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Pociones II ~ El laberinto


Helike R V PB
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El Laberinto

 

No había pasado ya mucho tiempo desde la útlima clase impartida en las mazmorras. Era necesario un cambio y sobre todo drástico en la manera de dar la clase. La mortífaga así lo sabía, se había sentido bastante frustrada por no dar toda la teoría así que, lo mejor que podía hacer era modificar todo el plan de estudios y convertirlo en algo más divertido (para ella, por supuesto) y más práctico para las alumnas que le tocaban éste mes.

 

A pesar de que había dado poco margen para pedir permiso y más aún para plantar setos, lo había conseguido, con ayuda de la magia y sobre todo con unos árboles de crecimiento rápido; formó un laberinto de más de un kilómetro de extensión. Éste contenía muchos peligros y que para conseguir ganar todas las pruebas, las alumnas tenían que usar su inteligencia para superar los obstáculos que, la bruja, como profesora, había colocado en ellos.

 

Las lechuzas habían sido enviadas a tiempo y esperaba que sus pupilas no tardasen en llegar. La maraña de setos estaba situado en el este de la universidad, en dónde sólo había desierto, y según se entraba en su "territorio" tenía un alo de misterio, oscuridad y asfixia que daban ganas de salir corriendo. Contenía tres entradas por estudiantes que conformaban en esa ocasión. En todos los accesos había los mismos obstáculos para que ninguna persona se saliese beneficiado o perjudicado. Todo estaba pensado al mínimo detalle.

 

Para salir de allí, tendrían que superar tres pruebas, y en el centro habría colocado un huevo dorado que haría las veces de traslador y las llevaría directamente a la clase, en dónde sacarían sus propias conclusiones de lo aprendido ahí dentro.

 

Uno de sus ayudantes se dirigió a la bruja que estaba vigilando la aparición de las tres mujeres, con la varita en alto.

 

- Ya está todo, como ordenó - la mortífaga asintió con la cabeza y no dijo palabra. Todo estaba como debía de ser.

 

Para la ocasión se había vestido muy elegante. Un gorro puntiagudo de color negro, el pelo ondeando al viento, y una capa larga, en dónde se escondía en su interior un pantalón de seda con una camisa blanca de color perla y botas de piel de dragón. Por los bolsillos le sobresalía varios pergaminos y a su derecha, tres libros de pociones avanzadas. Sí, los necesitarían.

 

Poco a poco fueron llegando... En cuánto estuvo de frente a las tres, la morena habló con voz fuerte:

 

- Bienvenidas a mi clase de pociones. Soy Heliké Rambaldi, seguramente ya habíais escuchado mi nombre en alguna ocasión, pero ésta vez no será la presentación formal. Para ir al grano - suspiró y lanzó una sonrisa un tanto siniestra- en ésta ocasión no tendréis la típica clase en un aula, sino que tenéis que entrar ahí dentro y sortear una serie de pruebas que serán tres. Quién gane el máximo de puntos, se llevará un regalo y su certificado.

 

- El laberinto puede ser caprichoso, tenéis que tener la mente abierta y todos los sentidos muy agudizados si queréis salir airosas de éste lugar. Espero que lo hagáis muy bien. No os preocupéis por la seguridad, hay agentes vigilando en los exteriores. Si os encontráis en peligro alzad la varita y gritad periculus. Enseguida vendrán a vuestro rescate. Pero no será complicado salir de ahí dentro - apuntó con el índice al laberinto.

 

<< Para orientaros podéis usar el encantamiento "brújula" y el huevo dorado se sitúa en el centro línea recta al norte. Aquí tenéis el libro de Pociones avanzadas. Echadle un vistazo y en cuánto entréis encontraréis la primera poción para realizar en el libro. Mucha suerte - dijo con otra sonrisa un tanto malévola. Ahora sólo esperaba ver la reacción de las alumnas para ver cómo se quedarían ante lo expuesto.

 

- Yo me voy y espero que no hagáis trampas - sugirió- yo estaré vigilando para que todo marche correctamente.

 

Y tras dejar tres pergaminos con las instrucciones a las tres chicas, se giró sobre sus talones y se apareció en su despacho. Se sentó en un sillón cómodo de cuero y con una varita, hizo aparecer una pantalla blanca con un toque de su arma mágica, encendió lo que parecía un proyector, en dónde mágicamente, estaban conectadas cámaras de vigilancia en todos los tramos. Sacó un whisky de fuego del mueble bar y un vaso con hielos, se sirvió un poco y esperó pacientemente mientras encendía un cigarrillo con la varita. Si la iban a regañar, que fuese en consecuencia.

