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Conocimiento de Maldiciones III


Mistify Malfoy
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El taconear de su calzado oscuro resonaba fuertemente por los pasillos de la Universidad, mientras Brardolla se dirigía a paso veloz hacia el sitio donde había sido citada aquel día. Faltaba un minuto para que diera el mediodía y se encontró con la clase comenzando, justo cuando ingresaba sigilosamente en el despacho de quien estaba a cargo de la materia de Maldiciones. Conocía a la bruja desde hacía tiempo, no sólo por ser la Directora de la afamada institución facultativa, sino también porque había estado al frente del bando tenebroso cuando la matriarca Croft sólo era una iniciada, aunque nunca habían mantenido una estrecha relación.

 

Decidió no interrumpir la explicación de la profesora y aguardó en silencio, apoyando sus manos sobre el respaldo de una de las sillas repartidas por la habitación. Ni siquiera atinó a sentarse, simplemente esperó de pie a que Mistify y el resto de sus compañeros culminaran con los comentarios sobre la misión que se les había propuesto llevar adelante. Para ella no había dudas: allá donde estuviese la aventura, era donde la llevarían sus pasos, incluso cuando aquello significara tener que poner en riesgo su propia vida.

 

Había oído la historia de la bruja mencionada por la profesora hacía muchos más años de los que tenía noción, y aunque la mayoría de los magos la habían tildado de leyenda, Brardolla se había tomado el tiempo de hacer su propia investigación de los hechos y así comprobar que se trataba de una historia verídica. No obstante, apenas había descubierto su relación con la Luna Roja mediante el relato de la Directora y no pudo evitar sentir cierta emoción y curiosidad al respecto, provocándole un notorio subidón de adrenalina.

 

Antes de que las voces cesaran por completo, se acercó hacia el escritorio donde se hallaba el pergamino que la rubia Malfoy les había enseñado y lo firmó dedicándole una sonrisa a la mujer. Para una bruja de su experiencia no era necesaria tanta explicación, por lo que, sin dudarlo ni un momento, había decidido partir junto al resto de los que se animaran a adentrarse de lleno en aquel encargo. Una sonrisa de satisfacción se instaló en sus labios al ver a su amiga Ainé firmar también el papeleo y, con un gesto afirmativo de su cabeza, le hizo saber que había tomado la mejor de las decisiones.

 

Si tu amor no se atreve a acompañarnos, puede quedarse tranquilo de que me ocuparé de traerte a casa sana y salva... Quizás más salva que sana, pero igualmente vale, ¿cierto? —bromeó, haciéndole un guiño de ojo a la bruja de cabello azul y clavando sus ojos grises inquisitivamente en su acompañante. Estaba segura de que él también aceptaría la misión, teniendo en cuenta su experiencia, pero aún así tuvo la necesidad de analizar sus gestos previo a su resolución final.

 

Acomodó su túnica negra, estirando los casi imperceptibles pliegues que se habían hecho sobre la tela, y peinó su cabello castaño con un movimiento rápido de su mano, más bien por costumbre que por real menester. El resto de los presentes comenzaba a pararse de sus lugares, justo cuando un joven que había ingresado en el despacho minutos antes tomó la palabra. Al parecer, quería unirse a la contienda y se podía ver en sus facciones que sólo esperaba una respuesta afirmativa por parte de la Directora de la institución.

 

 

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Un mago con túnica verde botella, había entrado y ante su saludo hice una inclinación como respuesta. Bastante interesante fue lo que comentó así como sus preguntas. De igual forma otra bruja que llego dijo con bastante soltura:

 

---Daños colaterales--- Y también firmó. Estaba dispuesta tanto como yo, pero al igual que el mago también realizó preguntas. La profesora tomo asiento y su espalda se recargó en el respaldo de su elegante silla, en cuanto nos indicó que tomáramos asiento, lo hice de inmediato, algunos permanecieron de pie.

 

Expresó la profesora:

---Parece que esto será largo--- Me alegre entonces de haber tomado asiento. No entendi por que rehusar a estar cómodo.

 

Tamborileó los dedos, seguramente decidiendo como o que empezar a responder de aquello que los magos requerían, que pensándolo mejor, sería mucho muy útil toda información para lograr la encomienda.

 

Se dirigió al mago recién llegado-Elessar---- Es una historia larga y variopinta---Tras un suspiro, escuche a la profesora llamarme.

