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Artes Oscuras III


Kahlan Blackthorn
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-El Callejón Diagón es el sitio ideal…-parafraseó colocándose la capa de viaje sobre los hombros-¿Una tienda de bromas?…-golpeó con su dedo índice su bardilla-No lo creo…-ladeando la cabeza se decantó por una fachada menos festiva y llamativa, dado que iba a impartir una clase de Artes Oscuras, no una de cómo asombrar a los amigos de sus alumnos con chistes malos y artilugios diversos. Era momento de modificar todo lo que estaba a su disposición, reemplazando las mamparas coloridas que estaban fuera de los locales por retratos que levitaron en el aire-Dumbledore…-siseó curvándose en sus labios una lóbrega sonrisa-Harry Potter…-entrecerrando sus ojos apretó aquel gesto hasta transformarlo en una línea tensa-Lord Voldemort…-proyectándose en su mente imágenes sanguinarias respiro aliviada-Serán parte de una nueva faena…-asintiendo categóricamente encaminó sus pasos por el desierto callejón.

 

-Es cuestión de ver las cosas desde otra perspectiva…-canturrió dando unos cuantos latigazos con su varita. Rodeándose con frascos de diversos tamaños y coloraciones, pociones, objetos oscuros, criaturas que habían sido reducidas a un tamaño idóneo, para ser colocadas dentro de pequeñas vitrinas-No hay que pasar por alto los detalles…-recordando que faltaban las replicas de los horrocruxes que pertenecieron a Lord Voldemort. Era fundamental explicarles el proceder de cada una de las pertenencias que estaban bajo la tutela de la Ángel Caído, no por nada se había tomado la molestia de recolectarlas con sumo cuidado-Son sumamente valiosas, no puedo permitir que les pongan las manos encima…-dudando por completo de sus alumnos, evitando fiarse de sus caritas angelicales o sonrisas bien intencionadas-Estará entre nosotros la Viceministra…-musitó con la voz cargada de emoción.

 

Realmente era un honor tener como alumna a Mackenzie Malfoy, no haciendo menos a todos los que formarían parte de esa trama tan intensa. Los secretos de las Artes Oscuras corrían peligro, ya no había nadie que evitara que el diario de Riddle se leyera frente a una muchedumbre o que el beber de la desesperación se vertiera en la boca de los que osaban salir a divertirse dentro de los bares que abarrotaban el Diagón. Las manecillas del reloj marcaban la hora exacta, desatándose el peor de los temores de los que luchaban por mantener a raya todas esas calamidades. Varios calderos de gran tamaño se colocaron como un camino desconocido que le daba la bienvenida-Alguien está jugando con lo que no debe…-chasqueó su lengua-Pagarán por su osadía…-aventurándose a perderse en ese repiqueteó que emanaba de los cuerpos de metal.

 

Mantos oscuros cubrían todo el cielo, secundados por polvo peruano que ensombrecería el andar de los que se atrevieran a cruzar ese paraje siniestro. Dos estatuas de dragón estaban al costado de los Calderos imponentes y deseosas de despertar en cualquier momento, no dudarían en dejar escapar de sus feroces fauces lenguas de fuego que calcinarían al instante a los magos-Es una buena forma de darles la bienvenida, solo espero que no me guarden rencor…-deseo falsamente, ya que era inspirador que las personas que le rodeaban, no solo buscaran expresarle cosas buenas o gratas, ya que le fascinaba alimentarse del odio y sobre todo del miedo que brotaba de los cuerpos de los que tenían la fortuna de ser sus alumnos.

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El vampiro había recibido la comunicación de donde se llevaría a cabo la siguiente clase que tendría el horror de cursar (XD). Lo extraño era quien le daría aquella asignatura, negó con la cabeza, ¿Cuánto podría sacar de quicio a la nueva profesora? Dibujo una mueca de sonrisa malévola mientras caminaba sin importarle nada por las calles del callejón Diagon.

 

-<<un, dos, tres, pollito ingles>> -canturreaba el vampiro en su mente aquel mantra que solo significaba una cosa… muerte.