 

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Dejó el vaso sobre la barra más fuerte de lo que hubiera querido, reaccionando ante la sorpresa. Estaba indignada de lo que estaba escuchando indiscretamente sentada en un pub poco conocido al norte de Escocia, haciendo contacto por primera vez con el mundo mágico desde que decidió dejar de vivir en Londres. Hubiera preferido que fuera una simple broma por parte del Ministerio de Magia, pero, por lo que comentaban los demás magos a su alrededor, era obvio que se trataba de un tema bastante serio.

 

Déjeme ver eso, por favor —pidió, intentado esconder el nerviosismo en su voz, haciendo referencia al ejemplar del periódico mágico que había iniciado las discusiones y que daba más detalles al respecto. Emily se llevó una gran sorpresa al ver que no era sólo la antigua Academia lo que había cambiado con las reformas, sino que muchas cosas no parecían estar del todo bien desde el inicio de Enero en el mundo mágico.

 

Que pérdida de tiempo — espetó, con más enojo del que debía. Realmente no le molestaba tener que volver a estudiar, sino que Emily había evitado por todos los medios regresar a Inglaterra durante el último año y tener que hacerlo para certificar sus conocimientos le parecía … —¡injusto, todavía hay que pagar varios galeones!

 

El barman solo se limitó a asentir, probablemente algo que hacía por inercia debido a su trabajo sin necesidad de escuchar. La muchacha le dejó unas cuantas monedas y se marchó del lugar, todavía pensando en si debía hacer caso al régimen o simplemente fingir nunca haberse enterado de nada debido a su autoexiliación.

 

Sin embargo, aproximadamente dos meses después de aquello, ya se encontraba lista para recibir clases en lo que, probablemente, era la rama mágica que más había aplazado intentar dominar: pociones. Obviamente, no era un conocimiento que recuperaba sino que era un completamente nuevo que, esperaba, pudiera empezar a practicar por su cuenta luego del tiempo que invirtiera.

 

La academia, universidad, o como le llamaran entonces, no era absolutamente nada parecido a lo que recordaba desde la última vez que la muchacha estuvo allí. Se sentía como una verdadera extraña ante semejante paisaje. Generalmente lo no familiar le resultaba emocionante, pero en este caso solo lograba confundirla y, de cierta manera, intimidarla, especialmente cuando pudo divisar los altos setos no muy lejos de donde habían concertado el punto de encuentro.

 

No tardó mucho en llegar con la instructora, al igual que las otras chicas que tomaban la clase. Desde el primer momento, Emily tenía la impresión de que la conocía o que, como ella mismo dijo, al menos había escuchado sobre ella alguna vez, pero no se esforzó mucho en recordar de donde. Estaba enfocada en escuchar reconocer los alrededores, memorizar las instrucciones que Heliké les estaba dando y maldecir mentalmente por haber llevado una túnica tan larga a un lugar tan caluroso.

 

‹‹Oh, vaya›› pensó. Le preocupaba la perspectiva de preparar una poción por ella misma. Le hubiera gustado familiarizarse más, quizás volver practicar como hacer pociones sin ayuda. No iba a negar que parte de ella había ido en búsqueda de una clase más bien tradicional donde pudiera comparar lo que hiciera con otras personas. ‹‹Por Merlín, es como cocinar›› se cortó, exigiéndose prestar atención alrededor y al hecho que Heliké se despedía y desaparecía a quien sabe donde.

 

Tomó uno de los ejemplares de Pociones Avanzadas que la profesora les había dejado y el pergamino con las instrucciones que le correspondía, todavía tomándose su tiempo para empezar a leer las instrucciones y hojear el libro y miró a sus compañeras, esperando que alguna dijera o hiciera algo.

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Cierto era que ella poseía ese conocimiento, pero el ministerio de magia como siempre resultaba muy caprichoso a la hora de imponer sus reglas. Había llegado una notificación a su hogar indicándole que por reformas ministeriales todo mago y bruja debía certificar nuevamente algunos conocimientos que al parecer se habían perdido en tanto papeleo al momento de hacer la nueva reforma, entonces quisiera o no debía recusar o cursar cualquier conocimiento que desease.