 

---Si profesora?---Escuche con atención su petición---Por supuesto Madam, al momento.

 

Me levanté y me encamine prestó al encargo y regrese detrás de su secretaria. Volví a sentarme y la secretaria tomo nuestros pedidos. A su regreso, entrego a cada uno lo que solicitó, me agrado el rico aroma de mi té de frutos rojos, entonces la profesora volvió hablar...

 

---Bien, ahora que todos estamos cómodos...--- E inició el resumen de aquella bruja, pero solo lo que se refería al principio de su historia, me sorprendió los datos históricos y luego pasó a dar respuesta a las preguntas de los magos que a poco se habían agregado al grupo.

 

Fue así que agregué interesantes datos a los ya expuestos con anterioridad, la profesora mencionó a todos una segunda opción para tomar la clase y era buscar registros de maldiciones en la biblioteca de Alejandría.

 

¡La gran biblioteca de la civilización griega! Con más de 900, 000 manuscritos. Si bien recordaba los Ptolomeos, en su afán de hacerla la mejor, dedicaron grandes sumas de dinero a la adquisición de libros con obras de Grecia, Persia, India, Palestina, África...¡diez estancias dedicadas en su totalidad al saber!

 

Una oferta por demás interesante, ¡libros!¡mis más leales amigos! debería escoger, ¿cierto?¿la aventura en la lectura o la aventura del hacer? ¡vaya cosa!...bien, la cuestión es clara, los libros seguirán ahí, la oportunidad de probar que tan experimentado estoy era marchar en aquella empresa.

 

Con resolución, me puse de pie y seguí al grupo para iniciar aquel "trabajo".

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Señorita, por ahora. O hasta que engatuce a Jocker lo suficiente como para llevarme al altar —bromeó dedicándole una media sonrisa al mago que aún se mantenía callado, pero expectante. La relación entre ambos no mantenía etiquetas y nunca hablaban de planes a futuro, pero sabían la importancia que tenía el uno para el otro. Aún así, Ainé no perdía tiempo para incomodarle con amenazas más directas sobre su estado civil siempre que se presentaba la ocasión. Si había algo que a lo que temiese Jock más que a los ascensores del Ministerio era perder su soltería. La libertad, ya era otra cosa.

 

Malfoy. Sí. A veces le sonaba tan raro escucharlo en boca de otros, pero intentaba esconderlo. Hacían pocos años en que Crazy había reclamado la paternidad de la sacerdotisa y que ella había comenzado a utilizar su apellido, pero el empeño de su padre por criarla como una Malfoy venía de mucho antes. Por eso todos las vacaciones Ainé pasaba tiempo en la mansión familiar, así como con Mackenzie, su compañera de travesuras y aliada, por la que ya sentía total fidelidad y devoción de antes de confirmar que era su media hermana.

 

La Warlock extendió su mano y un capa negra como la noche más oscura y en apariencia, densa e indestructible, se apareció en ella. Cubrió sus hombros y la aseguró con un nudo de hilo dorado que caía sobre su pecho. El manto caía armonioso a ras del suelo y ella parecía cómoda con ésta. La capa tenía una capucha con la que podía ocultar su identidad; no la usó en aquel instante pero agradeció para sí el tenerla. Muy seguramente tendría que necesitarla más adelante.

 

Recuerdo el episodio del Ministerio. Estamos trabajando para que cosas así no vuelvan a ocurrir —su cargo en el Ministerio le daba acceso a información privilegiada y siempre que podía la usaba a su favor. La Información era poder y el poder llevaba a algo más. Sacudió su cabeza, despejando unos recuerdos que prefirió olvidar y continuó— ¿Dice, entonces, de aparecer en Winchester? Puede ser una caminata larga: 11 horas o algo más. Siendo una zona tan boscosa seguro que encontraré alguna planta exótica y de grandes propiedades a la que pueda sacar provecho. Se me da muy bien la herbología —y deseó contar con viales suficientes entre la túnica o los bolsillos de su capa.

 

Claro, no dudes en hacerlo, querida. Cuando no te entretienes tanto cuidando tu apariencia, puedes ser de ayuda —respondió Ainé al comentario de Brardolla, que ya se había unido al grupo y parecía más que dispuesta por comenzar el viaje. No esperó a que respondiera y se volvió hacia Mistify— ¿Aparición conjunta o nos dividiremos en grupo para ocupar más espacio?