 

Al fin llego al lugar acordado, entró en aquel local con mirada desafiante. Paso la lengua por los filosos y ponzoñosos colmillos vampíricos mientras estudiaba cada centímetro del sitio con sus orbes negros como el abismo.

 

-No está mal, nada mal la decoración –dijo en voz alta- aunque quizás el faltarían algunas cosas para hacerla más tétrica y temida, quizás la voz de tu conciencia diciéndote “te lo dije” –dijo en Ragnarok en voz de burla- pero no me quejare… por ahora.

 

El vampiro dio unos cuantos pasos, llevaba en la mano su varita pendiente de cualquier cosa que pudiera atacarle, no sabía con que le iba a salir la profesora en aquel momento, quizás era una trampa todo aquello, un movimiento en falso y todo terminaría allí. Suspiro y dejo pasar el vital gas por sus pulmones muertos, conocía bien a la mujer, ahora conocería otra etapa de ella, la pregunta era si lograría intimidarlo.

 

Siguió moviéndose de manera ágil, como si fuera un fantasma recorriendo aquella oscuridad, observo los calderos y aquellos dragones. Su instinto él decía que alguien o algo él estaba observando. Ladeo la cabeza y miro de reojo a ambos lados, al parecer la diversión comenzaría antes, aunque allí debía “comportarse” y seguir siendo el buen alumno y respetable sanador de San Mungo, luego podría hacer lo que le viniera en gana.

 

Se detuvo en un punto y dibujo una mueca de sonrisa al encontrarse con los ojos de su compañera y ahora profesora. No le dijo nada, simplemente le sostuvo la mirada para luego dar unos pasos más y ver aquella extraña colección que estaba frente a él. Objetos interesantes si, conocía de ellos pero no los había visto nunca reunidos, aunque simplemente dudaba que aquellos fueran unos regalos que ella les fuera a dar como “diploma” por haber aprobado la asignatura.

 

-¿Linda decoración, la hiciste tu o te ayudo algún decorador de interiores? –pregunto divertido observando la reacción de esta, intentando ver hasta qué punto podía llegar- vale supongo que me comportare y esperare a que lleguen los demás compañeros como siempre soy el primero.

 

Se encogió de hombros mientras jugueteaba con la daga de plata que llevaba escondida, era el primero en llegar a la clase y esperaba ser el primero en irse de allí, claro estaba. Si pudiera torturar o derramar la sangre de alguna persona o sus compañeros con lo que fuera a aprender en aquella clase mucho mejor. Quizás la chica le dejaría practicar y así hacerlo todo mucho más entretenido.

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Aún no me habían confirmado que pudiera acceder a las clases de Artes Oscuras, pero no quería perder más tiempo, temía que la lechuza se hubiera perdido por el camino y que me estuvieran esperando, y que aquel retraso terminara costándome la asignatura. Me negaba a estar un mes de brazos cruzados, sin asistir a clase y sin aumentar los conocimientos, por lo que rápidamente me vestí y salí desde la mansión Ryddleturn rumbo a la universidad.

 

Me presenté allí, pero no había nadie, tuve que pasar un rato preguntando por un lado y otro de la universidad, pero no me crucé a ni una sola persona. Estaba comenzando a sentirme frustrada, recogiéndome el cabello en un moño para evitar que me diera calor en la nuca cuando por fin logré enterarme de que la clase se llevaría a cabo en el Callejón Diagón, por lo que puse rumbo a aquel lugar, esperando dar rápidamente con la profesora y el resto de la clase.

 

- Seguro que Juve se lleva una sorpresita cuando me vea.- pensé con una pequeña sonrisa en mi rostro.

 

Durante mi paseo por las calles de Callejón, entré en tres o cuatro locales más cinco más por los que me había asomado a través de la ventana, esperando encontrarlos de una vez. Empezaba a sentirme desesperada, enfadada y con ganas de volver a la academia para practicar Artes Oscuras con la persona que me había dado la información, pero tuve la suficiente paciencia para seguir observando hasta que vi en uno de los establecimientos a Juve y a Hades.

 

- Ejemm, hola, ¿llego tarde?- pregunté llamando así la atención de mis dos compañeros de bando.