 

Si se miraba de refilón no era tan horrible, pero de solo imaginarse aprendiendo sobre pociones, no sabía si tener nauseas o brincar de alegría. Era una de esas materias que pueden parecer terroríficas, más cuando sus maestros parecían sacados de ultratumba desde tiempo inmemoriales comenzando con el profesor Snape. Esta vez debía esperar que clase de maestro tendría. Se inscribió y espero paciente.

 

Dos meses más tarde una lechuza anuncio el inicio del curso y Bodrik, que en ese momento estaba atendiendo una emergencia dentro del Hospital mágico se dispuso a acudir al llamado refunfuñando claro, porque le molestaba dejar tirado su trabajo y más en ese momento que las criaturas de la reserva se había escapado causando estragos entre los muggles, un verdadero caos se había vuelto Londres y a cada minuto llegaba un nuevo quemado o herido desde la zona 0.

 

-Que oportuno el dichoso curso- Dijo desapareciendo de la recepción de San Mungo en donde se había improvisado una sala de Urgencia y los sanadores impacientes la vieron desaparecer todavía luciendo la bata del Hospital, sus guantes de látex , un gorro y bajo este sus jeans , camiseta y tenis negros ,

El ministerio de magia hacía de las suyas cuando se le ocurrió modificar las instalaciones de la antigua Academia de Magia y Hechicería por un nuevo concepto universitario, más complejo y con instalaciones enormes.

 

Desaparecer era sencillo, pero no podía simplemente llegar al punto de reunión de ese modo. Debía llegar hasta la puerta de la Universidad y de ahí caminar hasta el lado Este de la misma hasta encontrarse con sus compañeros y la profesora asignada.

 

Como hacía para o abrir la boca al estar parada frete a un laberinto de setos y escuchando la presentación de la mujer – no, ¿enserio?-dejo salir después de la presentación. Se trataba de un laberinto que aguardaba con obstáculos, pruebas y quien sabe que tantas sorpresas más. A eso sumándole aprender sobre pociones en el proceso- esto estará complicado-

 

No recordaba muy bien como pero conocía a su profesora, estaba casi segura que le había visto en el ministerio o en alguna otra parte, pero lo cierto es que no tenía claridad de recuerdos. Otra cosa que noto con la llegada de las demás es que había ahí una bruja que recordaba, le parecía muy familiar como si hubieran coincidido en vidas pasadas, pero se contuvo de correr a abrazarla.

 

-Bien mi nombre es Bodrik Lockhart- Alcanzó a decir antes que la profesora se despidiera. Esperaba que tanto ella como sus compañeras la reconociesen y si no, seria en otro momento porque ahora tenía que concentrarse en sobrevivir a ese lio.

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Catherine

La mujer arribó a la clase y pensó con sinceridad que lo haría de última; así fue, aunque tuvo la suerte de que la mujer ante ellos fuese totalmente directa y no se detuviese a señalar pequeños detalles como esos (y la verdad, le agradó su actitud, aunque estaba segura de no haberla visto en su vida).

 

Al igual que la mujer que les impartiría la clase, iba vestida con túnica, aunque la suya era de cortes simples y sobrios, todo de un monocromático gris, sombrero incluido. Richard le había regañado quizá por quinta o cuarta vez en el mes acerca de ese aspecto en particular pero la bruja había dejado de prestarle atención. No podía respetar de ninguna forma sus atenciones a la moda muggle.

 

Tomó el libro y el pergamino que la bruja les había indicado poco antes de largarse. Catherine conocía las pociones por haberse criado entre ellas, por lo que avanzó por la entrada del laberinto que tenían delante sin siquiera detenerse a pensarlo, notando que sus compañeras se abrazaban, poco antes de que la luz fuese absorbida, casi como si el laberinto tuviese una gran boca. No era que estuviese precisamente oscuro allí dentro, pero se sentía observada y el aire no era puro.

 

Sea como fuere, si tenía que enfrentar algo dentro, pues que viniera de una buena vez que por lo que a ella respectaba le cansaban los rodeos.

 

Aquel lugar le recordaba a algo, aunque no era capaz de detenerse a pensar lo suficiente como para hacer memoria. El libro no le entraba en el bolsillo de la capa, por lo que en su lugar metió su varita. Agradeció haber acudido con botines y, cuando ya llevaba un corto trecho, le pareció notar que ya había pasado por allí ¿o era quizá su imaginación? Siempre había sido malísima orientándose.

