Juve era, el mortífago lo sabia, una persona un tanto ¿distante? y con ella siempre debía existir la cautela.

 

Así pues, sin otra alternativa que tener que depender de los sentidos de su compañero horrocrux, concentró la magia en su cuerpo. La figura cuadrúpeda comenzó a deformarse producto de la inminente transformación. Sus patas comenzaron a encogerse y en cuestión de segundos se hizo un humano que nunca había sido visto en gran bretaña.

 

Pequeño y sin cabello. Sus ojos saltones trataron de perforar la negrura sin un resultado positivo. Aclaró la garganta produciendo un sonido más bien chillón. Escuchó atentamente las palabras de la profesora tomando notas mentales de muchas cosas con las que, definitivamente, no estaba de acuerdo. Se rascó la cabeza morena buscando las palabras adecuadas para la identidad que se encontraba interpretando.

 

—Mi nombre es... impronunciable. Si lo dijera posiblemente la mitad de los aurores de mi país aparecerían para apresarme —dijo el mago tratando de parecer mucho más interesante de lo que era.

 

Aquella fue una presentación, pensó, adecuada para la ocasión. El mundo no podía saber que Bastian Black Haughton jugaba con artes oscuras, más cuando últimamente se encontraba en la boca de todo el mundo por su reciente nombramiento como Warlock.

 

—Me gustaría explicar, si no es molestia, el motivo de mi interés por esta clase. Las noticias se esparcen rápido por el mundo; llegó a mi tierra la noticia de que la Universidad -llena de Arcanos y Uzas- se había instaurado en Gran Bretaña. Pretende aprender magia oscura desconocida, magia más poderosa de aquella por la que me quiere apresar —inquirió el mago y tomó una pausa.

 

Lo siguiente que rondaba su cabeza era la parte en donde iría en contra de lo que la bruja estaba diciendo.

 

—Como último punto, si no es molestia, me permito discrepar. Habla de las artes oscuras tal cual lo hicieran aquellos magos que las odian. Las artes oscuras, al igual que cualquier otra arte mágica, no son solamente daño, dolor o sufrimiento. Así como una maldición puede matar, hay otras mucho más tenebrosas que sirven para preservar la vida. Hay magia oscura que te dejará ciego y otras artes que te permitirán ver inclusive en la más oscura de las tinieblas. Conozco hechizos que harían a cualquiera implorar por la muerte, mientras que hay otros que son capaces incluso de burlarse de la parca.

 

Dejó de hablar y, ante el reto de la profesora, una larga varita mágica apareció en su mano derecha emitiendo un leve brillo que de inmediato se perdió en la densa cortina producida por el polvo peruano. Le era imposible saber hacia donde apuntar, ni siquiera estaba seguro si su compañera de clase estaba lo suficientemente cerca o que dirección se encontraba.

 

—La maldición cruciatus está lista para usarla cuando y contra quien sea necesario; el problema es que no me arriesgaré a lanzar el hechizo en tinieblas, podría rebotar

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Una voz rasgó la oscuridad mientras paseaba yo por el patio a oscuras, el susto que me llevé fue mayúsculo pero en cuando cogió carrerilla y si no fuese porque tenía una luz en las manos, me hubiera entrado sueño. Aquella voz femenina disfrutaba de hacer daño y no lo disimulaba en lo mas mínimo.

 

Se me pusieron los pelos de punta cuando sugirió que atacásemos a nuestro compañero y rápidamente escondí mi medallón, si había mas gente en aquel patio, no quería ser un blanco fácil y aunque yo no tenía intención de lastimar a nadie, seguramente el resto de asistentes podía no pensar lo mismo.

 

Cuando una voz chillona siguió al silencio de la profesora, pegué un bote en el sitio y luego me giré buscando su procedencia. Aquello empezaba a ser un mal augurio, empezaba a tener la sensación de que no iba a salir viva de aquella oscuridad perpetua y el miedo se apropió de mi cuerpo.

 

-Y claro que le diera a usted sería catastrófico ¿no?

 

No pude evitar responde a aquella vocecita que había interpelado a la profesora. ¿Donde diablos me había metido? ¿Había acabado en la clase de los psicópatas? Suspiré y me preparé para dar mi opinión al respecto lo comentado hasta el momento.

 

-Señora, ¿eso es todo lo que tiene que decir para presentar la clase? Porque ha empezado por lo que todo el mundo sabe ¿O es que esta clase además de estar a oscuras y ser un fastidio, se va a reducir a terminar muertos para que usted haga un Horrocrux?