 

Desabroché mi capa y volví a soltar mi cabello dorado sobre el hombro derecho, a causa de tenerlo recogido había quedado ondulado tras ahuecarlo un poco.

 

- Me apunté fuera de plazo, puesto que la clase que quería estudiar no se ha realizado, no se si le habrán avisado.- dije en esta ocasión a mi hermana. A pesar de la confianza que había entre ambas en aquellos momentos ella era profesora y yo una alumna, por lo que tendría que hablarle con respeto, me sería sumamente extraño.

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Sus ojos miraban fijos a la punta de una rama donde se posaba una golondrina. Tenía muchas cosas en qué pensar, muchas de las que hacerse cargo y otras más donde ya debía comenzar sino quería que se le acumularan más tareas. El fuerte aleteo de una lechuza espantó a la golondrina y desapareció de la vista del Weasley quien se había sobresaltado con el rápido y repentino movimiento de la ave.

Suspiró al notar que esa lechuza sólo significaba más trabajo. No se arrepentía de tomar otra clase en la Universidad para mejorar sus conocimientos de la magia pero sin duda se sentía cansado de tener tanto trabajo y tan poco tiempo y energías. Quitó la carta a la lechuza, le dió un par de semillas que tenía en un bolsillo y, luego de leer los detalles de la carta, se marchó a la mansión a terminar algunos detalles antes de ir a la clase.

¿James no quieres tomar una poción multijugos e ir por mi a clases? — preguntó bromeando y, aunque esperaba que James lo sorprendiera y dijera que si, el vampiro simplemente lo ignoró.

Resignado encargó a sus hijos con sus elfos. Tomó su varita y su monedero con piel de Moke, donde llevaba muchos artículos que podrían servirle en una clase de Artes Oscuras, y luego desapareció rumbo al callejón Diagon donde se realizaría la clase. No entendía porqué habían escogido realizar las clases fuera de la universidad, ni mucho menos el porqué hacerlas en un negocio del callejón; quizás la profesora necesitaba publicidad para algún negocio o algo parecido.

Goderic todavía no estaba del todo seguro de haber escogido el conocimiento adecuado, era su primera vez jugando con temas tan oscuros como los que suponía que verían en la clase pero sabía que era necesario tener conocimientos de las artes oscuras para poder luchar contra ellas. Además sabía que los que tenían conocimientos de las Artes Oscuras sabían realizar el hechizo fiendfyre, el cual era bastante útil para acabar con horrocrux.

El Weasley se sintió algo sucio al entrar en el negocio del callejón donde se llevaría a cabo la clase. No era porque el lugar estuviera maloliente o algo parecido, sino por el ambiente que se sentía . Podía notar, por sus años de experiencia en batallas contra mortífagos y otros magos oscuros, que en aquella clase tendría que hacer y ver cosas que no estaba seguro que quería ver o hacer. Sin embargo debía prepararse para hacerlo, puesto que no había llegado hasta allí para malgastar su tiempo y dinero, además su objetivo estaba claro.

<<Información es poder>> pensó mientras pasaba cerca de unos calderos extravagantes que parecían casi custodiados por unas estatuas de dragones que parecían a punto de atacar, por lo que apresuró su paso. No sabía qué clases de trampas o juegos había preparado la profesora de dicha clase y menos sabía qué intenciones tenían sus compañeros, ¿utilizarían dicho conocimiento para combatir las Artes Oscuras o para dañar a las personas?

Se colocó aproximadamente en el centro de la sala, a unos 5 metros de sus dos compañeros que habían llegado antes que él, y esperó a que el resto de sus compañeros comenzaran a llegar, por lo que había averiguado todavía faltaban dos personas. Suspiró esperando a que alguien conocido llegara para hacerle compañía ya que no confiaba en ninguno de sus actuales compañeros.

