♥ Familia Tonks ♥ (MM B: 78211)

[Anthony R. Dracony M.]

ELFO Jaziel...en su hogar subterráneo.

 

Jaziel recorta figuras de unos diarios viejos, amarillentos de tanto tiempo que tienen de guardados...hacer un "cuadro" los elfos cuidando de la hacienda, es algo que quiere terminar porque ya tiene una nueva idea para el siguiente "cuadro" así que en cuanto tiene la figura recortada, la unta con pegamento blanco usando una brocha delgada, está debe manejar la bien a modo de que no rebase la silueta de papel...entonces llega Veela tan temblorosa que cree que han regresado los mortïfagos...afortunadamente Jaziel no estaba bebiendo o se hubiese ahogado con semejante escena...

 

--¿Qu...e qué dices...? --Apenas logra balbucear ante aquella noticia...no pueden ser esos magos con máscaras en los rostros...Quién tendrá que ir para averiguar...todos callan y sus miradas se concentran en él...se levanta emitiendo un suspiró profundo y accede a la trampilla, ahora les esta siguiendo a sus otros amos...y todo parece indicar que es en la planta superior...en las recamaras o quizas en el laboratorio...Jaziel olvido traer algo para amenazar...un atizador hubiese sido genial...

 

 

han regresado a la sala de estar, aquel hombre se ha llevado a su "amigo"...no puede creer que no lo verá...no han entendido...él trato de que le entendieran pero fue inútil...ahora solo tiene a Iker...la pequeña hada que se mueve a su alrededor tratando de llamar su atención, pero él solo piensa en el ave de fuego y el lugar a donde lo habrán llevado...Iker se rinde y se marcha volando.

 

Aydin seguía pensando en que hacer para averiguar sobre el ave...el vuelo de la hada ya no le avanza alrededor de su cabeza, pero se queda quieto al momento en que le parece ver alguien en la ventada...¿será? mira...y luego en ese instante, ya no ve a nadie...se talla sus ojos y luego comienza a mirar con curiosidad ...

[Hessenordwood Crouch]

El muchacho caminó por los amplios y solitarios pasillos de la mansión una vez más, el silencio que existía lo hace sentirse más pequeño en ese lugar que de algún modo es aún más familiar que su casa en la heredad de sus antepasados. Aquí no necesita preocuparse de encontrar lo que busca, se sabe bastante bien los caminos que lo llevan a que cuartos, sabe dónde esta cada cosa, y de qué color es, Garry cree que de la hacienda de los Tonks nada podría impresionarle ya, nada lo descolocaría o lo tomaría por sorpresa jamás, nunca más.

 

Sin embargo, hoy que camina con sus habituales pasos lentos, que lo llevan a recorrer distancias largas en poco tiempo por lo largo que son, se da cuenta de que no es como pensaba, que dejar la hacienda, para siempre, es más difícil de pensárselo que en dejar Ollivander. No puede entender por qué es eso, no tiene aquí lazos familiares, ni directo, ni de ningún tipo, el recuerdo de Sunnar y Mitz, ya no son sólidos entre los recuerdos perturbados del licántropo, Garry cree incluso que es algo que él imaginó alguna vez, tal como lo ha hecho con Grelliam, y que por alguna razón solo cobra vida en la mente del muchacho.

 

Aun así, aunque sabe que solo es un decir, “para siempre” realmente es una expresión que Garry desprecia por completo.

 

Cuando llega a una de las salas de estar, se da cuenta de que debe haber alguien en casa además de los elfos domésticos, las brasas aun ardientes en la chimenea no tienen la intención de apagarse en un tiempo considerable, por lo que Garry no se lo piensa mucho para ocupar un lugar en uno de los sillones de tres plazas. El delgado hombre se ve pequeño en aquel cuarto, pero Garry no piensa en eso, en cambio, permanece quieto, como un adorno más de aquella sala, pero que no hace juego con la armonía, él apenas parpadea, con la vista puesta sobre sus huesudas manos que descansan con pereza sobre sus rodillas.