 

Me interesaban mas los hechizos que ocultaban secretos, los que hacían que poco a poco tu mente se nublara hasta convertir a la persona en un mero muñeco de trapo, los que proporcionaban a los objetos propiedades poco ortodoxas...

 

-A mi parecer las artes oscuras no son mas que magia con unas consecuencias mas que cuestionables, en las que pierdes para ganar algo mejor.

 

Me sorprendí con mi respuesta, al parecer el frío miedo se había replegado un poco y dejaba que mi mente racional pudiese hacer usos de sus facultades. Tanto así que me di cuenta de que, antes las voces procedían de todos los lados, era como si nos envolvieran y ahora caía en la cuenta de que podía ser por la arquitectura del patio o bien porque el polvo en suspensión tuviera esas facultades.

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Las palabras de Bastian estaban cargadas de razón, no podía echar por la borda la veracidad que brotaba de los labios del Haughton. Era como escuchar un relato épico que contaba lo maravillosos o destrozos que podían ser ciertos hechizos catalogados como Artes Oscuras. Así mente llego el cuenco dentro del cual estaba la poción de la Desesperación, aquella que provoco que el grandioso Dumbledore cayera en un tortuoso martirio aderezado con una locura que era imposible de contener por cualquier ser que estuviera cerca de este-Tienes razón, no solo un Cruciatus o Imperius son capaces de causar dolor…-retomó la palabra la Ángel Caído-El Beber de la desesperación es una poción creada para enloquecer a todo aquel que la beba o ingiera de forma accidental o suministrada por un mago experimentado…-sonrió dejando a la vista una hilera de perlas blanquecinas.

 

-Reena, si deseará matarte o matar tu compañero…-carraspeó con suavidad-Créeme que no usaría un Avada Kedavra, ya que tú misma podrías propiciar tu muerte sin siquiera desearlo…-elevando su oscura varita apareció tres cuencos cerca de los dos alumnos-Uno contiene el beber de la desesperación, otro la poción del cuerpo rudimentario y el ultimo el del renacer de Voldemort…-explicó con sobriedad-La primera es un arma de doble filo, ya que puede provocar deshidratación, imágenes terribles como si estuvieran viviendo una pesadilla en el mundo real, ardor interno insoportable. En resumen es como tener a un Dementor sobre ustedes extrayéndoles los buenos sentimientos o recuerdos que puedan poseer. La del cuerpo rudimentario permite crear un órgano rudimentario, que puede ser ocupado por magos no corporales, esto quiere decir que no poseen un cuerpo propio y pueden habitar dicho órgano…-agregó con parsimonia.

 

-La poción del renacer de Voldemort, denominada por él como “Un trozo o porción de magia oscura”. Esta tiene como ingredientes un hueso de su padre tomado de la tumba sin su consentimiento, la carne de alguno de sus sirvientes entregada espontáneamente y la sangre de su peor enemigo tomada por la fuerza. Con eso se crea un cuerpo nuevo para el ser que haya osado crear horrocruxes para proteger su vida en las partes que el deseara, ya sea dentro de un guardapelo o un diario o tal vez una tiara…-apareciendo los objetos que fueran usados como horrocruxes por Voldemort volvió a centrarse en su explicación.

 

-Una vez que se tienen todos los ingredientes se crea un cuerpo nuevo, pero no es el mismo que habitaba el mago en cuestión, sino una réplica exacta del que le fue arrebato en el pasado. Todos los elementos se colocan dentro de un caldero acompañados por el cuerpo rudimentario donde habita el alma del ser que desea un nuevo cuerpo o órgano que lo preserve. Aunque hay un pequeño detalle que se debe tomar en cuenta, al renacer con la sangre del enemigo puede adquirir las mismas habilidades que este, pero también arrastrar infecciones o protecciones que hayan sido aplicadas sobre el ser al que se la ha hurtado la sangre en cuestión…-chasqueando su lengua espero que sus alumnos hicieran una buena elección. Ya después les enseñaría como hacer un horrocrux y el uso adecuado de la poción del cuerpo rudimentario y el renacer de Voldemort.

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Sentí bastante odio por sus palabras pero quise gritarle que se callara cuando pronunció mi nombre. Aquella mujer ¿Estaba tonta? Para qué nos mantenía en la oscuridad si luego iba a promulgar nuestros nombres... Logré suspirar y me contuve.

