¿La tía Sagitas había dicho algo de matar? Después dijo que era una broma, pero la miré con desconcierto, pues es en esa vigilia entre el sueño y la realidad donde estás más inmune a decir la verdad. Aunque tal vez sólo soñara… Conocía a la tía, ella nunca mataría a nadie. Quería pensar eso. Mientras yo la miraba con extrañeza, ella me robó el zumo de frutas que me traía la camarera. No protesté y pedí otro. Al fin y al cabo, una bebida no es motivo de disputa. Además, la profesora Prince me invitaba a sus galletas y estaban riquísimas.
- ¿Sabes Sirenio? Yo también quiero aprender idiomas este mes, espero que puedas aguantar a dos Potter Black juntas – le dije de forma cariñosa a Verónica. No era la primera profesora que se asustaba de ver a la familia junta en la misma clase y salía huyendo. – Creo que tiene razón, profesora Prince. Nosotras impartimos conocimiento, no lecciones morales. Esas, el alumnado, las ha de aprender en su casa o de sus propias vivencias, aplicando lo que les enseñamos a su peculiar forma de ser, aunque podemos enseñarles qué clase de uso se considera incorrecto. Sin embargo, odiaría saber que uno de mis alumnos abusó de mis enseñanzas para hacer algo malo. No sé si sabría reaccionar bien si yo hubiera sido maestra de Lord Voldemort.
Me pareció que estaba dando una imagen algo esquiva; por ello, intenté suavizarlo.
- Yo enseño que la Meteorología ha de usarse para evitar muertes innecesarias, e invito en mis clases a la práctica de detener huracanes, aguaceros, hacer que llueva donde se necesite… Pero hay un factor peligroso en esta área: jugar con la climatología mágica en un lugar afecta en la misma de otra zona. Es por eso que yo procuro enseñarles coherencia en su uso y no modificar nada si no es del todo necesario. Parece poca cosa, pero mi conocimiento puede provocar grandes catástrofes si se usa de forma indebida.
Tal vez le estaba dando más importancia a mi asignatura de lo que parecía en general, pero no me gustaba pensar que por culpa mía, alguien pudiera provocar un cataclismo.
- No, tío, nuestra responsabilidad es muy grande, como docentes, por enseñarles lo correcto y lo incorrecto, como dice ella – la tía parecía haberse vuelto a dormir. ¿En qué tipos de líos se habría metido esta vez con su clase? – Pero acaba en cuanto el alumno sale de la Universidad, porque no podemos ser más que su guía aquí, no en el mundo real. Ahí, está en un entorno particular en el que sólo podemos aspirar que recuerde nuestras palabras. Es maravilloso saber que un alumno aplicó lo que les enseñamos para hacer un Bien, y es un duro golpe conocer actos vandálicos o incluso delictivos con hechizos que no conocerían si no se los hubiéramos explicado. Pero supongo que eso no lo podemos saber a priori, cuando damos las clases. Siempre tendremos ese tipo de incertidumbre…
Por fin llegó mi zumo y, antes que la tía me lo quitara de nuevo, lo tomé y le di un sorbo.