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La Malfoy escuchó atenta las voces de Hades y Anna, agradecía contar con ellos como alumnos dentro de su clase-Es un placer verlos…-les dedicó una ligera reverencia-Bienvenidos sean a su clase de Artes Oscuras…-percatándose de la presencia de otro alumno le saludó del mismo modo-Espero que estén listos para lo que les depara el destino…-desviando sus ojos hacia tres cuencos que levitaba en el aire los posicionó delante de sus tres pupilos-Contienen tres pociones oscuras, nocivas, dañinas y que son capaces de desatar los peores temores o permitirles dominar el poder que estas ofrecen…-asintió categóricamente-El beber de la desesperación es el más conocido, os sugiero que los beban con precaución, no teman los efectos secundarios y tampoco se limiten en experimentar lo que estoy por ofrecerles…-dividiendo su alma en siete partes coloco su esencia en objetos diversos.

 

-Anna, vos tenéis que hacer lo mismo que yo, usareis la Poción del renacimiento de Voldemort. Recuerda tomar los ingredientes necesarios, ya que tenéis que volver a la vida a Hades…-señaló el cuerpo inerte del Ángel Caído, aquel que sin notarlo al cruzar la puerta fue asesinado por el poderío que ostentaba la Malfoy-Necesitareis un hueso de la tumba del padre de Hades, la carne de un sirviente que le haya sido fiel, esta debe ser entregada de forma voluntaria…-respiro profundo-La sangre de uno de sus enemigos tomada por la fuerza, al obtener todo eso podréis crear un cuerpo para que su alma habite en el…-sonrió con suficiencia-Goderic, a ti te tocara usarla poción del cuerpo rudimentario, para recuperar la mano que te ha sido amputada inesperadamente…-parafraseó incinerando aquel órgano que quedo tendido en el suelo-Sus tareas, ya les han sido delegadas , os deseo suerte con las mismas…-sentándose en una cómoda silla comenzó a leer el diario de Voldemort.

 

Era la clase ideal, ya que podría hacer uso de todo lo que poseía sin lugar a dudas. Estaba a poco de desatar los peores males dentro de ese local, ya que el polvo peruano volvería a jugar un papel importante en esa clase. La mano de la gloria reposaba sobre una mesa, acompañada por la varita de sauco y la piedra de la resurrección, objetos que serian usados como una prueba de lo oscura que podía ser la magia. Atraería a los peores augurios dentro de ese lugar, ya que no dejaría títere con cabeza, planeando con calma cada uno de los movimientos que emplearía para adiestrar a sus alumnos a como diera lugar. Diversos libros malditos estaban apilados del lado derecho en una mesa de caoba, invitaría a Hades a leer uno de ellos en cuanto volviera a la vida, pero es dependía de Anna, ya que si no lograba revivir al joven purgaría entre ambos mundos eternamente.

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‹‹Esto debe ser una broma›› pensó el Weasley entre asombrado, consternado pero a la vez sintiendo que una carcajada se le escaparía en cualquier momento. Aquella clase sería un gran desafío para él, no sabía cómo podría terminarla tomando en cuenta el gran poderío de la profesora que podía matar con la mirada y cortar una mano con el poder de su mente. Al menos sabía que no se arrepentía de haber tomado la clase, era un gusto estar frente a una profesora con tanta experiencia y tanto poder.

No había visto en qué momento o cómo había muerto su compañero de clases como tampoco había sentido nada al perder su mano, de hecho, si la profesora no le señalaba que le había sido imputada inesperadamente no se daba por enterado. Su sangre comenzaba a salir sin detenerse de la muñeca.

Goderic tomó su varita del bolsillo de su pantalón y se curó rápidamente. Ya detenida la emergencia del sangrado. Miró con tristeza hacia donde se encontraba antes su mano derecha. Era realmente incómodo actuar con normalidad sin una mano porque, aunque el Weasley era ambidiestro, pocas veces usaba su mano izquierda. De hecho, sólo la usaba en redadas cuando mortífagos le rompían la muñeca derecha, aunque nunca nadie le había quitado su mano.

Si bien el mago apoyaba la filosofía de “aprender haciendo”, le parecía una exageración el tener que crear una poción de la que nunca había oído ni los ingredientes ni los procedimientos. Su profesora no le había regalado ni siquiera una pista de como hacer la poción, sólo había ayudado a Anna y había librado a Hades de los trabajos a cambio de su vida. De hecho, si la profesora lo hubiera matado a él esperaría que no lo revivieran para pasar la clase sin mayores esfuerzos.