 

-Curioso, pero si soy un mago no corpóreo y no puedo hacerme con la poción del renacer por carecer de vasallos, o por desconocer a tus progenitores... Necesito un cuerpo rudimentario cómo me hago con él. ¿Viajo por todo el mundo buscando a alguien que haya hecho uno? o puedo crearlo y preservarlo en el tiempo para usarlo en otro momento?

 

No me interesaba demasiado la poción del renacer, no estaba al alcance de mis capacidades, pero el de los cuerpos rudimentarios si que me podía interesar, podía invocar espíritus y retenerlos en esos cuerpos para liberarlos a gusto, según lo que conviniera en cada momento. Podía incluso usarlos de guardianes, me gustaba.

 

-¿Nos enseñará a preparar esas pociones?

 

No se trataba de una clase de pociones, pero por ser tan oscuras, no me iba a quejar, por muy bien que se me dieran, prefería seguir las instrucciones antes que ponerme a experimentar por mi misma.

 

Me estaba dando que pensar y por ello empecé a pasear sin moverme demasiado, pero necesitaba el movimiento para no entusiasmarme con las cosas que prometía aquella mujer.

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~Bastian bajo otra apariencia

A Bastian le molestaba, y mucho, la forma en que Reena se expresaba. Para él las artes oscuras debían ser tratadas con cuidado y con respeto. No cualquier persona se merecía el poder usarlas. Dominarlas implicaba llevar su estudio hasta límites que podían llegar a asesinar al practicante a causa de pequeños errores.

 

Pensó que quizá era buena idea enseñarle a la bruja lo que las artes oscuras podían hacer en realidad. Un hechizo sencillo pasó por su mente. Quizá aquello causaría que la clase se saliera de control pero ¿acaso las artes oscuras no eran precisamente saber controlar el descontrol?

 

—Me parecen muy acertadas las preguntas, Juv —dijo y guiñó el ojo.

 

Él estaba seguro que Juv los observaba, no había lugar a equivocación. Durante mucho tiempo custodiaron Nurmengard como para saber que ella jamás permitiría no poder observar a sus enemigos o estudiantes. Seguramente en una de sus manos descansaba, siniestra, una mano de la gloria despidiendo haces de luz que solo podían ser vistos por ella. Juv sabría que él era Bastian, o al menos eso pensó, y sería lo suficientemente sensata para no desvelar su nombre real.

 

—En cuanto a ti ¿Reena dijeron? Generalmente solamente aquellos que han llevado las artes oscuras al límite necesitarán un cuerpo rudimentario para sobrevivir. Y créeme, si alguien alcanza ese nivel de poder tendrá no solamente un vasallo a sus espaldas, sino que posiblemente sea encargado de comandar un ejército de personas dispuestas a dar la vida por su general —dijo adelantándose a la ángel caído.

 

Sus palabras eran ciertas. Aquellos que lograban dominar las artes oscuras tenían a muchas personas a su disposición que estarían gustosas de ayudar por llevarse una mordida del poder que aquella magia brindaba a su poseedor.

 

—Si supiera exactamente donde estás podría enseñarte, Reena, que debes referirte a las artes oscuras de formas mucho más respetuosas. Si aprietas muy fuerte te reventarán en la cara, sin embargo, si apenas las tocas te consumirán.

 

 

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Sonreí ante la frase de aceptación que me dedicaba mi compañero, aunque no reparé en que posiblemente se reía de mi, como después comprobé.

 

-Si, bueno, es un nombre como otro cualquiera. Pero dime, desconocido. ¿Eres tu el profesor y tengo yo seis años?

 

Terminé por reírme porque lo que me había dicho bien podía no ajustarse a la realidad, la historia nos decía que Voldemort se había encontrado sólo tras su caída, al menos hasta que pudo usurparle el cuerpo a otro ser y hasta que encontró un vasallo lo suficiente cobarde que lo rescatase por miedo a él.

 

Nunca se sabía que vueltas daría la vida, ni si sería fácil volver a la misma...

 

-Disculpe usted, mi señor, por venir a aprender y no saberlo todo.

 

Mi voz fue de burla y la acompañé con una reverencia a la nada, me salió natural, sin pretenderla a pesar de que sabía que no me vería. Y casi era mejor, porque si salía viva de aquella clase, sería un milagro.

 

-El respeto se gana y créasme o no, conmigo se lo ganaron.

 

Tenía una prueba imborrable en mis manos, recordándome a diario mi pasado, mis errores y mis pérdidas. Si, otra cosa no, pero respeto, sentía mucho y para evitar además tener miedo, era que me había apuntado a aquella clase. A ver si no terminaba lamentandolo.

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