 

Ya quería partir. Necesitaba ver con sus ojos a esa bruja y sobre todo, necesitaba una aventura.

Editado por Aine Malfoy

 

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Las indicaciones de la profesora Malfoy, eran muy claras para la joven, esta clase iba a hacer muy divertida, llena de peligros y maleficios que solamente esa maestra pudiera enseñar, tras lo que fue unos minutos a la Potter Black le entregaron el papel para firmar, cosa que le causo un nudo en el estómago. <<Gracias a la diosa, Sagitas sabía de la existencia de su hijo y esta le iba a dar todo su dinero y propiedades>>. Sonriendo la joven firmó con su elaborada firma y coloco el papel en el lugar indicado. Luego tomo asiento un poco apartado de varias personas para así poder estar tranquila.

 

--Me parece interesante... La palabra correcta diría yo sería.. Llamativa la misión, solamente será que se podrá hacer ¿un resumen de lo que se nos espera? digo, en respecto a como se debe matar a esa desdichada mujer, ya que veo que su capacidad para aumentar su poder es muy audaz.. no dudo que se deje matar así por arte de maleficio... Solo doy mi opinión...--

 

Tras decir esto, Aysha tomo aliento para evitar sonreír al ver a su sobrino ir a la búsqueda de bebidas, pero eso no le afecto tanto hasta que uno de aquellos recuerdos de la Potter Black le vino a la cabeza, esa historia de aquella prisión, en aquel lugar apartado, muy lejos se la había contado su madre Antara Black y su Padre Ludwig para que se fuera a dormir temprano ya que era una historia de terror. Increíble, existía.

 

Con un largo suspiro para tranquilizarse, la bruja miro a los ojos de la profesora Malfoy para ver que podía decir de las opciones de muerte de aquella mujer. Todo era muy hermoso, peligroso y divertido así que para la aspirante al bando tenebroso eso debería ser un día mas de acción en el campo, con una media sonrisa miro a sus nuevos "compañeros" e intento ser amable como era normal en ella.

 

--Señorita Malfoy, me parece mas segura es la aparición conjunta... puede ser mas rápida y mas efectiva, sin ningún tipo de contratiempo... creo que no tenemos mucho de dicho recurso ¿no? A lo mejor, inmediatamente nos podemos poner en marcha directo hacía la montaña en formación defensiva... todo es táctica de guerra... --

 

Sonriendo un poco miro a Aine Malfoy. La verdad, Aysha necesitaba realmente una misión algo salvaje, unas cuantas muertes y torturas para poder mejorar un poco su carácter que realmente estaba un poco sacado de onda.

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Los comentarios de Ainé se caracterizaban por el sarcasmo y, muchas veces, por la ironía, lo cual divertía mucho a Brardolla. Si hubiese sido otra persona quien le hubiera hablado de aquella forma, seguramente habrían tenido que trasladarla inmediatamente a San Mungo, pero la matriarca Croft conocía muy bien a su amiga y tomaba sus palabras de manera divertida. Aún así, no pudo evitar poner los ojos en blanco ante su acotación, con un atisbo de sonrisa formándose en la comisura de sus labios.

 

Lo siento, no puedo evitar verme así de bien... Quizás muchos deberían seguir mi ejemplo y tratar de aprender —dijo, alzando los hombros con gesto de despreocupación y dedicándole un nuevo guiño de ojo a su amiga, antes de volver su vista a la profesora, quien continuaba en su lugar, observando al resto silenciosamente.

 

Otra de las brujas participantes de la clase comenzó a dar su opinión al respecto y aunque Brardolla no escuchó una palabra, la miró durante todo su parlamento para no dejar en evidencia que no le estaba prestando atención. Sabía que lo que pensaran sus compañeros sobre aquella misión debía ser interesante, pero no estaba de humor para tanta charla. Como siempre, prefería llevar a cabo la acción y dejar de lado las palabras.

 

Podríamos fusionar ambas ideas —comentó, cuando Aysha culminó con su monólogo—. Es decir, nos trasladamos al lugar mediante aparición conjunta y, una vez allí, sí podríamos formar grupos para encarar la búsqueda. Siempre y cuando podamos mantenernos comunicados de alguna forma, claro está, para enfrentarnos todos juntos al poder de la hechicera cuando la hallemos. Si es tan poderosa como se dice, vamos a necesitar más que un mago o bruja experimentado.

