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Defensa Contra las Artes Oscuras -2-


Adryanie
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Anna T. Ryddleturn

Jessie Stabolito

Jocker Black Lestrange

 

Apenas había tenido tiempo de despedirse de sus alumnos de la clase anterior cuando llegó a la academia. Sobre su escritorio estaba una carta con una caligrafía muy conocida por todos los docentes de la universidad. La letra de Elodia indicaba los nuevos estudiantes que tenía para marzo. De nuevo tres, ya comenzaba a pensar que tal aquel número le iba a traer buena suerte de alguna manera, al final de cuentas la llegada de los estudiantes le daba el trabajo que tenía.

 

La clase comenzaba en ese mismo momento ya era tarde, pero se alegró de haber avisado a Elodia el lugar donde se iba a llevar a cabo la próxima clase y donde debían encontrarse todos para poder empezar con el viaje, así que la carta llegaría a los alumnos con antelación. Se cambió poniéndose una ropa abrigada, sabía que el lugar donde iban era bastante frío. Así que con un jeans y botas negras y un abrigo de un color rojo sangre desapareció de la habitación.

 

Aún estaba en la universidad y aún era de noche. El firmamento se abría paso sobre su cabeza en aquel claro en frente de la academia. La luna y las estrellas parecían dar la luz adecuada para iluminar todo alrededor sin necesidad de iluminación extra. Esperó unos momentos a que los alumnos llegaran, y efectivamente luego de unos minutos vio aparecer las tres sombras que suponían eran sus alumnos.

 

—Buenas noches— Comenzó la bruja una vez los tuvo en frente. No le costó mucho reconocerlos en la oscuridad y se sorprendió un poco al reconocerlos — Vaya, que ilustres estudiantes me han tocado esta ocasión, creo que a todos los conozco de alguna u otra forma — Anne la directora de San Mungo, Jessie ex miembro de la orden y también sanadora de San Mungo y Jocker era al que menos conocía pero si supo que hace poco había sido nombrado warlock. — Yo soy Adryanie Gryffindor para lo que no me conocen, y soy su profesora en esta ocasión. Es de noche porque donde los voy a llevar las cosas se ven mejor de noche.

 

Extendió los brazos para tomar la mano de los alumnos, que todos estuvieran en contacto antes de desparecer de ahí. Cerró los ojos como siempre solía hacer cuando desaparecía ya que le causaba un mareo horrible e insoportable los primeros segundos luego de aparecer en otro lugar. Sintió como sus pies tocaban tierra firma de nuevo y abrió por fin los ojos. Los cuatro estaban frente a una estructura de piedra de unos 10 metros de alto, era monumental. Aún era de noche pero no se veían las estrellas como en la universidad si no que el cielo parecía estar forrado de nubes grises que no presagiaban el mejor tiempo.

 

—Este lugar son unas ruinas de la civilización griega, traje a una clase de duelo aquí, pero descubrí que dentro de este laberinto hay muchas más cosas de las que se ven por fuera— Explicó ella mirando la entrada del laberinto que se encontraba a uno pocos metros a la derecha de ellos — Vamos a ver maldiciones imperdonables objetos malditos y criaturas relacionadas con artes oscuras y alguno que otro dato singular de la historia de las artes oscuras.

 

Explicó a grandes rasgos el temario, mientras devolvía la mirada a sus alumnos que seguían aún muy callados.

 

—¿Están listos entonces?.

Editado por Adryanie
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Caminaba por las calles de Londres, hacía tiempo que no iba a casa y no pensaba ir por un tiempo. Necesitaba estar sola y pensar en lo que estaba pasando con mi vida. Estaba enojada con todo el mundo y la primera persona que se me apareciera por detrás tratando de asustarme o hablarme sufriría una buena maldición de cualquier tipo. Furia, tristeza y dolor era las emociones predominantes en mi cuerpo, alma y corazón.

 

Mi mente estaba en otro lugar cunado una lechuza dejo caer una carta un tanto gruesa con las iniciales de la universidad mágica. Suspire. Ya ni me acordaba que me había inscrito en la universidad, con el fisco de la clase anterior que ni me diera oportunidad de pasarme cuando la profesora desapareciera de buenas a primeras.

