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That is not my name
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La cita había sido hecha ya, lo único que faltaba era mi contrincante. Miré mi reloj de mano rápidamente comprobando que todavía faltaban cinco minutos para la hora acordada pero había llegado antes ya que yo había sido el insistente de realizar una serie de encuentros con aquella bruja mortífaga que me había encontrado en alguna batalla y que tenía como vecina, claro, ninguno de los dos sabíamos la identidad del otro. Hoy no sería la excepción, mi luz mágica cubriría mi identidad.

Esperaba que aquel sitio fuera del completo agrado de mi contrincante ya que había sido en uno de los primeros sitios donde me había entrenado cuando recién ingresaba a la Orden del Fénix tantos años atrás ya. Era bastante sencilla la habitación midiendo tan solo ocho metros de largo por seis de ancho obligándonos a estar a una distancia razonable entre ambos duelístas ya que, en cada esquina de la habitación se encontraba una estructura de madera de dos por dos metros fijada contra el suelo y las paredes, así no podríamos alejarnos más de ocho metros el uno del otro ni en posición diagonal.

Había dos ventanas en la pared contraria a la puerta, las de ocho metros, separadas por cuatro metros y midiendo un metro y medio cada una; unas cortinas viejas las adornaban ondulando con el viento que entraba de vez en cuando. Así mismo se encontraban dos ventiladores en el techo funcionando con una velocidad baja, simplemente para hacer circular el aire en la habitación. En el lugar una cantidad de muebles limitada: tres sillones individuales, uno de dos plazas, dos escritorios, un archivero y ya uno se sentía agobiado en dicho espacio encerrado.

Mi conjunto de pantaloncillos cortos, tenis y playera era perfecto para la primavera, mi varita en la mano derecha fuertemente agarrada esperaba poder ser utilizada. Alcé mi mirada en cuando escuché que la bruja llegó por aquella puerta y me levanté de uno de los sillones individuales y le hice una leve reverencia estando a unos cinco metros de distancia.

- ¡Silencius! - Apenas íbamos comenzando con el duelo y ya le había mandado un efecto para mantenerla en silencio durante los primeros instantes, prefería limitarla con su respuesta.

Me encantaría ver el desarrollo de dicho duelo, llevaba mucho sin enfrentarme a un mortífago porque parecía que todos andaban muy ocupados últimamente, ¡ni siquiera me habían dado caza a mi regreso! Ahora yo tendría que presionarlos para poder medir mis fuerzas y saber que tan bien entrenados estaban del otro lado, de ese lado que dominaba la magia oscura.

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Me había quedado de ver con un chico para tener un duelo solo porque había estado duro y dale con que quería tener un duelo, la verdad no estaba segura si era una trampa o no, pero igual me intrigaba lo que pudiera pasar. Guarde mi varita metiendola entre mi falda negra de pastelones y mi cuerpo. Sonreía mientras me colocaba mi mascara plateada sobre mi rostro, ataba mi cabello rojizo en una trenza suelta y le cambiaba el color a rubio con un simple hechizo. Me agache para estirar mis largas botas negras de cuero hasta mis rodillas, para finalmente colgarme mi chaqueta al hombro y salir rumbo a mi cita.

 

Al llegar al lugar concordado con el chico me extrañe de ver tantas cosas en un lugar tan pequeño, vi al hombre frente a mi, traía su luz en el rostro, cosa que no me sorprendía, era en algo que ambos habíamos quedado. Lo vi hacer una reverencia a la cual le resté importancia con un ademan de manos, no me interesaban esas formalidades con ese tipo de gente que tanto daño me hacía. Saqué mi varita mágica tomándola firmemente con la mano izquierda y apuntando al hombre frente a mi, colocandome a siete metros de él.

 

-finite incantatem- pensé para mis adentros finalizando el hechizo silenciador que me había enviado aquel ser.

 

Sonreí de lado debajo de mi mascara, voltee un poco la varita apuntando directo a uno de los sillones de aquel lugar con una sonrisita traviesa. De primera vista se pensaba que estaba apuntando al chico pero la verdad era otra.

 

-Morphos- el sillón comenzó a cambiar de forma en un ornitorrinco adulto, con sus espolones venenosos de sus patas traseras en forma defensiva. Agité la varita y el mamífero comenzó a caminar de forma rápida hacía Ishaya el cual solo estaba a medio metro del animal semi, ni mal lo alcanzó encajó sus espolones en la pierna derecha del mago inyectando su veneno paralizante en su torrente sanguíneo.

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Pensé de inmediato en un zancadilla para que aquella bruja cayera de inmediato al suelo por aquel lazo mágico invisible que la tomó de los tobillos, no podría moverse con facilidad y, de seguro, su capacidad para responder ante lo que sucedía en el duelo se vería severamente afectada, claro, no por las heridas del golpe sino por la cuestión estratégica del asunto.