 

 

 

 

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Mistify esperó pacientemente a que cada uno de ellos tomara su propia decisión. No iba a ponerle la varita al cuello a ninguno para que la acompañase. Las opciones estaban dadas, el que quería quedarse acompañaría a su secretaria hasta la Biblioteca de Alejandría.

 

Como si hubiese sabido que estaba pensando en ella, la bruja bajita entró al lugar acompañada de un mago de túnica negra. El personaje se acercó hasta su escritorio y le solicitó unirse a la clase en calidad de oyente.

 

- No veo ningún inconveniente al respecto – le respondió - ¿Cuál es su nombre? – no conocía de nada al mago y sus ropajes no le daban indicios al respecto. Empujó uno de los pergaminos hacia el recién llegado – Asumo que ha escuchado de qué se trata la clase, si quiere participar tendrá que firmar el descargo.

 

Se puso de pie y caminó hacia la puerta mientras el resto del grupo seguía murmurando e intercambiando diálogos entre ellos. Descolgó del perchero una capa blanca y se la colocó, cubriendo la cabeza con una capucha del mismo color que caía sobre su frente y prácticamente no dejaba ver su rostro.

 

- Señorita Cecira, ya sabe las instrucciones que le he dejado ¿verdad? – la bruja bajita asintió – Bien. Si llega algún alumno retrasado le da las opciones. Si quiere venir con nosotros, hágale firmar uno de los pergaminos y sino, llévelo con usted. – cruzó el umbral de la puerta. Al final del pasillo se vislumbraban las escaleras de caracol que daban acceso a la torre que ocupaban. Se volvió hacia los hechiceros. - ¿Vienen o se quedan? – No esperó respuesta , atravesó el pasillo y se dirigió a la salida.

 

*****

 

La tarde británica recibió al grupo de magos y brujas con una llovizna que a Mistify no molestó. Hacía tanto que no salía del complejo de la Universidad que echaba de menos el clima británico, tan contrapuesto al egipcio.

 

Frente a ellos se elevaba una imponente catedral de estilo gótico, una de las mas grandes de Europa y en la que habían tenido lugar sucesos muggles muy reconocidos. Pero no estaba allí para enseñar historia muggle.

 

Gracias a la intermitente lluvia pasaron desapercibidos, porque la mayoría de los turistas muggles que anegaban el lugar llevaban de esos abrigos que utilizaban para no humedecerse tanto. Mistify prefería los encantamientos. Es por eso que las gotas de lluvia resbalaban sobre su túnica y caían al suelo sin mojarla.

 

- Aquí estamos – habían elegido aparecerse en grupo y quedado de acuerdo en que separarse no era una opción válida si querían tener éxito en la cacería de aquella bruja.

 

La magia estaba muy latente en aquel lugar. Ese tipo de magia que provenía de las fuentes primigenias y de las que tanto le había hablado Mackenzie y de las cuales ella misma había probado su poder el mes anterior. La reconoció de inmediato.

 

- Tendremos que llegar caminando. Las apariciones no están permitidas allí. Tal vez tardemos un día, así que tendremos que acampar. Asumo que todos han traído algo de utilidad ¿verdad? – no sonrió, su rostro era una máscara casi impenetrable. Conocer lo que pensaba la bruja era bastante difícil de saber.

 

Caminaron durante el resto de la tarde y hasta que la verde campiña inglesa fue interrumpida abruptamente por el mar. Utilizaron el tiempo para conocerse e intercambiar opiniones acerca de la mejor manera de capturar a la hechicera o de los posibles peligros y tipos de maldiciones que podrían afectar toda la zona.

 

Desde donde estaban tenían una vista panorámica de todo el lugar, aunque ya la luna había asomado por el horizonte. Blanca con un ligero reborde rojo en todo su contorno. Jamás la había visto asi. Tan grande, incluso parecía que estuviera más cerca.

 

El mar penetraba la tierra separando la cima en la que estaban de su objetivo al otro lado. Una muralla natural de roca blanca, era un paisaje estremecedor por si mismo y eso si eras solo un muggle que no podía notar la magia que llenaba el lugar. Mistify tenía la piel erizada. Percibía el peligro inminente y la presencia de aquel ser podía perfectamente sentirse desde allí, al punto que podría señalar con el dedo su ubicación exacta al otro lado del mar. Tenían que descansar.