 

 

Haciendo una mueca de fastidio doble la carta y la metí en una de las bolsas internas de mi capa de viaje color gris oscuro. Me coloque la capucha comenzando a caminar con dirección a la universidad. Al llegar a la misma me dirigí al lugar que estaba descrito en la carta. No conocía esta sección de la universidad, es más, las clases que había llegado a dar habían sido en el hospital porque era más viable para la clase.

 

 

Alce la ceja confundida al ver entrar a quien parecía que era la profesora que impartiría la clase. No se me daba muy bien contestar, ni por educación. Menos en mi estado de animo tan confundida como me sentía y enojada con la vida. Se me hacía familiar de algún lugar, siempre pasaba lo mismo cuando personas de mi pasado aparecían de buenas a primeras y no podía de recordar de donde. Me lleve las manos a la cabeza cerrando los ojos con fuerza, dejando salir un pequeño sonido involuntario de dolor por entre mis labios.

 

-Yo creí que veníamos de noche porque es vampiro- susurre para mi misma riendo bajando la mirada.

 

Una mueca de inconformidad paso por mi rostro al ver lo que hacía la profesora, no tocaría las manos de nadie que no conociera a menos que estuviera inconsciente, lleno de sangre o heridas de cualquier tipo, de lo contrario, el contacto con personas extrañas se limitaba a la cuestión verbal y no física, pero al parecer no me quedaba de otra. Me coloqué en medio de Anna, mi jefa en San Mungo y el otro chico, de eso a poner mi mano sobre la de la profesora... no era algo que me entusiasmara mucho.

 

El tirón característico en el obligo, la sensación de pasar a través de un tubo de goma y esa baja presión en los conductos auditivos paso de un momento a otro al llegar a Grecia o lo que en su momento fue una gran civilización. Ella explicaba porque nos había traído a este lugar, no le prestaba mucha atención mas cuando hablo sobre la entrada del laberinto algo llamo mi atención.

 

-Estas diciendo que... ¿Este es el laberinto de Dédalo?

 

Ella tendría que estar bromeando, según las fuentes historias ese laberinto era solo una leyenda y nunca se habían probado que las ruinas encontradas fueran en realidad parte de un laberinto creado por Dédalo. Pero de ahí a que dijera que había criaturas relacionadas con las artes oscuras y maldiciones por todos lados... era algo sumamente improbable.

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El día de trabajo en San Mungo estaba resultando tranquilo, muy pocos pacientes habían llegado para ser atendidos y no había nada del otro mundo, por lo que había aprovechado para adelantar el trabajo de oficina, siempre que comenzaba un nuevo mes suponía revisión de salarios y actividad de los empleados. A continuación quizás habría que hacer llamados de atención.

 

Tras dejar a un lado la carpeta de una de las aprendices, de la que no estaba muy segura si contaríamos al mes siguiente a causa de su graduación, vi una carta de parte de la Universidad. Las clases ya habían dado comienzo y la profesora nos estaba esperando. Miré el reloj, iba a llegar un pelín tarde, pero llegaría. Recogí la mesa, guardé los papeles y me quité la bata y de ahí a la Universidad.

 

No tardé mucho en encontrar la clase, ya había asistido el mes anterior a otra y me había dado tiempo de reconocer el lugar. Además, no podía evitar sonreír, me libraría del turno de noche y podía que tuviera tiempo de descansar al llegar a casa y darle de desayunar a mis hijos, seguro que se llevarían una grata sorpresa.

 

Con cada paso, mi capa se ondeaba. Mi cabeza se encontraba oculta bajo la capucha, no me gustaban las noches frías de Londres, nunca me acostumbraría a pesar de todos los años que llevaba viviendo ya allí.

 

- Buenas noches - saludé a modo de respuesta a la profesora. No tardé en reconocer a mis otros dos compañeros, ambos eran compañeros de bando, Jessie además hacía años que trabajaba conmigo en San Mungo, y a Jock lo conocía desde que habíamos empezado juntos la academia, hacía ya demasiados años.

 

Miré con un poco de desconfianza la mano de Adryanie, sabía lo que aquello significaba y odiaba las desapariciones conjuntas, desde que yo podía aparecerme y desaparecerme por cuenta propia, siempre era preferible. Respiré hondo, coloqué mi mano sobre la de ellos y cerré los ojos. En ese momento noté como el suelo desaparecía bajo mis pies y segundos más tarde volvía, hasta que no lo sentí, no volví a abrirlos.