 

Estar ahí lo hace recordarse en sus días antes de que todo cambiara, cuando en lo único que más se preocupaba era en tomar las asignaturas correctas en la academia de magia y tratar de no hacer daño a nadie durante cada transformación de luna llena. Cuando apenas alcanzaba el metro y medio de estatura, y cazar bichos era lo único que valía la pena hacer por las noches, cuando no tenía en nadie más en que pensar, ni por quien vivir más que para sí mismo.

 

Lejos está de ser aquel muchacho, no puede decir que es de él ahora, aunque cree que en esencia sigue siendo el mismo.

 

Lentamente despegó la vista de sus manos y sus ojos de distintos colores brillaron con el fuego de la chimenea que se avivaba nuevamente con los leños que los elfos echaban, a Garry le hubiera provocado una sonrisa el gesto de ellos al darse cuenta de la presencia del hombre gris, esperando sobre el sillón, pero la verdad es que se siente con pocas ganas de hacer un esfuerzo por siquiera hacer gestos. No es más diferente que otros días, la casa, los elfos, el fuego en la chimenea y esa decoración ostentosa que no combina con el hombre que se queda en silencio, quieto en ese lugar, como si no hubiera más por hacer.

[Anthony R. Dracony M.]

 

La vida es un manojo de sorpresas...al menos eso le agrada bastante, le gusta descubrir todos aquellos sitios, todas esas personas, actividades y criaturas mágicas...le encanta que le lleven a todas esa partes interesantes, que le enseñen lo que desconoce...lo mejor es que siempre hay algo nuevo. Como el conocimiento que ahora posee y del que está orgulloso.

 

El castaño está sobre la cama pero no esta con ropa de dormir, está bastante despierto, explorando aquel objeto mágico que le dieron para tener mayor seguridad...(chivastoscopio) entonces lo siente...una presencia. se levanta de la cama y agudiza el oído, pero más que oírlo lo presiente...

 

El pequeño castaño es muy curioso y decide ir a investigar...se puede ver que no es de los niños que se muestren temerosos ante lo desconocido, no. Abre la puerta de su habitación y camina hacia la sala, donde es más fuerte aquella sensación...la chimenea prendida como es usual, a los Ryvak les agrada tenerla así, el chico se mueve con sus menudos pasos de sus escasos seis años...mira atento...

 

En uno de los sillones ve a un hombre delgado...demasiado! si no fuera porque el fuego avivado ilumina la sala, no lo hubiese visto...el niño ladea la cabeza...no recuerda bien...así que lo mira y avanza paso a paso hacia él, se fija en sus manos, luego su cara, mira sus ojos...entonces la luz del recuerdo vuelve a él...¡es el mago que le dio aquel regalo donde unos pétalos formaban criaturas mágicas!

 

--¡Hola! ¿cuándo llegaste? --Le sonríe y se para justo enfrente del muchacho...

 

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[Elizabeth Tonks]

¿Cuánto tiempo hacía que no pisaba los terrenos de la Hacienda Tonks? Lo había olvidado. Recordaba una parte importante de su infancia pasada en aquél viejo lugar, momentos que ahora parecían demasiado lejanos.

 

Adriano la había traído desde muy lejos en sus brazos, a los que se aferraba con la idea de que no la volviera a dejar.

 

-"Aquí estarás a salvo".- Le había dicho, dándole un beso en la frente mientras se dirigían a lo que sería su nueva habitación. Las primeras noches una pequeña Elizabeth se escabullía por los pasillos de la Hacienda hasta llegar al tercer piso, donde el patriarca Tonks descansaba en la única habitación de la planta, ahí se metía bajo sus sábanas y él la regresaba cargada a su habitación cuando se encontraba profundamente dormida.

 

El tiempo pasó. Él viajaba con frecuencia pero siempre volvía para darle un beso o duelear con ella en los terrenos de la Tonks. Sus mejores técnicas las había aprendido con él, ya sea copiándolas o al defenderse de sus ataques.

 

Aferró la varita en su zurda mientras una lágrima corría por su mejilla al recordar todo aquello. Elizabeth se encontraba en aquella habitación, sentada al borde de la cama, incrédula ante la noticia que había recibido apenas unas horas antes.