 

****

 

La tienda de colores pardos se confundía en la noche inglesa. Se veía pequeña desde fuera, pero por dentro había tantas habitaciones como huéspedes, aunque algunos hubiesen preferido dormir juntos.

 

- Libérame – parecía decir el viento – Aquí estoy – susurraba al oído de los magos sin que las brujas pudieran oirlo. Suave, sensualmente femenino – Ven…

Editado por Mistify Malfoy

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Jocker, que escuchaba con atención el discurso de su madrastra, se mantuvo de pie, quieto en un costado de la habitación mientras llegaban nuevos integrantes a aquel selecto grupo de magos y brujas y firmaban lo que podría ser su sentencia de muerte.

 

Ignoró olímpicamente los comentarios respecto del estado civil de la bruja que desde algún tiempo se había convertido en su prioridad y en su exclusividad en cuanto a relaciones amorosas se trataba; tenían un acuerdo implícito, más poderoso incluso que un juramento inquebrantable, y por supuesto, mucho más efectivo y duradero que un documento civil que los uniera en matrimonio.

 

Sólo esbozó una leve sonrisa cuando Ainé bromeó con que no había logrado engatusarlo lo suficiente y devolvió la mirada inquisitoria de Brardolla acercándose a la mesa para firmar el documento que la Malfoy había dejado para todos. No emitió ningún comentario en el intertanto y es que sabía a ciencia cierta que aquello no era sino más que un duelo de palabras entre féminas que no tomaría como correcta ninguna aseveración dicha por nadie más que no fuesen ellas mismas.

 

El Warlock utilizó su varita de álamo para firmar con su nombre la eximición de toda responsabilidad del Ministerio de Magia de lo que pudiese o no ocurrir en aquella travesía, y se imaginó a Mackenzie gustosa de tener que desligarse de cualquier acusación por parte del Wizengamot que pudiesen llevarla a Azkaban; aunque seguramente con la cantidad de influencias que poseía en la actualidad como Viceministra de Magia, ni el más sabio Orden de Merlín se atrevería a acusarla de nada.

 

¿Vienen o se quedan? —escuchó decir entonces y no tardó en seguir los pasos de Mistify hasta la salida.

 

Mientras caminaba, imitó la acción de Ainé e hizo aparecer una capa de viaje que cubriría su atuendo por completo, aunque no se la puso sino hasta antes de desaparecer de aquel recinto universitario.

 

*****

 

La ola de turista que visitaba la famosísima catedral de Winchester atraídos por conocer y ver la sepultura de Jane Austen -famosa bruja entre los muggles por su literatura llena de lugares comunes entre el mundo ficticio y la cotidianidad de la vida misma- pasó por alto que el grupo de hechiceros apareció de la nada misma. Iban todos concentrados en proteger sus mapas y folletos de la suave lluvia que cubría el terreno que tardarían horas y más horas en recorrer.

 

Asumo que todos han traído algo de utilidad ¿verdad? —preguntó Mistify, obteniendo como respuesta de parte del ojimiel un ademán con la cabeza, mientras que con los dedos verificaba que entre los pliegues de su manga se ocultaba su varita mágica.

 

Mientras la mayoría comentaba posibles estrategias, Jocker se mantenía en silencio, esperando percibir algo que le indicase que se acercaban al lugar deseado, mas nada extraño o sobrenatural más allá de lo evidente se hizo notar.

 

Cuando el mar interrumpió su caminar, se dispersaron para lanzar hechizos protectores y repelentes de muggles. Ellos no eran simples turistas o universitarios con ganas de emborracharse o consumir sustancias alucinógenas frente al imponente oleaje que subía por efecto de la luna llena que parecía estar más cerca que de costumbre, y preferían la soledad y la calma antes de la agitada aventura que les esperaba.

 

La lluvia había cesado y la noche se despejaba a cada minuto que sucedía. Las estrellas fueron revelando su presencia con timidez, opacadas por el intenso esplendor de la luna que a cada segundo parecía entrar en combustión, amenazando con lograr la ebullición de todo el agua.

 

Jocker observó el acantilado a varios kilómetros de donde estaban y calculó mentalmente las distancias y dimensiones. Fue imposible no recordar aquel evento en el que, consumido por la excitación de ser autosentenciarse culpable ante el tribunal mortífago por atacar a un compañero de bando se había lanzado por un costado de la Fortaleza Tenebrosa; Se preguntó entonces si su madre conservaba aún aquel poder de manipular el espacio y el tiempo que lo había librado de la muerte en aquella ocasión. Seguramente no, y es que se trataba de una facultad adquirida por poseer el título de líder mortífago que ya no poseía y que se restringía a los límites del dominio tenebroso.