 

No pude evitar contemplar con admiración el laberinto que se alzaba a nuestro lado, me encantaban aquellas construcciones antiguas y majestuosas, y lo que más me gustaba era el que la iba a poder ver por dentro e inspeccionarla. Los comentarios que me hizo la profesora no me asustaron, estaba acostumbrada a tratar con objetos oscuros y conocía las maldiciones imperdonables, pero esta vez no podría defenderme con magia oscura, tendría que ser única y exclusivamente con magia buena. Tendría que tener mucho cuidado, aunque el trabajar en San Mungo me había enseñado a controlar esos instintos.

 

- No te preocupes Jessie, seguro que puedes con todo, te he visto enfrentarte a cosas peores.- animé a mi compañera antes de volver la mirada a la profesora. - Yo si estoy lista, ¿entramos ya?

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El patriarca de los Black Lestrange apareció en los terrenos de la Universidad en medio de la inmensa noche que cubría los cielos de la Inglaterra mágica, cubierto con su túnica de viajes color negro, tan oscura como sus mismísimos cabellos y las botas que llevaba puestas. Esta vez, se dirigía al aula de Defensa Contra las Artes Oscuras para alcanzar un nuevo nivel de aquel conocimiento que llevaba años practicando.

Era extraño para el ojimiel volver a tomar aquella clase, puesto que él mismo había sido tutor de esta materia en los inicios de la antigua Academia de Magia y Hechicería y había enseñado y validado este conocimiento en no pocos estudiantes. Quizá esto le daría cierta ventaja respecto de sus demás compañeras de clase, aunque las Artes Oscuras, por aquellos días, parecían tener más poder y requerir de nuevas y más habilidades para su defensa.

De todos modos, resultaba curioso –por decir lo menos- que Jocker, un mortífago de tomo y lomo, estuviese interesado en una materia como esta, pero a su juicio, dominar los contraataques de las maldiciones que acostumbraba a realizar, le permitía investigar más y mejores métodos de aumentar el poder de la mal llamada Magia Negra.

Buena noche —saludó el Warlock a modo general, antes de tomar la mano de Adryane y ser transportado vía aparición conjunta a otro sitio.

No hizo falta la explicación de la profesora para saber dónde se encontraban: la estructura monumental completamente hecha de piedra no era sino una de las ruinas de una de las grandes civilizaciones jamás igualada. Grecia había sido cuna de grandes saberes, incluyendo, por supuesto, aquellos relacionados con la magia en general, en donde cientos de magos y brujas establecieron patrones e investigaciones que terminaron como simple literatura fantástica para los muggles.

Instintivamente Jocker se acercó a su compañera de bando, Anna, a quien conocía desde su juventud pues no solo se habían graduado juntos de la otrora Academia de Neutrales, sino que habían ingresado juntos a la Marca Tenebrosa, en donde sus caminos rara vez se cruzaron por dedicarse a tareas dispares.

Cuando Jesse, la más joven del grupo, reveló sus preocupaciones al notar que se encontraban en Creta, el ojimiel no pudo reprimir una sonrisa un tanto burlesca. Le hizo un poco de gracia la actitud temerosa de la muchacha y se preguntó cómo hubiese reaccionado él mismo en su juventud. Seguramente se hubiese lanzado a correr en dirección al laberinto sin esperar instrucciones y afrontaría las consecuencias de su impulsividad, mas los años y la experiencia adquirida con el tiempo le hizo guardar silencio y esperar instrucciones.

Varita en mano se dispuso para comenzar el recorrido. Su varita de álamo era lo único que necesitaría para enfrentar los peligros que el lugar ofrecía a quienes ingresaran, aunque la astucia y la claridad de mente jugaban también un rol importante.

Más vale que tengas un par de alas o un hilo de oro con el que guiarte para regresar aquí —dijo sonriendo, claramente intentando hacer sonrojar a Jesse.

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Se sorprendió de la reacción de Jessie. Ella se preocupaba por sus alumnos claro estaba, pero eso cuando llegaba la ocasión de preocuparse, pero ahí no habían puesto los pies en la tierra cuando Jessie palideció. Las palabras de Jessie la hicieron pensar. Ese laberinto se lo había encontrado de casualidad nunca se pasó por su cabeza que pudiera ser el laberinto de Dédalo.