Miró con melancolía las cenizas de su mano que se encontraban en el suelo luego que Juv la incinerara por motivos de sanidad (o al menos esperaba que ese fuera el motivo). Inesperadamente, la melancolía resultaba ser un buen inspirador para el Weasley que pudo recordar haber leído una vez cuando niño en un libro prohibido como preparar una poción del cuerpo rudimentario. Realmente no lograba recordar o razonar el porqué un libro de Artes Oscuras se encontró en sus manos a tan temprana edad pero de cierta forma lo agradecía.

Listo — susurró satisfecho de sí mismo al terminar de preparar la complicada poción.

No pudo evitar recordar una serie de televisión muggle llamada “The Addams Family”, donde uno de los personajes era una mano, al ver los resultados en su caldero. Se secó el sudor de su frente al terminar, era increíble lo cansador que podía ser crear una poción de tal complejidad en tan poco tiempo y con un margen de error cercano al cero puesto que no quería quedarse con una mano mutante o algo parecido.

Esperó paciente a que Anna terminara de crear su poción del renacimiento de Voldemort, mientras veía como el cuerpo de Hades comenzaba a descomponerse lentamente. Ahora más que nunca esperaba que algún conocido apareciera para ayudarlo mientras se comenzaba a adaptar a su nueva mano.

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“Estás llegando tarde, otra vez…” dijo aquella molesta voz en su mente, al tiempo que la rubia recorría su habitación intentando encontrar qué ponerse. A veces se detenía demasiado en su estética, pero tener ese físico despampanante y no lucirlo le parecía un crimen. Además, sabía quién sería su profesora en esa asignatura, y nunca estaba mal impresionar. Entre aquellos pensamientos, delineó sus rojos labios con su lengua, expectante.

Eligió un corto vestido de color rojo que se pegaba con gracia a su figura, marcando las zonas que debía marcar. Amarró su cabello rubio en una larga trenza, dejando que los usuales mechones rebeldes se escapasen y ocuparan su lugar alrededor del rostro de la Tempestad. Un poco de maquillaje fue suficiente para delinear sus ambarinos ojos y acentuar sus perfectas facciones. No había arruga ni marca que arruinase ese rostro de porcelana, se sentía perfecta así como se veía.

Solo entonces calzó sus pies con unas sandalias de alto tacón, dándole una altura y una línea a su cuerpo que resultaba imponente para quien se le cruce. Estaba lista. Buscó su varita y dejó atrás la desordenada habitación, lista para llegar al sitio en que se llevaría a cabo la clase: el Callejón Diagón.

Apareció frente al local que supo que estaría modificado para la ocasión, acercándose rápidamente a la puerta y adentrándose. De inmediato se vio rodeada por una oscuridad antinatural que la intimidó un poco, pero siguió avanzando sin darle importancia. Confiaba en Juve, ella no se desharía de sus alumnos tan fácilmente, al menos no sin darles posibilidad de lucha.

Se detuvo justo a tiempo para evitar chocar con unos grandes calderos y enormes estatuas con forma de dragón. Su corazón se había acelerado, pero se tranquilizó enseguida, enfocando la mirada en los ya presentes. Juve estaba dando a cada uno una tarea diferente y no se percató de su presencia para asignarle lo que le tocaría hacer.

-Lamento la tardanza, asuntos de fuerza mayor- dijo a modo de explicación- Ejem… no te olvides de mí- agregó con calma guiñando un ojo a su profesora.

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El vampiro seguía sosteniendo la vista con la de la profesora, aquello parecía más una guerra que otra cosa. Escucho pasos que procedían del la entrada. Escucho la voz de Anna y simplemente dibujo una mueca sin dejar de ver a Juve. No sabía que él tendría que encontrarse con su jefa allí, pero por lo menso la chica no podría decir que él no estuviera aprendiendo nada nuevo para mejorar sus habilidades en el Hospital Mágico.