 

¿Te parece si vamos y echamos un vistazo antes de comenzar? —preguntó a Ainé, en un susurro, como si se tratase de una invitación amorosa para escabullirse de los demás.

 

Jocker tenía pensado abandonar al resto de sus compañeros y hacer alianza solo con aquellos cuyo poder mágico superaban la docena. No tenía ganas de proteger a nadie más que a sí mismo y a sus propios intereses.

אהבה מושלמת באה במהירות, וכל השקרים צורחים מושתקים


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Nada más hacer su petición, la directora aceptó al joven mago en la clase como un oyente, aunque para ser honesto iba ahí con la firme intención de aprender igual que sus compañeros, incluso se sentía menos experimentado que casi todos. Tomó una pluma, pero antes de firmar el documento miró a la profesora de la clase para contestar su pregunta.

 

Allen Abbadonia es mi nombre. He escuchado lo más importante, no tengo problema con ello.— Aclaró lo más sereno que pudo, sin embargo, una sonrisa pequeña se le escapó, no podía contener la emoción y el alivio de ser aceptado en el grupo. Leyó brevemente el documento para saber que estaba firmando, no pretendía retractarse, solo saber a que se exponía. Finalmente firmó y dejó la pluma donde la había encontrado.

 

El hecho de estar en calidad de alumno, le hacía sentir tranquilo. La ultima vez que había dicho su apellido a una Malfoy, más en especifico a Afrodita, había sido victima de un largo cuestionario sobre sus orígenes, su familia, su sangre y demás cosas. A juzgar por el temple de la persona a cargo de la clase, lo más seguro era que no se iba a interesar realmente, y si hubiese algo de eso, lo más probable era que se lo reservaría. Esta era la lógica de Allen ante el escenario.

 

Antes de firmas y después, principalmente las chicas hablaron mucho, sobre posibles estrategias y algunas cosas más que no eran de mayor relevancia, aun así el pelinegro escuchó lo más atento que pudo, después de todo estaba lo suficientemente incomodo en esa situación como para tornarla peor.

 

Con una ultima instrucción de la profesora a su asistente, avanzó a la salida del despacho para tomar rumbo a aquella misión, no sin antes hacer una pregunta a la que nadie respondió con palabras sino con acciones. Allen salió casi al final de la sala y siguió al grupo sin alejarse.

 

*****

Por medio de una aparición en grupo habían llegado a Londres, que a pesar de ser territorio de muggles, ninguno se dio cuenta de su llegada al estar resguardándose de aquella lluvia tan leve que caía sobre la ciudad. Allen levantó la cabeza al cielo y entrecerró los ojos, la sensación era refrescante y agradable, aunque ver un cielo tan tupido resultaba melancólico. Agachó la cabeza y volvió la mirada al grupo, los observó rápidamente pero su mirada al final se posó en Mistify que dio indicaciones sobre la forma en que iban a llegar: a pie.

 

Para el, caminar no era una molestia, al contrario era todo un gozo, el problema estaba en la compañia, no conocía a nadie y no se sentía en confianza de bromear ni cruzar más palabras de las necesarias, por lo que tomó casi literal el ser solo un alumno "oyente". Aun así, no iba ni al final del grupo ni al principio, iba más o menos en medio para enterarse un poco de todo. La tarde pasó, la caminata fue de bastantes horas, e incluso el que podía afirmar tener buena condición para estas cosas sabía que necesitaba un descanso.

 

Cuando los hechizos repelentes, protecciones mágicas y aquella tienda de campaña engañosa estuvieron debidamente colocados, era tiempo de descanso y posible esparcimiento. Allen optó por estar solo en un principio. Recogió un poco de madera seca de la vegetación cercana y montó una pequeña fogata a diez metros de la arena mojada por el impacto de las olas en la playa. Con un buen fuego a su izquierda, se quedó contemplando el mar como si de verdad tuviera algo interesante que mostrar al joven mago, pero no era así. Aunque también había algo ligeramente extraño, su hiperactividad se había desvanecido desde hace algunas horas en la caminata, ya no estaba ansioso, ni tan temeroso, ni emocionado, el ambiente era raro para el. Era posible que ante su inexperiencia mágica estuviera sucumbiendo a las maldiciones defensoras del lugar o a la influencia del poder de la bruja.