 

—¿Sabes Jessie? No lo había pensado, pero estando en la antigua Grecia creo que es bastante probable que sea el de Dédalo — Dijo admirando la estructura — Pues habrá que averiguarlo ¿no?.

 

Con una leve mirada le bastó para conocer que sus alumnos estaban ya dispuestos a lo que sea. Sonrió para si adelantándose por fin a la entrada. En pequeño túnel por donde habían ingresado era estrecho, la oscuridad era tan densa que parecía que hubieran pintado las paredes de negro. El fondo no se lograba ver con claridad ni aún después de haber conjurado el hechizo lumus que iluminó apenas unos metros a los alrededores. Lo que silos dejaba ver era las inscripciones en las paredes de roca, estaban escritos en latín así que por supuesto no entendían lo que decía.

 

Como les había dicho hay muchas criaturas sobre todo que les encantan estos lugares oscuros, tienen una visión excelente en la oscuridad — Comenzó su explicación mientras seguía caminando con cuidado hasta llegar a su objetivo. — Aunque claro esta , no solo criaturas si no también seres sobre naturales como licántropos y vampiros tienen una excelente vista en la oscuridad— Sus sentidos la alertaron dese un principio de un olor en particular, uno de los alumnos era también un ser sobrenatural al igual que ella pero en ese momento no podía decir con exactitud quien.

 

Siguieron caminando al menos por unso 50 centímetros hasta que la Gryffindor detectó un movimiento.

 

— Los Boggarts son animales habituados a la oscuridad y cuando salen a la luz nadie conoce su aspecto, ya que los mismos se transforman en tú peor miedo — Paró en seco y sonrió. Por orden le tocaría a Jessie empezar, pero no sabía que tan aterrorizada estaba, pude detectar tras ella a Anna. — Anna ven, adelántate.— Le dijo cediéndole el paso para que se pusiera frente al grupo. Adryanie se mantuvo tras la sanadora — No sé si conoces tú peor miedo, pero esta noche lo vas...vamos a descubrir ....— Le señaló con el dedo donde había detectado el movimiento — Acércate hasta allá, cuando estés cerca quiero que pienses en algo graciosos con respecto a este temor que tienes, una vez que lo has pensado dices con fuerza la palabra Riddikulus apuntando a la criatura.

 

Se alejó un poco de Anna ubicándose en medio de sus otros dos estudiantes. Mientras tanto ella siguió con su explicación.

 

Se supone que el hechizo hace exactamente lo que esta pensando la persona, por lo tanto eso que te da temor se convierte en algo gracioso. Lo que pasa con estas criaturas es que limitan al mago a cualquier cosa, hay registros de magos muertos de horror al ver un boggart y no poder enfrentarse a el. La idea con el hechizo es quitar este temor, el boggart huye luego de que esto pase.

 

Fijo de nuevo su mirada en Anna esperando que encontrara el boggart que estaba escondido en un rincón, en una parte en que la roca habría sucumbido al tiempo creando un agujero bastante grande como para que un perro se echara a dormir sin problema.

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Jock decidió que era mucho más divertido asustar un poco más a Jessie en lugar de intentar tranquilizarla, aunque eso podría ser peligroso, puesto que si se encontraba con alguno de nosotros en el laberinto podría terminar atacándonos como acto reflejo debido al miedo. Parecía que el echo de ser madre y sanadora me había vuelto muy protectora.

 

El reto del laberinto sería interesante, no sabía si sería capaz de encontrar la salida, no sabía si habría dentro un minotauro que viniera a por nosotros, pero la verdad es que tenía mucha curiosidad por conocer lo que me deparaba aquel día.

 

Tomé mi varita y seguí a Adryanie, la cual se adentró por el pequeño túnel. Me sentía un poco agobiada, no me gustaban los lugares pequeños y mucho menos bajo tierra, pero habría que hacer un esfuerzo. A cada paso la oscuridad era más notable, yo avanzaba pasando mis dedos por la pared, para asegurar el paso, por lo que no tardé en notar inscripciones en ella.