 

Decidió pues hacer el encantamiento para la dichosa brújula que la profesora les había sugerido. Después de todo, al menos así tendría una idea, aunque sólo fuese vaga, de a dónde dirigirse.

 

 

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Demisit lacrimas dulcique adfatus amore est 

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Mistify enarcó una ceja y no alcanzó a decir ni media palabra a la mujer antes de que desapareciera. No estaba allí para tomar una clase de Pociones, sino que quería presentarse como Directora de la nueva Universidad y además hacer un recorrido por el laberinto para decidir si la clase cumplía con las especificaciones que le habían dado a la profesora semanas atrás.

 

Sin embargo se encontró con un libro de Pociones entre sus manos y rodeada de un grupo de bruja que prácticamente no tenía idea de lo que seguía a continuación.

 

 

- Esto no es lo que esperaba – murmuró dándole un primer vistazo a la especie de manual avanzado de pociones y pensando que quizás no importaba que Heliké estuviera presente, podía hacer el recorrido por ella misma y así sacar sus propias conclusiones.

 

 

Cerró el libro y aspiró profundo antes de hablar.

 

- Parece que tendremos que hacer lo que podamos – una de las presentes ya estaba realizando un encantamiento sobre su varita para orientarse – Solo espero que no haya ningún lago enlodado – recordó para si misma lo que había pasado en la anterior clase de Artes Oscuras, en la que su túnica blanca había quedado del color gris de una piedra.

 

Y estaba blanca otra vez. Impecable de pies a cabeza. Una túnica larga, de mangas amplias que casi rozaban el suelo y cuello alto. La cabellera lacia descendía sobre los hombros como tinta dorada y llegaba casi hasta la mitad de su espalda. Lo único oscuro en ella eran sus zapatos.

 

Catherine terminó su conjuro. La varita osciló durante unos segundos hasta quedar rígida señalando en línea recta hacia el norte, tal cual lo había dicho la profesora.

 

- Bueno, supongo que debemos entrar – cada una de las brujas se detuvo frente a una de las entradas. Ni bien Mistify dio un paso adelante, el laberinto cerró su abertura tras ella. La bruja suspiró y sacó su varita mágica de entre los pliegues de la túnica, sosteniendo con su otra mano el libro que le habían entregado, sin dejar de dedicarle miradas al entorno en búsqueda de lo que sería la primer prueba, según las indicaciones de Heliké.

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-Una nueva clase de conocimientos…-siseó la Ángel Caído desviando su vista hacia el laberinto-Se parece a uno que vi dentro de una película muggle…-agregó encogiéndose de hombros sintiendo la pesadez de un libro en su brazo derecho-Vaya, vaya…-rodeando sus ojos ya podía imaginarse toda la clase de trampas y artimañas que les esperaban dentro de ese peculiar sitio-Nos tocara armar pociones al por mayor, ya me veo poniendo en práctica mis conocimientos en…-quedando en silencio de golpe automáticamente apareció su varita en su surda-Estoy segura de que será una experiencia inolvidable…-entornando sus orbes azules hacia uno de los accesos se adentró en este sin temor alguno-Veamos que esconde el mago dentro del sombrero…-tarareó avanzando con sumo cuidado por el terreno.

 

Sus sentidos se agudizaron con cada paso que daba, no perdería de vista el camino que le condujo hacia esa zona tan misteriosa. Le gustaba lo desconocido y enigmático, pero pocas veces se gozaba ser el sujeto de experimentación, no le desagradaba la idea de aprender hacer una que otra poción que le diera un nuevo elemento que agregar a su bitácora personal-Como sea…-terciando una media sonrisa desvió su vista hacia Misty. No pudo olvidar el altercado con la túnica blanca de la Directora de la Universidad, solo esperaba que la misma no quisiera ajustar cuantas con la Croft dentro de esa asignatura. Había sido demasiado osado su accionar dentro de la clase de Artes Oscuras, pero eso ya era cosa del pasado.

 

-Crear una protección infalible…-musitó para sus adentros recordando sus antiguas clases de pociones en Hogwarts, no era lo mismo crear una poción elemental dentro de un aula a intentar hacerlo bajo la presión de un cúmulo de trampas que esperaban ansiosas a las alumnas de la Rambaldi-Piénsalo bien…-se repitió una y otra vez como si se tratara de un mantra-Que sea lo que tenga que ser…-elevando su oscura varita apunto a uno de los setos que formaban parte del laberinto-Morphos….-transformando este en una mamba negra que le serviría como protección en determinado momento. El ambiente estaba demasiado viciado dentro de ese lugar, no alcanzaba a hilar con claridad sus ideas y eso le desesperaba un poco a decir verdad.