 

La esencia de Adriano en el cuerpo de Ishaya había desaparecido mucho tiempo atrás, era cierto, pero Elizabeth nunca había visto aquél suceso como la muerte de su padre, pues a pesar de haber dejado su cuerpo mortal aquél seguía siendo el rostro que tanto amaba, y de vez en cuando algún suceso con Ishaya lograba recordárselo más de lo que éste imaginaba.

 

Con el tiempo, él se alejó de la familia y del bando, pues a pesar de todo no era la misma persona. A Elizabeth le quedaba el recuerdo, y le reconfortaba encontrarlo de vez en cuando o tener noticias suyas.

 

Pero ahora las cosas habían cambiado. La noticia de la muerte de Ishaya le había tomado por sorpresa. Él ya no estaría, y por tanto tampoco estaría el cuerpo de Adriano, su padre.

 

Le había llegado también la noticia de que se llevaría a cabo un velatorio en la Mansión de la familia Potter Black, sus familiares directos, pero no sabía si sería bienvenida a aquél lugar, después de todo nunca se había relacionado demasiado con ellos, por lo que hasta ese momento no había decidido si presentarse. Además se trataba de Ishaya/Mirshka, no de Adriano. Creía que no tenía derecho. En su lugar había llegado a la Hacienda, aunque no sabía exactamente cómo, apareciendo en la habitación de Adriano. Tiempo atrás éste le había concedido el privilegio de nombrarla matriarca de la familia, nombramiento que no había sabido llevar como correspondía pero que agradecía.

 

-Necesito...- Dijo con voz quebrada tras un movimiento de varita, con el cual un cachorro de tigre blanco apareció, jugueteando alrededor de ella: su patronus. -...Ve por Annick y Elodia.- Le ordenó. El cachorro movió su cola en señal de entendimiento y marchó.

 

No sabía qué más hacer. Quería llorar a mares, gritar, maldecir... pero no podía siquiera moverse de aquél lugar. Necesitaba de alguien, y sabía que sus amigas acudirían a su llamado.

[Annick McKinnon]

Annick apareció a las afueras de la Hacienda Tonks, y con paso apresurado se adentró en los terrenos de aquel conocido lugar. Había transcurrido mucho tiempo desde la última ocasión en que había estado ahí, y el sitio aún la hacía evocar viejos recuerdos. No obstante no permitió que la nostalgia la distrajera, y enfocó la mirada en el cachorro de tigre blanco que corría con gracilidad delante de ella.

 

El patronus de Elizabeth atravesó la entrada principal como si se tratara de un fantasma. Annick sacudió la varita para abrir la puerta. En ese momento no tenía tiempo para formalidades ni reglas de urbanidad. No esperaría a que alguien la atendiera. Su amiga la necesitaba y eso era lo único que importaba.

 

La puerta se abrió justo a tiempo para que la pelirroja lograra ver que el cachorro subía las escaleras. Ella aún llevaba la varita en la mano y, mientras continuaba avanzando, conjuró su patronus para enviar un mensaje a sus amigos y a sus hermanos paladines:

 

―Nos ha llegado la noticia de que Ishaya ha fallecido… En su cuerpo alguna vez vivió Adriano Wallace, reconocido exlíder de la Orden. En memoria de ese destacado paladín, rendiremos homenaje en la Hacienda Tonks.

 

Varias águilas reales emprendieron el vuelo en diferentes direcciones para llevar la noticia de la cual ella se había enterado hacía poco tiempo. Mientras tanto, el patronus de Elizabeth guió a la pelirroja hasta la tercera planta, donde se escabulló dentro de una habitación que hasta ese momento ella no había visitado nunca.

 

Annick abrió esa otra puerta con sumo cuidado, y sintió una punzada de dolor en el corazón al ver que su amiga estaba al borde de la cama. En el rostro de la castaña se apreciaba el rastro de silenciosas lágrimas.

 

―Lo lamento –dijo en un susurro mientras se sentaba a lado de su amiga y le daba un fuerte abrazo–. Él vivirá siempre en tu corazón.