 

Mientras nos adentrábamos, la profesora se encargó de informarnos de lo que podríamos encontrar dentro del laberinto y repentinamente Adryanie nos hizo parar. Era el momento de darnos una breve explicación sobre que era un Boggart y como combatirlo, por lo que quedó más que notable que había uno muy cerca de nuestra posición. Nunca me había gustado aquella criatura, puesto que era capaz de revelar lo que yo más ocultaba dentro de mi a todos los que estuvieran a mi alrededor, lo que significaba revelar mis debilidades.

 

Sin dejar de observar a la profesora, mordí mi labio. Ya sabía que eso podía ser algo a lo que me iba a tener que enfrentar cuando me apunté a la clase, pero no por ello se me haría más fácil. Por un momento, pude ver una sonrisa fugaz en el rostro de la profesora, se veía que disfrutaba poniéndonos a prueba, y mucho más cuando eligió que yo sería la primera víctima de aquella criatura.

 

No lo pensé ni medio segundo antes de adelantarme, pasando con cuidado junto a Jessie y Adryanie para ponerme a la cabeza del grupo. La varita, ya desenfundada desde hacía rato, estaba siendo sostenida por mi mano derecha, preparada para lo que tuviera que hacer.

 

Di otro paso al frente, aquello fue suficiente para que el Boggart me detectara, y sobre todo detectara la fuente de mi miedo. Con una niebla plateada, este dio paso a la figura de un niño de tres años, de cabello anarajado, tumbado en el suelo, sobre un charco de sangre. Sus ojos estaban abiertos de par en par, pero no había signos de vida en él.

 

Sentí como mi corazón se partía en mil pedazos. Era mi pequeño, a pesar de que sabía que tan solo era una trampa lo sentía demasiado real, y por un segundo me quedé completamente paralizada. Apreté los dientes con fuerza y con mucha dificultad logré levantar mi varita y apuntar hacia el "cadáver".

 

- Riddikulus- dije mientras intentaba reponerme, apuntando al cuerpo. De repente una niebla rodeó el cuerpo y este se transformó en un perrito vestido con un gorrito naranja persiguiéndose la cola. Tras aquella visión una sonrisa se dibujó en mi rostro e hizo que se me olvidara la imagen de mi hijo tendido sobre el suelo.

 

Tras aquello giré la cabeza para mirar a la profesora, esperando su aprobación, para poder retirarme y dejar paso al siguiente de mis compañeros o a que ella siguiera con su corrección a como lo había hecho o con una nueva lección.

 

Me había tenido que contener sobre manera para no cargarme a aquella asquerosa criatura, pero aquella era una clase de defensa, y no de ataque, seguro que la profesora no hubiera visto con muy buenos ojos que la hubiera atacado y haber hecho que el suelo se hubiera llenado de sangre de verdad.

 

- ¿Lo hice bien?

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El Warlock observó con desconfianza a Adryane cuando comenzó a hablar de los boggarts. Deseó fuertemente entonces, poseer la habilidad de la oclumancia, no porque tuviese miedo a aquella criatura capaz de revelar los miedos más profundos de cualquier mago o bruja, sino porque no le gustaba en lo absoluto que su temor más grande fuese expuesto a quienes le acompañaban en ese momento; nunca se sabía quiénes podrían aprovecharse de tan poderosa información.


Riddikulus —escuchó decir fuerte y claro a Anna, su compañera de bandos, para hacer que aquel muchachito que yacía muerto en el suelo se transformase en un vulgar perro incapaz de hacer nada más que perseguir su achatada cola.

El ojimiel intentó pensar en alguna forma de escabullirse de aquella asignación mientras se aproximaba hasta el rincón donde debía aparecer la criatura. A breves instantes de llegar hasta donde eventualmente se revelaría su más grande temor, se le ocurrió una idea que le podría ayudar.

Fortificum — dijo en un hilo de voz, al tiempo en que soltaba un suspiro para ocultar la utilización del aquel hechizo mortífago.

El boggart que había regresado a su lugar de descanso quedó atrapado en su cueva. La poca luz que llegaba hasta allí impedía ver a los demás que una barrera de piedra se había formado y bloqueaba el camino de acceso o salida, por lo que Jocker esbozó una leve sonrisa antes de voltear a ver a la maestra.

Creo que tenemos un problema —siseó serio, y no refiriéndose precisamente a la incapacidad de llevar a cabo el encantamiento solicitado ante la ausencia del boggart.