 

-Resta ir por el dichoso traslador…-sorteando el camino con sumo cuidado le ordeno a su mamba negra seguirle en todo momento. Todas las chicas que formaban parte de esa clase tendrían que echarse una mano o podrían pasarla muy mal sin lugar a dudas. Conocía a Misty, pero no podía decir lo mismo del resto de chicas que estaban en compañía de las dos mortifagas. No era la clase de persona que confiaba en todos y tenia fuertes razones para mostrarse de ese modo ante los desconocidos.

Cuando eres tan grandiosa como yo, es difícil ser humilde

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Básicamente ya eres la mitad de una maldición

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Estando en su despacho se dio cuenta de que el pergamino había cambiado drásticamente, al menos en el lugar en dónde ponía el nombre de sus alumnas. Se sumaron dos más. A una de ellas sólo la conocía de oídas y a la otra, por ser su Alto Rango dentro del bando. Sonrió para sus adentros. Ahora más que nunca deberían de enseñar todo su potencial mágico dentro de ese laberinto además de fabricar pociones. Había dejado los pergaminos pero al menos éstos se multiplicaron al entrar más pupilas.
Sonrió y no pudo evitar hacerlo macabramente. En la pantalla parecían dispuestas a entrar y a llevarse su certificado costara lo que costara. Evidentemente tendrían que de mostrar algo más que habilidad. La primera prueba tendría pronto lugar y no sabía si lo harían en grupo, por parejas o individualmente.
Pero al menos en el pergamino les indicaría lo que tendrían que hacer, por supuesto, no serían todo ventajas, por supuesto para ellas. La bruja tomó un sorbo de su whisky de fuego además de darle una calada a su cigarrillo.
Mientras tanto, en el laberinto
***
En el interior del pergamino había instrucciones claras para hacer un brebaje explosivo. Pocos conocían los detalles de hacerla incluso la que se vendía en el Magic Mall, pero ahora las jóvenes tendrían su oportunidad para experimentar y hacerla según su criterio.
Éste se abrió y en su interior tenía éstas palabras.

Instrucciones a tener en cuenta.
*para localizar el centro del laberinto, usar el encantamiento "brújula". Situado al norte del mismo.
*Se puede hacer ésta prueba por parejas, en grupo o individual.
*Realizar una poción explosiva, su principal ingrediente procede del Cuerno de Erumpent.
*Esperar al menos una hora para que la cocción sea exitosa, con todos los ingredientes.
*Embotellar el líquido con cuidado.
*Habrá dementores cerca del caldero, hay que repelerlos con un encantamiento patronus.
*Cuando la poción esté realizada y pasada la primera prueba, se podrá escoger sólo una de éstas pociones: Filtro de los Muertos en Vida, Esencia de Díctamo, Poción Reabastecedora de Sangre, Poción Matalobos. Éstas están guardadas en una cajita de madera cerca del caldero, pero no se podrán coger hasta terminar completamente la primera prueba.
*Guardar con cuidado la botellita dentro de una bolsa para su próxima utilización.

 

 

***
Y ahora sólo cabía esperar.
Editado por Heliké Rambaldi Vladimir
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Su rostro pétreo permanecía inexpresivo ante la nueva encomienda, no le molestaba tener que echar un montón de ingredientes dentro de un inmenso caldero. Tampoco tener a una horda de dementores que le succionarán los buenos o malos recuerdos que pudiera tener, ya no le importaba perder los despojos que quedaban de humanidad en ella, ya que la consideraba sobre valorada e inexistente en su persona-Pues manos a la obra…-esbozando una sonrisa desprovista de toda emoción hizo uso del hechizo brújula-Situarla hacia el norte…-siseó para sus adentros separándose del grupo de chicas, le gustaba trabajar de forma individual y se sentía mucho mas cómoda haciendo las cosas a su modo

 