 

-<<Jamás se sabe con qué te puedes encontrar buscando ingredientes extraños>> -pensó para sí mismo mientras otros pasos se acercaban a ellos, solo que este se había quedado unos cuantos metros atrás.

 

Escucho las palabras de la profesora dirigidas a él y a los demás compañeros, pero un segundo después se sentía raro, más… liviano. Observo sus manos y eran trasparentes, de un color perlado. Maldijo por lo bajo cuando vio su cuerpo en el suelo inerte. Entrecerró los ojos, aquello no le había gustado nada y en sus orbes aparecía un brillo de intensa ira, lo habían matado y ni siquiera se había dado cuenta de ello.

 

Lo peor o quizás lo más divertido era que ahora debían llevarlo a San Mungo, ya hablaría con su compañera luego, ya que ambos daban clases en la universidad, le había jugado una buen a broma y él no se había dado cuenta hasta que era demasiado tarde. Comenzó a flotar esperando que hicieran alguna cosa o que por lo menos se dignaran a comentar algo sobre su muerte, aunque Anna podría revivirlo, era algo que se solía hacer en el hospital mágico.

 

Al escuchar las palabras de Juve explicando lo de aquellas pociones simplemente entendió lo que sucedería, ella era la causante de aquello y ahora Anna tenía que revivirlo con aquella poción antiquísima, de magia antigua y muy oscura. “Suspiro” y simplemente espero, necesitaba estar vivo para vengarse después o al menos que Juve dijera que podía irse ya que como lo había matado había aprobado la clase.

 

Sin otra cosa que hacer comenzó a flotar por la habitación recorriendo el sitio, observando tanto a Anna como a sus demás compañeros, incluyendo a Agatha quien había llegado tarde y a Juve.

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Poco a poco fueron llegando más compañeros a la clase. No sabía como sería aquella clase, pero al parecer Goderic tenía miedo de que la profesora hiciera algo para que nos atacásemos entre nosotros, porque mantuvo las distancias desde el momento en el que llegó.

 

Juve nos había preparado unas pociones para que las tomásemos, todas ellas eran bastante dañinas, por lo que no pude evitar mirar de reojo a Hades. Él y yo sabíamos mucho de pociones, de venenos, de todo eso, pero aún así era imposible conocerlas absolutamente todas, cada día se creaban otras distintas, y solo con mirarlas no podíamos asegurar que las conociésemos, por suerte Juve nos contó que eran.

 

Tomé el frasco que contenía la Poción del Renacimiento de Voldemort como me había indicado, la vida de Hades iba a ponerse en peligro, no me había dado cuenta cuando este había caído al suelo. ¿Pero en qué estaba pensando mi hermana para hacerle eso a un compañero de bando? ¿A un amigo?

 

- ¿Pero quién es o era el padre de Hades?- pregunté extrañada a mi hermana, desconocía aquel dato, y sin saberlo suponía que iba a ser bastante complicado, seguramente en los archivos de San Mungo hubiera algo al respecto, era extraño, a pesar de los años que habíamos estado trabajando juntos, apenas sabía nada de su vida, las pociones y los virus nos apasionaban tanto que no teníamos tiempo para hacer otra cosa. La piel del sirviente sería cosa de buscar a su elfo personal, eso sería sencillo, pero para el enemigo..., sabía que él me sentía cono una enemiga, pero no serviría mi sangre. - Juve, creo que pensaste que conozco a Hades más de lo que lo conozco.

 

Sabía que siempre me quedaba la opción de quitarle la sangre a un fenixiano, pero aquello no sería nada sencillo, conocía a muy pocos fenixianos que hubieran salido a la luz, pero estaba segura que Hades odiaba a gente fuera del bando fenixiano, ¿pero a quién? Miré a mi hermana con el ceño fruncido, me lo había puesto todo demasiado difícil, aunque la culpa era mía por no preguntar por la vida de los demás.

 

- Bueno, supongo que de alguna manera me las arreglaré.- por suerte a mi no me había amputado ninguna mano ni me había asesinado como a mis compañeros.