 

Ella, por su parte, respondió con un morphos creando una bestia de mediano tamaño que me mandaba pero no lo iba a dejar así, al contrario, aprovecharía la situación utilizándolo a mi favor y que se regresara con su creadora para darle un bello detalle: envenenarla a ella.

 

- ¡Oppugno! - Conjuré hacia le animal y éste se detuvo en su ataque, dio un leve giro sobre su eje y salió hacia la mortífaga con una ferocidad impresionante. Esa era su orden, atacarla, envenenarla y seguirla atacando.

 

La velocidad de respuesta estaba siendo increíble y apenas comenzábamos nuestro duelo, si mi contrincante podía salvarse de estos movimientos podríamos considerar un poco el hecho de entretenernos durante bastante tiempo, es decir, al momento en que ella lanzara otro hechizo, el ornitorrinco llegaría hasta su posición y la haría su presa, algo irónico.

 

El tiempo pasaba y yo, yo caminé hacia mi contrincante desde que lancé mi primer conjuro para que, en este momento, nuestra distancia fuese de tan solo seis metros de distancia. Me gustaba el combate cuerpo a cuerpo.

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Las cosas se estaban complicando pero no me importaba, me gustaba tener un buen duelo o lo suficientemente interesante con un contrincante, la verdad no me lo esperaba pero a fin de cuentas era lo que había. Caí al suelo de bruces, más no me importaba porque desde aquí podía hacer lo que me importaba. Lance mi hechizo y mi contrincante rápidamente lo oppugneo. Negué ya que sabía que esto pasaría.

 

-Sectusempra

 

Apunté a mi propio ornitorrinco el cual murió en el acto, antes de que sus espolones venenosos siquiera lograsen tocarme; volviendo a ser el simple mueble que había sido en un principio. Aun en el piso me senté de rodillas moviendo mis pies de forma juguetona.

 

Voltee a verlo hacía arriba, sonreí y lo apunté con mi varita. Ladee la cabeza con una sonrisa divertida que el no lograría ver debido a mi mascara plateada. Moví la mano lentamente en lo que pensaba mi siguiente jugada, podía ser cruel y torturarle pero no tenía ganas, no aun.

 

-Furunculus

 

Un rayo violeta iba en dirección de mi contrincante el cual si le daba le provocaría una fea abracion en todo el cuerpo, generandole forunculos y pustulas hasta que este lo finalizara, esperaba le diera y ver como se llenaba todito de berrugas.

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La joven mortífaga decidió que lo mejor sería desistir de aquella bestia por lo que, en seguida, lanzó un fuerte rayo esmeralda contra el ornitorrinco para que se regresara a su forma original. Aproveché este movimiento para poder concentrarme en su calzado, sus botas negras que le llegaban hasta las rodillas, apunté a la de su pierna derecha y conjuré mi siguiente movimiento.

 

- ¡Morphos! - De inmediato se transformó en una víbora de Russell, con un tamaño de bajo promedio conforme a la masa de aquella bota. Su orden era morder la pantorrilla de la chica y envenenarla por consecuente.

 

Mi contrincante decidió lanzarme, por el contrario, un rayo de su varita y apenas pude reaccionar a tiempo... no tenía otro camino más que utilizar el escudo mágico para absorverlo por completo.

 

- ¡Protego!

 

Parecía que las cosas se iban a poner interesantes a partir de ese punto, aquella mujer iba a dar todo para dejarme fuera de batalla y yo, bueno, simplemente intentaba dejarla inconsciente con el veneno que recorría ya todo su cuerpo aunque sabía que utilizaría su primera oportunidad para poder curarse.

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El había logrado defenderse, cosa que no me sorprendía mucho que digamos, pero había morpheado mi bota en una serpiente, que cosa tan asquerosa, aun siendo mortifaga esos bichos no me gustaban. Me puse de pie y la pise con mi otro píe pero ya me había mordido; mi bota regreso a la normalidad así que la tomé en mi mano derecha y la apunte con mi varita.

 

-Morphos- la bota en mi mano cambio a una pequeña roca llamaba bezoar, la cual la metí en mi boca y la trague sin pensarlo, sabía horrible pero era lo que había si no quería morir envenenada.

 

Voltee a verlo, las cosas se complicaban pero había trucos que no utilizaría, no aun porque no valía la pena, esas cosas solo se utilizaban en batallas en masa cosa que no pasaba mucho últimamente pero era divertido imaginármelo gritando de dolor.