 

Libérame.— Escuchó Allen, pero aquello fue como un susurro directo en su oido, casi podia sentir la respiración de alguien cerca de el. —Aquí estoy.— Volvió a pronunciar aquella voz, una voz femenina, encantadora y persuasiva, que era como escucharla lejos y cerca al mismo tiempo. —Ven...— Aquella ultima palabra la arrastró de más la voz. Allen se estremeció, tenía la piel erizada y no sabía que pasaba. Su fogata a un lado por unos momentos perdió intensidad.

 

Lo haré...— Susurró muy bajito, como si respondiera una petición. La mirada del chico se ensombreció ligeramente, miró en la dirección donde se presumía estaba la bruja pero no hizo gesto alguno. La fogata a su lado recuperó la vida que tenía anteriormente sin explicación alguna.

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Se alegró de actuar conforme se esperaba, estaba en la universidad, tenia que ser serio y no actuar como niño. Se recordó a sí mismo: "Si no tienes algo inteligente que decir, mejor calla".

Escucho todo lo que su profesora y compañeros mencionaron y siguió las indicaciones.

 

El grupo realizó una aparición conjunta y llegaron a Londres, no le incomodo la lluvia, eran magos y utilizaban la magia para evitar la incomodidad de mojarse, la inconveniencia era que tenían que caminar pues no había otra forma de continuar más que esa forma, y no era difícil, en ese antes solo había caminado, el antes de saberse mago, por lo que no era necesario otro cuidado más el de seguir a la profesora y así lo hizo.

 

Mandaron todo el día y al llegar a la orilla del mar, dispusieron una tienda de campaña y con curiosidad miró dentro de ella, era la primera vez que veía una. Cuando acampo con el mago Reacon, habían ocupado una cueva, así que recorrió admirado las habitaciones, se preguntaba como designarían las mismas, pero fue a lo que parecía la sala y se sentó encima de unos cojines, ahí comenzó a reflexionar.

 

La profesora había mencionado que habían previsto lo útil para aquella misión y se cuestionaba con extrañeza ¿es que necesitamos algo más que nuestra varita?

 

Pasó la punta de su lengua por los labios para humedecerlos y luego mordió su labio inferior, repaso mentalmente la poca información que leyó sobre maldiciones y se preguntaba que le depararía esta aventura.

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Oh, señor Black Lestrange, ¿planea engatuzarme con promesas dulces de amor eterno a la luz de la luna y tras algún arbusto? Creía que habíamos superado esa etapa o que a mí ya no me quedaba más que entregarle —aún así, tomó su mano y accedió a la invitación, sellando el pacto con una sonrisa, siguiendo los pasos de su amante.

 

Aunque habían caminado un trayecto considerable, no se sentía tan cansada como esperaba. El clima húmedo y la llovizna soportable pero permanente, había ablandado el terreno del bosque, y estos eran aún era más palpables conforme se alejaba de las comodidades mágicas que les confería la tienda de campaña. Ya no vestía de blanco, llevaba una túnica oscura que sería mucho más adecuada para la situación en la que se encontraban. Cuando la mujer creyó verse lo suficientemente alejados de lso otros magos, se volvió hacia el ojimiel.

 

¿Imaginaste un grupo más variopinto? Casi parece un coctel molotov. Aunque seguro que te ha gustado encontrarte con tu madrastra —cerca de su pie, reconoció una planta con grandes propiedades. Tomó un vial de su capa y cogió raíces de una variante de asfódelo que brotaba en aquella ubicación. En sus ratos libres había estado probando mezclas nuevas con resultados sorprendentes. Aseguró el vial y lo devolvió a su lugar, dentro de la capa de viaje—. Entonces, ¿me cuentas qué traes entre manos, o planeas sorprenderme?

 

Un estruendo recorrió todo el largo y ancho del parque, seguido por un quejido lastimero y profundo, nacido del más terrible de los miedos. Parecía que algo se había desatado. Algo que poco podía controlarse o que podía superar a más de uno. Aquello era el comienzo de lo que les había traído allí. El episodio cortó el beso entre ambos, aunque Ainé mantuvo la mirada fija en Jocker, buscando respuestas a preguntas que ella desconocía.

 

 

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