 

La pelirroja sabía la muerte de Ishaya representaba la desaparición del último rastro mortal de Adriano Wallace, el padre de su querida amiga; pero no supo qué más decir, así que se limitó sólo a continuar abrazándola en tanto el silencio las conectaba de una forma en que las palabras nunca podrían hacerlo.

 

Luego de un momento, una conocida silueta se dibujó en el umbral de la entrada...

[Elodia Riddle]

- Tal vez… – Comencé a decir tras un largo silencio – Este sea el punto más débil – Añadí al tiempo que colocaba una pequeña pieza de piedra sobre el enorme pergamino que cubría la mesa. Mei por su parte, sin agregar palabra alguna, observó con cautela la posición de la ficha, confirmando de algún modo aquella conjetura.

Pensando en aquella posibilidad entrecerré los ojos mientras apoyaba la espalda en aquella vieja silla de madera. Había perdido totalmente la noción del tiempo en aquel escurridizo cuarto en lo alto de la Este. Pronto, el sol de la tarde se perdería pronto el horizonte dando paso a otra fría noche de Enero, por lo que intenté aprovechar aquel escuálido rayo de sol que se había colado a través de la ventana que daba hacia los terrenos de la Orden del Fénix.

Por un segundo sentí que los pasos Mei se alejaban lentamente o se me pareció creer, no estaba segura realmente; el cansancio se fue apoderando rápidamente de mi cuerpo, los párpados pesaban, las ideas se fueron haciendo cada vez más difusas, inconexas, lejanas.... hasta que un fuerte haz de luz, seguido de un golpe seco me trajo con brusquedad de regreso a la realidad.

Abrí los ojos rápidamente, empujando la silla con rudeza al ponerme de pie con la varita en ristre en posición de alerta. Sin embargo, lo único que se hallaba en la habitación era el aquel patronus que tanto conocía. «Eli…» Musité sintiendo un ligero escalofrío. Hacía muchos años que no escuchaba ese tono en ella, una voz débil, quebrada, dolida.

Con diligencia tomé la capa que reposaba en la silla ajustándola torpemente sobre mis hombros, no obstante, antes que pudiese partir rumbo a la hacienda Tonks, un nuevo patronus se materializó en el lugar, esta vez procedente de Annick, el cual portaba uno de aquellos mensajes que nadie desea escuchar. Negué con la cabeza con profundo pesar antes de desaparecer con destino hacia Ottery St. Catchpole.

Ishaya había abandonado el mundo de los mortales, y con él, también moría cualquier tipo de rastro o esencia ligada a lo que un pasado representó Adriano Wallace.

* * *

Con profundo pesar me adentré en los terrenos de los Tonks, cuyas puertas se hallaban abiertas. Mis pasos me guiaron de forma inconsciente hasta el interior de la casona, como si hubiese sido ayer y no hace años atrás la última vez que pisé aquel lugar, aún podía recordar el olor a periódico nuevo que expedían aquella suerte de imprenta clandestina que Adriano improvisó en el granero, lugar donde por mucho tiempo sirvió como escondite perfecto para redactar múltiples y polémicos artículos patrocinados por el bando.

- No sé qué decir Eli, no hay palabras... heme aquí, negándome a creer lo evidente – Dije conteniendo la respiración desde el umbral de la puerta. Sabía que pronto llegarían algunos compañeros de bando por lo que me acerqué sigilosamente hasta ellas, uniéndome a aquel sentido abrazo fraternal.

Editado 6 de Enero del 2019 por Elodia Riddle

[Dennis Delacour]

La Delacour se encontraba en los terrenos de la orden llevando a cabo unos entrenamientos de rutina. Había estado los últimos meses enterrada en trabajo ministerial dejando un poco de lado sus actividades dentro del bando por lo cual había decidido aprovechar ese día para dedicarse a retomar unas practicas que tenia algo abandonadas.