 

Dicho aquello me puse manos a la obra, me disculpé para poder salir del lugar a buscar las cosas que la profesora nos había pedido. La primera parada estaba clara, la mansión Ragnarok, perteneciente a Hades, seguramente allí reposaban los restos de su padre, si es que el chico lo había llegado a conocer y encontraría a alguno de sus elfos domésticos más leales, con eso tendría dos de las cosas necesarias.

 

*****

 

- Hola, tu eres Odin, ¿no?, ¿el elfo personal de Hades?- el elfo me miraba con los ojos abiertos de par en par, aunque al final terminó asintiendo. - Perfecto, necesito tu ayuda urgente, necesito que vengas conmigo con un hueso del padre de Hades, es muy urgente, pues si no no podrás verle de nuevo, ocurrió un pequeño percance en la clase de Artes Oscuras y tendremos que devolverle a la vida, haciendo cosas prohibidas.- dije eso último en voz baja, para asegurarme de que nadie nos estaba escuchando.

 

Sabía que no iba a ser nada sencillo que el elfo hiciera lo que yo le estaba pidiendo, pero si era realmente tan fiel como necesitaba que lo fuera a su amo, terminaría cediendo.

 

- Si no te fías de mi te espero aquí, sin seguirte hasta que traigas el hueso y en todo momento lo transportarás tú. Lo protegerás y lo devolverás a su sitio si te estoy mintiendo, pero antes de hacer eso necesitaré que me ayudes con algo.

 

Odin estuvo pensándoselo durante varios minutos, pero algo dentro de él al final reaccionó, haciéndose marchar a por el hueso, o eso esperaba, más le valía no venirme con uno falso si quería volver a ver a Hades con vida, quizás el hecho de que fuera compañera de su amo desde hacía mucho tiempo aunque este no me tuviera mucho aprecio le hacía confiar un poco en mi.

 

- Perfecto, ahora tendrás que acompañarme a la mansión Delacour, me falta un ingrediente más. - Tras aquellas palabras el elfo cerró la puerta tras de sí y me siguió.

 

*****

 

Aparecí fuera de los terrenos de la Delacour, pero muy cerca. - Ahora tenemos que entrar sin hacer mucho ruido, es una hora perfecta, con suerte estarán durmiendo ya, pero por si acaso tenemos que drogar a Luca, dudo que esté muy alejado de Mei y tendremos que amordazarla para que sus gualdaespaldas no den con nosotros, tendremos que ser sumamente cuidadosos.

 

El elfo pareció entender todo al instante, guardó muy bien el hueso del progenitor de su amo y se coló en la casa sin hacer ruido. Yo le seguí muy de cerca. No sabía guiarme demasiado bien por aquellas estancias, a penas lo había pisado en una ocasión o dos, pero el elfo tenía mucha mejor intuición que yo y no tardamos en dar con el cuarto.

 

- ¿Crees que serás capaz de inyectarle esto al hombre? En el cuello, para que le haga efecto más rápido, tus pasos son mucho más sigilosos que los mios y no se percatará.

 

Aunque la criatura parecía algo insegura aceptó y se marchó, al parecer en mi rostro se veía que estaba siendo completamente sincera, si no dudaba que me hubiera ayudado en lo más mínimo en aquella misión.

 

- Perfecto- susurré cuando el trabajo estuvo echo y aproveché para atar y amordazar a Mei, habiendo insonorizado la estancia para que nadie nos escuchara. Me puse una máscara cubriendo el rostro, no porque la necesitara, simplemente porque si no no tomaría la sangre exactamente como me habían pedido que lo hiciera.

 

- No grites, nadie te podrá escuchar.- dije a la vez que sacaba una gran daga de plata de mi cinto. La chica tenía los ojos abiertos como platos, mirando a su compañero, esperando ayuda por su parte, seguramente se encontraba muy desconcertada. Sin tardarme mucho corté su brazo, tomando la sangre en un frasco y cerrándolo, para guardarlo a continuación en el bolsillo de mi chaqueta. - Muchas gracias, y tranquila, no recordaréis nada de esto.- dije tras curar su herida - Pero lo necesitaba.