 

-Morphos- apunté a sus pantaloncillos dejando al chico en calzoncillos y provocando mi risa, pero lo principal era que su pantaloncillo se había transformado en un escorpión negro, el cual inyectó su veneno en su pierna derecha, dejando un gran abultamiento donde había picado, propagando su veneno neurotoxico por el sistema nervioso de mi oponente.

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Como era de esperarse, mi querida contrincante transformó un bezoar para poder curarse del envenenamiento, lo más curioso fue la forma de hacerlo. Se quitó a la serpiente de la pierna y la pisó, en seguida, para usar la misma bota con su morphos. Muchas complicaciones, muchas acciones en un momento pero, bueno, necesitaba continuar con el duelo.

 

- ¡Morphos! -Conjuré, ahora, sobre la otra bota que usaba la chica.

 

Esta vez era un pulpo sureño de anillos azules que, si bien era un animal marino, podría sobrevivir unos minutos fuera de su habitad. Se aferró a la pierna de la mortífaga para que no pudiera pisarlo y envenenarla constantemente. En vez de defenderse, lanzó un ataque contra mi persona pero no iba a dejar que me afectara, por lo que tiré rápidamente el escorpión y lo pise para que no me hiciera daño dejando mi pantalón en el suelo por la muerte del animal.

 

- ¡Silencius! - Conjuré ahora, para dejar callada a la mujer.

 

Sabía que se tenía que volver a curar, por ello debía de dejarla bien calladita para que no hiciera ningún conjuro verbal y que se ahogara con el veneno de mi criatura. La situación se estaba acercando a un punto crítico, veríamos que era lo que lanzaba para librarse de mis ataques con esos obstáculos.

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¿Qué es lo que haría? Oh vamos Jessie, eres buena en duelos, solo piensa un poco y haz algo para que este chico pierda el tiempo defendiéndose en lo que te terminas de curar. Me reñía a mi misma por haber caído en su trampa, pero ya había pasado lo que había pasado y el bendito pulpo ahora estaba muerto y de regreso a ser una bota puesto que lo había pisado después de habérmela quitado de encima.

 

Apuntando al pecho del chico pensé lo más claro que pude Seccionatus viendo como doce medias lunas cortantes, veloces y resplandecientes, salían de mi varita para ir directamente contra el cuerpo de mi oponente. Al fin podía hablar pero lo mejor era seguir atacándole antes de que este hiciera algo.

 

-Silencius- el efecto fue instantáneo, dejando al chico mudo de un momento a otro, ahora si podía hacer lo que tenía en mente.

 

Pero aun así el efecto del veneno comenzaba a hacer mella en mi sistema, me sentía mareada y algo cansada pero era lo que había, nada más ni nada menos. Ahora solo me quedaba ver como atacaría mi contrincante si era que hacía algo con esto.

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Todo estaba solucionado, no habría otra salida. Observé como tiraba el pulo al suelo para pisarlo y que quedara muerto, regresando a su bota pero no la estaba trasnformando en un bezoar, había preferido lanzarme un no verbal (un seccionatus) cosa que me sacaba un poco de contexto, ¿acaso quería perder de manera rápida? Era su decisión, yo sólo respondería.

 

- ¡Silencius! - Conjuré de inmediato apra que su siguiente hechizo tuviera que ser no verbal y, al momento de mover sus labios, entendí que intentaba uno verbal. En ese momento se clavaron seis medias lunas en mi abdomen.

 

Rápidamente me quité las medias lunas tirándolas al suelo, necesitaba curarme las heridas pero aún tenía tiempo, pero el de ella se estaba acabando, no quedaba de otra más que seguir con mi estrategia y esperar a que se desvaneciera por culpa del veneno porque tendría que hacerlo ya... y no se lo permitiría.

 

- ¡Silencius! - Conjuré nuevamente para silenciar el siguiente movimiento de mi contrincante, ahora si tendría dificultades mi querida mortífaga para salvarse del envenenamiento.

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De nuevo Ishaya me había silenciado, de seguir así las cosas iban a terminar muy mal, volví a pensar en un seccionatus viendo como de nueva cuenta su cuerpo recibía el impacto de doce medias lunas de acero filoso, que se encajaron en sus extremidades imposibilitandole el movimiento debido al dolor que para ese momento ya sentía.

 

-Morphos- murmure apuntando a una de mis botas tiradas en el piso, la cual se transformo al instante en un bezoar, la tome y la trague poniendo una cara de asco tan desagradable que no podía haber comparación alguna.

 

Él tendría que curarse si o si o moriría, yo ya comenzaba a sentirme mejor gracias al antídoto que me había proporcionado aquella piedra. Me puse de pie con trabajo mientras lo fulminaba con la mirada y le apuntaba de nueva cuenta con mi varita, molesta por lo que me había hecho.

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