 

No llevaba más de unos cuantos minutos en el lugar cuando ante ella se presento la imagen de un aguila real con un mensaje dirigido a los miembros de la Orden <<Nos ha llegado la noticia de que Ishaya ha fallecido… En su cuerpo alguna vez vivió Adriano Wallace, reconocido exlíder de la Orden. En memoria de ese destacado paladín, rendiremos homenaje en la Hacienda Tonks.>> citaba aquel mensaje que era enviado por Annick.

 

Sin dudarlo ni un segundo sabía que debía hacerse presente, aunque la rubia no había tenido la oportunidad de conocer al mago en cuestión si había escuchado grandes historias de su valor y de su trabajo arduo por el bando y el clan, razones más que suficientes para rendirle un sentido homenaje a quien con su labor había ayudado a fortalecer las bases del bando del cual orgullosamente formaba parte, sin contar que ella era Paladín y junto con sus hermanos debían dar un ultimo adiós a quien fuera grande en sus filas.

 

Por medio de la aparición salió de los terrenos de la Orden para hacerse presente en los limites de la Hacienda Tonks a donde había sido convocada, camino a paso firme hasta alcanzar la puerta de entrada al hogar, pero como quien no quiere importunar ante un momento de dolor, decidió quedarse en la entrada a la espera de que más compañeros llegaran.

 

Nunca llegó a conocer a Adriano Wallace, pero fueron tantas las historias que escucho y leyó de los pergaminos y archivos del bando que no lograba evitar sentir una opresión en el pecho por la partida de un ex compañero. Una tristeza que se hacía presente sin importar que no hubiera podido compartir con él. Una partida siempre duele y causa pena, pero al menos se tendría el recuerdo de quien en su momento dedico su vida a ayudar a sus compañeros y amigos, pero sobre todo a su familia de la Orden del Fénix.

Editado 6 de Enero del 2019 por Dennis Delacour

[Anthony R. Dracony M.]

Antoni Ryvak Dracony

 

(En el Hotel de su propiedad)

 

Tenía unas horas que uso el pensadero y se adentró en aquel recuerdo: el día que la fantasma Anya Dupont, le revelo la terrible noticia "Ambos padres muertos" pero a pesar de la triste noticia, era la única "imagen" que tenía para recordar ambas personas...su poca experiencia con la magia, le restrigía asceder a los recuerdos de su vida con ellos, desde bebé a los tres años cuando aquella tragedia ocurrió, lo "vió" en aquella recreación de lo que fue, gracias a la magia especial de Anya Dupont y después del mismo Adriano Wallace....si, aquella noticia fue como recibir un cubo de agua fría, como la descarga de un rayo....habían muerto.

 

 

Su vida era rodeada de un inexplicable enigma, por años buscó a sus padres sanguineos, una esperanza habitaba su corazón....el anhelo de encontrarlos tras su complicada vida entre muggles, oculto para sobrevivir a una guerra que no comprendía, con gente que intento matarle y otros que le resguardaron a salvo lejos de la magia...el anhelo de tener una familia normal murió ese día que por azar le condujo al local "Pitonisa Peralta".

 

Su curiosidad por descubrir el mundo que le ocultaron, le llevó hasta aquel sitio en Diagón y sin siquiera saber que significaba Pitonisa, se atrevió a visitar el sitio. La fantasma Madam Peralta lo recibió mencionandole que ya lo esperaba y fue por las preguntas que el chico formulo, que la fantasma le hablo de Adriano Wallace.

 

Ryvak cabizbajo permanecía al lado de la chimenea, eran...¿tres....cuatro veces que se sumergía en el pensadero? evocando aquel único encuentro que tuvo con el fantasma de su padre. Un abrazo que sintió...el último.

 

Un movimiento brusco de su cabeza hacia el lado izquierdo, como si pudiera borrar la decisión que tomó: alejarse de Ishaya...después de todo, no era su padre aunque tuviese la esencia de Adriano ..."él no sabe"...le había advertido Adriano con respecto al mago....así que ¿cómo acercarse? ¿para que entremeterse en una familia que no era la suya? con un mago que no tenía memoria sobre quien era él?