El mortífago levantó el brazo con que sostenía la varita y apuntó en dirección a Adryane, de manera más que amenazante. Repasó mentalmente el listado de hechizos que podía utilizar para no quedar en evidencia frente a ella y antes que la chica pudiese decir algo, exclamó un nuevo encantamiento.

Specialis Revelio —dijo, y los brillantes ojos que apenas se distinguían a unos metros de ellos, comenzaron a multiplicarse en la profundidad oscura del túnel adyacente.

Jocker se quedó quieto esperando que sus compañeras voltearan a ver lo que él mismo veía entonces: ojos brillantes que se asomaban curiosos y amenazantes al grupo de hechiceros que había osado ingresar donde no se permitía el paso de nadie.

Espero que esto sea parte de la clase —exclamó Jocker, con un hechizo en la boca listo para soltar para defender su propia integridad.

Editado por Jocker Black Lestrange

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Ahora me tomaban por cobarde, pero según lo que había leído, si el laberinto frente a nosotros era el de Dédalo, estábamos en graves problemas. Voltee a ver a Anna un tanto agradecida, pero no era miedo lo que tenía, sino respeto. Respeto era lo que imponía ese lugar. Voltee a ver a Jocker un tanto molesta, rodando los ojos por su comentario.

 

-El hilo de Ariadne no nos ayudara mucho y sobre las alas... si las tengo pero aquí... no es seguro mostrarlas.

 

Sonreí de lado de forma divertida, voltee a ver a Adryane cuando comenzó a hablar, ella no sabía si era el laberinto de Dédalo. Negué con la cabeza frustrada, soltando lentamente el aire que contenía en mis pulmones. Respire un par de veces más para tranquilizarme. Nos estábamos metiendo en un gran lió de seguir adelante.

 

Nada es lo que parece, la salida nunca esta en el mismo lugar y podríamos recorrer medio mundo en solo tres pasos. No tocar la pared para seguir una linea... solo servirá para perdernos más.

 

Pensaba para mis adentros recordando todo lo que había leído en libros de historia antigua en la biblioteca. Eso de tener una manía por leer me había traído algo bueno, al menos hoy. Escuche lo que decía Adryane y como Anna comenzaba a caminar pasando a un lado de mi. Se enfrentaba a un boggart y lo hacía de manera sorprendente. Me había quedado a un costado de Jocker para poder ver lo que hacían, aunque no era algo del otro mundo. Lo escuche murmura un hechizo en particular que me hizo reír, al parecer el que tenía miedo era otro. Comencé a toser para ocultar lo que había dicho aunque este lo hacía bastante bien.

 

Una pared apareció entre nosotros y el boggart, dejándolo separado del grupo. Puse una enorme cara de sorpresa, si él también era parte de la marca tendría que apoyarlo para que la profesora no lo descubriera. Voltee a todos lados, toque la pared sospechando que tal vez ya no estuviéramos bajo grecia y no tenía forma de saberlo.

 

-Creo que si es el laberinto de Dédalo... creo haber leído que hacía este tipo de cosas ya que... el propio laberinto viene a ser como un monstruo viviente.

 

Pero mis palabras quedaron ahogadas al ver lo que hacía Jocker, verlo amenazar a la profesora con varita en mano era algo que no esperaba. Era verdad que eramos tres contra una pero al menos a mi no me gustaba trabajar así. Lo observe asombrada, sin un dejo de miedo en mis ojos grises, lo escuche pronunciar un hechizo, ese si era un hechizo cualquiera, pero utilizado para revelar los ingredientes de una poción o eso recordaba.

 

Donde antes había dos ojos ahora había varios pares más. Me lleve ambas manos a la cara soltando un bufido de fastidio. Busque a Anna con la mirada pero había muy poca luz en el pasadizo del laberinto.

 

-Lumus solem.

 

Una pequeña esfera de luz flotaba encima de nuestra cabeza iluminando el pasillo y la criatura frente a nosotros. Las hidras no podían existir, confiaba en que no fuera una hidra, por dios que no fuera una hidra, porque por más poderosos que fuéramos podríamos terminar muertos.

 

-¿Qué es esa cosa? Nunca vi una criatura como esa en mi libro del mosntruoso libro de los monstruos.