 

Dicho aquello salí de la mansión y reaparecí de nuevo en los terrenos de la universidad, ya tenía todos los ingredientes necesarios para salvar a mi compañero, o eso al menos esperaba, aunque no podría decir como los había logrado, eso sería algo que me reservaría para mi. Además, nadie tenía porqué saber quien era la Némesis de mi compañero de bando.

 

*****

 

- Creo que ya lo tengo todo.- dije al llegar de nuevo con mis compañeros, acercándome a la profesora. - Aquí está la sangre que fue robada del cuerpo de su mayor enemigo, y ahí está su mayor siervo y él lleva el hueso.- le expliqué a la profesora.

 

Mientras me había acercado a Juve el elfo había ido corriendo con los ojos casi llenos de lágrimas junto al cuerpo de su amo, estaba claro que si antes no me había creido, ahora si que lo hacía, por lo que se acercó rápidamente para entregarme el hueso mientras realizaba una reverencia, momento que aproveché para tomar.

 

- Necesito una sola cosa más de ti.- dije entregándole el cuchillo.- Y es un trozo de tu carne.

 

Odín dudó exactamente durante un segundo, pero tomó el cuchillo y se cortó una mano, rápidamente corté su hemorragia, más tarde nos encargaríamos de devolverle una, o si no seguro que Hades lo hacía.

 

Fui metiendo poco a poco los ingredientes en el orden correcto y a continuación tocaba meter el cuerpo de Hades. Tuve que emplear la magia, era demasiado pesado para mi. Ahora solo faltaba que la poción hiciera efecto.

 

- Tendría que volver ya a la vida, ¿no?- pregunté, era la primera vez que hacía aquella poción.

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-La puntualidad es un privilegio…-siseó desviando sus ojos hacia la recién llegada-Parece que no todos pueden poseerla o presumir de ella…-agregò centrando su atención en Goderic-Buen trabajo…-reconoció la astucia de su alumno, ya que había pasado por alto brindarle algún tipo de guía o elemento para recuperar su mano amputada-Es bueno ver que puede arreglárselas solo…-curvándose en sus labios una lóbrega sonrisa le dio la bienvenida a su hermana Anna-No esperaba menos de vos…-mostrándose orgullosa de la rubia le cedió el paso para que comenzará con su ardua tarea. Uno a uno los elementos se unificaron para crear la poción del renacimiento de Voldemort, rodeando con una espesa bruma el cuerpo del Ángel Caído que permanecía inerte en el suelo-Ojalá vuelva pronto…-asintió categóricamente caminando con elegancia por el local.

 

-Los que han terminado con su tarea anterior, ya pueden pasar al exterior del local. Ahí les espera una grata sorpresa…-enfilando sus ojos hacia Agatha, no echaría en saco roto la petición de la joven-Tienes que beber la poción que está en el cuenco, deseando que la misma no te haga desear estar muerta. Por cierto su nombre es el beber de la desesperación, aquel que provocara que el grandioso Albus Dumbledore pasará uno de sus peores momentos…-rodeando sus ojos deposito la mano de la gloria en una mesa-Cuidado con el polvo peruano, no creo que él te permita caminar con facilidad por el local…-entornando sus ojos hacia el cielo invoco una horda de dementores que sujetaban con sus huesudas manos a los seres más queridos de sus alumnos.

 

-La misión es sencilla, destruir a una de las criaturas que se consideran más peligrosas dentro del mundo mágico y parte importante de las Artes Oscuras. Ellas pueden robarles sus mejores recuerdos, vivencias y secretos que desean atesorar celosamente. Tienen que evitar que maten a sus seres queridos, ya que si terminan de succionarles todo lo bueno que ellos poseen en su interior…-comentó displicente-Morirán gracias al beso del Dementor, ya que les absorberán el alma…-soltando una carcajada catártica se sintió revitalizada-Ah por cierto, no pasen por alto a los Licans que tienen a otras personas que son importantes a pocos metros de sus fauces…-señalado unas pequeñas jaulas que levitaban un el aire-Manos a la obra…-cruzándose de brazos admiro su obra maestra.

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