 

Ryvak se llevó su diestra a los ojos cerrados, oprimió un poco sobre ellos..............¿había equivocado aquella desición? ¿qué hubiese ocurrido? Entonces una luz azulada se ve salir de su manga..."Cobra" está brillando...sorprendido baja el brazo y "Cobra se desliza a su mano diestra, el peliverde la mira atónito...¡Igual que aquella vez!

 

Sus ojos miel se abren de sorpresa...la mira atentamente y se levanta lentamente de aquel asiento, su respiración cambia, como si acabará de correr...

¿Qué puede significar? ....se ha vuelto azul como aquella vez.... ¡claro que recuerdo bien ese día! cuando su varita de Ishaya y la mía estaban juntas....¿será alguna señal?

 

El ojimiel ve como el brillo azul en su varita sigue un poco más, entonces toma su capa negra y con ansiedad de encontrar respuesta a este fenómeno, parte a la hacienda Tonks.....tal vez el mago halla ido ahí, como aquella vez.....

 

Hacienda Tonks

 

El joven peliverde se aparece en la hacienda justo frente a la entrada, haber sido uno de los que lucho para mantenerla en pie, le otorgaba la facilidad de hacerlo, el joven miro el lugar, tan parecida y a la vez tan diferente...las puertas estan abiertas de par en par, el joven peliverde alcanza a distinguir a Rubens, el elfo me sostiene la mirada, veo sus ojos enrojecidos de tanto llorar y entonces aventuro una conjetura: "Algo terrible le acontecio a Ishaya....su mejor amigo elfo está inconsolable" y tratando de averiguar que ocurrió, me adentro al interior....

[Shena Cindy de Ryvak M.]

Shena Cindy de Ryvak M.

 

La castaña reía viendo a tres de sus "hermanos" asando castañas mientras ella usaba bombones...está pasando unos días deliciosos con sus "hermanos", ella no se siente culpable por acudir a la cabaña sin la compañía del peliverde, después de todo, se respetaban en sus sentimientos y el joven ojimiel prefirio esperar su regreso, a pesar de que ambos morian un poco al estar distanciados y anhelaban secretamente, reunirse lo más pronto posible.

 

Sus "hermanos" no le preguntaron el motivo por el que su pareja no había asistido, tratando de evitar que la castaña se entristeciera. Quizás después se aclararía aquello. El pequeño Aydin encontro en la pequeña Tamara, una compañera de juegos ideal, ya que ambos niños prefieren compartir con las criaturas mágicas y todos los días se les ve jugando y cuidando de todas las que habitan eb esta morada donde reina tanta felicidad.

 

Es extraño como el bucle de tiempo, ha hecho que estos nueve niños que le aceptaron como hermana, sean tan "maduros" sobre todo en cosas temidas como la muerte, que te aflije con tanta fuerza que se requiere mucho para soportar esa perdida de la gente amada para continuar con la vida...ellos tan pequeños en edad fisica, pero mucha experiencia de una larga vida en el bucle de tiempo, como para acumular algo de sabiduria.

 

Todos ellos han sobrevivido a seis muertes de los suyos: niños sacerdotes que huyeron de los peligros inherentes a la guerra mágica...pero no por ellos les es fácil pasar por la experiencia. Cindy solo lloró tres de esas muertes, ya que ella no es de la raza de los niños, ella es elemental de fuego, pero defiende a sus hermanos adoptivos que cualquiera creería que son sanguíneos.

 

Los niños tienen poderes relacionados con la naturaleza, Steve es el que puede entre ver la naturaleza humana, su poder es la clarividencia, y mucho sufre el miedo de los vecinos por los "hechos" que llega a ver. El ambiente es festivo entre los cuatro "hermanos" Steve toma una castaña para comerla cuando se pone en trance y comienza a hablar en un tono de voz diferente:

 

--" El paladin de origen frances a ascendido al plano espiritual, aquel extraordinario mago que albergaba dos esencias, ahora acompaña al que le salvo de aquella vida como ser oscuro. El mago conocido como Ishaya, se elevo al cielo igual que su patronus".