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— ¡Excelente Anna! Excelente — Se había quedado mirando atentamente los movimientos de la Ryddleturn. Tenía que admitir que la vista no fue para nada agradable, ver el cuerpo de una persona ensangrentado no es bonito y mucho menos cuando este cuerpo es el de un niño. Ignoraba quien podría ser pero de seguro era alguien importante para Anna. Por un momento pensó que Anna se derrumbaría ahí mismo, de hecho, ya estaba preparando su varita para intervenir pero la sanadora por fin pronunció el hechizo.

 

Adryanie se imagino lo difícil que pudo haber sido pensar algo gracioso acerca de que ella situación, ni siquiera ella en la posición que estaba que no era su temor si no el de Anna, podía pensar en algo gracioso.

 

— Bueno ahora Jessie, adelántate vamos ...— La profesora se adelantó un momento para asegurarse de que el boggart haya vuelto a su posición pero un leve roce llegó a sus oídos ¿qué diablos había sido? Con la varita en mano apuntando al lugar pero aún con un poco de desconfianza, ya que tenía miedo de que el boggart se le apareciera a ella, iluminó todo pero no se veía más que la pared.

 

Se acercó a la pared y la toca con la mano, era raro, no tanto que pasara aquello si no que si se observaba con bastante atención se veía la pared lisa con las inscripciones y en un rincón muy pequeño donde suponía la Gryffindor que había estado oculto el boggart la pared era de piedra pero de piedra gris, totalmente diferente al resto. Volvió la mirada a sus alumnos que se encontraban observando sus movimientos, suponía que habían notado lo mismo que ella, era cierto que podía romper la pared pero consideró que no valía el esfuerzo.

 

Jessie habló y dijo exactamente lo que ella había estado pensando: Era obra del laberinto. Fue lo primero que pensó y lo que quiso creer. Bajó la mirada mientras retornaba de nuevo los pasos hacía sus alumnos. Cuando miró de frente no le gustó lo que vio.

 

— ¿Que... qué haces? — La voz de la knight quedó entre cortada. Levantó los brazos como por instinto, levantando junto junto con su mano derecha la varita también.

 

¿Podría ser posible? ¿la atacarían los tres dejándola allí en el laberinto de Dédalo? No conocía las aspiraciones del trío, lo único que sabía era que no pertenecían a la Orden lo que no le dejaba unas buenas suposiciones de las opciones al ver al mago apuntarle con la varita. Todos estos pensamiento viajaron en una fracción de microsegundo por su mente hasta que comprendió que no era ella quien apuntaba, si no a alguien cerca de ella. Se volteó viendo por fin lo que los demás veían.

 

Unos cientos de ojos aparecían frente a ellos, la luz de Jessie iluminó hasta cierto punto, pero no del todo.

 

—Jessie es que no es una criatura, son muchas de ellas... — Ya había visto anteriormente esos ojos en la oscuridad y si estaba en la razón no había de qué preocuparse. — Incendio — Pronunció. Era cierto que las llamas del incendio no eran abundantes y eso le trajo la los recuerdos las llamas mortíferas de los hechizos mortífagos y le hizo recordar con añoranzas a su novio nigromante al que hace tiempo no veía.

 

Las llamas llegaron hasta donde se encontraban los ojos los cuales ante la luz se dispersaron sobre sus cabezas en un manto negro volando hacia el cielo.

 

— Murciélagos. Las características de los ojos los revelaban mucho: amarillos, pequeños, distribuidos asimétricamente. — Les explicó — De cualquier manera como todos los seres de la oscuridad la luz no les gusta mucho y el fuego mucho menos así que los fuegos siempre son buenas opciones de defensa ante la mayoría de criatura.

 

No había puesto atención tras ella, pero la luz se hacía más intensa. El pequeño fuego creado por su hechizo se había hecho aún más grande y para su sorpresa consumía la piedra que se desintegraba a su paso. Pero al fijarse bien aquel lugar no estaba rodeado de piedra si no era más como enredaderas gigantes tan tupidas que parecían una pared sólida. Se quedó un momento de pie observando aquello hasta que por fin el fuego les abrió paso a un claro.

 

— Bueno al parecer la luz nos muestra el camino....sigamos, pensaba ponerlos a cada uno con el boggart pero ya ven han desaparecido, esperemos encontrar uno más en el camino — Se adelantó de primera, abriéndose paso por la maleza que había en el lugar, no había nada de espectacular en aquel lugar, el suelo de pasto liso como si recién lo acabaran de cortar, aquel lugar era cercado por más de la misma pared de piedra, aquel claro tenía una entrada y una salida. — Como ven también..... — Se calló, de pronto comenzó a sentir una sensación de vacío, frío... — ¿sienten eso?