-Estoy esperando…-chasqueando la lengua sintió un aire gélido que le ascendía por la espina dorsal-Justo a tiempo…-cerrando sus ojos con fuerza, se sumió en un cúmulo de sensaciones dolorosas y lacerantes, provocando en ella que todo se volcará a un pasado que revivía sin esperarlo.Todo se remontó a una noche de Enero hace más o menos 10 o 15 años, no recordaba con claridad la fecha exacta, no daba con el sitio donde se desató esa batalla contra los de su especie-Era una vampiro original…-la voz del anciano acusaba a la rubia de orbes lapislázulis-Mejor dicho es una vampiro original…-reafirmó su acusación de forma tajante y definitiva-Enamoro a dos jóvenes inocentes, no tiene perdón lo que ha hecho ella y cada uno de sus hermanos dentro de nuestros dominios…-elevando la antorcha que sujetaba con su diestra dio la orden para que la apresarán-Debe morir…-dictando una sentencia condenatoria contra la Malfoy, no le quedo más que asumir su destino.

 

Gritos, zancadas profundas y vitoreos se dejaban sentir por toda Australia, arrastrando el odio que por generaciones era profesado contra los vampiros originales. Su cuerpo se retorcía contra el suelo, contorsionándose violentamente alcanzó a sentir la oscura madera de su varita, aferrando esta con astucia y pericia sentenció con la voz adolorida-Expecto Patronum…-confiando en que la hidra que solía acudir en su ayuda apareciera formada por varios zarcillos de diversos tamaños que se unieron con fuerza, adoptando la forma corpórea de un ser puramente oscuro que ahuyento a los dementores. La fuerza poco a poco retornó a su cuerpo, sintiéndose agradecida con su Expecto le ordenó mantenerse cerca de ella en todo momento.

 

Sacudiéndose sus ropas retomó el camino hacia el Norte, confiando en que el Caldero estuviera donde lo indicaba el dichoso pergamino. Era una situación delicada, ya que no dudaba que los dementores fueran contra ella de nueva cuenta, pero ya les tenía preparada una sorpresa que estos jamás podría olvidar-Vamos por esa dichosa poción…-dejando el pergamino sobre una mesa comenzó a repasar todos los ingredientes de la lista-Veamos…-tomando el cuerno de un Erumpent vertió este dentro del caldero, sabiendo que el manejo del mismo tenía que ser delicado o le podría explotar en cualquier momento-Dejar que hierva a punto de ebullición y luego de eso…-relamiendo sus colmillos cargados de ponzoña confiaba en que su brebaje saldría a la perfección.

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Mistify se adelantó en el laberinto, los caminos eran sinuosos y tuvo que volver sobre sus pasos en varias ocasiones a pesar de que seguía las instrucciones de su varita mágica que señalaba insistentemente hacia donde estaba su objetivo.

 

Apartó una rama e hizo a un lado unas cuantas malezas con el pie antes de tomar la próxima bifurcación al final de la cual habían ocultado convenientemente un caldero. No recordaba la última vez que vió uno como ese, era antiguo y pequeño, de los que se utilizaban en las mazmorras de la Academia y anotó mentalmente agregar nuevos a la lista de necesidades de la Universidad.

 

Dentro estaban las instrucciones para realizar una poción… ¿Fluido Explosivo? ¿En serio? No tendría dificultad en hacerla, pero recordó las caras de las brujas al inicio del laberinto y se preguntó si aquello no sería peligroso para el alumnado. Volvió a anotar mentalmente. Tendría que hablar personalmente con la profesora Heliké una vez terminada la clase.

 

Usó su varita mágica para encender el mechero y sobre él, colocó el caldero de pesado hierro. Los ingredientes no eran muchos y cada una de las pequeñas botellitas tenía una identificación con un número y además indicaba que debía de hacerse con el contenido.

 

Mistify tomó la que tenía el número uno y la vertió. Esperó cinco segundos, como describía y echó la siguiente, revolviendo la mezcla que había obtenido en dirección de las agujas del reloj. Cuatro veces y media. La preparación comenzó a borbotear y tenía un olor ácido. La bruja arrugó la nariz y dejó que se cociera por cinco minutos.

 

Una espesa capa de niebla comenzaba a formarse a su alrededor y las hojas de los arbustos que conformaban las paredes del laberinto comenzaron a congelarse, a excepción de aquellas que estaban demasiado cerca de las llamas que calentaban el caldero.