 

 

La castaña abrió la boca sorprendida, primero por que es la primera vez que ella presencia como Steve pronuncia aquella información sobre alguien que el chico no puede conocer, ella si recuerda a ese rubio mago, ruiseño, sabio...de aquella vez que ella lo fue a buscar a su local "Pitonisa Peralta".El mensaje es sorpresivo pero la castaña se apresurá a dejar la cabaña, tiene que regresar enseguida, contarle a Antoni...será difícil contarle del triste desceso pero tiene que hacerlo. No empaca nada, solo sale a buscar al pequeño Aydin, lo toma de la mano y les dice a sus "hermanos" que han salido detras de ella.

 

--Los siento queridos, debo ir, ese mago Ishaya es una persona importante que conocí y debo acudir a su sitio especial, la Hacienda Tonks. Hasta pronto! --Usa su naturaleza de elemental de fuego y desaparece en una llamarada de fuego y reaparece fulgurante cerca de la Hacienda, sin soltar al pequeño castaño. emprende la caminata a la propiedad del Tonks.

[Elizabeth Tonks]

-"Lo lamento"..- Annick había llegado poco después de que Elizabeth enviara en su búsqueda, se había sentado junto a ella al borde de la cama y le daba sus condolencias. La Tonks no pudo hacer más que apoyarse en el hombro de su amiga mientras ésta la abrazaba y romper en llanto, por fin podía sacar la carga de emociones que cargaba en su corazón.

 

-Fue inesperado, ¿sabes? Uno nunca cree que perderá a alguien querido de la noche a la mañana.- Trataba de enjugarse las lágrimas, pero éstas volvían a brotar de sus lagrimales sin remedio. -Lamento no haber podido despedirme...- Annick tenía razón al decir que él viviría por siempre en su corazón. Después de todo así era. "Las personas solo mueren cuando las olvidas", había leído una vez. El cuerpo terrenal, las pláticas y vivencias se extrañarían sin duda, pero afortunadamente quedaban el amor y los recuerdos. Pero a pesar de todo nunca, nunca se estaba preparado. Siempre se lamentaba no haber dicho "algo más", una despedida por lo menos.

 

En el umbral, la sombra de Elodia se dibujó poco después, se le veía igual de incrédula que ellas. Se acercó, abrazándolas también. Si algo bueno había en las pérdidas era que reunía a los que se quedaban en el mundo terrenal.

 

-Gracias por venir chicas.- Les dijo, limpiándose el rostro con un pañuelo que Elodia le ofrecía. Dio un último vistazo a la vieja habitación de Adriano, poniéndose de pie. -¿Podemos bajar? Necesito encontrar al resto de la familia. Hace mucho que no sé de ellos, y no sé cómo hayan tomado la noticia, ni siquiera sé si ya se enteraron...-

 

Las brujas accedieron, acompañándola en todo momento. Elizabeth cerró lentamente la puerta tras de sí, como si Adriano descansara en ella y no quisiera despertarlo con el ruido.

 

Llegaron a la planta baja. Unos gritos mezclados con llanto de escuchan desde el recibidor, haciéndolas caer en cuenta que no se encontraban solas en la Hacienda como habían imaginado. La voz que se escuchaba era de Rubens, el elfo doméstico de Ishaya. Elizabeth tenía tanto tiempo sin verlo como de visitar el lugar, no le sorprendió que luciera un poco más viejo de como lo recordaba.

 

-Lo lamento Rubens...- Empezó a decir, cuando una figura conocida se adentró al recibidor. -¡Antoni!- Saludó con tono de sorpresa, dudando si su hermano lograría recordarla. No lo culpaba si no era así, después de todo era ella la que se había alejado de la familia. -Que bueno verte...-

 

Las puertas detrás de él permanecían abiertas. Podían verse los terrenos a través de ésta, donde magos y brujas empezaban a llegar para dejar sus condolencias. Ignoraba porqué no habían acudido al funeral en la Potter Black; tal vez como ella no querían interrumpir o no soportarían verlo tendido en el féretro, no lo sabía, pero agradecía que no dejaran pasar desapercibida la pérdida del Tonks.

 

 

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