 

Les preguntó, pero no ocupaba respuesta una forma negra se acercaba a ellos desde el otro extremo, aún así se acercaba lento

 

Jessie, mírame, necesito que pienses en un recuerdo feliz, el más feliz que tengas, cuando lo tengas di estas palabras "Expecto Patronum" con fuerza, con decisión.... como muchas veces lo has hecho — Estas últimas palabras las dijo en un susurro, solo para Jessie. Mientras tanto la figura se contorsionaba en el aire. Adryanie se alejó de Jessie alejando también a los otros, no quería que luego Jessie distrajera.— Me parece que es un dementor por la forma en que se mueve en el aire, como quizá sepan ellos generalmente solo están en Azkaban, es como una tortura a los prisioneros ya que estas criaturas lo que hacen es absorber tú felicidad, ellos se alimentan de eso, si se acercan demasiado te absorben el alma por la boca, no te matan pero dicen las personas que en ocasiones es mejor morir que vivir así

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Tal parecía que la profesora pensaba que Jocker le estaba apuntando a ella, no era de esperarse, yo pensaba lo mismo en un principio pero cuando se percato de que había algo detrás de ella su rostro se relajó un tanto, pero solo un poco. No entendía como lo sabía pero podía notar como ella se relajaba solo un poco.

 

-Al menos no es una hidra

 

Suspire aliviada al ver que solo eran simples murciélagos, menos mal que no era gran cosa. Adryanie explico un poco sobre las criaturas de la noche, algo que se supone que ya sabíamos de ante mano, pero no importaba el repasarlo. Sujete mas firmemente mi varita con mi mano izquierda por lo que nos deparara el laberinto. Me tranquilizaba que al parecer Adryanie se trago mi idea de que había sido obra del laberinto y no de parte de alguno de nosotros.

 

Mi lumus desapareció de un momento a otro. Me desilusiono un poco esto ya que al menos nos daba algo de luz ese hechizo, moví mi varita y una luz pequeña apareció en su punta, que cada vez se hacía más pequeña conforme pasaban los segundos. Deje que el lumus se extinguiera ya que las piedras carbonizadas nos daban suficiente luz para ver lo que teníamos frente a nosotros. Una especie de cueva hecha de enredaderas tan tupidas que no se veía salida alguna.

 

Seguí a Adryanie y a los demás por el claro, riendo de lado, tal vez por los nervios, tal vez solo quería volver a casa. Me ceñí la capa a mi cuello mientras avanzaba, un frío se extendió por todo el lugar llegando hasta mis huesos. Adryanie me volteo a ver, diciendo que me concentrara en el recuerdo más feliz que tuviera. De momento mi vida era una basura enorme, no podía tener una recuerdo feliz...

 

-Esta bien.

 

Adryanie siguió hablando pero no le preste atención a lo que decía, solo me centraba en mi recuerdo feliz, el momento más feliz de mi vida, el momento en que Vladimir me dio esa joya hermosa color rojo que era la mitad de su corazón, los habíamos intercambiado hace mas de un año y ese recuerdo me llenaba de felicidad.

 

-Expecto patronum

 

Grite fuerte y alto, centrándome solo en la hermosa mirada de Vladimir, en el amor que sus ojos me profesaban, una gran fuerza salió de mi varita, creando un enorme pegaso frente a mi, color perlado que galopo a pocos centímetros del suelo agitando las alas chocando de lleno con el dementor frente a mi. Este comenzó a retroceder alejándose cada vez más de nosotros, el patronus estaba logrando que la temperatura se volviera a establecer en su normalidad, sonreí cuando finalmente el dementor desapareció y el pegaso regreso a mi lado.

 

-Eres muy hermoso.

 

Sonreí tratando de tocarlo, pero cuando estuve a punto de poner la mano en su crin este desapareció dejando una incandescencia en mis ojos que poco a poco se desaparecía con cada parpadeo. Las fuerzas menguaban en mi cuerpo, comenzaba a ver un tanto nublado y me faltaba el aire. Voltee a ver a Anna alarmada.

 

-Yo...

 

Todo se volvió negro.

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