 

- Dementores – pensó en voz alta la Malfoy mientras agregaba el contenido número tres y la mezcla lanzó una pequeña explosión al hacerlo. Ella no tenía un patronus, era una mortífaga y como tal no quería ni oir de realizar uno de aquellos. Sin embargo ¿qué podían hacerle aquellas criaturas que ya no lo hubieran hecho? ¿Extraerle el alma? No tenía ninguna. Sonrió amargamente mientras veía que hacían un círculo sobre el laberinto, tal como lo hiciera una bandada de buitres sobre un cadáver. Buscaban a su víctima, pero a ella la ignoraron por completo.

 

No tenía idea de qué hacer con aquella poción, ni si le serviría para más adelante, por lo que apagó el mechero y tomó la pequeña cajita de madera que había aparecido en el momento justo en que finalizó la poción. Había cuatro minúsculas ampollas en su interior y una quinta vacía. La tomó y metió una porción del fluido que había estado realizando para luego volver a depositarla en el mismo lugar. Cerró la caja y la guardó en el bolsillo interno de su túnica blanca para continuar su recorrido.

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Bodrik ¡Bodrik! Claro que recordaba a aquella dulce bruja de la que fue compañera hace tanto tiempo, la familiaridad y confianza que la presencia de la bruja le inspiraban no podían deberse al azar. Sin embargo, Emily consideraba que la clase de pociones no era precisamente el mejor lugar para compartir experiencias, más aún cuando todavía era el incomprendido arte de las pociones.

 

Imitó a una de sus compañeras que había llegado recientemente y se internó en el laberinto. Miró hacia atrás en el momento justo para observar como la entrada se cerraba, experimentando una ligera sensación de claustrofobia al verse rodeada. Sonrió con algo de tristeza, en ese momento trabajar sola, al menos por ahora, le parecía la mejor opción posible.

 

-Veamos- murmuró mientras caminaba distraídamente desenrollando pacientemente el pergamino.

 

Hizo un movimiento rápido con la varita poniendo en funcionamiento el encantamiento "brújula" comprobando, para su sorpresa, que iba en la dirección correcta, a pesar de haber tenido que regresar sobre sus pasos un par de veces. Tan correcta que notó como el frío repentino calaba hasta los huesos y aquella sensación de tristeza, y sobre todo soledad, comenzaba a surtir efecto dementores. Le fastidiaba que le recordaran todas sus debilidades, las cosas que había dejado atrás y por sobre todo, odiaba el hecho de no tener chocolate cerca para recuperarse.

 

-¡Expecto Patronum! - dijo inmediatamente. pero nada sucedía, claro, los recuerdos que generalmente usaba tenían alguna relación con eventos que ahora no recordaba o que solo eran confusión en su cabeza. Contuvo la respiración por unos segundos e intentó pensar en qué la había hecho feliz en el pasado ¿su graduación? Tenía una sensación agridulce pero el estar rodeada de gente querida, entonces, era lo más cercano a la felicidad que pudo pensar en ese momento...

 

Lo intentó una vez más, resultando exitoso en esa oportunidad. De la punta de la varita salieron los hilos plateados que formaban su patronus. En ese momento no recordaba cuándo había sido la última vez que había necesitado de su ayuda. De inmediato sintió la paz y protección que aquella invocación de luz otorgaba a sus creadores, alejando toda la oscuridad que pudiera amenazarla. A pesar del patronus no bajó la guardia, sabiendo que en cualquier momento los dementores podrían regresar.

 

Se apresuró, consciente de que había perdido mucho tiempo. Revisó su ejemplar de Pociones Avanzadas buscando instrucciones adicionales a las del pergamino; según el libro, podía usarse el cuerno, la cola o el fluido del erumpent en combinación con los otros ingredientes, por lo que Emily decidió usar completo el material que le habían dejado. Amarró su cabello con un simple lazo y empezó a preparar el pesado caldero siguiendo las instrucciones al pie de la letra, nada difícil hasta ese momento, lo complicado era el manejo del cuerno.

 

Lo tomó con cuidado, sin evitar preguntarse cómo había hecho Heliké para conseguir sendos cuernos para cada estudiante, sabiendo que un error, por pequeño que fuera, podría provocar una explosión. También le sorprendió, para bien, la elección de la poción, el brebaje explosivo era tan fácil como peligroso. Inspiró profundo al momento de levantar el cuerno y llevarlo hasta el caldero, depositándolo muy despacio. Esperó por unos segundos conteniendo la respiración y contó hasta tres mentalmente hasta sentirse segura de que nada malo sucedería. Ahora solo restaba esperar una hora.

Editado por Emily Cartwright

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